Al parecer mis clases de español le fueron maravillosas ya que, en poco tiempo pudo hablarlo mejor y hacer  amigos dentro y fuera de su salón.
Claramente se seguía juntando conmigo, pero, aunque él lo negaba, lo hacía por compromiso. Tal vez él sentía que debía quedarse ahí, para que no me sintiera mal, pero, realmente me hacía sentir peor. No tenía sentido el quedarnos solos en silencios incómodos, miradas extrañas y sus amigos diciéndole que fuera con ellos. Lo primero que hice fue tratar de ignorar todo lo anterior y hacer plática, no funcionó.
Lo segundo que intenté fué estar con sus amigos, si no puedes contra ellos, úneteles. Créanme cuándo les digo que lo intenté, intenté ser cool, ser divertido y relajado, hacer chistes y juntarme con los demás, pero no lo logré, creo que lo único que hice fue avergonzar a Alister.
El tercer y último plan fue alejarme de ellos. ¡¡Ding Ding Ding!! Plan acertado Alister se veía más felíz y relajado al estar con los otros, a veces estaba conmigo, pero no era la gran cosa. Yo, me quedé sentado en la banca observándolo, esperando a que ellos se aburrieran de él y regresara a mí, regresara y todo fuera como antes; nunca se aburrieron, siempre encontraban la forma de seguir con él, el tiempo que me dedicaba era prácticamente nulo. Volvimos a dónde empezamos, a nada.

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Disculpe, quién sea que lea esto el día de hoy, la parte fué muy corta, había abandonado la historia, pero ahora espero poder dedicarle más tiempo.

Gracias por leer.
Suyo, Edward.