Único
Vivir en un mundo que nunca ha sido tuyo nunca ha sido una buena opción si nos basamos en la prosperidad del planeta Tierra y de todos los antecedentes por los que ha tenido que pasar con tal de llegar hasta donde hoy, uno de noviembre del año tres mil trece, hemos llegado y estamos.
Las condiciones nos obligaron a zarpar, a tomas nuestras maletas cargadas de emociones y sentimientos encontrados y volar, surcar los cielos del universo más cercano. La Tierra, hoy en día, era un planeta de vegetación y fauna avanzada en el tiempo, sin muchos humanos en ella.
En cuanto a BST-16, el planeta actualmente más habitado por humanos, era un hemisferio lleno de altas tecnologías; autos voladores, animales en su forma más robótica e inteligente, personas convertidas en seres con alas artificiales y transformados genéticamente, hasta mujeres y hombres con capacidad reproductiva a través de un chip que engendra al embrión.
Digamos que... todo lo que ves con tus ojos en estos momentos, quedó muy lejos hoy en día y que, si le preguntamos a un terrestre de los años veinte por alguna de nuestras tecnologías, no sería capaz de imaginarlo en sus sueños más profundos siquiera.
Porque, justo ahora mismo, Amy R., la protagonista de nuestra historia y astronauta destinada a INU-14, el planeta vecino de BST-16, se encontraba observando con soslayo como todo había desaparecido... absolutamente todo. Sus pies hicieron contacto con la grisácea plataforma en cuanto la nave espacial aterrizó. Ajustó el oxígeno y presionó el botón a un lado del cuello de su traje espacial para activar el traductor de idiomas automático.
No había nada. Ni estaban los alienígenas, ni los híbridos mutantes, espectros de luz o seres mitológicos.
Jimin, ese vampiro revoltoso y travieso que siempre trataba de asustarla en cuanto pisara el planeta, no se encontraba por ningún lugar.
Hoseok, el pequeño robot de creación humana y gran sonrisa metálica, no se encontraba esperándola como siempre lo había hecho.
Taehyung, el espectro de luz con apariencia fantasmal, no estaba ondulando la realidad frente a sus ojos, esperando a ser descubierto.
Seokjin, esa esfinge viviente que sólo despertaba para saludarla, tampoco se encontraba entre los escombros de polvo ya que éstos no estaban.
Namjoon, el cambiaformas más famoso e inteligente del planeta, no se encontraba en ninguna de sus formas humanas o animal.
Yoongi, el alíen cuidador de las especies animales, no se escuchaba por ningún lugar tratando de llamar a la fauna.
Y Jungkook, él...
– ¡No! –El sonido de un disparo fue escuchado en alguna parte remota cerca de donde su nave espacial estaba situada.
Amy alzó la mirada y trató de observar a su alrededor, pero su piel se erizó en un espantoso escalofrío que hizo temblar su cuerpo. Tragó saliva y colocó bien las botas de su traje espacial para acercarse cautelosa al sonido que había sido emitido. Una turbulencia de humo y polvo la envolvió en un remolino del cual no pudo salir por algunos segundos y, en cuanto pudo, llevó su mirada al horizonte y logró distinguir un auto a toda velocidad.
Cazadores espaciales.
Esa raza humana que no había ido avanzando en el tiempo y se encontraban en forma primitiva aún, siendo objeto de exclusión social y repugno ante ellos.
Estaban en INU-14 y, muy probablemente, ellos fueron los culpables o, al menos, testigos, de la desaparición de sus chicos favoritos.
Tomó sus cosas apresurada, guardándolo todo lo más rápido que pudo hasta acabar con ello y subir a su auto preparado. Pulsó la huella de su dedo índice sobre éste, pero no encendió, al contrario, una luz de alarma le advirtió sobre el bajo, casi nulo, depósito de gasolina. Miró atemorizada el auto espacial y negó con la cabeza.
Entonces, recordó a Cold, uno de los más bonitos unicornios y, a la vez, pegaso, que habitaban el lugar, y esperaba porque así siguiera haciéndolo. Silbó y cubrió su boca para alargar el sonido, escuchando algún que otro relinche por parte de la zona áspera del lugar. Unos trotes alegres se escucharon por el lugar y, en cuestión de segundos, Amy se encontraba tirada en el suelo y llena de tierra mientras Cold le llenaba el rostro de lengüetazos.
– ¡Cold! –Sonrió, acariciando su hocico con nostalgia–. Ha pasado un tiempo desde que te vi la última vez, eras sólo un potro.
El pegaso relinchó contento y Amy se levantó para poder abrazarle.
– Ha ocurrido algo, ¿verdad? No hay nadie por aquí más que un grupo de animales, con los cuales estarás, ¿cierto? –El pegaso asintió y desplegó sus alas–. Necesito que me lleves a donde crees que están, ¿sí? He visto cazadores y me he temido lo peor, debemos ir antes de mandar la orden a BST-16.
Se sujetó de la larga melena del unicornio y saltó a su lomo para colocarse bien sobre él, agarrándose para no caer en cuanto despegara. No hizo falta que le dijera más, el propio animal corrió unos pasos antes de alzarse en vuelo en dirección a la antigua área olvidada.
– ¿Es ahí? ¿Ellos han estado llevando a los animales y personas exóticas a ese lugar de pruebas? –El animal volvió a asentir y Amy suspiró–. Está bien, rodéala y entremos por la puerta trasera, aún conservo las llaves de mis padres junto a las de la nueva área.
Cold hizo lo que le dijo al momento, bajó con cuidado y rodeó el área con paciencia para no ser visto. Amy se bajó de su lomo en cuanto pisó suelo firme, y ajustó su traje, sosteniendo el cabello del unicornio aún.
– Entraremos sin hacer ruido. –Habló despacio y en tono bajo, caminando lentamente hasta la puerta oxidada para abrirla luego de algunos intentos–. Pasa.
Ambos se adentraron con precaución a las instalaciones, mirando alrededor y escuchando algunas voces y ruidos internos. Se miraron entre sí como si se comunicasen mentalmente y se entendieran sin palabras, entrando hasta la inédita cascada de agua estancada y radioactiva.
Pasaron por el puente a su alrededor y Amy casi gritó al mirar bajo las cascadas que comenzaban a formarse y llenaban de agua el lugar.
– ¡Jimin! –Gritó en susurros, alterada y alzando las manos para que éste pudiera verle–. ¡Sal de ahí, corre!
Parecía que el pequeño vampiro estaba dentro de una especie de shock, no era capaz de decir o hacer nada, sus ojos fijos en el agua que comenzaba a subir por su cintura, alzando la mirada oscura y venenosa para mirar a Amy. Alzó su mano y la movió saludándole, sonriendo y dejando ver sus afilados colmillos.
– Jimin... –Dijo enmudecida, no veía una salida o alguna escapatoria similar y comprendió que el vampiro solo estaba despidiéndose de ella–. No, no, no... –Y aunque quisiese hacer algo, sabía que no podía; si Jimin llegase a sobrevivir todas esas oleadas de agua, se desangraría lentamente en los próximos días debido a las radiaciones del agua estancada.
Cuando el agua terminó de cubrirlo, quedó perpleja al ver que no salía al exterior, Cold tiró de ella para que dejara de buscarle con la mirada. Simplemente no podía, era Jimin, su pequeño y travieso vampiro había sido demolido bajo toneladas de litros de agua. No sabía que ocurría, por qué todo tenía sentido en su cerebro y no pensaba con claridad, por qué Cold no parecía verse afectado o, siquiera, por qué ella misma seguía andando hasta la sala de pruebas.
La abrió despacio, estancándose un poco por los restos de materia orgánica que obstaculizaban su camino; decenas y decenas de envoltorios de un conocido chocolate hace años en la Tierra, caducado desde hace siglos y cubriendo un inestable robot que se ceñía bajo el manto de envoltorios.
Hoseok.
Corrió como si su alma dependiera de ello hasta hincarse de rodillas frente a éste y sostener su pesado y metálico rostro. Hoseok pareció despertar unos segundos.
– Amy, Amy, Amy... –Repetía sin control, fallos técnicos en su sistema por el exceso y la consumición del chocolate. Las chispas saltaban por todo su cuerpo, el chocolate salía por la ranura de sus extremidades–. Hobi, Hobi, Hobi...
Negó con la cabeza con lágrimas en los ojos y se levantó con expresión cruda, acercándose de nuevo a Cold.
– Buscaremos a todos uno a uno, y cuando todo esto acabe iremos en busca de los que hicieron esto.
Cerró la puerta de la sala de pruebas y siguió caminando por los estruendosos y vacíos pasillos. Trataría de buscar a Taehyung, pero si ya de por sí era casi transparente, sabía que no lograría encontrarlo en milenios. Miró a Cold de soslayo.
– Yo no debería estar haciendo esto... es culpa del gobierno que aún deambulen por aquí estos cazadores espaciales, sólo quieren hacer pruebas con nuestros elementos con tal de poder avanzar genéticamente y cruzar los ADNs.
Un ruido alentador la hizo salir de la ilusión en la que estaba metida en su propia mente. Alzó la mirada y pudo deslumbrar a la esfinge rompiéndose trozo a trozo en la segunda planta, chorros de sangre oscura cayendo por sus extremidades rotas y éstas, a su vez, dejándose caer y perdiéndose en el abismo de la altura.
– Es Seokjin... –Señaló con el dedo boquiabierta, escondiéndose a un lado para no ser vista mientras veía como miles de años en cultura e historia morían lentamente a causa de las roturas que se provocaban en Seokjin.
Una luz la cegó por unos momentos, desde el fondo del pecho de la esfinge, y Seokjin desapareció para siempre frente a sus ojos. Soltó un jadeo abrumado y comenzó a correr para subir a la segunda planta. No había nada más que un pequeño animal exótico abrumado en una esquina, rodeado de inyecciones utilizadas y con su pelaje de un tono oscuro, perdiendo su calidez.
Se acercó despacio y se hincó de rodillas frente a él, quitando las pocas inyecciones de algún extraño residuo de sus patitas.
– Namjoon. –Puntualizó, colocando su cuerpo inerte a un lado para colocarlo en una mejor posición–. Lo lamento, lamento no haber llegado con el suficientemente tiempo.
Dejó su cuerpo en la posición que lo había colocado anteriormente y se levantó despacio para poder seguir con su búsqueda, su cuerpo se estaba acostumbrando a las atrocidades que estaba viendo, ya no importaba, ella misma había muerto por dentro en cuanto vio a Jimin derrumbarse bajo las cascadas de agua.
– Debemos encontrar a Yoongi y a Jungkook, son nuestra última esperanza.
Se volvió hacia Cold y éste asintió caminando a su lado. Sus orejas se alzaron al momento en el que unos ruidos procedentes de la última habitación se escucharon, trotando hacia ella.
– ¡Yoongi! –Se escuchó una voz ronca y desgastada, Amy sujetó a Cold con fuerza para ir junto a él hasta la habitación.
Una habitación en llamas que era digerida por éstas lentamente, donde Jungkook sujetaba a un desmayado Yoongi para sacarlo de ahí.
– Jungkook. –Jadeó temblorosa, acercándose a ellos dos para poder sujetar a Yoongi y lanzarlo al suelo, escuchando su inexistente respiración–. No funciona... fue demasiado tarde de nuevo.
– Amy... –Dijo el híbrido de vampiro y alíen, mirándole con sus ojos grandes y verdes–. No he podido salvarles... no he llegado a tiempo... estoy en búsqueda y captura porque llegué junto a ellos, pero todos fuimos aislados y no pude escaparme hasta ahora, estoy débil, me están suministrando cosas por un chip. –Señaló su cuello–. No sé cuánto tiempo voy a seguir existiendo, pero hice lo posible por salvarlos... es mi culpa, yo los escuché y no les dije... es mi culpa.
Jungkook parecía estar en una especie de shock, Amy se acercó despacio para abrazarle, no era su culpa, no era culpa de nadie salvo por esos hombres a los que llamaron cazadores, ellos no sabían, Amy tampoco.
– Saldremos de aquí, si no es con ellos saldremos juntos, pero lo haremos. –Le miró a los ojos–. No te voy a dejar aquí, me da igual lo que te estén suministrando, saldremos junto a Cold y viajaremos hasta BST-16, allí no correrás peligro.
Jungkook era el menor de ese grupo de especímenes, no sabía cuidarse por sí mismo aún y no podían pretender que cuidara de todos. Asintió con tristeza en sus grandes ojos y se separó un poco.
– No encuentro a Taehyung... si salimos de aquí con vida, no los olvides nunca, por favor. –Le pidió en un ruego necesitado, recibiendo un asentimiento por su parte–. Ellos están armados y son capaces de hacer lo que sea para poder hacer avanzar científicamente su raza humana, están locos.
– Lo sé, pediré refuerzos y saldremos de aquí, luego buscaremos a Taehyung con las luces de rayos violeta. –Se levantó y le tendió la mano–. Vamos, tenemos que salir de aquí cuanto antes, ayúdame a mandar la señal.
Rebuscó en su traje el aparato vía satélite que siempre llevaba consigo para poder mandar un mensaje de auxilio a su planeta. Dio media vuelta y caminó por los pasillos para obtener un poco de conexión, más cuando volteó de nuevo, Jungkook y Cold habían desaparecido silenciosamente.
– Mierda. –Masculló, lanzando el aparato a alguna parte del pasillo para correr por el mismo y guiarse por los sonidos de pasos que comenzaban a escucharse.
Subió por unas escaleras oxidadas, escuchando algunos lamentos y relinchos del unicornio, seguramente tratando de defender al menor. Corrió y corrió hasta dar con una sala impregnada de mal olor, residuos y todo tipo de instrumentos científicos lanzados por el suelo. Jungkook se encontraba en una esquina con la mirada perdida y Cold permanecía del otro lado sujeto por cadenas de hierro oxidado.
Un par de hombres equipados por completo y de dimensiones más pequeñas que Amy gobernaban la habitación. Otro par apareció por sus espaldas y la sujetó con fuerza.
– Te metiste en la boca del lobo y sufrirás viéndolo comerse a tus ovejitas. –Habló uno de ellos amortiguado por el traje, tomando el rostro de Jungkook para hacerle mirar a Amy–. Es una pena que no pudieras llegar a tiempo.
Su rostro se vio forzado a mirar a aquella dirección, en donde Jungkook se removía con la mirada fija en ella y uno de los hombres sujetaba con fuerza su rostro para llevar a sus labios un líquido verde de un tono casi venenoso.
– Hasta la próxima existencia, monstruo. –Fue lo último que dijo antes de obligar a Jungkook a tomar eso, frunciendo el ceño y soltando su rostro en cuanto el líquido bajó por su garganta.
– Jungkook... –Jadeó temblorosa al ver como sus fuerzas se perdían y se dejaba caer plácidamente, cerrando sus ojos–. Jungkook no, me lo p-prometiste... tú d-dijiste que vendrías conmigo, abre los o-ojos...
Su cuerpo se relajó y cayó derrotado sobre el sucio asfalto que tenían como suelo, los hombres soltando a Amy y a Cold y saliendo de la habitación. No lo había logrado. Cayó de rodillas de manera inestable y rompió en llanto, saliendo de su ensoñación de una vez por todas.
A la vez que un suave susurro en forma de niebla gris se hacía presente y erizaba su piel.
– No pudiste salvarnos a nosotros, pero al menos nosotros sí pudimos salvarte.
Alzó la cabeza en cuanto terminó de dictar el susurro, despertando de manera violenta por la alarma que sonaba con fuerza en su teléfono, justo al lado de su cama.
Miró la pantalla y jadeó en cuanto vio la notificación.
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