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s̸i̸d̸e̸ s̸t̸o̸r̸y̸: m̸y̸ s̸w̸e̸e̸t̸s̸ b̸e̸t̸a̸s̸ (1)

Ni-ki no podía aceptar la inminente atracción que comenzaba a sentir por Jake y jay.

Para empezar, son dos hombres y hasta hacía unos días, él había sido hetero toda su vida... Tal cambio se le hacía abrupto y extraño... No podía cambiar sus preferencias así nada más.

«Deja de mentirte, Ni-ki, sabes muy bien que siempre estuviste atraído por Sunoo », con tal pensamiento sintió que la cabeza le dolía.

Si bien, Hitomi le había gustado, pero nunca sintió verdadero amor por ella, y por Sunoo... Él no lo catalogaría amor romántico, pero siempre sintió aquella tremenda afinidad con el chico, tanto que eran como almas gemelas. Se sentía tan a gusto a su lado y cada vez que le conocía algún novio o pretendiente, se ponía muy celoso.

Incluso a veces en la calle, tenía la manía de comparar a los chicos con Sunoo, y siempre llegaba a la conclusión que no había ser en este mundo más hermoso que su alpaquita, aunque le diera vergüenza llamarlo así.

En cierto punto de su vida, sintió ese apego hacia Sunoo que nunca sintió con nadie, ni siquiera por su novia.

Por eso, aunque le costara admitirlo, tampoco le sorprendía sentir atracción por aquellos dos chicos, que más que hermosos, eran tan amables y atentos con él.

Se sentía asustado, conocerlos y saber que ambos albergaban sentimientos hacia él, se le hizo una locura, era la primera vez que se habían visto y ya le juraban amor eterno. Nishimura no podía creerles, mucho menos si eran influenciados por sus Lobos y no por sí mismos.

Sabía que su trato hostil haría hincapié en sus sentimientos, él había esperado que se dieran cuenta que estaban siendo absurdos en cuanto a sus deseos por él...

Pero eso solo había incrementado su insana dependencia hacia él, como si fuese una clase de elixir que los rubios necesitaban consumir día y noche para sobrevivir.

Ni-ki estaba realmente confundido.

Su relación con Hitomi ya de por sí había estado mal y que de repente se diera cuenta que había vivido en una burbuja toda su vida le había causado pánico.

Pero peor había sido ser engañado tan cínicamente, su alma estuvo vulnerable y más influenciable que nunca, por eso cuando fue directo al lago casi congelado, él ni siquiera se había dado cuenta, era como si una fuerza desconocida lo había llevado hipnotizado.

Ni-ki se había sentido tan mal, que incluso el consuelo de Sunoo no había sido suficiente para su corazón destrozado. No daba crédito a lo que le había sucedido, y mucho menos sabría darle una explicación, pues él había estado, prácticamente, inconsciente cuando sucedió.

El enterarse sobre su procedencia y lo que conllevaba tener sangre de Lobo en sus venas, no había menguado su confusión, aunque se había sentido realmente bien cuando notó que los betas no lo excluían y mucho menos lo estaban despreciando por haberlos rechazado.

Era como si se hubiesen resignado, pero no del todo, pues Ni-ki a veces notaba que ambos lo miraban con anhelo, como si desearan llegar a él y llenarlo de besos...

Tal idea nunca le pareció repugnante, al contrario, casi deseaba que se llevara a cabo.

Pasar tiempo de calidad con ellos, aprender sus costumbres y conocer su manera de pensar, estaban haciendo estragos en su corazón...

—Por lo tanto, cuando tengas esa necesidad de olfatearnos, solo hazlo. Entre Lobos es totalmente normal, necesitamos olfatearnos y empaparnos del aroma de los miembros de nuestra manada para que nuestro animal esté tranquilo y así nosotros podamos seguir con nuestra vida. – Jake le decía mientras observaban el río. Aquel que les traía los feos recuerdos de Jay.

—Aunque el deseo es más fuerte cuando se trata de tu pareja, nuestro Lobo no estará satisfecho hasta que nuestra pareja nos marque con su esencia y viceversa. –Jay secundó.

Ni-ki los observó pensativo por unos instantes...

— ¿Quieren olfatearme? –Les preguntó con aparente tranquilidad.

Había ganado la suficiente confianza como para tener esa clase de trato con ellos, pues sabía que no harían nada sin su consentimiento.

Jake y Jay se miraron indecisos por unos segundos, después regresaron su vista a él con un tenue rubor manchando sus mejillas.

—No te preocupes. – Jake desvió su vista hacia el bosque alrededor. —No queremos que te sientas incómodo.

Ni-ki no pudo evitar sentir ternura por su actuar, había hablado con la abuela Park sobre sus costumbres y los Lobos tenían mucha confianza para tocarse y olfatearse casi todo el tiempo, era sumamente normal y hasta indispensable, que se crearan lazos afectivos entre todos los que pertenecían a la manada, así habría mejor comunicación y la fuerza mental al momento de protegerse era más efectiva.

Estaba agradecido porque esos dos hermosos jóvenes habían estado tan al margen de su recuperación, preocupándose lo justo, que nunca se sintió presionado, pues ningún miembro de la manada había tocado el tema de su posible emparejamiento, a menos que él mismo lo haya sacado a plática.

Y eso que ya llevaban tres meses con la manada, era seguro como el infierno que habían perdido sus trabajos, pero ni a Sunoo ni a él, les importó, no cuando lo tenían todo en esas montañas.

Ni-ki sonrió y se acercó a ellos decidido. Se quedó de pie frente a los dos y aunque sentía su corazón palpitar con fuerza, deseaba hacer aquello.

—Pueden olfatearme, yo también quiero hacerlo. –Les dijo con su clásico rostro inexpresivo y esa voz grave suya que tanto les gustaba a los menores.

Los betas tragaron y sin esperar un segundo más, cada uno se acercó a los costados del pálido cuello del pelinegro mayor y aspiraron con fuerza, el delicioso aroma a durazno llenando sus fosas nasales, tan bien olía que enterraron sus cabezas, pasando su nariz a lo largo del cuello y sin darse cuenta el efecto que aquello había tenido en el humano.

Pues Ni-ki se había sonrojado furiosamente y las piernas le temblaban, ubicó ambas manos sobre las cabelleras de oro de los Lobos y los acercó lo más posible, los tres estaban enredados en un fuerte abrazo, donde sus aromas se mesclaban y para Ni-ki, fue la primera vez en su vida que lo percibió...

Hierba buena provenía de Jay... Mientras que de Jake sentía el aroma del Coco...

¿Cómo era eso posible?

¿Cómo él podía sentir sus aromas si es humano?

Seguramente era el efecto de la sangre de Lobo, pues la abuela Park ya se lo había mencionado, que él tendría pocas capacidades de los Lobos pero conforme pasara el tiempo, se daría cuenta cuáles eran...

Y detectar el aroma de sus posibles parejas era una, aunque el aroma de Sunoo no lo había podido sentir hasta el momento, se sentía sumamente confortado de poder distinguir el aroma de ambos muchachos...

Se sentía feliz, inexplicablemente feliz.

De repente sintió como unos suaves labios se paseaban levemente por su mandíbula y un par de manos acariciaban su cintura.

Se sintió querido, genuinamente deseado.

Se separó levemente de los betas y estos lo miraban con sus ojos brillantes y las mejillas tan rojas como las fresas, sus bocas dulces tan cerca de la suya que no pudo resistirlo más.

Jake jadeó ahogado cuando los delgados labios de Ni-ki se posicionaron sobre los suyos, hambrientos y demandantes.

No daba crédito a lo que sucedía, pero su Lobo estaba moviendo la cola contento, porque por fin estaban avanzando.

Sus ojos ardieron conteniendo las lágrimas pero inmediatamente correspondió, el beso era el más sabroso que había disfrutado en su vida y sabía que a partir de ese momento, se había vuelto adicto a los labios de terciopelo que YoonGi poseía.

Cuando por fin se separaron, jadeando e ilusionados, el mayor no dudó en ir tras la boca de Jay que ni lento ni perezoso, ya había tomado al mayor de la cintura elevándolo entre sus fuertes brazos, donde sus labios bailaban en una danza de iniciación en lo que se convertiría en su historia de amor.

Sin presiones, sin mentiras, sin prejuicios... Simplemente siendo ellos, aceptándose mutuamente, pues la Luna había decidido que el corazón de Ni-ki fuera amado por dos personas, así como aquellas dos personas serían fuertemente amadas por un corazón puro y firme como el del humano.

Ahí, frente a aquel río que casi termina con ellos, comenzaba la aventura más feliz y desastrosa de sus vidas.

Ni-ki poco a poco entendería, que necesitaba a aquellos dos chicos en su vida como el aire que respiraba.

¿Pues qué sería de Ni-ki sin Jake y Jay?

Y...

¿Qué sería de los betas sin su malhumorado humano?

© shebeJJ_

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