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Tres días después y Sunoo aminaba felizmente al lado de su padre, el hombre era incluso unos cuatro centímetros más alto que Sunghoon, no por nada se había convertido en el líder de los Centinelas, tenía un carácter fuerte y una poderosa complexión.
A pesar de haber estado cautivo por años, no había perdido demasiada masa muscular, aunque si era claro, que había perdido fuerza, pues había sido víctima de experimentos que lo habían debilitado con creces durante ese tiempo.
Pero ese no era motivo para evitar que el hombre exudara poder con sólo mirarlo y Sunoo lo observaba con brillo en sus ojos. Sentía que su padre era un auténtico héroe.
Sin embargo, Hoon caminaba solo y malhumorado, siendo la burla del trío que se reían de él por ser deliberadamente ignorado.
—No te esponjes, Hoon. Es obvio que Sunoo quiera pasar tiempo con el tío Jin, prácticamente nunca lo conoció y ahora ambos tienen la bendición de estar juntos. – Jay dijo.
Sunghoon era sumamente consciente de ese hecho, pero no podía evitarlo, su Lobo estaba más sobreprotector ahora que sabía de sus cachorros.
—El señor Kim parece sacado de un cuento de hadas. –Comentó Jungwon que caminaba al lado de Heeseung.
— ¿Y ustedes por qué nos están siguiendo? –Preguntó Ni-ki cuando se dio cuenta del par.
—Porque queremos. –Respondieron al unísono.
—Pero deben ir a trabajar, mocosos. –Los reprendió el rubio mayor.
—No te preocupes, Sangyeon estará informándome sobre el caso de los Hwang y sus secuaces. –Dijo Heeseung. —Además, sólo queremos acompañarlos por un corto tiempo, no es que nos quedemos ahí.
Ni-ki los miró con sospecha, pero conociendo a sus amigos, éstos no regresarían hasta ver su curiosidad saciada. —Como sea, sólo no se separen de nosotros, se los pueden comer.
El mayor sonrió con satisfacción cuando el Heeseung se tomaron de las manos y caminaron más rápido, casi iban pegados a Sunoo y su padre.
—Eres malo. –Acusó Jake cuando tomó casualmente la mano de Ni-ki.
— ¿Por qué? No mentí, ustedes dijeron que esta zona era de caza para los depredadores.
Jay sonrió satisfecho y depositó un suave beso en la mejilla del más bajo. —Me alegra que nos pongas atención.
Riki se ruborizó y siguió caminando como si nada pasara.
—Así que... Por fin estamos de regreso. –Murmuró SeokJin al ver la enorme montaña en la que habitaba su manada.
Sus ojos picaron pero se negó a ceder, las lágrimas las guardaría para después, su esposa las merecía más que cualquier otra cosa.
— ¿Corremos?
Sunoo no esperó respuesta, pues rápidamente se había transformado en aquel hermoso Lobo negro que había deslumbrado a todos los presentes. En especial a Heeseung y Jungwon, que casi se desmayan al ver que su amigo se transformó en un animal salvaje.
Sunghoon fue el siguiente en caer sobre sus cuatro patas, llegando a Sunoo con rapidez para verificar que se encontraran bien.
Seokjin contagiado por la emoción de su hijo y yerno, dejó salir a su Lobo, por primera vez después de tantos años, su animal podría correr sin ser perseguido.
El Lobo era notoriamente más grande que Sunoo, y también aunque a una menor escala; más grande que Sunghoon.
Los tres aullaron con energía, rápidamente fueron escuchados en la lejanía, por lo que no perdieron tiempo y corrieron como si fuesen impulsados por el viento.
Los otros cinco no perdieron el tiempo, Jake se transformó y cargó a Jungwon y Ni-ki, siendo beta no era tan grande como los Alfas, pero sin duda era fuerte y rápido, por lo que los llevó en su lomo, mientras que Jay cargaba a Heeseung.
Juntos corrieron hacia su destino.
Libertad, recordó Sunoo la respuesta que su Alfa le había dado aquella vez que le preguntó sobre su vida en aquellas montañas.
Ahora lo entendía, ahora comprendía aquella euforia en su corazón cada vez que observaba a su manada, cada vez que un cielo estrellado se cernía sobre ellos y la Luna brillaba majestuosa, cada amanecer en la que los pájaros le daban la bienvenida a un nuevo día.
Libertad, ahora era libre. Libre para correr hacia el horizonte con su nueva familia.
Esa familia que estaba esperando por ellos, todos incrédulos al ver a ese Alfa que había sido "muerto" y del cual nunca pudieron encontrar sus restos.
— ¿Seokjin? –Dijo Jinyoung en un hilo de voz. Su madre y esposa estaban igual de anonadadas.
El Lobo asintió en reconocimiento para después volver a su forma humana.
Todos jadearon sorprendidos, el mismísimo Kim Seokjin estaba de pie, frente a todos y con su mirada pegada en una sola persona: JiSoo.
La Loba también lo miraba; aunque ella se encontraba llorando en silencio, todavía sin creer del todo que su amado esposo era quien estaba de regreso, mirándola con tanto cariño, así como antes.
Sunoo que veía la inseguridad en ojos de su madre, en silencio tomó la mano de su padre, que lo observó curioso a lo que Sunoo simplemente sonrió y caminó con él hacia la mujer que emocionada esperaba por sus dos amores.
—Mamá. Estamos de regreso. –Dijo Sunoo con suavidad.
JiSoo lloró con profundo sentir lanzándose a los brazos de su Alfa, siendo recibida gustosamente por él.
Sunoo se limpió las lágrimas que corrieron por sus mejillas al ver a sus padres llorar juntos, abrazados con tanta fuerza que sintió una pizca de envidia por un momento, pero antes de moverse, un par de brazos yacían abrazándolo también.
Todo era un ambiente de melancolía y felicidad. Algunos estaban sorprendidos pero agradecían tener a uno de sus miembros de regreso.
— Sunoo. – Jinyoung le llamó y cuando el mencionado se giró a verlo, el Alfa sonrió genuinamente. —Gracias.
— ¿Por qué? –Preguntó extrañado.
—Por haber traído de regreso a nuestros seres amados. –Respondió con orgullo. —Nos devolviste a Sunghoon. –El mencionado rápidamente fue abrazado por su madre y abuela. —Trajiste de regreso a tu padre. –El mencionado sonrió y JiSoo también. —Además, trajiste el amor a la vida de dos de nuestros miembros. – Jay y Jake abrazaron a su Omega con notoria felicidad. —Gracias por regresar, Sunoo. Porque contigo aquellos días tristes en los que nos encontrábamos envueltos, por fin han cobrado color. –El líder Alfa posó su mano suavemente en el vientre del Omega. —Contigo, nuestra manada está completa.
Sunoo sentía su rostro tan rojo como el de un tomate al ser el receptor de todas esas miradas agradecidas y orgullosas.
— ¡Vamos a celebrar! ¡Por la reedificación de nuestra manada! –Gritó el Alfa emocionado y todos los presentes corrieron a preparar la celebración.
La noche se pasó así, todos alrededor de una fogata, compartiendo anécdotas, abrazados, juntos y felices.
—Déjenme capturar este hermoso momento. – Heeseung murmuró con la cámara lista, siendo secundado por Jungwon.
Nam se puso de pie y enfocó el lente en la familia de cuatro que reían, Seokjin era abrazado por sus dos Omegas, al mismo tiempo que dejaba pequeños besos en sus cabezas, mientras madre e hijo hablaban de los cuidados que Sunoo debería tener durante su embarazo y Sunghoon yacía sobre las piernas de su pareja, que acariciaba sus largos cabellos. Por lo que no se dieron cuenta el momento en que la cámara tomó la foto.
Luego sus modelos, fueron los tres mosqueteros que bebían y hablaban tranquilamente, aunque Ni-ki yacía recostado sobre el pecho de Jake mientras Jay se encontraba recostado en las piernas del Omega.
Era una imagen digna de un retrato, por lo que no dudó en capturar de nuevo el momento.
—Mira nada más. –Murmuró Jungwon que sostenía ambas fotos mientras las admiraba. —Son una bella familia, ¿no?
—Sí, algún día nosotros también tendremos la nuestra, no te preocupes. –Le dijo Heeseung al momento de depositar un beso en su frente.
— ¡Awwww! –Oyeron que chillaron a su alrededor y se dieron cuenta que estaban en el ojo de toda la manada.
—Yo opino que los convirtamos en parte de nuestra manada. –Dijo la abuela Park.
Todos estuvieron de acuerdo, por lo que la pareja pronto se vio presa de las preguntas de todos los miembros.
—Fue buena idea que vinieran. –Dijo Sunoo ante la graciosa escena de sus amigos avergonzados.
—Sí, la familia está creciendo. –La mano grande el menor acarició el vientre de Sunoo. —Y pronto estos bebés andarán corriendo por todo el lugar.
—Ya quiero tenerlos en mis brazos. –Murmuró el omega con un puchero.
—Yo también, y cuando eso pase, entonces mi vida estará plena. Porque tengo al mejor Omega del mundo a mi lado y nuestros bebés están creciendo en tu pancita.
Sunoo sonrió feliz y besó a su esposo.
Agradeció por aquel día en la carretera, donde el destino cruzó su camino y lo llevó a vivir la mejor aventura de su vida.
FIN.
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