La zona tan rústica de la montaña se le hizo a Sunoo muy complicada para caminar.

Debían rodear un frondoso y extenso bosque si querían llegar pronto al lugar donde habitaba la manada de Park.

— Hoonie ya no puedo más~ -Lloriqueó el peli rosa con un pronunciado puchero.

—Está bien, cariño. -El lobo se puso de cuclillas dándole la espalda. —Sube.

Sunoo casi chilló, con cuidado se subió a la ancha y musculosa espalda del lobo y se sostuvo abrazando su cuello.

Park lo sujetó por los muslos.

—Eres bastante ligero para las cantidades de comida que te devoras, Sunnie. -Comentó gracioso siguiendo con el camino.

— ¿Insinúas que debería estar gordo? -Dijo con falsa molestia.

—Bueno... -Contestó dudoso, no quería hacerlo enfadar.

—Lo que sucede es que el metabolismo de Ddeonu, es de esos en lo que la gente come hasta reventar y nunca engorda. Cosa que yo no tengo, porque si empiezo a comer como cerdo, engordaré hasta explotar como un globo. -Dijo el de tez pálida que llevaba sólo su maleta.

—Estoy empezando a sentirme mal. -Murmuró el peli rosa que olfateaba el cuello del pelinegro.

— ¿Quieres que nos detengamos? -Preguntó el lobo, levemente asustado.

— ¡N-no! Me refiero... Me refiero a que tal vez si hay algo extraño conmigo. -Dijo con su ceño fruncido.

— ¿De qué hablas? -Indagó.

—Bueno... Siempre he sido más rápido que los demás, si llego a tener una herida, me curo bastante pronto, nunca me enfermo y desde que nací, tengo el cabello rosa. Definitivamente algo está mal en mí. -Decretó con su puchero.

Sunoo había escuchado atentamente, aquello empezaba a confirmar sus sospechas. Estaba casi seguro que el bebé perdido de los Kim es este hermoso hombre que cargaba en su espalda.

—Ummm... De igual forma lo sabremos al consultarlo con la abuela Park, ella tiene un don para saber el pasado, presente y futuro. Algo así como una adivina.

— ¿Eso es posible? -Preguntó Ni-ki con incredulidad.

—En mi clan lo es. -Respondió el lobo con una sonrisa orgullosa.

—Al parecer vamos a aprender mucho de tu gente, Hoonie. -Murmuró mientras jugaba con sus ondulados cabellos.

—Se llevarán una grata sorpresa. -Murmuró también.

Su Lobo estaba eufórico, ansiaba que su Omega despertara para poder establecer el vínculo a través de la marca, su pareja tenía que saber que su alfa esperaba desesperadamente por él.

Después de haber caminado mucho, llegaron a los límites permitidos de la exploración del bosque.

Sunghoon conocía el camino secreto para llegar a su manada.

Ya que era muy angosto, cada uno tuvo que caminar por su cuenta. A ese paso, Sunoo ya se sentía con bastante energía.

Luego de atravesar uno que otro obstáculo necesario. Llegaron a una especie de pradera. Desde allí, comenzaba su territorio.

—Debo aullar para que sepan que estoy aquí. -Dijo con una alegría que no pudo esconder.

Los amigos retrocedieron y esperaron, Park inhaló y exhaló, después, un potente aullido salió de sus labios.

Sunoo sintió su corazón acelerarse. Él había sido capaz de sentir la emoción de Sunghoon a través del aullido.

Ese aullido que anunciaba su llegada a su familia, aquella gente que no había visto en años y a los cuales extrañaba.

Se escucharon unos aullidos cercanos y otros lo bastante retirados que respondían con igual emoción a alguien de su manada.

De repente, dos Lobos aparecieron a lo lejos, corrían despavoridos hacia ellos.

Sunoo tomó la mano de Ni-ki por instinto y lo puso tras él, inconscientemente, estaba protegiendo a su amigo.

Ni-ki no entendió, pero Sunghoon que había visto todo, sí lo hizo.

—Tranquilos, son de los nuestros. -Dijo con una sonrisa radiante mientras esperaba a sus amigos.

Cuando menos lo esperaron, esos Lobos se habían convertido en humanos y habían saltado a los brazos del Alfa, provocando que los tres cayeran al suelo.

— ¡Hoonie! -Gritaron felices mientras lo abrazaban y se restregaban contra él.

Ante eso, Sunoo se sintió molesto repentinamente. Contando con el hecho de que ambos hombres estaban desnudos.

—Sí, yo también estoy feliz de verlos, Jake, Jay. -El Alfa tenía sus ojos brillantes por las lágrimas contenidas.

—Tardaste mucho. -Dijo el rubio de tez morena.

—Hasta pensamos que no volverías. -Siguió el otro pelinegro de mejillas regordetas.

— ¿Tan poca fe me tienen? -Preguntó risueño mientras se ponían de pie.

—Sólo eras un cachorro. -Contestaron con pesar.

—Un cachorro que supo valerse por sí mismo. -Rectificó con su sonrisa.

— Sunghoon. -Escucharon una suave y dulce voz tras el alfa.

Cuando el mencionado se giró, Sunoo lo besó con fuerza provocando que el Alfa gimiera por la sorpresa.

Los Betas que presenciaban aquel acto tenían la boca abierta. ¡Hoonie! ¡Su bebé Hoonie tenía novio!

¿Qué había pasado en esos años?

Mientras veían a la pareja comerse la boca como si no hubiese un mañana. Sintieron un sutil, pero extremadamente sutil aroma dulce.

Olfatearon sin disimulo alguno. Sus narices hicieron que ambos caminaran hacia un chico al cual no habían visto.

Al estar frente a él, el aroma a durazno se hizo más fuerte. Pero seguía siendo lo suficientemente sutil para que otro lobo lo percibiera.

Pero ellos dos podían sentirlo, cuando miraron a los ojos castaños del chico rubio, sus lobos se retorcieron en júbilo.

—Omega... -Susurraron ambos betas.

Nishimura abrió sus ojos asustado y retrocedió, pues esos Lobos lo miraban deseosos.

Sunghoon se separó de Sunoo y observó la escena.

No podía ser...

Sus amigos Betas miraban a Ni-ki como si desearan marcarlo.

Eso sólo significaba una cosa...