Capítulo 1
El chapoteo de las olas, la brisa marina, el extenso mar y el olor del agua salada era el entorno diario del ser sentado entre las piedras que conectaban a una isla.
Había llegado a esa tierra hace unos años, se había encariñado con la isla misma, era su lugar seguro, uno donde volver cuando se sumergía por días en las profundidades del mar. Era un ser solitario, vagando por las inmensas aguas saladas. Su compañía eran los peces y las bestias en el agua. Por ese motivo ahora no se sumergía en las profundidades. Era peligroso.
Ahora mismo cantaba una pequeña melodía solo para sí mismo, en un tono bajo y que cualquier hombre que se encontrara cerca caería ante el hechizo que contenía su angélical y magnífica voz. Pero en esa isla estaba seguro, estaba a salvo de cometer cualquier error que le costara la vida. Podía vagar por ella e incluso tomar algún fruto de los árboles en el interior del terreno. Aunque su dieta era más de pescados y algas. Si tenía suerte a veces podía encontrar otros alimentos que consumir.
La monotonía en sus días era asfixiante; demasiado imperturbable, demasiado tranquila y lo aburría en sobre manera. Por ello a veces decidía explorar la isla o irse unos días u meses a otros lados buscando nuevas tierras. Pero siempre su cola lo llevaba de regreso a su lugar seguro. Ya tenía trazado incluso el camino a su regreso, nunca podría perderse y era reconfortante regresar siempre al mismo sitio aunque solo los peces y el gran terreno le dieran la bienvenida.
La suave brisa marítima secaba sus cabellos que de un color azul verdoso se movían al compás del viento. El color de su cabello siempre había sido demasiado llamativo para su gusto, lo que lo había puesto en problemas cuando salía de su hábitat natural.
La belleza del ser acuático era etérea; exudando inocencia y sensualidad en cada poro, su aura insitaba a todo quien lo viera, su belleza era demasiado atractiva que atraía a hombres como mujeres, generalmente solo llamados por la lujuria hacía él. Lo cual era halagador, hasta que se hacia tedioso y aburrido. Molesto, muy molesto en ocasiones.
A veces se sentía tan patético cuando su único lugar al cual volver era solo una isla desierta. En sus días soñadores se permitía fantasear con alguien esperándolo siempre a su regreso; con unos brazos cálidos apresando su cuerpo, con una persona que lo amara, con alguien que lo extrañara.
Era alguien tan patético; necesitar a una persona que no existía solo definía su vida mediocre y antipática.
Su madre estaría decepcionada de él, siempre lo había instruido a pavimentar su camino, trazar su propio destino, o al menos eso le había intentado transmitir unos días antes de que muriera. Pero ahora... Él se había vuelto un ser conformista, se conformaba con tan poco, algo que sus padres le habían enseñado cuando vivía con ellos, después de todo, la vida en las profundidades estaba lejos de ser un lujo.
Y quizás fue el miedo de salir a la superficie, de atreverse a enfrentar el exterior que fue uno de los causantes de la muerte de su madre y su padre. Aunque estaba lejos de ser el causante directo, puesto que su padre había muerto por una bestia acuática y su madre ante la depresión de su compañero muerto.
Negando dejó de cantar, él no era un tritón patético, no era alguien depresivo y triste. Ese no era él, era juguetón, alegre e incluso curioso ¡Muy curioso!.
Refunfuñando se aventó al mar, importando poco que ya se había secado su cuero cabelludo, así que alejando todo pensamiento triste y melancólico se sumergió hasta llegar al arrecife de coral, aquel lugar era abstracto, con una belleza que iba más allá de la diversa gama de colores, la cálida sensación que siempre sentía al contemplar tan bello hábitat era linda. Pero aún estaba esa falta de algo que lo perturbaba. Solo acrecentaba su pesimismo, pero a la vez el que buscara alimento o nuevas cosas por hacer, al menos bajaba lo que sea que sintiera ese vacío.
El arrecife solo estaba algunos metros de profundidad de la isla, así que algunos rayos del sol se colaban y le daban una vista prometedora al lugar marítimo.
Dió algunas vueltas por toda la isla jugando con los peces que se encontraban y que se sentían atraídos hacia él. Le divertía nadar y que estos le siguieran. Ya había cazado un salmón que tuvo la suerte de encontrar, así que su estómago estaba más que servido.
Aún en el agua escuchó a la lejanía un ruido, bueno, era normal el ruido entre las diferentes especies que a veces vagaban en su entorno, pero este era diferente, además podía sentir como algo en él se inquietaba. Era demasiado curioso, estaba seguro que era su segunda naturaleza, ya que la primera sería ser un tritón.
"¿Qué fue eso?" Se preguntó con desconcierto y curiosidad. Su lado instintivo se había alertado pero su ser curioso estaba más que despierto.
Sediento de llenar su curiosidad y queriendo sumergirse a una aventura divertida suprimió su lado inseguro. Él quería saber que era ese ruido, tenía tanto interés de repente. Algo que no era nuevo, solía interesarse demasiado en las cosas desconocidas y por ellos muchas veces acabó poniendo su vida en peligro.
Así que haciendo caso omiso de las inquietudes e inseguridades que le decían que se mantuviera alejado, fue nadando hasta llegar a una parte donde nadie podría verlo, había unas rocas que no estaban cerca de las islas, podía esconderse ahí y mirar a la lejanía a lo que sea que estuviera haciendo ese ruido.
-Oh... -apenas asomando solo sus bonitos ojos de un color azul celeste casi rayando lo blanco, con sus largas pestañas tirando gotitas de agua y escondiendo su cola en el agua, su mirada se posó en aquellos seres que habían invadido su isla.
Si, era su Isla, él la había encontrado, así que era suya.
Hizo un puchero inconsciente al ver que había dos personas en el Interior. Jimin creía que eran humanos; tenían dos pies, vestían ropas y parecían ser altos. Pero bien podrían ser cambia formas, las apariencias eran muy engañosas.
En su poco conocimiento sobre especies solo sabía que habían humanos y cambiaformas que se podían transformar en algún animal. Esos últimos eran los más peligrosos en su opinión, nunca sabía que esperar de ellos.
Aunque su lado curioso picaba por ir más allá y verlos más de cerca. Por alguna razón necesitaba verlos para saber qué eran. Aunque su instinto le decía que era una mala idea. Y quizás fue eso que tentó más a Jimin, quién era un ser curioso, demasiado para su propio bien.
Cuando aquellos dos humanos -hasta que supiera qué eran los llamaría así- se adentraron más a la isla, juntó sus cejas inconforme de no poder tenerlos en su campo de visión.
Con cuidado se sumergió otra vez, así que nadando lo más rápido que pudo; con su corazón acelerado y la adrenalina de no ser encontrado, intentó una vez más mirar y saciar su curiosidad. Está vez se había transformado en su forma humana, aún mantenía la distancia, pero ahora podía visualizar mejor a los seres que estaban en su Isla.
Había uno alto; su complexión era algo estirada, parecía tener un aire relajado y a la vez peligroso en él. No parecía tener intenciones maliciosas, todo su ser parecía en calma aunque había una defensa ahí, su rostro era intrigante. Si, era guapo, había algo interesante en su figura, su postura incluso era recta y educada. Sus ojos eran de un color oscuro que Jimin dominó como intrigoso. Su mandíbula era rígida, pero a la vez varonil. Y sus cabellos eran plateados. Si, era guapo, muy guapo y sexi.
Pero cuando su vista se posó en el otro ser, su corazón pareció muy interesado y todo se vió reducido ante aquel hombre de aspecto misterioso, varonil y demasiado atractivo para Jimin. Todo en él exudaba "peligro", una advertencia que el tritón decidió hacer caso omiso. Ese aire impenetrable e impasible solo lo hacía desear atravesarlo. Era fascinante ante los ojos celestes del ser acuático; su piel era lechosa, incluso más pálida que del otro hombre. Era majestuosa su figura imponente, sus rasgos finos pero nada delicados, eran algo toscos pero que atraían como un pez a la carnada. Lo insitaba a querer recorrerlo de pies a cabeza. Sus manos incluso parecían ser grandes y venosas, solo hizo que Jimin se relamiera sus labios rosados y abundantes. Nunca había pensado que tuviera algún estímulo por las manos grandes pálidas y venosas.
Oh, pero eso no era todo.
Que Poseidón lo amparara, porque ahora mismo un éxtasis recorría desde los dedos de sus pies humanos hasta su cabeza.
Sus ojos, aunque no parecían fijos en él -ya que hablaba de algo que absolutamente ahora no le importaba ni un poco con el otro hombre, demasiado absorto en el hombre de manos venudas- eran demasiados atrayentes, fascinantes y gélidos. Algo que no le gustó ver, pero parecía que aquel hombre tenía una muralla impenetrable en todo su ser, incluso sus emociones parecían demasiado calculadas y fríamente manejadas. Su rostro era inescrutable y no dejaba pase a nada.
La sensibilidad era un don que tenía Jimin -por lo que ese tipo de cosas era difícil de ignorar para él- y que había podido desarrollar a lo largo de los años, gracias a eso se había salvado de varios altercados y de seres con malas intenciones.
Sus ojos eran grises, algo inusual que viera, después de todo no había visto ese tipo de color en otros, él quería verlos fijamente, que lo mirarán a él y perderse en ellos. Estaba fascinado. Incluso el cabello negro del ser con aire intimidante solo hacía que sus ojos resaltaran en demasía.
Si pensaba que el otro hombre era guapo y sexi, no se comparaba con el hombre de cabello negro azabache. Exudaba virilidad y sensualidad en todo su ser, pero era peligroso y amenazante.
Santos pecesitos.
Aunque quisiera despejar la vista de él no podía, ahora solo tenía más y más curiosidad. Saciarla solo parecía más y más tentativa. Pero cuando sus ojos se encontraron solo por apenas un perceptible segundo, su mundo se detuvo y no supo cómo pero había llegado a hundirse en el agua y ahora se encontraba nadando a toda velocidad a las profundidades.
"¿Por qué...? ¿Qué me pasa?" Se preguntó con su corazón latiendo en adrenalina, su cuerpo solo actuó en respuesta con lo que decía su instinto.
Su mente simplemente se negó a apartar la imagen que se incrustó en lo más profundo de él. Aquellos ojos mirándolo solo por un segundo fue suficiente para nunca poder olvidarlo.
Se sintió impotente al no poder volver a ver al hombre, era inaudito, su curiosidad había escalado otro nivel y quería saciarla. Pero sabía que ahora sí era muy peligroso, era muy probable que lo hubiera visto y aunque no fuera el caso, estaba claro que no podía arriesgarse, aún no sabía las intenciones que tenían esos dos hombres en su Isla.
Así que intentado dejar la frustración y la curiosidad de lado se aventuró más profundo, quizás irse a explorar podría ser una distracción ante sus pensamientos que solo lo llevaban a la imagen de aquellos gélidos y hermosos ojos grises.
~~~~~~~~くコ:彡~~~~~~~~
-Tienes razón, es una buena Isla -asintió NamJoon para sí mismo en el momento que se encontraron en aquel terreno arenoso.
El vampiro a su izquierda que parecía inspeccionar el lugar con su mirada inescrutable, había estado especialmente interesado en la Isla, aunque claramente lo estaba, Min era un absoluto bastardo excéntrico con ese algo con las Islas. Ya tenía en su colección nueve en todo alrededor del mundo.
Ésta, por lo visto, sería la número diez en su colección. Aún no entendía la obsesión de Yoongi por estos lugares, pero no era nadie para juzgar. Aunque tampoco es que su opinión le importara a su primo. Claro, solo en su vida personal él no influia en nada.
-Siempre la tengo -la voz de un tono imperioso e impasible solo hizo poner los ojos en blanco a NamJoon.
-Tan despectivo como siempre -resopló ya acostumbrado a la personalidad del vampiro a su lado- Contacta a algunos constructores, quiero una cabaña en medio de la isla -dijo como siempre con su tono dictatorial.
-No soy tu secretario, Yoongi -le dijo siguiéndolo, se adentraron más y los árboles daban una vista tropical al terreno, había bastante vegetación, incluso podían visualizar a algunas aves pequeñas.
-Una antena igual estaría bien, que sea conectada a un satélite -ignoró deliberadamente a un NamJoon que solo rodaba sus ojos. Internamente a Yoongi le parecía algo divertido hacer molestar a su primo, aunque su cara no mostraba lo que en verdad pensaba.
-Hombre, no escuchas -y así fue como NamJoon tuvo que anotar mentalmente las sugerencias de su primo, sabía que de todas maneras lo haría, siempre lo hacía y Yoongi parecía aprovecharse de ello. Aunque tampoco es que hiciera mucho, solo contrataba al constructor de siempre y le ordenaba lo que Yoongi quería.
-¿Y bien? ¿Eso es todo, su majestad? -le dijo sarcásticamente, aunque Yoongi solo lo quedó viendo fijamente, eso hacia siempre cada vez que él le expresaba lo irritado que estaba que lo tratara como su secretario.
-No, asegúrate de que no haya algún invasor en mi Isla -le dijo lacónicamente, había algo burlón en su tono que Nam apenas pudo percibir.
Al pasar los años cada vez era más difícil leer a Min, pero que hubieran estado juntos desde que eran niños vampiros parecía influir en percibir alguna que otra emoción en su primo.
Mientras Yoongi escuchaba los argumentos de NamJoon sobre contratar con urgencia un asistente personal para él, decidió hacer una breve inspección al nuevo terreno que había comprado. Algo en las Islas parecía calmar ese algo en él, por alguna razón que desconocía y eso lo frustraba, aunque claramente no lo demostraba.
A Min le encantaba tener el control absoluto en su entorno, era una necesidad en él.
De pronto, algo en su instinto despertó, apenas perceptible su figura se tensó. Al parecer su primo ni se había dado cuenta porque parecía ensimismado en hacerlo ver la importancia de un asistente para ese tipo de asuntos. Su concentración estaba divida en lo que sea que había percibido y en lo que NamJoon parecía decir.
Su control era perfecto, así que no debía de dudar por un cambio en él.
Pero la manera en que algo en él picaba lo hacía irritar, así que de nuevo barrió su vista por toda la vegetación en la isla. Percibía una presencia y no era NamJoon, había un tercero ahí que alertó a Yoongi. No entró en pánico, ni tampoco hizo algo en su postura que lo delatara.
Solo iba a esperar, podía sentir un par de ojos en su primo y en él. Pero aún no podía percibir del todo a quien quiera que los estuviera viendo y eso casi lo hizo tensarse de nueva cuenta.
Así que haciendo caso a su instinto se giró levemente y solo por un segundo vió unos ojos celestes y luego nada, lo que pareció ver fue efímero. Apenas perceptible, así que se tensó y se puso rígido.
Volteó su cabeza ahora si, ignorando a lo que sea que NamJoon estaba diciendo. Algo en él pareció despertar, esa visión fugaz de unos ojos celestes o quizás no eran de ese tono. No lo sabía, ni siquiera sabía bien lo que había visto. Pero ya no sentía nada que no fueran la presencia de él y NamJoon.
Molesto, él estaba molesto.
-¿Qué pasa, Min? -la voz desconcertada de su primo, hizo que algo en él se asentara pero apenas- Tus ojos... -Cuando su vista se puso fija en NamJoon solo vió desconcierto y confusión pintado en su rostro, lo que solo intensificó la mirada en su primo.
-Dilo -ordenó harto del silencio por parte del otro vampiro- Están rojos, Yoongi.
Y Min no supo qué o qué fue lo que hizo que sus ojos se pusieran de aquel color cuando claramente no había usado su poder.
-Vámonos -al parecer usó un tono demasiado prepotente para su gusto, porque NamJoon rápidamente acató su orden.
No podía entender lo que sea que hizo que sus ojos se pusieran escarlata de un momento a otro. Pero no podía ni debía volver a suceder.
࿐ᘛᐷ~~~~࿐~ᘛᐷ~~~࿐~~
-Luna🌙
Dedicado a: Den1177754
Gracias por los consejos y leerme💕
Las actualizaciones en esta historia serán continúas, lo más probable que de noche, así que espero puedan seguir apoyando está historia 🧜🏻♂️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro