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Había llegado del bachillerato. Inmediatamente entró a la casa, ya que pensó que esta se encontraría sola como las anteriores veces. Cerró la puerta y se dirigió hasta la cocina, la cual estaba a escasos metros de la puerta principal. Abrió el refrigerador, esperando que hubiera algo de comida. Tenía una beca, de la cual nunca le había comentado a su padre y no pensaría en hacerlo ni en un millón de años, pero esta ya se le había terminado entre materiales para proyectos y comida. Y estaba muy hambriento que podría comer cualquier cosa, pero no había cualquier cosa, en su lugar estaba lleno de cervezas.
-¡Maldición!-Maldijo por lo bajo al ver como el refrigerador estaba lleno de cualquier cosa menos comida.-¿Qué en esta casa no hay algo que no sean cervezas?-Se quejó, molesto. Estaba a punto de cerrar la puerta del refrigerador cuando de la nada la puerta principal fue abruptamente abierta, provocando que Jimin se sobresaltara y avanzará rápidamente hasta la salida de la cocina, pero su padre inmediatamente se puso en el marco de la entrada, acorralandolo allí mismo.
-¿Qué hacías?-Preguntó una vez que "analizaba" la situación y el refrigerador se encontraba abierto.-¿Ibas a beber?-Preguntó sorprendido, con su ceja formando un arco.
-N-no, no, para nada...-Negó repetidas veces al mismo tiempo que retrocedía con temor.
-Si tantas ganas tienes de una cerveza pudiste habermelo dicho...-Jimin pensó que tenía una oportunidad de escapar cuando su padre avanzó hasta el refrigerador para tomar una cerveza y abrirla, pero en eso, sintió su cintura ser rodeada por el fuerte brazo de su padre, para después ser acorralado contra la pared. Segundos después sintió como la boquilla de la botella era impactada contra sus labios mientras el líquido agrió se desbordaba por su pequeña mandíbula y parte de el terminaba en su boca.
Por más que intentaba alejarla, no podía contra las fuerzas de su padre, mucho menos cuando este tenía su mano en su cintura, presionandola contra la pared para evitar que escapara.
Jimin comenzó a llorar al comenzar a sentir desesperación de estar bebiendo algo tan desagradable y de estar ahogándose con la misma bebida. Empujó con todas sus fuerzas la botella lejos de él, provocando que resbalara de las manos de su padre y cayera, rompiéndose en miles de pedazitos.
Este furioso llevó sus manos hasta el cuello de Jimin y presionó con fuerza esa zona, quitándole poco a poco la respiración al pelirosa. De pronto, recordó una técnica de defensa que había aprendido en su clase de educación física. La maestra se dirigió más a las señoritas cuando la mostró, pero Jimin, lo opuesto a los hombres de su clase, prestó toda su atención en aquella técnica sencilla.
Levantó su brazo derecho y se giro un poco hacía la izquierda, para después bajarlo con rapidez y hacer que la presión contra su cuello se debilitara, para luego dirigir dos puñetazos directos al rostro de su padre, seguido de poner sus manos en sus hombros y dar un rodillazo en su entre pierna. No perdió más tiempo y salió corriendo de allí.
Agradeció que la puerta se encontraba abierta. Huyó sin mirar atrás y corrió sin saber a dónde tenía que ir, el único objetivo en su mente era alejarse lo más lejos posible, para no volver más.
El lugar donde vivía era pequeño, era una cuidad muy pequeña, pero con todo lo necesario para subsistir.
Jimin comenzó a correr en línea recta, por la calle en donde se encontraba su casa. Cuando sé sintió lo suficientemente alejado de su casa comenzó a tocar puerta por puesta, teniendo la esperanza de que alguna de estas abriera, pero en ninguna obtenía respuesta.
Se tiró frentes a una de las puertas, desperanzado, se hecho a llorar. Volvería a su infierno y esta vez sería peor...
Elevó su vista al escuchar el sonido de unas llaves, después de como era abierta una puerta. Inmediatamente se levantó y corrió hasta donde él hombre peliblanco que estaba a punto de cerrar la puerta.
-¡Señor, señor!-En cuanto llegó hasta la puerta, se arrodilló delante de esta, para después juntar sus manos contra su pecho.-¡Por favor, se lo ruego, déjeme entrar!
Él hombre lo miró con desagrado, estaba a nada de cerrar la puerta, pero Jimin comenzó a tener un ataque de ansiedad y pánico.
-¡M-me v-va a m-matar!-Comenzó alterarse, sus manos sudaban intensamente, su cara se torno roja, sus ojos estaban rojos por tanto llorar y su labio inferior se encontraba roto e hinchado por tanto morderlo.
-Entra.-La voz gruesa del peliblanco ordenó.
-¿Eh?-Volvio a la realidad, preguntándose si había escuchado bien.
-¡Que entres!-Le ordenó, elevando la voz.-¿O necesitas una invitación?-Jimin no necesito una invitación y entro al interior gateando. Al estar dentro de la casa desconocida y con la puerta cerrada, suspiró, al fin se sentía seguro.
-No sé de qué huyas, pero no te quedarás a dormir en mi casa.-Habló él peliblanco, a lo que Jimin se alteró rápidamente con sólo pesar lo que pasaría si él hombre lo hechara de su casa.
-¡No, no, por favor, señor!-Incandóse frente a él como lo había hecho previamente.-No me saqué, y-yo haré todo lo que usted me ordene.-Rogó con lágrimas desbordadas por sus mejillas, temía tanto ser enviado nuevamente a la calle.
-¿Lo qué sea?-Preguntó con su ceja alzada. Queriendo escuchar nuevamente esas palabras de parte del pelirosa.
-¡Si, si, señor, lo que sea!-Confirmó rápidamente, pensándo en que lo estaba convenciendo.-¡P-puedo lavar la ropa, los trastes, puedo asear su casa, puedo hacer cualquier cosa para que me permita quedarme aquí hasta que consiga el suficiente dinero para salir de la ciudad!-Él contrario asintió con una sonrisa ladina, ya que estaba seguro de que lo necesitaría para otras cosas más importantes.
-Está bien.-Habló secamente, para después caminar a una habitación desconocida para Jimin.-Pero asegúrate de no ser un estorbo.-Y entonces se fué, dejando a Jimin ahí el suelo, sólo, pero alegré de estar lejos de su casa.
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