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25

Perdón por no actualizar ayer, pero Wattpad y Google no me servían (cosas que obviamente utilizo para adaptar los cap)

Nayeon POV.

Chaeyoung ahora me hacía sentir más la falta de mis padres, y yo sabía el motivo. Alguna parte de mí quería tenerlos cerca para mostrarles la increíble obra de arte que había traído al mundo, y verlos felices con una nenita linda que jamás pudieron tener. Quería también mostrarles el tamaño de mi felicidad, y como, en realidad, todo mejoró después de que Jeongyeon apareció en mi vida.

Quería que ellos hubieran conocido a Jeongyeon.

Me gustaría que ellos estuvieran aquí.

Es bueno tener a Sun-hee y Juwon siempre cerca. Era en momentos donde mi tristeza huérfana aumentaba que ellos me hacían sentir como en casa, dentro de una familia, sin nunca encontrar que aquello era sólo gentileza. Yo realmente pertenecía a esa familia, y eso era algo maravilloso. Más maravilloso aún era saber que mi hija, la personita que más amaba en el mundo, formaba parte de ella.

Aunque los cortes de mi operación todavía duelen, todo en lo que yo podía mirar era su presencia. Tal vez podría incluso importarme con el hecho de que el parto no fuera de la forma que yo quería, pero después de que el Dr. Lewis explicó exactamente lo que había sucedido y toda la dificultad del proceso (porque todo había pasado tan rápido que no tenía idea de nada) todo lo que hice fue agradecer por simplemente tener a mi hija conmigo. Viva, saludable y hambrienta.

Sun-hee y Juwon parecían radiantes con la presencia de ella en los horarios de visita, y todo lo que Jeongyeon hacía era mirarla como si fuera una mini bomba atómica. Chaeyoung era asustadoramente calmada, excepto cuando tenía hambre. Por eso era común verla entrando en la habitación a los berridos en brazos de una enfermera y verla quedarse repentinamente calmada cuando alcanzaba mi pecho. Dolía un poco. Era violenta y nada sutil. Pero no conseguía realmente sentir dolor.

El sueño parecía tomarla después de cada furiosa comida, pero ella no se daba por vencida antes de pasar algún tiempo analizando llena de curiosidad los rostros sonrientes de allí. El rostro de Jeongyeon era siempre la que parecía llamar más su atención, y era siempre en su regazo donde Chaeyoung terminaba durmiéndose, exhausta de la tentativa de entender quién era Jeongyeon y por qué parecía derretirse toda por ella.

Ella, a su vez, no ocultaba su más nueva obsesión, y aunque pasaba todo el tiempo permitido a mi lado, mimándome de la forma que sabía hacer muy bien, era sólo que Chaeyoung entrara en escena para que yo fuera inmediatamente olvidada y sustituida por la misma. Pero no me molestaba. En verdad, sinceramente, creía que era adorable.

—Mientras que ella sea la única mujer que prefieras antes que a mí, todo bien. –Hablé repentinamente mientras la aniñaba después del almuerzo.

Jeongyeon sonrió de manera simple, desviando la mirada de su hija sólo por un segundo para mirarme con una expresión que decía "no seas tonta."

—No estoy reclamando. –Concluí.

—Claro que no lo estás. –Ella murmuró, volviendo a mirarla. – Sabes que la amo a las dos de formas diferentes.

—Está bien. –Acaricié la almohada detrás de mí y me acosté despacio de manera casual. – Pero cuando la cuarentena acabe voy a exigir que me muestres eso.

Levanté una ceja tratando de parecer seductora, pero parecí ridícula. Ella me miró otra vez, con la misma expresión tranquila de antes. Eso era bueno: Al menos Jeongyeon no se rió de mi cara.

—Ah, mi amor... —Ella comenzó de manera sencilla, como si estuviéramos hablando sobre regalos de Navidad. – Tan pronto como la cuarentena termine, te voy a mostrar exactamente de qué forma te amo.

Ella dio una sonrisa simple, pero muy amplia, tal vez no teniendo la intención de ser provocadora, mientras aún aniñaba con paciencia a nuestra hija dormida en brazos. Era una visión interesante. Mis ovarios estarían explotando en caso de que no estuviera sintiendo un dolor altamente.

Pero está bien. Sólo necesitaba esperar.

***

Mi cumpleaños, dos días después del nacimiento de Chaeyoung, pasó casi en blanco. Pero no me importó. Recibir los votos de felicidad de Jeongyeon, de sus padres y hasta de sus hermanos por teléfono era más que suficiente, aunque todo el mundo evitaba abrazarme con miedo de lastimarme. Jeongyeon se disculpó repetidas veces por no poder hacer nada bueno como celebración, e intenté explicarle que el hecho de no poder dar dos pasos sin sentir dolor no era su culpa. Dejé bastante claro que no quería celebración alguna, con miedo de que ella traería payasos hasta mi cuarto junto con globos coloridos y pastel, pero lo que más la hizo sentirse culpable fue el hecho de no haberme dado ningún regalo – fuera un "simple" brazalete grueso lleno brillante –porque ella "no consiguió concentrarse lo suficientemente para pensar en un regalo mejor."

—Pero aun así te voy a dar otra...

—Si lo haces, pido el divorcio.

—Pero eso fue sólo una cosa para no dejarlo pasar en blanco...

—Divorcio, Jeongyeon.

Ella sabía que no debía bufar cuando parecía estar hablando enserio. Por supuesto que no hablaba enserio, pero sabía que las amenazas de ese tipo probablemente funcionaria como una forma de controlar sus exageraciones. Jeongyeon siempre había sido así, y algo me decía que ahora, con el nacimiento de nuestra hija, la cosa sólo tendría a empeorar.

Cuando finalmente recibí el alta del hospital, fui recibida de forma calurosa por Sun-hee, Juwon y Jisoo en la casa que ahora ya podía llamar "mía también."

Me enteré más tarde que Jeongyeon había considerado la posibilidad de contratar a dos empleadas, ya que yo no podría ni siquiera servirme un vaso de agua sola y que, por eso, el número de empleados debería aumentar. Afortunadamente (y eso porque Sun-hee todavía tenía algún poder de persuasión sobre su hija), la idea fue olvidada, llegando a la conclusión de que una empleada y una abuela cerca ya era más que suficiente para no dejar que nuestra hija muriera de hambre o de frío.

En cuanto a Chaeyoung, todo lo que hacía consistía en llorar, comer y dormir. Eran cosas bastante monótonas en teoría, pero no dejaban de ejercer un cierto poder hipnótico sobre Jeongyeon y, confieso, sobre mí también. Tal vez era cosa de madres primerizas, pero sus abuelos también parecían obsesionados cuando ella empezaba a parpadear los ojitos lentamente, lo que me hizo imaginar que tal vez fuera un encanto natural suyo.

La primera vez que tuve que bañarla, imploré para que Sun-hee estuviera presente. Yo nunca había hecho eso, y en mis peores pesadillas Chaeyoung se movía toda mojada en mis manos, resbalaba por mis dedos y estaba en el suelo.

—No vas a dejarla caer, querida.

—No...

—Ella es tan quieta...

—Sí, pero yo soy un poco descoordinada...

Pero no fue difícil. Mi hija era incluso extrañamente tranquila, y ni el primer baño era suficiente para hacerla agitarse, como era bastante que suceda con los bebés. Ella parecía tranquila mientras yo hacía pequeñas olas con las manos y mojaba su barriga y su cuello.

—Creo que lo está disfrutando. –Jeongyeon habló del otro lado, y Chaeyoung la miró.

Siempre que Jeongyeon hablaba ella lo hacía.

—Está claro que lo hace. –Sun-hee respondió, mirándola como si estuviera hablando con ella. – El agua está caliente, ¿no?

Jeongyeon extendió el dedo y tocó una de sus manos cerradas. Ella reconoció el toque y abrió los dedos para luego apretar la punta del dedo de su madre.

—¡Caramba, eres fuerte!

—Eh, no tienes que sostenerla, mamá no te va a ahogar. –Sun-hee habló de buen humor.

—Ah, Dios mío, la has tomado. –Balbuceé, intentando afirmar la mano y al mismo tiempo no afirmarla.

Al final, todo funcionó. Chaeyoung estaba limpia, fragante y un poco aburrida. Después de unas horas con Jeongyeon intentando entretenerla de alguna manera, ella finalmente se rindió y se durmió.

—Ella es tan tranquila...

—Sí...

Estábamos observándola dormir durante unos quince minutos más. Había animales de plástico girando sobre la cuna, presas por cuerdas finas, y un mosquitero (aunque no había mosquitos en aquella época del año –cosa de Jeongyeon). Una cajita de música tocaba una melodía muy baja e infantil, y la iluminación débil de la habitación casi me estaba haciendo dormir también.

—Y vas a tu cama. –Sentí dos brazos envolverme levemente por detrás, teniendo cuidado de no presionar mi barriga.

—¿Qué te hace pensar que estoy dormida? –Pregunté distraídamente.

—Estás con los ojos cerrados. –Jeongyeon respondió de buen humor detrás de mí, y me di cuenta de que realmente ni siquiera me había dado el trabajo de abrirlos.

—Te sentirás mejor cuando le des a tu cuerpo el descanso que necesita. –Sun-hee concluyó. – ¿Todavía tienes dolor? Si quieres puedo ayudarte en el baño.

—No es necesario, estoy bien. Gracias por la ayuda, Sun-hee.

El hecho es que sólo a la hora del baño me di cuenta de que tal vez esa ayuda ofrecida vendría bien.

—¿Duele?

—Sí.

—¿Mucho? –Jeongyeon hizo cara de dolor.

—Un poco.

—¿Quieres tomar un baño en la bañera? No necesitas quedarte de pie...

—El médico dice que no es aconsejable usar la bañera hasta cicatrizar. –Respondí sin prestar mucha atención. – Tengo que recordar tomar un baño antes de que Jisoo se vaya ahora.

Jeongyeon hizo una cara de desafió e infló el pecho. – Yo te ayudo.

—Te vas a mojar toda.

—¿Ese es el gran argumento para tu objeción?

Realmente, ése era un argumento patético. Pero como ella parecía bastante dispuesta a ayudarme y, a decir verdad, el corte me estaba molestando bastante, acepté su ayuda y la tomé como apoyo para no perder el equilibrio en la ducha y caer al suelo, abriendo todos los puntos del vientre y sangrar hasta la muerte.

Dormir fue una tarea difícil en aquella primera noche. Los órganos parecían sueltos dentro de mi vientre. Era una sensación extraña. Como si no bastara, mis oídos estaban alerta, atentos para captar el menor sonido venido del otro lado del pasillo, fueran gritos de hambre o una simple tos casi inaudible. Por eso no podía relajarme y dormir antes de las 2 de la mañana.

Y ni después, porque fue exactamente a esa hora que Chaeyoung despertó, llorando como si estuviera siendo apuñalada. Mi condición delicada me impedía levantarme de la cama en la oscuridad y salir corriendo a su auxilio, por lo que Jeongyeon tuvo que traerla hasta mí. Después de analizar la situación y llegan a la conclusión de que no le faltaba ningún brazo, concluimos que aquel llanto era debido a su exigencia de un "lunch de madrugada."

El lugar correcto de la cuna era, estéticamente hablando, en el cuarto del bebé. Pero en la práctica la cosa cambiaba. Hasta que Jeongyeon despertara, consiguiera quedarse de pie e ir hasta la habitación de ella sin tropezar y romperse la nariz en el suelo, asegurándose de que no había pasado nada, yo ya estaría imaginando a mi hija siendo devorada por una tarántula gigante o cualquier cosa así. El tiempo era una cosa preciosa cuando lloraba, porque si lloraba, algo estaba mal. Y si algo estaba mal, tenía que arreglarlo lo antes posible.

Por eso, al día siguiente, la cuna de Chaeyoung vino a parar a nuestra habitación, al lado de nuestra cama.

Desafortunadamente, la rutina del sueño de nuestra hija no parecía ser compatible con la nuestra, lo que hacía que, en plena madrugada, tuviera que estar despierta tratando de aniñarla mientras ella me miraba con aquellos ojos grandes grisáceos, no demostrando sueño alguno por haber dormido todo lo que podía durante el día. La cosa empeoraba cuando Jeongyeon decidía, en un acto de compañerismo, permanecer despierta conmigo mientras Chaeyoung no me dejaba dormir. Era peor porque Jeongyeon la miraba hipnotizada, y Chaeyoung miraba a Jeongyeon de vuelta llena de curiosidad. Y mientras estaban dentro de su burbuja –lo que a veces, dependiendo de mi sueño, parecía durar décadas –no podía dormir.

Aquellas primeras semanas pasaron, y como mi hija se estaba volviendo más gorda y sana, me acercaba cada vez más a la perfecta descripción de un zombi.

***

—¿Estás segura que quieres aprender eso?

—¡Claro! –Ella respondió. – ¿Qué tipo de madre no saber cambiar el pañal de su propia hija?

—Bueno, no tiene mucho misterio... —Comencé, encontrándome increíblemente madura por estar enseñando a alguien, y mientras yo demostraba los pasos para una perfecta higienización, Chaeyoung contorsionaba los bracitos y las piernas como un escarabajo con el casco boca abajo. Aunque ella hacia una cara de llanto igual a veces que sentía hambre, no se escuchaba un solo sonido. Todo lo que se notaba era una mueca que dejaba claro que ella quería que la dejaran en paz.

—Ok, las próximas veces son mías. –Ella concluyó, atenta a cada movimiento mío.

Por supuesto, todas las próximas veces no fueron de ella. La ley garantizaba a Jeongyeon una semana de licencia de trabajo, y ella ya estaba de vuelta activa desde hacía algún tiempo a esa altura. Eran entonces los pañales de la noche y, gracias a Dios, de la madrugada que quedaban bajo su responsabilidad

—Y ahí limpio aquí... —Ella hablaba consigo misma mientras cambiaba a Chaeyoung.

—¿Por qué sólo hace mueca conmigo?

La miré, que parecía completamente entretenida con los ojos muy abiertos y perfectamente quieta, el rostro casi apático.

—No lo sé. Tal vez guste más de mí. –Ella respondió de buen humor, comprobando si el pañal no había quedado demasiado apretado.

—Creo que es una buena explicación. –Respondí, tal vez disimuladamente irritada.

Ella se rió, sosteniéndola con firmeza y llevándola a su regazo.

—Mi voz debe distraerla. –Ella continuó. – Yo siempre hablé más con ella que tú...

—¿Por eso le agradas más?

—A ella no le agrado más.

—Sí...

A ella le agradaba más. Era la clara y nítida impresión que yo tenía todas las veces que las veía juntas. Chaeyoung siempre parecía más interesada en ella que en mí, y era increíble como algunas veces Jeongyeon conseguía hacerla tranquilizarse hasta cuando estaba hambrienta. No necesitaba tener un pecho con leche, sólo aquella voz ronca que hacía cada vez que se dirigía a ella.

Jeongyeon, por su parte, sólo tenía ojos para su hija. Cada vez que llegaba a casa –lo que venía sucediendo cada vez más tarde –lo primero que hacía era correr por las habitaciones en busca de ella. Como estábamos a menudo juntas, yo era la primera persona que ella veía también, pero sabía que toda aquella euforia y nostalgia burbujeante no eran dirigidas a mí.

Yo estaría mintiendo si dijese que no me molestaba un poquito aquella relación de ellas, porque en el fondo me excluía. Era un equipo de tres personas donde dos se preferían mutuamente, y yo, fuera de aquel círculo de amor, me sentía la niña que no era la mejor amiga de nadie. Por supuesto que yo no estaba desarrollando ningún trastorno obsesivo depresivo o algo parecido, donde acabaría asesinando a mi propia hija por la atención de mi esposa y viceversa, pero el hecho es que yo era inmadura, y me sentía carente.

—¡Un mes! –Ella habló con una sonrisa de oreja a oreja, levantándola de la cuna y trayéndola cerca de su cara. – ¡Ya tienes un mes, mi pequeña bolita! ¡Eres prácticamente una adulta!

El primer mes de Chaeyoung había coincidido caer un sábado. Si por casualidad no hubiera ocurrido, estaba segura de que Jeongyeon faltaría al trabajo para pasar el día con ella.

—¡De aquí en poco ya va a estar hablando! –Ella completó.

—En poco tiempo podrá conducir. –Bromeé, pero ella estaba demasiado concentrada para notar la burla.

—¡Uhh, vamos a celebrar! –Ella habló toda animada, sosteniendo uno de sus brazos y haciéndola dar un mini—puñetazo en el aire. Jeongyeon conseguía ser adorable sin darse cuenta de ello.

—¿Vamos? –Pregunté. – ¿Vas a tener una fiesta?

—Bueno... Va a ser una fiesta particular. ¡Pero tenemos que celebrar!

La celebración consistió en una reunión familiar en la que el centro de atención era Chaeyoung y su mono de lana rosa, que la envolvía casi completamente para protegerla del tiempo frío de octubre. Es decir, fue sólo un sábado como todos los demás, excepto por los cinco brindis de whisky entre Juwon y Jeongyeon.

Ella se estaba volviendo más gordita y más encantadora con el tiempo. En aquel momento ya habíamos hecho una visita al pediatra, que actualizó los diagnostico de las pruebas de peso, ojos, oreja y todos en ese estilo, que determinaban si nuestra hija era tan perfecta como parecía. Su desarrollo, crecimiento y estado nutricional habían sido evaluados y revaluados. Todo estaba bien. Era perfecta.

Mientras tanto, que ponía cada vez más acabada. Mi barriga todavía no había vuelto a la normalidad, y eso, sumado al corto de la cesárea justo debajo del ombligo, estaba haciendo que me sintiera bien deformada. Mis senos estaban llenos de leche y dolían por el peso. Tenía la impresión de que mi cabello, mi piel y mis uñas eran más débiles, y mis orejas ayudaban a acercarme gradualmente a la descripción de una semi—muerta cayendo a pedazos. Tal vez yo debería tener cuidado al deambular por la casa de madrugada, Jeongyeon podría confundirme con algún cadáver ambulante.

Eso no estaba ayudando en nada a mantener mi autoestima. Pensando en cómo podría sentirme mejor, recordé que había leído en algún lugar que el "papá de la más nueva familia", como a los libros le gustaba poner, "tenía un papel súper importante en apoyar, entender y dar amor a la mamá". Como aquel era un período conturbado, en el que "muchas cosas estarían moviéndose en el interior de la mujer y blah, blah, blah" era importante el diálogo entre la pareja, la búsqueda de un equilibrio y del bienestar mutuo, y algunas cosas más que yo recordaba.

—¿Amor, todo bien?

Parpadeé algunas veces hasta encontrar a Jeongyeon sentada frente a mi en la cama.

Chaeyoung estaba comiendo a las 04:30 de la mañana.

—¿Por qué estás despierta? Te dije que te detuvieras, que has llegado demasiado tarde y...

—"Es necesario descansar". Lo sé.

—¿Y por qué no volviste a dormir?

—Porque miré al lado y te vi ahí.

Seguí mirándola con mi más reciente mirada reprobadora de madre.

—Eh, no puedes culparme porque me guste estar viendo a las dos.

Aquella había sido la primera vez que Jeongyeon se refería no sólo a Chaeyoung, sino a mí también. Y eso me tomó tan desprevenida, sobre todo cuando mis pensamientos estaban vagando por los límites de mi carencia, que no pude sostener la sonrisa.

—¿A las dos? –Pregunté, esperando una confirmación.

—Sí... —Ella respondió, probablemente no entendiendo el motivo de mi duda. – Es difícil querer volver a dormir después de una escena de esas.

Me sonrojé. Aunque yo supiera que la escena a la que Jeongyeon se refería consistía en Chaeyoung mamando y yo con un pecho con leche fuera en aquel proceso, era bueno oírme incluirme en la ecuación. Por supuesto que el centro de atención era ella, y todavía habría de ser probablemente por el resto de la vida, pero recibir un poquito de consideración en ese momento fue bueno.

Fue bueno porque la extrañaba, y porque, como madre, tenía inseguridades que mejoraban con un simple acto de atención. No quería la misma atención que ella daba (y debería dar) a nuestra hija –obviamente –pero sólo un poco de ella.

Lo mínimo era necesario.

—Estaremos aquí cuando te despiertes. –Respondí con un nuevo humor, permitiéndome incluirme a mí misma en la sentencia. – Duerme.

Ella sonrió con una de esas sonrisas simples, tranquilas.

—Espero que lo estén. –Jeongyeon concluyó, llegando más cerca de mí y besando mi hombro. – Yo dependo de eso.

***

—Amor, tengo una noticia. –Jeongyeon proclamó medio desanimada al entrar por la puerta.

Seguí mirándola con una expresión neutra, tal vez pensando si debería preocuparme por el hecho de que esta "noticia" posiblemente sea tan importante que necesitaba ser anunciada.

—¿Está todo bien? –Hablé de repente, cansada de esperarla a quitarse el vestido, y ponerse una ropa más cómoda.

—Más o menos... Tenemos algunos pequeños problemas en la empresa y...

Respiré profundamente. Sabía de la competencia de Juwon para no dejar que nada grave le suceda a su empresa, y aunque ese no fuera el caso, era bueno saber que los problemas en cuestión estaban relacionados con el trabajo, y no la vida personal de Jeongyeon.

—... Y entonces tendremos que hacer un viaje...

—¿Viaje? –Volví a prestar atención.

—Sí, pero es sólo una semana...

—¿Tú vas? –Pregunté, un poco sorprendida.

Me miró confusa.

—Sí, yo voy... ¿Me escuchaste?

—Más o menos... —Admití. – ¿Vas a viajar por una semana?

—Sí. Vamos a Bristol, y luego a Liverpool.

Pensé por algún tiempo.

—¿Quién va? ¿Sólo tú?

—No, yo y algunas personas más.

Me pregunté si había alguna mujer entre esas "algunas personas". Podría haber más de una, incluso. ¿Debería estar pensando en eso? ¿Eso debería estarme molestando?

—¿Juwon va? –Pregunté tratando de sonar normal.

—Vamos.

Excelente. Su padre iba. Ella no se atrevería a hacer alguna tontería con su padre allí. Ella no se atrevería a hacer alguna tontería de ninguna manera, ¿verdad?

Como continué callada, prosiguió.

—Y lo haremos mañana...

—¿Mañana? –Pregunté sorprendida.

—Sí... El vuelo es por la mañana, a las 9... Pero regresamos en una semana, lo juro. Y mi madre va a estar aquí todo el tiempo...

Sabía que Sun-hee me ayudaría, pero no quería que Jeongyeon se alejara. Por algún motivo me gustaría mucho que no saliera de mi lado.

—Sé que va a ser malo... —Ella continuó, casi haciendo pucheros. – No sé cómo puedo pasar una semana lejos de ustedes ahora...

"Ustedes". "Lejos de ustedes."

Aquella era la segunda vez que ella me incluía en sus demostraciones de amor, y yo estaba empezando a sensibilizarme con eso. Por más que la falta de la cual ella hablaba fuera obviamente mucho más dirigida a Jeongyeon que a mí.

—Bueno... —Comencé, ya medio derrotada. – Puedes aprovechar el resto de hoy.

Sí, eso fue un intento de coquetear, pero como yo había imaginado, Jeongyeon no se fijó. Probablemente la anormal en aquella historia era yo, ya que todos los libros que había leído sobre el embarazo me informaban que, inmediatamente después del parto, era normal que las atenciones estuvieran totalmente para el bebé, y que la mujer particularmente no tendría ningún interés en el sexo. Sólo que, bueno, estaba empezando a tenerlo. Entonces eso probablemente me hacía una madre horrible, que en vez de mirar sólo a la hija empezaba a trazar planes de seducción para poder aplicarlos en la esposa.

¿Jeongyeon ya se había dado cuenta del final de la cuarentena? ¿Había notado que en ese momento ya podríamos haber reanudado las relaciones hace más o menos dos semanas?

No importaba. Lo importante –y un poquito frustrante –era que ella había tomado mi "aprovecha la noche" como una indicación de que debería pasar más tiempo con Chaeyoung. En parte, yo estaba de acuerdo. Sabía que ella la extrañaría, y creía que tenía que aprovechar mientras estaba cerca.

—Te estás haciendo buena en hacerla dormir. –Hablé.

—Lo sé. –Bromeó, colocándola en la cuna con cuidado, pero no sin antes traerla hasta cerca de su cara y darle un beso apasionado en una de sus mejillas rosas.

Mi corazón se derritió como caldera caliente, haciéndome suspirar.

—Se ven lindas juntas... —Solté sin darme cuenta de eso, y ella simplemente sonrió de manera inocente. Era la más pura verdad: Podría sentarme allí y quedarme viendo a las dos siendo lindas una con la otra para siempre. Pero el hecho era que, íntimamente, yo quería un poquito de atención también.

—¡Ahh, no quiero ir! –Dijo repentinamente, apoyando la barbilla en la cuna mientras dejaba que Chaeyoung apretara la punta de su dedo meñique entre los deditos inconscientemente.

—Yo tampoco quiero que vayas... —Comencé, acercándome a ella y moviendo los mechones de su cabello. Hacia tanto tiempo que no la tocaba de esa forma –la verdad, de ninguna manera –que por un momento sentí mi piel ponerse ligeramente erizada. Cuando la miré, noté que sus ojos parpadeaban despacio conforme el movimiento que mis dedos hacían. Ella estaba casi durmiéndose.

Me detuve instantáneamente.

—Voy a tomar un baño... —Hablé, tratando de despertarla.

—Hmm, ok. –Ella respondió, ya bostezando.

Antes de que Jeongyeon pusiera un fin a todo intento inminente mío, me apresure a decir:

—Podríamos aprovechar mientras ella está durmiendo... Ver una película o algo así... Sabes, pasar algún tiempo juntas ya que vas a viajar mañana...

No necesitaba explicarme tanto. Siempre que hacia esto terminara pareciendo un poco tonta, pero no quería que ella pensara que era una idiota que estaba disputando su atención con nuestra propia hija. Eso sería deprimente.

—Ah... —Jeongyeon empezó a estirarse, y me pregunté si ella había entendido lo que exactamente había sugerido. – Claro. Te espero aquí.

Después de decir eso, ella me besó con mucha delicadeza y se acostó en la cama, encendiendo la televisión. Bueno, no aprecia mucho como una Jeongyeon "llena de ganas" como yo recordaba, pero está bien. Tal vez si dejara que nuestras ganas se llevaran, podríamos tener una noche interesante sin ser previamente fuera salvaje, pero sólo quería quedarme un poco en sus brazos, por más exageradamente romántico que sonara.

Entré en el baño y me enjaboné dos veces, queriendo que el perfume del jabón cubriera cada poro. Lavé mi cabello con el champú y acondicionador más fragante que había allí, y después de finalmente ponerme una camisa roja de ella –porque no tenía suéter –salí del baño confiada.

Sólo para encontrarme con Jeongyeon durmiendo en la cama mientras un programa de animales pasaba en la televisión.

Suspiré profundamente y lentamente. Eso me dejó desanimada, pero entendía. Sabía que últimamente ella andaba trabajando el doble de lo que siempre trabajaba, y tal vez fuera menos egoísta de mi parte dejarla descansar.

Sin mucho que hacer, apagué la televisión, comprobé a Chaeyoung en la cuna y me acosté a dormir también.

***

No sé si era posible, pero creo que Chaeyoung tenía anhelo de Chaeyoung. No tenía como definir una cosa de esas, pero tenía la impresión de que andaba no sólo aburrida sino también más malhumorada.

—¿Pero ella está bien? –Preguntó por quinta vez. Estábamos hablando por teléfono durante cuarenta minutos, de los cuales treinta y cinco se enfocaron en ella.

—Ya dije que sí. Sólo creo que está cansada de mi cara. Hoy lloró cuando cambié su pañal...

—Pero a ella nunca le gusta cuando la cambias.

—¡Sé que no! –Dije un poco irritada. – Pero nunca llora. Hoy fue la primera vez...

—¿Ha dormido bien?

—Sí... Sólo hace falta un tiempo para que vuelva a dormir después de despertarse...

Ella suspiró del otro lado de la línea.

—Si es posible volver antes, vuelvo.

No sé por qué, pero la impresión que tenía era que Jeongyeon estaba dando a entender que no sabía cuidar de nuestra hija sin ella.

—No es necesario. –Respondí medio seca.

—Pero ella me necesita...

—Pero ella puede vivir siete días sin ti.

Ella no respondió, y conforme los segundos de silencio pasaban me daba cuenta de que había sido grosera. No sólo eso, como también injusta, tanto con Jeongyeon como con Chaeyoung. A ella le gustaba la compañía una de la otra, y yo no tenía el derecho de decir nada para impedir que mataran las nostalgias.

—Está bien... —Se aclaró la garganta. – Debes estar cansada, voy a llamar mañana. Dale un beso por mí.

—Lo siento...

—Está bien. Me tengo que ir ahora. Un beso.

Y colgó.

Excelente. Perfecto. Jeongyeon probablemente pensó que era una madre posesiva que quería mantenerla alejada de nuestra hija para que pudiera quedarme con ella. O, sino, que Chaeyoung fuera la única persona allí que estuviera extrañándola. Tal vez pensara las dos cosas, y las dos cosas no podrían estar más lejos de la verdad.

Al día siguiente, al llamar otra vez, no parecía abatida. Hizo las mismas preguntas estándar y me contó un poco de lo que su equipo estaba haciendo allí, siempre en un tono bastante casual. Cuando traté de disculparme de nuevo por mi actitud infantil del día anterior, me impidió que me explicara, sólo dijo que estaba "bien."

Y fue así hasta el último día de su viaje.

—Debo llegar mañana a las 21h.

—¿Quieres que te vayamos a recoger al aeropuerto?

—¡De ninguna manera! Está muy frío en la calle. No te preocupes, voy corriendo a casa tan pronto como llegue a Londres.

—Bueno... —Dije, sintiendo un rubor lentamente. – Te extraño...

Ella suspiró al otro lado de la línea.

—También yo, Nayeonni... Pero es sólo hasta mañana.

Lo sabía. Era sólo hasta el día siguiente, pero aquella semana sin ella había despertado un lado bastante pasional en mí. Si ya era difícil dormir bien de noche, porque Chaeyoung siempre acababa despertando, la tarea se hacía imposible sin Jeongyeon a mi lado. Yo ya me había acostumbrado a su presencia, ya me había acostumbrado a dormir con su cuerpo cerca del mío. El vació del otro lado de aquel colchón enorme me daba una sensación de soledad aplastante, y quizá mi nostalgia estaba más corrosiva porque todavía me sentía culpable por las palabras rudas que le había dicho.

Así que, al día siguiente, contando las horas para verla, le di un baño a Chaeyoung, la alimenté y estuve jugando un poco con ella en medio de la cama. Ella hacia ruidos divertidos con la boca, y creo que aquello me hipnotizaba, porque no vi las horas pasar. De repente, después de saber cuánto tiempo, oí un ruido de coche delante de la casa.

Un minuto después –lo que era un récord, dado el tamaño de aquel lugar –el mayor oso de peluche que yo había visto en la vida entró por la puerta con Jeongyeon agarrada a su espalda.

—¡Volví!

Ella dio la vuelta, dejando al oso al pie de la cama yendo cerca de Chaeyoung. Ella siempre parecía un escarabajo con el casco hacia abajo, balanceando lentamente los brazos y las piernas mientras continuaba soltando pequeños estallidos con la lengua.

—¿Sabes cómo fue de difícil estar lejos de ti, pequeña bolita? ¿Lo sabes? – Preguntó mientras besaba su barriga. Sus bracitos abrazaron la cabeza de ella como si fuera una almohada. – ¡Como te extrañe!

Sus ojos continuaban amplios, como si dormir fuera la última cosa que quisiera hacer. Chaeyoung y Jeongyeon continuaron "conversando" animadamente, donde ella preguntaba una cosa y ella contestaba con un chasquido bajo de lengua. Estuvieron en eso por más o menos un minuto, y me quedé allí viendo todo aquel chisme sin decir nada.

—¡Eh, el oso es tuyo! –Ella dijo de repente, poniéndose de pie y agarrando el peluche olvidado cerca de la cama. – Aunque creo que necesitas crecer un poquito para jugar con él.

Ella colocó el oso al lado de Chaeyoung en el colchón. Ella debía ser del tamaño de una de las piernas del bicho.

—Y esto es para ti. –Ella dijo, volviendo a sentarse en el colchón y llegando cerca de mí por primera vez. En el momento siguiente, Jeongyeon sostenía una caja de joyas en las manos, y yo ya estaba lista para agredirla físicamente. Pero cuando ella la abrió, mostrándome lo que había dentro, no conseguía contener la admiración. – La piedra es un citrino.

Era un cordón de cuero, diferente de las joyas absurdamente caras que ella solía darme. En el medio colgaba un colgante en forma de corazón, con muescas doradas muy delicadas en los bordes. La piedra brillante era amarilla.

—Creo que va a estar bien en ti. ¿Te gustó? –Preguntó.

—¡Es... Hermoso! –Dije, ya poniéndolo en mi cuello. – Gracias...

Ella me interrumpió, tirándome hacia sus brazos con un poco de fuerza y besándome como hacía mucho tiempo no lo hacía. No ofrecí resistencia, demasiado sorprendida por su actitud.

—Te extrañé también. ¿Ya te dije que no puedo dormir sin ti? –Ella habló, aún más cerca de mi boca. Mis ojos todavía estaban cerrados.

—Entonces asegura tus noches de sueño y no salgas más de mi lado. –Respondí, besándola de nuevo. Se rió.

—Si dependiera de mí no habría ido. Fueron siete días infernales. Sin embargo, pueden vivir sin mí durante ese tiempo, yo no puedo vivir sin algunas personas...

Ella guiñó y sonrió para mí, pero por más que pareciera una broma yo estaba convencida de que Jeongyeon se había enfadado con mis palabras. El simple hecho de recordarlas ya lo probaba.

—Sólo lo dije porque parecía...

—Ya ha pasado, déjalo...

—Parecía que estabas insinuando que no podía cuidar de ella tan bien como tú. –Siguió explicándome, como si no me hubiera interrumpido.

Jeongyeon abrió los ojos.

—¡Yo jamás insinuaría eso! Es un disparate pensar...

—No, no lo es. –Concluí medio triste. – Eres mucho mejor en eso que yo. Sabes manejarlo. A ella le agradas más...

Ella agarró mi cara de una manera firme en las manos, obligándome a mirarla y dejara de hablar.

—No seas tonta. Sabes tratar con ella mejor que nadie. Y no le agrado más.

—Jeong. Sabes que eso es verdad. No me quejo...

—Tienes una visión muy distorsionada de las cosas. Tal vez no notes como se queda quieta cuando juegas con su cabello, o como te mira cuando está comiendo, o cómo le gusta sentir el olor de tu piel.

Me quedé callada por un momento, tal vez pensando si lo que decía podría ser verdad.

—¿De dónde sacaste eso...?

—Veo lo que no ves. –Ella concluyó. – Si ella busca en mí a alguien que la divierta, ella busca en ti a alguien que la calme. No quiere decir que le agrade más. Quiere decir que tenemos papeles diferentes en su vida.

¿De dónde había sacado aquello? ¿De algún libro de autoayuda?

¿Y por qué había logrado convencerme?

—Eres una madre excelente. –Ella concluyó. – No dejes que tu inseguridad te convenza de lo contrario.

Estaba casi detonando en lágrimas y saltando a su regazo por simplemente confiar en mí de esa forma, pero fue en ese momento que noté el oso gigante cayendo de barriga en el colchón, consecuentemente enterrando a mi hija.

—¡Ay Dios mío!

Quité el peluche de encima de ella, encontrándola peleando y contorsionando las piernas y los bracitos desesperadamente. Oh sí, era una excelente madre. Una madre que dejaba a su propia hija ser aplastada por un osito de peluche asesino.

—¡Oooh, ella se asustó! –Jeongyeon dijo, con consiguiendo contener la risa.

Chaeyoung soltó un llanto débil, manso, como si estuviera realmente herida con quien hubiera permitido que esa tragedia hubiera ocurrido. La tomé en mi regazo y la abracé silenciosamente pidiendo disculpas por la falta de atención. Chequé si se había lastimado, lo que obviamente no había sucedido, y la besé hasta hacerla dejar de llorar.

—¡Ese bicho va a estar lejos de ella hasta que pueda salir debajo de él sola si lo necesita! –Hablé medio nerviosa, lo que hizo que Jeongyeon se riera aún más de mi cara.

—Sí señora. –Ella respondió, prestando continencia.

Esa noche Jeongyeon se quedó con Chaeyoung hasta dormir. Esto se repitió el resto de la semana, y yo creía justo dejarlas disfrutar después de tanto tiempo lejos, aún más porque todavía me sentía mal por lo que le había dicho. Por supuesto que eso significaba que yo había sido momentáneamente dejada de lado, lo que, como consecuencia, afloró mi carencia y una voluntad abdicada por un buen tiempo.

Pero tal vez ya era la hora de recordarle a Jeongyeon que yo era su mujer.

—Estaba buscándote. –Ella habló al entrar en la sala de vídeo mientras se sacaba el suéter del revés para ponérselo de la manera correcta. La esperé que saliera del baño durante unos minutos, en el sofá y viendo cualquier cosa en la televisión.

Había vestido la camisa de vestir roja que un día había sido de ella. Fue intencional, sabía que a Jeongyeon le gustaba verme con ella.

—Pareces cansada. –Hablé, abriendo los brazos hacia ella mientras intentaba parecer sexy. Obviamente fracasé.

—¿Por qué? ¿Estoy tan acabada? –Ella se rió, ignorando mi abrazo ofrecido y sentándose en el sofá, ya jalándome hacia su regazo. Le quité el suéter de las manos y lo tiré lejos. No necesitaba vestirse, por más fría que la noche estuviera.

—Nunca estarías acabada. –Dejé un beso suave en sus labios, pensando en cómo abordar ese asunto. – Estoy con nostalgia.

Ella sonrió de manera sencilla y me miró por un momento antes de retribuir el beso, esta vez siendo un poco más intenso. Su mano encajó en mi cuello, y me acordé de cómo me encantaba cuando sucedía.

—También estoy con nostalgia... —Jeongyeon se detuvo por un momento, mordiéndose el labio inferior y presionándome contra ella. – Mucha...

La besé otra vez, ahora con fuerza, recordando cómo era bueno. Ella parecía recordar la misma cosa, porque hizo la cuestión de profundizar el beso mientras me sostenía en sus brazos. En aquel momento dudaba que algo más necesitara ser dicho para hacerla entender cuáles eran mis planes.

Agarré sus cabellos, casi extrañando hacer eso. Sus manos pasearon por encima del tejido de la camisa que vestía, al principio apretando mi cintura con gentileza, luego tornándose un apretón un poco más agresivo.

La tiré más hacia mí y ella entendió. Sin mucho esfuerzo, Jeongyeon me levantó un poco y me echó en el sofá, acostándose sobre mí mientras besaba y lamía mi cuello. Mi cuerpo entero empezó a prender fuego, como si implorara su toque. Cuando sus manos empezaron a subir lentamente por mi pierna, haciendo que cada centímetro de mi piel se estremeciera, oí un llanto agudo y bajito desde el exterior.

Jeongyeon soltó un gemido de lamento cerca de mi oído, y aunque eso no hubiera sido para excitarme, me excitó.

—Ella debe tener hambre... —Hablé jadeando contra su boca, mientras todavía enrollaba inconscientemente los dedos en su cabello.

—Sí... —Ella habló en una voz triste.

—Voy allí... Que...

—Yo espero. –Ella concluyó, besando mi cuello en un punto muy sensible, al mismo tiempo que forzaba su cuerpo contra el mío, mostrándome cuán "animada" estaba.

—No voy a tardar...

La besé como una breve despedida, pero no conseguí despegar nuestros labios. Ella tampoco se esforzó para eso, y cuando estábamos casi apretándonos a punto de convertirse en agresión, el llanto se volvió aún más agudo.

—Hmmm... Tengo que ir... Que...

Ella respiró profundamente y salió de encima de mí.

Me levanté un poco tonta, pero fingiendo tener control sobre mí misma. La miré con cara de llanto y, silenciosamente, imploré para que me esperara. Pero su erección evidente me decía que estaba dispuesta a mantenerse despierta.

—Ve.

Y fui. Llegué a la habitación y me encontré con Chaeyoung peleando y agotándose. El típico llanto de hambre. La tomé en brazos y me senté en la cama, haciéndola bajar un poco el volumen de los gritos. Probablemente ella ya sabía que aquel procedimiento precedía a la leche. Cuando alcanzó mi pecho, empezó a mamar con un hambre desesperada, de la forma que siempre hacía.

—¿Cómo puede caber tanta leche dentro de ti? –Preguntó bajito, pasando los dedos por su cabecita. Chaeyoung continuó compenetrada en la succión, los ojos abiertos y fijos en los míos.

Mi pregunta fue respondida después de veinte minutos, tiempo necesario para que terminara de cenar. Al colocarla en mi pecho para hacerla descansar y eructar, colocando su cabeza por encima de mi hombro, acabé siendo completamente vomitada. Había leche no sólo en mi hombro, sino también en mi cabello, cuello y brazos.

—No cabe tanta leche dentro de ti. –Me respondí a mí misma en voz alta. Tomando un paño limpio rápidamente y limpiando su boca, tratando de hacerla sentir mejor.

Pero ella parecía tranquila como si sólo estuviera esperando que el tiempo pasara.

—¿Viste sólo lo que pasa con los bebés glotones?

Extendí una toalla en la cama y deposité a mi hija sobre ella. Cambié sus ropas, descartando las sucias y dejándola limpia otra vez. Ella ya estaba casi durmiendo, y me pregunté si había quedado algo de leche dentro de ella. Por la cantidad que estaba en mi ropa, no.

Y en ese momento Jeongyeon llegó a la habitación.

—Wow... ¿Apretaste su barriga? –Preguntó, pareciendo divertirse.

—Come más de lo que puede... —Respondí.

Ella la tomó en brazos y la ajustó, colocándola acostada allí, y empezó a arrullarla.

Casi instantáneamente Chaeyoung se durmió.

—Soy buena...

—Claro. –Respondí burlona, viéndola llevarla hasta la cuna y dejándola allí.

Me miró otra vez.

—Es... —Comencé, tratando de ver mi propio estado. Resumiendo, yo estaba toda vomitada y oliendo a leche agria.

—Sí. –Ella puntuó.

—Creo que sería bueno limpiarme...

—Sí, creo que sí.

Nos quedamos en silencio por un momento.

—Voy a tomar una ducha...

—Está bien.

—Va a ser un baño rápido. –Avisé.

—Voy a estar aquí.

Ella se acostó en la cama, apoyando la cabeza en las almohadas, y yo sabía que eso no iba a salir bien.

—No te duermas. –Pedí, tomando la primera pieza de ropa limpia doblada en una pila encima del sillón.

—Ok. –Ella se rió, poniendo las manos detrás de la cabeza en posición de espera.

Volví al baño y tomé una ducha rápida, como prometí, pero aún así esperado. Me froté con el jabón de manzanilla y usé mi champú habitual, haciendo bastante espuma para sacar cualquier resquicio de leche allí. Me sequé y me vestí sin mucho cuidado la única pieza de ropa que había llevado conmigo: Una chaqueta con cremallera y capucha verde oscuro de Jeongyeon, tres veces más grande que yo.

Me peiné rápidamente y pasé mi crema de almendras en los hombros y en el pecho, queriendo ponerla más excitada. Estaba lista para tener mi "primera noche" con ella otra vez, lo que, después de algún tiempo de abstinencia, me estaba poniendo tontamente ansiosa.

Dejé el abrigo un poco abierto, propiamente caído en uno de los hombros –mi ridículo intento de ser sexy –y después de dar una última mirada en el espejo (cerciorándome de que todos los defectos que debían quedar ocultos estaban escondidos y que lo que podría ser mostrado estaba a la vista), salí confiada del baño. Pero al entrar en la habitación me hundí en un ambiente oscuro y silencioso. Solo conseguí ver la silueta de Jeongyeon esparcida en la cama. Las luces estaban apagadas, mientras ella y Chaeyoung dormían tan profundamente como muertos.

Mierda...

Suspiré, no consiguiendo contener la tristeza.

Podría despertarla a golpes y exigir que ella cumpliera con sus deberes de esposa. También podría despertarla con besos y ya ponerla "lista" para nuestra noche. Pero no lo haría. Sabía cuánto había venido trabajando, y por más que creía que Jeongyeon debería sentir incluso más falta de sexo que yo, no sería desagradable hasta el punto de interrumpir su descanso de un día laborioso para saciar mis ganas.

Me arrastré desanimada de vuelta al baño, tomando un elástico cualquiera y atrapando mi cabello en una cola de caballo mal hecha. Subí la cremallera para proteger mi piel aún húmeda del frío de la habitación, me puse unas bragas cómodas y di una última checada a Chaeyoung, como hacía todas las noches.

Por fin, me metí en la cama enorme y me acosté derrotada, volviéndome de lado y esperando que el sueño llegase.

—¿Te quedaste dormida de repente? –Oí su voz al pie de mi oído en la oscuridad y salté de sorpresa. Su brazo rodeo mi cintura y su cuerpo se moldeo a mi espalda. Ella besó y mordió mi oreja con poca fuerza, y eso hizo que todo mi cuerpo temblara.

—Pensé que estabas durmiendo... —Hablé, tratando de disimular el temblor en la voz.

—Dije que no iba a dormirme. –Su mano acaricio mi muslo y subió a mi estómago por dentro de la chaqueta. Respiré profundamente.

—Pero pensé...

—Creo que voy a tener que despertarte de nuevo. –Ella habló con una voz estúpidamente sexy, y al mismo tiempo su mano que antes jugaba en mi estómago fue a parar dentro de mis bragas.

—No es necesario... —Me froté contra su cuerpo como un gusano. – Ya estoy bien despierta.

Jeongyeon se quedó jugando con los dedos en mi coño como si tuviera un piano entre mis piernas. Yo ya estaba jadeando tanto y tan alto que me pregunté si aquel sonido no despertaría a Chaeyoung, que dormía tranquilamente en la cuna a nuestro lado. Ella arrancó mis bragas de cualquier manera y se inclinó sobre mí, alcanzando el cajón de la mesita a mi lado y sacando de allí un preservativo y un tubo de lubricante.

—¿Tienes un condón? –Pregunté sorprendida, mirándola.

—Lo tengo.

—Dijiste que no tenías...

—Dije eso cuando realmente no tenía.

—¿Y por qué ahora tienes?

Ella me miró pareciendo divertirse con mi pregunta.

—¿Ya quieres quedarte embarazada de nuevo?

Me paré a razonar un poco, llegando a la brillante conclusión de que estaba segura.

—Tienes que volver a tomar los anticonceptivos, porque no puedo follarte bien con esta maldita goma...

Era verdad, follar con y sin condón eran sensaciones bastante diferentes. Pero el hecho era que tenía que buscar un anticonceptivo que no afecte la lactancia y que se adapte bien a mi cuerpo, entonces esa tarea se quedaría para después. Por ahora, aunque no fuera el ideal, los condones estaban de buen tamaño para apagar mi fuego.

Y mi fuego estaba empezando a quemar de verdad.

Me volví de frente a ella y salté a su regazo, arrancando con las uñas sus pantalones de cualquier manera. Jeongyeon me agarró por la cintura y se sentó, pegando sus labios a los míos mientras forzaba mi cuerpo contra el suyo en un movimiento. Ella estaba dura como una piedra, gracias a Dios.

Agarré su miembro con las dos manos e hice los movimientos correctos, recordando cómo era bueno tocarla de esa forma. Ella apoyó su frente en la mía y se quedó inmóvil por algún tiempo, tal vez recordando cómo mi tacto era bueno también. Después de un tiempo sus manos alcanzaron el envoltorio del preservativo olvidado a nuestro lado y lo abrió de una vez. Lo tomé de sus manos y enrollé la goma por toda la extensión de su miembro, teniendo cuidado en vestirla de manera correcta.

Por más excitada que estuviera, mi lubricación no era normal. Según el médico, esto estaba relacionado a la disminución en los niveles de estrógeno, que consecuentemente disminuían la irrigación sanguínea en la vagina... O algo así. De todos modos, Jeongyeon recordaba mejor que yo esa explicación, y por eso ya se había adelantado y tomado el lubricante para facilitar la cosa entera.

—¡No! –Hablé en un tono bajo cerca de su oído tan pronto como se giró para encender la luz de la mesita de noche.

—¿Por qué? Quiero ver...

—Chaeyoung está durmiendo... La claridad la va a molestar...

Era mentira. No era por miedo a molestarla que yo quisiera las luces apagadas –incluso porque dormía tranquilamente hasta con el sol en su cara –pero sí porque no quería que me viera. Mi cuerpo todavía estaba muy extraño, medio desproporcionado y con marcas y cicatrices. Podría ser una boba, pero me sentiría más a gusto de esa forma. Mi autoestima no estaba tan sólida en ese momento.

Ella aceptó mi petición, aunque todavía un poco contrariada. Esperé que sus dedos mágicos pasaran todo aquel líquido en mí y, después, lubricara su propio miembro ya enfundado.

—Tal vez te lastime. –Ella empezó contra mi boca.

—No vas a lastimarme... Respondí, ya levantándome un poco en su regazo y tomando su polla en una de las manos para colocarlo en mi entrada.

—Pero si te lastimo...

Interrumpí su frase sentándome de una sola vez en ella. Era verdad que había dolido un poco, pero era un dolor absolutamente soportable, casi posible de ser ignorado. Quizá porque yo estaba más concentrada en el gemido bajo que salió de su boca mientras la sentía invadirme completamente.

Me moví despacio en su regazo, tomando un cierto cuidado para no hacer ruido, por más que estuviera segura que Chaeyoung no iba a despertar. Jeongyeon cerró sus brazos alrededor de mi cintura con fuerza, reforzando los movimientos suaves que yo intentaba hacer. Como de costumbre, agarré su cabello y busqué su boca en la oscuridad, encontrándola y atacando sin el menor pudor.

Mi Dios, lo bueno que era estar con ella otra vez...

—Deja que lo haga. –La escuché decir de repente, levantándose sin esfuerzo y giró hasta hacerme acostar de espaldas en la cama. Cuando ella se colocó entre mis piernas y me penetró otra vez, creo que vi estrellas. Sentí la cremallera de la chaqueta que vestía bajar un poco y dejar mi pecho expuesto, pero el frío momentáneo duró muy poco. Su boca ya estaba allí, cubriendo y mojando con mucha delicadeza uno de mis senos. Agarré sus cabellos con aún más fuerza, concentrándome en no gemir alto, pero volví a la realidad cuando oí una risa baja.

—¿Qué pasó? –Pregunté, aún sin aire.

Ella tardó un poco en responder, aún jugando con la lengua en esa área.

—Yo había olvidado que ahora sale leche.

—Mierda. –Traté de tirar la chaqueta para limpiar el líquido. – Tenía que haber hecho el ordeño manual antes de que nosotras...

—No... No hay problema. –Ella agarró mis manos y alejó la chaqueta. Cuando mi pecho estaba libre de nuevo, ella abocó el mismo seno otra vez y empezó a chupar, como si eso fuera una cosa completamente normal. Y entonces un pensamiento muy raro empezó a bombear en mi cabeza.

—Estás...

—Mamando. Sí.

—Oh, Dios mío...

Intenté soltar mis manos de su apretón, pero Jeongyeon era mucho más fuerte que yo.

—¿Qué pasó?

—Eso es... Incorrecto... De muchas maneras... —Respondí, tratando de no jadear.

—¿No es bueno?

—¡Es incorrecto principalmente porque es bueno!

Ella se rió mientras pasaba la lengua en el pezón de forma provocativa, y mis ojos se pusieron en blanco.

—Estoy segura de que puedes separar las cosas. –Ella concluyó.

Es obvio que cuando nuestra hija mamaba era una sensación completamente diferente de cuando Jeongyeon hacía eso. Pero era extraño porque, en la práctica, era la mismísima cosa. Yo podría terminar psicológicamente jodida, relacionando una sensación a la otra y corrompiendo cuestiones de moralidad y todo lo demás. Ya había leído relatos de madres que pararon de amamantar por no lograr establecer las diferencias necesarias entre el papel del seno en la lactancia y la relación sexual, y ya había leído también relatos de padres que se negaban a tocar a la esposa de esa manera. Jeongyeon aparentemente no veía ningún problema en eso, y si yo fuera a tener en cuenta la forma en que parecía dispuesta a no parar lo que estaba haciendo, yo diría que el problema era sólo conmigo misma.

Para sacar mi atención de allí, ella decidió volver a moverse dentro de mí de una manera muy buena. Debe haber sido todo ese tiempo sin una buena follada, pero el hecho era que yo estaba encontrando cada toque mucho, mucho mejor de lo que solía ser. Tal vez el embarazo me hubiera dejado más sensible, o tal vez simplemente hubiera quedado mejor en eso.

Jeongyeon se arrodilló en la cama entre mis piernas y agarró mi cintura con fuerza, haciéndome quedar inmóvil en el colchón mientras se metía en mí con ganas. Agarré una almohada cerca y la coloqué casi todo dentro de la boca, tratando de contener los gemidos que salían cada vez que su polla volvía dentro de mí. Era imposible controlarme.

Los movimientos se mantuvieron así por algún tiempo. Ella debería estar cansada, pero yo no estaba prestando atención. Cerré los ojos y me concentré en la sensación del encaje de nuestros cuerpos. Era demasiado perfecto.

Incluso en la oscuridad, pude ver la forma en que su cuerpo se contorsionaba. No tenía que anunciarlo, yo sabía que estaba cerca de tener un orgasmo. Como yo también estaba casi explotando, intenté hacer que las dos nos viniéramos juntas, pero no lo conseguí y fui la primera. Ella me siguió tratando de estrangular su grito también, lo que, en mi caso, sólo fue posible porque casi me había tragado la almohada.

—Mierda... —Ella susurró sin terminar de venirse. – Mierda, yo... Odio... Esta... ¡Goma!

Esperé hasta que ella pronunciara otras maldiciones e insultos contra el preservativo, pero Jeongyeon se calló. Después de algún tiempo retomando la respiración, ella finalmente se acostó sobre mí y permaneció un poco allí, cansada y sudada, incluso con el frío que hacia aquella noche.

—En serio... —Ella comenzó cerca de mi oído, quedándose callada por unos segundos como si estuviera con pereza de terminar la frase. – La próxima vez me voy a venir fuera. No usaré esa mierda de nuevo nunca más.

Sonreí. No me importaba lo que decía: Estaba demasiado bien para mirar. Acaricié su cabello como de costumbre, tal vez agradeciendo en silencio por hacerme tan bien.

Jeongyeon parecía estar disfrutando el momento como yo, y fue después de mucho tiempo que volvió a hablar.

—Te extrañé.

Estaba segura de que ya estaba durmiendo, así que me asusté. Tardé un poco en responder.

—¿En serio?

—Claro. Siempre.

—Entonces, ¿Por qué no me buscaste?

Ella apoyó la barbilla en mi pecho para mirarme.

—Porque yo estaba "respetando tu espacio."

La miré medio confusa.

—¿Qué espacio?

—Sé que tienes todo ese trance de adaptarte después del parto, que sólo se unen al bebé, y no quería presionar... Quería respetar tus voluntades y tal... No quería que creyeras que estaba para eso. Bueno, en realidad lo estaba, pero me fui para que lo decidieras...

—Está bien. –Interrumpí. Ya había entendido. – ¿Me estás diciendo que sabías que la cuarentena ya había terminado?

—Claro... —Ella dejó un beso tierno entre mis pechos. – Pero no dijiste nada al respecto, así que me quedé en lo mío. Creo que trabajar demasiado y llegar a casa cansada me ayudó a "resistir."

Seguí mirándola.

—¿Has llegado tarde a propósito?

—¡No! –Se detuvo, pensando un poco. – Sólo a veces...

—¿Desde cuándo quieres?

Ella se rió, como si la pregunta hubiera sido tonta.

—Desde que dejamos de hacerlo. ¿No es obvio?

—¿Y si yo sólo quisiera dentro de mucho tiempo?

—Tendría que esperar, ¿no? –Ella puntuó con una expresión medio triste, volviendo a besarme. – Pero volviste a querer, entonces suerte la mía.

Por un lado, era hermoso. Ella estaría dispuesta a controlar sus hormonas enfurecidas para respetar mi fase de adaptación a aquella novedad. Lo mínimo que debería de esperar era un poco de compresión, pero yo sabía que era difícil. Disponer a esperar y no tocar el asunto, con miedo de que me sintiera presionada, era adorable.

Sin embargo, por otro lado, yo ya podría haberla "provocado" hace días.

—Yo realmente creo que tenemos que ejercitar la práctica del diálogo entre nosotras.

—¿Por qué?

—Por nada.

La besé apasionadamente y nos giré en la cama, sacándola de encima de mí y levantándome.

—¡Eh! ¿A dónde vas?

—A tomar otro baño.

—Pero yo no te ensucie... —Ella habló, haciendo una mueca y apuntando hacia el condón aún puesto. Reí de su reacción.

—Pusiste la boca donde tu hija la pone también. Tengo que lavarme. –Llegué más cerca de ella y mordí su oreja ligeramente. – ¿Quieres venir?

Ella me miró, después al preservativo, después a mí otra vez.

—¿Puedo venirme fuera?

Hice cara de reprobación, caminando al baño.

—Sólo te estoy llamando para un baño, Jeongyeon. No seas depravada. –Pero antes de salir de su vista, volví a hablar. – Y sí, puedes venirte fuera.

Obviamente, ella vino detrás de mí.

***

Chaeyoung sonrió por primera vez el mismo día que cumplió dos meses y, por supuesto, a causa de Jeongyeon. Ella estaba decidida a hacerla entender sus argumentos sobre música, lo que aparentemente la divertida.

—Entonces, ¿estás de acuerdo? – Ella habló animadamente, y ella sonrió otra vez. Estábamos en casa de Sun-hee y Juwon, y los dos parecían completamente admirados con la escena también. Ella pasaba la mayor parte del tiempo mirando a Jeongyeon con atención absoluta, reparando en las muecas que hacía y en cómo movía las manos.

Con unas semanas más, ella no sólo sonreía como intentaba imitar sus expresiones faciales. Jeongyeon se divertía mucho con aquello, y la desafiaba a conseguir hacer las caras más bobas que conseguía. La escena era adorable, pero a menudo tenía que recordarle que despertaba temprano al día siguiente y que, por eso, lo mejor para hacer después de pasar más de tres horas "conversando" con Chaeyoung era dormir.

A los tres meses ella ya sonreía tanto que no entendía como los músculos de su cara no quedaban cansados. Ella lo hacía para cualquiera que decidiera hablar con ella, fuera Jeongyeon, yo, los abuelos, el pediatra o alguien en la calle. Era como si simplemente adorara a todo el mundo.

Además de sonreír a la gente, a Chaeyoung le gustaba hablar con ellos. Bastaba alguien para que dijera algo a ella para que iniciara un debate. Si la persona continuaba sus argumentos, ella de disponía a balbucear y hacer sonidos en respuestas hasta que estuviera cansada. A veces, la palabra no necesitaba ni ser dirigida a ella.

—Nuestra hija es comunicativa, ¿verdad? –Jeongyeon se rió abiertamente, observando a Chaeyoung responder al reportero en el canal de noticias de la televisión por cable.

A esa edad sus ojos comenzaron a cambiar. Hasta donde podíamos ver, sus iris parecían tender hacia el marrón, lo que hizo que Jeongyeon ya comenzara a cantar victoria, y yo, a decepcionarme un poco.

—Pero ella es toda tu cara. –Argumenté.

—Pero los ojos son tuyos. –Ella replicó. – Y vas a ser los ojos más lindos del mundo.

Pero como los días pasaban, algo empezó a cambiar. Simplemente no parecía ser como debería.

—Amor. –Me llamó cuando salí del baño. – Ven acá.

Estábamos en sábado. Eran las 9 de la mañana, y el día estaba excepcionalmente claro y cálido.

Caminé hasta la cama y miré a Chaeyoung, que se divertía sola en el colchón con Jeongyeon sentada cerca de ella. Parecía estar conversando y riéndose consigo misma.

—¿Qué pasó?

—Mírala.

La miré y ella me miró de vuelta, ya sonriendo y emitiendo sonidos de alegría.

—Hmm... —Solté.

—¿Era para ser así?

—No...

—¿Es la claridad?

—Creo que no.

Nos quedamos en silencio durante un momento mientras ella nos ignoraba, jugando con sus propios dedos como si fueran mágicos.

Alcancé un juguete colorido que estaba colgado en su cuna y lo traje hacia ella. Chaeyoung paró de mirar sus propias manos y miró hacia el objeto delante de él. Sus ojos brillaron.

Lo moví de un lado a otro, como si estuviera hipnotizándola. Ella siguió con los ojos el movimiento que yo hacía, pareciendo muy compenetrada. Llevé una mano delante de su ojo derecho y repetí el movimiento. Ella continuó siguiendo con el único ojo abierto. Repetí el procedimiento con el ojo izquierdo, y una vez más Chaeyoung siguió el objeto con la máxima atención.

—No parece tener ningún problema... —Concluí.

—Pero... Yo quería que sus ojos fueran iguales a los tuyos, no quería que fueran claros.

–No lo lamento por eso Jeong, lo importante es que nuestra hija está sana, el color de sus ojos no importa.

***

Las personas que no estaban acostumbradas siempre veían medio hipnotizados a mi hija. Ella despertaba una inmediata simpatía en los amigos de trabajo de Jeongyeon que eventualmente nos visitaban, o en las personas que pasaban cerca de nosotras en la calle.

Porque ella ya era hermosa por sí sola, y mi opinión no tenía nada que ver con el hecho de que era su madre (lo que, por lo tanto, me hacía encontrarla hermosa de todos modos). Mi hija era uno de esos bebés de portada de revista, aquel tipo de niña que parecía un ángel y que hacía que los demás sonrieran inconscientemente. Pero no había como fuera diferente eso: siendo prácticamente una copia de Jeongyeon, era humanamente imposible que no fuera hermosa hasta doler.

—Ni los ojos son míos. Sólo el color de cabello. –Constaté sin poder dejar de reír.

—Al menos algo ha sacado de ti.

—Sí. El 5% de mi hija es mío.

—Es el 5% más bonito de ella.

Nuestras divagaciones fueron interrumpidas por un llanto estruendoso y repentino.

—¡Pero acabas de comer! –Hablé sorprendida, tomándola en brazos.

—"Pero tengo hambre de nuevo". –Jeongyeon dijo en una voz fina y ridícula, hablando por ella.

—Seguro. Si no cabe más leche dentro de ti, vomita en tu otra mamá esta vez, ¿ok?

Aunque el tiempo pasaba y yo estaba hasta enterada de eso, no fue el frío o cualquier decoración brillante en las calles que me avisaron en qué época del año estábamos. La noticia de Navidad llegó junto con huéspedes que, sin la menor advertencia, decidieron hacer una visita.

—¡Shasha!

Cuando Sun-hee me llamó preguntando si "ellos" podían hacerme una visita, yo había imaginado que Juwon había salido del trabajo antes e iba a acompañarla a venir a ver a la niña. Lo que no imaginaba era que Dahyun, Momo y un bebé muy gordo y de mal humor vinieran juntos.

—¡Dahyun!

—¡Feliz Navidad! –Ella dijo, entrando al hall y dándome un abrazo.

Le deseé feliz navidad de manera mecánica, por primera vez haciendo las cuentas mentalmente y llegando a la conclusión de que estábamos en 23 de diciembre.

—¿Cuándo llegaron? – Pregunto un poco desconcertada.

—Hoy. –Momo respondió, dando una sonrisa amplia y sincera, y por primera vez noté cuán viva y brillante era su sonrisa. Tal vez porque rara vez sonríe. – ¿Cómo estás?

—Bueno, estoy bien... —Miré hacia abajo y miré la bolita rosada que Momo cargaba en un tipo de bolsa atada a su torso. La bolita estaba completamente cubierta y envuelta en paños azules, pero daba para ver dos piernitas que colgaban hacia los lados, así como dos bracitos gordos.

—Shasha, Soobin. Soobin, Shasha. –Dahyun hizo las presentaciones. – Y sí, él es un bebé muy serio.

Soobin me miró por primera vez con curiosidad. "¿Quién eres?", ¿Dónde estoy?" y "¿Por qué estás mirándome?" Debían ser sólo algunas preguntas que estaban pasando por su cabeza. Su expresión era muy, muy seria, como si yo estuviera diciendo cosas de una importancia absoluta.

—¡Oh, hola lindito! –Hablé no consiguiendo dejar de reír, llevando el índice hasta sus manitas cubiertas por guantes de lana. Ellas estaban cerradas en puño, pero sentí, incluso debajo del tejido, que él las había abierto a mi tacto. Y entonces, como si no tuviera nada mejor que hacer, él me dio una sonrisa tímida y torcida.

—Momo. –Dahyun dijo, y su voz tenía un tono alarmante. Me asusté, pero luego entendí que era sólo una ironía. – Él sonrió. ¿Sacaste una foto de eso?

—No sonríe para mí. –Sun-hee parecía medio triste. – Nunca sonríe. Estoy fantaseando porque mi Santa Claus trate de alguna manera...

—Casi no sonríe. –Momo explicó, interesada en su hijo que ahora ya había vuelto a ser serio.

—Pero tiene una sonrisa tan bonita. Y tan... ¡Viva! –Concluí, llegando a la conclusión de que el brillo que emanaba de Soobin cuando él sonreía había sido heredada de la propia sonrisa de Momo.

—Pues sí. Pero nunca muestra la sonrisa que tiene. Creo que es por eso que cuando sucede todo el mundo queda medio abobado. Parece que él puede controlar el humor de la gente cuando lo hace, sí.

Es verdad. Su sonrisa había dejado el lugar más acogedor allí. La sensación era extraña, pero muy buena.

—¿Y su hija? –Dahyun habló en una voz escandalizada.

—La mía sólo tiene ojos para su otra madre. –Fingí una cara medio enojada. Soobin lo encontró gracioso y se rió de nuevo. Seguí con un tono de abandono en la voz. – Al menos a su hijo le agrado.

—Ah, no seas celosa, querida. –Sun-hee habló divertida. – A Chaeyoung le agrada todo el mundo. Hasta el cartero.

—Oí decir que es el opuesto de Soobin. –Momo pronuncio.

—Bueno, es verdad, ella se ríe de todo... Ella está allá arriba. Vamos. –Concluí, llamándolos al piso de arriba. Cuando llegamos a la habitación, Chaeyoung estaba durmiendo tranquilamente.

—¡Ella es linda! –Momo susurró. – ¡Realmente linda!

—Ella es la cara de Jeongyeon. –Dahyun lo siguió, pareciendo realmente sorprendida.

—Sí, pues lo es.

En ese momento Soobin soltó un grito de repente, y el ruido fue suficiente no sólo para asustar a todo el mundo allí sino como para hacer que Chaeyoung despertara asustada.

—¡Wow!

—¡Con seguridad es una mini Jeongyeon!

Iba a decir algo, pero como las primeras cosas que Chaeyoung había visto después de haber despertada asustada fueron los rostros desconocidos de Dahyun y Momo, ella comenzó a llorar ensordecedoramente.

—¡Eh, calma! ¡Estoy aquí! –Hablé un poco alto, tomándola en brazos y aniñándola, intentando hacer que parara de llorar. – Calma, sol... Tienes un amiguito para jugar ahora...

No progresé. Su llanto agudo era estruendoso, como si alguien hubiera arrancando a la fuerza sus dedos uno por uno. Y entonces, como una súper heroína o algo extraño así, Jeongyeon surgió por la puerta (sin capa) con un inconfundible aire de "¡Esto es un trabajo para Súper Jeongyeon!".

—Calma, mi pequeña bolita... —Ella habló, tirándola a sus brazos y balaceándola de la misma forma que yo había hecho. – Listo, listo... Pasó... Shh... —Y por supuesto, en menos de quince minutos, empezó a calmarse.

—Como estaba diciendo. –Recomencé a hablar fingiendo naturalidad. – Ella sólo tiene ojos para su otra madre.

—Hola, Dubu, Hola Momo. –Ella habló sonriendo abrazando a su hermana como podía y extendiendo la mano libre para apretar la de su cuñada mientras todavía balanceaba a Chaeyoung como si fuera un batido de limón siendo preparado. – Y tú debes ser Soobin, ¿no?

Soobin, que a esa altura ya estaba aburrido con toda la situación, miró a Jeongyeon como si fuera sólo un grano de polvo en la habitación.

—Sí, él prefiere a Shasha. –Momo dijo sonriendo.

—Bueno, alguien tenía que preferirme... — Bromee, observando si Chaeyoung estaba más tranquila. Jeongyeon la giró en su regazo, colocándola de frente a Soobin. Al encontrar los ojos de su primo ella dejó de llorar completamente, mirándolo como si él fuera el juguete más interesante que había visto en la vida. También se interesó por ella, más que por Jeongyeon, y pasaron unos segundos –tal vez minutos –hasta que uno de los dos hiciera algo.

Soobin entonces llevó la manita hasta el brazo de Chaeyoung y se quedó allí, haciendo absolutamente nada en particular, sólo reconociéndola con el tacto. Cuando ella sonrió abiertamente para él, tal vez porque estaba encontrándolo muy gracioso, él retribuyó la sonrisa y "habló" algo, que fue rápidamente contestado por Chaeyoung.

Soobin regresó el argumento de su prima y ella se rió de lo que él dijo, y entonces éramos cinco adultos idiotas viendo a niños de tres y cinco meses conversando en un lenguaje desconocido sobre algo que, aparentemente, era muy interesante.

—¡Ay Dios mío! –Sun-hee soltó un grito. – ¡Qué cosa linda!

Era una buena manera de empezar la Navidad.

***

Chris llegó al día siguiente, agarrando a todos los bebés que encontraba por delante. Y como consecuencia de su personalidad medio explosiva, tanto Chaeyoung y Soobin fueron inmediatamente entretenidos con el rostro de Chris. Era innegable, incluso a esa altura, que él siempre sería el "tío favorito": No había como no divertirse con él. Me divertía con él.

La cena y la reunión familiar fueron, como de costumbre, en la casa de Juwon y Sun-hee. Aparentemente habían comprado una cámara fotográfica, con el único propósito de registrar a sus nietos. A donde quiera que miraran, allí estaba Sun-hee disparando un flash.

Una rápida mirada a las fotos mostraba, en su gran mayoría, Chaeyoung, Soobin, Chaeyoung y Soobin, Chaeyoung, Soobin y Chris juntos. Pocas demostraciones, de vez en cuando, Dahyun, Momo, Jeongyeon, Juwon y yo conversando o haciendo cualquier otra cosa.

Y eso era todo lo que se había registrado de aquella Navidad.

Afortunadamente, todos habían decidido no dar regalos en aquella ocasión. Me pareció genial, primero porque no era buena para regalos, y segundo porque no había comprado nada a nadie. A diferencia de la Navidad anterior (en la que todas las atenciones estaban dirigidas primero a mí –la nueva novia de Jeongyeon –y después, al embarazo de Dahyun), en este no se tenía ningún otro asunto que no fuera relacionado con los bebés.

Ellos eran, realmente, la cosa más interesante allí.

Desafortunadamente, las visitas navideñas de los miembros internacionales de la familia Yoo eran siempre rápidas, entonces ya la mañana siguiente nos despedimos de Dahyun, que insistió que fuéramos a visitarlos a Japón cuanto antes, y Chris, que prometió volver para la próxima navidad con una novia.

Una semana después ya nos despedíamos de aquel año. No teníamos planes para año nuevo, lo que, sinceramente, no me importó. En mi opinión, no había en el mundo nada mejor que terminar un año y comenzar otro junto a mi familia. Pasar ese momento con Jeongyeon y con nuestra hija tenía un significado aún más especial: Me recordaba que tenía aproximadamente un año que estábamos juntas.

Un año desde que nos reencontramos, desde que me sentía estúpidamente feliz.

Y entonces sólo un año me pareció muy poco tiempo. Muy poco tiempo para sentir lo que sentía por ella. Muy poco tiempo para que yo pudiera ser feliz de esa forma.

—Está bien. –Una voz habló dentro de mi cabeza. – Todavía tienes el resto de tu vida con ella. Es sólo el comienzo.

***

A los cuatro meses Chaeyoung desarrolló la capacidad de dar gritos agudos y muy largos de excitación. Ella lo hacía cuando algo le gustaba mucho, lo que significaba que cada vez que Jeongyeon llegaba del trabajo mi dolor de cabeza aumentaba, porque nuestra hija parecía una fan de su propia madre.

—Yo también estoy feliz de verte bolita...

Comencé a pensar que esa situación era un poco injusta. Por supuesto que a Chaeyoung tenía que agradarle más Jeongyeon: Ella tenía como sentir más nostalgia de ella, ya que estaba todo el día sin verla y, al final del día, todo lo que hacía era divertido. De mí ella ya no aguantaba más ver mi cara, pero bastaba oír la voz de Jeongyeon para que su pequeño mundo se convirtiera en un parque de diversiones con ponis voladores.

—¿Has drogado a nuestra hija? No es posible que esté tan feliz al verte. –Ella hizo cara de "vete a tomar por el culo" antes de responder de manera seca:

—Por supuesto, es posible. Le agrado. ¿No es así, mi cosita linda?

Ella respondió a su pregunta con un "iih aaah."

—"Lin—da."

—"Liih aah". –Ella repitió, agarrando su cara con una manita en cada lado y observando hipnotizada el movimiento de su boca a un centímetro de distancia.

—Ella va a estar diciendo "Jeongyeon" antes de conseguir decir "mamá". –Balbuceé medio a regañadientes, pero bastante interesada en las dos.

—¡Ella va a ser un genio!

—"Eeeh iahhh."

A los cinco meses Chaeyoung era sólo mejillas y pliegues. Sus ojos se estaban diferenciando cada vez más, lo que la hacía cada vez más bella. Si antes ella sonreía abiertamente a su otra madre, ahora juraba que podía oírla carcajear de las payasadas que ella hacía. Cuando Jeongyeon le presentó el piano, su mundo pareció transformarse. A partir de ahí ningún día podía ser pasado sin que ella tocara algo para ella. Como sus deditos aún no tenían fuerza para apretar la tecla y sacar algún sonido de ella, se contentaba con oír cualquier melodía que saliera de los dedos de su madre, sentada en su regazo.

Mientras tanto, yo, obviamente, iba siendo olvidada por las esquinas como aquella tía aburrida y vieja de la familia de quien a nadie le gustaba realmente.

—Amor... —Jeongyeon entró en la habitación con Chaeyoung en brazos, llorando como si estuviera bajo tortura. – Creo que tiene hambre.

Dejé mi libro e hice cara de póquer, hablando burlona:

—Ah, ¿tus encantos no funcionan en esos momentos?

—No... Creo que en estos momentos sólo la leche funciona, y yo no la produzco. Quiero decir...

—Deja de hablar inmediatamente.

—Ok. Ella se rió de manera irónica, entregándome a Chaeyoung.

Según lo recomendado por el médico, empecé a dejar de amamantar después de que Chaeyoung cumplió seis meses de vida. Aunque yo no quisiera, me encontraba una pésima madre por negarle algo que deseaba (y esperaba cuando no tenía), tuve que mantenerme firme en cuanto a esa decisión. Era un vínculo fuerte que teníamos, pero que necesitaba ser disminuido poco a poco, o al menos adaptado de alguna forma.

En esa fase aprendió cómo demostrar la falta que Jeongyeon hacía.

Si antes Chaeyoung sólo lloraba cuando sentía hambre, ahora, al darse cuenta de que ya llevaba mucho tiempo sin ver a su madre, ella berreaba. El pediatra nos explicó que, con el tiempo, el niño tendía a sufrir un poco más cuando se veía separada de sus padres, porque pasaba a existir en ella esa noción.

Ella pasó a entender y reconocer cuando alguien llamaba su nombre, y verla reaccionar a eso era adorable. La entonación de las palabras que decíamos era inmediatamente repetida –o, al menos, intentaba. Tuvimos que redoblar los cuidados cuando su nueva manía pasó a ser agarrar todo lo que veía por delante y ponerlo en su boca.

—¡La alianza de mamá no!

Estaba el sofá con Chaeyoung sobre ella, lamiendo su alianza como si fuera de chocolate.

—Bebés... —Reí.

—¿Cuándo empezará a hablar?

Como respuesta, Chaeyoung soltó un ruido en el intento de imitar lo que Jeongyeon había dicho.

—Cerca de los ocho meses tal vez.

Ella me miró de nuevo.

—¿Qué tal ir entrenando? Su primera palabra va a ser "mamá", ¿no?

—"Aah."

—"Maa—maah."

—"Aaah—aah."

—Casi allí. –Ella concluyó, dándole un beso.

Suspiré.

—¿Qué pasó? –Jeongyeon preguntó, mirándome por primera vez.

—Ustedes.

—¿Qué tenemos?

Jeongyeon apretó su nariz, haciéndola ronca de sorpresa.

—Se parecen y tanto. –Respondí, y me senté junto a ellas. Para mí sorpresa, al verme allí cerca, ella se arrastró de la manera que pudo hasta mí y se detuvo en mi regazo, cuando pareció lo suficientemente cómoda. Era la primera vez que Chaeyoung me prefería a Jeongyeon.

—Eh. ¿Cansada de mí? – Ella preguntó, llegando más cerca también. Frotó la cara en mi brazo y bostezó, y tuve que controlarme para no agarrarla y llenarla de besos.

—Ella tuvo un día muy duro. Jugó más de lo que podía. No exijas nada más de ella. –Hablé en tono de broma, tomándola en brazos y pasando los dedos en su cabeza.

—Esa es una gran estrategia.

—¿Qué estrategia?

—Dejarla cansada. Así se duerme temprano. –Ella concluyó, pasando el índice con ligereza por mi pierna y mirándome con cara de maníaca sexual. – Y así nosotras podemos ir a dormir tarde. ¿Sabes?

Me gustaba cuando insinuaba que quería algo conmigo (además de hablar con Chaeyoung). Nuestra rutina como pareja, aunque no había vuelto completamente a la normalidad, íbamos hacia eso. Ya estaba tomando las píldoras correctas y Jeongyeon ya había tirado los condones a la basura, pero todavía teníamos un bebé muy pequeño para cuidar. Lo que significaba que el sexo no podía hacerse así, siempre que quisiéramos.

—¡Para!

—¿Qué?

—¡Para! ¡Ahora!

Dejó de moverse. Estábamos encajadas en cuchara en la cama, cubiertas y, hasta el momento, aprovechando el momento.

—¿Por qué? –Preguntó jadeando contra mi hombro, no consiguiendo contener la decepción en la voz.

—¡Ella... Está... Despierta!

Chaeyoung estaba acostada en la cuna con la cabeza girada hacia nosotras, la mano en la boca, los ojos abiertos y una cara de quien encontraba lo que veía muy interesante.

Eso era perturbador.

—¡Estamos cubiertas! ¡No está viendo lo que estamos haciendo! –Ella concluyó riendo cerca de mi oído, volviendo a penetrarme.

—¡Ella está mirando!

—E incluso si estuviera viendo... Ella no sabe lo que es...

—¡No! ¡Para!

Me alejé de ella a la fuerza, buscando mis bragas en algún lugar y vistiéndome.

—Noooo...

Ella intentó tirarme de vuelta, pero me desentendí de sus brazos. ¡No podía conseguir follar mientras mi hija veía! Por más que ella no tuviera la menor idea de lo que estaba pasando.

—¿Qué fue, sol? ¿Por qué estás despierta? –Le pregunté mientras la sacaba de la cuna. – ¿Quieres dormir en brazos de mamá?

Después de algunas sacudidas acostumbradas y un poco de llanto, Chaeyoung se durmió.

A veces parecía que todo lo que necesitaba era de un poquito de mimo.

—¡Listo! Misión cumplida. Ahora vuelve aquí... —Jeongyeon habló con voz de llanto.

Como ella ya no despertaba berreando como antiguamente, creímos aceptable regresar la cuna a su habitación. Así no tendríamos que salir e ir a otro lugar de la casa siempre que quisiéramos estar juntas, porque Chaeyoung había tomado la manía de despertar en medio de la noche y quedarse silenciosamente observando las cosas en la oscuridad como una psicópata.

El primer adiosito que dio fue, obviamente, a Jeongyeon. Saliendo de la habitación en una mañana del jueves, Jeongyeon agitó histéricamente su mano, y ella lo retribuyó. Ella se quedó tan fascinada por el hecho que llegó atrasada al trabajo. De la misma forma, Chaeyoung también gateó hacia ella, viéndola llegar a casa un día cualquiera. Ella todavía estaba aprendiendo a coordinar los bracitos y las piernas, y por eso fue a los tropiezos y empujones hacia su madre –pero fue. Como el suelo estaba cubierto por una alfombra suave, no se lastimaba cuando se desequilibraba y caía, lo que nos permitía encontrar sus tropiezos muy divertidos.

Chaeyoung gateando significaba el doble de cuidados. Si ella podía llegar a donde quisiera, teníamos que impedirla. Su aparente hiperactividad me hacía creer que un hermoso día, al volver el baño, la encontraría jugando con el conjunto de cuchillos que estaban en la cocina o intentando ir al piso de abajo en medio de la escalera.

En cambio, fui la primera en verla ponerse de pie sola en la cuna. Yo estaba al teléfono con Sun-hee, y Chaeyoung quería desesperadamente mi regazo. Como opté por tomarla tan pronto como terminara la llamada, ella perdió la paciencia y se equilibró con la ayuda de los barrotes, quedando de pie y estirándose toda para que la sacara de allí. Por supuesto que me emocioné y la tomé en el mismo minuto, llenándola de besos.

Cuando le conté a Jeongyeon, ella sintió envidia de mí.

Su primer diente salió, llenando a todo el mundo de orgullo. Creo que Sun-hee lloró. La piscina se convirtió en uno de sus lugares favoritos en el mundo, lo que me hizo desarrollar una compulsión en comprobar siempre si todas las puertas que daban a esa zona estaban debidamente cerradas. Aplaudir se había convertido en su pasatiempo favorito, así como rodar en el suelo y balbucear cosas irreconocibles para sí misma. Si no fuera por lo social que mi hija adoraba ser con cualquier extraño en la calle, yo diría que podría ser autista. Pero no, Chaeyoung sólo se entretenía sola.

Jeongyeon compraba libros coloridos, instrumentos musicales para bebés (un pianito, un tambor y un xilofoncito) y juguetes llenos de formas y colores. Ella pasaba horas poniendo cosas dentro de un balde y sacándolas de nuevo, y cuando se cansaba de eso, sus propios deditos gordos parecían ser suficiente para dejarla hipnotizada por un buen tiempo.

—¿Ves cómo sólo eres linda? –
Jeongyeon habló, apuntando hacia el reflejo en el gran espejo de hall de entrada. Ella se inclinó hacia adelante y puso las dos manos allí, abrió la boca y lamió el cristal.

—Qué bueno que he limpiado ese espejo hace diez minutos. – Concluí, organizando las cosas en la bolsa. Estábamos de salida para un almuerzo en casa de Juwon y Sun-hee.

—Gracias a Dios. –Ella suspiró, observándola para de "lamerse" y notar el reflejo de ella misma luego allí a su lado. Cuando sus ojitos se encontraron con los suyos en el espejo, Jeongyeon habló otra vez. – Hola.

Ella se rió.

—¿Quién soy yo? –Preguntó.

Ella continuó mirándola con curiosidad.

—"Maa—maaa."

—"Maah."

—"Maa—maaa."

—"Maaa mmmm.

—Maammm... "

—Yo espero. –Concluí.

—"Maa—ma."

—¡ELLA HABLÓ!

Chaeyoung se rió del grito de Jeongyeon.

—Ella no dijo mamá...

—¡Habló!

—Ella dijo "mahmama."

—¡Es la misma cosa!

—"Maah—maa."

—Ok, ella es un genio. –Ella habló de una manera seria, dejándose llevar por la histeria. – ¡Voy a matricularla en la universidad!

—Ella ya dijo "ma" antes. –Respondí en mi defensa.

—¿Y? Ella podría estar tratando de decir "mano" o "como mamas"

—¡Ella estaba tratando de decir "mamá"!

—Prueba.

—"Maah—mahhh."

—¡Está bien, ya entendí! –Hablé sin conseguir contener la risa, tomándola en brazos y abriendo la puerta del jardín.

Jeongyeon levantó las manos como una boxeadora victoriosa.

—¡Mi hija dijo "mamá"!

Yo sabía que esa sería la primera palabra que Chaeyoung diría, primero porque Jeongyeon pasaba por lo menos media hora todos los días tratando de hacerla hablar, segundo porque entre "mami" y mamá", bueno, mamá era más fácil de pronunciar. Pero aún así, oírla decir algo por primera vez era realmente maravilloso.

A partir de ese día, Chaeyoung parecía una ametralladora, tirando "mamás" para todos lados. Jeongyeon se divertía horrores, y ahora intentaba hacerla decirlo mejor con todas las letras correctas.

En vez de eso, dos días después, ella me lo dijo a mí, lo que, tengo que confesar, casi me hizo llorar de emoción.

En ese tiempo, tuvimos el primer cumpleaños de Soobin. No era necesario que Dahyun nos amenazara de muerte si no aparecíamos en la fiesta: Jeongyeon y Juwon consiguieron tomar unos días en la empresa para que todos pudiéramos darnos un "aire" en Japón. En aquel momento ya tenía pasaporte –cosas de Jeongyeon y sus contactos, que opté por no preguntar y sólo agradecer.

Japón era realmente sorprendente. Nos quedamos allí por tres días, aunque el cumpleaños de Soobin sólo hubiera sido el primero. Paseamos un poco y conocimos puntos turísticos, aprovechando el clima agradable del verano. Jeongyeon pareció particularmente encantada con los jardines de colores, y yo estaba segura de que, si Jeongyeon no estuviera sosteniéndola durante todo el tiempo, ella se habría tirado y arrastrado en la tierra y en la hierba en la primera oportunidad.

Jeongyeon ganó un regalo fuera de época de Momo: Una camisa básica negra con las palabras "私の娘をいじらないで". La broma había sido genial para todos allí que sabían hablar japonés, lo que me dejó con cara de idiota hasta que Chris y su lado gentil decidieran traducir la sentencia para mí: "No te metas con mi hija." Y después tuve la oportunidad de ver una de las escenas más hermosas que jamás había visto:

Jeongyeon con cara de gánster con sus gafas oscuras, usando aquella camisa "amenazadora" con Chaeyoung en sus brazos en su espléndida chaqueta de cuero, dando risas de alegrías a causa de las mariposas que paseaban por allí.

Vomité arcoíris en todo el viaje, y antes de que pudiera recuperarme, nuestras "vacaciones" ya habían llegado a su fin.

***

De vuelta a Inglaterra, porque nada estaba tan bueno que no pudiese mejorar, Chaeyoung decidió que quería empezar a dar los primeros pasos. Sus piernas estaban empezando a crear firmeza: Ella caminaba cuando alguien la agarraba por las manos, pero nunca caminaba por sí sola hasta un día que, convencida de que ya estaba apta para mover sus propias piernas como una atleta profesional, decidió correr hasta Jeongyeon cuando entro en la habitación.

Ella estaba encima de la cama y, obviamente, cayó en el colchón. Pero no le importó. Creyó incluso que la caída fue muy divertida. Yo intenté ayudarle a levantarse, pero ella consiguió hacerlo sola, apoyándose en mis piernas, y cuando ya estaba de pie de nuevo, salió caminando otra vez. Y otra vez cayó.

Y la caída fue repetida muchas veces, y en todas las veces Chaeyoung creía que era muy graciosa caer.

—Ah, vamos. ¡Lo consigues! –Jeongyeon la alentó a esperar del otro lado del colchón.

Ella intentó de nuevo. Y de nuevo. Los brazos abiertos de Jeongyeon eran un estímulo, y tal vez por eso Chaeyoung no desistió. Se tardó un tiempo, pero no mucho: Cuando ella finalmente se puso de pie y dio más pasos de lo que ya había logrado, concentrándose en la tarea de caminar en línea recta –o casi –Jeongyeon y yo animábamos en voz alta como las madres que éramos y eso debe haberla animado. Pero hicimos celebración cuando alcanzó los brazos de su madre y se tiró de cualquier manera, como si fueran su recompensar por su trabajo arduo tan bien hecho.

—¡Mi atleta linda! –Ella soltó toda feliz, abrazándola y besándola con tanta fuerza que era difícil creer que estuviera respirando bien.

El tiempo fue pasando, nuestra hija creciendo y cada vez más hermosa y sonriente. Ella era sociable, feliz y cada vez más idéntica a Jeongyeon.

La vida, definitivamente, no podría mejorar.

***

Cuando Chaeyoung completó un año de vida, le dimos el tipo de fiesta que los padres dan a los hijos en el primer cumpleaños, sólo que con algunas cositas más.

En resumen, Jeongyeon cerró un parque de diversiones para la celebración. Llegué a conversar con ella sobre la no necesidad de todo aquello, hasta porque Chaeyoung se divertiría locamente hasta que celebráramos su cumpleaños en un parquecito de plaza. Pero, por supuesto, ni siquiera fui escuchada.

Como mi propio cumpleaños era dos días después del suyo, la fiesta, según Jeongyeon, fue para mí también. Era una broma, pero me encontré medio idiota por gustar tanto de tener una fiesta llena de payasos coloridos y una rueda gigante. Era la mejor celebración de "mí" cumpleaños en mucho tiempo, aun conociendo solamente a mi familia allí. Había tantas personas y tantos niños que yo no sabía ni de donde habían venido –tal vez de los amigos de trabajo de Jeongyeon y de los conocidos de Sun-hee.

Chaeyoung se divirtió tanto que tuvimos que cantarle feliz cumpleaños a los susurros, porque la pobre niña, completamente exhausta, se durmió profundamente en mi regazo antes de que la fiesta hubiera llegado a su fin. Fue divertido.

Alcanzada esa etapa en la vida de nuestra hija, Jeongyeon y yo creímos sería un buen momento que dejarla en compañía de los abuelos mientras aprovechábamos nuestra luna de miel aplazada (y celebrábamos, de paso, mi cumpleaños –ahora de verdad).

Fue difícil despedirnos de ella, pero sabíamos que Sun-hee y Juwon cuidarían de nuestra hija con toda la atención y el amor que necesitaba. Además, ella simplemente adoraba a sus abuelos.

Fuimos a Grecia en un viaje de tres semanas. Fue absolutamente maravilloso. Jeongyeon estaba dispuesta a hacerme aprovechar cada segundo que pasábamos juntas, después de eso era un momento nuestro, y por más que estuviéramos enamoradas de Chaeyoung, teníamos que admitir que "momentos nuestros" se volvieron raros después de su llegada.

Fuimos a Atenas, Salónica y Pátras. Visitamos museos, templos, playas y monumentos. Tomamos tantas fotos como una pareja de novios haría, y compramos souvenirs para todos. Llamábamos a Sun-hee, sólo para asegurarnos de que todo estaba bien. Siempre lo estaba.

Siempre lo estaría.

—¿Qué pasó? –Preguntó, tocando la punta de mi nariz. Estaba sola en el balcón, enrollada en una manta y mirando hacia el mar allá abajo mientras dejaba mis pensamientos lejos de allí.

—La extraño.

Jeongyeon se rió bajito contra mi hombro, abrazándome detrás.

—Volvemos en tres días. Podrás matar las nostalgias pronto.

Seguí callada por algún tiempo.

—Eh... —Ella habló en una voz divertida. – ¡Creí que disfrutarías el viaje!

Me giré en sus brazos y me quedé frente a ella. Recordé que la había dejado sola en el cuarto esperando, y me sentí una idiota por hacer parece que no estaba aprovechando aquella oportunidad de la manera que debería.

—Me gusta mucho. –Hablé sin parpadear, envolviendo mis brazos en su cuello y tirándola hacia mí para poder besarla. – No tienes idea.

—Lo sé.

—Sólo tienes que distraerme para que deje de recordar que estoy con nostalgia.

Ella se rió otra vez, tirándome más cerca.

—Pero eso no es lo que estoy haciendo con todos los paseos y todo el tour y...

La besé de nuevo, de la manera más apasionada que pude. Ella retribuyó, y por algún tiempo permanecimos en nuestra burbuja sin que ninguna de las dos se diera cuenta de ello.

—Distráeme ahora. –Concluí con un beso en la comisura de sus labios, mirándola como si quisiera explicar algo que ella no entendía. – Toda la noche si es posible.

Sus ojos brillaron vagamente, y entonces me di cuenta de que había entendido.

—¿Toda la noche? Pero mañana tenemos que despertar temprano para ir...

Abrí la manta que me envolvía intencionalmente, dejándola caer por los hombros y le mostré como estaba: Completamente desnuda, usando sólo el collar con el corazón citrino amarillo que ella un día me había dado, y que, desde entonces, nunca dejé de usarlo.

—Olvida el tour... —Hablé. – No me importa ir a ninguna parte mientras estés conmigo.

Ella suspiró. Sus ojos marrones me recorrieron de arriba abajo, parando en el hematoma claro que había surgido en mis caderas, resultado de todas las noches pasadas con Jeongyeon durante esas dos semanas y media.

—"¿Sólo te dan personas violentas?" –Preguntó con un aire de misterio, y yo tuve la impresión de haber escuchado esa pregunta en algún momento del pasado.

—Me dan una sola mujer. –Respondí de inmediato, no consiguiendo dejar de sonreír. Y antes de que Jeongyeon me tomara en brazos y me cargara a la cama otra vez, terminé.

—Simplemente la mejor que me podrían dar.

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