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22

Nayeon POV.

Me desperté extrañamente ansiosa el miércoles, empezando a recordar con más frecuencia el tiempo que aún quedaba para el sábado. De alguna manera, me calmé un poco cuando Sun-hee nos informó que todo lo que haríamos aquel día se resumía a probar el buffet. Todo ya había sido organizado por ella y Dahyun. Por eso, Jeongyeon y yo sólo tuvimos que ir hasta el lugar marcado –un tipo de salón de fiesta un poco lejos de allí –para decidir lo que entraría o no en el menú. Ellas fueron con nosotras, sólo para ayudar en alguna eventualidad.

Pasamos horas probando dulces, chocolates, salchichas, canapés, fríos de diversos tipos, porciones de masas, platos de sopas y más otras cosas. Dahyun ayudó en la tarea, tal vez porque quería parecer útil o tal vez porque su embarazo la estaba dejando con hambre. Jeongyeon parecía interesada en ese asunto, y me acordé de su gusto por la culinaria. Como mi espalda comenzaba a doler ahora con más rapidez, me senté en una de las sillas y permití que ella resolviera ese asunto, eligiendo lo que quisiera. En realidad no me importaba nada, siempre y cuando no faltara a la boda.

Esa noche, Jeongyeon y yo tuvimos una pequeña discusión. Al pedir mi documento de identidad y mi certificado de nacimiento para finalizar los últimos documentos que faltaban para hacer matrimonio posible, descubrí que había decidido, sola, que nos casaríamos en comunión total de bienes. No entendía absolutamente nada sobre asuntos jurídicos de matrimonios, pero sabía lo suficiente para estar segura de que casarse con Jeongyeon, firmando un papel que decía que toda su fortuna también era mía, era por lo menos, injusto.

—¿Y qué sugerirías? ¿Separación total de bienes? – Ella se burló.

—¿Sería más plausible, no?

—¡No!

—Explícame entonces de qué manera tengo alguna influencia sobre tu fortuna.

—Si me estoy casando contigo, quiere decir que quiero que nuestras vidas se unan. Lo que es mío es tuyo, y esa es mi idea de unión.

—¿Y por qué puedo entrar sin tener que tus cosas...

—No estás tomando nada. Estoy compartiendo...

—¡Es injusto y claramente ventajoso para mí! ¡Sólo gano con eso!

—¡Y no pierdo nada! ¿Por qué eres tan terca?

—¿Y por qué siempre decides las cosas sola?

—Pero has acordado dejar los asuntos jurídicos bajo mi responsabilidad.

—Pero yo no recordaba que teníamos que decidir el tipo de régimen de bienes.

Discutimos por algún tiempo, hasta que mi cabeza empezó a doler y Jeongyeon pareció profundamente arrepentida de haber comenzado una discusión, demasiado preocupada con mi estado de nervios y cómo podría afectar el embarazo. Cuando ya estaba acostada y siendo debidamente mimada, ella intentó convencerme en un tono más calmado de que no había por qué optar por otro tipo de régimen de bienes, y que, si yo continuaba con la misma opinión, podríamos cambiarlo después de la boda.

Para hacer las cosas más fáciles, acepté. Sabía que si continuaba con mi idea, la boda probablemente acabaría no ocurriendo de allí a tres días. Además, Jeongyeon estaba segura: Ella no tenía mucho que perder, porque si dependía de mí, el divorcio no era una opción.

El jueves ya no podía ocultar mi ansiedad, que fue agravada cuando Jeongyeon comunicó que iba a hacer la prueba del vestido y que no podía ir con ella.

—¿Por qué no? –Le pregunté con cara de llanto.

—También quiero ser una sorpresa para ti ese día. –Ella dijo con una sonrisa en la cara mientras me abrazada.

—Pero... ¡No quiero quedarme sola! –Hablé, sintiendo el llanto llegar muy despacio.

—No te quedarás sola. Te quedarás con mi madre y mi hermana.

—¿Y quién van contigo? Chris no cuenta, y ciertamente Momo tampoco, necesitas una opinión femenina...

—Y voy a tener una opinión femenina.

La miré llena de dudas. Ella todavía sonreía de forma gentil, besando mi frente como si fuera una niña.

—¿Quién va contigo? –Repetí, un poco desconfiada, aunque no supiera realmente con qué. Pero si no era su madre o hermana, era una mujer al azar. Y cualquier mujer al azar me incomodaba.

Cuando Jeongyeon se preparó para responder, el timbre sonó ruidosamente.

—Ah, creo que llegó. –Ella dijo, sosteniendo mi mano y llevándome al vestíbulo.

Cuando Jihyo entró a la casa junto con Sana, Yuna y Hyejoo, me pregunté cómo no me había dado cuenta de la ausencia de ellos para la boda. Tal vez yo estaba un poco ajena a todo, ya sea por la carrera o por el estado letárgico en que me encontraba desde que Jeongyeon había pedido mi mano.

—¿Sabes hace cuánto tiempo estas maletas ya estaban hechas? –Jihyo preguntó, soltando el brazo de Jeongyeon y apuntando hacia la puerta.

—Relájate, Jihyo. –Chris dijo, surgiendo de la nada yendo a hablar con ella. – Las invitaciones no van a llegar a tiempo para ninguno de los invitados, entonces tenemos otro motivo para molestarla por el resto de la vida.

Todos se saludaron entre sí y yo permanecí allí hecha una estatua, asintiendo a todo sin moverme.

—¡La otra novia! –Jihyo habló, sacándome de aquel estado catatónico. La abracé y agradecí las felicitaciones tanto de ella como de Sana. Dejé un beso en cada una de las chicas, me sentía repentinamente más alegre por su presencia allí.

—Estás más gorda... —Yuna dijo tranquilamente, ya que era muy joven para entender cosas con sutileza. Ella suena tan sincera que no tuve como no reír, incluso con los pedidos de disculpas avergonzados de su madre.

—Yuna, está embarazada. –Sana dijo, riendo también.

—¡Ah! ¿Tienes un bebé ahí dentro? –Preguntó, apoyando la mano en mi vientre. Hyejoo imitó su gesto, incluso sin saber el motivo.

—Lo hay. Una niña. –Respondí.

—¡Pero está casa se pone cada día más linda! –Sun-hee habló, apareciendo tan de repente como Chris y abrazando a Jihyo y Sana.

Yuna parecía un poco adorada en mi vientre, y Jeongyeon empezó a temblar. Ella fue agradecida con Dahyun por aparecer con su barriga aún mayor y hacerla momentáneamente olvidarse de mí.

Después de un gran almuerzo, incluyendo a Juwon que había hecho una escapada del trabajo para la reunión familiar, Jeongyeon le pidió a Jihyo y a Chris que la acompañaran a la prueba del vestido. Me sentí de lado, pero no quise confesar eso a nadie, tratando de parecer más madura de lo que realmente era.

Esa tarde habría tardado más si no me hubiera preocupado en ayudar a todo el mundo en las finalizaciones para la ceremonia. Dahyun se echó en el teléfono con floristas, mientras que Sun-hee se las arreglaba para conseguir enviar con urgencia las últimas invitaciones que faltaban. Sana, por algún milagro, había logrado que Yuna y Hyejoo durmieran en la tarde en una de las habitaciones de huéspedes, y Momo coordinaba el trabajo de los jardineros, que necesitaban dejar el jardín "impecable", según Dahyun, hasta el día siguiente.

Ahora que la gente comenzaba a correr, literalmente, para finalizar las últimas pendencias de la fiesta, mi corazón y mis nervios parecían entender la realidad poco a poco, dejando claro que de allí a dos días me casaría con Jeongyeon. Eso era real. Eso sucedería.

Traté de estar quieta, ocultando de cualquiera mi nerviosismo y mi ansiedad, y pidiendo silenciosamente a los dioses que nada malo sucediera. Que nada que pudiera posponer esa boda, de cualquier forma, en cualquier sentido, viniera a suceder.

***

El viernes llegó sin que el nerviosismo realmente se hubiera ido. Cuando el reloj marcó las 6 de la mañana, decidí levantarme, ya que caer en el sueño parecía una tarea imposible para mi estado de nervios.

Yo sabía que no había muchos motivos para estar ansiosa de esa forma, pero no podía evitarlo. No era algo que yo controlara, y el martilleo incesante de aquel mismo pensamiento dentro de mi cabeza sólo hacía que yo no pudiera distraerme de ninguna manera: "Mañana me voy a casar con ella, mañana me voy a casar con ella."

Jeongyeon se levantó treinta minutos después de mí, alegando que su sueño había sido interrumpido únicamente por mi ausencia en la cama. La vi calmada, como si el día siguiente fuese sólo un sábado más.

—¿Dormiste bien? –Me preguntó, mirándome con una expresión preocupada.

—Sí. –Mentí. Ella no necesitaba saber que mis ojos no habían sido clavados ni siquiera por diez minutos, pero yo estaba segura de que el tono púrpura en mis párpados dejaba ese hecho bastante obvio.

Durante el resto de aquel día, Jeongyeon insistió en preguntarme si estaba bien, y conforme las horas pasaban, acercándose más al gran día, más difícil era mentir sobre aquella pregunta. En cierto punto, acabé perdiendo la paciencia y empecé a ser grosera, pero no era por mal. Todo lo que quería, realmente, era que me dejara tranquila.

El jardín de la casa de Sun-hee y Juwon estaba hecha una locura. Un camión había traído varias sillas de madera, mesas, encimeras y algunas tablas que ya estaban siendo unidas por algunos hombres desconocidos. Todo estaba más o menos apilado en un rincón, y del otro lado se podía ver hombres montando hierros y desplegando forros blancos, como toldos, haciendo fuerza en todas las direcciones. Momo, Chris, Sana y hasta Juwon, que había faltado deliberadamente al trabajo, estaban ayudando en la disposición. Había tanta gente allí, dentro y fuera de la casa, haciendo tantas cosas diferentes y hablando tantas cosas confusas que empecé a sentirme realmente agitada.

—Eh... ¿Estás bien ahí? –Oí una voz detrás de mí y me giré, encontrándome a Jihyo con una sonrisa simple en la cara llegando a mi lado.

—Nerviosa... —Conseguí pronunciar, recostada en una pilastra mientras asistía toda aquella preparación.

—¿Por qué?

—No sé. –Admití.

—Bueno, es normal estar nerviosa cerca de la boda, incluso sin motivo. Es un día importante.

—Es... Importante... —Balbuceé, tratando de aflojar los nudillos de los dedos. – Sólo espero no despertar ahora. –Jihyo me miró de forma divertida.

—No estás durmiendo.

—No estoy tan segura...

Continuamos en silencio por algún tiempo, viendo a los hombres trabajar. Jeongyeon que estaba recostada en una pared no muy cerca, miraba hacia nuestra dirección siempre que podía, de lejos, dándome espacio. Tal vez tuviera miedo de mí después de la última respuesta que le di.

—Tengo que admitir una cosa. –Jihyo habló otra vez, llamando mi atención. Ella miraba lejos, sin mirarme. – Cuando supe lo que sentía... Traté de hacer que te olvidara.

Aunque no sabía de eso, no fue un choque oír sus palabras. En realidad, sería extraño si ella no lo hubiera intentado, ya que cualquier en su posición haría lo mismo por la mejor amiga que, de repente, decidió enamorarse de una puta.

—Está bien... —Respondí, sin realmente ofenderme. – Pero me alegra que no lo hayas conseguido.

—Yo también. –Ella puntuó, esta vez volviéndose hacia mí. – ¿Sabes el poder que tienes sobre ella, verdad? Sabes que ella come de tu mano, y es por eso que es tan fácil hacerla sufrir.

Sonreí, volviendo a mirar a las personas que trabajaban en el fondo del jardín.

—Ella también tiene un poder un poco extraño sobre mí... Entonces creo que estamos igual.

—Tal vez... —Ella finalizó un poco distraída, siguiendo mi mirada.

Jeongyeon surgió delante de nosotras, y me pregunté cuánto tiempo había tardado en cruzar ese enorme campo y venir a nuestra dirección sin que ninguna de las dos hubiera notado eso.

—Eh, ¿estás bien?

—Jeongyeon, ¿sabes cuántas veces me has preguntado eso hoy? –Respondí tranquilamente.

—Vi a Jihyo hablando contigo... Yo...

La interrumpí, sosteniendo su cuello y dando un beso gentil en sus labios.

—Vamos a hacerlo así: Si siento algo, te digo. Lo prometo. ¿Ok?

—Ok... —Ella respondió aún no muy convencida.

—Sólo estoy un poco nerviosa. Si tan sólo pudiera ocuparme de algo para ayudar...

—De ninguna manera. No vas a hacer ningún esfuerzo.

Jeongyeon era adorable la mayor parte del tiempo, pero a veces era simplemente terca como una mula. Antes de que comenzara a gritar con ella, o lo que era peor, empezara a llorar como una niña contrariada, me giré de espaldas y entré, golpeando el pie y dejando clara mi indignación por estar siendo tratada como una invalida.

Jeongyeon quería que la disposición de la fiesta también fuera una sorpresa para mí, y tal vez hubiera podido escapar y darle una espiada a los fondos del jardín si Chris no estuviera ayudando a su hermana en aquel plan.

Pero, de todos modos, no era exactamente por lo que mi corazón se disparaba todo el tiempo.

—¡Es mañana! –Chris habló en una voz dramática, sacudiendo por el hombro y consiguiendo exactamente lo que quería: ponerme un poquito más desesperada.

—Para con eso, idiota. ¿No estás viendo que ella está nerviosa? –Dahyun dijo en un tono de reprobación.

—Cualquier novia se pone nerviosa en la víspera de la boda, Jabulani.

—Ella está embarazada. –Dun-hee recordó. – No la pongas más ansiosa, Chris. No es bueno.

—Amor... —Jeongyeon comenzó, cerca de mi oreja. – ¿Quieres que nos vayamos a casa?

—¿Qué? –Chris se metió otra vez. – ¿Casa? Jeongyeon, retrasada, ¡mañana vas a estar casada! ¡Tenemos que salir a tu despedida de soltera!

Yo continuaba muda, sólo escuchando a todo el mundo a mí alrededor. Era más sano estar quieta, porque tal vez, en el momento en que abriera la boca, terminaría descontrolándome de verdad.

—¿No crees que quizás sea mejor que Jeongyeon se quede haciendo compañía a Shasha, hijo? –Juwon preguntó, probablemente notando lo extraña que estaba.

—Jeongyeon va a sofocarla por el resto de su vida. ¡Sólo tenemos que celebrar, ya que hoy es el último día! –Él habló animado, volviéndose hacia mí y haciendo una cara de intelectual. – Shasha, no te preocupes. Sólo vamos a fastidiar y pasar la noche con algunas chicas de compañía.

Por alguna razón, eso me hizo reír y hablar por primera vez en mucho tiempo:

—Ella puede beber, pero no va a pasar la noche con una chica de compañía.

—¿Y cómo la señorita tiene tanta certeza de ello? –Chris provocó, levantando una ceja.

—Sólo lo sé. –Hablé, mirando a Jeongyeon y riendo sin querer.

—Ok. –Él dijo, tratando de hacer drama. – Jeongyeon, Momo... Vamos a arreglarnos y joder.

—Hombre... Estoy casada. –Momo concluyó tranquilamente.

—¡Joder! ¡Vamos pronto!

—Ok. –Dahyun habló, sonriente. – Shasha, vamos a divertirnos también.

—¿QUÉ? ¡NINGUNA MALDITA MANERA!

Me asusté con el grito agudo de Jeongyeon.

—Ah, ¿y sólo ustedes pueden aprovechar la noche? –Ella provocó con aire de autoridad.

—¡Si dejo a mi prometida contigo, no me caso mañana!

—No seas tan dramática.

—¡Eso es injusto! ¡Momo está con nosotros, es suficiente para que ustedes sepan que no va a suceder nada demasiado!

—Vaya, me siento muy poco divertida ahora. –Momo habló bajito, y me reí.

—¡Y yo estoy con Shasha! –Dahyun dijo como si fuera un buen argumento.

—¡Maldición! Eso es exactamente por lo que no quiero...

—Jeong, respira. –Jihyo se metió, hablando por primera vez. – Me quedo con ellas.

Ella miró a su hermana, como si la desafiara a convencerme de hacer alguna mierda en presencia de Jihyo.

Se tardó un buen rato hasta que todo el mundo allí convenciera a Jeongyeon de que, por el amor de Dios, no haríamos nada que pudiera acercarse a la palabra "osada". Tanto Dahyun como yo estábamos en etapas de gestación relativamente avanzadas, y si realmente creía que esa charla de beber vodka e ir a un club de mujeres era verdad, Jeongyeon necesitaba tratamiento psiquiátrico urgentemente.

Cuando Chris, Momo y ella estaban listos para salir, me fui a despedir.

—Eh... —La agarré por la chaqueta de cuero que usaba, trayéndola a propósito y hablando en un tono divertido.

—Eh. –Ella respondió, apoyándose en mí y abrazándome con fuerza. – Si te acercas, me quedo.

Sonreí, besándola de manera simple pero provocativa, hablando contra sus labios:

—Recuerda que te casas mañana.

—No lo olvido.

—Ah, sí. No sé cuántas dosis de cualquier cosa tu hermano te hará beber, y no sé a dónde vas. Pero sólo quiero que te acuerdes de mí.

—No te preocupes. Vamos a acabar bebiendo en una discoteca cualquiera. Y, de todos modos, siempre estoy pensando en ti, entonces no hay peligro.

Ella dijo eso con su voz seductora y cariñosa, como una gata mansa, y me sentía un poco inestable.

—Seguro. –Dije, aún contra su boca. – Voy a fingir que no estás fragante y linda, y que no vas a servir de cebo para putas solteras.

—Ya tengo mi puta partícular. –Ella dijo cerca de mi oreja, aún con esa voz de "te—voy—a—chupar—toda" – Y dudo que alguien llegue a sus pies. En cualquier cosa.

No era suficiente cuántas veces usaría esa arma. Esa voz mansa ronroneando cerca de mi cuello diciendo cosas inapropiadas siempre hacía que mi cuerpo se convirtiera en una gelatina gigante.

—No vas a hacer nada, ¿no? –Preguntó de repente. – No oigas a mi hermana. Está loca, y estoy segura de que ninguna idea suya va a ser buena...

—Confía en mí. –Dije de manera sencilla, besándola otra vez. – Dependiendo de la hora que vuelvas, voy a estar en nuestra cama esperando.

Sus ojos brillaron con aquello.

—Acabas de hacer que no quiera ir a ninguna parte.

—¡Carajo, ustedes van a tener que atormentarse por el resto de su vida! –Oímos a Chris gritar del coche. – ¿Alguien puede tirarles un cubo de agua fría?

—No quiero que tu hermano me odie. Vete pronto.

Ella extendió la mano en mi barriga y me besó antes de alejarse, esta vez con una intensidad que tal vez dijera algo como "si no estás despierta cuando vuelva, te voy a despertar a la fuerza."

Al fin y al cabo, todo lo que Jihyo, Dahyun y yo terminamos haciendo se resumió a conversar sobre nuestros embarazos y tomar vitamina de pera durante toda la noche, escuchando música en el sofá de la casa de Jeongyeon, que todavía me obligaba a pensar como "nuestra". Al menos eso había funcionado: Canalizar mis pensamientos hacia otra cosa que no fuera el día siguiente me dejó más tranquila, oyendo con atención toda la experiencia de Jihyo y lo que Dahyun ya tenía para contar también. Era bueno tener algo para hablar con ellas que sirviera como distracción.

Pero mi "despedida de soltera" pasó demasiado rápido. Antes de la medianoche, Jihyo y Dahyun se habían ido –no sin antes cerciorarse de que yo estaba bien. Afortunadamente, toda aquella vitamina de pera con leche me consiguió calmar de alguna manera.

Me tomé un baño y me fui a acostar inmediatamente, deseando que Jeongyeon no estuviera lejos. Ahora, sola, yo empezaba a agitarme de nuevo, y otra vez fui bombardeada con pensamientos relacionados con la boda y todo lo que podría ir mal.

Afortunadamente, el cansancio que mi cuerpo sentía fue mayor que mi nerviosismo, así que me dormí.

El olor de alcohol me sacó de la realidad otra vez, y me pregunté cuánto tiempo había podido dormir. Abrí los ojos un poco desconcertada, y aunque estaba oscuro, la poca iluminación del exterior en el jardín permitió que identificara a Jeongyeon allí, medio encima de mí, besándome tan sutilmente que nuestros labios apenas se tocaban.

—Hmm...

—Mierda... No quería despertarte... —Ella dijo, e inmediatamente identifique su voz arrastrada.

—¿Qué hora es?

—Dos, creo que...

—Estás borracha. –Hablé contra su boca, pasando un brazo alrededor de su cuello.

—Lo sé... —Ella respondió en un tono de disculpas. – ¿Puedo encender la luz?

Abrí mis ojos de una vez en la oscuridad, ahora realmente atenta.

—Ay, Dios mío... ¿Qué fue? –Pregunté, recordando que Jeongyeon borracha siempre resultaba en revelaciones bombásticas.

Ella se estiró, alcanzando la lámpara de la mesita. Me senté recostada en la cabecera de la cama, empezando a ponerme nerviosa otra vez. La miré como si pudiera predecir lo que diría, notando su cabello completamente desordenado y en el olor fuerte de alcohol.

—Desembucha. –Hablé de una vez, sin preocuparme de si estaba siendo grosera o no. Ella me miró sorprendida, tratando de sentarse recta en la cama.

—Yo... Quiero darte una cosa...

Por primera vez, miré sus manos y noté que no estaban vacías. En ellas, había una caja blanca de terciopelo abierto, mostrando un par de pendientes en forma de gotas. Parecían hechos de vidrio. Eran bellísimos, delicados y de apariencia increíblemente valiosa.

La miré otra vez.

—¿Sólo eso?

Ella se sorprendió con mi respuesta, moviéndose en la cama y pareciendo un poco avergonzada.

—Yo... ¿Querías algo más? Podemos comprarlo...

—¡No, no es eso! –Interrumpí tratando de explicarle. – ¿Era eso lo que tenías que mostrarme? ¿No querías decir nada?

—No... Eso es todo...

Suspiré aliviada, ahora permitiéndome analizar la joya que me ofrecía.

—Son preciosas...

—¿Puedes usarlos mañana?

—Claro. – Respondí, cerrando la caja y dándole un beso. Afortunadamente, los pendientes combinaban perfectamente con la gargantilla que formaba parte de mi vestido.

Ella sonrió, aunque sus ojos estaban fuera de foco.

—¡Estás muy borracha! –Bromeé, riéndome de su cara. – Despertaras con una resaca mañana y darás esa excusa para renunciar a casarte...

—Contigo hasta en coma alcohólico. –Ella respondió, besándome de forma apasionada.

—Sería un reto a la hora de responder al "sí" –Jugué bajito, haciéndola acostarse y quitando sus zapatos y pantalones.

—Wow, estás quitando mi ropa... Qué cool.

—Estás muy borracha para follar, guapa.

—Nunca estoy muy borracha para follar contigo. –Jeongyeom concluyó, tirándome hacia arriba.

—¡Tienes que dormir! –Hablé, ya riendo de la situación mientras intentaba sacar su chaqueta. – ¿O realmente olvidaste que te vas a casar mañana?

—¡Por eso mismo! Esta es mi última noche como una mujer libre... Nada más apropiado que follar, ¿no?

¿Cómo podía razonar estando tan borracha?

—¿Follar con tu futura esposa? No hay nada realmente interesante en ello.

—¡Eh! –Empezó, en un tono falsamente irritado. – ¡Escojo con quien voy a follar en mi despedida de soltera! ¡No nos hemos casado y ya quieres mandarme!

Me acerqué a su cara y me froté en ella a propósito.

—Adoras cuando te mando. Sé que eso te excita.

—Y es por eso que quiero follar contigo. –Ella concluyó, con una sonrisa y media borracha en los labios.

De nuevo, no encontré fallas en su lógica.

—Joder. – Hablé para mí misma, hundiéndome en sus brazos y dejando que ella hiciera lo que realmente quisiera conmigo.

***

Me desperté con una canción un poco irritante, y sólo después de mucho tiempo me di cuenta de que pertenecía a mi celular. Era extraño: Yo ya me había desacostumbrado a recibir llamadas.

Miré al lado de Jeongyeon en la cama y me di cuenta de que no estaba allí. Mientras tanto, mi celular vibraba y tocaba escandalosamente sobre la mesita opuesta.

—Hola... —Dije, frotándome los ojos y probando mi voz ronca.

—Mira, si no es la Bella Durmiente. –Dahyun dijo en una voz burlona desde el otro lado. – Dime algo: ¿Aun pretendes casarte hoy?

Me levanté de una vez, siendo sorprendida por las palabras de Dahyun. Desgraciadamente, el movimiento fue demasiado rápido, y al segundo siguiente me senté en la cama otra vez, completamente tonta.

—Wow... ¿Qué hora es? –Pregunté con los ojos cerrados, tratando de calmarme.

—Medio día. Y ahora qué sé que ya estás despierta, voy a ir. Tienes 5 horas para convertirte en la novia más hermosa del mundo, entonces cepilla tus dientes, toma un baño y arréglate en menos de 5 minutos.

Y simplemente, sin decir nada más, colgó.

Intenté ponerme de pie otra vez, feliz de no sentir más esa mareada inicial. Caminé lo más rápido que pude para el baño, cepillando mis dientes sin siquiera mirarme en el espejo y entrando dentro de la ducha de una vez.

Cuando salí, enrollada en la primera toalla que vi, encontré a Dahyun ya sentada en la cama deshecha, mirándome con esos ojitos. Me llevé un susto, pero me recompuse rápidamente.

—Buen día. –Ella habló sonriente.

—¿Por qué no me despertó? ¿Dónde está esa hija de puta?

—En casa de nuestros padres.

—¡Ah, qué bueno que ELLA va a tener tiempo de arreglarse!

—Shasha, respira.

Sólo entonces noté mi estado real de nervios. Si en los días anteriores mi ansiedad llegaba a niveles aterradores, hoy parecía una bomba atómica a punto de estallar.

—Ok... ¿Qué hago? –Pregunté, ya en pánico, esperando que me guiara de alguna manera.

—Primero, cálmate. Después, almorzamos. Y luego empezamos a arreglarnos.

—Seguro. Voy a calmarme...

—Bien. –Ella comenzó, tranquila. – Y respondiendo a tu pregunta anterior, Jeongyeon no te despertó porque dijo que parecías exhausta.

Bueno, yo estaba exhausta. No dormía desde hace muchas horas, ¡pero eso no significaba que lo mejor que tenía que hacer era dejarme dormir más allá de la hora en el día de nuestra boda!

—No pegué los ojos la noche anterior...

—Qué bueno que conseguiste dormir la víspera. Significa que podemos usar menos maquillaje para cubrir las ojeras. Pero, en cambio, vamos a tener que cubrir uno o dos hematomas.

Amplié los ojos hacia ella, buscando ahora en mí alguna mancha morada, pero no encontré nada.

—El lateral de tu cuello. –Ella explicó, pareciendo tranquila y divertida al mismo tiempo. – Sinceramente, mi hermana podría chupar con menos fuerza.

En realidad mataría a Jeongyeon cuando la encontrara.

—Pero no te preocupes. No es nada que no puedas esconder.

Suspiré aliviada, olvidando de avergonzarme.

—¿Estás segura?

—Lo estoy. Ahora, vístete de una vez. Momo está allí abajo preparando el almuerzo. Como despertaste tarde, no va a dar tiempo de disfrutar un desayuno. ¡Almorzamos y después, manos a la obra!

Era bueno que Dahyun estuviera allí. Si no fuera por ella, probablemente acabaría llorando en un rincón, todavía enrollada en la toalla. No sabía si ella ya tenía todo esquematizado y cronometrado dentro de la cabeza, pero su expresión de dueña de la situación fue suficiente para calmarme un poco.

Bajé unos minutos después, vistiendo una chaqueta cualquiera, un pantalón de chándal y mis pantuflas rosa—chicle. Encontré a Dahyun y Momo conversando animadamente en la cocina, discutiendo sobre el almuerzo y los horarios que teníamos que cumplir.

—¿Jeongyeon no va a almorzar aquí? –Pregunté, aunque ya supiera la respuesta.

—No. – Momo respondió, tomando algo de la nevera. – La tradición dice que el novio y en el caso de Jeongyeon, novia, no puede ver a la novia con el vestido antes de la boda, pero creemos que sería mucho más emocionante si no se vieran de ninguna manera.

—Eso es injusto. Ella ya me vio hoy, cuando salió antes de mí. Y no me llamó. –Concluí, haciendo cara enojada.

—No te preocupes, creo que todavía estaba un poco borracha por la mañana. Probablemente su memoria estará afectada.

Para parecer que el tiempo pasaba más despacio, intenté no hablar. Vi a Momo terminar de preparar el almuerzo en silencio, almorzando en silencio y lavé la vajilla en silencio. No sé si ella o Dahyun se preocuparon por mi actitud, pero al menos parecieron compresivos.

Cuando el equipo de maquilladores y peluqueros llegó a las 13:00, continué prácticamente en silencio, diciendo sólo lo necesario, aunque mi corazón ahora golpeara realmente rápido. Eran tres personas, aparentemente de muy buen humor, distribuyendo elogios a los que no podía prestar atención. La agitación dentro de la casa me trajo más cerca de la realidad que insistía en alejar: Las horas estaban pasando, y rápido, haciéndome poco a poco caminar a el momento de la boda.

De mi boda.

Con ella.

—Está bien, así que vamos a aligerar los ojos, como lo hicimos hace unos días, y para resaltar las formas de la cara...

—... Tu pelo es liso de por sí, pero vamos a pasar un cepillo y...

—... ¿Qué crees de esos puntos de luz? Creo que van a coincidir...

—... Uñas en tono claro, ¿verdad? No creo que combine otro color aquí porque...

—... Esa base es de la tonalidad de tu piel. Va a esconder tu "pequeña diversión" en el cuello, no va a ser difícil...

—Claro.

Yo respondía completamente ajena a lo que realmente estaba pasando. Era automático. Si alguien hiciera alguna tontería, Dahyun naturalmente gritar y mandaría a arreglar lo que estaba mal.

Me pidieron mirar hacia arriba, mirar hacia abajo, hacer un pico, inclinar el cuello, bajar la cabeza, cerrar y abrir los ojos, extender las manos y separar los dedos. Hablaron conmigo durante toda aquella tarde, y todo lo que hice, además de obedecer, fue responder cosas como "sí", "aham" y "eso". Dahyun aparecía cada diez minutos, cada vez más producida y maquillada, haciendo cara de "estás quedando hermosa" para mí, y yo sonreía para ella puramente por reflejo.

Me voy a casar en unas horas. En unas pocas horas...

—¿Y entonces? ¿Qué crees?

Parpadeé algunas veces, fijándome en el espejo delante de mí. Él mostraba a una persona muy parecida a mí, pero infinitamente más bonita. Los pómulos de mi cara estaban rojos, los ojos parecían brillantes y delineados, la boca parecía incluso más sensual. La trenza deshilada con cada mechón milimétricamente desordenado me daba una apariencia delicada, pero al mismo tiempo, elegante.

Estaba mucho más bonita que el día de la prueba de maquillaje.

—¿No te gustó? –Dahyun habló otra vez, sacándome del trance.

—¡Me gustó! Está perfecto. –Hablé, mirando a la gente a mí alrededor. – ¡Muchas gracias!

Dahyun y las tres personas desconocidas se rieron después de un breve suspiró, tal vez de alivio al notar que no haría un escándalo y mandaría a rehacer todo el trabajo. Me miré en el espejo otra vez, asegurándome que el descuido de Jeongyeon dejado en mi cuello estaba débilmente camuflado.

–Me olvidé de una cosa... ¿Pueden repetir el maquillaje en mi hematoma? Tengo que pasar algo aquí...

Alcancé mi crema de almendras y pasé una capa fina allí, disculpándome por no haber recordado ese detalle antes. A ellos no parecían importarle, y refirieron el trabajo en el área de mi cuello como si fuera algo fácil.

Cuando mi look estaba oficialmente terminado, miré alrededor buscando a Dahyun exactamente en el momento que ella y la manicura entraban por la puerta otra vez, trayendo en las manos mi vestido con todo el cuidado.

—Hora de arreglarse, novia. –Ella habló de buen humor, y mi corazón dio un salto. No sé si a causa de lo que traía, por la forma en que me llamó, o aún por hacerme notar que nos estábamos aproximando a las 17h de la tarde.

—Arreglarme... —Balbuceé, entre un suspiro y otro. Mi respiración estaba claramente afectada, y como si fuera mágica, un vaso de agua surgió delante de mí.

—Eh, tienes que enfocarte aquí. Si te pones muy nerviosa tendremos que parar para cuidar de ti. –Ella comenzó de manera muy seria, y deseé no ser una embarazada floja e inútil.

—Lo sé...

—Ok, un paso a la vez, y cuando notes, ya vas a entrar a la boda.

—Seguro. –Dije, tratando de parecer dura.

—Seguro. El primer paso es meterte dentro del vestido. Te ayudaremos.

El maquillador se retiró de la habitación, dejando sólo a Dahyun, la peluquera y la manicura ayudándome con el vestido y toda la tarea increíblemente difícil de ponerme dentro de él sin que mi peinado o mi maquillaje fueran estropeados. Al final, por algún milagro, todas las acrobacias parecían funcionar.

Me puse las zapatillas y cuando Dahyun puso mi gargantilla me acordé de los pendientes que Jeongyeon me había dado la noche anterior. Una vez que los coloqué, otra vez como magia, un ramo de camelias surgió delante de mí, con hilos dorados y hojas sueltas y trenzadas. No había visto muchos buques de novias en la vida, pero estaba segura de que ése era uno de los más hermosos que podían existir.

Fui guiada dentro del armario, y cuando me vi en el espejo enorme dentro, suspiré.

No era la novia más interesante del mundo. También no era la más glamorosa, ni la más elegante. Pero estaba, definitivamente, hermosa. Como nunca antes había estado. Tan hermosa que, por primera vez en la vida, tuve una voluntad idiota de tomar una foto de mí misma sólo para guardar el recuerdo y recordar que, un día, estuve con esa apariencia.

—Si quieres saber mi opinión. –Dahyun comenzó, tratando de esquivar el espejo para que sólo mi imagen fuera reflejada. – Creo que eres la novia más linda que he visto.

Es obvio que existían muchas más bonitas que yo, pero aún así el elogio de Dahyun surtió efecto, trayendo algo dentro de mí que no recordaba existiera: Sentía amor propio, sentí mi autoestima ser tocado de alguna forma, incluso discretamente.

—Gracias... —Hablé, sonriendo y tratando de no llorar. – Aunque estés exagerando...

—No lo está.

Me volví a la salida del closet y encontré a Momo recostada en el marco de la puerta, vistiendo un traje negro muy elegante mientras me miraba con una sonrisa en la cara. Verla vestido de esa forma hizo que mi corazón se acelerara otra vez.

—Bueno, de hecho... —Continuó, pareciendo divertida. – Eres la segunda novia más bonita que he visto. La primera se casó conmigo. Espero que no te molestes por la sinceridad.

—Está bien, estoy feliz con el segundo lugar. –Respondí, tratando de sonreír de forma tranquila por la gentileza.

—Solo creo que es un poco peligroso. Jeongyeon puede caer muerta y helada cuando te vea tan hermosa.

—Espero, desde el corazón, no suceda...

—¡Por fin, tengo que arreglarme! –Dahyun interrumpió golpeándose en la propia frente, recordando de repente que todavía vestía las mismas ropas de antes, y salió del armario corriendo.

Me giré para mirarme en el espejo, probando mi respiración y mentalizando cualquier cosa feliz. No tuve el coraje de preguntarle a Momo que horas eran, concentrándome principalmente en quedarme tranquila. Dahyun estaba segura, no podía estar nerviosa de esa manera. No sería nada bueno para el bebé.

Pero cuanto más pensaba en eso, más nerviosa me ponía. Además de estar a punto de casarme, tenía que controlar mis nervios a causa de mi hija, pero era difícil estar tranquila. No era natural de una novia estar tranquila unos minutos antes de la boda, así que sabía que nadie podía exigir eso de mí.

Pero tenía que controlarme.

—¿Estás bien ahí? –Momo preguntó, como si pudiera leer mis pensamientos.

—Nerviosa. –Fue todo lo que dije. Él entendía.

—No lo estés. Nada va a ir mal.

—Créeme, muchas cosas pueden ir mal. –Hablé, de repente pensando en todo lo que podía estropear aquel momento, pero decidiendo verbalizar el más pequeño de mis miedos. – Puedo tropear con el vestido y dar con la nariz en el suelo. Soy así.

—Puede a tu conductor que te asegure.

Estaba, todavía mirando a Momo como si no hubiera dicho nada.

¿Quién me llevaría al altar? ¿Por qué no había pensado en eso antes?

¿Por qué nunca pensaba en nada antes de darme cuenta de que era demasiado tarde para solucionar el problema?

—Momo... ¿Quién...

—No te preocupes. No vas a entrar sola.

De repente, sentí unas ganas casi incontrolables de llorar. Extrañaba a mis padres, y deseé, con toda la fuerza del alma, que ellos estuvieran allí. Aunque fuera para decirme, con la certeza que siempre parecían tener, que yo sería feliz.

A pesar de eso, intenté controlar las lágrimas y parecer fuerte, aunque sólo por fuera. Era un momento muy grande para acumular tristezas e incertidumbres, y yo sabía que necesitaba estar entera para lo que estaba por venir.

Y con el pensamiento de mis padres, deseando que ellos estuvieran presentes incluso en espíritu, me tragué el llanto y respiré hondo, saliendo del armario con la cabeza erguida, sintiendo un coraje que hace pocos segundos no estaba en mí.

***

Llegué a la parte delantera del patio delantero de Sun-hee y Juwon en el coche que Momo conducía. La ceremonia sería al fondo, cerca de la fuente, por lo que no había peligro en ser vista por nadie: todos ya estaban en sus lugares.

Caminé hacia el lado de la casa, siempre mirando el suelo, y los latidos de mi corazón parecían acelerar a cada paso dado. Dahyun caminaba a mi lado, tan hermosa en un vestido largo y rojo que, por un momento, mi brillo de novia se debilito. Pero no me importaba.

—Vean si no es la novia. –Oí a alguien decir, y al levantar la cara, vi a Chris en un traje increíblemente elegante, mirándome con los ojos brillantes y sonriendo de oreja a oreja.

—Hola... —Dije, y mi voz falló. Tal vez no había empleado la fuerza suficiente para emitir algún sonido.

Dahyun y Momo simplemente desaparecieron, y cuando me di cuenta, estaba sola con Chris.

—Bella dama, ¿acepta mi compañía a lo largo del recorrido? –Preguntó en un tono pomposo, extendiendo el brazo y guiñando divertido.

—¿Vas a llevarme? –Conseguí pronunciar, tragando y sintiendo mi garganta cerrada de cinco en cinco segundos.

—Sólo si tú quieres.

Entrelacé mi brazo en el suyo, aún siendo ofrecido y suspiré. Mágicamente, una canción empezó a tocar, e incluso cuando mi corazón estaba casi saliendo por mi boca y no podía prestar atención a nada bien, podía decir que no era la marcha nupcial. Era algo más suave, menos pesado. Era un sonido maravilloso.

—Chris... No me dejes caer.

—No te preocupes, cuñada. Te puedo sostener con dos dedos. –Él habló, riéndose de nuevo y mirando hacia adelante. – A propósito: Estás maravillosa.

No pude responder, ya que mi garganta parecía apretar más cada segundo pasado, pero no parecía estar esperando alguna palabra mía. Cuando empezó a caminar, hice todo lo que podía hacer en aquel momento: lo seguí, al camino que me estaba esperando.

Conforme Chris me iba guiando, las cosas iban vagamente entrando en foco, pero no mucho. No estaba realmente mirando a mí alrededor, y todo lo que tenía noción eran algunas mesas un poco lejos de nosotros, filas de bancos blancos y largos que se acercaban mientras caminábamos y algunas personas, probablemente mirándome. Al frente de aquellos bancos y de esas personas, en el centro, de pie como un sueño perfecto y hermoso de una forma perturbadora, Jeongyeon nos miraba con un vestido blanco maravilloso, parecía una princesa, mi princesa. Ella derrochaba clase y belleza, y aunque mis ojos no funcionaban bien desde lejos, sabía que estaba sonriendo. Simplemente lo sabía.

Apreté el tejido en el brazo de Chris, respirando con un poco más de dificultad. Él me miró de forma disfrazada, sin dejar que nuestra entrada fuera sacudid.

—¿Está bien? –Él habló, inclinándose un poco hacia abajo y hablando cerca de mí. No paramos de caminar en ningún momento.

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar. Tal vez lo que me estaba dejando en aquel estado fuera la expectativa, la anticipación, la demora en llegar pronto al lado de Jeongyeon y oír el "ustedes están casadas". Tal vez era mi miedo de que algo malo, o, quizás, mi miedo a despertar con una sonrisa idiota en la cara y dar de cara con las paredes sucias de mi apartamento, volviendo a la realidad de que nada de eso podía ser real.

Cerré los ojos y me fui en mi camino, pensando y preguntando seriamente en silencio.

Que no despierte ahora... No ahora... No aún.

Sentía a Chris parar a mi lado y mi corazón dio un salto. Cuando conseguí reunir coraje para abrir los ojos, Jeongyeon ya estaba justo delante de mí, con una sonrisa de aliento, el cabello desordenado de una forma hipnótica, mirándome con esos ojos marrones desesperadamente hermosos.

—Cuida de mi hija, o voy detrás de ti y te mato. –Chris habló como payaso, y Jeongyeon soltó una carcajada baja. Deshice el nudo que unía nuestros brazos y sostuve su mano, extendida hacia mí.

No sabía exactamente el motivo, pero estaba siendo tomada por una voluntad repentina de reír, llorar, gritar y agarrarla, todo al mismo tiempo. Su mano estaba caliente cerca de la mía, aunque pareciera temblar un poco. Cerré mis dedos en los suyos con demasiada fuerza, y ella fingió sentir dolor en una mueca sutil.

Jeongyeon se giró hacia adelante todavía mirándome, y de repente noté que había alguien más cerca. El hombre de mediana edad, separado de nosotras por una pequeña mesa de cristal, sonreía de forma simpática, y cuando simplemente empezó a hablar en voz alta, noté que él sería la persona a realizar la boda.

Él habló un montón de cosas, y yo deseaba poder mirarla. Jeongyeon permanecía allí, calentando el lado derecho de mi cuerpo, y me pregunté si ella estaría oyendo una palabra que fuese. No sé si todo no pasó de una impresión, pero la ceremonia pareció muy rápida. Tal vez porque alguien hubiera pedido esto, alegando que toda esa expectativa hasta el "acepto" probablemente no haría muy bien a los nervios de un gestante. Sin embargo, el tiempo pareció alargarse –o mejor, parar –en cierto momento.

—Si alguien está en contra de este matrimonio, que se manifieste y exponga los motivos.

Mi respiración quedó suspendida por unos segundos, esperando y rezando para que aquel tenebroso silencio pasara pronto.

Siempre he encontrado que esa parte del "hable ahora o calle para siempre" no se usaba más. Al parecer, todo lo que hicieron se resumió a cambiar un poco las palabras, pero mantener ese momento angustiante presente.

Tal vez estaba paranoica, pero no pude evitar que mi imaginación fértil trabajaba: Un hombre llamando la atención de invitados, gritando a plenos pulmones que no podía entrar a aquella familia porque mi pasado era demasiado sucio. Beatrice, surgiendo a lo lejos y diciendo a quien quisiera oír que estaba esperando un hijo de mi novia. Y que todavía la amaba.

Estaba a punto de saltar en el cuello de juez de paz y gritar para que él continuara, pero al segundo siguiente, volvió a hablar. Y me sentí muchas toneladas más ligeras, sintiendo la mano de Jeongyeon apretar cuidadosamente la mía.

Ella estaba frente a mí, e instintivamente, hice lo mismo. Chris apareció de repente entregando una cajita a Jeongyeon, entonces ella abrió, revelando allí dentro dos alianzas que serían perfectamente igual si fueran del mismo tamaño.

Jeongyeon tomó la menor alianza y miró profundamente a mis ojos, prometiéndome que sería fiel, que me amaría y que me haría feliz en las palabras formales repetidas del juez de paz. Cuando ella encajó suavemente el aro en mi dedo, sentí un hormigueo bueno y medio caliente empezando de la punta del dedo y subiendo por el resto de mi brazo. Ella me miró otra vez y dio aquella sonrisa torcida, haciéndome poner nerviosa, casi perdiendo el control y agarrándola allí mismo.

Repetimos las mismas palabras que Jeongyeon acababa de decir sin prestar atención a ellas, porque todo lo que ellas juraban ya estaba prometido hace mucho tiempo por mi corazón. Cuando deslicé la alianza mayor en su dedo, contemplé por un momento el aro allí, como si fuera una prueba de que todo lo que estaba sucediendo era realmente real.

El juez de paz dijo algo que resulto en Chris y Jihyo yendo hasta allí para firmar algunos papeles. Pensé que debían ser los testigos del matrimonio. Fue entonces cuando los dos firmaron algunos papeles también, y después de las firmas, cuando tanto Chris y Jihyo ya habían vuelto a sus lugares, el hombre dijo más de media docena de palabras cortas y se quedó en silencio. Sentí la mano caliente de Jeongyeon firme y me giré.

Ella estaba frente a mí, y en aquel momento, todo lo que más quería era ahogarme en aquellos ojos marrones hipnotizantes. Quería perderme en ella, de todas las maneras posibles, y ni sabía lo que esos pensamientos querían decir al final de cuentas. Ella sonrió de nuevo, y de nuevo me sentí más débil, más entregada, más feliz.

Jeongyeon se inclinó hacia mí con mucha clase, y esas fracciones de segundos fueron, sin lugar a dudas, las fracciones de segundos más precisas de toda mi vida hasta entonces.

Todavía no... Que no despierte ahora, todavía no... Por favor...

Ella me besó, y el beso era tan igual a tantos otros que ya habíamos cambiado, y al mismo tiempo tan diferente... Era un acto que sellaba cualquier duda, cualquier problema en el que mi cabeza problemática insistía en pensar. Y aunque no tuviera el derecho de tomar posesión de alguien, esa verdad ahora parpadeaba en luces de neón dentro de mi cabeza.

Ella es mía. Es realmente mía.

—Te amo. –Hablé en un susurro, aún de ojos cerrados, cuando ella se alejó mínimamente de mis labios.

—Yo también te amo. –Ella respondió de forma sencilla, riendo bajito contra mi boca. Fue sólo entonces que el sonido de los aplausos llegó poco a poco a mis oídos, sacándonos de nuestra burbuja y haciéndome completamente consciente, por primera vez, de todas las personas que no asistían allí.

Es verdad. No estábamos solas.

***

La alfombra por la que pasé no era roja, sino blanca. El camino estaba limitado por arreglaos de bambú huecos de altura media, que servían como vasos rústicos para flores blancas. Ellos quedaban al lado de cada banco, y por las matemáticas rápidas que hice mentalmente, había seis o siete filas.

En el otro lado del jardín, cerca de la fuente, algunas mesas redondas y grandes estaban dispersas, mientras que los invitados –casi todos desconocidos para mí –conversaban animadamente, algunos de pie, otros sentados y algunos más bailando al sonido de una banda de tres o cuatro hombres cantando. Comenzaba a anochecer, y el jardín ya estaba iluminado por los varios puntos de luz esparcidos aquí y allá. Reconocí de lejos a Chris y Yuna bailando juntos, como si fueran del mismo tamaño. Sana acompañaba a Jihyo con Hyejoo en su regazo mientras su mujer conversaba con Juwon. Sun-hee hablaba con algunas mujeres y Dahyun estaba comiendo cualquier cosa sentada en una de las mesas, con Momo a su lado. Y Jeongyeon había desaparecido.

Fue cuando miré mi alianza con una sonrisa boba en el rostro que sentí una chaqueta blanca y suave cubrir mis hombros y un abrazo envolver mi cintura por detrás.

—Pareces un sueño. –Ella habló bajito cerca de mi oreja, respirando con fuerza contra ella para que me erizara. – Un sueño muy fragante.

—Mi esposa dejó un chupón en mi cuello. Tuve que pasarme la crema.

—Tu esposa estaba borracha, estoy segura de que no lo hizo por mal. Además, debe ser muy difícil controlarse cerca de ti.

—Bueno, espero que ella por lo menos pueda controlarse en público. –Dije, volviéndome hacia ella y dejando claro que el volumen en su vestido no había pasado desapercibido. – Creo que me casé con una adolescente de 16 años.

Ella continuó mirándome en silencio, sosteniendo el abrigo blanco en mis hombros.

—Creo que eres la cosa más linda que he visto. –Dijo con una voz sexy, pasando el índice por la línea de mi barbilla.

—Creo que aún no te has mirado en el espejo.

Ella gruñó alto, como si acabara de contar una broma realmente buena.

—Eres graciosa. –Ella finalmente dijo, ayudándome a ponerme la chaqueta. Cuando estaba finalmente agasajada, enterré mis dedos en los mechones de su nuca y la besé sin ningún aviso. No era un beso sensual, sino gentil, suave. O, al menos, esa era mi intención antes de que Jeongyeon empezara a agarrarme de una forma un poco inapropiada.

—Va a ser realmente hermoso si uno de los fotógrafos registra ese momento. –Dije bajo contra su boca, tratando de sostener sus brazos.

—Bueno que no fue mamá quien vino a llamarlas aquí. –Chris dijo, saliendo detrás de un arbusto y riendo hecho una niña. – Ella se pondría constreñida.

—Chris, ¿vas a ser siempre mi chaperón? –Jeongyeon habló medio enojada.

—Eh, sólo he venido a llamarlas para algunas fotos. Pueden regresar, después me matan.

—No vamos a volver. –Hablé de forma divertida. – No quiero que mi noche de bodas suceda en el fondo del jardín de sus padres. Vamos.

La tiré de la mano, pero ella continuó parada.

—Necesito un rato aquí. –Ella explico, apuntando hacia su polla.

—Vamos, Nay. Mi hermana tiene que desarmar la tienda.

Después de algún tiempo, Jeongyeon se unió a nosotros otra vez. Recibimos más deseos de felicidad de más personas, todo elogiándome y felicitándome por la "suerte de casarme con una chica tan bonita". Imaginé que gran parte de esas personas eran ejecutivos que ella ya conocía por ser amigos de su padre, y otros debían ser sólo amigos de hace largo tiempo.

Nos tomamos fotos con prácticamente todo el mundo allí, incluso porque no eran tantos invitados así, y cuando anunciaron la hora de cortar el pastel, fui otra vez sorprendida. Sobre la segunda capa adornada con glaseado, vi una miniatura increíblemente bien hecha de mí misma con Jeongyeon. Nuestras facciones eran perfectas, y yo podría incluso haber apreciado más el capricho de la personalización de las novias si todo el mundo no estaba riendo ahora.

La novia estaba embarazada y tenía los ojos en blanco, y la otra novia estaba efusivamente agarrada a su barriga, arrodillaba en el suelo y con cara de pánico.

—¡Quedo muy bien, Chris! –Dahyun habló carcajeando.

—Lo sé. –Él concluyó.

—Váyanse a la mierda. –Jeongyeon dijo fríamente, aunque también se rió.

Una vez que el pastel se había rebanado y servido, empecé a sentir un poco de agotamiento. Toda la carga de emociones por la que yo había pasado durante ese día me estaba cansando. Era como si hubiera nadado durante horas sin parar.

Más fotos, más gente aplaudiendo, más gente bebiendo y más preguntas sobre mi embarazo. Estaba feliz de que todo el mundo estuviera bien allí, pero no quería realmente dar una atención especial a nadie que no fuera Jeongyeon. No era falta de educación, pero yo estaba exhausta y un poco en trance todavía.

—Es una hermosa fiesta. –Dahyun dijo, sentándose a mi lado en una de las sillas libres.

—Sí... Y el mérito es todo suyo. Gracias por todo.

Ella esbozo una sonrisa y agarró mi mano.

—Espero que tú y mi hermana sean felices. Ella merece eso, y tú también.

—Vamos a serlo. –Respondí, sintiendo la certeza en mis propias palabras. Era muy simple: Seríamos felices porque fuimos hechas a la medida una a la otra. No había posibilidad de que no lo seamos. Simplemente no lo había.

Los invitados comenzaron a marcharse poco a poco, ya a esa altura yo misma tenía una leve voluntad de tomar a Jeongyeon de la mano e ir a casa a pie. No sabía qué horas eran, pero pensaba que no era demasiado tarde. Y al final, cuando miré alrededor y sólo vi a Dahyun a mi lado (comiendo su cuarto pedazo de pastel), Chris, Momo, Jeongyeon y Jihyo conversando animadamente y Juwon hablando con los músicos junto a Sun-hee, concluí que la fiesta había llegado al fin.

Y todavía estaba un poco sedada por todo aquello.

Bebí lo que probablemente era mi décimo vaso de jugo de maracuyá, sintiendo un viento fresco y bastante agradable pasar por mi cara. Cerré los ojos y me quedé allí, sentada, callada, haciendo nada más allá de respirar toda la mezcla de perfumes de aquel jardín.

Durante mucho tiempo.

—Hola...

Sonreí sin abrir los ojos. Pocas cosas eran tan buenas como oír su voz de repente al pie de mi oído.

—Hola.

—¿Vamos a casa o prefieres quedarte aquí? – Preguntó de forma irónica, infiltrando los dedos por debajo de mi trenza y haciendo cariño en mi nuca. Mi cabeza se suavizo.

—Si no dejas de hacer esto, prefiero quedarme.

—Puedo hacerlo en nuestra casa también. Bajo el edredón.

—Vamos. – Concluí, levantándome inmediatamente y caminando para despedirme de la gente.

Momo y Chris se pusieron a disposición para llevarnos en coche, pero Jeongyeon dijo que no era necesario, alegando que ella misma iba a manejar uno de los coches de su padre prestado, y entonces entendí que ella no había bebido durante aquella noche.

Afortunadamente el camino entero se resumía dos cuadras. Yo estaba segura de que acabaría durmiéndome si pasaba cinco minutos sentada en el banco suave de aquel coche. Cuando llegamos al jardín mágico de nuestra casa, me apresuré a abrir la puerta del coche, pero fui impedida por el grito de Jeongyeon.

—¡No grites, mierda! –Hablé asustada, golpeándole el hombro. Se limitó a reír.

—¿No conoces una de las principales tradiciones de la boda? ¡El novio lleva a la novia!

—Dentro de casa. –Hablé, escéptica. – Si no lo notaste, todavía no entro.

—La casa está dentro de los límites de aquella puerta de hierro por la que pasamos con el coche.

—Entonces lo hiciste mal de todos modos. Porque yo ya entré y no estoy en tu regazo.

—¡Ah, cállate! –Ella fingió estar enojada y salió, dando la vuelta por delante del coche. Fue mi turno de reírme de su cara.

Jeongyeon abrió la puerta del coche y me cargó en su regazo sin mucha dificultad. Me agarré a su cuello usando el sueño como pretexto, y cuando cruzamos el umbral de la puerta, ella no me soltó.

—Si pisas el borde de mi vestido, va a ser tan divertido... —Hablé riéndome de mí misma mientras ella me llevaba a la habitación.

—Estás estropeando el romanticismo, ¡mierda!

No sabía si era el sueño o la ligereza que sentía, pero todo parecía mucho más divertido de lo normal. Si no estuviera embarazada, consideraría la posibilidad de que Dahyun había colocado algún alucinógeno en mi jugo. Jeongyeon me pareció graciosa por eso, y se reía junto a mí de absolutamente nada en particular.

Ella me colocó sentada en la cama con un cuidado medio exagerado, pidiéndome quedarme allí y esperar que volviera.

—Todas las puertas quedaron abiertas y las luces encendidas. No voy a tardar.

Y diciendo eso, me dio un beso tan suave que apenas pude sentir sus labios tocar los míos. Cuando abrí los ojos otra vez, ya no estaba allí.

Tomé las zapatillas, los pendientes y la gargantilla, me acosté a continuación y mirando el techo. Recordé todo lo que había ocurrido aquella noche: En mi boda perfecta, en mi novia perfecta, en mi nueva familia perfecta. Y según los segundos iban pasando y Jeongyeon no volví a la habitación, me di cuenta de que estaba ansiosa de nuevo. Pero, esta vez, por otra razón.

Yo había follado con Jeongyeon el primer día que nos conocimos. Por supuesto. Además, estaba tan acostumbrada a hacer esto con ella que ya era algo natural como bañarse o algo así. Por eso, aquella ansiedad adolescente que estaba haciendo que las puntas de mis dedos quedaran heladas podía ser considerada, como mínima, idiota.

No era miedo. Y tampoco se trataba de inseguridad. Yo sabía muy bien lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. Pero, de alguna manera, era como si aquella sensación de la expectativa por una primera aproximación me estuviera tomando poco a poco. Era casi la misma sensación de cuando me di cuenta, por primera vez, que estaba enamorada de ella. La diferencia era que, a diferencia de la primera vez, me estaba permitiendo disfrutar de esa sensación.

Era el nerviosismo bueno de una nueva pasión. Sólo que ya estaba enamorada por algún tiempo, entonces no tenía sentido.

—Eres muy extraña... —Hablé en voz alta para mí misma, sonriendo de cualquier manera esparcida en la cama.

Escuché sus pasos subiendo las escaleras otra vez y mi corazón comenzó a golpear muy fuerte. Sonreí otra vez, encontrando gracia en lo que ella me hacía sentir.

—¿Feliz? –Preguntó al ver mi sonrisa tonta, cerrando la puerta y se sentó a mi lado en la cama.

—¿Qué pregunta estúpida es esa? –Pregunté sin dejar de sonreír. – ¡Obvio que lo estoy!

—Has andado mucho con mi hermana. Estás empezando a hablar como ella. –Ella sonrió, pasando el índice por la línea de mi mandíbula. Mi corazón dio dos o tres golpes sordos.

—¿Haces preguntas idiotas y la culpa es de tu hermana? –Pregunté, levantándome y sentándome frente a ella. Yo sabía que acortar el espacio entre nosotras me pondría más nerviosa, pero la sensación era tan buena que lo hice a propósito.

Ella continuó mirándome por tanto tiempo que pensé que quería decir algo. Pero al final del largo silencio, Jeongyeon simplemente agarró con mucha delicadeza mi cuello y tan lentamente como una maravillosa tortura, se inclinó hacia adelante y me besó.

Fue un beso perfecto. Absolutamente perfecto, en todo. Lo suficientemente bueno para mantenerme en un estado de estupor durante un largo tiempo, incluso después de que se acabó.

—Fuiste la primera mujer que besé... —Solté en un tono de voz baja, aún con los ojos cerrados, sintiendo su cara cerca de la mía. No sabía el motivo de haber dicho eso en ese momento, pero tampoco tenía idea de por qué aquella era la primera vez que yo le hacía esa confesión. Pero ahora que el silencio se había instalado en el cuarto, yo comenzaba a sentirme medio... Idiota.

—¿Fui la primera mujer que besaste? –Preguntó, pareciendo sorprendida.

—Lo fuiste...

—¿Esto es enserio?

—No, pensé que sería genial contar una mentira y luego romper el clima. –Hablé burlona.

—¿Por qué nunca... Nunca tuviste un novio o novia más allá de mí?

—No. –Respondí mirando su boca y llegando más cerca de ella instintivamente.

—No creo que tuve que esperar todo este tiempo para saberlo... —Ella puntuó con una sonrisa en la cara, infiltrando los dedos por debajo de mi trenza otra vez y tirándome más cerca. – ¿Por qué nunca me dijiste eso?

—Creo que lo olvidé... —Dije un poco desorientada por la proximidad, y al segundo siguiente, como si no estuviéramos bien en medio de una conversación, la besé distraídamente.

El beso comenzó lento, pero no tardó en convertirse en algo más. Jeongyeon llevó la boca a mi cuello y dejó con la lengua un rastro mojado cerca de mi oreja. Mi cuerpo tembló involuntariamente y otra vez sonrió.

—¿Tienes frío? –Preguntó, y noté que no era una pregunta provocativa, sino verdaderamente ingenua.

—No. –Respondí, volviendo a besarla inmediatamente mientras trabajaba en la cremallera de su vestido.

Cuando la desvestí completamente en la parte superior, dejándola sólo en bóxers, Jeongyeon trazó un camino de besos en mi cuello hasta mi nuca, yendo a sentarse detrás de mí. Su respiración pesada golpeaba directamente en la piel sensible de mi cuello, y era muy difícil parar de temblar. Cuando sentí sus dedos abrir la cremallera de mi vestido despacio, mis músculos se contrajeron todos a la vez, y ella lo notó.

—¿Estás bien?

—Aham.

—Pareces un poco tensa. –Dijo, puntuando la frase con besos en la piel de mi espalda que ahora estaba expuesta. Sentí todos los bellos de mi cuerpo erizarse, y ella lo notó también.

Jeongyeon sonrió contra mi piel y fue sacando el vestido de mí de la forma más gentil y elegante que conseguía. Cuando, al final de cuentas, todo lo que vestía se resumía a unas bragas blancas (porque no tuve tiempo de escoger una cosa más apropiadamente vulgar para la ocasión, ya que aquel día había comenzado con tropezones y tardanzas), ella sonrió otra vez y, me abrazó por detrás. Sólo porque ya se había acostumbrado, sus manos migraron a mi vientre.

—¿De qué estás riendo? –Intenté hablar con una voz firme y fallé vergonzosamente.

—Estás nerviosa.

—¿Y qué tiene eso?

—Nunca te vi nerviosa. –Ella habló tranquilamente, volviendo a besar mi cuello y ronronear allí como una gata mimosa. – ¿Qué tienes?

—No sé. –Respondí la verdad.

—¿Quieres dejarlo para otro día?

—¡NO! –Hablé enfáticamente y me sonrojé enseguida.

—Qué bueno. –Ella concluyó, susurrando al pie de mi oído mientras subía sus manos. – Yo tampoco quiero.

Sus manos recorrían mi cuerpo y me tocaban de la misma forma de siempre, y era gracioso cómo esta vez todo parecía más intenso. Mi piel simplemente se mantenía erizada durante todo el tiempo, como si su toque fuera desconocido. Aunque me sentía un poco inhibida – algo que también nunca había ocurrido – dejé que mi cabeza reposara en su hombro, teniendo acceso a su boca, y la besé apasionadamente. Sus manos parecían tocar en puntos estratégicos, que solían ser tan normales pero que, en aquel momento, parecían mechones desordenados.

Cuando ella volvió a ponerse frente a mí, todo lo que hizo fue mirarme por un largo tiempo mientras jugaba con sus dedos en mi nuca. Las dos nos quedamos en silencio, como si no supiéramos qué hacer a partir de allí, o como si no necesitáramos hacer nada.

—Eres absurdamente hermosa. –Ella habló de repente, sacando algunos mechones de mi cara.

—Mañana me quito el maquillaje. –Bromee, besándola otra vez.

—Vas a seguir absurdamente hermosa mañana. –Ella sonrió, tomando mi mano izquierda y besando mi dedo con la alianza. – Tu belleza no se limita al maquillaje. No se limita ni a tu apariencia. Siempre has sido hermosa, sobre todo en lo que nadie ve.

La miraba como una retrasada, viéndola declararse contra la palma de mi mano. Yo quería responder, pero no lo hice por dos razones: Primero, no sabía qué decir. Segundo: Nada que yo dijese valdría tanto la pena al punto de interrumpirla.

—Aun no creo en la suerte que tuve al encontrarte, y no me conformo por casi haberte dejado ir. Entonces, si aún no te has dado cuenta, déjame avistarte: —Ella se inclinó hacia adelante y recostó la boca en mi oído. – Esto de aquí es para siempre. Y mí "para siempre" no es cómo los de hoy en día, que deciden acabar por pereza. Mi "para siempre" es un poco aburrido, aquel que no se da por vencido.

Ella volvió a mirarme con esos ojos marrones brillantes y hermosos, dando una sonrisa arrebatadoramente a unos centímetros de distancia de mi cara. Yo seguí inmóvil, y aunque no tenía nada de inteligente para decir, hablé de todos modos. O susurré.

—Me gustan los "para siempre" aburridos.

—Entonces realmente combinamos. –Ella dijo, y aunque mis ojos ya estaban cerrados, pude "oír" su sonrisa mientras decía aquello.

Sin esperar mi respuesta –tal vez porque ella había notado que nunca conseguía decir ninguna mierda bien –Jeongyeon me tiró a su regazo y, cuando lo hizo, sentí su miembro ya completamente rígido contra mi vientre. Y entonces, porque las cosas no estaban lo suficiente extrañas, mi cara empezó a hervir.

—¡Te pusiste roja!

—Cállate... —Dije, sonrojándome aún más mientras intentaba tirar de su bóxer debajo de mí.

—¿Fui yo quien hizo eso? –Ella preguntó, pareciendo tan divertida como si estuviese en un parque de diversiones.

—¡Cállate! –Repetí, bajando la cara pero no consiguiendo dejar de sonreír. Estaba sonrojándome como una niñita inexperta, y verla riéndose de mí me estaba dejando aún más avergonzada.

—Te ves aún más hermosa sonrojada... —Ella habló mientras levantaba mi cara con una de sus manos y, con la otra, me tiraba otra vez contra su erección.

Después de un poco de gimnasia y una confusión de manos, acabamos las dos sin ropa. La noche estaba fría, o tal vez fuera mi ansiedad. Jeongyeon parecía tan tranquila como en cualquier otro día, y tuve que concentrarme en el pensamiento de que la extraña en aquella situación era yo. Ella volvió a besarme, y su beso parecía más profundo que nunca. Su boca paseaba sin prisa por mi cara, mi cuello, mis hombros y mis senos, lo suficientemente cómoda para no parar un segundo.

Me estremecí levemente cuando sentí que sus manos me levantaron, pero no dejé que ella lo notara. Jeongyeon se alineó perfectamente en mi entrada y esperó que me moviera, como era de costumbre. Como ya estábamos más acostumbradas a hacer.

Pero no lo conseguí.

Ella me miró otra vez, aún sonriendo. Eso fue suficiente para hacer que me sonrojara otra vez.

—No puedo entrar en ti. –Jeongyeon dijo contra mi cuello, usando su voz más conquistadora. – ¿Qué tal si te relajas?

Su boca comenzó a pasear muy suavemente de un lado a otro en mi cuello, haciendo que me erizara en los lugares donde su piel estuvo en contacto con la mía.

—Sé lo que tengo que hacer. –Repliqué fríamente, tratando de sacar cualquier trazo de ingenuidad en mi voz. Esto sólo parecía divertirla aún más.

—Entonces, ¿por qué no me dejas divertir aquí? –Ella preguntó en medio de risas, deslizando una de las manos en medio de mis piernas y frotando con voluntad no sólo mi clítoris sino toda la entrada.

—Hmm... —Gemí contra la piel de su cara, tratando de dar una respuesta plausible pero no encontré ninguna.

Ella afirmó su pene de nuevo en el lugar correcto, y como la primera vez, apenas empezó a entrar y mi cuerpo ya se había cerrado violentamente contra lo muy poco que ya estaba casi dentro.

—¿Amor, eres virgen? –Ella se burló y yo empecé a reír. – Ven aquí.

Sólo me di cuenta de que ya estaba acostada con la espalda en el colchón al segundo siguiente. Por supuesto, ella sabía muy bien cuál era la mejor manera de dejarme relajada y explotando de tensión. Ella sabía usar aquella maldita lengua muy bien, y después de algunas lamidas y chupadas tan buenas como el paraíso, cualquier virgen frígida estaría loca de ganas de ser embestida por esa erección enorme.

En esa situación, aprovechando todo lo que sus dedos y su lengua alternadamente hacían en mí, con los ojos cerrados y la respiración pesada, fui invadida sin ninguna preparación o advertencia.

Respiré profundamente, agarrando la almohada debajo de mi cabeza y haciendo fuerza para no gemir alto. Jeongyeon esperó un poco para moverse, mirándome para asegurarse de que no me había lastimado. Hice lo posible para informarle que estaba bien. Genial, por cierto.

Ella entonces se movió, ondulándose entre mis piernas de esa manera increíble que ella sabía hacer tan bien. Cuando sus manos se detuvieron en mi cintura y levantaron mis caderas, noté la alianza dorada que brillaba en su dedo y, por algún motivo, pareció diez veces más follable.

Y era claro que las putas sueltas por ahí también la encontrarían así. Pero no había ningún problema: Iría tras ellas y las degollaría en caso de que se metieran con mi mujer.

Mía.

Cuando las embestidas se volvieron más rápidas y profundas, me cansé de tragarme los gemidos y comencé a hacer ruido de verdad, no importándome momento alguno si estaba haciendo un escándalo. Porque a Jeongyeon parecía estarle gustando bastante los ruidos que hacía, escandalosos o no.

Después de ir a parar en su regazo una vez más, dicté el ritmo de la follada por el resto de la noche. Logré controlar nuestros orgasmos por un tiempo bastante grande, ya que ambas llegamos a nuestros límites con frecuencia. Cuando nos permití llegar al clímax juntas, por segunda vez, las sábanas ya estaban desordenadas que parecían haber servido de escenario para una lucha. Estaba cansada, sudada, probablemente descabellada y con el maquillaje corrido. Jeongyeon continuaba como una semi—diosa, fragante y hermosa como siempre.

Creo que me dormí en su regazo, sentada, mientras intentaba recuperar la respiración constante. El agotamiento me había noqueado, pero sólo noqueada en sus brazos, ya estaba bien. Ella cuidaría de mí, y yo confiaba en eso con toda la fuerza del alma.

Por lo menos mientras ese sueño durara, yo estaría bien.

Que no despierte nunca... Nunca.

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