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10

Nayeon POV.

No sabía en qué momento había dejado de soñar y finalmente entré en la zona confusa y nebulosa que antecede a la conciencia. Mis ojos se mantuvieron cerrados. Me estaba permitiendo sentir la realidad otra vez, tal vez un poco cambiada por el sueño que aún parpadeaba dentro de mi cabeza.

—Te amo. —Dijo, y luego un millón de mariposas comenzaron a volar dentro de mi estómago. Estaba muy tranquila, saboreando la sensación de las alas, deseando más que nada creer en veracidad esas palabras. La alegría empezó a llenarme por completo, pero luego todo se volvió de repente extraño porque en sus ojos pude ver un rastro de confusión y duda.

Me tragué la sonrisa, mientras sentía mi cabeza pesar toneladas. Se me quedó mirando, pareciendo estable y sosteniendo sus palabras, pero sus ojos no fueron convincentes.

—¿Estás segura?

Oí una voz y la pregunta me hizo daño, y me sorprendió encontrar que esa era mi propia voz, emitida sin siquiera mover los labios. Aun así, esperé su respuesta. Por un tiempo. Durante unos segundos. Durante varios segundos.

Ella no respondió, y en su lugar siguió mirándome con ojos inciertos.

Sentí un fuerte dolor de ver que ahora, fuera de toda duda, había un rastro inconfundible de vergüenza en el perfecto marrón. Las dos nos quedamos en silencio. Ella no sabe cómo decir la verdad –que era errónea, no era amor lo que sentía –y yo tratando de hacer frente al dolor al pecho insoportable -la esperanza me dejo en un latido del corazón.

El dolor era tan fuerte. Insoportable.

Entonces me desperté.

Ahora, con los ojos cerrados, respiré profundamente, sintiendo la angustia desgarradora dejando mi alma lentamente. Sólo había sido una pesadilla, y aunque no quería decir necesariamente que era sólo mi imaginación, pude sentirme un poco más viva.

De repente, me vi fuertemente afectada por la cuestión de cuándo exactamente mi sueño y mi realidad se combinaron. Estaba despierta, pero ¿desde cuándo había soñado con Jeongyeon? ¿Hace unos minutos? ¿Desde que había dejado mi apartamento? ¿Desde la noche en que había regresado a la calle? Tal vez sólo había aparecido en sueños, entonces nuestro reencuentro no era real. Tal vez ahora tenía que volver a mi antigua vida, en el que cada día reúno fuerza sólo para seguir un poco más.

Con un poco más de miedo del que quiero admitir, abrí los ojos lentamente, poco a poco acostumbrándome a la penumbra del lugar y la disposición de los muebles y objetos que me rodean. Era la misma habitación presente en el sueño que había tenido con Jeongyeon, donde me había encontrado, me había decidido confesarle mis sentimientos, dormimos juntas, ella me llevó a vivir a su casa, y finalmente, se me había declarado también.

Así que tal vez incluso ha sucedido.

Mi mano pesaba libremente hacia el lado derecho de mi cuerpo, que me hizo pensar que tal vez yo estaba en el borde de la cama, a punto de resbalar. Miré hacia abajo y me di cuenta de que tenía razón.

Me giré lentamente hacia el lado opuesto y me encontré con Jeongyeon, todavía inconsciente, tan cerca de mí que sólo mi mitad de la cama estaba ocupada por las dos, su cabeza en mi propia almohada, su lado completamente olvidado en el enorme espacio vació del colchón. Nuestras narices no se tocaban por una distancia mínima.

Ella dormía profundamente, la expiración y la inspiración era perfecta, profunda e hipnótica. Su expresión era serena, uno de sus brazos relajados en mi vientre. La miré por un tiempo, sin querer pensar acerca de lo que ya estaba pensando.

Estaba convencida de que mi sueño no había sido inconscientemente. No es que no quiera crear esperanzas, estaba convencida de que la declaración de la noche anterior no pudo ser tomada enserio.

No es que ella haya mentido. Pude ver de primera mano la intención de cada palabra que había dicho.

Pero no ayudaba a pensar que, en lugar de mentir, no estaba más que confundida.

Por mi propia salud mental, tuve que colocar orden en algunos puntos: Jeongyeon no me ama. A pesar de que parece haber sido sincera, antes o después de perder la razón y de que iba a ver lo que estaba mal. No siente por mí lo que sentía por ella. A lo mucho, algún interés, carnal mezclado con un sentimiento de culpa y un poco distorsionada, con cierta exageración. NO tenía sentido que se enamorara de mí.

Jeongyeon podría tener a cualquier persona que quisiera, en cualquier momento. Tal vez todas ellas a la vez.

Cuando finalmente se diera cuenta de esos hechos, iba a terminar en la mierda de nuevo, tener un solo "lo siento" para consolarme.

Su sueño tranquilo fue interrumpido por una respiración profunda. Su brazo cayó de mi vientre y se volvió a un lado, ahora ocupando todo el espacio vacío a su lado de la cama. Me quedé mirándola, tratando de imaginar cómo debería actuar, qué es exactamente lo que debería hacer. No podía llegar a ninguna conclusión, porque mientras mi lado racional –y sensato –me dijo que saliera de allí tan pronto como sea posible y reanudara mi antigua vida, lo único que me dio más confianza acerca de algo, mi completamente enamorada y lado ingenuo me mantuvo allí, diciendo que de alguna manera las cosas funcionarían sin que tuviera que salir de nuevo.

Pero, ¿cómo esta situación podría resolverse? Las cosas iban a salir mal, así como la primera vez que nuestras vidas se encontraron.

Y al igual que la primera vez, me encontrare a mí misma atada, no dejando nada más que esperar todo el colapso de nuevo.

***

Me levanté con cuidado, no queriendo que Jeongyeon sintiera algo del cambio y se despertara.

No quiero hacer frente a la misteriosa relación que surge entre nosotras a partir de ese día. No quería ver en sus ojos dudas que sabía tarde o temprano emergerían. No quería hacerle frente y sentir miedo de perder lo que en realidad nunca tuve.

Me levanté y tomé las bragas y la chaqueta que estuvieron en mi cuerpo por lo menos durante unos minutos la noche anterior. Tomando un último vistazo para ver si todavía estaba dormida, salí y cerré la puerta detrás de mí.

Me dirigí a la habitación donde mis pertenencias todavía estaban guardadas. Me puse a buscar unos cómodos pantalones cortos y una ropa interior limpia, dictaminando que llevaba la bolsa con la ropa sucia. También tomé mi cepillo de dientes y me dirigí al baño de esa habitación, feliz de no tener que usar la habitación donde dormía Jeongyeon y el riesgo de despertarla.

Tomé una larga ducha, sintiendo el agradable aroma del jabón y del champú caro que estaban allí. Me lavé los dientes y me peiné, tratando de ignorar mis contusiones ahora más visibles. Aun así, sabía que esa vez había sido más sutil que la anterior, porque sentía menos dolor y no vi ninguna nueva marca en el cuerpo. Todos los que estaban allí los había hecho Jeongyeon en la noche de nuestro reencuentro.

No quería sentir que era mal educada o abusadora de cualquier manera, pero el hecho era que estaba locamente hambrienta. Durante mucho tiempo, mi poder se vio socavado por mi estado vegetativo, pero eran casi las últimas horas de ayuno que hizo que mi estómago estuviera casi en auto-digestión.

No tratando de perder mucho el tiempo, sólo me serví un vaso de leche y un sándwich hecho que consiste en pan, mantequilla y pechuga de pavo. Cuando termine el desayuno, me di cuenta de que ni la mitad de mi hambre fue saciada, pero al menos no me desmayaría por falta de minerales en el cuerpo.

Lavé los platos usados y regresé a la habitación de invitados, finalmente, planificando que haría, al menos por ahora. Coloqué todas las bolsas y maletas en la cama y las abrí, revelando todas las cosas que traje.

Empecé con la bolsa más grande, sacando algo de ropa doblada y separando uno por uno en dos montones: La ropa que usaba, y la que no usaría más. No que no supiera que sucedería conmigo a partir de ese momento, pero vamos a aprovechar esta opción de que pueda que ya no tenga que usar alguna de esas piezas, que a menudo tenía que usar para el "trabajo".

Jeongyeon me había dicho que iba a vivir con ella. El problema era que esperaba el día que se arrepintiera y decidiera darse cuenta de que en realidad, no era una buena idea por lo que esa ropa ahora formaba una pila de ropa vulgar e inapropiado, incluyendo ropa interior, esos no serían descartados exactamente.

Sólo serían almacenados en la parte inferior de cualquier bolsa.

Una vez más, me acordé de la noche anterior. Sus palabras tan sinceras, sus declaraciones parecieron ser tan ciertas, mi corazón se llenó de una alegría tranquila de nuevo. Pero yo estaba escéptica cuando, incluso sin creer sus palabras me hacían daño, pero, empezaba a alimentar una casi segura de que algún día se daría cuenta de que nunca había dejado de ser sólo una chica de compañía.

Había terminado mi tarea. Era difícil separar todo lo que un día odiaba a mi ropa casual, y en el fondo sentí un leve alivio pero innegable de dejar lo que no me encaja en el rincón más oscuro y olvidado de la habitación de invitados. Por solicitud de Jeongyeon no usaría nada más que sería sólo el gatillo, ella tenía la misma actitud de olvidar todo lo que formaba parte de lo más desagradable en mi vida.

No había manera de no ver esas cosas como una especie de uniforme, por lo que era obvio que ambas nos pusimos de acuerdo con la decisión de dejar en el pasado todo lo que le pertenecía.

***

Ahora, sin saber qué hacer, me quedé mirando el techo de la habitación, sin intereses, acostada de espaldas en la cama, tratando de poner mis pensamientos en orden. Me preguntaba cuánto tiempo estaríamos en silencio, evitando las miradas y toques, como si eso podría evitar la carga de sensaciones que viajaban entre nosotras. Incluso cuando estaríamos en diferentes habitaciones para evitar la presencia de una de la otra, incluso cuando esta relación –sea lo que sea, no podría decirlo –llevaría a cabo ninguna comodidad entre ambas partes.

Debería irme... Esta situación no va a mejorar... Todo es muy extraño entre nosotras no podemos cambiarlo...

—Permiso...

Miré inmediatamente a la puerta, que ahora estaba abierta revelando un poco del pasillo detrás del cuerpo de Jeongyeon.

La miré, mi corazón de repente salto nervioso, esperando lo que tenía para decir.

—Preparé el desayuno para nosotras.

Ah. Eso.

—Ya comí... —Tuve que confesar, sin saber si la miraba a los ojos o miraba hacia otro lado. — Me desperté muy hambrienta, así que intenté comer algo. En ese momento haciéndolo sin tu consentimiento...

—No te disculpes. —Habló con frialdad. — Eres libre de hacer lo que quieras en esta casa.

—Es tu casa, no tenía derecho a...

—¡Es tu casa también! ¡Puedes mover lo que quieras!

Parecía molesta por mis disculpas, no tenían ningún sentido para mí. Aún así, pensé que era mejor no desafiarla, porque Jeongyeon parecía gritar para probar su punto.

Era como si mis palabras la hubieran molestado, e incluso sabiendo que estaba haciendo mal.

Me quedé en silencio, esperando que hablara primero.

—¿Qué comiste?

—Un sándwich.

Ella suspiró, pasándose las manos por el cabello y agitándolos más. Me relajé un poco viendo que ahora estaba más tranquila.

—No has comido prácticamente nada en las últimas horas. Quería que probaras lo que he preparado.

Me quedé mirándola, siendo hipnotizada por el cambio de tono en su voz. No sabía si era incluso bipolar o simplemente perdió los estribos en un punto para el momento siguiente, trate de mirarla suave.

—¿Por favor? —Dijo, y yo podría estarme volviendo loca, pero juró que había visto un "puchero" en el "por favoooor."

Así que, por primera vez, y yo no sabía exactamente porque había tardado tanto en darme cuenta, me di cuenta de que su boca era simplemente hermosa.

Hermosa. Para morir.

Todavía estoy hambrienta. Jeongyeon está haciendo mi mañana, pidiéndome de favor que probara lo que había preparado.

Me levanté lentamente, el proceso de peinar con los dedos el cabello todavía húmedo. Ella suspiró audiblemente, luego sonrió, sin dejar de mirarme, una sonrisa tímida pero sincera. Era como si cada pequeña cosa que me convenciera de hacer era algo digno de ganar un trofeo o algo así. Así que casi, casi le devuelvo la sonrisa, pero me quedé seria recordando que a pesar de que parecía querer convencernos de lo contrario, no todo estaba bien.

Entramos en la cocina y me senté en la silla de la mesa cuadrada y sin esperar una invitación. Ella no pareció molestarse, fue detrás del mostrador y preparo los platos.

Cuando regresó, llevaba en una mano una jarra con jugo de fresa y en el otro un plato de huevos revueltos, tostadas, salchichas, queso y, al parecer, salsa a base de hierbas.

El maravilloso olor de toda esa mezcla me hizo sentir el peso del hambre en el estómago de nuevo, pero aún así trate de parecer indiferente.

Se sentó frente a mí, y luego me miró. Esto causó un escalofrío recorrer mi cuerpo de arriba abajo, después, me imaginé lo bueno que sería cuando finalmente me acostumbre a su mirada y le permita tener este tipo de reacción.

—¿Dónde está tu plato? —Dije, queriendo cortar el silencio, tal vez para deshacerme de mi nerviosismo.

—Ya comí. Mientras preparaba el desayuno. —Ella dijo, muy natural. — Pellizqué algunas cosas.

Me quedé mirándola, diciéndole que debe comer bien, porque estaba mucho más delgada de lo que solía ser. Aún así, me quedé en silencio, tratando de mantener su mirada. Me imaginé que tal vez ella estaba esperando que me sirviera algo en el plato delante de mí, pero definitivamente no quería que me estuviera mirando mientras devoraba como un hombre de las cavernas todo hambriento lo que había preparado para mí.

—Necesito una opinión. Nunca he cocinado para cualquier persona, por lo que tal vez me puedas decir si lo hago bien...

Jeongyeon era el tipo de persona que parecía saber cómo hacer todo bien, a partir de actos acrobáticos hasta alimentos. Como si esto no fuera suficiente, también se incluye el hecho de que el desayuno que había preparado olía simplemente divino. Además, como una amante de la buena comida, tuve la convicción de que si ella se había propuesto cocinar, entonces era porque sabía. Por lo que incluso no necesitaba un bocado de huevos o salchichas para decir que era bueno.

Pero por alguna razón, parecía importante para ella. Aunque no me gustara tener que hacer eso mientras me observaba, tomé en la boca una buena cantidad de lo que estaba en mi plato, mientras me miraba como uno espera el resultado de una prueba de embarazo. Estuve masticando con exagerada lentitud, y de alguna manera me divertía con su preocupación y su aire tenso. Nunca había visto este lado irónicamente dependiente e inseguro de Jeongyeon.

—Una delicia. —Finalmente dije, decidiendo que era hora de dejar de torturarla.

Ella sonrió, con una amplia sonrisa hermosa y absurda, una sonrisa de alivio y alegría.

Estaba un poco distraída mirando la luz que trajo su sonrisa al entorno de repente, y quería devolverla. Pero, de nuevo, al igual que antes, me obligué a mantenerme seria.

Un bocado tras otro, estaba terminado mi desayuno enorme con Jeongyeon ante mí, analizando cada movimiento con una media sonrisa en su rostro. Traté de ignorar su presencia, pero ella no se fue, siempre echando más jugo cuando mi copa se vaciaba o cuando quería hacerlo, suspiré por alguna razón.

—¿Quieres más? —Preguntó cuando puse el último trozo de salchicha en mi boca.

—No, estoy satisfecha, gracias.

Ella siguió mirándome, sonriendo de una manera discreta, y luego me pregunte dónde estaba esa actitud fría de los dos días anteriores.

Jeongyeon ahora parecía casi inofensiva, alguien exactamente dulce y amable que sólo sonreía de una manera tan simple para mí. Y luego, yo no entendía nada.

—Vamos a salir hoy. ¿Está bien?

La miré por un momento, preguntándome mentalmente a donde quería llevarme.

—¿Por qué?

—Bueno... Yo pensé que podríamos tener el almuerzo en algún lugar, y luego hacer algunas compras.

No contesté, tratando de entender a qué tipo de tienda a Jeongyeon le gustaría entrar conmigo. Como si comprendiera mi pregunta, se apresuró a explicar.

—Necesitas ropa nueva.

La ropa. Era eso. Quería comprar ropa para mí.

Tal vez eso era normal en la relación de una pareja –y aquí me obligué a pensar de esa manera, sólo para completar la idea –pero dejarla hacerlo, ¿dejare que compré todo para mí a partir de ahora? ¿Ella me apoyaba?

—No quiero que compres esas cosas para mí. —Hablé antes de darme cuenta que había cometido un comunicado.

Vi su sonrisa dejar su rostro convirtiéndose lentamente en una expresión de malestar.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que me mantengas. Eso me hace sentir mal. E inútil.

Ahora me quedé mirando el plato vacío, evitando su mirada. Se quedo un rato en silencio, hablando de nuevo.

—Te estoy apoyando.

—¿Así lo llamas, entonces? Por favor, haces que viva aquí, compras ropa para mí, me llevas a comer y pagas todos los gastos que doy.

Me di la vuelta para mirarla, luego vi en sus ojos la intensidad que sólo podía notar cuando se llenaban con un poco de emoción. Su postura era más firme, pero no fría. Parecía bastante enojada, triste por mis palabras.

—Estoy haciendo lo que una persona hace cuando quiere a otra. Estoy haciendo lo que tu padre hizo con tu madre. No te estoy manteniendo. Estoy cuidando de ti.

Pensé en alguna respuesta inteligente, pero no la conseguí. Ella usó un imposible ejemplo de refutar, porque la verdad era absoluta.

Mi padre no mantenía a mi madre, nunca lo había sido. Él la cuidaba, la protegió, y estaba bastante claro que no era algo que él tomó como una obligación, sino que fue simplemente porque la amaba. Y si lo que Jeongyeon estaba haciendo era algo realmente comparable a eso, no había manera de refutarlo.

Incluso podría sentirme halagada, feliz, protegida. Pero de alguna manera, todavía me sentía mal. Probablemente porque lo que teníamos no era una relación dentro de los estándares, como mis padres. Lo que teníamos era diferente, y el hecho de que esta relación se ha basado en Jeongyeon siempre pagando por mi compañía puede contribuir hacer que me sienta comprada con cada pequeño detalle.

—Aún así. —Empecé un poco aturdida, girando para evitar su mirada. — Prefiero pagar por mis cosas...

—Te quiero dar un regalo.

Cerré los ojos, tratando de mantener la conversación en un nivel de tranquilidad sin gritos o palabras groseras.

Mi concentración fue sacudida por su teléfono.

Cuando abrí los ojos de nuevo, ella había estado hablando en la habitación con alguien. No podía oír lo que decía, sólo palabras de ahogadas, sino por la forma que hablaba, parecía ser con una mujer.

Cuando finalmente colgó y volvió a la cocina mirándome de nuevo.

—Conocerás a una amiga mía. Ella viene aquí en breve.

***

Así que me gustaría conocer a Jihyo.

Por lo poco que oí, me pareció una buena mujer. Esencialmente buena. Cuando recordé, que durante la crisis de Jeongyeon, estuvo dispuesta a ayudarla. Gracias a ella, Jeongyeon estaba fuera de una depresión profunda, y con su ayuda Jeongyeon se había reconstruido. En cierto modo, me gustaba por sólo por ayudarla y preocuparse por ella. Irónicamente, era precisamente porque se preocupaba por Jeongyeon que Jihyo probablemente no gustaría de mí.

Ella le había contado todo a Jihyo, y era todo el hecho de que era una prostituta por la cual pago un par de noches. Era obvio que a Jihyo debía encontrarla idiota por dejarme vivir allí, y era igualmente obvio que me juzgaría en cuanto pusiera los ojos en mí. Lo peor de todo era que no podría incluso culparla.

Yo también juzgaría a cualquier prostituta en caso de que estuviese aprovechándose de un momento de confusión de mi mejor amiga. También la odiaría por continuar a su lado, porque al final de todo mi mejor amiga merecía a alguien mejor. Rogaría para que simplemente despareciera de su vida, haciendo un gran favor al dejarla vivir su vida con quien lo merecía.

Pero no podía dejarla. No ahora, no cuando la necesitaba tanto.

Todavía no.

Así eso, tendría que enfrentar aquella situación, tendría que enfrentar la forma en la que Jihyo lidiaría conmigo. Yo era una extraña allí, entonces nada más normal que ser juzgada en todos los aspectos. Eso no mejoró en absoluto mi nerviosismo, entonces, por tercera vez, me lavé la cara en el baño de invitados, mirándome en el espejo como quien busca un poco de fuerza, algo de ánimo. Pero la expectativa de lidiar con una mejor amiga furiosa no estaba en mis planes del día, y ser tomada por sorpresa no era mi especialidad.

Me limpié la cara y opté por usar un vestido rojo simple de mangas largas que tenía, y ponerme un par de pendientes y pulseras de perlas que eran obviamente falsas. Me puse tacones, pero no altos.

Sin saber cómo proceder en esa situación, cerré la puerta detrás de mí y me dirigí a la habitación. Jeongyeon dijo que llegaría en cuestión de minutos, y sólo quería que nos conociéramos. Me preguntaba en silencio, si en una situación hipotética donde Jihyo se fuera contra mí con insultos y verdades inconvenientes, Jeongyeon me defendería, colocándose contra una persona que conocía de más tiempo. Un poco más que eso, algo egoísta y mezquino dentro de mí hizo que me preguntara a quien escogería, si tuviese que hacerlo: Jihyo o yo.

De todos modos, darme cuenta de la triste respuesta de esa pregunta hizo que lo pagará con el precio de mi egoísmo.

Llegué a la sala e inmediatamente me di cuenta de que no podía permitirme el lujo de cualquier tipo de preparación, porque ya sentada con un vaso de agua en la mano, estaba una mujer rubia con el cabello corto, ojos color marrón oscuro que llegaban a negros, un aura angelical brillante y de gran belleza.

A su lado, de pie, Jeongyeon parecía no saber bien si caminada o se quedaba parada en el mismo lugar.

Jihyo me miraba con una expresión indescifrable. No era una postura confortante o amigable de ninguna forma, pero tampoco era acusatoria u hostil. Ella simplemente estaba aceptando mi presencia allí, por ahora sin hacer juzgamientos.

Sería bastante agradable si nuestro encuentro se resumiera a eso, pero infelizmente ella al parecer, después de unos segundos, se dio cuenta de los hematomas, y entonces vi su expresión de shock casi disfrazada con un semblante bondadoso. Eso no quito de forma alguna, su belleza.

—Un placer... —Mi reciente manía en hablar simplemente para intentar disminuir el tiempo de un silencio incómodo estaba huyendo de mi control, pero no me importaba.

Ahora, extendí mi mano y esperé que ella la tomara.

Jihyo se levantó con calma, extendiendo la mano en respuesta sosteniendo la mía, sacudiéndola con suavidad. El apretón no era fuerte, pero si firme. La actitud de una dama, de una mujer definitivamente segura.

—Hola.

No esperaba que dijera que sentía un placer conocerme. Jihyo no parecía ser el tipo de mujer falsa o que mentía sin ningún motivo aparente, entonces era exactamente ese tipo de respuesta lo que esperaba de ella.

Lo que no esperaba era sentirme tan increíblemente intimidada por ella, aunque era más baja que yo. Tal vez fuese por su postura firme o por su belleza, que hacía que mi auto-estima quisiera cometer suicidio.

—Eres linda.

El sonido de mi propia voz resonó de nuevo, y por la risa baja de Jeongyeon, había hecho eco fuera de mi cabeza. Entonces había dicho aquello en voz alta, sin ningún motivo aparente, sin ninguna explicación. Ni siquiera encajaba en ese momento, pero por alguna razón que sólo Dios sabrá, pronuncié esas palabras, y me preguntaba si ella me encontraría forzadamente simpática o algún tipo de aduladora.

Todo en ella parecía ser fuerte, y tuve la impresión sobre todo por la mirada que sostenía cuando me miraba. Sus ojos se mantuvieron estables, manteniendo una conexión directa con la mía, y si yo fuera un poco más paranoica podría decir que Jihyo intentaba leerme, revelar mis supuestas mentiras y analizarme, asegurándose de cuan bueno o malo era estar cerca de Jeongyeon.

—Gracias. —Ella finalmente habló, y como si estuviera terminando la "lectura", sus ojos parecieron suavizarse un poco, casi imperceptiblemente, pero se mantuvieron directamente conectados con los míos. — Me llamo Jihyo. ¿Eres Nayeon, no?

—Shasha. —Apresure en corregirla. — Llámame Shasha.

—¡Hey!

Jeongyeon finalmente dio una señal de vida, interactuando con nosotras por primera vez. Jihyo yo la miramos al mismo tiempo, tratando de comprender la razón de su exclamación. Parecía indignada conmigo, mirándome con una mirada de "¿cómo has podido?"

—¡Pensé que sólo las personas más cercanas a ti pueden llamarte así!

Jihyo giró los ojos casi teatralmente.

—No seas mimada, Jeongyeon. Ella se presenta como quiera.

—¡Se presentó conmigo como Nayeon! ¡Tuve que pedir llamarla de otra manera!

La miré en silencio, sin saber cómo responder a eso. Si mis ojos conseguían trasmitirle lo que quería, Jeongyeon recuerda la ocasión de cómo nos conocimos, entendiendo que no podría haberme presentado de otra forma, y se callaría instantáneamente, evitando una limitación importante entre nosotras. No sé si me entendió, pero pareció dejar el asunto a un lado momentáneamente mientras que todavía me miraba con una expresión genuinamente ofendida.

¿De verdad estaba molesta conmigo por eso?

—Está bien. Discutan sus términos de exclusividades después, porque dentro de una hora tengo que estar de vuelta con mi familia.

—Cierto. —Ella dijo, desviando su mirada de mí a Jihyo. — Yo la llamo Nayeonni, entonces no hay problema si la llamas Shasha, fin. — Ella dijo con una sonrisa satisfecha.

—Está bien, Jeongyeon. —Jihyo dijo revirando los ojos.

—Entonces, ¿qué sugieres? —Jeongyeon dijo cambiando el tema.

—Como sé que vas a terminar pagando, incluso si te amenazo de muerte, queda a tu elección.

—Perfecto. —Finalizo Jeongyeon, ya tomando sus llaves y colocándolas en su bolsa, mientras Jihyo colocaba su bolsa en el hombro. Cuando vino a mí, deteniendo a unos pies delante de mí y hablando bajo y pausadamente, como quien hablar con un enfermo en estado terminal, por un momento volví a recordar nuestra actual dificultad de comunicarnos.

—Vamos a almorzar. Necesito conversar con Jihyo sobre algunas cosas de la empresa. Sé que tiene poco que desayunaste, pero te voy a pedir que vengas con nosotras.

Sentí el tacto de su mano en la mía, y al instante fui golpeada por la corriente eléctrica establecida entre nuestras pieles. Si no fuera por la mujer que estaba en la puerta esperando por nosotras dos, ya me hubiera entregado a Jeongyeon, así de fácil. Por lo que fue otra razón por la que estaba agradecida con Jihyo.

***

El viaje al restaurante fue tranquilo. Por un momento, llegué a pensar que Jeongyeon iba a preguntarme lo que pensaba de mi nueva conocida, que nos seguía en su carro detrás, pero no lo hizo. Por lo tanto, el corto viaje fue como los tradicionales viajes que acostumbrábamos a hacer: sin cualquier tipo de comunicación, que a su vez me hizo recordar de nuestra situación actual como una "pareja."

Una pareja de desconocidas. Desconocidas, tal vez. Nada más que eso.

Llegamos al restaurante al cual no le di mucha atención hasta que entré. En el momento en que atravesé la puerta, me di cuenta de que estaba en un lugar probablemente muy, muy caro, tanto por el ambiente como por las personas allí presentes. Me sentí estúpida y completamente fuera de lugar, recordando que mi ropa era apropiada para, lo máximo, un paseó en el centro comercial, y sentí mi cabeza hervir lentamente, mientras me dirigía a la mesa intentando esconderme detrás de Jeongyeon.

Me sentía enojada con su actitud, en primer lugar, por no darme la posibilidad de informarme de que íbamos a un lugar de ese tipo. Entonces me advirtió sobre mi apariencia.

El hecho de que me siento completamente fuera de lugar era únicamente su culpa, pero a Jeongyeon parecía no importarle.

Después de mucho tiempo, elegimos los platos sugeridos por el maître y, desde allí, ella y Jihyo comenzaron a hablar, ambas olvidando por completo mi presencia.

En vez de molestarme, este hecho sirvió para que estuviera un poco más a gusto, completamente sola en mi espacio, callada, observaba el uso correcto de los cubiertos por parte de mis acompañante, intentando inmediatamente repetís las acciones de forma correcta y memorizarlas para una próxima ocasión.

Jihyo habló sobre nuevos contratos, empleados de la empresa, fiestas habituales o algo relacionado con la organización del viaje.

Jeongyeon parecía divertida, respondiendo con prontitud a cualquier comentario, mientras me mantenía tranquila e ignorante a cualquier tema que discutirán. A veces, podía ver en mi visión periférica que Jeongyeon me estaba mirando, pero luego de volvió hacia Jihyo, sólo como si quisiera comprobar que seguía viva.

Por el momento, me deje vivir un poco lo que estaba pasando. Entonces éramos sólo nosotras tres, Jeongyeon, su mejor amiga y yo, sentadas en una mesa mientras hablaban de trabajo, y simplemente me deje llevar por la simplicidad de la situación.

Como espectador, vi mi propia vida, al menos en ese momento, sin complicaciones o conflictos, y por más que esa paz me engañara sobre lo que realmente tenía que enfrentar, era bueno estar de aquella forma.

Y entonces, la presencia de Jeongyeon a mi lado, su posición firme y protectora, su calor y su voz me hacia bien. Era como si estuviera que estar allí, como si no hubiera otro lugar en el mundo donde debería estar. Incluso si todo era más complicado que eso.

Por eso, me permití prestarle atención sólo a ella, incluso sin realmente escuchar sus palabras, incluso sin tocarla, incluso sin mirarle.

Su presencia actuó sobre mí, sin ninguna necesidad de interacción.

—¿Nos vamos?

Con un susto, mi cuerpo saltó ligeramente en el asiento, mirando a Jeongyeon ahora como si hubiera recién aparecido allí.

—¿Ya pagaste? —Pregunté, confundida.

—Acabo de pagar. ¿No viste? —Ella respondió con cara de preocupación, como si estuviera verde.

—Estaba distraída. —Murmuré, y dando un rápido vistazo a Jihyo, me acerqué a Jeongyeon para hablar en su oído. Debido a que el ambiente era muy tranquilo, quizás debido a la maldita educación de toda la gente rica que sólo apenas hablaba, yo dudaba que mis palabras sólo tuvieran un volumen audible para Jeongyeon. — ¿Me puedes decir cuánto fue?

Ella se apartó de mí, de nuevo con expresión de que acababa de ser abusada verbalmente. Su cara antes suave, se contorsiono en una mueca de ira. Por último, habló en un tono muy grosero.

—Es de mala educación preguntar.

Sentí mi cara enrojecer inmediatamente por sus palabras, entonces tuve la seguridad de que ahora parecía una pimienta. Extremadamente avergonzada, di una rápida mirada a Jihyo, que nos miraba con curiosidad genuina.

—Lo siento. —Comencé, mirándola otra vez. — No quería sonar grosera, sólo quería saber cuánto te debo.

—Nada. —Ella respondió, poniéndose de pie, Jihyo imitando su acto. — No me debes nada.

Como para compensar su actitud un poco ofensiva, Jeongyeon la alargó la mano, ayudándome a levantarme. Miré su acción durante algún tiempo, pensando en su sencillez y, al mismo tiempo, el tamaño de su significado.

—¿Podemos hablar de esto más tarde? —Dije, ahora mirando sus ojos marrones.

No se movió, su mano todavía extendida para que la tomara. De alguna manera, entendía que era un "no", así que acepté su ayuda, sosteniendo su palma. Una vez más, la pequeña corriente eléctrica recorrió mi piel en el lugar donde estaba apoyada contra su piel, y luego la dejo ahí mismo para disfrutar y acostumbrarme a esa sensación.

Cuando Jihyo se levantó de la mesa antes que nosotras dos, sentí sus dedos cerrarse y mantener mi mano con fuerza, no me dolía, pero enviaba un tipo de mensaje como, "no, no la sueltes". Y entonces ese pequeño gesto hizo que mi corazón comenzara a latir frenéticamente, como si fueses una adolescente descubriendo que su crush era correspondida.

Sólo volví a notar otra vez el mundo que nos rodeaba cuando Jihyo se manifestó. Ya estábamos en la calle, en la otra calzada, y yo no me acordaba de cómo fuimos a parar allí. Instintivamente, cuando se giró, me obligué a soltar la mano de Jeongyeon, que parecía irritada con mi actitud.

—¿Vas a trabajar mañana? — Jihyo la miró, interrogativa.

Ella pareció pensar por algún tiempo, y me pregunté porque la duda. "Mañana" era lunes, ¿por qué Jeongyeon no iría a trabajar?

—Iré. —Ella respondió, y Jihyo pareció iluminarse con su simple respuesta.

—Voy a estar esperando.

Entonces tuve la impresión de que Jihyo no se despidió adecuadamente de Jeongyeon porque, si lo hiciera, tendría que despedirse de mí también. Por eso, un "hasta mañana" fue su frase dirigida a nosotras, y la última cosa que pude ver fue verla entrando en su coche, partiendo y desapareciendo al final de la calle poco movida.

—¿Por qué soltaste mi mano? —Ella rompió el silencio, mirándome con una mirada acusatoria.

—Porque a Jihyo no le gustaría vernos... —Comencé, pero me interrumpió.

—¿Y por qué te importaría si le gusta o no?

—No quiero agradarle menos.

Ella recibió mi explicación callada, y después de mirarme por algún tiempo, lo que constató ser un profundo y minucioso análisis, finalmente desbloqueo el coche y abrió la puerta del carro para que entrara.

—¿Dónde vamos? —Pregunté con el coche ya en movimiento, agradecida conmigo misma por notar que estaba desarrollando la capacidad de romper el silencio entre nosotras con más facilidad cada día.

—Comprar algunas ropas para ti. Como hoy es domingo, la mayoría de las tiendas que quería ver están cerradas, así que vamos a tener que ir al centro comercial.

Me sentía contrariada otra vez con el recuerdo de la idea de Jeongyeon.

Tosí para que mi voz sonara más convincente y más segura.

—No quiero...

Jeongyeon se detuvo en una señal en rojo y me miró otra vez, con una expresión de, "escúchame" que me dejó callada para oír lo que iba a decir.

—¿Te das cuenta de que sobraron pocas ropas... "usables" en tu maleta?

—Sí...

—¿Y que tarde o temprano necesitaras más ropa?

—Lo sé...

—Podría incluso prestarte ropa mía, pero mi talla es mayor que la tuya. Entonces eso significa que si no compramos más piezas, algún día tendrás que terminar caminando desnuda dentro de casa.

Otra vez sentí mi rostro hervir instantáneamente con los miles de significados ocultos que sabía que había, a propósito, empleados en aquella frase.

—¡No quiero que gastes aún más conmigo! —Me apresuré a hablar, tratando de sentir menos vergüenza.

—¿Quieres que vuelva a ser snob y tenga que decirte todo el tiempo que puedo gastar la cantidad que quiero?

—No, sólo quiero pagar mis cosas.

—Por mi podrías quemar todo tu dinero, no te haría falta alguna. —Ella comenzó, empleando veneno a su voz, y pude nota que no había sido a propósito, no para lastimarme: Jeongyeon sólo recordaba de dónde venía el poco dinero que yo había guardado, y simplemente odiaba eso. — Además, soy yo quien quiere darte unos regalos. Por lo tanto, soy yo quien debo pagar.

—No debes pagar nada por mí.  —Comencé un poco más exaltada de lo normal.

—¿Cuál es tu problema con eso? ¿Por qué no aceptas?

—Porque odio el hecho de que, desde el primer momento en que nos conocimos, todo lo que has hecho ha sido gastar dinero en mí.

Puntué la frase ya sintiendo el peso que dejaría sobre nuestras cabezas. Esa era la más pura verdad, pero quizás sería razonable considerar la posibilidad de no mencionarlo de esa forma. Desgraciadamente, las palabras salieron más rápido que mi sentido común, y entonces todo ese significado pesaba en el aire entre nosotras, haciendo el silencio bastante desagradable.

Ella se quedó quieta por mucho tiempo, sólo mirando hacia adelante y evitando chocar contra un poste. Sabía que debía estar enojada ahora, y deseé que supiera que mis palabras no fueron intencionales. Sin embargo, me mantuve callada, encogida en mi asiento, esperando por su reacción.

—No estoy queriendo comprarte, Nayeon. Estoy haciendo esto porque me siento responsable de tu bienestar. Y si no entiendes eso, entonces tenemos un problema bastante serio aquí.

Seguí callada, absorbiendo su furia disfrazada por la suavidad de su voz, pero después de algún tiempo, lo que pareció fue suficiente para que estuviera menos irritada, volví a hablar, en voz baja.

—Sólo quería que me dejaras participar en eso también. Aunque fuera sólo un poco. Aunque fuera para sentirme un poco mejor.

Ella suspiró, y entonces tuve la sensación de que aquello no había sido un "no". Me sentí un poco más animada con la idea de que Jeongyeon parecía estar cada vez más maleable en relación a sus decisiones, y entonces dejé que el resto del viaje fuera llenado por la música de mi banda favorita Twice—I can't stop me, tocaba en el coche.

Nuestra ida al centro comercial podría haber sido considerada una pequeña pesadilla si no estuviera allí.

La primera cosa por la cual tuve que preocuparme era por la gente.

Tomada por un pánico creciente a medida que caminaba, mantenía la cabeza siempre baja y los ojos en el suelo, con temor de que en el momento que mirara algún rostro, lo reconocería como un antiguo cliente. Para empeorar las cosas, estábamos en un centro comercial de esa región, donde todos eran de clase alta, aumentando mis posibilidades de ser identificada.

Y una cosa era ser reconocida como puta estando sola. Otra cosa era ser reconocida como una puta con Yoo Jeongyeon a mi lado, lo que probablemente haría que deseara morir de forma rápida e instantánea.

Afortunadamente, eso no sucedió.

Al principio, Jeongyeon hizo mención de entrar en ciertas tiendas que yo sabía eran absurdamente caras, sólo de mirar la vitrina y las caras de los asistentes, que me miraba de arriba abajo como si fuera algún animal de alcantarilla. Paro cada una de las tiendas, intentaba dar una excusa y desviarla del camino, pero fue cuando dije, en su tercer intento, que no quería entrar porque parecía frío allí, entendió mi táctica.

Pedí por el amor a todos los dioses para que fuésemos a una simple tienda de departamentos, y obviamente oí quejas de Jeongyeon. Ella parecía decidida a comprar cosas con precios exorbitantes, así que cuando noté que mis pedidos no estaban surtiendo efecto, le garantizaba que algún día podríamos volver y elegir las tiendas que ella quisiera, siempre y cuando ese día fuera mío.

Ella acabó aceptando, a regañadientes, entonces fuimos a parar a Macy's. Como quería irme pronto, elegí aleatoriamente piezas de ropas de diferentes estilos y colores. No me probé nada, alegando que cualquier cosa del tamaño P serviría para mí. A veces intenté separarme de ella para poder buscar precios, pero cuando me encontraba, ya nerviosa con el temor de que pudiera haber huido de ella, se ponía más furiosa cuando me veía mirando las etiquetas.

Cuando decidí que ya tenía demasiadas cosas, le informé de mis elecciones, pero no reaccionó como esperaba. Al parecer decidida, Jeongyeon me advirtió que no saldría de allí sin, como mínimo, el triple de piezas que había escogido, y entonces quise agredirla.

***

Ya era de noche cuando llegamos a su apartamento. El portero fue, una vez más, encargado de llevar todas las decenas de bolsas hasta arriba, probablemente pensando que era una tipa aprovechadora barata, beneficiándose de la ingenuidad de Jeongyeon.

Cuando el ascensor llegó al último piso, inmediatamente regresé a mis dilemas y preocupaciones.

Basto pasar por la puerta para que me acordara de preguntarme cómo sería aquella noche, al lado de ella.

Era el segundo día completo que pasaba en su compañía, y aún así las cosas parecían extrañas. Afortunadamente, la casi casualidad de aquella tarde de compras en el centro comercial hizo que un poco del hielo que existía entre nosotras se fuese derritiendo, pero el bloque helado, macizo e invisible todavía estaba allí.

No éramos un caso normal, de novias o amantes.

Éramos dos personas viviendo en el mismo lugar y sin tener idea de cómo hacer que la coexistencia funcione cómodamente. Éramos dos personas con mucho miedo de causar dolor a la otra, de decir cosas que pudieran ser tomadas como insultos. Éramos personas en constante tensión, juntas. En constante agonía de no saber cómo actuar, como mirarnos, como tocarnos, como sonreírnos bien.

—¿Hambre?

Me asusté con su voz ronca sacándome de mis divagaciones. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegamos aquí. Me di cuenta de que estaba sentada en la cama de la habitación de huéspedes, ya pudiendo considerarlo como mío por sentirme más a gusto allí, sola, que en el otro cuarto de Jeongyeon, en su compañía. Lo que no significaba necesariamente que me sentía mejor.

—No, no acostumbro cenar.

Noté que su expresión parecía ligeramente decepcionada, pero antes de que pudiera decirle que no estaba negando lo que me ofrecía a propósito, Jeongyeon habló otra vez.

—Ah... Está bien, entonces. Si cambias de opinión me avisas. Preparare algo. Hay frutas en la nevera también.

—Ok. —Hablé de forma sencilla.

—Ok... —Ella comenzó, con apariencia cansada. — Voy a bañarme y acostarme, entonces. No estoy acostumbrada a caminar por tanto tiempo en un centro comercial.

Ella volvió a hablar otra vez, pude notar en su nerviosismo evidente que todo lo que había dicho hasta ahora era sólo una excusa que llevaría tiempo.

—¿Vienes? Quiero decir, ¿Ahora o después?

Ella tenía miedo de que quisiera dormir en "mi" cuarto, así que se apresuró a darme una opción: Cuando.

Sin el menor motivo, era cada vez más evidente ahora verla nerviosa e insegura me divertía de cierta forma, por más cruel que pudiera parecer. Era como si me consolara el hecho de saber que ella también tenía sus debilidades, y que, principalmente, su mayor debilidad era yo misma. Era como si, de repente, no me sintiera pequeña, tan débil cerca de ella. Era como si yo fuera un poco más importante de lo que siempre imaginé. Ser valorada por una persona era una sensación desconocida para mí, pero ser valorada por la mujer que yo amaba, si eso era lo que estaba pasando, era mejor que cualquier cosa.

—No sé. —Me esforcé en darle una respuesta más ambigua posible. — Creo que también necesito un baño. —Y diciendo eso, miré el baño delante de mí.

—Por supuesto... —Empezó un poco distraída. — Lo dejo a tu voluntad...

Jeongyeon permaneció en su lugar, mirándome sin decir nada, pero sus ojos eran expresivos, y de repente casi pude oírle pedir que no la negara. No sabía cuándo había adquirido la capacidad de leerla con tanta claridad, pero el hecho era que sabía exactamente lo que quería decir.

Finalmente, ella se dio cuenta de que estaba demorando más de lo normal allí, entonces se retiró del cuarto, dejándome sola otra vez.

Entonces me pregunté: ¿Hasta dónde iría mi contentamiento? ¿Hasta dónde llegaría para verla perder el control?

Jeongyeon POV.

Ya era la tercera vez que pasaba por el canal 107 de mi tv. Cada canal tardaba precisamente un segundo delante de mis ojos, tal vez por una lógica inconsciente que me hacía contar, a través del clic del control, el tiempo que Nayeon estaba demorando.

Esa noche estaba anormalmente caliente, así que estaba sentada en la cama, mirando patéticamente la enorme televisión de plasma delante de mí, sólo vistiendo un pantalón gris y un top blanco, no mirando en absoluto ningún programa que pasaba rápidamente por mis ojos.

¿Por qué estaba tardando? Quizá sea mejor comprobarla.

¿Y si Nayeon hubiera decidido no dormir aquí?

¿Vendría a avisarme?

Canal 201. 202. 210. De vuelta al canal 1. Canal 2. Canal 25.

Mi dedo se detuvo encima del botón "siguiente" cuando oí la puerta de la habitación ser abierta a mi lado. Inmediatamente, miré hacia el lugar y la vi cerrando la puerta detrás de mí, mirándome con sencillez.

Ella tenía los cabellos mojados, cayendo en ondas por los hombros suaves, que contrastaban con su tono de piel moreno. Las únicas prendas de vestir que usaban era un pequeño short negro casi igual a un bóxer femenino cómodo y una blusa blanca justa, que tenía una palabra escrita: Stussy, que delineaba su cintura y sus senos. Los hematomas por toda la extensión de su cuerpo eran evidentes, verdosos y rojos, y entonces me pregunté si ella había hecho aquello a propósito, para recordarme el animal descuidado que era.

Mi corazón empezó a golpear de forma descompasada por una serie de motivos.

En primer lugar, ella estaba allí. No se había negado a venir a mí, y eso era todo lo que quería.

En segundo lugar, ella estaba absolutamente hermosa y deliciosa con esas ropas simples y con aquella expresión tranquila, lo que hizo que mi cuerpo reaccionara instantáneamente, y entonces apreté un poco las piernas para no dejar claro el inicio de una erección.

Pero fue por el tercer motivo que sentí mi cabeza girar un poco y mi nerviosismo alcanzar un nivel alarmante, al punto de hacerme pensar que tal vez pudiera tener un ataque al corazón o algo parecido. En el mismo momento en que ella cerró la puerta, por algún motivo sobrenatural tal vez, una ráfaga de viento me trajo un perfume que hace mucho tiempo no sentía. Y fue exactamente aquel perfume que hizo que mi cuerpo de repente pareciera una gelatina derritiéndose.

Cerré los ojos e inspiré una vez.

Dos veces. Tres veces, probando mi auto-control y principalmente mi sanidad. Cuatro veces, y el perfume parecía cada vez más fuerte. Cinco veces. Seis veces, y entonces todo lo que podía sentir era aquello, como un golpe en la cara, como el recuerdo desesperante de un vicio dormido, y que volvía para atormentarme con una fuerza espeluznante.

Abrí los ojos y la vi allí, delante de mí, a unos centímetros de mí, observándome tranquilamente, pero con un leve toque de preocupación o curiosidad. Sin decir nada, ella sacó el control remoto de mis manos y apuntó a la televisión a su espalda, sin ni siquiera mirar, apagando el aparato y dejándonos en un casi total silencio, que estaba siendo interrumpido únicamente por mi respiración pesada y desesperada.

—Sé que no quieres recordar nada del pasado. —Ella comenzó, y yo no podía hacer nada más que escuchar. — Pero la crema mejora mis marcas. Lo sabes.

Lo sabía, pero no podía confirmarlo. Momentáneamente temí que todos los músculos de mi cuerpo hubieran sufrido algún tipo de shock y que no funcionara más. Pero mis sospechas fueron descartadas tan pronto como empecé a sentir mi polla latir de excitación, y tal vez él se estaba moviendo, lo que sería dolorosamente vergonzoso, pero no podía importarme.

No pareciendo darse cuenta de ese detalle, ella continuó:

—¿Prefieres que me lo quite?

—¡No! —Mi voz salió débil, pero convincente. Asó que, después de todo, podría haber algún tipo de reacción. — Por el amor de Dios, no...

Ella continuó mirándome, los ojos muy vivos y tal vez queriendo esconder un delicioso contentamiento. De repente, me pregunté si era exactamente ese su objetivo: Tenerme completamente perdida y descontrolada en sus manos, entregada y sumisa de una forma embarazosa.

Si ese fuera el caso, no podría importarme menos.

Si era así que ella me quería, era así como me tendría. No porque estaría de acuerdo con eso, a pesar de que sí, estaría de acuerdo, pero porque en el momento no había la menor posibilidad de luchar contra el poder que tenía sobre mí. Aquel poder era demasiado grande para que pudiera evitarlo.

Siempre fue así, siempre sería.

Tal vez con el objetivo de finalmente matarme, ella colocó cada una de sus piernas junto a las mías y se sentó en mi regazo, sin romper el vinculo de nuestras miradas, y entonces empezó a jugar con sus dedos en mí, haciendo un recorrido entre mis senos y mi barriga sin ningún motivo aparente, y haciendo que los vellos de mi nuca se erizaran todos al mismo tiempo.

Como era inútil intentar ocultar la rigidez evidente entre mis piernas, porque ella estaba sentada allí, no me moví, sólo reuní el mínimo de la fuerza necesaria para formular una frase.

—¿Estás haciendo esto a propósito?

—Lo estoy.

Claro que sí. Ella sabía del poder que tenía sobre mí. Cualquier idiota podría decir eso mirando mi estado cuando ella estaba cerca.

Fui tomada por el antiguo pánico de saber que ella tenía plena convicción de mi dependencia, y que, por consiguiente, podría hacer cualquier cosa conmigo.

Pero esta vez, no dejaría que ese miedo me sacudiera, así que sabía que Nayeon me tenía en las manos, pero no me quedaba nada más que aceptar esa verdad.

Además, en cierto modo, estaba amando aquello.

De forma provocadora, más aun mirándome con ojos inocentes –una característica de ella que me enloquecía –ella resbaló sus dedos otra vez hacia abajo, alcanzando mi obligo, pero esta vez no paró ahí.

Con una calma que me hacía avergonzarme de mi propio descontrol, ella jalo el elástico de mi pantalón, envolviendo, sin ninguna ceremonia, mi polla extremadamente dura entre sus manos pequeñas, y sin tener el tiempo para pensar en nada más, sentí sus labios tocando los míos.

No era un beso sucio o desesperado. Era un beso suave, lento, mojado, pero con un erotismo y una intensidad que hicieron mi cuerpo, ya completamente en llamas, comenzara a temblar de placer, literalmente.

Nuestros labios se movían despacio, sincronizados, deslizándose de una forma increíblemente agradable, como jamás pensé que un beso pudiera ser. Su lengua invadía mi boca lentamente, como si quisiera encontrar diferentes formas de encajar, y ese movimiento estaba en una perfecta e hipnótica sincronía con sus manos en mi polla. Toda esa mezcla de sensaciones hizo que tuviera la seguridad de que, en algún momento de aquella noche, de alguna manera, acabaría perdiendo el control.

Necesitaba más oxigeno de lo que podía inspirar, por lo que mi respiración era alta. Sin el menor cuidado, envolví mis brazos en su cuerpo fino y tiré de ella lo más cerca posible. Nuestro beso se intensificó, pareciendo más urgente, más sensual, y las únicas cosas que me impedían entrar en combustión era su piel fría del baño y su cabello, aún húmedo.

Y sumado a todo eso, ese perfume.

Lo que siguió después de eso fue muy rápido, al menos para la velocidad de mi racionalismo en aquel momento, entonces las próximas cosas de las cuales tenía cierta conciencia era de mis dedos tirando con violencia de su short junto con sus bragas, la acosté con el culo boca abajo y me metí en ella deslizándome con una increíble facilidad dentro de ella, enterrándome completamente allí.

Me fui moviendo despacio, concentrada en aquella nueva sensación. Su coño conseguía ser más caliente y más suave de lo que yo solía sentir, así que necesitaría mucho menos para llegar a un orgasmo ahora. Moví mi cuerpo adelante y hacia atrás lentamente, entrando y saliendo, acostumbrándome con el encaje de nuestros cuerpos y con la increíble sensación de sentirla plenamente, sin ningún obstáculo.

Sin ningún obstáculo. Sin ninguna protección.

Sólo entonces me di cuenta de que, en el calor del momento, había perdido completamente la cabeza y la penetré sin preservativo. Y lo más extraño era que, aunque debía estar muy preocupada por eso, no podía volver a mí. Debería preocuparme porque, aun queriendo olvidar su pasado, no podía dejar de recordar que como una chica de compañía, ella podía tener algo... no sabía...

Entonces ella se volvió hacía mí y me encajó en ella de nuevo, pero ahora de frente.

—No te preocupes. —Ella habló, mirándome a los ojos y, por primera vez, mostrando signos de vulnerabilidad.

Seguí mirándola, sin mover un músculo ni siquiera, y me pregunté si realmente tenía noción del dilema en el que me encontraba.

—Yo quiero... No sé si puedo... —Comencé, pero luego entendí que sí, ella sabía exactamente lo que estaba pasando.

Suavemente, Nayeon tiró de sus labios con los míos y dijo, en voz muy baja.

—Estoy limpia... Lo prometo.

Le creí, porque sus ojos eran un tipo de espejo de su alma. De alguna manera, sabía que estaba diciendo la verdad. Pero en todo caso, aunque Nayeon tuviera alguna enfermedad, ya era tarde, porque no había posibilidad de que me alejara de ella ahora, de parar lo que ya había comenzado.

Agarré sus cabellos con fuerza y la tiré hacía mí de nuevo, sentándola en mi regazo nuevamente, tomándola en un beso, a diferencia de antes, furiosa y urgente. Ella retribuyo el beso y agarrándose a mi cabello, mientras se movía metódicamente, haciendo que mi polla saliera y entrara en su cuerpo cada vez más profundo.

Cada descenso que ella daba arrancaba un gemido mío, sofocado por su lengua en la mía, y tan rápido como pensé que sería, sentí el primer orgasmo llegando con fuerza.

Intentando evitar mi clímax, rápidamente cambié nuestras posiciones de nuevo, poniéndola en el colchón y colocándome encima de ella. Traté de sacar su blusa, terminé de sacar mi top y mi pantalón que estaba en mi tobillo, y la tiré lejos.

Cada vez que sentía una nueva ola explosiva de deseo acercándose, yo hacía que cambiáramos de posición. Con el tiempo, esa sensación fue surgiendo siempre con más frecuencia, y en cierto punto ya no podía sostener lo que tenía que salir. En el último segundo, salí de ella con mucha rapidez y dejé que el líquido blanco salpicara su estómago mientras un poco tonta, volví de un maravilloso estado de inconsciencia.

Pero yo no estaba satisfecha, ella mucho menos.

Después de una rápida búsqueda, usé su blusa blanca para limpiar los restos de mi semen, y pocos minutos después, ya lista otra vez, recomencé nuestra noche.

Entonces, esta vez, pude aprovechar cada sensación de cómo era follarla de muchas maneras, en muchas posiciones, sin el riesgo de un inminente orgasmo instantáneo.

Cuando nuestra noche llegó cerca del final, estaba exhausta.

Nayeon parecía a punto de dormir en cualquier momento, y cuando se dio cuenta de eso, se apresuró a levantarse y se dirigió al baño, en busca de una ducha. Cuando oí la ducha siendo encendida, sin saber muy bien si mi repentina idea sería bienvenida o no, fui a unirme a ella bajo la ducha tibia.

Como ella se mostró nuevamente receptiva a mí, tuvimos sexo una vez más, y me pregunté si sería capaz de parar con aquello si ella nunca se negaba.

Probablemente no.

***

Cuando volvimos a la habitación, me puse mi pantalón gris y mi top y noté que su ropa –tanto la blusa como bragas y short –estaban en estado de calamidad pública. Ella pareció entender esto antes que yo, y fue murmurando, ya somnolienta, a su lado de la cama, dejándose caer allí y cubriéndose con la sábana, sin importarle vestir cualquier cosa.

Sonreí antes su personalidad, así que dejé el cesto de ropa para lavar las tres prendas de ropa empapadas y me fui junto a ella a la cama. Ya casi inconsciente, me aferré a su cuerpo automáticamente, y al sentir un resquicio de perfume que, sospechaba, un día sería la causa de mi muerte, empecé a sentir el comienzo de una erección otra vez.

De mi propia reacción inapropiada, aunque involuntaria, me contenté con el hecho de que aquello no era mi culpa, sino de ella.

Así como todo lo que sentía últimamente.

Mis miedos, mi descontrol, mi nerviosismo, mi alegría.

Era culpa de ella.

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