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01

Jeongyeon POV.

-Mierda. Necesito sexo.

Eran las 22 hrs. White Chicks acababa de pasar en la TV, y yo empezaba a hablar conmigo misma.

-Excelente Jeongyeon. ¡Quédate loca y habla sola!

Hace seis semanas que no tenía sexo. En mis padrones, ese era un tiempo largo. Sin embargo, esa única voluntad que antes era constante en mi vida, actualmente estaba decayendo en mi lista de prioridades.

-Bueno, ya vi que aguanté seis semanas sin sexo. Pero más que eso tampoco da, no soy de hierro.

Me puse unos jeans, una blusa negra y mi chaqueta de cuero. Seguí hasta mi Porsche Cayenne al lugar donde durante los meses que me sentía caliente y acogedora buscaba una mujer.

La calle estaba desierta y silenciosa como siempre. Un pequeño letrero rosa-neón muy discreto brillaba sobre una puerta bien adornada. "The Hills."

Entré al lugar sin tocar. Era familiar, ya había estado allí miles de veces. Un ambiente oscuro, decorado en madera, albergaba hombres de clase alta y mujeres lindas y bien vestidas. Gran parte de los clientes eran señores respetuosos fuera de aquel ambiente. La luz débil era agradable, dejando el lugar misterioso y caliente. Las canciones aleatorias, pero siempre sensuales, ayudaban en la ambientación del lugar

El bar central acomodaba a dos chicas lindas que preparaban bebidas. Algunos hombres les coqueteaban mientras ellas hacían sus trabajos. En los rincones, muchos sofás y mesas estaban ocupados por parejas, unos más discretos, otros completamente sin pudor.

-¡Jeongyeon! ¿Eres tú?

Me giré y vi un rostro conocido.

-Hola, Yeji.

-¿Dónde has estado? Pensé que nos habías abandonado.

-Estuve fuera por algún tiempo. Problemas de la empresa. - Mentí.

-Vas a tener que compensar los días que quedaste ausente entonces.

Con un guiño, Yeji me jalo al bar, ordenando a la chica morena que me sirviera una dosis de Whisky.

-¡Hola, Jeongyeon! - Tres chicas me saludaron. Me giré y vi tres bellezas. Samantha, una morena hermosa y muy pequeña, Selena, un poco baja y con rasgos latinos y Scarlet, una rubia escultural.

-Hola chicas. ¿Cómo están?

-Bien, pero te extrañábamos. - Respondió la rubia, con cierta insinuación en la mirada.

-¿Estuviste frecuentando otros "ambientes"? - Samantha preguntó.

-No, estaba viajando por trabajo. - Mentí de nuevo.

No quería hablar de que mi desaparición se daba a mi total falta de voluntad en tener sexo, y que ahora necesitaba sacar el retraso.

-Bueno, necesitas relajarte entonces. - Selena habló, acercándose para hacerme un masaje en los hombros.

-Las tres están libres, Jeongyeon. - Dijo Yeji, como si las chicas no estuvieran allí. Sonrió con malicia.

Fue cuando vi a una chica que, hasta entonces, nunca había visto en The Hills. Una chica aparentemente normal. Cabello largo castaño, piel bronceada, un poco más alta que Selena y parecía completamente desplazada.

-Yeji, ¿Quién es ella?

Ella y las chicas se voltearon para mirar al fondo del salón.

-¡Ah, casi me había olvidado! No la conoces, llegó hace dos semanas. Se llama Nayeon.

Una novata.

Era hasta extraño encontrar a alguien en aquel lugar que no me hubiera cogido. He estado con todas, absolutamente todas las mujeres que vivían en The Hills (Incluso Yeji, que no se prostituía, solo coordinaba los negocios.)

-Nayeon. - Repetí su nombre, mirándola con curiosidad. - ¿Es buena?

-Bueno, durante esas dos semanas, no vi a ningún cliente insatisfecho. - Ella sonrió. - Ella parece tímida y quieta, pero es como dicen... Las tímidas son las mejores en la cama.

-Hm... ¿está libre?

-Claro, por eso ella está aquí abajo. - Ella sonrió para mí con simpatía y dispenso a las tres chicas que acompañaban nuestra conversación con un gesto de manos. Se fueron, y Yeji llamó a Nayeon. La chica atendió el llamado y vino en nuestra dirección.

Vestía una blusa negra de botón con mangas hasta las muñecas, una falta jeans apretada y corta, un cinturón blanco, pantalón negro y zapatos discretos altos. Recuerdo vagamente a una de rodeo. No era vulgar, aunque todo en ella era justo y corto. Estaba simplemente hermosa.

-Nayeon... Quiero que conozcas a una antigua cliente nuestra. Esta es Jeongyeon.

-Hola. - Dijo la chica, sin el menor entusiasmo, completamente diferente de las tres chicas que acababan de salir de aquí.

-Hola Nayeon. Tu nombre es tan grandioso como tú.

-Gracias.

-Veo que eres nueva por aquí.

-Sí. Llegué hace unas dos semanas.

Me di cuenta de que sus ojos eran de un marrón diferente. Parecían hechos de chocolate cremoso, difícil de explicar. Su cuerpo entero exhalaba un perfume suave y muy agradable. En el cuello, pude notar algunos hematomas y marcas de mordeduras. Traté de no mirar.

-¿Te gusta aquí?

-Bueno, es mejor que mi vieja vida, de todos modos. - Ella habló un poco distraída, mirando alrededor. Su tono no era nada alegre. Parece que ella simplemente tenía que aceptar la vida que llevaba.

Me imaginaba que ninguna mujer quería llevar esa vida. Sin embargo, las otras chicas de The Hills fingían disfrutar de todo aquello. Para mí, algunas ni siquiera se sentían mal haciendo lo que hacían. Y, sin embargo, esa chica simplemente no se comportaba como ellas. Era muy fácil darse cuenta de que Nayeon no era feliz.

Yeji la miró con una mirada de reproche y se apresuró a corregirse a sí misma.

-Pero todavía me estoy acostumbrando, estoy segura de que en algún momento todo va a estar más cómodo para mí. Todos aquí son muy gentiles.

-Tengo certeza de que sí. - Hablé, aun mirando sus ojos chocolates. - ¿Estás libre ahora? Quiero demostrarte.

Ella se movió incómoda, como si yo la hubiera reñido y ella tuviera que aceptar el regaño.

-Nayeon, Jeongyeon es una caballera. Estoy segura de que te gustará mucho. -Yeji dijo, de nuevo con una mirada fusilante a la chica que ahora asentía

-Claro. - Ella bajó la cabeza. - Estoy libre. Voy a mi cuarto. Dame 10 minutos, te estaré esperando allí. Tercera puerta. ¿Está bien?

-Claro, Nayeon. Estaré allí en 10 minutos.

Dicho esto, la chica se volvió y subió las escaleras cercanas a la pared a nuestra izquierda, a su cuarto. La seguí con los ojos. Aquella sería la puta más extraña que me comería.

-Lo siento, querida. Nayeon todavía no se ha acostumbrado a todo esto.

-Está bien. Necesito novedades.

Yo quería novedades.

Fui a The Hills aquella noche no esperando por una novata, sino por una simple trepada. Pero el destino fue gentil conmigo, poniendo a Nayeon a mi disposición.

Ella era nueva. Sería una nueva experiencia. No conocía a aquella puta, y lo desconocido era excitante.

-despues daré mi veredicto sobre tu nueva adquisición, yeji.

Bebi la dosis de whisky y me aleje del bar, hacia la habitación de Nayeon.

Nayeon POV.

Una noche más en The Hills, una noche más para sentirme una zorra. Pero eso era idiota de decir. Yo era una zorra. Una vacante que ahora se arreglaba para su próximo cliente, la tal Jeongyeon.

-Bueno, al menos ella es bonita. - Hablé para mí misma, pero sabía que eso no funcionaria. - Ok, ok, no cambia casi nada. Pero vamos, finja que al menos será un poco placentero.

No, el hecho de que aquella clienta era hermosa no cambiaba por nada. Yo seguiría ofreciendo mi cuerpo a ella por dinero. No sería menos sucia por eso. Ya había estado con clientes bellísimos antes, y ninguno de ellos me dio el mínimo placer.

-Mierda. - Seguía hablando sola. - ¿Por qué tenía que verme?

Todas las noches, cuando yo descendía, procuraba andar siempre en los rincones más oscuros, pidiendo a Dios y a todos los santos que nadie me hubiera visto. Me vestía de una forma nada sensual y miraba siempre hacía abajo. Estar con hombres y mujeres, aunque fuera mi trabajo y yo ya debería haberme acostumbrado a eso desde hace mucho tiempo, siempre era un castigo. Necesitaba sostenerme, pero mi maldita conciencia insistía en que me sentía muchísimo mal.

Pero las lamentaciones no cambiarían nada. Jeongyeon me había visto de alguna manera. Incluso rodeada de tres lindas muchachas, ella se interesó por mí. Más tarde supe que era una antigua clienta, así que estaba todo explicado: probablemente ella ya se había divertido con todas ellas, y ahora quería carne fresca. ¿Qué diferencia a Jeongyeon de los demás clientes? Casi nada, a no ser por un detalle: Ella me miró. Por supuesto, muchos hombres y mujeres me habían mirado, pero no como ella. Me miró como si quisiera entenderme. Como si intentara leer mis ojos, encontrar algo dentro de ellos. Y eso podría no hacer el menor sentido, pero el hecho era que me había quedado un poco incómoda con la forma en que me miró. Mientras me arreglaba para recibirla en mi cuarto, pensaba en cómo sería ese nuevo castigo.

No tardó mucho y la puerta se abrió. La cliente había entrado en mi cuarto, ya sacándose la chaqueta de cuero y colocándola sobre una silla tras cerrar la puerta.

-¿Podrías pagar antes? - Pregunte de repente. Ella parecía sorprendida.

-¿Pagar antes? ¿Y si no me satisfaces?

-Usted quedará satisfecha. - Ella se rió, aún me miró.

-Bueno... Si por una ironía del destino no me satisfaces, ¿puedo tener mi dinero de vuelta entonces?

-Trato. Pero eso no va a suceder.

Ella se rió otra vez, sacando del bolsillo algunos billetes y colocándolos encima del escritorio al lado de la cama.

-Estás muy segura de ti misma.

No respondí.

-Muy bien. Como no nos conocemos, tenemos que aclarar algunos puntos aquí. Soy intersexual.

La miré un poco confundida.

-¿Cómo dijo?

-Tengo un pene. - Ella continuó. - Ahora que ya sabes, ¿tienes alguna objeción en cuanto al sexo?

Me sorprendió el hecho de que fuera intersexual, pero me pareció interesante. Sobre mí tener alguna objeción a la hora del sexo, nadie nunca me había preguntado aquello. Normalmente, la gente intentaba hacer cualquier cosa conmigo, y sólo entonces, cuando me negaba, entendían que yo no lo haría.

-No hago anal. - Hablé un poco bajo.

Sus ojos se abrieron.

-¿Una puta que no hace anal? Me refería a cosas como sadomasoquismo, bondage... Para mí, cualquier puta hacía anal.

Me sonroje violentamente. Aunque yo era una puta, no me gustaba ser llamada de esa forma.

-Yo no...

-Eres muy exigente. - Ella concluyó, no pareciendo haber quedado aburrida. - Espero que se me sea recompensada por eso.

-Voy a recompensarla.

Nos quedamos en silencio por algún tiempo. Miró a su alrededor, analizando el brillo y preguntando.

-¿No crees que está muy oscuro aquí?

-La lámpara está encendida. - Apunté el objeto a mi lado derecho, que emitía una luz débil y amarillenta.

-Aun así, está muy oscuro. Quiero ver tu cuerpo.

-No vas a querer ver mi cuerpo.

Ella pareció comenzar a perder la paciencia. Tal vez debería dejar de discutir con los clientes.

-Sí, Nayeon, quiero ver tu cuerpo.

Diciendo esto, ella alcanzo el interruptor al lado de la puerta y encendió la luz.

-Está bien. - Concluí tristemente. Entonces ella se colocó delante de la cama, y yo sabía que esa era la hora de empezar a hacer algo. Me puse de rodillas y fui gateando hacia ella. Cuando la alcancé, empecé a abrir su cremallera y ya podía sentir su erección. Bajé sus pantalones, dejando la bata blanca intacta.

-Quítate la bata. Ya dije que quiero ver tu cuerpo.

Mierda. La habitación estaba muy clara, y eso no sería nada agradable. Me rehusé un poco, pero al final cedí. Deshice el nudo que sostenía la bata en mi cuerpo y dejé caer el tejido fino sobre la cama. Estaba vistiendo una lencería del mismo color, rojo, un sujetador y unas bragas ambos pequeños, pero cómodos. Eran hasta discretos, si se compara con lencerías con agujeros en lugares específicos y partes transparentes.

No la mire y continué haciendo mi trabajo. Me levanté en mis rodillas para poder quitarle la blusa y su sujetador, después deposité suaves besos en sus senos.

-¿Sólo te dan personas violentas?

Mierda. ¿Tenía que hablar?

Mis hematomas ya formaban parte de mí. No me acordaba de cualquier época en que estuviera sin arañazos, mordeduras o manchas rojas por toda la extensión de mi cuerpo.

-Me dan personas, pero la mayoría hombres.

Aunque yo sólo miraba sus pechos, sabía que ella me miraba, analizando cada herida de mi cuerpo.

-Mi piel es muy sensible. Cuando hacen mucha presión causa eso en mí. La marca de cada persona con la que me acuesto quedo aquí.

Ella tomó mis muñecas, donde marcas rojas dibujaban mi piel.

-¿Por eso usas ropas que oculta tu cuerpo?

-También. - Respondí media seca.

Me miró por más tiempo.

Como el silencio se volvía cada vez más desagradable, quise terminar el asunto.

Lentamente, llevé mis manos a su ropa interior y la bajé. Vi su pene ya completamente erguido, y pude notar que ella estaba necesitando una "aliviada"

En ese momento noté que tendría una cierta incomodidad con aquella clienta. Gran parte de los hombres con quienes había estado hasta ahora eran de estructura normal. A veces quedaba con hombres más altos y eso siempre indicaba que sus miembros eran mayores de lo que estaba acostumbrada a sentir. Por ese motivo, y por el hecho de ser pequeña era común sentir dolor e incomodidad en la penetración. Los hombres siempre querían meter todo dentro, sin preocuparse por las leyes físicas relacionadas con el hecho de que objetos grandes simplemente no caben en lugares pequeños. Jeongyeon debería tener 1,70. Pensé que por el hecho de que ella era de estructura normal su pene podría ser pequeño, pero estaba completamente engañada. Su pene era mayor de los que yo estaba acostumbrada. Pero yo ya había pasado por eso algunas veces, no era completamente desconocido

-Chupa.

Bueno, acerté. Bajé mi cabeza y tomé su polla en la boca, tomando cuidado con los dientes. Ella era un poco más gruesa de lo normal, así que tuve que concentrarme. Mientras chupaba despacio la cabeza, seguía masajeando su pene. Ella agarraba mis cabellos, murmurando cosas sin sentido. Su polla era muy grande también para mi boca, y cuando ella intentó poner todo dentro, me sorprendió. Sin embargo, hice que mi garganta se relajara, y agradecí en silencio por no ahogarme. Ella ahora entraba con fuerza, poniendo toda la extensión de su polla dentro de mi boca. Hacía movimientos rápidos y bruscos. Para mantener el equilibrio, envolví mis brazos en ella y la sostuve por detrás.

Mientras sus gemidos comenzaban a ponerse más altos, ella agarraba con más fuerza mis cabellos y empujaba con fuerza mi cabeza contra su cuerpo, de forma que pudiera controlar mi boca allí. No tardaría mucho, y ella se vendría. Dicho y hecho. El líquido caliente empezó a escurrir por mi garganta. Me concentré de nuevo en dejarla relajada para recibir todo su orgasmo. Después de algún rato ella tiro mi cabello hacía atrás y se retiró de mí.

-Tu boca es la octava maravilla del mundo.

-Gracias.

Sin decir nada más, ella bajo hasta sus pantalones tirados en el suelo y de dentro del bolsillo, sacó un preservativo. Lo tiró encima de la cama y sin ceremonias, sacó mi sujetador y me acostó en la cama, cubriéndome con su cuerpo. Rápidamente llevó su boca a uno de mis senos, aspirándolo con delicadeza, lo que me extraño. Las personas con las que me acostaba normalmente no eran sutiles, y siempre hacían que al final tuviera una nueva marca para la colección.

-¿Te estoy lastimando? - Preguntó.

-No.

-¿Entonces puedo chupar con ganas?

Era extraño. Esa pregunta indicaba que no era delicada normalmente, pero se estaba esforzando para no lastimarme. Eso definitivamente salía del padrón de clientes que yo atendía.

-Sí. Ya me acostumbré, no siento más dolor.

Sin el más mínimo cuidado, ella chupo con fuerza mi seno izquierdo mientras una de sus manos apretaba y pellizcaba el derecho. Su otra mano se deslizo dentro de mis bragas y sus dedos empezaron a tocarme. Al principio despacio, pero luego rápido, muy rápido. Sentí dos dedos deslizándose hacia dentro.

Con el objetivo de estimularla, prendí mis dedos en su cabello y solté algunos gemidos bajos y aleatorios. Incluso con todo el erotismo de la situación, no sentía placer. Nunca sentí placer en ninguna otra relación que haya tenido en la vida, porque estaba mal, era sucia. Era humillante. Sabía que sólo hacía eso por dinero, y no porque mi cuerpo quería. Pero una vez y otra vez recordaba que tenía que hacer un papel, tenía que estimular y dar placer a mis clientes. Era difícil recordar, ya que todas las veces yo daba, me encargaba de apagar mi cerebro y actuar automáticamente. No sentía nada, no pensaba en anda. Sólo hacía que sabía lo que tenía que hacer.

Con el objetivo de adelantar eso, cogí el preservativo tirado a mi derecha en la cama y lo abrí. Ella notó mi movimiento, y aunque creía que fuera a reclamar, ella se puso de rodillas delante de mí, entre mis piernas, esperando que encajara el condón en su pene. Me senté en la cama y lo hice, agradecida por saber que eso iba rápido. Entonces ella se acostó sobre mí de nuevo, yo la giré en la cama, quedando ahora sentada sobre su cintura. Me levanté en la cama, quedando de pie, y removí las bragas mientras ella me miraba acostada frente a mí, debajo de mí.

Dejé dos chupadas más en su pene cubierto, tomando cuidado con los dientes, y me senté en su polla, lentamente, tratando de adaptarlo a mi tamaño. Me sentaba y me levantaba lentamente, tratando de moldearlo a mí, pero su polla era incluso muy grande. Como no funcionaba, no había otra opción que aceptar el dolor.

Sin más dilaciones, respiré profundo y me senté completamente sobre ella, arrancándole un gemido de placer, lo que agradecí mentalmente para sofocar mi propio gemido de dolor.

-¡Mierda! - Ella se burló. - ¡No quepo en ti!

—Vas a ver. Solo necesito unos minutos.

-Vas a caber. Sólo necesito unos minutos.

-¡No va a caber en esa posición!

No respondí y continué tratando de moldearme a su polla, levantándome y sentándome repetidamente en su pene. Entonces me agarró por la cintura, me giro en la cama y se retiró de mí.

-Ponte en cuatro.

Obedecí, volviéndome en la cama y poniendo mis manos y mis rodillas en el colchón, quedando en una de las posiciones que yo consideraba más humillantes.

Ella se posiciono detrás de mí, de rodillas y me penetró lentamente, probando para ver si conseguía moverse mejor. Para mi sorpresa, funcionó. Con algunos intentos ella ya estaba completamente dentro de mí.

-Encontramos una buena posición para nosotras. - Ella dijo, moviéndose ligeramente sobre mí.

No respondí. Sólo esperaba que acabara pronto. Sus movimientos se volvieron agresivos y rápidos, mientras me agarraba por la cintura. Finalmente, sus manos apretaron con fuerza mis caderas, pero luego se aflojaban, como si ella recordara que allí quedarían las marcas de ella.

Sus manos pasaban por toda la extensión de mi espalda, yendo a mis hombros y me sostenían allí para penetrarme con más fuerza.

-¡Carajo, Nayeon! ¡Eres una delicia!

Ella empezó a penetrarme con más fuerza que antes, con más furia, soltando gemidos con cada empuje. Cuando jalo mi cadera más cerca de ella, me sorprendió con lo que sentía. No pude dejar de gritar, porque no esperaba eso. Ella no se detuvo, aun penetrándome con fuerza, como si ese grito formara parte del acto.

Y cada vez que ella se movía dentro de mí, sentía lo mismo. Una sensación muy fuerte, casi explosiva. No podría haber descubierto mi punto G, ¿o sí?

-¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh! Jeong... ¡Ahh! ¡Jeongyeon!

-¿Qué pasó?

-¡Para! Por el amor de Dios.

Ella se detuvo dentro de mí.

-¿Qué pasó? ¿Te lastime?

-Sí. - Mentí. No quería decirle que estaba sintiendo placer por primera vez en mi vida.

-Lo siento. - Ella dijo, retirándose de mí y echándose boca arriba en la cama, a mi lado.

Yo respiraba con dificultad, con la cabeza gacha, aún en aquella posición. Un rato después me recompuse y volví a sentarme encima de ella.

-¿Crees que vas a conseguirlo? - Preguntó. - ¿No quieres tomar un descanso?

-No. - Respondí. Me senté de una vez en su polla, y como esperaba, lo conseguí sin dolor.

Queriendo más que todo que acabara, empecé a mover rápidamente mi cadera, frotándola con la suya, en el intento de llevarla rápidamente al segundo orgasmo. Ella no parecía tener objeciones, y sosteniendo mi cintura, me ayudo a cabalgarla, moviendo mi cadera hacía arriba y hacia abajo.

-Así...

Recordé que necesitaba gemir para estimularla, y lo hice. A ella pareció gustarle, agarrándose con más fuerza y reforzando el movimiento en mis caderas. Me incliné hacia ella, mi boca cerca de su oído y susurré palabras sucias. La estimularon enserio, y ella finalmente se vino, gimiendo más alto que antes, todavía agarrada a mi cadera. Me quedé esperando que retomara la conciencia, acostada encima de ella. Mi cuerpo, apenas húmedo, reposaba sobre el suyo, muy sudado. Aunque estaba prácticamente deshidratada, Jeongyeon tenía un perfume maravilloso. Parecía exhalar de su propio sudor, porque no recordaba que su olor fuera tan potente antes de empezar a follar.

Recordé que ella pediría el dinero de vuelta si no estaba satisfecha con mi desempeño. Y yo no podía perder ese maldito dinero después de ser obligada a follar con ella. Me levanté de su pene, sacando suavemente el condón, haciéndole un nudo y tirándolo en la papelera al lado de la cama. Me volví a poner debajo de ella, entre sus piernas. Ella me miraba media borracha por el clímax recién alcanzando, tratando de adivinar lo que estaba haciendo.

Sus ojos marrones se ensancharon cuando entendió mis intenciones, y en el mismo momento ya estaba chupándole nuevamente con fuerza y con ganas. Su pene estaba blando, pero no tardó en ponerse duro otra vez. Sujetando mi cabello con gentileza, dejaba que siguiera mi ritmo. Mordí levemente la cabeza de su polla, arrancándole gemidos débiles, lamiendo toda la extensión y chupando con fuerza cuando llegaba a la punta. Por tercera vez, ella se vino. Esperé que el líquido invadiera mi boca, hasta la última gota, entonces tragué todo y me levanté.

Tomé mi bata de seda roja colgado de la punta de la cama y me cubrí.

-¿Mis 30 minutos acabaron?

-Sí. - Respondí, yendo hacia el baño para un buen baño para quitarme ese olor de sexo que me mareaba. No quería pensar en el hecho de que Jeongyeon había sido la primera mujer en darme placer en todos aquellos años. ¡Esa maldita, que tuvo suerte de encontrar el punto correcto de mi cuerpo!

-¿A dónde vas? - Preguntó.

-Pagué por 30 minutos más.

La miré con curiosidad.

-¿Por qué? ¿Ya no tuviste tus tres orgasmos? ¿No estás satisfecha?

-Lo estoy. Pero quiero aún más. Estuve mucho tiempo sin eso, ahora tendrás que ayudarme a recuperar el tiempo perdido. Y tú eres novata, te estoy descubriendo. El cuerpo de las otras ya los conozco con los ojos cerrados. Es bueno descubrirte.

Entonces ella sonrió. Una sonrisa torcida, casi triste, pero aun así divertida. Una sonrisa hermosa. La miré. De hecho, eso era mejor que dormir con otro desconocido. No tendría que aguantar a un extraño tocándome y metiéndose en mí. Además, ella se había mostrado más delicada y preocupada que cualquier otra persona con quien yo había estado.

-Cierto. - Concluí. - Paga entonces.

Ella se levantó de la cama, tomando otro preservativo y su cartera dentro del bolsillo del pantalón que permanecía en el suelo. Tomo el dinero y lo deposito encima del que ya estaba en el escritorio, arrojó la cartera sobre los pantalones y volvió a acostarse, con el condón en la mano.

Jeongyeon POV.

Una hora después estaba en el gran salón del piso de abajo. Eran las 23:50 y aún había muchos hombres con mujeres bailando y acariciándose. Yeji parecía un poco preocupada cuando vino a mi encuentro, cerca del bar.

-¡Jeongyeon, querida! ¡Te estuve buscando! Entonces, ¿Cómo fue?

-No te preocupes, Yeji. Tu novata es muy buena.

Vi una expresión de alivio inconfundible en su cara.

-Ah, es lo que dicen. Me alegro de que te vayas satisfecha.

-Bueno, me parece que es mejor ir a casa. Mañana despierto temprano.

-¿No quieres probar otras? ¡Aún es temprano!

-No esta noche, Yeji. Mañana vuelvo.

Me despedí de ella y me fui. Entré en mi Porsche Cayenne rumbo a mi casa mientras conducía un poco distraída. Después de todo, había tenido lo que quería. Tuve un rato considerable con la chica de The Hills, y era muy buena. Muy buena con la boca, principalmente. Lo que nunca esperaba era venirme cinco veces en 1 hora. Por supuesto, yo debería atribuir al hecho de mi abstinencia, pero ya había pasado por eso antes. Y nunca, NUNCA tuve tantos orgasmos en una sola hora. La chica era buena. Recordé entonces de los hematomas esparcidos por su cuerpo. Eso explicaba su manera de vestir, que no dejaba la muestra de casi ninguna parte de ella.

De hecho, ella era bronceada pero era un bronceado no muy oscuro, debía ser fácil crear marcas en su piel, aún más porque Nayeon parecía ser increíblemente suave y sensible. Y ella era suave. Muy suave. Y perfumada. Un perfume diferente, más suave que las demás chicas. Recordé las almendras, lo que, en un mixto de locura y confusión de sentidos, combinaba perfectamente con sus ojos de chocolate líquido. Todo combinaba extrañamente con aquella chica, y la combinación hacía agua mi boca. Llegando a casa, tomé un baño prolongado y me fui a acostar. Recordé los acontecimientos de la noche. De cómo fue bueno tener un nuevo cuerpo que explorar, y de cómo aquel cuerpo me había dado placer. Recordé cómo, Nayeon tenía un aire de inocencia y gracia. Linda. Una puta hermosa. Aunque no había notado esto a la primera mirada. Después constaté que su belleza aumentaba con el nivel de intimidad que compartimos. Sonreí al recordar su arrogancia diciendo que me dejaría satisfecha, y que no aceptaría el sexo anal. Sonreí porque ella era terca, como ninguna de las otras eran. Todas eran sumisas y siempre estaban sonriendo cuando pedía algo. Asentían y lo hacían sin contestar. Sin embargo, ella dictaba sus propias reglas.

-Una gatita brava. - Hablé bajo conmigo misma. Y ya estaba pensando en cómo sería la próxima noche. Y pensando en la próxima noche, me dormí.

***

El día pasó como los demás: sin objetivos, sin ánimo, sin distracciones. Cuidé de los negocios como me cabía cuidar, dando órdenes y firmando papeles. En el momento en que el reloj marcó las 20 hrs salí de la empresa dejando algunos papeles aún por firmar.

Dejé el Porsche Cayenne y fui directo a The Hills, donde una noche me esperaba.

-Tenía miedo de que desaparecieras por seis semanas. - Yeji vino a recibirme tan pronto como entré al lugar. Como la noche anterior, la iluminación débil y la decoración de madera daban al ambiente el misterio y calor que buscaba.

-Tengo que quitar el perjuicio que le di durante ese tiempo, ¿no? - Sonreí, tomando mi dosis de whisky que acababa de pedir en el bar.

-No iba a exigir nada, pero si tu conciencia dice que hagas eso... - Ella retribuyó la sonrisa. - Entonces, ¿a quién quieres hoy?

-Estaba pensando en la chica de ayer, Nayeon. ¿Está libre? - Miré alrededor de su búsqueda.

-Voy a buscarla para ti, querida. - Y salió.

Me quedé en el bar, observando nuevamente a los hombres y las mujeres y las putas en sus regazos. Sentía un poco de vergüenza por formar parte de eso, por actuar también de esa forma. Pero yo ya había intentado ser correcta. Y una maldita decidió romper mi corazón...

-¿Jeongyeon?

Me giré y vi a Nayeon, vistiendo una blusa larga de cuello alto rojo, un pantalón negro y zapatos bajo. Ella definitivamente no parecía una puta.

-Buenas noches, Nayeon. - Estaba muy bonita hoy. Sus cabellos castaños estaban presos de una manera despreocupada en la nuca, no en una cola de caballo, sino en un chongo que dejaba suelto varios mechones rebeldes, que se moldeaban a sus hombros. Era casi un desordenado intencional.

-Buenas noches. Yeji me dijo que querías hablar conmigo.

-Ah sí. "Hablar" no es el termino apropiado. - Sonreí, mirándola. Como ella permaneció en silencio, continué: -Pero de todos modos, debo preguntar si usted está libre ahora.

-¿En este momento? Uhh... sí, estoy libre. - Ella vaciló, mirando hacia los lados. - ¿Pero Yeji no te contó? Hay una nueva chica aquí, llegó hoy.

-¿Sí? - Miré alrededor, con poco interés.

-Me pareció que debería avisar, ya que te gusta... - Hablo de nuevo limpiando su garganta como si fuera a decir algo inapropiado. - "Descubrir" a las mujeres.

-Gracias por avisarme. Voy a tomar nota de la nueva chica tan pronto como esté de salida. Estoy segura de que Yeji tendrá el placer de presentarme. Pero hoy te quiero. Todavía no me siento una buena conocedora de tu cuerpo.

-Ah... - Ella se limitó a decir, bajando la cabeza.

-Entonces, ¿me das el placer de tu compañía por los próximos 30 minutos?

-Está bien. Voy a mi cuarto... Voy a estar esperando allí. Sube en diez minutos.

-Diez minutos. - Asentí.

Diez largos minutos después entré a su habitación y la encontré exactamente como la noche anterior, con la diferencia de que esta vez, vestía una bata negra. Pasé la puerta y cerré.

-Estás bien de negro. Es un color bastante atractivo.

-Gracias.

Tomé el dinero de la cartera para depositarlo sobre el escritorio.

-¿No vas a discutir sobre la satisfacción y la devolución del dinero?

¿Me estaba provocando? ¿Nayeon? ¿Provocándome? Ella definitivamente no parecía ser de ese tipo. Sonreí con gusto, decidiendo entrar en el juego.

-Ah no, sé de lo que eres capaz. Pero debe advertirte que voy a ser más exigente esta vez. Ayer fui gentil, ya que te estaba descubriendo.

-Puedo manejar los requisitos.

Solté una risa sonora, y tuve la impresión, aunque no estaba segura, de que la comisura de sus labios se crispó en un intento de contener una sonrisa tímida.

-Eh, mi tiempo ya está corriendo y continuas ahí acostada. Voy a querer recompensas después.

Ella vino a mí con esos ojos chocolates profundos. Eran ojos muy diferentes de los que yo veía en las otras chicas de The Hills, porque todas tenían ojos rasos, como si no tuvieran historia alguna detrás de ellas. Nayeon tenía los ojos tan profundos que hacían que quisieras sumergirse en ellos y descubrir lo que fuese que tenían que esconder

Ella alcanzó mi cremallera como la noche anterior, pero yo tome sus manos.

-No, quiero que vayas tú primero esta vez.

Me senté en el borde de la cama, no sacando la mirada de ella. Me quité la camisa y mi sujetador y apoyé mi cuerpo en mis manos, que reposaban en el colchón detrás de mí.

Se volvió de espaldas a mí y deshizo el nudo de la bata muy lentamente, hasta que se deslizo suavemente por sus hombros y cayó en cascada en el suelo, a sus pies. Su ropa interior era de encaje, de muy buen gusto, donde se mezclaba todos de blanco con rosa claro.

Mis sentidos empezaron a confundirse, y tuve la visión del cuerpo de Nayeon, de una totalidad bronceada. Su perfume pareció intensificarse cuando su bata cayó al suelo, levantando una breve brisa.

Su cuerpo era hermoso, pequeño, con curvas perfectas y mierda... Su culo era una cosa de otro mundo.

Eso me estaba excitando más, mucho más de lo normal. Era sólo una puta quitándose la ropa para mí, y no debería estar tan entusiasmada, cogiendo un fuerte temblor de anticipación.

Pero eso era lo que sucedía. Sentía el cuerpo, literalmente, temblando de ganas. Y sus movimientos lentos son desconcertantes me hacían querer que aquello se prolongara lo máximo posible, y al mismo tiempo tomarla de una vez, en la desesperación de sentir su gusto de almendras.

Sus hematomas seguían contrastando fuertemente con el tono de su piel, pero ya no los veía.

En un movimiento suave y preciso, ella desprendió los aros que sostenían su sostén en la espalda. Al extraerlo, pude tener la visión de Nayeon, apenas de bragas, de espaldas a mí, con los cabellos atrapados en el hermoso chongo que mantenía sus mechones perfectamente desaliñados. Su espalda estaba expuesta, y ella jugaba con el borde de sus bragas.

¡Mi Dios, hasta su espalda me excitaba!

-Quítalo. - He hablado, sin contenerme.

Esperaba que se lo quitara por debajo, hasta sus pies, pero sólo entonces noté que las bragas que usaba tenían cierres muy discretos en los tirantes laterales. Bastó un simple movimiento con los dedos para que la pieza cayera en el suelo entre sus piernas.

Y entonces, ella estaba completamente desnuda.

Hermosa.

-Gírate... - Pedí.

Ella se giró hacia mí, su cara con una mezcla de vergüenza y tensión.

La examiné de pies a cabeza. Sus ojos color chocolate me daban un cierto tipo de hambre. Sus labios carnosos, contrastaban con su color de piel. Su cuello, lleno de hematomas, era un poco cubierto por los mechones de cabello que salían del chongo y caían leves por sus hombros. Sus senos eran pequeños y parecían tener una consistencia más cremosa que el resto del cuerpo, haciendo que sus pezones parecieran de un tono marrón claro. Su vientre era perfecto. Estaba completamente liso: diferente a la noche anterior, donde una fina pluma le cubría un poco el área de la ingle, hoy estaba tan lisa que su piel parecía brillar. Sus muslos de la medida correcta, pero allí los hematomas eran más visibles.

Me encontré mirando maravillada a esa criatura.

-Nayeon...

-¿Sí? - Ella respondió, aún con la cabeza un poco baja.

-Ven aquí. Ahora.

Se movió lentamente hacia mí y se paró delante, arrodillándose en el suelo. Llevó sus manos a mi cremallera, abriéndola lentamente y sacando mí pantalón hacia abajo, junto con el bóxer azul marino.

Quería disimular, pero mi temblor era violento. Me sentía avergonzada por eso, pero ella parecía no notarlo. Sin ningún aviso, Nayeon tomó mi polla y la colocó en su boca, chupándolo con mucha voluntad.

Mis muñecas y codos, antes aguantando mi peso sobre la cama, temblaban demasiado ahora. Como no sería capaz de permanecer en esa posición por mucho más tiempo, me incliné hacia adelante, sentándome en un ángulo recto, con las manos en su cabeza.

Ella no era como las otras, que tenían una manía extraña de mirarme mientras chupaban mi polla. La cara de placer que ellas hacían revirtiendo los ojos era tan claramente falsa que aquello no me excitaba nada.

Pero Nayeon no me miraba. La veía concentrada en lo que estaba haciendo. Ello no forzaba nada, simplemente quería darme placer.

-Ahh...

-¿Te está gustando? - Preguntó en un tono de quien realmente tenía duda.

-Me vas a matar de la...

Ella continuó chupando mi polla con fuerza, lamiendo y mordiendo con mucha suavidad.

-Ahh... Condón, bolsillo izquierdo.

Nayeon pasó y buscó el preservativo en los pantalones arrugados en el suelo. Lo rasgó y lo fue rodando por toda la extensión de mi pene.

-Siéntate en mí, Nayeon.

Ella se puso de pie y puso las rodillas en la cama, una a cada lado de mi cuerpo. Seguía con mi polla en sus manos y la colocó en su entrada apretada, hasta que fue bajando lentamente, envolviéndola con su coño caliente y mojado.

-Ahh... mi Dios...

El olor de almendras se mezclaba con el perfume del champú que usaba. Sin conseguir razonar bien, lleve mi boca a uno de sus pechos y succiones con fuerza. Con las manos en sus caderas, guié su cuerpo hacia abajo y hacia arriba, haciendo que mi polla saliera brevemente de ella. Arrojó sus brazos alrededor de mi cuello y coloqué mi rostro en su cabello y oreja, mientras la penetraba con delicadeza.

Me di cuenta de que no conseguía entrar totalmente en ella sin fuerza, así como la noche anterior.

-Nayeon, necesito abrirte... -Respiraba con dificultad. - Ponte en cuatro para mí...

Ella obedeció, levantándose de mi regazo y quedando en la posición que le había pedido. Sin muchas ceremonias, me coloqué en su entrada y la penetré de nuevo, sintiendo su cuerpo una vez más, envolverme lentamente. Cerré los ojos y me dejé saborear el momento.

-Así.

Ya había conseguido entrar en ella completamente, y podíamos volver a la posición anterior. Pero ella de esa manera era tan buena...

Me incliné un poco hacia adelante y llevé mi mano derecha a su clítoris, mientras la izquierda permanecía en su cadera. Jugué allí con los dedos, estimulándola. Ella gemía muy bajo.

-Quiero oírte gimiendo, mi linda...

-Ahh...

-Eso. No sabes cómo son de agradables tus gemidos.

Y lo eran. Su voz se vuelve ronca cuando gime.

Olvidando el hecho de que la lastimara la penetre con fuerza mientras jugaba con su clítoris.

-¡Ahh!

-¡Lo siento!

¡Mierda! ¡Debería haberlo recordado! ¡Ella era pequeña!

Hice mención de retirarme de dentro de ella, pero movió su cadera hacía atrás.

-¡No! - Oí que gemía un poco.

Me quedé inmóvil, un poco confusa.

-¿No qué? - Silencio. - ¿Qué quieres, Nayeon? ¡No te quiero lastimar más! - Ella parecía luchar con su conciencia, aunque no entendía el por qué.

-C-continua... No... Sólo continúa. - Ella dijo, bajando el tono de voz a cada palabra, sin levantar la cabeza.

¿Será que podía seguir sin molestarla?

-Sí te lastimo, me dices.

Ella continuó callada. Comencé a penetrarla de nuevo, con fuerza. En la tercera, la más profunda, ella gritó otra vez.

-¡Ahh!

-No voy a parar hasta que me digas que te estoy lastimando. - Hablé, aunque ya estaba disminuyendo el ritmo, con miedo de estar lastimándola.

-¡Ahhh!

No sabía si estaba disfrutando o sintiendo dolor.

Ella levantó un poco la cadera y se movió hacia atrás, hacia mi polla.

-¡Ahh, eso! - La escuche gemir bajo.

Me convencí entonces de que los gritos eran de placer.

-Así, Nayeon... así. ¿Quieres que lo meta más fuerte? - Y diciendo eso, sin esperar una respuesta, me metí en ella con toda la fuerza que pude.

-¡Así! - Ella respondió, quizás inconscientemente.

-Así... Así... ¿Te gusta? - Deje otra estocada en su coño.

-¡Ahh!

-Me cansé de hablar, Nayeon. ¡Quiero meterme en ti hasta acabar contigo!

A partir de ahí, empecé a penetrarla con mucha fuerza y a un ritmo acelerado. Ella rebotaba, gemía, se aferraba a las sábanas. Su chongo ahora estaba totalmente deshecho, y sus cabellos caían sueltos sobre las sabanas debajo de ella.

-Ahhh... ahhh... ¡Ahhh!

Su cuerpo temblaba en espasmos, pero no paré. Mi clímax estaba casi llegando, necesitaba venirme ahora.

Entré en ella cinco veces más y finalmente tuve el orgasmo que estuve evitando durante toda aquella noche con Nayeon.

Sólo su cadera estaba levantada, seguro por mis manos. Su cabeza ya estaba tirada en la cama, su cara enterrada en las sábanas, jadeante. Los brazos estirados al lado de su cuerpo.

Bajé su cadera, apoyándola en la cama, y me levanté de encima de ella. Estaba muy sudada, y ella también. Respiré por cuatro minutos en su cabello, mientras recuperaba el aliento.

-Tenías razón. - Hablé en su oído. - Sabes manejar muy bien las exigencias.

Ella murmuró algo que no entendí. - ¿Puedo usar tu cuarto de baño? Necesito una ducha.

-Puedes... - Ella respondió bajito.

Me levanté, pasando suavemente las manos por su cuerpo.

-¿Nayeon?

-¿Qué perfumes usas?

-No uso perfumes...

¿Cómo no usa perfumes?

-¿Me estás diciendo que hueles naturalmente a almendras?

-Crema para hematomas... de almendras... - Ella respondió contra la almohada, aún muy bajo, como si estuviera con vergüenza de mirarme.

La tomé por unos segundos, sintiendo pena de aquella chica. No quería verla herida. No quería verla mal. Era extraño, pues sólo había estado con ella por dos noches, pero yo sentía que empezaba a crecer por Nayeon un sentimiento de protección.

-Bueno... tu olor es muy bueno.

Y sin decir nada más, entré al baño para una ducha.

Nayeon POV.

Todavía estaba en la cama, exactamente de la manera en que Jeongyeon me había dejado para ir a tomar su baño. Mi rostro aún estaba en las sábanas, las manos aún agarradas al colchón. Todavía estaba boca abajo, inmóvil.

¿Por qué? ¿Por qué había permitido eso? ¿Por qué había dejado que ella tomara posesión de mi cuerpo tan completamente? ¡Mi cuerpo!

Por primera vez en la vida sabía lo que era un orgasmo. No sabía si había sido fuerte o débil, pero sabía que había sido uno. Incluso sin haber sentido uno antes.

Porque en aquel momento, mi cabeza quedó extremadamente vacía, y experimente un placer fuera de los límites de la conciencia. Sí, definitivamente había sido un orgasmo.

Lo que todavía estaba tardando en entender era cómo había logrado sentir placer. Y por qué, Dios mío, por qué diablos yo había dejado que ella terminara, que ella me mostrase de qué sensaciones mi cuerpo aún carecía.

-¡Maldita! ¡Mierda, mierda, mierda!

Me maldecía mentalmente, en la misma posición en la cama. Me insultaba porque ahora sabía que ni yo misma me conocía completamente. Me insultaba por permitir que una cliente, una extraña, me hubiera mostrado aquello.

Y me maldecía principalmente porque sabía, sería imposible poner a Jeongyeon en el nivel de importancia de los demás clientes ahora.

La puerta del baño se abrió lentamente y me enderecé lo más rápido que pude. Me acosté en las almohadas, de espaldas en la cama, cubierta por la sábana. Ella salió secándose el cabello con mi toalla.

-Lo siento, tuve que usarla. Debes poner más toallas en el baño para tus clientes...

-Ok, le avisaré a Yeji que me compre quince toallas al día.

Ella se detuvo, mirándome, procesando la información.

-Es verdad... - Concluyó.

Esperé en silencio.

-¿Atiendes quince clientes por noche?

-No.... unos diez. - Respondí medio a regañadientes.

¿Por qué estábamos hablando sobre eso?

-Entiendo... - Ella habló, pensando un poco y haciendo una mueca para sí misma. - Bueno, me tengo que ir. Mañana hablamos.

Y así, sin decir nada más, salió.

***

Me desperté a la mañana siguiente con el sueño fresco en la memoria: Jeongyeon. Sábanas. Sexo y orgasmo. Dinero.

-Bien. Mi propia conciencia contra mí.

Me levanté de mal humor. Tomé un baño, pasé mi crema para hematomas y fui a tomar el desayuno. Hablé un rato con las chicas, pero ya estaba de nuevo en mi habitación, encerrada, leyendo.

Me sentía protegía allí. Era mi castillo particular, mi escondite. Aunque me gustaba la compañía y la conversación de las chicas y de Yeji, siempre pasaba la mayor parte de mi tiempo sola en la habitación. Algunas chicas me encontraban antisocial.

No me importaba.

En aquel día, más que nunca, necesitaba leer. Siempre me gustaron los libros porque siempre me llevaba a una realidad alternativa. Una ficción donde podía vagar con mis pensamientos hasta el límite de la imaginación. Muchas veces me encontraba imaginando mi propio rostro en los personajes. Y sí, siempre me encontraba patética por eso.

Pero ese día no podía concentrarme en las historias.

¿Vendría esa noche? "Mañana hablamos", dijo. ¿Será que fue sólo por hablar? ¿Me elegiría otra vez? Quizá eligiera a la nueva chica. Tal vez no viniera.

Mierda. Me hizo venirme. ¿Cómo lo hizo? ¡Mierda!

De esa forma, el día pasó.

La mitad del tiempo me concentraba en la historia en mis manos, pero la otra mitad estaba siempre ocupada por los recuerdos de Jeongyeon, de la noche anterior y la duda sobre lo que sería hoy en la noche.

A las 21 hrs baje al salón, para lo que sería una noche de trabajo desagradable. Pero aquella noche no sería como las otras.

Sería peor. Mucho peor.

Me giré y vi a un chico guapo, cerca de los 24 años, hablando en una voz gentil.

-Hola.

-¿Cuál es tu nombre? - Preguntó.

-Nayeon. Mucho gusto. - Era mentira. No sentía gusto alguno en conocerlo, porque sabía lo que él quería conmigo.

-Hermoso nombre. Llámame Hardin.

-Hola, Hardin.

-Tengo que decirte que eres hermosa. Me siento hasta sorprendido que nadie en este lugar te haya escogido aún.

Sonreír, una sonrisa desanimada y falsa.

-Entonces, ya que estás libre, podríamos divertirnos un poco. ¿Qué opinas? - Él habló, colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja.

Sonreí igual que antes.

-Claro, Hardin. Voy a subir a mi cuarto, es el tercero del corredor. Dame cinco minutos y suba, voy a estar esperando.

-No puedo esperar, Nayeon. - Y sonrió, en sus ojos había malicia.

Cinco minutos después, vi la puerta abriéndose. Hardin entró en la habitación y cerró la puerta.

-Estoy con mucha, mucha hambre, Nayeon. Vas a tener trabajo esta noche. Ya hablé con Yeji, pagaré lo necesario. - Y diciendo eso, él saco un cheque de la cartera, llenándolo. - Tú y yo esta noche.

¿Eso significaba que tendría que follar solo con él? En cierta forma me quedé aliviada. Como siempre, era mejor que acostarse con varias personas.

Por alguna razón, sin embargo, me sentía ligeramente desanimada en saber que no podía volver al salón por un nuevo cliente.

Él depositó el cheque en el escritorio y vino hacia mí, sacando del bolsillo una hilera de preservativos.

La noche estaba empezando.

Eran un poco más de las 23 hrs, ya estábamos en nuestro quinto round. Hardin parecía nunca cansarse. Por otro lado, ya no aguantaba más a aquel hombre.

No era delicado. Daba órdenes como quien habla con criados, esperando ser atendido inmediatamente. Cuando vacilaba, él rápidamente me sostenía con fuerza y sin pedir permiso, hacia lo que tenía en mente. Pero él no era el único cliente así: La mayoría actuaba de esa manera. El problema es que tenía a otra persona en mente. Una persona más delicada, más preocupada. Alguien que me había proporcionado, de alguna forma, placer...

-Te quiero detrás.

Esto me hizo despertar de mi piloto automático.

-No hago anal. - Hablé categóricamente.

-¿Cómo? ¡Claro que haces anal! ¡Eres una puta!

-Una puta que no hace anal. Esa es mi condición.

-¿Condición? ¡Estoy pagando y te quiero por detrás!

⚠️⚠️
Cuando veas de nuevo estos emojis el momento habrá pasado.

Con violencia, él me giro en la cama, alejando mis piernas con las rodillas y sosteniendo mis manos en mi espalda.

-¡Para con eso! ¡No quiero! - Hablé alto, tratando de sonar amenazadora.

-¡Qué se joda lo que quieres! ¡Yo quiero! ¡Y voy a comerte de la manera que yo quiera!

-¡Ayuda!

-¡Cállate, zorra! - Agarró mi cabello con fuerza, causando un dolor agudo.

-¡Déjeme! ¡Ayuda!

Hardin tomó su camisa con una de las manos, mientras la otra todavía tomaba mis muñecas en mi espalda. Me dejo por un momento, pero luego me inmovilizo, sentándose sobre mí.

Él jalo mi cabello, levantando mi cabeza y lo próximo que sabía es que estaba amordazada con un pedazo de tela, que iba de mi boca a un nudo detrás de la cabeza.

Intentaba gritar, pero mis gritos salían ahogados por el tejido.

Hardin agarro mis muñecas otra vez y separo mis piernas. Me movía con desesperación. ¡No era posible que me obligara a hacer eso!

-¡Hhmmppff!

Entonces me volvió boca arriba.

-Si no colaboras puta, juro por Dios que te arrepentirás.

He intentado hablar, pero el paño me lo impedía.

-Gírate de espaldas y quédate en cuatro. Ahora.

No, no me quedaría en cuatro. No iba a dejar que él hiciera aquello conmigo. Intente desprenderme de él, goleándole y pateándolo lo máximo que conseguía. Estaba preparada para salir corriendo por aquella puerta, completamente desnuda y amordazada, si fuera necesario.

Y entonces finalmente perdió la paciencia, golpeándome con fuerza en la cara.

Sentía dolor, pero aun así luche con él.

Hardin agarró mis manos sobre la cabeza, en la almohada y me golpeó de nuevo.

-¡Te voy a enseñar a ser una puta obediente!

Y entonces me golpeó de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Mi cara ya estaba en llamas, no tenía fuerzas para competir contra Hardin. Él era extremadamente fuerte. Y me golpeó de nuevo. Y otra vez.

Y el siguiente golpe fue el más fuerte que el anterior. Por fin, desistí de pelear. Él me seguía golpeando. Cada golpe giraba mi cabeza y no tenía fuerza para volver a mirarlo. Mis lágrimas se deslizaban por la cara.

Quería gritar, quería llorar y golpearlo hasta matarlo. Pero no podía.

Estaba presa. Indefensa.

Cuando se cansó de golpearme la cara, me giro de espaldas, me obligo a ponerme en cuatro. Sujetando mi cadera, se dirigió hacia mi entrada trasera y se metió con fuerza.

Sentí un dolor intenso, y más lágrimas brotaron de mis ojos. Aquel lugar no estaba ni un poco lubricado, pero a Hardin parecía no importarle.

Y entonces, entro de nuevo, con más fuerza. Y otra vez. Repetidamente. Y cada vez sentía lo mismo: Dolor. Dolor. Mucho dolor. Más dolor.

Las lágrimas surgían silenciosamente en mis ojos con cada embestida. No creía que eso sucediera. ¡Por favor que alguien abra esa puerta! ¡Por favor, por favor! ¡Deja de herirme, por favor!

Pero él no paraba, y seguía golpeándome en todas partes de mi cuerpo. Tiraba de mi cabello, me golpeaba y se metía en mí. Entre golpe y embestida. Se acercaba en mi oído y gemía con ganas, lamiéndome y mordiendo con fuerza mi cuello.

Y yo sólo podía llorar, compulsivamente y silenciosamente.

⚠️⚠️

No hay nada más que narrar de aquella noche.

Al cabo de una hora y media, él sacó su camisa de mi boca, se vistió, dio un beso y una lamida en mi espalda y habló en mi oído:

-Que puta agradable eres, amor. Tu dulce es una delicia. Espero no haberle lastimado mucho.

Y diciendo eso, salió de la habitación, dejándome sola.

Me quedé en la misma posición por varios minutos, boca abajo, en la cama. Mi cuerpo entero ardía por los golpes. Mi cara ardía y se había hinchado por el llanto y la violencia. Ardía por dentro y por fuera. Todo dolía. Yo estaba destrozada.

Finalmente conseguí juntas fuerzas para levantarme de la cama e ir a tomar un baño, que mejoro mis dolores. Las físicas por lo menos.

Llegué a la conclusión de que había tardado mucho en suceder. Como una cierta cliente me había dicho una vez, "Cualquier puta hace anal". No lo hacía, y el hecho de que, hasta ese día, nadie había decidido tomarme a la fuerza, era realmente increíble. Hasta ese día.

Volví a la habitación, pasé mi crema en los hematomas, apagué la luz y me acosté en la cama, para finalmente poder dormir.

Y lloré el resto de la noche.

Jeongyeon POV.

Salí de la empresa una hora antes: así habría tiempo de pasar a casa y tomar un buen baño.

Mi actitud me hizo asegurarme de que estaba, finalmente, enloqueciendo. ¿Quieres estar fragante para una puta? ¿Cuál era mi problema, después de todo?

-Que se joda. Voy a sentirme mejor después de un baño. - Hablé conmigo.

Tomé una ducha larga, y mi estrés de todo un día de trabajo disminuyó. Pocas cosas eran tan placenteras como un baño fresco.

Más tarde ya estaba en The Hills.

Bebía mi dosis diaria de whisky mientras miraba a las chicas que divertían a sus clientes. Pero, ¿Dónde estaba, después de todo?

-¿Sola está noche, Jeongyeon?

Samantha hablaba von una voz mañosa mientras hacía un masaje en mis hombros.

-Hola querida. Estaba buscando a Nayeon. Estoy aquí hace veinte minutos, pero no la encuentro.

-Debe ser porque ya tiene algún cliente.

Ah sí. Por supuesto. Un cliente, ¿Por qué no había pensado en eso?

-Bueno, en un momento debe bajar así que...

-No hoy, amor. Parece que el caballero que está con ella y debo admitir, un pedazo de idiota, pagó caro por la noche entera. Lo que quiere decir que sólo podrás verla mañana.

¿Un hombre había pagado para quedarse con Nayeon toda la noche? ¿Eso estaba permitido?

-No sabía que podíamos monopolizar a las chicas aquí. - Disfrace mi amargura con una sonrisa falsa.

-Mi amor, si tienes dinero, puedes hacer lo que quieras.

-Entendí. Bueno, ya que Nayeon no está aquí, tal vez otra chica pueda alegrarme hoy. He oído que tienen una novata por aquí.

-¡Jeongyeon, me ofendes! Estoy siendo agradable contigo, y ¿ni siquiera me consideras una opción? - Samantha fingió estar herida, haciendo un puchero.

-Samantha querida, sólo estoy buscando novedades. ¿Tal vez otro día? - Hable de una manera falsa, besando su cuello.

Se estremeció.

-Odio cuando hablas así, Jeongyeon. Tu poder de seducción es una maldición para las mujeres.

Al decir eso, se volvió y salió a buscar a la novata que había mencionado.

¿Entonces podíamos monopolizar a las putas de aquel lugar? ¿Por qué nadie me había dicho eso antes? Había pagado por una noche entera, una vez. ¿Pero una noche? ¿Toda?

Imaginé a Nayeon con el hombre, en aquel momento.

Él debía estar divirtiéndose, después de todo. Era muy buena, a diferencia de la mayoría de las chicas de The Hills, no exhalaba vulgaridad. De una forma extraña, Nayeon parecía una puta comportada, como si la promiscuidad de su profesión fuera balanceada por el aire inocente que emanaba de ella.

-Debe estar divirtiéndose, eso es claro. Sólo espero que esté siendo gentil. - Murmuré para mí misma.

No me gustaban todos los hematomas en su cuerpo, y no quería ver nuevas marcas. El cuerpo de una mujer debería ser bien tratado, delicado y suave, y me irritaba ver las marcas de violencia en el cuerpo de Nayeon... o en el de cualquier mujer, claro.

-Hola, ¿eres Jeongyeon? - La chica dijo, con una mirada tarada.

-Sí, soy yo. ¿Y tú eres...?

-Mi nombre es Hanna. Samantha me dijo que la mujer más linda del salón quería quedarse conmigo esta noche, así que no fue difícil encontrarte.

-¿Soy la mujer más linda de este salón? ¡Qué chiste!

-Sí. De lejos. Tal vez no deberías pagar para tener a quién quisieras por aquí. Algunas personas no deben ser consideradas "trabajo". - Ella dijo eso recorriendo mi cuerpo de arriba abajo.

La tal Hanna era linda. Era morena, tenía cabellos negros, así como sus ojos. Era hermosa, pero algo en ella no me gustaba.

Acercándose a mí, ella habló en mi oído.

-Estoy loca por sentir como es tu polla. Escuché por ahí, que tienes "algo" especial entre las piernas. Apuesto a que me harás venirme tantas veces que voy a perder la conciencia.

Vulgar. Era extremadamente vulgar. Eso era lo que no me gustaba. Pero nunca me había importado la vulgaridad, después de todo, estaba en un prostíbulo.

¡Mierda! ¿Por qué Nayeon tenía que estar ocupada?

Sonriendo para mí, Hanna me tomó de la mano y me condujo a su cuarto.

Y los 30 minutos siguientes simplemente pasaron. No me sentía excitada como creía que estaría al experimentar un nuevo cuerpo. Aquel cuerpo no me agradaba, ni aquella personalidad.

Los 30 minutos pasaron, pagué lo que debía y me fui a casa a dormir. Al día siguiente, más estrés. Al parecer, alguien dijo algo que no debía y resulto una pelea interna en la empresa, donde cabeza rodaron. Yo, como siempre, en medio de ese lío, no sabía ni con quién hablar.

-Jihyo haz cualquier cosa para que dejen de llamar. - Mi teléfono sonaba por milésima vez ese día, y mi dolor de cabeza sólo aumentaba.

-Soy sólo una secretaria...

-Y aún así sabes más de la empresa que yo. Te lo imploro, haz algo.

Ella suspiro. - Voy a tratar de hablar con John. Todavía tenemos tres reuniones hoy y...

-Cancela. Necesito irme de aquí.

-¿Pero qué digo?

-Diles que estaba indispuesta.

No era exactamente una mentira. Necesitaba salir de aquel lugar antes de que mandara a la mierda a todos, con excepción de Jihyo, que era una persona genial.

Llegué a casa, tomé un baño tibio, busque un analgésico y me acosté en la cama, esperando que el dolor de cabeza mejorara. Me sumergí en un sueño sin sueños, y desperté cuando el reloj marcaba las 23 hrs.

No quería aceptarlo, pero lo sabía. Iría a The Hills esa noche. Quizás todas las noches. No era bueno tratar de llevar una vida menos promiscua, no adelantaba a encerrarme en casa con la TV. Acabaría yendo, tarde o temprano. Era siempre allí que mis frustraciones en el trabajo y en el resto de mi vida se disipaban. Siempre había sido así.

En ese momento no era diferente, aunque quizá algo más me atraía allá, y yo no sabía exactamente qué.

***

Fui recibida por Hanna en The Hills.

No entré ni al salón, y ella ya se acercaba a mí, más de lo que yo deseaba.

-Ahora, por aquí de nuevo. Pareces medio tensa.

-Impresión tuya. - Hablé educadamente.

-Impresión o no, me encantaría ayudarte hoy.

-Hoy no, Hanna. Voy a dejarte descansar de ayer por la noche.

-No te preocupes, ya estoy más que descansada. - Sonrió.

No presté atención a lo que ella hablaba.

-¿Has visto a Nayeon?

-¿Tú estás obsesionada con Shasha, eh? Querías ayer y hoy...

-¿Shasha?

-Lo siento, es como la llamamos fuera del trabajo. Nayeon está indispuesta hoy. No va a bajar al salón.

-¿Y por qué no? ¿Qué hay con ella?

-Ella no está bien. Debe ser dolor de cabeza.

Mierda. Esa era la segunda vez que iba a aquel lugar con un interés, y la segunda que no conseguía alcanzarlo. Me quedé frustrada, pensaba que aquella noche sería relajante y placentera. Necesitaba relajarme, el día había sido duro.

Por supuesto que podría elegir a cualquiera de las chicas libre de aquel salón. Pero yo simplemente no quería. Quería a Nayeon, pero siempre había algo que me lo hacía imposible.

-Ok, Hanna. - Comencé, frotándome la frente con los dedos. - Gracias por la información.

-¿No quieres quedarte con otra persona?

-No. Ya estaba saliendo.

-¿No quieres beber nada? - Ella grito, ya lejana.

-Hoy no. - Dije entrando en el Porsche Cayenne y yéndome.

La dejé donde estaba, mirando una última vez por el retrovisor para ver a Hanna parada en la puerta de The Hills mientras un peatón despreocupado entraba en la calle.

Giré en la esquina, deseando mi cama más que todo en el mundo.

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9,000 palabras, están demasiado largos los capitulos, así que ustedes comprenderán si de repente se me escapa un nombre.

Ya se la saben, carteras y celulares.... A no así no era, voten, comenten y si gustan seguirme serán bienvenidas

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