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🌻•Epílogo

muchas gracias por llegar hasta aquí conmigo. 💜


🌻

El cielo se hallaba de un precioso azul con algunas blancas nubes esparcidas por aquí y por allá y junto a ellas se encontraba el gigante astro sol en su punto más alto brillando en su totalidad.

Era medio día en la ciudad de Seúl, un agradable fin de semana en el que un par de alegres risitas se escuchaban por todo el jardín trasero al igual que sus grandes carreras por todo el lugar en compañía de una pelota.

—¡Nooo! —le cubrió la boca con mucha preocupación. —No grites tan alto, papi se va a despertar.

—¡Oh! —jadeó abriendo ese enorme par de ojos azules para después cubrir su propia boca con sus manitas. —Shh…

—¡Ya sé! —dio un saltito empuñando sus pequeñas manos. —¡Flores! A papi le gustan mucho y… ¡Y con eso de pondrá muuuuuy feliz!

—¡Sí, sí! —comenzó a dar muchos brinquitos emocionado. —¡Sí! ¡Fodes! ¡Sí, sí, sí!

—¡Vamos, Yi!

Sujetó la manita de su hermanito para a continuación correr rumbo al área donde habían muchas flores… muchas. De todo tipo, colores y tamaños, todas plantadas por su padre.

Los pequeños de cinco y cuatro años respectivamente, arrancaron una sola flor cada uno. La que más les llamó la atención para obsequiarle a su papá… lo hicieron con mucho cuidado por eso solo escogieron una porque su papi les decía todo el tiempo que cuidaran todas las plantas y las trataran bonito para que crecieran mucho.

Con flores en mano, el pequeño par se miró muy contento dispuestos a ir dentro de la casa… de no ser porque vieron a su otro padre acercarse a ellos.

—Hey, ¿Qué hacen? —se acuclilló frente a su par de retoños dándose cuenta de las flores en sus manitas. —¿Y esas flores? ¿Son para papi?

—¡Sí! —dijeron al unísono.

El alfa sonrió al escucharlos tan entusiasmados.

—¡Muy bien! Papi se alegrará mucho.

—¡Sí! ¿Ya se despertó? —Hoseok negó haciendo que los niños hicieran unos pucheritos.

—No debe de tardar —les tranquilizó. —, pero por mientras tengan —les entregó unas cajitas de jugo con una pajilla insertada. —, han corrido mucho.

Los pequeñitos tomaron sus juguitos, después de entregarles las flores a su padre alfa para que se las cuidara. Ambos bebían sus jugos con calma girando en su lugar o mirando al cielo haciendo sonreír a su padre por lo adorables que lucían.

—Por cierto, SeokGi dijo que vendría en un rato más a jugar con ustedes~

Los dos jadearon sobre todo el pequeño Yirim porque se llevaba de maravilla con su primo porque le gustaba cargarlo en su espalda.

—¿Sejunnie también? —preguntó la de ojitos bicolor por el Min menor.

—Oh, eso no lo sé pero podemos llamar para preguntar.

El par se puso a dar saltitos. Amaban a sus primos, se divertían muchísimo con ellos, pero cuando Soobin se unía a ellos la diversión crecía, y si llegaba Ren todavía mejor.

A esos tres les encantaba consentir a los pequeños Jung.

Sin más, las risas regresaron pues solo les tomó unos minutos para lograr que su padre jugara con ellos. Así que ahora los tres jugaban con la pelota pateándola a un lugar indefinido porque ni siquiera tenían idea de "a qué" estaban jugando, ellos simplemente se divertían y eso era lo importante.

—¡Ah! —Hoseok terminó sobre el pasto completamente agotado pero con una enorme sonrisa en el rostro.

—¡Papá! —la pequeña Dairi chilló lanzándose sobre su padre sacándole el aire y un sonoro quejido.

Pero entonces Yirim se les unió, así ambos aplastando a su cansado padre, quién solamente alcanzó a soltar una baja risa ahogada.

—Ustedes quieren acabar conmigo, ¿Verdad?

El par compartió miradas para después echarse a reír sonoramente. Hoseok comenzó a reír también después de lograr recuperar un poquito de oxígeno y así abrazar a sus preciosos retoños quienes empezaron a llenarle el rostro de babeantes besitos, costumbre adquirida por Taehyung.

Además, Hoseok siempre hacía eso con ellos, no había día que no besara las adorables caritas de sus dos hijitos, por lo que ellos en la primera oportunidad que tenían hacían lo mismo con él. Taehyung era igual, los dos tenían a Dairi y a Yirim bien mimados.

Los pequeños Jung jamás podrán decir que el amor les hizo falta en su niñez.

—Oh… —el alfa puso rostro serio obteniendo la atención de sus hijos. Se sentó y los pequeños se bajaron de él para mirarle con atención. Sonrió acariciando sus oscuros cabellos. —Papá ha despertado.

—¡¿En serio?! —Dairi se puso a dar muchos saltitos siendo seguida por Yirim.

Ellos extrañaban mucho jugar con su papi Tae.

Hoseok asintió, pues gracias a su preciado lazo,  supo que su amado omega había despertado de su siesta de reposo. Por lo que se puso de pie para entonces tomar a su hijo menor entre sus brazos quien ya traía en sus manitos la flor que le quería regalar a su papi.

También estuvo a punto de inclinarse para cargar a Dairi, pero cuando menos se lo esperó la vio corriendo en dirección a la casa lo más rápido que sus cortas piernitas se lo permitían. Hoseok simplemente negó con una sonrisa absteniéndose en detenerla, pero no sin antes gritarle que tuviera cuidado al subir las escaleras.

Después de todo comprendía lo mucho que lo había extrañado.

🌻

Cuando despertó no pudo evitar sentir cierta incomodidad en su cuerpo. La conocida sensación había regresado, pero esta vez más intensa y un poco diferente a la de las últimas dos ocasiones.

Suspiró moviendo un poco las piernas sintiéndolas más pesadas que nunca… no obstante apenas hizo un ligero movimiento de cuerpo, se tensó y siseó optando por volver a quedarse quieto. Soltó un suspiro entrecerrando sus ojos y mirando a su alrededor, encontrándose solo en la habitación en la cual no se hallaba ni una sola luz encendida ya que las cortinas del enorme balcón se hallaban abiertas al igual que sus puertas, donde gracias a eso logró escuchar a lo lejos unas risas que él muy bien conocía.

Decidió cerrar sus ojos y suspirar profundamente por tercera vez, rememorando lo vivido las últimas cuarenta y ocho horas. Vaya que había sido toda una odisea… pero sobre todo sintió miedo. Era la primera vez que sentía esa clase de miedo en un momento así… aún recordaba el rostro de preocupación de su querido alfa… la manera en la que el miedo invadió el lazo que los unía… no, no quería volver a experimentar algo así.

Pero para fortuna de todos, al final del día todo resultó bien y eso era lo más importante.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó la puerta ser abierta y entonces una cabellera negra se asomó y sus ojos azules se encontraron con unos bicolor los cuales sonrieron al verle despierto. Una niña de vestido púrpura y cabello suelto se acercó a él a pasitos tímidos hasta quedar en la orilla de la cama.

Taehyung sonrió dando un par de palmaditas en la cama invitandole a subir. Obviamente la invitación no fue rechazada y Jung Dairi se subió con mucha precaución a la cama quedando de rodillas muy cerquita de su padre, pues no se animaba a tocarlo, menos a abrazarlo cosa que tomó a Taehyung por sorpresa pues su niña era muy afectuosa, sin embargo sabía que ella debía saber de su estado, por eso estaba siendo precavida.

Extendió sus brazos, invitándola en un abrazo, ese al que ella no se animaba a empezar por lo que prefirió darle un empujoncito y hacerle saber que todos sus abrazos siempre serían bienvenidos.

La pequeñita abrió sus ojitos desiguales con sorpresa para entonces asentir y abrazar a su padre con mucho cariño. Taehyung contuvo un siseo de dolor pero al mismo tiempo respiró profundamente los cabellitos de su hija sintiendo a su lobo relajarse. Por lo que antes de separarse le besó la frente y colocó un mechón tras su oreja.

—Oh… —se percató de la flor en la mano inquieta de su hija. —¿Es para mí?

Asintió rápidamente entregándosela. Taehyung sonrió oliendo la flor para entonces mirar a su niña con ojitos brillantes y acariciarle sus desordenados cabellitos.

—Muchas gracias~ —la colocó en sus claros cabellos haciendo sonreír a su hija. —Ahora me siento mejor.

—¿Hice que papi se sintiera mejor?

—Sip.

—¿Ya no te duele? —preguntó con angustia mirando a la barriga de su papi que extrañamente era más pequeña de lo que recordaba.

—Ya no. —decía acariciando los largos cabellos de su niña. —Papi está bien… y tus hermanitos también.

—¿Dónde están? —se entusiasmó comenzando a dar brinquitos. —¡Papi! ¿Ya puedo verlos? ¡Quiero verlos!

—Oh… —sus ánimos bajaron y su lobo soltó un bajito lloriqueo. —Después podrás verlos… por ahora necesitan estar un tiempo en el hospital.

Justo después de decir esas palabras, Hoseok entró a la habitación cargando a Yirim. Había escuchado lo que Taehyung hablaba con Dairi por lo que cuando lo escuchó contar lo último, prefirió entrar al sentir la corriente de tristeza en su conexión.

Jung Yirim se alegró muchísimo al ver a su adorado padre, así que apenas Hoseok lo dejó sobre el colchón, este se lanzó a los brazos de Taehyung como el niño consentido que era. El alfa se preocupó al escucharlo quejarse pero aún así Tae le detuvo haciéndole saber que estaba bien, que podía soportarlo.

—Papá… —Dairi caminó sobre la cama hasta donde su padre alfa quien la tomó en brazos. —¿Por qué mis hermanitos están en el hospital?

—Oh… —compartió miradas con Taehyung quién solamente se quedó en silencio y besó los cabellitos de Yirim. Hoseok regresó su atención a su niña quien le observaba en busca de respuestas. —Bueno, ellos necesita estar unos días ahí porque están enfermitos, pero ya verás que pronto se recuperarán y podrás conocerlos.

—¿Les duele la badiga?

Hoseok rió bajito besándole la sien a su hija.

—Sí, les duele la barriga. —la dejó sobre la cama. —Por mientras cuidemos de papi, ¿Si?

—¡Sí! —asintió efusivamente gateando hasta donde Taehyung sacándole una risita.

El alfa sonrió al ver cómo su niña tomaba la mano de Tae y le daba un besito en el dorso, para luego decirle "yo te cuido, papi". Y bueno, a Yirim no le preguntó nada porque apenas se había acurrucado junto a Taehyung, el sueño comenzó a llegar a él y ya se encontraba más dormido que despierto. El aroma de Taehyung adormecía a Yirim… y no era un secreto que era más apegado a su padre omega.

Sin más, los tres se dedicaron a cuidar de Taehyung llenándolo de besitos y mimos… y Tae, bueno Tae estaba más que contento por la atención de sus rayitos de sol.

🌻

Jung Dairi no era tonta. Para tener cinco años era una niña muy lista, por lo que sabía muy bien que sus papis le estaban ocultando algo. Además, no los notaba tan alegres como siempre, solo cuando ella y Yirim se les unían entonces parecían ponerse contentos sobre todo su papá omega…

Su papi Hobie solo le había dicho que no se sentía bien y que había que tenerle paciencia... Dairi dedujo que todo tenía que ver con que sus hermanitos aún no regresaran del hospital.

—Papi, ¿Estás triste?

Taehyung miró con sorpresa a su hija. La pequeñita se sentó sobre el pasto frente a su padre quién hace solo unos segundos estaba leyendo un libro en el jardín trasero de su hogar. El omega observó a su niña quien le miraba con atención con ese par de ojitos bicolor, por lo que no pudo evitar soltar una baja risita dejando el libro de lado y así alcanzar su pequeña manita.

Su niña era muy intuitiva.

—Un poquito… —optó por responder con la verdad.

Dairi hizo un adorable puchero. Ella no quería que su papi estuviera triste.

—¿Es porque mis hermanitos están en el hospital?

Una sonrisa apagada apareció en sus labios para después asentir, rememorando lo que sucedió el día del parto con un Taehyung muy asustado luego de haber resbalado en la ducha. El omega estaba solo en casa con sus dos hijos, pues Hoseok había tenido que asistir a una reunión. Dairi fue la que alcanzó a escuchar un ruido por lo que corrió hasta donde estaba su papi y se sorprendió al hallarlo sentado en el suelo, abrazando su barriga con una expresión de dolor. Taehyung intentó no expresar cuánto le dolía para no asustar a su hija, así que solo le pidió que le llevara su celular y así llamar a Hoseok, mientras le decía a su niña que estaba bien.

Pero aún así, Dairi sentía que tenía que ayudar a su papito a levantarse de ahí porque él no podía hacerlo solo y se veía que le dolía, por lo que en el transcurso de la llamada de sus padres, la pequeñita salió corriendo de casa hasta llegar a la de sus tíos, donde apenas llegó comenzó a golpear la puerta con mucha prisa hablándole al tío Mimi, pero el que le terminó abriendo fue el tío Yoonie quien se preocupó al verla llegar así, por lo que la pequeña le dijo rápidamente que su papi Tae se encontraba sentado en el suelo del baño, cosa que obviamente alertó al alfa quien dejó a Dairi en casa con SeokGi y SeJun, para entonces ir a toda prisa hasta Taehyung con Jimin siguiéndole.

Dairi se preocupó cuando vio que sus tíos se preocuparon, así que quiso seguirlos pero su primo SeokGi la detuvo diciéndole que papá Tae estaría bien.

Taehyung sonrió al recordar cuando Jimin y YoonGi le contaron que su preciosa e inteligente niña había hecho todo eso por él. Taehyung se sentía muy agradecido con su hija, porque si se hubiera esperado hasta que Hoseok alcanzara a llegar desde la empresa todo habría terminado mal. Por eso es que gracias a la iniciativa de Dairi de ir a pedir ayuda, tanto Tae cómo sus bebitos estaban bien.

—Bueno… si estoy triste porque los extraño. —habló bajito atrayendo a su niña a su regazo y acariciando sus largos cabellos. —Pero, ¿Te digo algo?

Dairi asintió observando a su papi con atención.

—Ya no estoy tan triste porque estás aquí conmigo. —la abrazó logrando escuchar sus dulces risitas.

—Te quiero mucho, mucho, mucho, mucho papi.

—Y yo a ti chiquita. —le besó la cabeza para después llenarle de besitos el adorable rostro. —Mucho, mucho, muchooooo~

Sus ánimos habían mejorado.

Al poco rato Hoseok llegó sonriendo por la preciosa escena frente a sus ojos, donde Tae tenía a Dairi sentada en su regazo y entre ambos leían un libro. Dairi ya sabía leer muy bien gracias a Taehyung y también sabía escribir su nombre completo, el de sus padres, el de su hermano y ya se encontraba practicando el de sus hermanitos y de sus tíos y primos. Ese era su pasatiempo además de la jardinería.

Jung Dairi jamás se aburría.

—Papi, ¿por qué estás todo mojado?

Taehyung alzó la mirada de su libro hacía su esposo, para después soltar una sonora carcajada al verlo destruido.

—Yo creo que tuvo una batalla con Yirim...—Tae rió bajito. —...y perdió.

Dairi también se rió divertida al ver a su padre alfa empapado. En cambio Hoseok solo bufó para después sacudir su cabeza así salpicando a su alrededor por su cabello goteante, sacándole grititos a su hija. Entonces la sujetó fácilmente para después estrujarla entre sus brazos con besitos y más risitas.

—¡Nooo! ¡Papá! —chillaba Dairi entre risas. —¡Estás mojado!

—Es tu turno de tomar un baño, pequeña apestosa. —se tapó la nariz haciendo una expresión exagerada que hizo a Dairi reír todavía más.

—¡No apesto! —volteó a ver a Taehyung. —¿Verdad que no huelo feo, papi?

El omega se puso de pie entre risitas para negar y besar la regordeta mejilla de su niña.

—El que apesta es tu papá~

—Oyeee. —refunfuñó a propósito para hacer reír a su hija.

—Creo que todos necesitamos un baño —Taehyung opinó adentrándose a la casa siendo seguido por sus dos tesoros. —, pero primero irá Dairi~

—¡Sí! ¡Un baño! ¡Con muchas burbujas! —chilló ella entusiasmada. —¡Y juguetes!

Hoseok rió. ¿A quién me recuerda?

🌻

En silencio, ambos admiraban a sus hijos dormir quienes después de un refrescante y divertido baño se habían quedado profundamente dormidos.

Esa era una actividad diaria por parte de los orgullosos padres: admirar a sus dos retoñitos dormir cada noche. Los habían visto crecer frente a sus ojos y no podían creer lo rápido que había pasado el tiempo. Aún recordaban cuando Dairi había nacido en esa tormentosa madrugada o como arrullaban a Yirim entre sus brazos durante esas largas noches.

Sus hijos habían crecido y eso los ponía muy sensibles porque si lo pensaban bien, solo habían parpadeado y Dairi ya había cumplido cinco años y Yirim cuatro.

Después de darle a ambos su besito de buenas noches en la frente y arroparlos, el par de padres orgullosos salieron de la habitación sintiendose felices y plenos por lo bien que sus hijitos estaban creciendo.

El par se fue a su propia habitación, para después adentrarse al cuarto de baño donde la tina ya se hallaba preparada. Realmente necesitaban un baño porque bañar a sus niños los había dejado empapados ya que a los pequeñitos les encantaba jugar aún cuando se bañaban.

Ninguno decía nada, la habitación se hallaba en completo silencio, solo escuchaban sus respiraciones y el rozar de la ropa al ser retirada lentamente. Hoseok desvestía a su omega lentamente con calma… no fue hasta que le dejó todo el torso desnudo que sintió a su precioso esposo nervioso.

Ya habían pasado cuatro semanas desde que había dado a luz a dos preciosos niños… y una niña.

El cuerpo de Taehyung aún se encontraba en recuperación, por lo que no pudo evitar temblar cuando las gentiles manos de su alfa le acariciaron su vientre ligeramente hinchado, pero no es que a Tae le avergonzara que Hoseok viera su cuerpo así, él jamás se ha sentido inseguro por las secuelas de los embarazos porque Hoseok siempre le ha demostrado cuan bello es ante sus ojos sin importar que.

Sin embargo, algo en él se entristeció cuando esos dedos rozaron la cicatriz ya curada que se encontraba en la parte baja de su abdomen, pues gracias al percance que tuvo en el baño el parto se adelantó dos meses antes, pero lo peor de todo es que las cosas se complicaron, Taehyung estaba tan asustado que terminó por desmayarse por lo que tuvieron que hacer una cesárea de emergencia y así salvar a los bebitos… los cuales se suponían que eran solo dos, pero todos se llevaron la gran sorpresa de un tercer bebé haciéndoles compañía.

Al ser prematuros, los trillizos llevaban esas cuatro semanas en el hospital dentro de una incubadora terminando de desarrollarse y fortaleciéndose día con día, convirtiéndose en unos bebés muy sanos. Pero a pesar de todo, tanto Tae cómo su lobito se encontraban afligidos por todo lo que había pasado con sus hijitos, sobre todo por no poder tenerlos a su lado y cuidarlos como tanto deseaba.

Hoseok se daba cuenta del sentir de su precioso omega aún cuando no le había dicho nada parecido, sabía que se sentía de cierta manera culpable de que sus cachorros tuvieran que estar en un hospital y no en casa. Pero el alfa trataba de encargarse de que esos pensamientos no se apoderaran de su amado esposo, y él junto con ayuda de Dairi y Yirim distraían a Taehyung y le decían lo mucho que lo amaban y lo excelente padre que era.

—¿Te he dicho lo hermoso que estás el día de hoy?

El omega rió bajito sintiendo sus mejillas ruborizarse.

—Sí —se acurrucó cómodamente en el pecho de su alfa sintiendo como le rodeaba con sus brazos y depositaba un dulce beso en su sien. —, muchas veces… todos los días lo haces, sin falta.

Hoseok sonrió orgulloso.

—Bueno, entonces lo volveré a decir: eres hermoso, mi amor. —besó la sien nuevamente. —Nunca me cansaré de decírtelo y te lo repetiré aún cuando seamos un par de pasitas y tengamos el cabello tan blanco como las nubes.

Nuevamente otro encantador rubor apareció en las pecosas mejillas del enamorado omega debido a las lindas palabras de su alfa.

—Te amo… —murmuró frotando en círculos el pecho ajeno humedeciéndolo con el agua de la tina, pues ya tenían varios minutos dentro disfrutando de un agradable baño.

Tenían bastante tiempo sin tomarse un tiempo a solas dentro de la tina y con todo el ajetreo de las idas al hospital a ver a sus hijitos, de cuidar de los niños que tenían en casa y las curaciones de Taehyung, apenas tenían tiempo para tener algo de intimidad ya que al final del día terminaban exhaustos.

Pero Hoseok sentía la angustia de su Omega, por lo que decidió tomar un momento para mimarlo.

—Yo también te amo. —le dijo de vuelta haciéndose pequeñito disfrutando de como le humedecía el cabello con una esponja.

Hoseok sonrió continuando con su trabajo, solo escuchando el sonido del agua. Aún le seguía pareciendo extraño notar a su esposito tan tranquilo, sobre todo cuando siempre ha sido muy parlanchín e inquieto… pero desde lo del incidente se volvió más callado. Y Hoseok no lo juzgaba, lo entendía… sabía que se encontraba en un proceso, en una lucha interna en la que no podía interferir pero sí hacerle saber que estaba a su lado en todo momento.

No iba a negar que también se sentía triste por sus cachorritos… pero tenía que ser fuerte, por Taehyung, por Yirim y por Dairi… y por supuesto por sus trillizos. No podía derrumbarse, porque a pesar de que a él también le dolía horrores no tenerlos bajo su cuidado, comprendía que para Taehyung era aún más doloroso.

—¿Cómo te sientes? —preguntó bajito después de un rato en completo silencio en el que se dedicó a lavar a su omega.

Preguntó aún sabiendo perfectamente como se sentía.

—Triste… —suspiró. —Pero estando así juntos me hace sentir mejor… —alzó la azulada mirada para conectarla con la de su alfa. —, gracias por todo, Hobie.

—No es nada, cariño. —le acarició la mejilla. —No tienes por qué agradecer, yo siempre estaré para ti.

Tae estiró sus labios en una pequeña sonrisa volviendo a acurrucarse en el fuerte pecho de su amado esposo. —JeongHan dijo que los bebés están muy sanos y que… y que pronto podremos traerlos a casa, solo tenemos que esperar unos días más.

—Eso es maravilloso, ¿verdad? nuestros chiquitos son muy fuertes, justo como tú. —Tae dejó salir una baja risita. —Ya quiero que Dairi y Yirim los conozcan, ¿te imaginas la sorpresa que se llevarán cuando vean que son tres y no dos?

Asintió de acuerdo. —Cuando Dairi vea que tiene una hermanita.

—¡Es verdad! ella dijo que quería una hermanita y mira, se le cumplió.

—Se pondrá muy feliz. —rió bajito recibiendo con gusto los cientos de besitos en su mejilla.

—Y yo deseo verte feliz a ti.

—Hobie… —se giró un poquito sujetando las mejillas de su alfa notando la mirada apagada que le dedicaba. —Hobie, lo siento…

—No, mi cachorro. —negó. —De ninguna manera tienes que disculparte por esto. —le dijo mirando sus ojitos alternativamente. —Está bien no estar bien a veces… sobre todo es comprensible que te estés sintiendo así por nuestros bebitos, sé que los extrañas… por eso te he dado tu espacio.

Taehyung se conmovió agradecido.

—Pero tengo que admitir que también extraño escucharte reír, cantar y jugar por toda la casa con nuestros hijos y Yeontan. —le acarició el húmedo cabello. —Y sé que ellos también extrañan todo eso… pero ya les expliqué que papi no se ha sentido bien y hay que ser pacientes… ellos entendieron por eso están tratando de animarte y de cuidarte a su manera, nuestros cachorros son muy listos.

—Y se los agradezco… —dijo conmovido recordando como Dairi trató de animarlo… y le funcionó. —, a los tres… prometo que volveré a ser el de antes, solo… denme un poquito de tiempo para terminar de asimilar todo con mi lobo y hacerle saber que nuestros bebitos ya no corren ningún peligro… él se encuentra muy angustiado, llora casi todo el tiempo aquí… —tocó su pecho. —, y afecta mi ánimo…

—Mi amor… ¿Por qué no me lo dijiste antes? Quizás… quizás yo podría ayudar, es decir, mi lobo podría ayudar… ahora entiendo mejor porque lo he sentido tan inquieto últimamente.

—Es que yo… —desvió la mirada. —Creí que debía de encargarme de esto yo solo porque… porque todo lo que pasó fue mi cul-

—No te atrevas a decir eso. —le interrumpió viendo como hacía un puchero. —Por favor, mi amor… necesito que entiendas que no es tu culpa, fue un accidente.

—Pero si yo no-

Colocó un par de dedos sobre los labios ajenos, silenciandole.

Negó.

—Accidente. —repitió calmado. No quería alzar su voz y hacerle creer que estaba molesto con él. —Sí, nuestros bebés nacieron antes, pero ellos están bien, muy bien de hecho. —deslizó su mano a la pecosa mejilla. —No les pasó nada malo, porque te alcanzaste a sostener disminuyendo la fuerza del golpe, pero el parto se adelantó porque estabas muy asustado, y con justa razón.

Taehyung bajó su mirada recordando ese momento en el que vio a su alfa llegar al hospital muy preocupado.

—Sonará mal decir esto pero… —con un par de dedos le acarició el mentón invitándole a conectar sus miradas. Una vez la mirada azulada se conectó con la suya, suspiró. —Cuando llegamos al hospital, no me sentía tan preocupado por nuestros bebés porque mi lobo me decía que ellos estarían bien… pero si me estaba muriendo de preocupación por ti, sobre todo cuando te pusiste pálido y te desmayaste… —desvió la mirada. —Estabas aterrado y yo me sentía tan inútil porque no lograba ayudarte de ninguna manera y luego en el instante en el que te desvaneciste nuestro lazo ardió tanto que me hizo creer que ya no despertarías jamás.

Acarició el rostro de su Omega volviendo a conectar sus miradas.

—Me asusté, me asusté mucho. —confesó bajito. A pesar de que esa situación fue hace un mes, no le había contado nada de eso a su precioso esposo que ahora le observaba con angustia. —Lo siguiente no lo tengo muy claro, solo creí que me iba a volver loco pero luego me dijeron que mi lobo tomó el control de mi y me tranquilizó, porque cuando volví a entrar en sí, fue cuando escuché el llanto del primero de nuestros bebés y lo vi sacudir sus piernitas entre las manos de JeongHan… mi lobo debió comportarse muy bien como para que nos dejaran entrar contigo para acompañarte y presenciar el nacimiento de nuestros hijos.

—¿Entonces si estuviste ahí con nosotros?

—Afortunadamente sí, cariño. —le miró con ternura entrelazando sus manos. —Pude acompañarte a pesar de que estabas inconsciente y también pude  presenciar el momento exacto en el que nacieron nuestros tres bebés… todo se lo agradezco a mi lobo porque te juro que nunca me hubiera perdonado no estar ahí.

Taehyung se quedó en silencio observando esos preciosos orbes dorados que le miraban con tanto cariño… con tanto amor.

—Todo el tiempo estuve sosteniendo tu mano. —ejerció un poco de presión en el agarre que tenían. Sonrió. —Aunque tengo que admitir que extrañé que estrangularas la mía.

El omega soltó una baja risita recargando su cabeza en el pecho de su amado alfa. Ahora se sentía más tranquilo y más feliz.

—Te amo, Taehyung. —dijo de repente rompiendo el cómodo silencio en el que se habían sumergido por varios minutos.

—Yo también… —abrió ese par de zafiros para dedicarle una encantadora mirada a su esposo y así estirar sus labios en una preciosa sonrisa. —, yo también te amo, Hoseok.

Un par de dedos acariciaron delicadamente el mentón del bello omega enviándole una agradable corriente a todo su cuerpo que erizó su piel ante la expectativa. Tae amaba que su alfa provocara tantas sensaciones en él con un simple toque y Hoseok… bueno Hoseok se enorgullecía al saber que a pesar de los años, seguía causando todo eso en su amado omega.

—Mi cachorrito… —musitó acercando sus rostros lentamente. —Mi precioso, encantador y dulce cachorro por siempre…

Y unió sus labios con tanta dulzura y amor de por medio. Porque para ellos no existían los besos sencillos ni nada parecido, sus besos siempre estaban llenos de sentimiento, de cariño… de amor. Siempre les otorgaban esa agradable calidez a sus pechos y agitaba sus corazones porque su amor parecía crecer un cachito con cada muestra de amor que tenían.

Sus respiraciones tranquilas, acompañadas de bajitos chasquidos gracias a los lentos movimientos de labios y los infaltables susurros llenos de palabras dulces… sus corazones felices.

Taehyung suspiró una vez los besos se detuvieron, pero sus rostros simplemente no se alejaron. Ronroneó al sentir como el pulgar de su alfa acariciaba con ternura su mejilla mientras mantenían las frentes unidas. Por lo que con un suave movimiento, movió su rostro así frotando tiernamente sus narices, acompañado de pequeños y silenciosos besitos en el rostro de su amado alfa.

Los mimos y cariños de Taehyung siempre elevaban a Hoseok hasta las nubes. Que estaba seguro de que si fuera poseedor de una cola, la estaría agitando como loco.

—Mi Hobie… —murmuró regando suaves besitos en el rostro ajeno. —Mi alfa…

—Solo tuyo… —respondió en un susurro. —Completamente tuyo.

Dulces feromonas flotando por aquí y por allá. Sus aromas combinándose armónicamente, demostrando lo felices y enamorados que se encontraban, mientras no dejaban de acariciarse, de besarse… y de expresar en palabras cuánto se amaban.

Omega… —murmuró esa voz un par de todos más grave… pero igualmente suave, para entonces abrir los ojos mostrando esos hermosos orbes dorados y brillantes. —Mi omega…

Los hombros de Taehyung se relajaron más después de un bajito suspiro, para entonces también abrir ese par de ojos tan azules como el cielo y tan brillantes como la luna.

Sonrió.

Mi alfa…

La piel se le erizó, acompañada de un bajito gemido que le hizo encogerse en su lugar cuando una cálida mano se adentró al agua y fue colocada gentilmente en su vientre.

Mi omega… —murmuró acercando sus labios a la frente ajena depositando un cariñoso beso. —Te encuentras triste… entonces yo también lo estoy.

Mordió su labio inferior con una expresión angustiada plasmandose en su rostro para después colocar sus manos junto a la de su alfa sintiendo como sus bellos ojos se convertían en un par de lagunas.

Nuestros cachorros, alfa… —articuló trémulamente soltando un par de lágrimas.

Alma mía… —se separó un poco doliéndose al encontrar ese par de zafiros cubiertos de lágrimas. —Me duele tanto que estés sufriendo…

Quiero tenerlos aquí conmigo… con nosotros y poder cuidar de ellos. —sollozó. —Los echo mucho de menos…

Lo sé, amor mío, lo sé. —con su pulgar limpiaba las tristes lágrimas. —Yo también desearía que estuvieran con nosotros, pero…

¿Pero…? —observó los orbes dorados con atención.

Te puedo asegurar que ellos se encuentran muy bien… los puedo sentir, los tres son unos cachorros rebosantes de salud, así como los dos retoños que tenemos en casa.

¿De verdad? Entonces por qué… ¿P-por qué no podemos traerlos aquí? Alfa, necesito tenerlos en mis brazos porque me siento incompleto sin ellos y con mi corazón dividido.

Mi omega… —acunó ambas mejillas, atrapando un par de lágrimas con sus pulgares. —Al ser tres bebés que llegaron al mundo antes de tiempo son muy pequeñitos, por lo que necesitan ayuda para terminar de crecer adecuadamente, además ninguno se encuentra enfermo, te lo aseguro.

¿Me lo prometes, alfa?

Te lo prometo. —le besó dulcemente los labios. —Por todo el inmenso amor que te tengo, te prometo que nuestros hijos están bien.

Entonces sonrió y esos brillantes ojitos azules destellaron con alegría.

Te creo, alfa. —le robó un besito acompañado de una tierna risa. —Siempre creo en ti, sé que tú jamás me mentirías.

Jamás me atrevería a mentirte, alma mía. —rodeó al omega con sus brazos sin dejar de verse a los ojos.

Porque ellos jamás se cansarían de mirarse, jamás, no cuando sus ojos eran las ventanas del alma. No necesitaban palabras, a ese par de lobos enamorados solo les bastaba con mirarse, eso llenaba sus almas de felicidad.

Por eso mismo, desde ese momento ninguno volvió a decir palabra alguna, simplemente se dedicaron a hacerse compañía, sin dejar de observar los ojos del otro.

Una mirada vale más que mil palabras y ellos lo demostraban perfectamente.

Sosteniendo sus miradas, se lavaron mutuamente con toda la delicadeza y cariño que podía existir, para después salir de la tina, y luego vestirse el uno al otro con unas pijamas muy cómodas. El omega simplemente ronroneaba y reía cuando su amado alfa le secaba el cabello para después hacer lo mismo con él… donde después de estar más que listos, ambos se tumbaron cómodamente en su enorme cama y se abrazaron tiernamente en compañía de castos besitos en sus rostros y suaves caricias en sus cabellos.

Nuestros cachorros estarán pronto con nosotros, te lo puedo asegurar. —habló finalmente después de unos largos minutos en silencio.

Suspiró disfrutando de las caricias en su rostro.

Creo en ti, alfa. —se acercó para depositar un amoroso beso en la punta de la respingada nariz.

Te amo más de lo que puedo expresar, corazón mío.

Y yo a ti alfa, te amo más que a nada en el universo… te agradezco por traerle paz a mi mente y calma a mi corazón. —entrelazó sus manos.

No sería merecedor del título de tu alfa si no hiciera eso, así que no tienes que agradecer alma mía. —besó el dorso ajeno con infinito amor. —Es un placer otorgar paz al amor de todas mis vidas… y si la diosa luna me lo continúa permitiendo siempre estaré a tu lado para brindarte toda mi paz y todo mi amor.

Mi alfa es el mejor que existe, soy tan afortunado.

El omega sonrió haciendo un pequeño asentimiento, para entonces unir sus labios en un profundo beso que hizo sus corazones vibrar.

Cuando sus ojos se abrieron, los lobos se habían marchado… Hoseok y Taehyung se sonrieron mutuamente al percatarse de dónde se encontraban al saber que sus lobos habían tenido un tiempo para ellos.

Y sin decir nada más, se acurrucaron acercando más sus cuerpos para que en solo cuestión de segundos se dejaran atrapar por el mundo de los sueños con sus corazones cálidos pero ligeros.

A la mañana siguiente, Hoseok despertó gracias a los tirones de su mano, y unas cosquillas en la punta de su nariz. Cuando sus sentidos comenzaron a despertar, su oído captó unas muy conocidas risitas acompañadas de un dulce aroma que muy bien conocía.

Continuó haciéndose el dormido, solo para acechar a su presa, por lo que apenas le sintió muy cerca, atrapó el pequeño cuerpo entre sus brazos y lo atrajo hacia él en un fuerte abrazo.

—¡Papá! —Dairi chillaba entre risitas al sentirse atrapada.

—Estás atrapada.

—¡No! —reía, sobre todo porque su padre comenzó a hacerle cosquillas sacándole unas sonoras carcajadas que claramente se escuchaban en el piso de abajo. —¡Papá!

—Responde pequeña florecilla traviesa, dime quién te envió.

—¡P-papá…! —reía tanto que apenas podía hablar. —¡Papá Tae!

—¿Con qué él es la mente maestra tras este malévolo plan?

Dairi seguía riendo mientras asentía una y otra vez, tanto que su carita ya se hallaba roja, por lo que Hoseok detuvo las cosquillas y le besó la regordeta mejilla a su hija así terminando con su juego.

—Bien, le puedes decir a papi que bajaré en unos minutos.

—¡Sí! —bajó de la cama entre risitas para después salir corriendo de la habitación.

Sin más, después de ver marchar a su hermosa niña, se dejó caer nuevamente en la cama frotando su rostro y alargando un sonoro bostezo para después ponerse de pie y estirarse un poco. Entonces fue que entró al cuarto de baño donde estuvo por varios minutos, para finalmente salir de ahí y buscar a su preciosa familia.

Mientras bajaba las escaleras un delicioso aroma invadió sus fosas nasales y su estómago gruñó de hambre. Pero apenas entró a la cocina, se detuvo en el marco de la puerta sintiéndose más que feliz por la escena que sus ojos tenían frente ellos.

Su bella florecilla se hallaba de pie sobre una de las sillas del pequeño comedor que tenían ahí dentro. Dairi le daba de comer a su hermanito quien se encontraba sentado en su sillita alta, le pareció algo tan tierno y gracioso al mismo tiempo, sobre todo porque a Yirim le encantaba ser consentido de esa manera por Dairi y por Taehyung. Y hablando de Taehyung, apenas se giró a sus niños, soltó una carcajada al notar lo graciosa que era esa escena, porque apenas se había girado un minuto a la estufa cuando Dairi ya estaba parada en la silla alimentando a Yirim, por lo que después de apagar la llama tomó a hija entre sus brazos sacándole un gritito para así sentarse él en esa silla y sentar a su niña en su regazo.

Los pequeños solamente rieron para continuar comiendo por si mismos mientras Taehyung hacia lo mismo, haciendo sonidos graciosos al darles una que otra cucharada de su comida a sus retoñitos que bien consentidos los tenía.

—¡Papá! —chilló Yirim al percatarse de su padre alfa.

—Buenos días, lunita~ —le saludó yendo hasta él para besarle la frente con cariño y acariciarle el cabello. —¿Ya estás desayunando?

—¡Si! —tomó una porción de huevo revuelto en su cuchara y se la ofreció a su padre. —¡Come papá!

Hoseok rió bajito para entonces abrir la boca y recibir el bocado muy contento, cosa que hizo muy feliz a su hijo… Pero entonces Dairi también quiso hacer eso, por lo que también le ofreció una porción a su padre quien por supuesto también la aceptó.

Ellos eran así, aunque tuvieran la misma comida en el plato, siempre se estaban compartiendo entre todos.

—Buenos días, amor de mi vida. —llegó donde su amado omega después de haber tomado un sorbo de jugo. Le rodeó los hombros con cariño y así besarle la mejilla. —¿Cómo amaneció el lucero de mis ojos y dueño de mi corazón?

—Bien —se rió bajito al sentirlo hurgar en su cuello buscando la marca con necesidad. —Muy bien, de hecho… —suspiró entre risitas cuando le sintió besar su preciada mordida. —Estoy feliz.

—Lo sé… —murmuró sin despegarse. —, lo estoy sintiendo y no sabes lo feliz que me hace saberlo… sentirlo.

—Funcionó nuestra charla y la de nuestros lobos.

—Me alegra oír eso, amo verte feliz. —se separó un poquito para mirarle a los ojos y besarle cortamente los labios enviándole a su esposito un agradable cosquilleo a la barriga. —Que mi familia sea feliz es mi principal objetivo, ese y amarlos con toda mi alma.

—Hobie…

—¿Papá está feliz? —había preguntado Dairi después de escuchar lo que sus padres decían. —¿Ya no está triste?

—Ya no. —Tae rió acariciando los cabellitos de su niña. —Papi está muy feliz, porque estoy con ustedes.

Dairi se removió muy emocionada comenzando a aplaudir alegremente.

—¡Yi! ¡Papi ya no está triste!

—¡Si! —el pequeñito también se puso a aplaudir sacándole risas a sus padres.

Hoseok abrazó dulcemente a su Omega, depositando un cariñoso beso en su sien, donde solo fue cuestión de segundos para que Dairi bajara a toda prisa de su asiento y corriera hacia sus padres para que Hoseok la alzara y pudiera unirse al abrazo. Pero entonces Yirim chilló desde su lugar al darse cuenta de que él no podía salir,  así que entre risitas Taehyung fue hasta donde él y lo sacó de su sillita para entonces recibir un precioso abrazo de su rayito de luz. Fue luego que los tres se hallaban abrazando y llenando de besitos a Taehyung haciéndolo sentir tan feliz y pleno.

—¡Papi! ¡Te quiero mucho!

Dairi dejaba múltiples besitos en la mejilla de su padre omega haciéndolo reír alegremente.

—¡Te quiedo! —dijo Yirim también regando besitos en el rostro de su papi.

Taehyung solamente reía repitiendo lo mucho que los amaba y lo feliz que le hacía tenerlos en su vida.

Por otro lado, Hoseok mantenía una enorme sonrisa en su cara al escuchar las risas de sus tesoros, pero sobre todo la risa de su amado Taehyung. Había extrañado tanto escucharlo reír de esa manera, que sus oídos fueron completamente endulzados, y hasta los ojos se le aguaron por el sentimiento que le causó. Además, el lazo… su preciosa conexión vibraba cálidamente de absoluta felicidad como hacía semanas no sucedía.

—¿Hoseok? —habló cuando sintió al alfa hundirse en su cuello.

—No sabes lo feliz que me hace escucharte reír… —murmuró bajito con la voz rota. —Te extrañé…

Porque siendo Hoseok un alfa demasiado protector y amoroso… le dolía en el alma notar y sentir a su precioso omega tan apagado… tan triste. Le dolía verlo forzarse a sonreír para no preocuparlos tanto a él y a los niños diciendo que estaba bien, cuando Hoseok sabía perfectamente que no era así, no cuando podía sentir en el lazo toda la tristeza, toda la angustia… toda la culpa.

Hoseok vivía por la sonrisa y la felicidad de su omega y sus hijos, tanto que estas últimas semanas habían sido las más difíciles de su vida siendo el alfa de la familia. Se sentía una deshonra de alfa al notar a sus niños preocupados por su papi y a su esposo tan triste, pero tenía que ser fuerte por ellos… porque no quería ni imaginarse qué pasaría si también se derrumbaba.

—Hobie… —se giró despacio alcanzando con su mano libre la mejilla de su amado alfa.

Para ese momento Dairi quien estaba en los brazos de Hoseok, miró a su hermanito que se hallaba en los brazos de Taehyung, el par de cachorros se mantenían en silencio, atentos a sus padres al notar el tono de sus voces.

El alfa sujetó la mano que acunaba su mejilla para después llevarla a sus labios con ternura.

—Solo recuerda que estoy aquí para ti siempre, para que te apoyes en mi. —unió sus frentes dejando salir un bajito suspiro. —Te amo, cachorrito…

Unió sus labios en un corto besito… y luego en otro y otro más… y otro.

—Yo también te amo, Hoseok… —susurró sobre los belfos ajenos. —, mucho…

Y entonces finalmente unieron sus labios por unos segundos con infinito amor y dulzura… hasta que escucharon unas tiernas risitas cómplices.

La enamorada y sensible pareja se reincorporó lentamente con una sonrisa observando a sus niños quienes reían tiernamente al verlos besarse. A ellos siempre les provocaba risitas que sus papis se dieran besitos, pero al mismo tiempo sabían que lo hacían porque se querían mucho, mucho, mucho.

—Hey, ¿De qué se ríen? —preguntó Taehyung con una risita.

—Se están dando besitos. —Dairi respondió entre adorables risitas siendo seguida por su hermanito.

—Porque papi y yo nos amamos mucho. —dijo Hoseok escondiendo nuevamente su rostro en el cuello de Taehyung olfateando y enviándole un agradable escalofrío a su omega.

—¿Mucho, mucho, mucho? —sus ojitos bicolor destellaron.

Porque a Dairi le encantaba ver lo mucho que sus papis se amaban. Estaba chiquita, pero notaba cuánta miel destilaban sus padres cuando estaban juntos, porque siempre sonreían y sus ojitos brillaban, se daban besitos pequeñitos y se abrazaban, además las mejillas de su papi Taehyung se ponían rojitas y reía bajito mientras se repetían muchos "te amo".

Las muestras de cariño entre ellos nunca faltaban, y cuando estaban frente a sus niños amaban hacerlo con castos besitos y tiernos roces, nada subido de tono por supuesto. Los pequeños eran testigos de como siempre Hoseok llegaba a casa con algún detalle para su papi, pero sus favoritos siempre eran cuando llegaba a casa con algún ramo de flores, o alguna pequeña flor que se encontraba en el camino y la colocaba en los claros cabellos… así sus hijos crecerían sabiendo cuánto sus padres se amaban.

Así sus hijos crecerían con el ejemplo de lo que era una bonita y sana relación.

—¡Ya sé! —Taehyung llamó la atención de sus tres tesoros. —¿Y si vamos al parque a jugar?

—¡Si! —chilló Dairi dando saltitos en su silla muy emocionada. —¡Y llevo mis burubujas! ¡Papá me las regaló!

—¡¿En serio?!

—¡Sí! ¿Verdad que sí papá? —Dairi dirigió sus ojitos bicolores a su padre alfa. —¡También a Yi!

El pequeño solamente asintió pues estaba muy ocupado masticando unas fresas haciéndolo lucir muy tierno con las mejillas abultadas.

—Y tengo otras para papi. —dijo limpiando con un pañuelo las comisuras de su retoño comelón. —Y también para mí, así todos podremos jugar, ¿Qué dicen?

—¡Si! —los tres exclamaron al mismo tiempo haciendo reír a Hoseok.

—¡Muy bien! Hoy vamos a divertirnos mucho, ¿De acuerdo?

Después de unas angustiantes semanas, esa tarde, la preciosa familia Jung volvió a ser la de siempre, tan sonriente, tan alegre… y tan brillante como el sol.

🌻

Suaves tarareos llenaban con ternura la cálida y acogedora habitación, donde una figura se deslizaba de aquí para allá con pequeños y lentos balanceos, arrullando amorosamente a la criaturita que reposaba en sus brazos. Paseaba delicadamente las yemas de los dedos sobre la tersa y sonrosada mejilla. Jamás se cansaría de admirar esa dulce carita que lucía como un querubín.

Detuvo sus pasos cuando se percató de que su bebé finalmente se había dejado atrapar por el mundo de los sueños. Taehyung sonrió acercando su rostro a los rubios cabellitos idénticos a los suyos, para entonces olfatear ese dulce aroma a leche y talco que todos sus hijos desprendían.

Avanzó en silencio hasta la cuna donde antes de depositar delicadamente a su pequeñito le besó la frente tiernamente. La sonrisas en sus labios no desaparecía, sobre todo cuando observó al lado, encontrándose con otra cuna donde también dormía profundamente su otro niño. Alargó un brazo para acariciar las oscuras hebras onduladas sintiendo un agradable cosquilleo en su pecho al ver a sus chiquitos tan seguros, tan saludables y tan preciosos.

—Esta muñequita ya se durmió.

El orgulloso padre giró hacía esa suave y bajita voz, encontrándose con su querido cuñado entrando a la habitación con el último de los trillizos entre sus brazos, pero sonrió aún más cuando su pequeñita lucecita pasó a los suyos con extrema precaución.

—Hari es tan bonita que me recuerda a Dairi cuando era bebé. —murmuró Jimin acariciando esas adorables mejillas con pequeñas pecas regadas por aquí y por allá.

Tae asintió de acuerdo.

—Te juro que esperé tanto para que al menos uno saliera con tu cabello, Tata. ¡Y mira! Fueron dos. —se reía bajito observando como su cuñado dejaba a su hijita en la cuna.

El omega de ojitos azules soltó una baja risita, admirando a sus bebitos dormir pacíficamente cada uno en su cunita. Dos niños y una niña. El que nació primero, el mayor era Dal, un niño con el cabello tan oscuro como el de su padre alfa pero ondulado como el de su padre omega… de hecho todos tenían el cabello ondulado, pero Dal era el único que poseía unos ojos dorados heredados por Hoseok… bueno, se podría decir que Dal era el que más se parecía a Hoseok.

Los siguientes son los gemelos. Les gustaba decirles así porque ellos se habían desarrollado dentro de la misma bolsa, mientras que Dal estuvo en otra, por lo que no se parecía a sus otros dos hermanos, quienes sí eran idénticos. Hari y Rin eran de cabello rubio platinado, con mejillas pecosas y unos ojos tan azules como el cielo.

Cuando MinHo los vio, dijo que era como si Taehyung hubiera vuelto a nacer porque los dos se veían idénticos a él cuando era un bebe. Hoseok estaba que no cabía de felicidad al percatarse de que Dal era igual a él y que Hari y Rin fueran iguales a Taehyung, sus trillizos eran una completa belleza.

Y qué decir de Dairi y Yirim, ellos poseían una belleza única, ya que ambos eran la mezcla perfecta de sus padres pues tenían rasgos de los dos por dónde los miraran.

—¿Qué? ¿En serio pensaste eso la primera vez que me viste?

Los dos se hallaban en el living, charlando tranquilos mientras los bebés dormían y sus niños más grandes se hallaban en sus respectivas escuelas.

—Sip —se rió al recordar los viejos tiempos. —Te juro que cuando vi que abrazaste a mi hermano me emocioné mucho porque se veían tan lindos juntos… pero en serio en ese momento también los imaginé ya casados y con hijos. —volvió a carcajearse. —De verdad quería sobrinos, y mira ahora tengo cinco. —bajó las agujas con las que se encontraba tejiendo para mirar a su cuñado que también se hallaba haciendo lo mismo. —Santa luna, cinco sobrinos… eres asombroso Taehyung.

Se ruborizó. —Ya sabías que yo quería cinco hijos… —dijo con una risita tímida. —Pero la verdad no esperaba tener tres al mismo tiempo.

—¡Pero fue mejor! Te ahorraste dos procesos de embarazo. —vio el lado positivo.

Tae rió. —Bueno, creo que tienes razón.

—¿Creo?

—Es que… a mi si me gusta ese proceso, es muy bonito. —suspiró recordando lo que era sentir las pataditas y sobre todo, los momentos con su alfa donde mimaba su pancita. —Si dejo de lado los síntomas feos que Hoseok y yo pasamos, lo demás es bonito, sobre todo poder ver cómo va creciendo mi barriga.

—Bueno, si lo dices así tienes razón. —recordó sus embarazos y lo mucho que YoonGi le mimaba y cuidaba.

De por sí YoonGi desde que lo conoció lo ha mimado mucho, durante el embarazo esos mimos aumentaban todavía más. Su amado alfa se convertía en un tonto adorable y llorón al verlo con un vientre redondito, pero sobre todo por el hecho de saber que ahí dentro se estaba desarrollando su bebé. Con SeokGi, YoonGi estuvo fascinado, sobre todo cuando nació pues era el que más lo cuidaba. Pero cuando les llegó la noticia de que Sejun venía en camino, Min se soltó llorando de inmensa alegría al mismo tiempo en el que no dejaba de abrazar a su omega quien también derramaba lágrimas.

—¿Entonces YoonGi hyung sigue queriendo una niña? —Jimin asintió con una risita. —¿Y qué harás?

—¡No lo sé! —alargó la "e" desparramándose en el sofá. Hizo un puchero. —Yo también quiero una niña y de verdad extraño ver a mi Yoonie todo tonto y sensible por mi barriga, pero al mismo tiempo me parece muy cansado considerando lo mucho que viajo por mi trabajo y bueno, ¡Serían tres niños que cuidar!

Mordió sus labios y abrazó sus piernas comenzando a sentirse nervioso

—Aunque SeokGi ya hace muchas cosas solo, y Sejunnie es un niño muy bien portado… de hecho mis dos bebés son muy buenos y no me causan problemas, SeokGi es un hermano mayor increíble y estoy seguro de que se alegrará si le digo que tendríamos otro bebé, ¿Pero qué nos asegura que tendremos una niña? ¿Y si sale niño otra vez? ¿Seguiremos intentándolo? ¡Entonces serían cuatro niños! —jadeó mirando a su cuñado. —¿Y si salen gemelos? ¡No! ¿Trillizos así como tú? Hobie es mi hermano así que debe de estar en mis genes tener un embarazo múltiple, ¿No? Ay, yo sé que YoonGi es un excelente padre, ambos hemos cuidado de nuestros hijos muy bien, pero yo no creo poder manejarlo tan bien como tú Tata, me da miedo descuidar a SeokGi y a Sejunnie o que se sientan desplazados o algo y yo no quiero que ellos-

—Jiminnie. —lo detuvo al percatarse de que ya estaba sobrepensando. Siempre que algo agobiaba a Jimin comenzaba a hablar y hablar, poniéndose más y más ansioso. —Tranquilo, ¿quieres agua?

—Por favor. —echó la cabeza hacia atrás cubriendo sus ojos con el antebrazo, respirando con profundidad para calmarse.

Odiaba tanto sobrepensar las cosas, pero nunca ha podido controlarlo.

Taehyung le tendió un vaso con agua, donde una vez lo bebió, alargó un suspiro.

—Siempre has sido un papá increíble, y no tengo duda de que lo seguirás siendo si te animas a buscar a esa niña. —Tae le dijo despacito sentándose a su lado intentando calmarle. —Además YoonGi hyung también lo es, será pan comido para ustedes dos.

—¿En serio lo crees?

Asintió. —Pero… si de verdad no te sientes listo o cómodo, deberías hablarlo con YoonGi hyung y decirle cómo te sientes, él siempre te apoya en tus decisiones.

—Tienes razón… —suspiró tomando la mano ajena para entonces esbozar una pequeña sonrisa. —Oye, se supone que yo soy el que te da consejos, pero los papeles se invirtieron y ahora eres tú el que me aconseja… —ambos rieron bajito.

—Bueno, ya han pasado años desde que llegué aquí —rió. —Creo que he cambiado muuucho.

—Mmm no tanto. —Taehyung ladeó la cabeza confundido, acción que hizo reír a Jimin. —¿Lo ves? Si has madurado, pero sigues manteniendo ese aura dulce, juguetona e inocente con la que te conocimos.

—¿En serio?

—Sip —le pellizcó la mejilla. —, quizás no te das cuenta pero nosotros sí y eso es maravilloso, eres adorable Taehyung, pero al mismo tiempo sabes muy bien cuando ponerte serio, y sobre todo tu faceta de padre es tan linda, eres tan protector, tan cariñoso… y como pareja, ¿Qué puedo decir? Todos los que te conocemos sabemos a la perfección lo mucho que tú y mi hermano se aman.

Se ruborizó percatándose de todo eso. Pues ni siquiera se esforzaba, porque simplemente estaba siendo él mismo todo el tiempo. Su actuar era tan natural tanto para sus hijos como para su esposo y qué decir de su manera de ser, tan espontánea, adorable y burbujeante.

—Eres el mejor así como eres. —lo abrazó con ternura. —Te quiero mucho, Tata.

—Yo también te quiero mucho, Jiminnie.

Las horas continuaron pasando, los trillizos volvieron a despertar, volvieron a comer y finalmente volvieron a dormirse justo a tiempo porque la puerta de la casa se abrió a las doce con quince minutos, donde un montón de pasitos y risitas comenzaron a llenar la casa.

¡Paaaaapi! —chillaron dos vocecitas al unísono las cuáles Taehyung muy bien conocía.

El omega se puso de pie y avanzó unos pasos cuando vio a sus rayitos de sol llegar hasta él por lo que apenas los tuvo cerca, se colocó de cuclillas y los recibió a ambos con los brazos abiertos llenandoles el rostro de besitos.

—¡Hey! ¿Cómo les fue? —preguntaba al mismo tiempo en el que los pequeños lo abrazaban y ahora ellos le besaban el rostro entre risitas. —Aigooo~ los extrañé mucho, ¿Qué hicieron hoy?

Dairi y Yirim ya iban al preescolar. Todos los días le traían algún dibujo o manualidad a él y Hoseok. A los pequeños Jung no les importaba esforzarse el doble que sus compañeritos porque siempre harían dos dibujos para entregarle uno a cada uno de sus padres, no podían dejar a ninguno sin regalo.

—¡Yo dibujé un conejito, papi! —dijo Dairi mostrándole su dibujo.

—¡Yo dibujé muchos giasoles!

Los dibujos tenían una forma muy abstracta, los girasoles más que nada eran unos tiernos garabatos intentando dar forma a unos girasoles que de hecho si tenían los colores amarillo y verde por toda la hoja, pero para Taehyung era el dibujo de girasoles más bonito que había visto en toda su vida.

Y el conejito dibujado por Dairi, era un conejito azul con unos ojos enormes y grandes orejas con garabatos por aquí y por allá simulando el pasto y lo que parecía ser una zanahoria.

Taehyung sonrió enormemente porque definitivamente esos dibujos eran los más preciosos ante sus ojos, que estaba seguro de pegarlos a la puerta del refrigerador junto a los otros.

—¡Son tan bonitos! ¡Me encantan! ¡Mis bebés son todos unos artistas!

El pequeño par intercambió miradas con una risita para entonces volver a abrazar a su padre.

Tras ellos ingresó un alfa de cabellos negros portando unas gafas mientras traía entre sus brazos a su hijo menor. A su lado venía su hijo mayor quien cargaba su mochila y la más pequeña de su hermanito.

Jimin inmediatamente se acercó a su preciada familia, sobre todo al notar el puchero en los labios de su hijito.

—Déjame ayudarte con esto. —tomó las cosas que su niño cargaba dejándolas de lado para entonces inclinarse frente a él, besarle las mejillas y acariciarle los cabellos con ternura. —Hola mi amor, ¿Cómo te fue hoy?

—¡Genial, papá! —dijo entre risitas dejándose mimar por su padre omega. —Mi maestra me felicitó porque hice muy bien mis tareas y en el recreo jugué mucho con Soobinnie a la pelota y en los columpios.

—¿En serio? ¡Eso me hace muy feliz, Gigi! —lo atrajo a su pecho apretujándolo entre sus brazos sacándole más tiernas risitas. —¿Por qué no vas a lavarte las manos? En un momento vamos a comer para que me cuentes más de tu día.

—¡Sí! —aplaudió. —¡Te voy a contar del regalo que Soobinnie me dio!

—¿Otro? —se rió. —De acuerdo.

Y sin dudarlo, Min SeokGi corrió felizmente rumbo al baño donde su tío Tata se hallaba limpiando las manos y rostros de sus hijos, quienes al ver a su primo favorito de todo el mundo sonrieron enormemente pidiéndole que jugara con ellos.

—Sejunnie~ —Jimin se acercó a su hijo menor que aún se hallaba entre los brazos de su padre alfa. Sin embargo, este solo agrandó su puchero y cerró sus ojitos con más fuerza. —¿Qué sucede, bebé? —ahora él también hizo un puchero y una mueca angustiada, para entonces mirar a su alfa. —¿Qué tiene? ¿Por qué viene así?

YoonGi suspiró acariciando la espalda de su hijo.

—Se cayó cuando corrió al verme llegar. —contó. —Y terminó con la rodilla raspada, mira…

—Ay, pero… —se entristeció mirando a su pequeñito triste y revisando el raspón. —¿Te duele mucho, Junnie?

El pequeñito simplemente asintió abultando más sus labios y mejillas para después extender sus brazos a su padre omega pidiendo ser cargado por él, quien obviamente no se negó tomando a su criaturita entre sus brazos. Sejun rodeó el cuerpo de su papi con sus piernitas y hundiendo el rostro en su pecho como el niño mimado que era, recibiendo gustoso muchos besitos.

—¿Quieres que te ponga una bendita de gatitos? —le preguntó sin dejar de regar besitos en su adorable rostro.

Sejun asintió aferrándose más a su padre.

—Bien, vamos. —volteó a ver a su alfa dándose cuenta de que este no le había quitado la mirada de enamorado durante esos minutos en los que mimaba a Sejun. Jimin se ruborizó. —¿Nos acompañas?

—Hasta el fin del mundo. —esbozó una encantadora sonrisa, esa que a Jimin tanto le enamoraba. Se acercó. —Aunque sigo esperando mi beso de bienvenida.

—¿Eh? Pero si estabas aquí hace veinte minutos. —se rió porque su alfa había estado toda la mañana con él, y no había tardado ni media hora para recoger a los niños.

—¿Y qué tiene? —abultó sus labios dramáticamente.

El omega simplemente negó con una risita, quitándole las gafas a su mimado alfa para entonces unir sus labios en un corto y dulce besito que lo hizo sonreír satisfecho.

—¿Feliz?

—Mucho. —Respondió con una sonrisa boba.

Jimin rió plantando otro besito en los labios ajenos para entonces caminar juntos al baño en busca del botiquín donde se encontraban las benditas. YoonGi rodeó los hombros de su Omega con su brazo y acariciando los cabellitos de Sejun.

—¿Sabes algo? Creo que Soobin está intentando cortejar a nuestro SeokGi. —comentó refunfuñando.

—¿Qué? ¿Lo dices por los regalos? —alzó una ceja divertido. —YoonGi, solo son amiguitos, ellos están muy niños para saber lo que es un cortejo.

YoonGi hizo una mueca. —Bueno, si tienes razón… pero igual mantendré un ojo sobre ese alfita.

—Eres un papá celoso. —rió. —¿Además como sabes que SeokGi no será también alfa?

Turno de Min de alzar una ceja. —¿En serio no te has dado cuenta? —lo detuvo y bajó el volumen de su voz. —Minnie, SeokGi se presentará como omega, no me preguntes por qué estoy tan seguro, simplemente lo sé… —rascó su nuca. —Quizás porque soy alfa y porque soy su padre puedo percibirlo con más claridad… —se encogió de hombros.

—¿SeokGi omega? —parpadeó varias veces.

Tenía que admitir que no había prestado la debida atención a qué rama de la jerarquía pertenecería su hijo. Él estaba disfrutando de su pequeñito así como era, un niño, uno tan sonriente, dulce y juguetón, no tenía tiempo de pensar otras cosas, no, la presentación de sus hijos no era algo que cruzara por su mente todavía. Y tampoco es que tuviera preferencia entre alfas, omegas o betas, porque él amaría y guiaría a su chiquito cuando llegara el momento de la presentación.

Pero YoonGi tenía razón, los alfas eran más susceptibles a percibir todo eso. Y su amado Yoonie era muy observador…

—¿Minnie? —se alarmó al notar como los ojitos de le cristalizaban.

—Ay… —cubrió su boca para entonces acariciar la espaldita de SeJunnie. —Mi chiquito será un omega, no puedo creerlo, ¿Estás seguro?

—Lo estoy, hace un tiempo me percaté de eso. —pasó el pulgar bajo los ojos de su sensible esposito. —¿Por qué lloras? ¿No estás feliz?

—No es eso. —negó con una pequeña risita, poniéndose más sensible cuando alcanzó a escuchar a SeokGi reír con Dairi. —Solo que estoy muy feliz y me tomó por sorpresa que me lo dijeras… —suspiró para entonces mirar a su alfa a los ojos. —SeokGi está creciendo hermosamente, ya verás que tendrá muchos pretendientes.

Ahí YoonGi arrugó la nariz tomando la mano de su Omega para entrar al baño.

—Por supuesto que será un omega muy hermoso, así como tú. —sacó el botiquín y lo abrió buscando lo que necesitaba. —Pero ya me pone de mal humor pensar en todos esos alfas que querrán cortejarlo.

Jimin rió. —Pero nosotros estaremos ahí para guiarlo y protegerlo… —suspiró viendo como su amado alfa colocaba una bendita de gatitos en la rodilla raspada de su hijo. —¡Mira Junnie! ¿Te gusta?

El pequeñito asintió con una sonrisita.

—Ya no me duele. —dijo bajito mirando a sus padres.

YoonGi rió sacudiéndole los cabellos castaños. Su hijo menor siempre ha sido muy tranquilo y de pocas palabras.

—A la próxima ten más cuidado, ¿De acuerdo? —SeJun asintió y Min le besó la frente. —¿Por qué no vas con tu hermano y tus primos? Escuché que de postre hay paletas heladas~

Los ojitos de SeJun brillaron porque esos eran sus dulces favoritos en todo el mundo. Por lo que comenzó a removerse para que su papi Jiminnie lo bajara para entonces irse corriendo. YoonGi simplemente negó con una sonrisa al verlo irse de esa manera.

Cuando regresó la mirada a su Omega se percató de que este lo veía con una sonrisita plasmada en sus labios, para después acercarse a él y abrazarlo con cariño.

—Entonces… ¿Seremos padres de un omega?

Hizo un bajo sonido afirmativo.

—Un precioso omega como su padre. —respondió Min plantando un beso en la cabeza de su amado. —Creo que comenzaré a practicar boxeo… no quiero que ningún alfa se pase de listo con nuestro Gigi.

—¡YoonGi! —se rió. —Aún falta mucho tiempo para eso.

—¡Exacto! Eso significa que tengo tiempo para mejorar mi técnica. —se quedó pensando unos segundos. —¿Y si mejor le digo a Taehyung que me enseñe a usar una escopeta?

Jimin soltó una carcajada dispuesto a decirle a su alfa que estaba exagerando, pero entonces unos pasitos se comenzaron a acercar, hasta que frente a ellos se encontraron con el protagonista de su charla.

—¡Papás! —sonrió, sobre todo al verlos abrazados. —¡Tata dice que ya vengan a comer!

—Oh —el pálido alfa se separó de su Omega después de besarle la mejilla, para luego salir del lugar en el que se encontraban y acercarse a su querido hijito. —, entonces vamos.

—¡Sip! Oh… —miró a Jimin percatándose de sus ojos llorosos.  —¿Papi? ¿Estás bien?

Min volteó a ver a su Omega quien simplemente asintió restándole importancia, para a continuación inclinarse frente a su cachorro. SeokGi colocó sus manitas en el rostro de su papi e hizo un puchero.

—Estoy bien, en serio. —dejó salir una baja risita al notar la mueca preocupada de su pequeño. —Tu papá me dijo algo muy bonito y me puso sensible, es todo.

—¿En serio? —los miró a ambos. YoonGi asintió inclinándose junto a su omega. —¿Qué te dijo?

El conmovido matrimonio intercambió miradas con una sonrisa compartida.

Que te amamos mucho.

🌻

En la mesa del comedor se encontraban un niño y un alfa, con un par de libros regados y útiles escolares, mientras que en la gran televisión del living se encontraba una película animada que trataba de una princesa con un muy largo cabello dorado… era la sexta vez en la semana que la ponían.

—Uh, tres por nueve… —pensó por unos segundos bajo la atenta mirada de su padre. Murmuró mientras contaba y hacía cuentas mentales, para finalmente anotar la respuesta. —¿Veintisiete?

—Es correcto. —sonrió palmeando la cabecita.

—¡Si! —aplaudió contento. —Y tres por diez, ¡Treinta!

El alfa rió. —¿Viste que es fácil?

El pequeño de nueve años asintió muy feliz observando su cuaderno con su tarea terminada, para entonces ponerse de pie e ir a abrazar a su padre con cariño.

—Mañana practicaremos la tabla del tres, ¿de acuerdo? —le dio unas palmaditas en la espalda.

—¡De acuerdo! —le gustaba mucho hacer su tarea con papá Nam.

—Muy bien, ahora ve a ducharte para que vayas a dormir, ya es tarde.

—¡Sip!

Y sin dudarlo, el pequeño alfita se fue saltando hasta su habitación, mientras que el alfa mayor recogía los útiles y cuadernos que estaban en la mesa dejando salir uno que otro bostezo, para a continuación acercarse al enorme sofá que estaba frente a la televisión. Los hoyuelos en sus mejillas hicieron acto de aparición cuando sonrió al encontrarse al pequeño bultito abrazando su suave manta rosada.

Con ternura tomó el cuerpecito entre sus brazos, notando como este se encogía y se apegaba más a él cómodamente. Al menos ya le había puesto su pijama porque definitivamente no sería cómodo dormir con un gran vestido. Acercó sus labios a la pequeña frente depositando un tierno besito, y así acariciar esos largos y castaños cabellos, arrullando con cariño.

Fue entonces que el sonido del teclado electrónico de la puerta se escuchó y en solo unos segundos esta fue abierta y unos pasos se escucharon acompañados de unos suspiros cansados.

—¡Estamos en casa!

Pero el alfa rápidamente les hizo la seña de hacer silencio porque si no despertarían a la criaturita que descansaba en sus brazos, por lo que los recién llegados cubrieron sus bocas.

—Bienvenidos, ¿Cómo estuvo  la reunión?

—Muuuuy larga. —respondió el alfa más joven acercándose después de dejar un maletín en el suelo.

—Hola. —a forma de saludo besó la mejilla de su menor apenas lo tuvo cerca.

JK simplemente sonrió. —Hola. —respondió desviando su atención al bultito en los brazos ajenos. —¿Se acaba de dormir?

—No estoy seguro… —rascó su nuca. —, es que estaba ayudando a Soobin con su tarea que no me di cuenta cuando se durmió.

Jungkook sonrió contento cuando su hijita pasó a sus brazos. Por lo que apenas la acomodó bien, le besó la frente. Namjoon se acercó a su Omega quien lucía muy concentrado en su celular manteniendo el ceño fruncido.

—¿Todo bien?

SeokJin hizo una mueca. —A Hoseok le surgió otra reunión. —suspiró. —Le estoy preguntando si no necesita que me regrese pero dice que puede manejarlo él solo.

—¿Una reunión a las once de la noche? —Nam alzó una ceja.

—Es una conferencia virtual con el vicepresidente de la marca italiana Fendi. —murmuró. —Creo que por allá son las cuatro o cinco de la tarde.

—Ya veo, espero que todo salga bien.

—Si, yo también, esa marca es de lujo. —dejó su celular de lado y aflojó su incómoda corbata. Volvió a suspirar—Hola.

—Hola… —sonrió sujetándole la cintura.

El omega sonrió llevando sus manos al firme pecho de su esposo viendo como acercaba el rostro lentamente, hasta que sus alientos se mezclaron y finalmente unieron sus labios. Jin apegó más su cuerpo al contrario sintiendo como su alfa hacía lo mismo presionando el agarre en su cintura.

No apresuraron el beso ni nada parecido, solo se besaron con calma, pues desde la mañana no se veían. Pero después de un par de besitos que hicieron reír al omega, Namjoon hundió su rostro al lado izquierdo del cuello ajeno, justo donde reposaba su marca. Lugar en el que aspiró con profundidad y besó con delicadeza sacándole un agradable suspiro a SeokJin a quien se le erizó la piel.

—¿Cómo se portaron mis bebés hoy? —preguntó bajito hundiendo sus dedos en los grisáceos cabellos.

—YuuBin tomó dos siestas y miró Rapunzel por sexta vez en la semana. —comentó. No había mucho que contar, su hija era muy tranquila a diferencia de Soobin cuando tenía su edad.

YuuBin era la hija menor de los Kim Jeon. La pequeña tenía solamente tres añitos y era una niña muy risueña pero al mismo tiempo calmada. Su película favorita era Rapunzel, amaba el pan con mermelada de fresa y vestirse con vestidos de princesa.

Era casi idéntica a SeokJin, con unas mejillas regordetas y ojos redondos. Un cabello castaño idéntico al de su padre omega, pero con el tono de piel canela de Nam y los mismos dientes de conejito que JK. La pequeña YuuBin era la adoración de su hermano Soobin y de sus tres padres, pues como tal, la trataban como una princesa.

Lo que preocupaba a SeokJin era cuando su niña creciera… no se imaginaba lo celosos y sobreprotectores que iban a ser esos tres con ella.

Hace tres años, cuando Jin se enteró de que estaba embarazado de nuevo, su primera reacción no fue de felicidad, si no de miedo… porque todos los recuerdos del nacimiento de Soobin llegaron a su cabeza y se aterró al pensar que podía volver a pasar. A pesar de haber sido él quien le pidió un bebé a sus alfas, el momento de ver la prueba de embarazo le asustó.

Amaba a sus hijos, Soobin y Yuubin eran los niños que más amaba en la galaxia entera, se alegraba de tenerlos en su vida y exactamente daría hasta su vida por ellos de ser necesario, pues lo haría sin dudarlo. Pero le entristecía mucho saber que la primera emoción que sintió hacia ellos al enterarse de que estaban en camino, no fue de felicidad.

Por supuesto que solo fue al principio, porque después amó todo el proceso, a pesar de haber subido varios kilitos. Afortunadamente, el nacimiento de Yuubin marchó perfectamente, pues su médico a cargo había programado una cesárea al saber el trauma que el omega tuvo con su primer embarazo, la mejor opción era evitar el parto natural o podría presentar una depresión post parto más aguda que la anterior.

La primera vez que tuvo a su princesa en brazos fue cuando despertó de la anestesia, y no podría describir lo feliz que se sintió al conocerla, sobre todo al tener junto a él a su precioso niño y a sus dos alfas apoyándolo, tal como lo había soñado, todo había sido perfecto.

—Oh, y Soobin ya hizo la tarea, le ayudé con ella.

—Muy bien~ —se rió bajito. —¿Dónde está él? ¿Ya se durmió también?

—Se está duchando. —respondió.

—Oh, entonces tendré que secarle el cabello con la secadora. —se quitó el saco. —Necesito preguntarle qué tal le está yendo con los regalos para SeokGi.

—¿Le está dando regalos a SeokGi? —preguntó confundido. —¿Por qué?

—Ah, ah. —negó haciendo una seña de cierre y candado en sus labios. —No puedo decirte, es algo entre mi bebé y yo.

SeokJin era el confidente de Soobin. El niño amaba a sus dos padres alfas, pero definitivamente tenía una conexión especial con su padre omega. Siempre que descubre algo nuevo o sentía algo, se lo decía a él… por eso le había confiado que quería mucho a SeokGi y que quería demostrárselo pero no sabía cómo.

No era un secreto que Soobin iba a ser un alfa hecho y derecho, pues gracias a que vive con dos alfas en casa, sus instintos comenzaron a desarrollarse prematuramente, solo era cuestión de esperar a que llegara a los quince o dieciséis años y se presentara como un alfa, tal como todos lo esperaban.

Pero el pequeño no pensaba más allá de una preciosa amistad con el hijo de su querido amigo Jimin. Su Soobin solamente expresaba que quería mucho a Min SeokGi y que era su mejor, mejor, mejor amigo que existía, por eso quería decirle lo mucho que lo quería.

SeokJin ya se olía lo que deparaba el futuro para ese par… y no le molestaba ser consuegro de Jimin. Porque si, Jin estaba seguro de que SeokGi iba a ser el omega de su hijo… la diosa luna al parecer había escrito el destino para ellos.

Por eso mismo se hallaba ayudando a su hijo con él, pero sin llegar al lado romántico pues apenas eran unos niños, lo mejor era mantenerlo por ahora como una muy preciosa amistad, ya con el pasar de los años ellos se tendrían que dar cuenta solos de los sentimientos que probablemente irían desarrollando.

—¡Le gustaron mucho las galletas, papá! —chilló Soobin emocionado contándole a su padre omega mientras este le secaba el cabello con una toalla.

—Te dije que le gustarían~

—El lunes le quiero regalar un dibujo.

—Oh, ese es un excelente regalo, ¿Qué vas a dibujar?

—¡Un dinosaurio! A Gigi le gustan mucho.

SeokJin rió. —Entonces le va a gustar mucho tu dibujo.

—¡Si! ¡Oh! ¡Hoy jugamos a la pelota en el recreo! —comenzó a contar. —Gigi me ganó —dijo entre risitas. —¡Papá! ¡SeokGi es el mejor!

—Hey, pero tú también gánale, no te dejes ganar. —refunfuñó haciendo reír a su hijo.

—¡Pero no me dejo, papá! Gigi es en serio muy bueno, y se pone muy feliz cuando gana y me abraza, ¡Lo quiero mucho!

—Ya veo. —se rió inclinándose frente a él dejando la toalla de lado, ahora mirando a su niño con nostalgia. —Mi Soobinnie~ ¿Por qué eres tan dulce? Te pareces tanto a mi.

—Ah no, eso lo sacó a mi.

Jungkook acababa de entrar a la habitación, curioso al escuchar a su hijo hablar mucho. También se acababa de duchar, por lo que traía el cabello goteante, una bata de baño y una toalla alrededor de sus hombros.

—¿Estás diciendo que yo no soy dulce? —refunfuñó.

—Claro que lo eres, Jinnie. —se acercó a él depositando un beso en su mejilla.

—¡Si! ¡Papá, Jinnie es muy dulce! —Soobin le abrazó sacándole una risita.

—Por supuesto que lo soy. —abrazó a su niño con cariño. —Vamos, ponte tu pijama y cepíllate los dientes. —dirigió su mirada a su alfa que se hallaba soltando un bostezo mientras restregaba perezosamente la toalla en su cabello. —Tú también, Kookie.

Y sin más, SeokJin salió de la habitación de su hijo para entrar a la contigua donde apenas entró, se encontró con la luz de la lámpara encendida. Se sentó en la orilla de la cama y sonrió al ver a su niña dormir con tanta tranquilidad, luciendo tan tierna y bonita como siempre.

Le acarició los castaños cabellitos, y luego le besó la frente con infinito amor pero siendo muy precavido pues no quería despertarla. Así que se levantó lentamente y así cubrirla correctamente con su manta.

—Buenas noches, princesa.

Cuando regresó a la habitación de su hijo, lo encontró dentro de la cama bostezando y esperando pacientemente a su papi omega, pues sus papás alfas ya habían ido a darle las buenas noches.

—Descansa, Binnie. —plantó un besito en la frente de su niño y otro en su mejilla para finalmente arroparlo.

—Buenas noches, papi.

—Sueña con los angelitos~

Se sentía tan cansado, le dolía la cabeza y tenía el cuerpo tenso por haber estado tantas horas en esa reunión. Después de tantos años seguía sin entender cómo es que Hoseok aguantaba tanto, sobre todo porque en este momento debe de estar en otra. Definitivamente esta noche iba a llegar muy tarde a casa.

Suspiró cuando el agua fresca comenzó a caer en su cuerpo, así destensando su cuerpo. Estaba seguro que en cuanto su cabeza tocara la almohada iba a caer rendido. Agradece que Namjoon haya salido temprano el día de hoy del trabajo y así pudiera cuidar a los niños. Lo bueno es que mañana era fin de semana, no tenía trabajo y tampoco tenía planes de salir a ningún lado, por lo que sería un día de flojera en familia con todos vestidos en pijama, probablemente viendo Rapunzel por séptima vez en la semana.

En familia. ¿En qué momento su familia había crecido tanto? Lo que primero empezó con una pequeña aventura con Namjoon, donde luego se les unió Jungkook y terminó teniendo sentimientos por los dos… que afortunadamente fueron correspondidos. Fue entonces que formaron su lazo, su preciada marca de unión… y así la llegada de Soobin fue anunciada, donde años después de su nacimiento SeokJin tomó la iniciativa de proponerles matrimonio y unos años más tarde Yuubin se unió a la ecuación.

Ahora vivían los cinco en una grande y bonita casa, en la que han pasado momentos extraordinariamente preciosos, juntos.

Estaba listo para dormir, por lo que entró a la habitación que compartía con sus alfas, sin embargo rió al encontrarlos a ambos despiertos, con Jungkook teniendo su cabeza recargada en un muslo de Namjoon mientras le mostraba algo en el celular entre risas.

—Chicos, es hora de dormir.

Anunció subiéndose a la cama, donde casi de inmediato los alfas se acomodaron en sus respectivos lugares para darle su espacio a su Omega, justamente en el centro. Donde nada más lo vieron acomodarse, los alfas no dudaron en abrazarle y hundir sus rostros en sus respectivas marcas. Los tres suspiraron, tomándose unos minutos para olfatear y relajarse. Estuvieron así por un rato con un SeokJin sintiendo los inquietos roces de nariz en su cuello… hasta que estos se detuvieron.

Giró ligeramente su cabeza encontrándose con Namjoon profundamente dormido, por lo que se movió un poco para besarle la mejilla seguido de un bajito "buenas noches". Luego se giró hacia JK quién mantenía sus ojos cerrados y su respiración tranquila. Le acarició la mejilla con cariño, pues siempre le ha parecido muy tierno cuando duerme… a pesar de haber llegado a los treinta seguía viéndose adorable dormido.

—¿Uhm? —abrió los ojos curioso por las caricias.

—Lo siento, no quería despertarte. —dijo en voz baja para no despertar a Namjoon. —¿Puedes apagar la lámpara?

—Todavía no me dormía. —estiró su brazo perezosamente y apagó la lámpara. Entonces se acurrucó más en su omega, respirando con profundidad.

El alfa dejó un besito en el cuello contrario, y otro en su preciada marca enviando una corriente agradable a su omega.

—Jungkook. —murmuró sintiendo el cosquilleo de la cálida respiración contra su piel, al igual que los pequeños besitos.

—¿Mmm? —continuó haciendo un caminito de besos silenciosos hasta delinear la mandíbula ajena, sintiendo como comenzaba a respirar con profundidad.

—Jungkook. —repitió en un susurro.

Pero JK no emitió palabra alguna, simplemente se deslizó hasta los esponjosos labios de su Omega y los atrapó entre los suyos dando inicio a un lento pero profundo beso. ¡Santa luna! Los besos de Jungkook siempre lo volvían loco. Sabía muy bien como mover sus labios y su lengua. Jamás se cansaría de expresar lo buen besador que era su alfa.

—Tranquilo… —murmuró deteniendo el beso pero aún rozando sus labios.

—”Tranquilo" si, claro. —rodó los ojos y suspiró profundamente llevando sus manos a sus propias mejillas sintiendo el calor en ellas. —No puedes decir que me tranquilice después de besarme de esa manera, no es justo.

El alfa soltó una baja y ronca risita ante el reclamo, para luego depositar un par de pequeños besos sobre esos dulces labios, brindándole pequeñas caricias tras la oreja intentando relajarle. Lo cual al parecer funcionó porque la respiración de Jin se había regulado, cosa que le hizo sonreír.

—Descansa, Jinnie… —susurró hundiendo su rostro entre el hueco del hombro y cuello dando una profunda calada.

Fue entonces que Namjoon aún entre sueños atrapó la cintura de SeokJin, por lo que Jungkook aprovechó para esconder su rostro en el pecho de su Omega, así terminando los tres felizmente enredados dejándose guiar al mundo de los sueños.

🌻

1:08am.

Entró a casa tratando de hacer el mínimo sonido al cerrar la puerta. Avanzó solo escuchando el sonido de sus pasos mientras mantenía una mano en la parte trasera de su cuello con una expresión agotada.

Solo deseaba llegar y hundirse en los brazos de su omega y dormir por días.

Estaba a punto de subir el primer escalón cuando alcanzó a ver al dueño de su corazón en el sofá del living. El corazón se le encogió al verlo ahí, vuelto ovillo abrazando un cojín y con su celular a un lado. El alfa lo tomó notando cómo aparecía en la barra de notificaciones el mensaje que le había enviado, mensaje en el que le avisaba que llegaría muy tarde a casa a causa de una reunión con el vicepresidente de una marca extranjera. Mensaje que no fue leído porque al parecer el sueño había vencido a su precioso omega.

Se inclinó frente a él después de quitarse la corbata y le tocó la nariz con ternura viendo como la arrugaba inconscientemente.

—Mi amor, estoy en casa…

Le acarició el rostro y después del cabello sintiéndolo removerse. Besó cortamente los gruesos belfos, pero con infinito cariño para entonces notar como volvía a arrugar la nariz y apretaba sus párpados frunciendo ligeramente el ceño, acciones que hicieron reír bajito al alfa, sobre todo porque lo notó comenzar a despertar.

Taehyung se recargó en su antebrazo alzando su rostro comenzando a olfatear sin abrir sus ojos, pero una vez percibió con más claridad ese aroma tan familiar, fue que abrió sus ojos, parpadeó un par de veces para entonces abrirlos enormemente.

—¡Hoseok!

Se había lanzado a sus brazos, siendo atrapado inmediatamente. Hoseok nunca se cansaría de esa reacción de bienvenida.

—Hola, cachorrito…

—¡Llegaste! —se separó sujetando sus mejillas y esbozando una preciosa sonrisa.

—Estoy en casa, mi amor.

—Bienvenido a casa, Hobie.

El alfa sonrió dejando un besito sobre los labios de su amado.

—Lamento llegar tan tarde, me surgió una reunión de imprevisto que no podía posponer. —informó sintiéndose culpable. —¿Cómo se portaron nuestros bebés? ¿No te metieron en apuros?

Taehyung rió bajito ante la preocupación de su alfa, pero al mismo tiempo le dio ternura, porque sabía que no le gustaba dejarlo tanto tiempo solo con los niños, porque quieran o no era muy cansado y ajetreado para una sola persona, sobre todo cuando alguno de los trillizos comenzaba a llorar.

—Jiminnie se fue a las diez de aquí, me ayudó a darles de comer y a dormirlos.

—Eso me alivia un poco… —le acarició el rostro pasando el pulgar sobre esas suaves manchas oscuras que se encontraban bajo ese par de preciosos ojos. —Luces cansado, vamos a dormir.

Un bostezo salió de los labios del Omega cuando su alfa pronunció la palabra dormir. No quería admitirlo pero de verdad se sentía cansado, pues desde que los trillizos llegaron a casa, sus horas de sueño se habían reducido bastante y no solo para él, si no que para los dos, así que ambos lucían cansados… pero todo ese cansancio quedaba de lado cuando veían a sus bellas criaturitas, tanto que no les molestaba ser despertados un par de veces en las noches.

Taehyung se llevó un gran sobresalto cuando inesperadamente fue alzado en los brazos de su amado alfa, quien comenzó a caminar con él hacia las escaleras. Tae solamente se hizo pequeñito entre sus brazos, aprovechando para aspirar profundamente su embriagante aroma a roble, canela y manzanas.

Suspiró una vez fue depositado delicadamente sobre el colchón para luego recibir un besito en la mejilla.

Fue solo cuestión de minutos en los que Hoseok había salido de una refrescante ducha, para luego vestirse su pijama e ir a las habitaciones de sus hijos. Primero entró al de Yirim sonriendo al verlo profundamente dormido. Besó la pequeña frente después de aspirar profundamente su dulce aroma a leche y talco y entonces susurrarle un bajito "buenas noches".

Acto seguido, entró a ver a su niña, a Dairi, quien también se hallaba en el mundo de los sueños abrazando aquél peluche de pollito que Jimin le había regalado a Taehyung la primera que se conocieron.

La sintió moverse cuando le acarició el cabello, por lo que se apresuró a plantarle un besito en la frente para no despertarla pues su pequeñita era de sueño ligero y una vez que era despertada, ya no volvía a dormirse.

¿Papá?

La vocecita de Dairi detuvo los movimientos de Hoseok quien estaba a punto de levantarse para salir de la habitación, por lo que rápidamente se volvió a ella y la arropó.

—Shh, aquí estoy. —le acarició su largo cabello. —Vuelve a dormir, florecilla.

Pero la pequeña hizo un puchero y frunció el ceño sentándose en su cama, cosa que alertó al alfa pues pensó que no le había gustado ser despertada. Sin embargo, Dairi simplemente estiró sus bracitos pidiendo ser cargada, cosa que Hoseok no pudo negarle.

Inmediatamente la tomó entre sus brazos, acunándola tal como lo venía haciendo desde el día en que nació. Dairi simplemente se acurrucó más contra el pecho de su padre, sintiéndose tranquila al sentir su calidez y su aroma, ese que siempre le tranquilizaba desde que tiene uso de razón. Hoseok sonrió enternecido, arrullándola mientras le dedicaba delicadas caricias en el cabello y en su bonito rostro.

Solo bastaron un par de minutos para que su bella florecilla se durmiera profundamente entre sus brazos. La arrulló unos segundos más observando su dulce carita, para entonces besarle la frente con infinito amor y así finalmente recostarla de nueva cuenta en su camita. Fue entonces que se marchó.

Cómo última parada, entró a la habitación de los trillizos, donde terminó encontrando a Taehyung arrullando a uno de ellos.

—¿Se despertó? —había preguntado con la voz muy bajita, siendo precavido de no despertar a los demás.

Asintió. —Escuché sus quejiditos por el monitor, así que vine antes de que empezara a llorar.

—Ya veo. —con una sonrisa se acercó hasta su omega, dejando una caricia en el pequeñito que tenía en sus brazos. —Hola, mini yo.

—¿Mini yo?

—Sí —dejó salir una risita. —, porque Dal es casi idéntico a mi.

—Sí, lo es. —dijo con una pequeña sonrisa en sus labios. Miró a su pequeñito que ya se había tranquilizado, para después mirar el reloj en la pared. —Uh… será mejor que esperemos aquí porque en media hora van a despertar para comer. —volteó a ver a su alfa. —Pero si quieres ve a dormir… —se detuvo unos segundos para bostezar. —...si necesito ayuda te hablo.

—Me quedaré aquí. —fue y lo abrazó haciendo que Tae recargara la cabeza en su hombro, por lo que Hoseok paseó su nariz por los claros cabellos de su amado olfateando una y otra vez. —Tú deberías ir a descansar, yo puedo encargarme de todo.

Negó al mismo tiempo en el que volvía a bostezar, para luego recostar a Dal en su cunita.

—Entonces los dos… —sujetó la mano de su Omega y lo atrajo suavemente. —, esperaremos en este sofá.

Pero Taehyung lo detuvo cuando lo vio a punto de sentarse. —Primero… primero hay que preparar sus biberones así cuando despierten no lloren mucho…

En solo cinco minutos ya tenían listos los tres biberones con leche. Fue así que con eso listo, Hoseok se sentó en el cómodo sofá reclinable y atrajo a su Omega a su regazo, quien de inmediato se acomodó sobre él hasta hundir su nariz en el aromático cuello. Hoseok hizo lo mismo, recargó su mejilla en la cabeza contraria permitiéndose embriagarse con el dulce aroma a flores, vainilla y chocolate de su amado.

Los ojitos azules miraron hacia arriba encontrándose con el rostro relajado de su alfa y dormitando. Colocó su mano en la mejilla contraria, viendo como esos ojos dorados se abrían ante el tacto, los cuales inmediatamente buscaron cómicamente su mirada, cosa que le hizo reír.

—¿Ya despertaron?

Tae volvió a reír para entonces negar. —Apenas pasaron dos minutos…

—Oh… —Taehyung le acariciaba la mejilla con el pulgar. Hoseok se ruborizó un poquito esbozando una pequeña sonrisa. —¿Pasa algo?

Negó arrugando dulcemente la nariz.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti… —murmuró feliz sintiendo esa bella calidez en su preciada conexión. —Cada día que paso contigo, mi amor por ti crece más y más.

—Hoseooook…

—¿Sí, mi ángel?

Las mejillas de Taehyung estaban tan rojas que Hoseok no pudo evitar llenarlas de besos repitiendo múltiples te amo.

Taehyung es muy feliz. Todos los días le agradecía a la diosa luna y al destino por la preciosa familia que tenía y agradecía estar rodeado de amor a dónde sea que mirara… pero cuando tenía momentos así de chiquitos y bonitos con su alfa, se sentía tan pero tan completo y feliz.

Y a Hoseok, bueno a Hoseok le fascinaba enrojecer las mejillas de su omega, escuchar reír, y avergonzarse dulcemente cada vez que le decía palabras cursis. Jamás se cansaría de mimar y amar a su precioso Taehyung, jamás.

Habían detenido su pequeño juego, y ahora simplemente se estaban dando besitos, caricias y mimos silenciosos que mantenían su lazo tan vibrante, tan cálido y desbordante de amor.

Besos húmedos y lentos recorrían el centro del cuello del tembloroso Omega, dejando escapar suaves suspiros al sentir cada uno de los besitos y luego la respiración de su alfa sobre si. No sabía en qué momento habían terminado así, pues simplemente se estaban besando dulcemente… pero entonces Hoseok comenzó a besar su cuello, justo sobre la marca y ahora casi lo tenía encima.

Y bueno, Taehyung no podía evitar temblar, era débil ante los besos de su alfa, además de que su cuello era una de sus zonas más sensibles. Con un simple toque, Hoseok hacía temblar a Taehyung, y con sus besos lo hacía derretirse entre sus brazos, pero cuando lo besaba en otras zonas, lo elevaba al cielo. Hoseok se sentía tan orgulloso por provocar todas esas sensaciones de su Omega, porque él sabía perfectamente todo lo que su tacto y besos provocaban en él.

—Hobie… —se alzó un poquito interrumpiendo el caminito de besos.

—¿Mmh?

El omega sonrió por la atenta mirada de su adorado alfa. Pero no dijo nada, simplemente se acomodó sobre su regazo y respiró profundamente llevándose una enorme calada de su aroma. Hoseok también esbozó una encantadora sonrisa, donde rodeó mejor a su Omega con sus brazos y lo apretujó con cariño entre ellos hasta que lo escuchó soltar una risita.

—Mi precioso omega, mi cachorrito… —le besó los cabellos.

—Mi alfa, mío, mío solo mío. —se alzó un poquito para entonces depositar un besito sobre los labios en forma de corazón.

—Mmm… —Jung suspiró. —Quiero otro de esos.

Y Taehyung por supuesto que no se negó, unió sus labios pero esta vez no se alejó, pues ambos comenzaron a mover sus labios lentamente, dejando salir bajitos suspiros y chasquidos demostrando cuánto se amaban.

Pequeñas sonrisas entre besos acompañadas de tenues risitas, mientras empujaban al otro con sus labios… hasta que Taehyung desvió sus besos a las comisuras de su alfa, y luego a sus mejillas, así deslizándose por cada centímetro de ese bello rostro hasta besar sus párpados, comenzando a dejar caricias en su nuca.

Fue entonces que Hoseok terminó con su cabeza recargada en las clavículas de su omega, mientras esté le acunaba la cabeza regando caricias y suaves besitos que lo estaban adormeciendo cada vez más. Taehyung recargó su mejilla contra los cabellos de su alfa sin detener las caricias en su nuca, mientras que la mano del alfa subía una y otra vez por la espalda de su precioso omega sintiéndolo relajarse poco a poco.

Bueno, quizás podrían tener una siesta de quince minutos en lo que sus retoñitos despertaban…

🌻

El cielo se pintaba lentamente de tonos anaranjados mientras el enorme astro sol bajaba y comenzaba a anunciar el final de ese brillante y divertido día, para pronto darle la bienvenida a una preciosa noche cubierta de estrellas.

Las risas nunca hacían falta en la granja, pues muchos pies pequeños corrían de aquí para allá tras una pelota, mientras que otros se hallaban jugando felizmente en los columpios.

—¡Papá! ¡Atrápala! —lanzó la pelota en dirección de su padre quien se lanzó dramáticamente al pasto para atraparla recibiendo grititos y aplausos.

—¡Ahí va! —la lanzó de vuelta viendo como sus niños corrían tras ella.

Excepto uno de ellos.

—Papi, ¿Estás bien?

Jung Dairi se hallaba inclinada junto a su padre, creyendo que se había lastimado al lanzarse de esa manera por la pelota.

—Estoy bien, florecilla. —le sonrió agradecido por preocuparse.

—Bueno. —le besó tiernamente la mejilla para entonces irse corriendo hasta donde se encontraban sus hermanos.

Dairi llegó hasta donde se encontraba Yirim entregándole la pelota a Rin para que también la lanzara. Yirim le explicaba con calma a su hermanito de tres años que la lanzara lo más alto que podía. Rin obedeció lanzando la pelota hacia arriba, casi igual de alto que lo que el media cosa que le causó gracia a sus hermanos pero entonces llegó Hoseok para levantar a su hijo menor haciéndolo reír sonoramente.

Yirim le pasó la pelota nuevamente a su hermanito, mientras que Dairi comenzaba a animarlo para que la lanzara más alto ahora que su padre lo estaba cargando.

Y la lanzó siendo atrapada por Dairi quien comenzó a saltar muy feliz recibiendo aplausos de sus hermanitos.

—¡Lánzala muuuuy alto! —le pidió Yirim entre saltitos.

Por otro lado, se encontraba Taehyung empujando a Dal y a Hari en los columpios escuchando sus risitas cada vez que los empujaba y hacía algún sonido gracioso, mientras Yeontan saltaba y ladraba a su alrededor también causándoles risitas.

—¡Pelota! —chilló Hari cuando vio a sus otros hermanos correr tras la llamativa pelota de color rojo.

—¿Quieres jugar con ellos? —Tae le preguntó a su hija, la más chiquita de los trillizos al ser la última en nacer.

—¡Sí! —aplaudió en su lugar.

—Muy bieeen. —se rió tomándola en brazos para bajarla del columpio y después dejarla en el suelo, donde la pequeñita inmediatamente comenzó a correr tras sus hermanos siendo seguida por Yeontan.

Taehyung volteó a ver a Dal quien seguía felizmente balanceándose en su columpio, así que se acercó a él con una sonrisa.

—¿También quieres ir a jugar con la pelota?

Pero Dal negó.

—¡Más alto! —chilló el cachorro felizmente.

—De acuerdo. —se rió empujando el columpio donde su niño se hallaba sentado, escuchando sus fuertes risitas, porque pasear en el columpio siempre le provocaba cosquillas en la barriga.

Pero momentos más tarde, Taehyung llevó a su cachorrito en brazos hasta donde estaban los demás jugando con Hoseok. Pero apenas vieron a su papi Taehyung llegar, todos se emocionaron.

El omega bajó a Dal quien corrió con sus hermanitos, mientras que Hoseok abrazó a Taehyung desde atrás sacándole una risitas y así besarle cortamente los labios, pero entonces las risitas de sus retoños se hicieron presentes al presenciar la muestra de afecto entre sus padres.

—¡Juguemos! —chilló Dairi jalando la mano de su papi Taehyung.

—¡Si! ¡Papá lanza la pelota muy alto! —decía Yirim tomando la otra mano de Taehyung entre risas y muy emocionado.

Y bueno, ellos no podían negarle nada a sus hijos.

Fue así como la tarde comenzó a caer cada vez más, entre risas y carreras por toda la granja con todos corriendo por aquí y por allá tratando de atrapar la pelota. Algunos niños se caían, pero lejos de ponerse a llorar se ponían a reír y se levantaban porque también querían atrapar la pelota.

Quienes más la atrapaban eran Dairi y Yirim al ser los más grandes pero ellos como los buenos hermanos mayores que eran, muchas veces la atrapaban y se la daban a su hermanitos quienes muy felices la aceptaban.

Pero el momento favorito de los orgullosos padres era cuando sus cinco bebés corrían hacia sus brazos, así terminando todos sobre el pasto riendo a carcajadas. Para ellos, esos momentos eran más que perfectos.

El tiempo siguió pasando y el sol ya se iba ocultando entre el enorme campo de girasoles. Tae se encontraba observando con nostalgia el enorme campo de flores amarillas, sintiendo como el viento golpeaba su rostro.

La melancolía apareció en él, cuando recordó todo lo que había vivido a lo largo de sus treinta y dos años… cuando vio a Hoseok por primera vez, el cómo los sentimientos de ambos se fueron desarrollando… la muerte de su abuelita y como Hoseok estuvo a su lado en todo momento evitando que se derrumbara.

—Abuelita…

Sus primeros viajes juntos, sobre todo el entrañable primer viaje a Hawaii donde se entregó en cuerpo y alma a Hoseok. Dónde crearon su preciado lazo que hasta la fecha seguía rebosante de amor… cuando entró a la universidad e hizo sus primeras amigas. Su entrada al mundo del modelaje había sido todo un boom en la farándula… luego su graduación, lugar en el que Hoseok le propuso matrimonio. Y Dios, ¡Cuando se enteró que Dairi venía en camino! Había sido un mundo de emociones, pero definitivamente lo mejor de ese momento fue cuando le dijo a Hoseok que estaba en cinta, su reacción fue tan preciosa. ¡Luego siguió su boda! Su boda había sido tan preciosa, tan mágica, rodeado de todas las personas que amaba.

¿Y qué podía decir de su luna de miel? La pasó tan maravilloso porque estuvieron en Hawaii por casi tres meses. Tres meses en los que se dedicaron exclusivamente a amarse y a ver crecer su barriga… porque esa vez no fueron a Hawaii solos, su preciosa Dairi los acompañaba en su barriga.

Pero cuando llegó el momento del nacimiento, nunca se había sentido tan aterrado y emocionado al mismo tiempo… tantas emociones mezcladas, pero puso todo su esfuerzo en traerla al mundo a pesar de las condiciones climáticas. Porque cuando la escuchó llorar por primera vez y finalmente la tuvo entre sus brazos, todo valió completamente la pena, porque por fin tenía un bebé, suyo de él. Una bebita fruto del amor que se tenía con Hoseok, una bebita que era la mezcla exacta de ellos dos. Una bebita enormemente deseada en sus vidas que les trajo nuevas experiencias en su vida como pareja, que les enseñó lo que es la paternidad.

Tiempo después llegó Yirim, y Hoseok no había dejado de llorar cuando lo tuvo en brazos porque había llegado al mundo un pedacito más creado por ambos. Además de que era su primer hijo varón. Tanto Taehyung como Hoseok se sentían sumamente orgullosos de su criaturita.

Pasaron unos años solo con Dairi y Yirim, viéndolos aprender a caminar, a hablar, viéndolos crecer. Yendo de viaje a distintos lugares, pero primero los llevaron a Hawaii para crear nuevos recuerdos, porque para ellos Hawaii era su lugar especial. Los cuatro en familia jugaron en la arena día y noche… para Hoseok, ver a su amado Omega jugar con sus niños en ese lugar que era tan especial, fue simplemente magnífico que lo hizo derramar unas lágrimas.

No lo culpen, su alfa era muy sensible.

La gran sorpresa que se llevaron cuando se enteraron que venían dos bebés en camino… a Hoseok se le bajó tanto la presión de la impresión que por poquito y terminaba desmayado durante la ecografía.

Lastimosamente el nacimiento de ellos no fue tan mágico como los dos anteriores, pues Taehyung tuvo que ser intervenido por cirugía porque estaba inconsciente, pero ahí fue donde Hoseok se llevó la gran sorpresa de que no solo eran dos, pues Hari venía junto con sus dos niños. Después de que Taehyung despertara de la anestesia y recibió la noticia, se quedó en shock por unos segundos para después sonreír enormemente con lágrimas en sus ojos.

Actualmente todo iba viento en popa con su preciosa familia, sus retoñitos estaban creciendo y eso lo ponía demasiado sensible, pero al mismo tiempo entusiasmado porque estaba muy feliz de verlos crecer tan felices y saludables.

Y él… él también era muy feliz, no podía pedirle más a la diosa luna, no cuando sentía que ya tenía todo.

—Abuelita… soy muy feliz. —murmuró mirando al horizonte. —No tienes nada de qué preocuparte… Tengo una familia muy bonita y muchas personas que me quieren.

Su mano fue presionada entre otra, así que giró su rostro encontrándose con el de su alfa quien se encontraba sentado a su lado observando el atardecer.

—Muchas personas te amamos… pero nadie te ama como yo lo hago. —le besó los nudillos justo sobre la argolla de matrimonio.

Las mejillas de Taehyung se ruborizaron, acción que hizo sonreír al alfa, provocando unas ganas inmensas de besarlas.

—Me encanta que a pesar de que tenemos más de diez años juntos sigues sonrojándote por cosas así. —le molestó dulcemente.

—Hoseoook~

—Siempre serás mi cachorrito, ese que conocí con un lindo overol y un adorable sombrerito de paja.

El omega recargó su cabeza en el hombro de su esposo sin decir nada.

—Y tu abuelita debe de estar muy orgulloso de ti, de eso estoy seguro.

—Lo sé… —esbozó una sonrisa con melancolía.

Hoseok le besó la sien a su Omega, para luego sentirlo moverse, fue entonces que conectaron sus miradas y se regalaron una preciosa sonrisa para a continuación besarse con inmenso amor y cariño.

—Te amo, Taehyung. —susurró sobre los labios ajenos.

Las mejillas de Tae cosquillearon, plantando un par de besitos más en los belfos de su amado alfa.

—Yo también te amo, Hoseok. —beso. —Mucho, mucho, mucho…

—Mucho, mucho… —repitió el alfa recibiendo los besitos muy gustoso.

No obstante detuvieron sus besos cuando sintieron a alguien removerse. Ambos bajaron la mirada para encontrarse a sus hijos dormidos en sus regazos. La enamorada pareja compartió miradas enternecidas, a pesar de sentir sus piernas algo entumecidas.

Los pequeñitos habían terminado agotados después de jugar toda la tarde, que se quedaron dormidos en las piernas de sus padres, disfrutando de sus aromas, el agradable viento y sombra del árbol de manzanas. Sus niños eran un enredo de piernitas y bracitos, pero se veían sumamente cómodos luciendo como una camada de cachorritos.

Los orgullosos padres recargaron sus cabezas sin dejar de observar a sus hijos, mientras dejaban escapar un profundo suspiro.

—Ya quiero verlos crecer… —murmuró Taehyung acariciando el cabello de Yirim.

—Yo no… —dijo Hoseok en voz baja sorprendiendo a Tae. —Quisiera que se quedaran así para siempre… creo que no estoy listo para verlos crecer.

—Hobie…

—Lo siento, solo quisiera cuidar de ellos siempre y si crecen…

—Siempre serás su papá y siempre te van a necesitar sin importar cuanto pase el tiempo. —le consoló al sentir su tristeza.

—Lo sé, lo sé… —suspiró mirando a sus pequeñitos profundamente dormidos.

—Juntos los veremos crecer, hasta que tengamos el cabello tan blanco como las nubes…

—Y estemos tan arrugados como unas pasas… —recordó.

—Exacto. —Taehyung sonrió robándole un besito.

—Y aún con el cabello blanco y con arrugas en el rostro seguirás siendo el omega más precioso que existe. —posó su mano en la mejilla de su Omega observando fijamente esos ojos tan azules como el cielo.

Asintió con una sonrisa de mejillas rojitas. —Pero ahora disfrutemos de nuestros chiquitos.

—Tienes razón… gracias por esta preciosa familia, Taehyung. —entrelazó sus manos. —Gracias por iluminar mi vida.

—Gracias a ti por amarnos y por hacernos tan felices.

El alfa sonrió besando cortamente los labios de su omega.

—Por muchos años juntos, llenos de amor y felicidad, junto a nuestros hijos.

—Muchos…

Muchos años podrían pasar, pero el amor que existía entre ellos seguirá creciendo y brillando como el sol.

millones de gracias a mi Libni preciosa (21Bnnie) y a @purplethv por este bello regalo que llevo atesorando desde hace meses. ¡GRACIAS! me hizo muy feliz💜

Bueno, este es el epílogoTT espero les haya gustado, ¡Gracias por tanto mis preciosos girasoles! 🌻

Sony🌻💜

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