🌻•Capítulo 68 • final
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Un par de ojos tan azules como el océano, se abrieron casi al instante en el que el reloj marcó las dos de la mañana.
Parpadeó un par de veces con el ceño ligeramente fruncido, llevando ambas manos a su bajo vientre al sentir unas pequeñas punzadas. Alargó un suspiro dedicando un par de caricias, para a continuación girar su cabeza y encontrarse a su lado a su esposo profundamente dormido.
Abultó ligeramente los labios, moviendo su cuerpo con cuidado hasta quedar recostado de lado y así poder ver el rostro dormilón de su alfa gracias a la luz plateada de la luna que entraba delicadamente por la ventana. Estiró una mano, tocándole los oscuros cabellos y después le acarició el rostro, donde no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al verle arrugar la nariz.
No obstante, el omega se encorvó un poquito y soltó un bajito siseo al sentir otra punzada. Cerró sus ojos unos segundos en lo que pasaba, para después volver a abrirlos y mirar a su alfa dispuesto a despertarlo… estuvo a punto de moverle del hombro, pero se detuvo un par de centímetros antes de tocarle al recordar que podría ser otra falsa alarma como las últimas dos que había tenido.
Se mordió el labio inferior, retrocediendo y sentándose con cuidado. Soltó un suspiro más acariciando su redondeada barriga esperando que todo se calmara, por lo que se puso de pie con extrema lentitud, se calzó sus pantuflas y se colocó una bata azul cielo, para entonces salir de la habitación a pasos precavidos para no despertar a su amado alfa.
Yeontan le siguió a su lado al notarlo caminar, últimamente le seguía a dónde sea. Tae decía que era como su guardián, y siempre le estaba cuidando.
Con pasitos y suma precaución, comenzó a bajar las escaleras, sosteniendo su vientre bajo y Yeontan esperándole al final sacudiendo su cola felizmente. Tae sonrió en pequeñito por la atención de su perrito, así que una vez terminó de bajar, se inclinó un poquito para acariciarle la cabeza, sin embargo se tensó de nuevo al sentir una punzada más, por lo que se dijo que fue imprudente hacer un movimiento así al saber cómo se sentía.
Suspiró por tercera vez en el mismo rato, recordando algo con lo que podría distraerse, así que caminó al cuarto de lavado y sacó la ropa que estaba en el canasto. La olfateó percibiendo el aroma de su alfa y eso le dio una grandiosa idea, por lo que sostuvo la ropa entre sus brazos y salió de la casa, lastimosamente no se dio cuenta que Yeontan no alcanzó a salir con él, pues la puerta se cerró frente a su nariz.
Apenas sintió el pasto bajo sus pantuflas, se detuvo y miró en dirección del cielo, notando cómo unas espesas nubes lo cubrían. No se veía la luna, ni las estrellas. No cabía duda, iba a comenzar a llover de nuevo en cualquier momento, por lo que mejor decidió darse prisa en terminar lo que quería hacer y así podría regresar a la cama con su alfa.
Cerró sus ojos mientras avanzaba hacia aquél lugar, suspirando con tranquilidad al sentir el fresco viento chocar contra su rostro, además de que podía ya podía olfatear el aroma a petricor, lo que quería decir que ya estaba lloviendo en algún lugar cercano.
Una vez llegó, levantó la gran tabla en medio de la gran puerta que servía de seguro, logrando que ambas puertas de madera color rojo se abrieran por sí solas. Taehyung respiró y sonrió adentrándose al granero con sus brazos aún llenos de ropa. Encendió la luz y caminó hasta el lugar que se hallaba al fondo, encontrándose con su preciado nido, ese en el que tanto había estado trabajando.
Con mucho cuidado se dejó caer de rodillas y comenzó a acomodar la ropa que traía sobre la que ya estaba en su nido, el cual se encontraba conformado primeramente de un montón de paja seca, dándole más altura y esponjosidad. Arriba se hallaba cubierto de algunas sábanas con el aroma de su alfa impregnado y por supuesto, mucha ropa de Hoseok que había estado utilizando los últimos días.
Cuando Hoseok no se daba cuenta, Taehyung iba y tomaba una siesta en ese lugar. Le había gustado mucho desde aquella vez en la que apareció ahí sin darse cuenta cuando Hoseok estaba en Japón. De verdad se sentía muy cómodo y protegido en ese lugar y a su lobo también le había gustado por lo que decidió armar mejor su nido ahí mismo.
Aún no se lo había mostrado a Hoseok, no tenía idea del por qué, pero pensaba decirle pronto e invitarlo a acurrucarse con él, porque estaba seguro que el nido se volvería mil veces más cómodo.
Al terminar se quedó observándolo, sintiendo sus manos cosquillear por acurrucarse… pero entonces un trueno en el cielo le hizo saber que lo mejor era dejarlo para mañana, porque tenía que regresar a la cama antes de que la lluvia apareciera. Escuchando otro trueno, se levantó con algo de dificultad dispuesto a salir de ahí, pero apenas dio un paso… la electricidad falló y el sonido de las gotas caer del cielo se hizo presente cada vez más rápido.
—Ay no…
Fue hasta las puertas, viendo como la lluvia comenzaba a caer más fuerte y los truenos se hacían más frecuentes asustándole.
—Yo creo que si corro… —dio varios pasitos rápidos, pero prefirió regresarse al sentir como la lluvia lo mojaba rápidamente. Gimoteó golpeando su pie contra el suelo. —No fue una buena idea salir…
Sacudió su cabeza intentando secar sus húmedos cabellos, mientras toqueteaba su cuerpo sintiendo su ropa también húmeda. Ahora se sentía preocupado, pues esperaba no pescar algún resfriado por lo imprudente que había sido.
—¿Ahora qué hago?
Se sentía nervioso, que aunque tenía su cómodo nido ahí, con un clima como ese prefería refugiarse en los brazos de su alfa.
Colocó ambas manos en su vientre, percibiendo los movimientos de su bebita, quien probablemente había despertado con todo el ajetreo.
—Au… —se quejó. —Eso me dolió, Dairi… —pero esta vez se encorvó cuando otra punzada cómo las de antes apareció en su bajo vientre. —Lo siento, lo siento, ya sé que no debí salir…
Respiró lo más profundo que pudo, retrocediendo unos pasos y así cerrar las puertas porque la lluvia comenzaba a tornarse cada vez más intensa y sus pies ya se estaban mojando. No le quedaba de otra, tendría que pasar la tormenta en su nido si no quería mojarse.
Dio un par de pasos, pero se detuvo de golpe cuando sintió algo resbalar por sus piernas. Estaba oscuro, la única luz que había era cuando algún relámpago aparecía en el cielo, así que no podía ver qué era ese líquido… y aunque se hizo una idea, decidió no creer… pero era obvio de qué se trataba.
—No…. no ahora…
Avanzó a pasos pequeños, sin dejar de sostener su vientre con miedo, hasta llegar a unos estantes al lado de una ventana. Con su sentido del tacto más activo que nunca, abrió unos cajones y comenzó a buscar a tientas hasta que logró sentir lo que tanto buscaba. Encendió rápidamente un cerillo, para entonces continuar buscando con rapidez, encontrando un viejo plato de vidrio y una vela, la cual encendió con otro cerillo al ya haberse gastado el otro, y con mucho cuidado, dejó caer algo de cera en el plato para entonces colocar la vela en el centro, se pegara y así no se cayera porque estando en un lugar así, con paja por doquier y todo hecho de madera, era enormemente peligroso que una vela encendida se fuera a caer.
Relamió sus labios con nerviosismo puro, bajando un poco la luz para poder ver lo que mojaba sus piernas. Angustiado notó la humedad en sus pantalones de pijama, confirmándole lo que tanto temía: había roto fuente.
—No… —balbuceó con creciente miedo. —¿Por qué ahora?
No sabía que hacer, y eso comenzaba a asustarle todavía más. La lluvia cada vez se volvía más fuerte, y los truenos no eran de mucha ayuda, pero también sabía que si se alteraba no iba a servir de nada.
Mordió su labio y se dirigió a su nido, era lo único que se le ocurría hacer, acostarse ahí mismo y rogar por que la tormenta pasara rápido. Por lo que dejó el plato con la vela a un lado del nido sobre una base de madera, para entonces quitarse el pantalón y la ropa interior. Afortunadamente portaba una de sus preciadas playeras que le quedaban enormes llegándole hasta los muslos, casi como una bata corta. Entonces se adentró a su nido y se acomodó en el mero centro, volviéndose ovillo y abrazando su vientre tratando de mantenerse tranquilo antes de que las contracciones aparecieran.
Tenía que relajarse, no quería alterarse.
—Hoseok… —lloriqueó bajito hundiendo su rostro entre las ropas con su aroma.
A medida que el tiempo pasaba, la tormenta continuaba, y su calvario iba en aumento. No tenía ni la menor idea de cuánto tiempo llevaba ahí, lo único que sabía era que las contracciones eran cada vez más seguidas, estas lo mantenían tenso y sudando por montones. Solo rogaba entre gemidos dolorosos que la lluvia parara pronto, porque si no, a su bebita no le quedaría de otra más que nacer ahí mismo sí o sí.
Inhalaba y exhalaba en un pobre intento de mantenerse sereno, y también en un pobre intento de poder sobrellevar las contracciones que cada vez parecían ser más dolorosas. Seguía abrazando su vientre, como si eso fuera suficiente para calmar el dolor… ya no podía pensar en nada que no fuera en poder controlar el dolor por sí mismo, además, ya comenzaba a sentirse cansado, su cuerpo lo sentía pesado por estar soportando las duras contracciones, pues gracias a ellas se mantenía tenso con mucha fuerza, y sumándole el horrible calor sofocante, estaba en la creencia de que se estaba deshidratando.
—Me duele… —gimoteó encogiéndose en su lugar, al momento en el que otra dolorosa contracción apareció.
Su pecho subía y bajaba con profundidad, intentando con todas sus fuerzas en aguantar lo más posible hasta que la tormenta acabara.
—Un poquito más… Dairi… —jadeó hundiendo el rostro en las ropas de su alfa, olfateando con profundidad. —Solo espera un poquito más…
Sin embargo, no se espero en lo absoluto la siguiente contracción que le quitó el aliento. Esa había sido la más dolorosa de todas que no pudo evitar quejarse en voz alta.
—Hoseooook… —lloriqueó pidiendo urgentemente por su alfa.
Lo necesitaba, lo necesitaba tanto, ya no podía seguir haciendo todo solo, necesitaba su compañía, su calor, sus palabras de aliento. Lo quería a su lado. Ahora comprendía a Jimin cuando estaba por dar a luz a SeokGi, no quería hacer nada hasta que YoonGi estuviera con él… y justo ahora, Taehyung necesitaba a Hoseok con toda la urgencia del mundo.
Fue tanta la angustia que invadió su mente al imaginarse a sí mismo dando a luz solo en ese lugar, que no pudo evitar llamar a su alfa con un agudo chillido, ese que los omegas utilizaban para hacerle saber a sus alfas que estaba en peligro, que tenían miedo, que los necesitaban… y por más lejos que estuvieran ellos lo escucharían, lo sentirían.
No quería pasar por lo mismo que su madre, quien lo dio a luz sola, no, a pesar de que ella había sido muy fuerte, a Taehyung le aterraba la idea de pasar por algo parecido, pues estaba seguro que no podría, no creía poseer la misma fuerza… pero solo quizás, pensó por unos segundos que era su destino pasar por eso.
Sin embargo, esa idea se esfumó de su mente por completo, cuando las puertas de madera del granero se abrieron violentamente. Temblaba, jadeaba, pero ese inconfundible aroma apareció con fuerza transmitiéndole seguridad. Alzó la mirada y quiso llorar cuando se encontró con la silueta de Hoseok.
—Hoseok… —logró articular con la voz rota y trémula. —, nuestra bebé ya viene…
Pero Hoseok se hallaba en una especie de trance… no procesaba lo que estaba pasando, no procesaba la imagen frente a él ni las palabras dichas por su omega.
—¿Hoseok? —levantó la cabeza al no notar reacción por parte de su alfa. —¿Qué tie-? ¡Ah!
Otra contracción. Tuvo que encogerse dolorosamente en su lugar y eso fue suficiente para que Hoseok reaccionara y corriera hasta donde su omega, donde le sujetó ambas manos sintiendo como su corazón se encogía al ver a su amado omega sufriendo mientras la contracción pasaba.
Se aterró.
Por lo que por unos segundos se dedicó a inspeccionar el lugar, dándose cuenta de que efectivamente había acertado, Taehyung había hecho un nido… un nido con su ropa, ya que ahí se encontraban las prendas que había "perdido" durante los últimos días.
Mordió su labio viendo a su Taehyung con el ceño fruncido soportando el dolor. Hoseok se sentía tan torpe, tan inútil, su mente estaba en blanco… pero un jadeo por parte de su omega le hizo volver a la realidad.
—Hobie… —murmuró roto abriendo esos preciosos ojos cristalizados. —, me duele mucho…
El alfa le acarició el cabello, removiendo el húmedo flequillo de su frente. Le dolía en el alma ver a su amado omega así.
—T-Tengo que llevarte al hospital-
Pero un horrible estruendo proveniente del cielo le hizo saber que era imposible. Ambos se sobresaltaron, sin embargo unieron sus manos con más fuerza, viéndose a los ojos con angustia.
—No… no… —el omega balbuceó negando. —Dairi tendrá que nacer aquí, Hoseok…
Y ahí el alfa le miró con pánico.
—¡¿Qué?! Pero Taehyung, aquí… —pasó sus manos por su rostro. —, santo cielo, no tengo ni idea de qué hacer. —miró a su omega con el miedo a tope. —Tú y nuestra hija necesitan estar en un lugar seguro donde-
—Hobie… —entrelazó sus manos.
Ahí el alfa le sintió temblar, Taehyung también tenía miedo.
—Lo haremos bien… —habló trémulamente. —Nosotros dos le daremos la… la bienvenida a nuestra bebé, sin ningún desconocido, solo nosotros dos y- —se tensó presionando la mano de su alfa. —Y tú serás el primero en cargarla, me lo prometiste…
—Sí pero… —se calló ante la mirada acuosa que su omega le dedicaba. Ambos se miraron por unos largos segundos donde finalmente tragó sonoramente y asintió despacio. —D-De acuerdo… lo haré… lo haremos.
Taehyung asintió con una pequeña sonrisa en sus labios, para después indicarle a su alfa que llenara un balde con agua de la llave que se encontraba en una esquina. También tomó varias prendas del nido, con las que tendría que limpiar y arropar a su bebé al momento en el que llegara al mundo. Al menos estaban impregnadas del aroma de ambos.
—Cuánto… ¿Cuánto tiempo llevas así? —le preguntó acariciándole el rostro.
Encogió sus hombros.
—No sé… uhm… —se refugió en el pecho de su alfa, soportando una contracción más.
Hoseok también lo sentía, obviamente no tan claro como su omega, pero si sentía ligeros latigazos en el lazo cada que su omega tenía una contracción, sobre todo el lazo se hallaba tenso debido al trabajo de parto y a todo el dolor que Tae estaba experimentando.
Por su mente pasó la idea de sentirse inútil, porque tener a su omega entre sus brazos, temblando, jadeando y tensandose de dolor, no era algo lindo. Desafortunadamente era algo que tenía que pasar, pero estaba cien por ciento seguro que si fuera posible tomar su lugar, lo haría sin dudarlo, pues prefería mil veces sufrir el mismo en lugar de Taehyung.
—Eso… ya está pasando. —le murmuraba frotándole la espalda y besándole el cabello.
La dulce pareja se hallaba muy junta dentro del nido, pues el temeroso omega le pidió a su alfa que le hiciera compañía y lo abrazara. Hoseok por supuesto que no lo pensó dos veces cuando ya se estaba acomodando al lado de su chico, quien inmediatamente se refugió en su pecho, respirando con profundidad.
Taehyung estaba confiando en los instintos de su lobo que le decía que aún no era momento.
—Las contracciones son… —relamió sus labios tratando de pensar. —¿Cada cuánto?
El alfa alcanzó su celular y revisó la hora.
—Más o menos… ¿cada cuatro minutos? —dijo no muy seguro.
Taehyung se quedó en silencio, tratando de recordar todo lo que había leído durante su embarazo respecto al parto. No obstante, se había mantenido pensando por cerca de dos minutos cuando volvió a encogerse dolorosamente soltando un quejido que asustó al alfa.
Solo se limitó a jadear con su frente pegada al pecho de su alfa y los ojos fuertemente cerrados, tratando de sobrellevar la larga contracción, dándose cuenta que cada vez duraban más, por lo que se tuvo que cambiar de lado con bastante dificultad, porque de plano no podía mantenerse quieto, era imposible encontrar una posición cómoda, pero cuando volvió a hacerse ovillo, sintió como su alfa comenzaba a frotarle la espalda arriba y abajo, al menos eso le hacía sentir un poquito aliviado.
Pasaron varios minutos, en los que Hoseok solamente veía a su omega temblar, jadear, apretar los dientes y gimotear bajito… pero no había soltado ninguna lágrima, Taehyung de verdad estaba soportando todo como el omega fuerte que era.
Y vaya que el alfa se sentía sumamente admirado de su valiente esposo quien al parecer tenía una gran tolerancia al dolor… porque Hoseok sabía por voces que las contracciones no eran algo sencillo de lidiar, por lo mismo él se sentía aterrado de que su omega tuviera que pasar por eso, sin embargo le estaba dando una tremenda callada de boca por la increíble resistencia que estaba demostrando.
Taehyung desde siempre ha sido muy fuerte.
—Lo estás haciendo increíble… —le susurró cerca del oído depositando un beso en la roja mejilla.
El omega solamente alcanzó a esbozar una minúscula sonrisa, que de inmediato se deformó gracias a la nueva contracción. El doctor tenía razón, las supuestas contracciones de sus falsas alarmas no se acercaban ni un ápice a lo que era LAS verdaderas contracciones.
—Duele… —balbuceaba frunciendo el ceño con fuerza.
—Lo sé… —le decía con angustia, sin dejar de frotar la espalda y besar los cabellos húmedos. —Lo sé…
Si Taehyung no iba a llorar, definitivamente Hoseok si lo haría. No soportaba ver a su omega sufrir, aún a pesar de la gran fortaleza que le estaba demostrando.
Sin más la lluvia continuó con fuerza allá afuera, mientras Taehyung, su precioso Taehyung se encogía en su lugar una y otra vez sudando por montones y Hoseok lo único que podía hacer era brindarle caricias y palabras de apoyo mientras sufría por dentro con el lazo ardiendo más que nunca.
—Te juro que… —tragó sin dejar de ver a su omega y frotando su espalda. —, si pudiera tomar tu lugar, lo haría sin dudarlo.
A pesar de que el omega estaba pasando por una contracción, logró escuchar lo que dijo su alfa y no pudo evitar que una minúscula sonrisa apareciera en sus labios con el pensamiento de qué Hoseok le parecía demasiado adorable.
Luego, con movimientos trémulos Taehyung volvió a girar su cuerpo, esta vez quedando frente a su alfa donde al encontrarse con su rostro preocupado formó un puchero y le acarició el rostro.
—Me duele… —le dijo bajito. —, me duele mucho… —jadeó apretando sus ojos. —P-pero también… uhh… soy m-muy fuerte… yo puedo… yo puedo hacerlo, Hoseok.
Jung se quedó en silencio, observando el rostro aperlado y sonrojado de su omega… ese que expresaba dolor, agotamiento… pero que a pesar de todo, se mantenía firme en sus palabras. Cómo siempre, Taehyung jamás, jamás dejaría de sorprenderle, se sentía tan afortunado y tan orgulloso de ser el alfa de un omega cómo él… tan valiente, tan fuerte.
—Lo eres, eres muy fuerte. —murmuró uniendo sus frentes y sujetando sus manos, las cuales fueron fuertemente presionadas por otro latigazo de dolor. Hoseok relamió sus labios. —Y sé que podrás hacerlo, no tengo ninguna duda… pero no puedo evitar morir de angustia al verte sufrir así. —confesó. —Quisiera llevarte al hospital donde pudieran calmar tu dolor, donde pudieras estar más cómodo… más seguro.
Aún durante la contracción, Taehyung escuchó perfectamente lo que su alfa había dicho, por lo que cuando el dolor pasó, respiró unos segundos retomando aire y luego con su pulgar acarició la mano de su alfa tomando una profunda calada de su aroma sintiendo sus músculos relajarse.
—Tú calmas mi dolor… —musitó trémulo. —, contigo me siento seguro. —separó sus frentes para abrir ese precioso par de zafiros y así conectar su mirada con la dorada. —T-Te juro que no hay otro lugar en el que quisiera estar en este momento.
—Pero cachorro-
—De verdad, uhm… —respiró profundamente cerrando sus ojos. —Este lugar, es perfecto para que… para que nuestra bebé llegue, solo tú y yo sin nadie desconocido… e-este lugar es el más seguro del mundo porque estás aquí Hobie, y Dairi y yo nos sentimos seguros.
—Taehyung…
—Tú nunca dejarías que algo malo nos pase. —se encogió en su lugar, hundiendo su rostro en el cuello ajeno. —Eres el mejor alfa que existe en todo el mundo y… —gimoteó tensando el cuerpo entero. —, t-también serás el mejor papá del mundo.
Más conmovido no podía estar, que ni siquiera se había percatado del par de lágrimas que ya resbalaban por sus mejillas por el simple hecho de escuchar lo que su amado omega le decía, que no pudo evitar abrazarlo y besarle la cabeza múltiples veces.
—Te amo… los amo tanto. —murmuró. —Te prometo que me esforzaré para continuar siendo un buen alfa para ti y para ser un buen padre para nuestra hija. —acarició el cálido y tenso vientre.
—También te amamos, Hoseok.
Había un diluvio allá afuera, pero dentro de ese granero una dulce pareja se encargaba de reafirmar lo mucho que se amaban sin importarles nada más.
No obstante, apenas pasaron un par de minutos cuando un alto quejido resonó en el lugar alertando por completo al alfa, sobre todo porque el rostro de Taehyung se deformó y apretó sus manos más fuerte que nunca.
—¿Taehyung? —el lazo que los unía estaba tenso, demasiado, cómo nunca antes lo había sentido y eso le estaba asustando mucho a pesar de saber de lo que se trataba.
—Hoseok… —musitó entre dientes. —Y-ya…
El momento había llegado.
🌻
Eran las cinco y media de la mañana y una fuerte lluvia continuaba allá afuera. Se había calmado por un rato, pero no tardó ni diez minutos en regresar torrencialmente.
Por intervalos, las manos de Hoseok eran fuertemente presionadas cada que su omega tensaba su cuerpo manteniéndose recostado de lado y con las piernas encogidas lo más que su vientre le permitía. Por otra parte, el alfa simplemente se mantenía con la frente unida a la de su omega con los ojos cerrados, sintiendo los latigazos de dolor y ardor en el lazo.
Llevaban alrededor de cinco minutos en esa posición, con Taehyung intentando dar su mejor esfuerzo cada que una contracción aparecía… solo cinco minutos, pero para Taehyung eran los cinco minutos más largos de su vida, sobre todo porque ya estaba sintiéndose demasiado cansado.
Los minutos continuaron pasando, hasta que Hoseok le vio negar múltiples veces con una traicionera lágrima bajando por su mejilla.
—No puedo… —murmuró frustrado… y con un creciente miedo. —N-No puedo, Hoseok…
Esos preciosos ojos le miraron con terror… con pánico.
—Hey —le acarició el rostro, limpiando la traviesa lágrima. Tragó sonoramente y relamió sus labios al percibir lo aterrado que comenzaba a sentirse su omega. —, tranquilo, respiremos juntos, ¿si?
El omega solamente asintió cerrando sus ojitos y hundiendo el rostro en el cuello de su amado alfa, donde comenzó a inhalar y a exhalar con profundidad al ritmo en el que su esposo le indicaba respirando junto con él, e intensificando su aroma en un vago intento de relajarle.
—Una vez más… —inhaló profundamente siendo seguido por Tae quién parecía calmarse poco a poco con el miedo comenzando a desaparecer. —Eso es… —murmuró besándole la cabeza y frotándole la nuca con cariño. —Puedes hacerlo cachorrito, eres el omega más fuerte que conozco, esto será pan comido para ti.
Un respiro tembloroso por parte de Taehyung y un ligero asentimiento, llevando su propia mano a la parte baja de su panza, donde Hoseok se le unió y volvió a besarle la cabeza.
—Gracias… —susurró apenas en un tímido agradecimiento. De no ser por Hoseok ahora mismo estaría llorando de frustración y pánico.
Durante todo el embarazo, ambos habían practicado juntos las respiraciones, aunque a veces a Tae no le gustaban porque se mareaba, ahora comprendía que realmente funcionaban para tranquilizarse.
Una pequeña sonrisita apareció en los labios de Jung, quien solamente besó de nueva cuenta la cabeza de su omega.
—Mi cachorro… —soltó bajito dejando una caricia en el tenso vientre. —¿No quieres cambiar de posición? Creo que será más sencillo, ¿O acaso te sientes más cómodo así como estás?
Se quedó pensando unos segundos, pues en la posición en la que se encontraba le parecía cómoda, pero se estaba dando cuenta de que era más difícil, así que asintió de acuerdo con su alfa.
Por lo que en cuestión de minutos —después de otra contracción— Hoseok había ayudado a su omega a acomodarse mejor. Esta vez, Taehyung se hallaba recostado sobre su espalda, pero lo que a Tae le llamó la atención fue cuando sus piernas, o más bien sus muslos habían terminado sobre los hombros de su alfa, mientras le sujetaba las manos ayudándole a flexionarse.
Hoseok solamente estaba recordando lo que vivió en el nacimiento de SeokGi, y como se hallaba Jimin con las piernas sobre unos soportes… pero aquí no había soportes, por lo que Hoseok tomó la decisión de ser el soporte de su omega.
—Bien… —nervioso, miró a su omega a los ojos… esos preciosos y valientes ojos. —En la siguiente contracción empujas lo más que puedas y apóyate en mí todo lo que necesites, ¿De acuerdo? No te contengas nada.
El adolorido omega solo se limitó a asentir, tomando una profunda calada preparándose para lo que venía.
Solo fue cuestión de segundos cuando la contracción apareció como una corriente eléctrica, haciendo a Taehyung gimotear y apretar sus dientes al mismo tiempo en el que empujó con fuerza manteniéndolo por varios segundos, después, tomó aire una vez más y volvió a empujar sin dejar de sujetar las manos de su alfa quien le ayudaba a flexionarse hacia adelante ejerciendo fuerza a la inversa.
—E-Eso es… —decía viendo a su omega dejarse caer para descansar un poco. Hoseok le besó los nudillos con nerviosismo. —, respira…
Volvieron a repetir esa acción tres veces más donde Taehyung lucía cada vez más agotado… pero no se echaba para atrás, siempre animandose a sí mismo murmurando entre dientes que si podía. Y bueno, Hoseok no se quedaba atrás también animándole, pero en ningún momento le indicó cuando pujar, pues Taehyung sabía perfectamente cuando era el momento de hacerlo, y lo hacía de una manera tan valiente.
La lluvia continuaba y un intenso trueno en el cielo resonó en todo el lugar, opacando el fuerte grito de dolor que Taehyung había soltado, dejando caer su espalda sobre el cómodo nido.
—Santo cielo… —murmuró el alfa atónito sin dejar de ver el punto exacto en el que su niña comenzaba a asomarse para ver el mundo. —Ya casi, Taehyung…
Con precaución, soltó las manos de su omega y así acercar un poco más la vela para poder ver mejor la zona donde su bebita se asomaba, comenzando a limpiar un poco su cabellito y lo que lograba ver de su rostro.
Quiso llorar.
—Su cabello es negro… —alzó la mirada hacia su omega. Sonrió en pequeñito. —, como el mío.
Una tenue sonrisa apareció en el rostro cansado de Taehyung al escuchar eso. Trataba de recomponerse, trataba de respirar mientras su pecho subía y bajaba con profundidad, sintiendo como el sudor corría por su sien, por su frente, por su cuello. Un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas, pero nada más. Estaba evitando a toda costa no llorar para no agotar las pocas energías que le quedaban. ¿Iba a llorar después? Claro que sí, en cuanto tuviera a su hija entre sus brazos estaba seguro que iba a soltar en llanto, pero por ahora no era el momento de hacerlo.
Hoseok se sobresaltó cuando su omega dejó salir otro gemido doloroso y se flexionó hacia adelante, donde inmediatamente alcanzó a sujetarle las manos para brindarle su ayuda.
—Estás cerca, cariño —le decía también presionando sus manos, viendo la expresión de dolor en su omega, sufriendo con él sobre todo al notar las lágrimas bajar por su rostro. —, un poquito más.
El omega escuchó, más no dijo absolutamente nada, solo se dedicó a hacer su trabajo poniendo todo su esfuerzo en traer a su bebé al mundo.
Cuando la contracción pasó, Taehyung volvió a dejar caer su espalda respirando agitado, escuchando las palabras de felicitación y aliento de su alfa quien le había soltado las manos en ese momento después de besarle el dorso. Porque Hoseok estaba que no cabía de tanta emoción y nerviosismo mezclado porque su hija ya casi estaba afuera, así que la estaba sosteniendo trémulamente para ayudarle en el poco camino que le faltaba.
—Un empuje más y t-terminamos, Taehyung… —decía con la voz temblando.
Y Taehyung solamente asintió manteniendo sus ojos cerrados, tomando una profunda calada de aire, intentando reunir las pocas fuerzas que le quedaban. Inhalaba, exhalaba, relamía sus labios y pasaba su antebrazo por su frente. Alzó un poquito su cuerpo, alcanzando a ver por entre sus piernas a su amado alfa que poseía una adorable sonrisa en sus labios sin dejar de mirar hacia abajo donde se hallaba su hija llegando al mundo.
El alfa sintió la mirada de su omega, por lo que levantó la vista así conectando sus ojos con los azulados. Ambos regalándose una preciosa sonrisa, transmitiéndose fuerza acompañado del inmenso amor que se tenían.
—Puedes hacerlo, mi vida. —susurró.
Asintió sintiendo esa agradable calidez en el lazo, esa que siempre le brindaba tranquilidad.
—Yo puedo… —asintió jadeante, casi sin aire. —, yo puedo hacerlo…
Es que Hoseok no podía sentirse más orgulloso de la increíble fortaleza que su omega tenía.
Tan valiente, tan fuerte.
Pero esta vez, Hoseok no estaría sujetando sus manos, lo sabía, porque ahora sus manos se hallaban ocupadas auxiliando a su hijita cuidando que no cayera.
—Sujétate de mis brazos. —le dijo al notarlo un poco inseguro. —Apoyate en mí todo lo que necesites, yo soy tu soporte.
—Hoseok… —llamó bajito.
—¿Sí? ¿Sucede algo?
Los ojitos azules solo se quedaron observando a su alfa por unos segundos… su rostro, sus labios, sus ojos, esos color miel que se volvían dorados cuando le decía lo mucho que lo amaba, esos que siempre lo miraban con tanta gentileza, con tanto amor.
—¿Taehyung?
—Te amo —dijo en un susurro. —, mucho, mucho…
El corazón de Jung se aceleró y no pudo evitar esbozar una encantadora sonrisa, pero al mismo tiempo quiso llorar.
—Yo también te amo, Taehyung. —le murmuró de vuelta con la voz rota. —Más de lo que crees…
Tae solamente sonrió, recargándose en sus antebrazos buscando tomar posición para el último empuje que venía, por lo que Hoseok inclinó su cuerpo un poquito para que Taehyung alcanzara a sujetarle de los brazos. Una vez lo sintió bien agarrado, nuevamente conectaron miradas y con un ligero asentimiento, el omega cerró sus bellos ojos, y después de una larga respiración, atrapó el labio inferior entre sus dientes, esperando pacientemente la siguiente contracción.
Apenas llegó la ya conocida sensación, Taehyung tensó su cuerpo entero para después temblar y empujar con todas las fuerzas que le quedaban. Sus manos estrujaron los brazos de su alfa con una indiscutible fuerza, mientras que sus talones presionaban la espalda ajena, por no decir que casi los encajaba. Una vena resaltó en la sien del omega acompañada de una gota de sudor.
Gimoteó, lloriqueó a lo bajo mordiendo su labio inferior, presionando sus manos, sus dedos, sus uñas, en los brazos de su alfa. Con las lágrimas saliendo y los ojos fuertemente cerrados… lo sentía, ya casi… tanto que en su último esfuerzo se hallaba soltando un fuerte grito al mismo tiempo que un sonoro estruendo en el cielo el cual anunció el fin de esa tormenta y de esa larga noche…
Taehyung se desplomó completamente agotado justo en el instante en el que la intensa lluvia paró, entonces las nubes grises se esparcieron y el cielo por fin se despejó… la mañana finalmente había llegado con el sol haciendo acto de aparición por el horizonte justo sobre el campo de girasoles que por fin florecieron después de meses, siendo acompañados por el dulce canto de los pajarillos, donde en cuestión de segundos un adorable y esperado llanto apareció dándole la bienvenida a la primavera, y anunciando con fuerza su llegada al mundo iluminando todo a su paso.
Los oídos de los ahora padres fueron completamente endulzados ante la melodía que su llanto producía, ese que tanto habían soñado con escuchar.
Taehyung alzó débilmente su cabeza buscando a su hija al escucharla llorar por fin… pero sus movimientos se detuvieron cuando se encontró frente a él con una de las escenas que más deseaba ver: Hoseok sosteniendo a su bebé.
Tan pequeñita, que sin dificultad alguna la sostenía entre sus manos, con una sosteniéndole la cabecita y la otra su cuerpecito. Temblaba, pero no dejaba de sostenerle con toda la delicadeza posible, pues Hoseok estaba sosteniendo a su mundo entero, lo sabía.
El alfa estaba sin habla, no podía creer lo que había pasado, la incredulidad, el shock seguía ahí… pero para su fortuna la electricidad volvió así dándole el golpe de realidad absoluto que le otorgó la oportunidad de poder apreciar el pequeño rostro de ceño fruncido que no dejaba de llorar con todas sus fuerzas… y bueno, Hoseok quería acompañarle en su llanto, tanto que las lágrimas ya bajaban por sus mejillas sin darse cuenta al mismo tiempo en el que mordía su labio inferior tratando de contener un sollozo.
Era perfecta.
Su preciosa hija, su Dairi, era perfecta.
—Hola, florecilla… —apenas susurró tragándose el nudo en la garganta.
No podía dejar de verla.
—Soy tu papá… —una trémula sonrisa apareció y otra lágrima bajó. —, y a partir de hoy… —suspiró relamiendo sus labios. La voz se le quebró. —, me tienes en la palma de tu pequeña mano, hija mía… te amé apenas me enteré de tu existencia y ahora… te amaré durante toda mi vida.
Las manos le temblaban, era indescriptible lo que estaba sintiendo, pero podía asegurar que todo ese cúmulo de sensaciones, eran de felicidad absoluta. Pero cuando alzó su acuosa mirada para encontrarse con aquellos preciosos ojitos azules de igual manera, esbozó una sonrisa y se inclinó levemente para así extender sus brazos y finalmente colocar a su hija sobre el pecho y brazos de su amado omega.
—Tan solo mira la preciosidad que hemos hecho, mi amor… —le dijo en un murmullo sin dejar de derramar lágrimas.
Preciosa, hermosa, perfecta… esa era la definición que los ojos del orgulloso padre tenían de su hija.
—Y tal como te lo había prometido… he sido el primero en cargar a nuestra hija, ¿L-Lo viste?… y también… —alargó un brazo alcanzando a tocar el inquieto piecito de su niña. —, yo mismo te la he entregado…
La expresión en el rostro de Taehyung no tenía precio al escuchar las palabras de su alfa y sobre todo… al finalmente tener a su pequeña entre sus brazos con la promesa de su alfa cumplida.
Sollozó apenas la tocó, donde las lágrimas tampoco tardaron en aparecer acompañadas de un pronunciado puchero y cejas fruncidas de emoción pura. Las manos también le comenzaron a temblar mientras sus ojos azules recorrían el inquieto cuerpecito una y otra vez, tratando de asegurarse de que era real… que finalmente ella estaba ahí con ellos.
—Dairi… —sollozó en un susurro sin dejar de verla incrédulamente. —Chiquita, hola… y-yo también soy tu papá… —la voz se le quebró y más lágrimas bajaron al percatarse de lo que había dicho. —T-tu papá… s-soy tu papá, bebé… y te prometo que yo… —sollozó una vez más, con la vista nublándose por las lágrimas. —, te voy a amar mucho y voy a ser… el mejor papá del mundo para ti, hijita… m-mi bebé… mi Dairi…
Hoseok se sentía tan dichoso al presenciar tan bello momento.
—Lo hiciste increíble, ¿eh? —dijo después de inclinarse a su lado y besarle la cabeza sin dejar de observar a su niña quién continuaba llorando demostrándole a sus padres lo bien que se habían desarrollado sus pulmones. —Estoy… estoy tan orgulloso.
Con suma precaución, limpiaba los restos de placenta y sangre en el cuerpo de su bebita, mientras Taehyung la acompañaba en su llanto. El omega se hallaba tan conmovido que las palabras no le salían, pero no dejaba de verla, de tocarla.
El alfa depositó un beso en la aperlada frente de su fuerte omega, sin dejar de sentirse tan malditamente orgulloso.
La acuosa mirada del omega se dirigió a la de su alfa, enterneciéndose al encontrarlo derramando lágrimas silenciosas sin dejar de observar… de admirar a su primogénita.
Hoseok se percató de la mirada de su omega que no pudo evitar reír bajito al sentirse atrapado, por lo que esta vez besó la sien de su omega, escuchando a su amado y a su hija llorar.
—Gracias… —susurró con un nudo creciente en su garganta. —Gracias, Taehyung…
Una sonrisita apareció en los labios del agotado padre, para después recargar su cabeza con la de su alfa y así ambos admirar a ese pedacito de ambos, pues la felicidad que estaban experimentando en ese justo momento era indescriptible y no querían perderse ni un solo segundo de su preciosa criaturita.
🌻
Unos minutos más tarde, Hoseok se había encargado de ejercer de enfermero al cortar el cordón umbilical con las tijeras que venían en el botiquín de primeros auxilios que tenían en casa. También se encargó de limpiar a su omega con las gasas, sobre todo después de que se dio un buen susto cuando vió la placenta afuera pues no sabía lo que era, a lo que su omega lo tranquilizó cuando le informó tímidamente de lo que se trataba.
Poco después, le ayudó a vestirse un camisón limpio, donde cerca de diez minutos ya se hallaban dentro del auto rumbo al hospital a petición del alfa, pues necesitaba que un médico revisara a su omega y a su hija y le dijera que ambos se encontraban bien después del improvisado alumbramiento que habían tenido.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó bajito mirándole brevemente mientras conducía.
—Feliz… —respondió en el mismo tono, depositando un besito en los oscuros cabellitos, acomodando la suave manta morada con la que su niña se hallaba arropada.
—Eso lo sé mejor que nadie… —habló con suavidad esbozando una sonrisa ladina. —Me refiero a tu cuerpo, ¿No sientes algo anormal? ¿Dolor?
Negó despacio cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.
—Solo me siento cansado… mucho.
Hoseok le observó por unos segundos, comenzando a sentir la preocupación de vuelta.
—Por supuesto que lo estás, te esforzarte tanto mi vida… —dijo regresando la vista al camino. —Por eso es necesario que un médico te revise a ti y a Dairi, si no, no estaré tranquilo.
Taehyung sabía que su alfa tenía razón, y sabía que a pesar de lo feliz que estaba, también se encontraba muy preocupado, la corriente de nervios de Hoseok le llegaba a través del lazo, por lo que simplemente atinó a asentir despacio, ya que de alguna extraña manera, sentía su cuerpo muy pesado, exhausto y el sueño comenzaba a hacer acto de aparición.
El nacimiento había sido tan íntimo, solo ellos dos, tal como lo había deseado, que ahora era justo y necesario recibir ayuda de terceros y tener la atención médica adecuada, para asegurarse de que ambos se encontraran bien.
—Por favor no te duermas, no aún… —miró al lado del copiloto donde su omega se hallaba semi recostado en el asiento, acunando a su niña quién parecía estar dormida.
Pero Taehyung no necesitaba que le pidiera que no se durmiera, pues no estaba dispuesto a hacerlo, su bebé necesitaba de él y a pesar de sentirse agotado, sabía que aún no era momento de dormir, tenía que asegurarse de que su pequeñita había nacido bien.
El trayecto de la granja a la ciudad era de casi una hora, pero por la hora y al ser sábado, el camino se hallaba lo suficiente despejado cómo para avanzar más rápido, por lo que terminaron llegando en media hora. Cuando ingresaron por el área de urgencias, Taehyung no pudo evitar comportarse reacio cuando una enfermera quiso tomar a Dairi en brazos, tanto que había gruñido y los ojos le brillaron con su lobo haciendo acto de presencia pues no quería que nadie que no fuera su alfa tocara a su cachorro recién nacido.
Por otra parte, Hoseok tampoco estaba muy cómodo con la situación, pues su lobo también se hallaba disgustado por el personal médico que tocaba y veía a sus dos tesoros más preciados… pero tenía que aguantarse si quería que ambos fueran correctamente revisados, por lo que tranquilizó a su omega con su calor y aroma. Entonces Tae soltó un par de lágrimas cuando su pequeña Dairi fue tomada de sus brazos por una enfermera beta e iniciaron con el chequeo, peso y medidas, mientras que a Taehyung lo revisaban en una camilla, con Hoseok a su lado todo el tiempo.
Los párpados comenzaban a pesarle, a pesar de estar preocupado se sentía sumamente cansado, su cuerpo y mente le estaban exigiendo un buen descanso, pero en el momento en el que escuchó a alguien decir que su bebé se encontraba rebosante de salud y que era una niña muy fuerte, fue cuando se dejó llevar por el cansancio, cayendo en un profundo sueño…
Tiempo después, cuando esos preciosos ojos tan azules como el cielo se abrieron, se percató de que se encontraba en una habitación, una habitación de hospital. Intentó moverse, pero sus extremidades le pesaban, su cuerpo entero pesaba, además sentía un ligero ardor en su espalda y caderas… pero lo que realmente lo despertó fue cuando una sensación de vacío apareció en su vientre que no pudo evitar asustarse cuando colocó sus manos ahí y lo sintió pequeño, muy pequeño. Reprimió un sollozo presionando sus labios en una firme línea, hasta que sus oídos captaron un suave tarareo.
Con sus sentidos más despiertos que nunca, buscó a su alrededor hasta que su vista se detuvo en un extremo de la habitación, donde se encontró a su alfa de pie vestido con un pantalón de vestir color marrón claro y una camisa blanca a botones con las mangas dobladas hasta los codos… se hallaba frente a una ventana con las cortinas blancas abiertas mientras él se balanceaba sutilmente a los lados tarareando una canción.
Con un ligero movimiento de pies se giró, dejando ver una manta amarillo pastel entre sus brazos. Su mirada se hallaba clavada en ese lugar manteniendo una encantadora sonrisa en sus labios, pues Hoseok acunaba a su hija con infinito cariño mientras la observaba con devoción y dicha.
Le tocaba el cabello, las mejillas… la nariz, donde soltó una muy baja risita al notar cómo la fruncía ligeramente.
Y Taehyung… bueno Taehyung se hallaba soltando lágrimas sin darse cuenta al estar presenciando tan preciosa escena. Era algo con lo que tanto había soñado ver… a Hoseok cargando a la bebé de ambos… pero definitivamente su imaginación se quedó corta pues la escena que tenía frente a sus ojos la superaba por mucho, era sencillamente perfecta, hermosa, mágica.
—Mi amor… —los pasos se acercaron hasta él, encontrándose con una mirada preocupada. —¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?
Silencio. Taehyung se quedó en silencio alzando su acuosa mirada, conectándola con la de su alfa por unos segundos para después negar despacio y esbozar una pequeña sonrisita.
—¿Estoy soñando? —dijo en apenas un murmullo palmeando ligeramente sus mejillas para después clavar su mirada en la pequeñita que reposaba en los brazos contrarios. —Si, esto debe ser un sueño.
—¿Qué? —ladeó la cabeza confundido. —¿Por qué lo dices?
—Es que… —sollozó mirando alternativamente a su alfa y a su bebita. —, estoy viendo la escena que tanto soñé… —murmuró bajito sintiendo como su alfa le limpiaba con los pulgares las lágrimas en sus mejillas. —Te ves muy guapo como papá, Hobie…
Bien, ahora era Hoseok el que iba a llorar.
—Gracias por convertirme en uno… —le besó la frente en un susurro manteniendo sus labios ahí mismo por unos segundos tratando de contener sus lágrimas. Entonces sonrió y se alejó un poquito para verle a los ojos. —¿Quieres sostenerla?
Asintió rápidamente, donde apenas su pequeña fue colocada entre sus brazos, su corazón se agitó y los ojitos le brillaron.
—Hola… —murmuró apenas pudo ver su carita claramente. —Dairi… —sollozó bajito con una sonrisa en sus labios. —Es hermosa, es preciosa, es-
—Perfecta.
Sus ojos se encontraron con ambos sonriendo. Taehyung asintió de acuerdo regresando la atención a su pequeñita.
—Nuestra hija es perfecta. —colocó una mano en el cabello de su niña, para después dedicarle una mirada a su omega sosteniendo a su niña, por lo que no pudo evitar soltar una baja risita fascinada. —Tú también te ves muy guapo de papá, Taehyunggie.
Las mejillas del joven padre se ruborizaron al mismo tiempo en el que una sonrisa aparecía en sus labios regresando la mirada a su preciosa hijita.
Porque para ellos era casi imposible despegar la mirada de ella, no podían dejar de admirarla… esa piel rosada y de mejillas rojitas… cabello negro como la noche, tal como el de su padre alfa pero ligeramente ondulado como su padre omega. Ahora solo faltaba saciar la curiosidad del color de sus ojos, ¿Dorados? ¿Azules? No lo sabían aún, pero de lo que estaban seguros es que su niña era una belleza y eso que apenas tenía unas horas de nacida y todavía se encontraba hinchadita, pero ante los ojos de los orgullosos padres eso no importaba, su hija lucía como un ángel.
Unos quejiditos alertaron al par de padres primerizos, sobre todo cuando la notaron arrugar su rostro y empuñar sus manitas frente a ella comenzando a mover sus piernitas: iba a llorar.
—Debe de tener hambre, una enfermera me dijo que cuando te despertaras tendrías que alimentarla… —le miró con cuidado. —, pero si no te sientes cómodo podríamos pedir que nos traigan leche de fórmula.
Mordió su labio inferior al mirar a su alfa con algo de indecisión. Entonces regresó la vista a su niña que parecía que iba a llorar en cualquier momento.
—Yo… yo lo haré… —dijo bajito. —Yo quiero hacerlo, pero no sé bien cómo acomodarla…
Hoseok se enterneció.
—No debe de ser complicado. —se puso de pie para presionar un botón en la orilla de la cama y así hacer que la parte de arriba se alzara hasta dejar a Taehyung ligeramente sentado. —Creo que así será más sencillo… ahora, así como la tienes en tus brazos debe de estar bien, solo necesitas descubrirte.
Asintió tímidamente. —¿Me ayudas?
—Por supuesto… —le besó la mejilla, para entonces desabotonar la parte de arriba de la bata que estaba usando y así deslizar delicadamente la manga hasta dejar descubierto un hombro y la zona del pecho derecho.
Solo tenía los pectorales algo hinchados, como si se hubiera ejercitado mucho, nada del otro mundo, pero aún así las mejillas del omega se hallaban muy rojas, pero quería hacerlo a pesar de sentir pena, porque sabía que si él mismo alimentaba a su hija, sería mil veces mejor para su salud y desarrollo.
Miró a su alfa tímidamente quién le sonrió con dulzura y le animó con un susurro pidiéndole que no sintiera vergüenza.
—Solo somos nosotros dos, tranquilo… —le frotó el brazo intentando relajarle. —Es un momento muy íntimo y precioso entre ustedes dos, por lo que comprenderé si necesitas que me salga unos momentos de la habitación para darte privacidad.
—No… —se negó de inmediato. —, quédate.
—¿Seguro? —Tae asintió. —De acuerdo… —se sentó en la orilla de la cama mirándole con esos ojos de enamorado.
Pero entonces otro quejidito aún más fuerte les anunció que su niña ya se había cansado de esperar, quería comer ya.
—Oh no —Taehyung se alertó, sujetando mejor a su pequeñita. —, espera ya voy.
La acomodó correctamente sujetando su cabecita acercando la boquita a su pezón donde la bebita batalló un poquito para encontrarlo pero apenas lo sintió se prensó con fuerza y comenzó a succionar con una increíble prisa. Taehyung siseó a lo bajo ante la extraña sensación… no obstante, el ligero y punzante dolorcito se esfumó cuando notó la forma en la que su niña comenzaba a tomar su primer alimento.
Parpadeó múltiples veces para después soltar una baja risita por lo adorable que lucía su hija comiendo con tanto entusiasmo.
—Está comiendo —murmuró con emoción. —, mira Hoseok.
—Lo hace… —estaba conmovido, pues la escena de su omega alimentando a su hija era más hermosa de lo que esperaba.
Los ojitos azules le miraron con un encantador brillo en ellos y una preciosa sonrisa cuadrada, esa que tanto caracterizaba a su amado omega. Así que Hoseok se acercó y le besó la frente nuevamente para entonces recargar sus cabezas para poder observar juntos a su hija alimentarse.
Estuvieron así por varios minutos, susurrando palabras lindas, sonriendo y emocionandose por el más mínimo movimiento o sonidito que su pequeñita hacía.
—Habías dicho que no sabías cómo acomodarla para alimentarla —Hoseok habló obteniendo la atención de su esposo. —, pero apenas escuchaste que iba a llorar, lo manejaste perfectamente sin darte cuenta. —le acarició la nuca aún manteniendo la mirada en su niña. —Eres un padre extraordinario, cachorro.
Las mejillas del omega se ruborizaron regresando la mirada a su criaturita y entonces pensar que su alfa tenía razón… pues hace solo unos minutos estaba tan nervioso por no saber cómo sostener o más bien como acomodar a su niña para darle pecho, que fue solo cuestión de que ella comenzara a llorar para acomodarla como si ya hubiera hecho esa tarea miles de veces.
Un par de horas más tarde, Taehyung se hallaba tomando una siesta pues aún se sentía de cierta manera cansado. Dairi también se hallaba dormidita en la cuna de plástico transparente a un lado de la cama, y Hoseok… bueno, Hoseok se había encargado de recibir todos los arreglos florales que estaban llegando a la habitación por parte de amigos suyos y de Taehyung, también de colegas y socios de trabajo. Todos, absolutamente todos venían con tarjetas de felicitación por el nacimiento de su primogénita.
Estaba asombrado por tantas muestras de cariño, no lo iba a negar, pues hace apenas una hora había publicado en una de sus redes sociales: "Bienvenida, hija mía" junto con la fotografía de los primeros zapatitos que Taehyung había tejido, con los que le había dado la noticia de su embarazo. Entonces los comentarios, mensajes y llamadas de felicitación no se hicieron esperar, al igual que los arreglos florales.
Después de acomodar el último bouquet de flores rosas y blancas que había llegado, se acercó hasta donde su hija y le acomodó la manta.
—Que preciosa eres —murmuró a lo bajo, admirándola. —, no sabes cuánto deseaba conocerte… —se inclinó a su lado observándole con más atención el adorable rostro dormilón. —Me esforzaré en ser un buen padre del que te puedas sentir orgullosa, hija… lo prometo.
Los ojos se le aguaron cuando su dedo índice fue atrapado entre la minúscula manita, siendo presionado con todas sus fuerzas.
—¿Lo ves? —susurró conteniendo el nudo en su garganta. —Me tienes en tus manos, florecilla… papá siempre estará a tu lado, te lo prometo, no soltaré tu mano, caminaré junto a ti hasta donde me alcance la vida, o hasta que estés lista para soltar mi mano… lo cual espero que no suceda porque yo no creo estar listo nunca. —se rió bajito sintiendo como una lágrima bajaba. —Eres mi luz, tú y tu papá son las luces más brillantes en mi vida, y nosotros seremos tu luz, esa que te guiará en este largo camino que es la vida.
No podía evitar derramar lágrimas, estaba demasiado sensible, demasiado feliz.
—Papá siempre estará aquí para cuidarte, para protegerte, para guiarte… es una promesa.
🌻
Toc, toc, toc.
La puerta había sido golpeada, anunciando que alguien quería entrar, por lo que Hoseok se puso un poco a la defensiva. Entraba en modo alfa protector y territorial cada vez que alguien llegaba, pues no quería exponer a ningún peligro a su pareja y a su cría, mucho menos que los tocaran, no importaba quien fuera.
—Somos nosotros, Hobie.
Jimin.
Ahí fue donde parpadeó un par de veces, volviendo en sí. Era su hermano menor, él no presentaba ningún peligro… pero su alfa…
—Adelante.
El Jung menor fue quien entró primero con precaución, pues sabía perfectamente cómo se comportan los alfas cuando nacían sus hijos. Hoseok se acercó a él quien se quedó un par de segundos inspeccionándolo, para entonces abrazarlo efusivamente. Jimin suspiró correspondiendo al abrazo y felicitando a su hermano mayor por convertirse en padre.
—Voy a llorar. —decía acercándose a la cunita con expectación. Pero apenas vio a la bebé, las lágrimas no tardaron en aparecer. —Ay Hobie… ¡Mírala! ¡Es tan bonita! ¿Puedo cargarla?
Asintió despacio, pero antes pidiéndole que hablara bajito para no despertar a ninguno de los dos.
—Creí que su cabello sería claro, como Tata… —murmuró un par de minutos después, con la pequeña en brazos quien se rehusaba a qué la sacaran del mundo de los sueños. —Es tan bonita, Jung Dairi… Hola bebé, soy el tío Jimin, espero ser tu tío favorito porque ya verás que te consentiré mucho.
—Yo seré su tío favorito.
Hoseok rió bajito, cuando la puerta se abrió un poquito y se asomó una negra cabellera.
—¿Ya puedo entrar? —Min… —¿O Hoseok me va a arrancar el cuello por acercarme a su hija y a Taehyung?
—Entra, idiota. —Hoseok le hizo un movimiento con las manos, invitándole a pasar.
El lobo de Hoseok gruñó bajito por la presencia de otro alfa, pero Jung le regañó mentalmente diciéndole que eran familia y que nadie corría peligro. Aún así, YoonGi prefirió no tentar a la suerte y entró con precaución, después de todo sabía lo que Hoseok estaba sintiendo, pues él mismo había hecho lo mismo cuando el par fue a visitarlo a su hogar días después del nacimiento de SeokGi.
—Hey… —se acercó lentamente con una mano en el bolsillo y con la otra le palmeó el hombro a Hoseok. —Felicidades nuevo papá, luces muy feliz.
—Feliz es poco. —dejó salir una baja risa.
—¡YoonGi! ¡Ven!
La voz de su omega llamándole captó su atención, por lo que se acercó a él, viéndole cargar a la nueva integrante de la familia.
—Mira, mira. —se la mostró aún en sus brazos. —¿Verdad que es muy bonita?
—Lo es. —esbozó una pequeña sonrisa, observando como dormía. —Es hija de Taehyung, claro que es bonita.
—Oye… te recuerdo que también es mi hija.
—Aish, mejor sostenla. —Jimin rodó los ojos pasándole la pequeña a los brazos de su esposo.
El alfa sostuvo con habilidad, y con una sonrisa plasmada en sus labios. De verdad le parecía muy bonita.
—Finalmente conozco a quien me hizo perder cien dólares. —Min rió sujetándole una manita sintiéndose muy conmovido. —Te lo perdono porque eres muy adorable y porque sé que seré tu tío favorito.
—¡Oye! —Jimin le dio un golpecito en el hombro. —Yo seré su tío favorito.
—No, lo siento mucho Minnie pero ese título ya lo tengo yo. ¿Verdad Dairi? —la pequeña se removió un poquito soltando un bajo sonidito. —¿Lo ves? Ella dijo que sí.
El omega hizo un puchero teatral.
—Oigan, ¿Y SeokGi? ¿Por qué no lo trajeron con ustedes?
—Oh —Jimin se giró a ver a su hermano. —Se quedó abajo con Jin y Soobin.
—Ya veo, vino Jin. —sonrió. —¿Namjoon y Jungkook no?
Negó. —Están en la empresa.
—Oye Jung. —Min llamó. —Ahora que lo recuerdo, me siento ofendido de que nos avisaras apenas hace una hora de que Taehyung había dado a luz.
—Lo siento, aún estaba procesando todo lo que pasó y quería privacidad con Taehyung y mi hija. —alcanzó a tocarle el cabellito. —Todo fue tan inesperado, sigo sin creer que… yo la recibí.
—¿Qué? —Jimin frunció el ceño. —¿Cómo que tú la recibiste?
El par le miró con cuestionamiento. Hoseok relamió sus labios dándole una mirada a su omega, para asegurarse de que aún continuaba dormido.
—Verán, Taehyung no dio a luz aquí —murmuró con las imágenes del parto regresando a su cabeza. Estaba seguro de que jamás podría olvidarlas. —, él dio a luz en la granja en un nido que hizo, solo conmigo ayudándole.
—Pero… —el omega tenía los ojos más abiertos que nunca. —¿Por qué no lo trajiste al hospital?
Les contó todo lo que había pasado durante el parto y de la increíble fortaleza y valentía que su omega había demostrado, dejando al par sumamente anonadados por la información que habían escuchado.
—No cabe duda que Taehyung es muy fuerte… —dijo YoonGi volteando a verlo. —, jamás dejará de sorprendernos con sus acciones.
—De solo imaginarlo me da escalofríos. —se frotó los brazos. —Yo jamás podría, si cuando tuve a SeokGi fue muy doloroso, no me imagino todo el dolor que Tata experimentó. Y tú hermano, no puedo creer lo que hiciste, estoy tan orgulloso de ti también, de seguro estabas muy nervioso.
—Demasiado. —se rió bajito recordando cómo le temblaban las manos. Miró a su niña que ahora reposaba tranquilamente entre sus brazos. —Fue una experiencia aterradora, pero al mismo tiempo hermosa. —suspiró acariciándole la rojita mejilla a su hija. —Taehyung lo hizo excelente, nunca lloró porque quería concentrar todas sus energías para traer a Dairi al mundo, solo lloró cuando finalmente la tuvo en brazos.
Minutos después la dulce pareja había abandonado la habitación, avisando que volverían más tarde con su hijo. Para después darle paso a SeokJin quién también había entrado solo, pues Soobin se hallaba muy entretenido jugando con SeokGi. El omega llevó un bonito ramo de margaritas, y luego se emocionó tanto cuando vio a la pequeña Jung que no pudo evitar contener las lágrimas.
Momentos más tarde que las visitas habían parado, Hoseok recién acababa de acostar a su pequeña hija en la cunita luego de volver a dormirla, cuando unos bajitos quejidos y suspiros provenientes de la cama llamaron su atención.
—Hobie…
—Cariño —en cuestión de segundos ya estaba a su lado sujetándole una mano. —¿Cómo te sientes?
—Uh… tengo sed.
—Espera.
Rápidamente fue hasta la pequeña nevera que estaba dentro de la habitación y tomó una botella de agua fresca, para después regresar donde su chico, ayudándole a sentarse un poco, hasta que lo escuchó soltar un bajo siseo.
—¿Qué sucede?
—Aquí… —llevó sus manos al área de las caderas con una mueca de incomodidad. —Me duele… y también la espalda.
—Es normal. —le responde en voz baja. —Después de dar a luz es normal, me lo explicó una enfermera cuando te dormiste, pero pronto pasará te lo prometo.
Solo dio un bajito resoplido y asintió, mientras Hoseok le sostenía de la espalda y le acercaba la botella de agua a los labios para ayudarle a beber. Una vez terminó le agradeció en un susurro volviendo a recostarse.
—¿Aún te sientes cansado? —preguntó dejando la botella sobre una mesita, pero sin despegarle la mirada, sobre todo cuando lo vio asentir. —Necesitas dormir más para recuperar energías y que tu cuerpo termine de descansar.
El omega suspiró cuando las manos de su alfa le acariciaron el cabello y le besó la sien.
—¿Y Dairi?
—Está aquí. —atrajo la cunita alta con rueditas hasta dejarla junto a la cama. —Dormidita.
Tae ladeó su rostro y sonrió en pequeñito al alcanzar a ver a su hijita, por lo que estiró su mano para poder tocar superficialmente su naricita.
—Jimin y YoonGi vinieron mientras dormías. —le contó. —También Jin, y me tomé el atrevimiento de llamar a MinHo para avisarle que estábamos aquí.
Asintió. Le ponía triste no haber estado despierto para ver a sus amigos, pero haría lo posible por estarlo cuando su padre viniera a visitarlo.
El alfa se sentó en la orilla de la cama para mirar a su omega quien también volteó a verle con una adorable sonrisa por lo que Hoseok le sonrió de vuelta, inclinándose ligeramente para besarle dulcemente los labios sacándole un encantador sonrojo.
—¿Necesitas algo?
Negó despacio. Amaba la tranquilidad que estaba sintiendo en ese justo momento.
—Pero…
—¿Qué? —Jung le miró con atención.
—¿Por qué hay tantas flores? —preguntó mirando alrededor de la habitación apenas percatandose de ellas.
—Oh —se rió bajito poniéndose de pie para tomar a la pequeñita en brazos. —, nuestros amigos las enviaron para felicitarnos por el nacimiento de nuestra hija.
—Que lindos, las llevaremos a casa, ¿Verdad?
—Por supuesto. —se movía ligeramente a los lados. —Estoy seguro de que con tus manos mágicas podrás plantar algunos en nuestro jardín.
—Tal vez. —se rió bajito dirigiendo su vista a su hija.
—¿Quieres sostenerla? —le pregunta al notar la mirada que le daba.
Rápidamente asintió, así que Hoseok no dudó en posar a su pequeña bebé en los brazos de su amado quien inmediatamente la acunó cariñosamente, mientras Jung presionaba un botón para ajustar la cama.
—Es tan chiquita… —murmuró admirándola. —, y tan bonita…
—Es nuestra hija, por supuesto que lo es. —decía sentándose en la orilla de la cama y admirar a su hija junto con su amado.
Tae rió bajito. —Nos diste problemas hace unas horas, ¿Eh? —le sujetó una manita. —Sobre todo a mi… pero veo que quisiste llegar junto con la primavera, así que sí, eres nuestra flor… —llevó la pequeña manita a sus labios, depositando un dulce besito. —, nuestro girasol bebé.
—Nuestro girasol bebé… —repitió el alfa conmovido y con los ojos cristalizados. —Había olvidado por completo que hoy iniciaba la primavera… no cabe duda que tenemos una flor en la familia.
La dulce pareja recargó sus cabezas para continuar viendo a su hija dormir… cualquier cosa les parecía tan maravillosa que no podían alejar ni un ojo de ella.
Pero unos ligeros movimientos y un adorable bostezo por parte de su pequeña les llamó enormemente la atención.
—Mira, Hobie… —le habló. —, está despertando…
—Hey… creo que alguien nos quiere conocer, ¿No es así, florecilla?
El par estaba atento a cualquier movimiento de su niña, la expectación al tope cuando la vieron fruncir el ceño, donde poco a poco esos párpados comenzaron a abrirse por primera vez frente a sus padres.
Era el momento.
Fue entonces que finalmente vieron esos ojos… esos ojos tan hermosos que dejó a ambos padres boquiabiertos.
—Bueno… —una risita proveniente del alfa fue lo primero que rompió el silencio. —, no cabe duda que… Dairi es una mezcla exacta de nosotros dos.
—Ella… —jadea. —¡Sus ojos! ¿Ya viste?
—Lo veo —murmuró el alfa aún atónito pero con una sonrisa que no abandonaba su rostro por nada del mundo. —Uno es azul, como los tuyos… y el otro es dorado, como los míos…
—¡Son tan bonitos! ¡Cómo ella!
—Se nota que la hicimos con mucho amor, ¿Ah? —comentó Hoseok sacándole un sonrojo a su omega. —Mira nada más, su cabello es negro como el mío, pero es ondulado como el tuyo… ahora sus ojos, heredó el color de ambos. —el alfa decía con emoción. Acarició los delgados cabellitos. —No puedo esperar a verte crecer.
—Será una preciosura… ya lo es.
Los recién convertidos en padres estaban que no cabían de emoción, pues su niña realmente los había sorprendido con los rasgos que había tomado de sus padres. No cabía duda que era su hija, suya, solo de ellos y eso era más que maravilloso.
—Toc, toc~
Media hora después, la puerta fue golpeada por lo que el par volteó a ver de quién se trataba… Hoseok ni siquiera alcanzó a ponerse a la defensiva porque inmediatamente reconoció al hombre de bata blanca que ingresó.
—¡Hola, nuevos papás! Esta vez sí me dejaron sin habla, chicos. —comentó simpático. —Recién voy llegando a mi turno y la primera noticia que recibo es que Taehyung ha dado a luz.
—Hola, Jeonghan. —el alfa rió. —Tal como lo ves, ya somos padres.
—¡Miren nada más esta preciosura de niña! —sonrió enormemente apenas se detuvo al lado de la cama y vio a la pequeña en brazos de su padre omega. —No me queda de otra más que darles mis felicitaciones.
—Gracias, ¿Ya te enteraste de todo?
—Así es, ya me dieron el informe allá abajo… un nacimiento en medio de una tormenta y en una granja solo ustedes dos… —dirigió su vista al omega en la cama que no dejaba de acunar a su hija tan amorosamente. —Quiero felicitarte Taehyung, hiciste un trabajo excelente trayendo a tu niña al mundo, fuiste muy pero muy valiente.
Tae se avergonzó, así que solo hizo un pequeño asentimiento a modo de agradecimiento, pero sintiendo ese creciente orgullo en su pecho por lo que había hecho.
—Muy valiente y muy fuerte. —habló Hoseok esta vez, dándole unas palmaditas en la cabeza a su omega. —A mi también me sorprendió… es decir, sé que Taehyung es fuerte pero también me dejó anonadado de solo verlo esforzarse de esa manera, jamás se echó para atrás… creo que yo era el más asustado porque él estaba muy concentrado en su trabajo y yo moría de nervios.
—Me lo imagino. —se rió bajito. —Pero también quiero felicitarte a ti Hoseok, ayudaste muy bien a tu omega y sobre todo a tu hija. Aunque me hubiera gustado estar con ustedes y auxiliarlos, los dos hicieron un excelente trabajo, porque la niña está en perfectas condiciones y Taehyung también.
El par se miró mutuamente y se dedicaron unas preciosas sonrisas que no pasaron desapercibidas por el médico.
—¿Cuál es su nombre?
—Dairi… —habló Taehyung por primera vez desde que llegó. —Jung Dairi, nuestra más brillante luz.
—¡Oh! es la primera vez que lo escucho, ¡es muy bonito!
Por supuesto que lo era.
Taehyung sería dado de alta en la noche después de estar todo el día en observación. La nueva y adorable familia podía marcharse a casa ya que ambos se hallaban completamente bien… y la noche estaba llegando, el atardecer se veía por la gran ventana de la habitación de hospital mientras una enamorado alfa alimentaba a su omega con algo de sopa de algas, porque su omega se encontraba ocupado alimentando a su hija.
Era una imagen digna de fotografiar.
—Si que tenías hambre… —con una sonrisita le daba una cucharada en la boca a su omega.
Tae solo asintió masticando felizmente. Se sentía tan cálido, tan mimado, que podía escuchar a su lobo ronronear felizmente por las atenciones que su alfa le estaba brindando.
—Y Dairi también. —comentó con una risita viendo a su hija prensada del pecho de su padre quien ya la sostenía con una increíble habilidad. —Ahí va la última…
El omega abrió su boca recibiendo la última cucharada, notando lo feliz que lucía su alfa al hacer eso. Más bien desde que despertó, Hoseok no había dejado de sonreír en ningún momento y sobre todo la felicidad inundaba el lazo que los unía pues el sentimiento era mutuo… y es que, ¿cómo no estar felices?
Fue cuestión de minutos en los que Jung Dairi terminó de alimentarse, por lo que Hoseok la tomó entre sus brazos para darle suaves palmaditas en la espalda y sacarle el aire. Había descubierto que amaba hacer eso, porque a su vez se tomaba la libertad de pasear cariñosamente su nariz por los cabellito de su pequeñita reconociendo su aroma.
Era algo que Taehyung disfrutaba tanto de ver.
—Oh… —Hoseok observó la pantalla de su celular cuando recibió un mensaje. Entonces esbozó una sonrisa cuando leyó de lo que se trataba.
Taehyung volteó a verle con curiosidad, sin dejar de arrullar a su bebé entre sus brazos.
—¿Te molesta si salgo unos momentos? —se puso de pie. —Volveré rápido.
Taehyung alzó sus cejas tomándole por sorpresa, pues el alfa era el que más se negaba a alejarse de ellos, por lo que simplemente asintió despacio. Dónde segundos después Jung le besó la frente a él y a la niña para a continuación salir velozmente de la habitación, no sin antes echarles un último vistazo desde la puerta y lanzarles un beso.
—¿Qué le pasa a tu papá? —le preguntó a su hija.
Le acarició los oscuros cabellitos, para después delizar sus dedos por la suavecita mejilla, disfrutando de verla dormir tan tranquila.
—Eres tan bonita, Dai… —dijo bajito. —, estoy tan feliz de tenerte aquí conmigo, de conocerte… no sabes cuánto imaginé como sería el momento en el que finalmente te tuviera en mis brazos… imaginaba cómo serías, tu cabello, tus ojitos, tu naricita… y eres más bonita de lo que imaginé… —susurró acercando sus labios a la pequeña frente. —Tu papá y yo estamos muy felices por tu llegada… te amamos mucho, hija.
—Jamás pensé escucharte hablar de esa manera…
El omega giró inmediatamente su cabeza encontrándose a MinHo recargado en la puerta. ¿En qué momento había entrado?
—Papá…
Se había quedado sin palabras mientras lo veía acercarse con una sonrisa trémula. Apenas llegó a su lado, le besó la cabeza manteniéndose ahí por unos segundos, para después sentir como se le aguaban los ojos al ver a la bebé en los brazos de Taehyung.
—Santo cielo… —la primera lágrima bajó. —, es tan pequeña…
Los ojitos azules tampoco tardaron en cristalizarse. Mordió su labio inferior para también dirigir su visión a su hija, donde le sujetó una manita.
—Mira, Dairi… —murmuró. —, él es tu abuelito… se llama MinHo, es muy bueno y estoy seguro de que te va a querer mucho…
Al alfa le temblaron los labios pero también acercó su dedo a la otra manita de la bebé, sintiendo como bajaba otra lágrima cuando su dedo fue apresado.
—Hola, Dairi… —susurró. —, me alegra mucho conocerte, espero ser un buen abuelo…
Taehyung se giró a verle sin darse cuenta de que también derramaba lágrimas. Entonces MinHo le sujetó de la cabeza y lo atrajo a su pecho en un dulce abrazo que hizo al omega sollozar.
—Estoy tan orgulloso de ti, pequeño…
Se quedó viéndolo por unos momentos… con el primer recuerdo de Taehyung llegando a su mente, esa vez que lo sostuvo por primera vez gracias a Youngmi… ahí fue donde sintió esa indescriptible conexión, ahí fue donde él y su lobo prometieron cuidar de él. Y ahora muchos años después, tenía la fortuna de poder ver a ese precioso niño convertirse en padre.
—Creciste muy bien, cachorro…
Cuando Hoseok ingresó a la habitación con mucha cautela, sonrió con ternura al verlos tan unidos. Definitivamente, MinHo siempre fue y siempre será el verdadero padre de Taehyung, y que honor el que su hija pueda llamarlo abuelo en el futuro.
Las visitas continuaron llegando, entre ellas Ren y Taemin quienes no cabían de felicidad, después vinieron Jessi y Sunmi quienes llegaron con más flores y ropita para la pequeña… y por supuesto, no podía faltar el primer encuentro de SeokGi y su nueva prima. El pequeño de cuatro años se había comportado bastante tímido cuando ingresaron a la habitación, después se quedó mudo pero con sus ojitos bien abiertos cuando su tío Tata, su tío favorito en todo el mundo le mostró a la bebé que tenía en sus brazos. SeokGi parpadeó múltiples veces, pero gracias a los ánimos de sus padres y de sus tíos, se animó a tocar la pequeña manita, para después reír bajito. Fue entonces cuando se emocionó porque deseaba poder jugar pronto con ella y cuidarla mucho.
No cabía duda de que Dairi iba a ser amada por todos.
—¿Listo?
Asintió ligeramente al ver a su alfa inclinado frente a él, terminando de colocarle unas suaves pantuflas de osito. Entonces lo siguió con la mirada cuando se puso de pie y le sonrió. Observó a su alrededor, como la habitación ya se hallaba libre de flores, pues entre YoonGi y Jimin se habían encargado de llevarlas todas a casa a petición de Taehyung. Después, dirigió su vista a la cunita en la que descansaba su niña, vestida cómodamente y envuelta en una suave manta amarilla. Regresó su vista a su alfa quien seguía viéndole con atención, causándole ternura, por lo que le regaló una sonrisa y volvió a asentir.
—Llévanos a casa, Hobie.
A casa.
Y la sonrisa en el rostro de Hoseok se hizo más grande que nunca.
—¿Listo para iniciar este nuevo capítulo en nuestras vidas?
—Muy listo.
—A partir de hoy… ya no sostendré solo tu mano… también sostendré la de nuestra hija.
Tae dejó salir una encantadora risita, para entonces mirar a su alfa con ojitos destellantes… enamorado.
—Y nosotros… no soltaremos tu mano jamás.
—Y yo jamás los soltaría a ustedes, jamás soltaría a mis razones de vivir. —alcanzó delicadamente la mano de su omega, depositando un dulce besito en el dorso. —Ustedes, son mi mundo entero y haré de todo para que siempre seamos felices, juntos.
—Juntos… —repitió bajito entrelazando sus dedos, sintiendo su corazón cálido al notar el anillo de matrimonio en sus manos. —Hobie… ¿Seremos buenos papás?
—Los mejores. —con su mano libre sostuvo el mentón de su omega, y así besarle los labios lenta y dulcemente. —Nuestra hija se sentirá orgullosa de nosotros… y nosotros de ella.
Una traviesa lágrima bajó por la mejilla rojita y pecosa del conmovido omega, para finalmente asentir con una enorme sonrisa. Fue entonces que finalmente salieron de la habitación… del hospital, juntos, finalmente con su primogénita en brazos.
Cuando llegaron a su hogar, a su adorado, dulce y cálido hogar, se detuvieron frente a la puerta unos segundos donde compartieron miradas mezcladas de emoción y melancolía, recordando todo el pasado… toda su historia… todo lo que tuvieron que pasar, que vivir juntos para llegar a este justo momento.
Desde la primera mirada que se dedicaron, la primera vez que compartieron palabras, la primera vez que dijeron el nombre del otro… su primer abrazo, su primer palabra cariñosa, el primer "cachorro", el primer "Hobie", el primer beso… la primera intimidad… el primer todo que compartieron. Y ahora estaban listos para darle vuelta a la página, para dar inicio a un nuevo capítulo donde ya no serán solo ellos dos contra el mundo, pues su hija, su primera hija, se había unido a ellos… el producto de su amor estaba ahí y estaban dispuestos a vivir al máximo esta nueva etapa, llena de aprendizajes, llena de nuevas historias… llena de amor.
A pesar de que el futuro es incierto para todos… el de ellos se veía tan resplandeciente como lo eran ellos.
—Bienvenida a casa, hija…
Juntos le dieron la bienvenida a su hija, sujetando sus pequeñas manitas, con la promesa de guiarla en su camino y de amarla con toda su alma.
Sí, una nueva etapa en sus vidas estaba empezando y estaban seguros de que sería una experiencia inolvidable.
🌻
1 año después.
—¡Uno, dos, tres!
Juntos soplaron la vela que tenía forma de un número uno en el centro del delicioso pastel. En cuanto la minúscula llama se desvaneció los aplausos y fotografías alrededor no se hicieron esperar.
—¡Feliz cumpleaños, Dairi!
Globos coloridos por aquí y por allá decoraban la preciosa granja. Risas se escuchaban mientras un alegre SeokGi saltaba y aplaudía una y otra vez en compañía de Soobin, Ren y un par de cachorros que ladraban ante el entusiasmo. La pequeña imitó a ambos niños aplaudiendo con sus manitas, cuando en cuestión de segundos una expresión de confusión apareció en su rostro cuando su naricita fue embarrada de pastel provocando risas entre todos.
—¡Un año! —el orgulloso padre tomó a su niña en brazos provocándole carcajadas conforme le llenaba las mejillas de besitos. —¡Mi Dairi ya tiene un año! ¿Cuándo creciste tanto, florecilla?
—¡Hobie! ¡Voltea! —su amado omega… —¡Quiero tomarles fotos!
—Claro que-
Apenas se había girado cuando su nariz y mejilla también habían sido embarradas de pastel sacándole sonoras carcajadas al omega de sus ojos y a los pequeñines.
—¡Ahora sí! —inmediatamente se puso a tomar foto tras foto, riendo con su preciosa familia.
Tomó tantas que hasta perdió la cuenta. Después de todo, su actividad favorita últimamente era tomarle fotografías a los amores de su vida. Además hoy era una fecha especial, por lo que era más que comprensible que quisiera tomarles mas fotos que nunca.
—¡Tata! ¡Ponte tu también! —Jimin tomó la cámara entre sus manos, empujando animadamente a su querido cuñado. —¡Yo se las tomo!
Claramente obedeció uniéndose a sus dos tesoros con mucho entusiasmo, no sin antes recibir un dedazo de pastel en su rostro que le hizo soltar una sonora carcajada al darse cuenta de que ahora los tres se veían iguales. Jimin al igual que Taehyung, perdió la cuenta de cuantas fotos les había tomado a los tres, quienes nada más reían y besaban a su niña haciéndola reír, así logrando unas fotografías preciosas y naturales.
—Son tan tiernos… —murmuró para sí mismo.
Fue entonces cuando SeokGi también se les unió a la fotografía y luego Soobin y finalmente Ren. Las fotografías eran una completa belleza, todos divirtiéndose… todos riendo.
—¡No! ¡El pastel!—chilló Jin cuando en un descuido Dairi dejó ir toda su manita contra el pastel llevándose un pedazo.
—¡Su vestido! —chilló Jimin esta vez, pues le había obsequiado y diseñado ese vestido exclusivamente para su querida sobrina.
—¡Dairi! —Taehyung tomó a su hija en brazos conteniendo una carcajada por el desastre. —Uh oh… creo que tendremos que cambiarte de ropa.
Los omegas rieron cuando la pequeña llevó su manita a su boca, devorando todo el dulce pastel así dándoles una adorable imagen digna de fotografiar y de recordar. Dairi sacudió sus piernitas muy feliz comenzando a aplaudir cuando vio a su padre alfa acercarse a ella con una enorme sonrisa.
—Pero… —se carcajeó deteniéndose frente a ellos, observando el adorable desastre en el que se había convertido su hija. —¿Qué pasó aquí? Solo me fui unos minutos.
—El pastel fue atacado por Dairizilla.
Hoseok se carcajeó por el apodo a su hija.
—Lo bueno es que tenemos otro dos en el refrigerador. —sujetó a su niña cuando ella extendió sus brazos pidiendo ser cargada. —¿Estaba rico?
No pudo evitar volver a reír al verla mordisquear su manita que aún contenía restos de betún.
Por lo que unos minutos después el enamorado matrimonio, llevó a su niña dentro de la casa para poder limpiarla y ponerle ropa limpia, lo cual fue rápido, ambos se habían vuelto unos expertos en asear a su hijita, después de todo era todo un caso y era difícil que no se ensuciara con algo.
—¡Pero qué bonita hija tengo! —el encantado padre hundió sus brazos a los lados del cuerpecito de su niña quien aún yacía recostada en la cama después de recibir un cambio de ropa. Dairi chilló al ver a su adorado papá alfa tan de cerca y sonriente hablándole con esa voz aguda que tanto le encantaba.
Las pequeñas manitas se estiraron en dirección al rostro de su padre, toqueteandole las mejillas, nariz y ojos mientras Hoseok abultaba sus labios haciendo sonidos graciosos que simplemente hacían reír a su hija. Y bueno, el feliz padre veía con fascinación los ojitos bicolor de su niña que se perdían constantemente por sus risitas.
Por otra parte, Taehyung sonreía después de salir del baño con el rostro mojado. Aún no hacía mucho calor, recién el invierno se había marchado hace unos días, pero daría lo que fuera por ir a darse un chapuzón a su preciado arroyo, el cual había extrañado durante toda la temporada invernal… pero afuera tenían invitados… y a él le gustaba meterse desnudo.
Se dejó caer en la cama provocando otra sonora carcajada a su hermosa hija al hacerla saltar, risa que contagió a sus dos padres por lo que ahora los tres dentro de esa habitación reían como la preciosa y feliz familia que eran.
Ellos eran felices, así de sencillo. Cualquier situación tan cotidiana cómo esa eran sus momentos favoritos, solo ellos tres.
—Me sorprende que aún no tenga sueño. —dijo Taehyung recostado a su lado acomodándole a su niña algunos rizos rebeldes por aquí y por allá.
A Tae le gustaba peinarla con dos pequeñas coletas y decorarlas con lazos o flores, a veces le gustaba ponerle tiaras o uno que otro broche… pero Dairi era rebelde y se quitaba todo lo que su padre le ponía, a ella le encantaba traer el cabello desordenado y ese era uno más de sus encantos.
—Cierto… —Jung revisó el reloj en su muñeca. —Ya es hora de su siesta, pero ha comido dulce y hay muchas personas a su alrededor, claro que está muy despierta, ¿Verdad, florecilla?
Pero Dairi hizo caso omiso a su padre, pues estaba muy ocupada jalando las orejas de un conejo de felpa mientras succionaba su chupete como Maggie Simpson.
La pequeña Jung era una completa belleza con ese cabello tan negro y con varios rizos. Su piel tan suavecita y blanquita con esos toques rosados en sus regordetas mejillas acompañadas de una suaves pecas heredadas por su padre omega… luego esas largas pestañas igualmente heredadas por Taehyung, y esos ojos… esos ojos que han cautivado a todo aquel que la ha conocido, si ya era poco común ver a alguien con los ojos azules como Taehyung de este lado del mundo, ahora tener a una preciosura con un ojo de distinto color lo era aún más. Sus preciosos genes gritaban a los cuatro vientos que era la perfecta mezcla de sus padres, Jung Dairi era como una muñequita de aparador.
Pero una muy traviesa.
Hoseok decía que en eso había sacado a Taehyung.
También era toda una niña consentida.
Taehyung decía que el responsable era Hoseok.
No es que Tae no consintiera a su hija, claro que lo hacía, es su bebé, su niña, su todo… pero sin duda Hoseok se llevaba el número uno en ser el mayor consentidor de los dos. Taehyung no podía imaginarse a Hoseok regañando a Dairi, era algo imposible… en el futuro esa niña haría con su padre lo que quisiera, lo presentía… y Hoseok, bueno Hoseok le daría el cielo y las estrellas, tal como con Taehyung, jamás podrá darle un "No" a su niña. Jung Hoseok se desvivía por sus dos tesoros que no le importaba malcriarlos.
Un feliz omega alzó las manos exitosamente cuando le colocó a su niña un lindo broche de estrella en sus cabellitos y ella no hizo ni el más mínimo intento en quitárselo. Eso era todo un logro.
—¡Mira, Dairi! —decía cargando a su pequeña frente al espejo. —Que bonito se ve en tu cabello, ¿Verdad, Hobie?
—A mi hija todo se le ve bonito. —desde atrás rodeó la cintura de su omega, donde le besó la mejilla y la cabeza de su hija. Sonrió una vez los vio a los tres en el reflejo. —Y mi familia también es muy bonita.
Taehyung rió de acuerdo, ladeando su rostro para besarle dulcemente los labios a su amado alfa… pero su pequeño momento fue interrumpido cuando una manita impactó en el rostro del alfa.
—Oh, olvidé que a Dairi no le gusta que nos demos besitos. —el omega se carcajeó viendo a su alfa sobarse su mejilla dramáticamente.
Unos golpecitos en la puerta los sacó de su pequeño momento familiar, donde en solo unos segundos una cabellera rubia se asomó y sonrió al verlos.
—¡Hobie! ¿Qué te pasó? —no pudo evitar preguntar al ver a su hermano con una expresión de dolor.
—Dairi me dio un manotazo. —dijo con una risita restándole importancia. —¿Sucede algo?
—Oh, venía por mi hermosa sobrina. —extendió sus brazos así logrando que la pequeña inmediatamente se fuera con él olvidándose por completo de sus padres.
Jimin sonrió satisfecho. Ahora ellos saben perfectamente lo que sentía cuando SeokGi los prefería a ellos antes que a él.
—La festejada tiene que estar con sus invitados alegrándonos a todos con sus bonitas sonrisas. —la acomodó en sus brazos moviéndola a los lados sacándole risitas. Dairi tenía esa hermosa cualidad: era muy risueña. —Te perdono que ensuciaras de pastel el vestido que te diseñé.
Pero entonces otra persona más se adentró a la habitación.
—Hey chicos, Namjoon llegó con una piñata en forma de pollito, ¿Pueden creerlo? —informó YoonGi con una expresión divertida. —SeokGi se emocionó mucho al verla, en su próximo cumpleaños tendremos que conseguirle una en forma de dinosaurio.
—¿Una piñata? —Hoseok se carcajeó sin creerlo. —¿Y de dónde sacó Namjoon una piñata?
—Ni idea pero hay que ir a romperla cómo lo hacen en las películas, se ve muy divertido.
—¿Traerá dulces adentro? —Taehyung se adelantó con entusiasmo recordando como había visto en múltiples videos como salían caramelos por montones cuando la rompían.
—¡Yo también quiero pegarle! —chilló Jimin. —¡Vamos, Dai Dai!
—Oye, espera Minnie —apenas había dado un paso cuando YoonGi lo detuvo y colocó una mano en su vientre abultadito. —¿No sería peligroso para ti? ¿Qué tal si recibes un golpe?
—Min YoonGi, ¿Estás diciendo que me podrían confundir con la piñata? —se ofendió. —Solo tengo cinco meses, ¡Mi barriga no es tan grande!
—¿Qué? ¿En qué momento dije algo como eso?
—Vámonos, Dairi, ¿Crees que puedas darle accidentalmente con el palo al tío YoonGi?—Jimin se giró saliendo de ahí manteniendo sus labios abultados y murmurando.
—¡Pero Minnie!
El angustiado alfa se fue tras su omega embarazado, disculpándose por algo que jamás dijo. Por otra parte la parejita que quedó en la habitación solamente compartió miradas y se rieron, sobre todo Hoseok, pues a pesar de que no le gustaba que su hermanito se sintiera mal, disfrutaba de ver sufrir a YoonGi.
Fue solo hace cinco meses que se enteraron que un nuevo integrante llegaría a la familia, un nuevo Min, y YoonGi había llorado de extrema felicidad… y SeokGi, bueno SeokGi estaba muy contento porque iba ser hermano mayor, sobre todo se puso muy feliz cuando se enteró que su nuevo hermanito sería un niño, como él. A pesar de que los padres tenían la esperanza de una niña, el saber que sería niño no les quitó la inmensa felicidad que sentían… ya después seguirían intentando, porque según Hoseok había escuchado, ellos no se rendirían hasta conseguir tener una niña… pero mientras tanto tendrían que conformarse con que Dairi siga siendo la primera y única niña de la familia, y por supuesto la más consentida.
—¿Vamos? —Hoseok rodeó la cintura de su omega con una sonrisa coqueta. —Será divertido ver si un golpe a la piñata se desvía hacia YoonGi.
—Eres malo. —le dió un golpecito en el pecho.
—Muy malo. —le besó la sien girasonde lentamente para quedar frente a su omega. —Y este alfa malo… —deslizó lentamente sus manos hasta las caderas ajenas. —, ahora desea quedarse a solas con su omega, después de todo nuestra hija está en buenas manos.
—Hobie… —se ruborizó y luego suspiró cuando sus labios rozaron. Tembló. Era débil ante su alfa, jamás podría resistirse… y tampoco es que estuviera poniendo resistencia. —, nos están esperando allá afuera.
—No creo que nos extrañen un rato… —musitó depositando pequeños besos en los gruesos belfos, disfrutando de sentirle temblar y muy satisfecho de saber lo que provocaba en su omega.
—Alguien puede venir… —relamió sus labios cuando sintió la traviesa mano de su alfa escabullirse bajo su ropa.
Su piel se erizó apenas su abdomen fue rozado por esos habilidosos dedos.
—En un momento lo solucionamos.
Con su pie alcanzó a cerrar la puerta, luego se alejó un segundo para ponerle seguro, más no contó que en cuanto se girara a su omega, este diera un salto rodeando sus caderas con las piernas y el cuello con sus brazos al mismo tiempo en el que lo atacaba con un hambriento beso que por obvias razones fue correspondido.
No iban a negarse a una oportunidad así, no cuando su intimidad se había reducido las últimas semanas. No importaba que sus amigos estuvieran afuera festejando el primer año de su hija… ellos querían sentirse, amarse en cuerpo y alma por un corto momento.
Aunque bien podían esperarse para la noche… no, la verdad no podían esperar.
—Ho-Hoseok… —jadeó echando la cabeza hacia atrás disfrutando de los besos y mordiscos a lo largo de su cuello.
Ni idea en qué momento habían terminado sobre la cama, tocándose y besándose como un par de adolescentes hormonales recién presentados.
—N-No… espera. —detuvo la mano que intentaba bajarle los pantalones junto con la ropa interior.
Hoseok le miró con confusión. Sus pupilas dilatadas de deseo y el color dorado más que presente.
—¿Y si alguien nos escucha? —susurró agitado, con el sonrojo subiendo hasta sus orejas.
—No estamos haciendo nada malo… solo estamos amándonos. —con sus dedos tocó los ya hinchados labios de su omega. —Pero si te preocupa que nos escuchen, entonces me encargaré de que contengas esos gemidos solo para mí.
Las feromonas de alfa y omega comenzaron a salir traviesamente… incitándoles a continuar.
Suspiró cuando los dedos se deslizaron por su cuello hasta rozar la preciada marca.
—Rápido… —dijo en un susurro, saboreando superficialmente los belfos de su alfa, mezclando sus alientos. —Tenemos que volver…
—Oh… —una sonrisa ladina apareció en sus labios y un gruñido se contuvo en su garganta sintiendo el deseo crecer más. —Rápido… me agrada…
Y Taehyung tuvo que cubrir su boca cuando su cuello fue nuevamente atacado y la mano de su alfa se hundía en su ropa tocando sus zonas más íntimas donde el lubricante comenzaba a salir…
Fue cuestión de que pasaran un par de minutos cuando el alfa ya se hallaba golpeando el punto dulce de su omega sin piedad alguna. Mientras Taehyung presionaba su mano contra sus labios intentando silenciar lo más posible sus gemidos.
A ellos no les gustaba contenerse cuando mantenían relaciones, si Taehyung quería gritar o maldecir tan alto como quisiese lo hacía, y a Hoseok le encantaba escucharlo, sobre todo amaba tomarse el tiempo de saborear y de admirar el cuerpo y las expresiones de su precioso omega. Ellos eran unos amantes más que enamorados en la cama, lo rápido y rudo no iba con ellos a pesar de practicarlo de vez en cuando, más no quedaban del todo satisfechos. Hacer el amor, lento y pasional era lo suyo… pero en este momento no había tiempo para eso, y aún así lo estaban disfrutando gracias a la adrenalina de poder ser atrapados.
Cuando el violento clímax los alcanzó, ambos terminaron uno sobre el otro completamente agitados, para después mirarse a los ojos y compartir una sonrisita cómplice después de un par de besos.
Eso había sido increíble.
—Cachorro… —llamó terminando de abotonar su camisa.
—¿Uh?
Hoseok se giró encontrando a su omega acomodando su ropa, pero mirándole con atención con ese precioso par de zafiros, viéndose tan lindo como siempre… luciendo un rubor en sus mejillas producto de la acción de hace solo unos minutos. A pesar de que las facciones del omega habían madurado… seguía manteniendo ese adorable semblante con el que lo conoció y lo enamoró.
Dio un par de pasos para terminar de acercarse a su chico, llevando ambas manos al ruborizado rostro y dejándole unas suaves caricias con sus pulgares mirándole directamente a los ojos.
—Bonito, no utilizamos protección…
Silencio. Taehyung parpadeó un par de veces apenas escuchó las palabras de su alfa, pero no pudo evitar sonrojarse y esbozar una sonrisa pequeñita.
—Lo sé.
Hoseok le miró con confusión, para después cambiar su expresión por una de sorpresa, boqueando por unos segundos en lo que observaba alternativamente los destellantes ojitos de su amado a quien parecía divertirle su reacción.
—¿Eh? ¿Tú quieres…?
Asintió soltando una baja risita.
Su niña apenas había cumplido un año… Hoseok sabía que Taehyung quería más hijos —y él también—, pero pensó que esperarían a qué Dairi tuviera unos tres o cuatro años para tener al siguiente… vaya que se equivocó, y no le molestaba en lo absoluto, es más, sentía una emoción en su pecho comenzar a crecer ante la idea de volver a ver a su precioso omega con una gran barriga.
Lo atrapó inmediatamente entre sus brazos mientras le besaba los cabellos una y otra vez. Si Taehyung se sentía listo para llevar otro embarazo, ¿Quién era él para impedírselo? Hoseok estaba para complacer a su omega y si su omega decidía que era el momento de agrandar la familia, entonces era el momento.
—¿Seguro? —preguntó esbozando una enorme sonrisa acariciando las mejillas de su esposito con emoción. —¿Te sientes listo para llevar a otro bebé?
—Sí, Hobie. —volvió a reír tocando el rostro de su alfa. —Estoy listo, quiero otro cachorrito.
—Dios, otro… —se rió maravillado. —Pero, aún no sabemos si con lo que hicimos fue suficiente… —dijo en un tono coqueto, bajando sus manos a las caderas de Tae. —Creo que tendremos que intentarlo una vez más, o muchas más… tu sabes, para asegurarnos.
Taehyung rió con ganas echando la cabeza para atrás.
—Yo creo que tienes razón.
—Uhm… —abrazó la cintura de su omega juntando sus cuerpos. —¿Será que Jiminnie podría cuidar de Dairi por un fin de semana?
—También podemos decirle a mi papá… —dijo bajito siguiéndole el juego a su alfa. —Yo digo que él estaría feliz de cuidar a su nieta.
—Yo también lo creo… —se quedó en silencio unos segundos. Nunca se cansaría de observar esos hermosos ojos azules… esos que ahora mismo liberaban pequeños destellos, esos que lucían ilusionados… probablemente los suyos estaban igual. —Otro bebé… —repitió muy bajito. —¿Nuestra hija tendrá un hermanito?
—Síp. —sonrió con todos sus dientes esbozando su típica sonrisa cuadrada que tanto enamoraba al alfa. —Espero… que sea un niño esta vez.
—Un niño. —también sonrió. Vaya, ahora también se había ilusionado con un niño… —Santa luna Taehyung, te amo tanto.
—Lo sé… —dijo en un murmullo. —Lo siento en el lazo… siempre lo siento. Yo también te amo mucho, Hoseok.
Sin pensarlo más, unieron sus labios de una manera tan bella, acompañado de un par de traviesas lágrimas de felicidad pura. Con ese beso se transmitían físicamente todo su amor, toda su entrega y devoción, porque con el lazo, su preciada conexión se transmitían todo el tiempo cuánto se amaban… pues el amor era algo que nunca faltaría en ellos… les podría llegar a faltar todo, pero de amor nunca iban a carecer, de eso estaban seguros.
—Cachorrito… —segundos después llamó con sus frentes unidas. Aún se mantenían cómodamente abrazados.
—¿Sí, alfa?
El orgullo floreciendo en su pecho cada vez que escuchaba a su omega llamarlo alfa.
—¿Tendremos otro bebé?
—Sí… —le acarició el mentón. —, pronto tendremos otro.
Sonrió y rió al sentir los múltiples besitos en sus labios.
—Pronto… —repitió en un murmullo. —Vamos con nuestra florecilla, que ya la extraño mucho.
—Vamos… vamos con nuestro girasol bebé.
Sin más que decir, ambos salieron de ahí sujetando sus manos fuertemente. Salieron haciendo relucir en sus rostros lo felices que se encontraban… pero no dijeron las razones, aún querían mantenerlo en secreto.
Y apenas su preciosa hija los tuvo en su campo de visión comenzó a gatear con prisas hasta ellos soltando soniditos de alegría. Hoseok la alzó en sus brazos en dirección al cielo, sonriendo con ella quien sacudía sus bracitos y piernitas por la felicidad de volver a ver a sus padres. Hoseok le llenó el rostro de besitos, al igual que Taehyung.
Los demás también sonrieron enternecidos al presenciar tan hermoso momento entre padres e hija. Era tan agradable poder ver escenas así entre ellos, quienes parecían haber nacido para ser papás, porque todos estaban de acuerdo de que Taehyung y Hoseok eran unos padres extraordinarios.
Cómo amaban a su hija… cómo amaban su pequeña familia de tres… y próximamente de cuatro.
—Rompamos esa piñata, Dairi.
🌻
La primavera estaba en todo su esplendor… la granja se veía tan hermosa, tan verde… tan llena de vida.
Todos los árboles lucían hermosos y frondosos, el pasto recién podado. Los girasoles más hermosos que nunca, tan grandes y amarillos, mirando en dirección al cálido sol que se hallaba en su rumbo de pintar en cielo con una de sus hermosas puestas de sol.
Hoseok respiró profundamente el fresco y limpio aire del lugar, sintiéndose tan revitalizado después de una larga semana de trabajo. Por fin tendría un buen fin de semana con su familia, solo ellos tres… después de todo los últimos dos fines de semana le habían dado rienda suelta a la pasión, pues estaban buscando con mucho esmero a su segundo bebé.
Desordenaron toda la casa sobre todo el pasado fin de semana porque Hoseok entró en celo y gracias a la inmensa cantidad de feromonas que estaba soltando, provocó que el celo de Taehyung también despertara. Fue uno de los ciclos más intensos que habían tenido en toda su relación.
Y lo disfrutaron muchísimo.
Estiró sus brazos hacia arriba, y movió su cabeza a los lados escuchando los crujidos. Entonces soltó un fuerte resoplido para comenzar a caminar a través de la bonita granja con suma tranquilidad y armonía, echando sus oscuros cabellos hacia atrás jovialmente.
Se detuvo con una enorme sonrisa en sus labios apenas alcanzó a divisar bajo aquel frondoso árbol, una manta amarilla en el pasto y sobre la manta se encontró con su preciosa bebé, su niña, su hija, su pequeña flor. Lucía tan adorable sentadita jugando con el pollito amarillo de felpa que Jimin le había obsequiado a Taehyung la primera vez que se conocieron.
¿Por qué la escena se le hacía tan familiar? Pues conforme avanzó hasta donde estaba su bebita sentía que estaba viviendo una clase de deja vú.
Jung Dairi chilló en cuanto vio a su padre acercarse. Hoseok también rió sentándose sobre la manta y unos cojines, para entonces tomar a su pequeñita en brazos y sentarla en su regazo quien comenzó a hacer pucheros y a mirarle con esos ojitos bicolor que el alfa muy bien conocía lo que querían decirle: tenía hambre.
Buscó algún biberón en los canastos con comida que tenía a su lado pero no había nada, por lo que tomó la decisión de ir a la casa a preparar alguno antes de que su hijita se pusiera a llorar… pero apenas hizo un ligero movimiento para intentar levantarse… lo vio.
Su hermoso, precioso y encantador Taehyung venía acercándose vistiendo uno de sus cómodos overoles con un ligero suéter de manga larga a rayas blancas y negras… y su lindo sombrerito de paja sobre sus desordenados cabellos…
Hoseok estaba tan seguro de que ya había visto esa escena antes…
—Parece que llegué justo a tiempo —dijo con su dulce voz llegando hasta ellos. —Fui a prepararle su biberón a Dairi.
Se sentó junto a ellos donde Dairi se lanzó a sus brazos al ver su preciado alimento. Taehyung rió, acomodando a su pequeña entre sus brazos quien ya sujetaba su biberón firmemente con sus manitas y bebía con prisas.
—Oye tranquila. —el alfa se carcajeó. —Nadie te está apresurando.
—Tenía mucha hambre. —Tae también rió bajito acariciándole el cabellito. —Te leeré un cuento para ayudarte a dormir.
—Oh vaya —Hoseok se interesó. —¿Qué cuento será esta vez?
A ellos les encantaba leerle cuentos y fábulas a su hija, sobre todo a Taehyung, lo hacía unas dos veces al día… o a veces simplemente se inventaba alguno, Tae era muy creativo.
—Ya verás… —el omega sonrió sacando un libro de un canasto, para entonces hojearlo colocándolo en cierta página y entonces comenzar a leer:
"Había una vez, un lindo gorrión que volaba felizmente por los cielos… tan libre. Todos los días agitaba sus alas sin parar yendo de aquí para allá… hasta que un día no pudo volar más. ¡Oh, no! Se había lastimado una de sus preciadas alas. Eso lo había entristecido mucho, pues miraba al cielo azul con anhelo y melancolía, pues ya no podía volar con la libertad que tanto amaba… hasta que un día, un niño lo encontró angustiándose al encontrarlo tan triste y lastimado. El pequeño gorrión se asustó, cuando el niño lo sujetó entre sus manos, pero se tranquilizó cuando vio sus ojos y en ellos vio el cielo que tanto amaba, ese que le brindaba tanta paz, entonces supo que todo estaría bien. El amable niño lo cuidó por días y días mientras le cantaba y lo llevaba en su hombro a todos lados, se habían vuelto muy buenos amigos. Hasta que un día, su ala volvió a ser la misma de siempre gracias a los cuidados del niño de ojos como el cielo. ¡Nuevamente pudo volar! Voló y voló viendo desde las alturas a su amigo con muchísima felicidad extendiendo sus alas como siempre lo había hecho…"
La tarde siguió su curso mientras Taehyung leía con mucho entusiasmo, viendo de vez en cuando los bonitos ojitos de su hija y los de su alfa, quien le sonreía cada que cruzaban sus miradas. Jung Dairi se había quedado dormida conforme la historia avanzaba y un alfa estaba recostado sobre la manta, viendo los movimientos de las ramas del árbol y arrullándose con la voz de su omega.
"...Entonces, el pequeño gorrión jamás olvidó a su amigo, estaba muy agradecido con él por haberlo cuidado, por lo que iba a visitarlo continuamente a lo alto de aquella colina en la que lo encontró ese día, agradeciéndole siempre por ayudarle a volar con mucha alegría y libertad una vez más."
—Ese gorrión… —murmuró el alfa abriendo sus ojos. —¿Es el que ayudaste? Recuerdo que me habías contado algo así cuando recién nos conocimos.
Asintió muy feliz al saber que su alfa si se acordaba.
—Hace varios meses que no lo veo… —dijo bajito pensando que quizás ya no lo volvería a ver. Cerró el libro y lo dejó nuevamente dentro del canasto. —Por eso quise escribir algo sobre él para no olvidarlo nunca.
—Es precioso… —se reincorporó en su lugar. —Lo que escribiste y lo que hiciste por él, tienes un gran corazón, cachorro.
Se ruborizó ante el cumplido.
A Taehyung le encantaba escribir pequeñas historias que le pudiera leer a su hija. Cuentos sobre sus aventuras en la granja, agregándoles un toque de fantasía.
—Insisto con que podrías publicar tus cuentos, mi amor. —le acarició el cabello rodeando su cintura dulcemente al tenerlo sentado en su regazo.
Minutos después de dejar a su niña dormidita dentro de su bonita cunita con forma de canasto, Taehyung se sentó en las piernas de su alfa en busca de besitos y mimos, esos que sentía que necesitaba a cada rato. Después de tanto tiempo, seguía siendo un omega consentido… aunque era comprensible que en ese momento deseara más mimos que nunca.
—Creo que a muchos niños les encantaría leerlos, eres muy talentoso.
—No sé…
Se quedó pensando, pues no estaba seguro de aceptar compartir sus cuentos con más personas, porque él escribía esas pequeñas historias para leérselas a su hija, nunca se le había ocurrido hacer algo más con ellas… ya lo pensaría mejor después.
—Si te animas a intentarlo, sabes que estaré aquí para apoyarte. —le besó la mejilla y Tae se recargó en su alfa disfrutando del gesto. —Y si no te animas, también te apoyaré, ¿De acuerdo?
Asintió despacio tomando la mano de su amado alfa comenzando a juguetear con los dedos.
—Hobie… te amo mucho.
Sonrió.
—Yo también te amo cariño, mucho, mucho, mucho. —le abrazó más fuerte por la cintura, sosteniendo el agarre en el abdomen de su omega. —¿Sucede algo? Te siento nervioso…
Taehyung soltó una baja risita negando con una risita. Estiró su brazo hasta alcanzar a tocar los cabellitos de su niña con ternura. ¿Cómo es que era tan bonita? Además, ¿En qué momento había crecido tanto? No podía creer lo rápido que pasaba el tiempo.
—Estoy nervioso, pero no es nada malo —giró su rostro para verle a los ojos. —, lo prometo.
—¿Ah, si? —ahora le miró con curiosidad. —¿Y puedo saber qué es?
Con un ligero asentimiento de cabeza le hizo saber que sí… aunque ahora no había planeado nada, porque se había enterado apenas hace media hora
—Verás… uh… —relamió sus labios mirando hacia abajo encontrando el agarre en su abdomen. Su lobito se hallaba muy feliz con eso.
—Te escucho.
—Tenemos… —unió sus manos con las de su alfa, presionándolas trémulamente pensando en lo cursi que era lo que estaba a punto de decir. —Tenemos otra flor en nuestro jardín.
Hoseok ladeó la cabeza confundido. —¿Otra flor?
—Sí… —le miró a los ojos con las mejillas pintadas de un encantador carmín. —Un girasol bebé… como Dairi.
El alfa se quedó en silencio, parpadeando y procesando lo que acababa de escuchar… pero todo en su mente se puso en orden cuando Taehyung presionó sus manos en su abdomen, ahí entendió todo.
—¿Tú…?
Asintió con sus ojitos cristalizándose, sobre todo cuando sintió la creciente felicidad en el lazo.
—Estoy esperando otro cachorrito.
—Es… ¿Es en serio? —boqueó con total incredulidad toqueteando el abdomen de su omega, sacándole varias risitas.
—Sí, Hoseok… —sacó la conocida varita de plástico de la bolsita del pecho de su overol. —Mira, la acabo de hacer.
El alfa sujetó la prueba de embarazo, notando el contundente positivo que ahí anunciaba. Las lágrimas comenzaron a bajar, para entonces abrazar a su omega con fuerza, ocultando su rostro en la nuca ajena. A pesar de que sabía que pronto recibiría la noticia de un nuevo bebé, no dejaba de emocionarse hasta ponerse a llorar.
—Otro bebé. —se separó un poco para poder mirar a su omega con una enorme sonrisa plasmada en su rostro. —No pensé que me darías la noticia tan pronto, cariño… —soltó una trémula risita.
—Yo tampoco. —reía al sentir los besitos de su alfa sobre la marca, al igual que los delicados roces en su abdomen.
—Lo hemos conseguido, eh… —dio una profunda calada en el cuello de su omega, embriagándose de su aroma favorito: flores, vainilla y chocolate… ese que dentro de poco disminuiría para dar paso a la esencia de su bebé. —Bueno, nos esforzamos mucho las últimas semanas, ¿No es así?
—¡Hoseok! —le empujó ligeramente sintiendo las mejillas muy rojas por la insinuación.
El alfa soltó una sonora carcajada echando su cabeza hacia atrás, donde fue cuestión de segundos para que su omega le cubriera la boca intentando silenciarle después de señalarle a su preciosa hijita quién dormía tan cómodamente.
—Lo siento, florecilla. —murmuró dejando una caricia en los suaves cabellitos de su niña. —Serás hermana mayor, ¿Qué te parece?
Entonces ahí Taehyung se puso sensible, cosa que no pasó desapercibida por su alfa.
—¿Qué sucede, cachorro? —le sujetó de la espalda y lo recostó delicadamente sobre los cojines. Acercó sus rostros acariciando con sus dedos las tersas mejillas de su precioso omega… admirándole. —Tan lindo…
Es que ellos jamás se cansarían de observarse, era una de sus actividades favoritas. Tanto que ya conocían a la perfección hasta el más mínimo detalle del rostro del otro.
—Dairi será hermana mayor… —musitó con un puchero en sus labios.
—Así es… —suspiró dejándose llevar por las emociones. —Nuestra chiquita será una excelente hermana mayor, ya lo verás.
De verdad eso esperaba porque Taehyung deseaba que su pequeñita siguiera el ejemplo de Hoseok de ser un maravilloso hermano mayor, tal como él lo fue con Jimin. Deseaba que fueran inseparables, por lo que se encargaran de brindarles el mismo amor y apoyo a ambos para que ninguno se sienta menos que el otro.
—Tendremos otro bebé, mi amor… —Hoseok repitió acariciándole la mejilla sin desconectar sus miradas. Soltó una risita. —Santa luna, estoy tan feliz y tan emocionado.
—Yo también. —dijo en un murmullo sintiendo una lágrima resbalar. Llevó sus manos a su abdomen bajo, encontrándose con las de su alfa. Sonrió alzando un poquito su rostro para frotar sus narices, percibiendo el suave viento que sacudía sus cabellos.
Cuando Dairi estaba en camino, los dos se encontraban más que emocionados… sin embargo, no podían evitar sentir algo de miedo, porque no sabían a profundidad lo que conllevaba una gestación a lo largo de los meses, los cambios, síntomas, todo… pero esta vez estaban más listos que la primera vez, porque el miedo a lo desconocido ya no estaba más, por lo que podrían relajarse más y tomar las cosas con más calma.
—Ya deseo ver como comienza a crecer de nuevo… —adentró su mano bajo las telas hasta extender la cálida palma en todo el vientre bajo de su omega, sintiéndole ronronear gustoso.
—Hobie… —llamó.
—¿Uhm?
Abrió ese par de zafiros, encontrándose casi de inmediato con esos dorados. Sonrió.
—¿Tendrás los síntomas otra vez?
—Oh… —bueno, si seguía teniendo miedo. —Aún no lo sé… pero a pesar de todo quisiera tenerlos, sabes que prefiero mil veces sufrirlos en tu lugar.
Taehyung soltó una risita sujetando las mejillas de su alfa, para entonces besarlo dulcemente siendo bien recibido. Otra suave corriente de aire llegó hasta ellos, con el lazo palpitando cálidamente… fue entonces que abrieron sus ojos encontrándose con la destellante mirada del otro.
—Mi omega…
—Mi alfa…
Los dorados ojos del alfa brillaron al bajar ligeramente la mirada encontrando su mano sobre el plano vientre de su omega… entonces cerró sus párpados por unos segundos para entonces esbozar una sonrisa y mirar directamente a su omega con creciente felicidad.
—Entonces es real… tendremos otro cachorrito.
—¡Sí alfa! —respondió con entusiasmo. —¿Estás feliz?
—Feliz es poco para describir todo lo que estoy sintiendo en mi pecho, omega de mi corazón… sobre todo porque por en esta ocasión todo está marchando en orden contigo y nuestro cachorro… —señaló con su mentón en dirección al cómodo canasto cuna que descansaba Dairi. —Mira nada más el querubín que tenemos…
El omega se removió en su lugar para asomarse a ver a su criaturita, acción que le sacó una encantadora risa al alfa. Los ojitos le destellaron al ver la ternura que era su hija, por lo que se atrevió a tomarla en brazos con suma precaución para no despertarla. Era la segunda vez en la que la sostenía y no podía creer lo mucho que había crecido.
—Mira alfa, es una niña muy saludable. —con las yemas de sus dedos tocaba las rojitas mejillas.
—Lo es… —decía acercándose más a él para entonces pasar un mechón de cabello tras la oreja de su omega, para después besarle la mejilla dejando salir un profundo suspiro. —Y tú también gozas de mucha salud, no sabes lo mucho que me reconforta, porque eso quiere decir que durante esta vida estaremos juntos por mucho mucho tiempo…
—Veremos a nuestros cachorritos crecer. —dijo con emoción.
—Me hará muy feliz presenciar eso —tocó tímidamente la manita de su bebé. —Los protegeré siempre para que la felicidad no desaparezca. Porque ver tu sonrisa, alma mía, es el motivo por el que he vivido tantas vidas.
—Te amo alfa… —recargó su cabeza en el hombro ajeno. —, y te amaré por la eternidad.
—Y yo a ti, amor mío… porque aún cuando la diosa luna ya no nos permita reencontrarnos yo continuaré amándote, tu eres la razón de mi existencia.
Ambos se regalaron unas preciosas sonrisas para entonces unir sus labios dulcemente, sintiéndose tan repletos de felicidad por lo bien que estaba todo.
Con ese bello toque de labios, brindaron por su eterno amor.
Cuando abrieron sus ojos, los lobos se habían marchado, regresando a ese par de jóvenes enamorados que apenas se vieron sonrieron descolocándose un poquito por la posición en la que se encontraban, más no se asustaron pues sabían que sus lobos habían tenido una de sus charlas en las cuales solo les bastaba unos minutos para demostrar el inmenso amor que se tenían… porque mientras estuvieran conectados en cuerpo y alma, para ellos las palabras no eran necesarias.
La pequeñita en los brazos del omega se removió llamando la atención de ambos quienes sonrieron al ver la ternura de hija que tenían. Ahora se preguntaban, ¿Cómo sería su segundo hijo?
Porque ahora los deseos de un niño habían aumentado… pero de algo que estaban seguros es que también recibiría mucho amor por parte de sus padres, familia y amigos.
El par se puso de pie, dispuesto a entrar a la casa, más no se esperaban que un ave llegara agitando sus alas hasta colocarse en la cabeza del precioso omega quien quiso reír ante la expresión de susto en el rostro de su alfa.
—¡Hobie! ¡Es él! ¿Verdad?
—Creo… creo que si. —tomó a su hija entre sus brazos al notar a su omega tan entusiasmado.
Entonces el bonito gorrión bajó al hombro de Taehyung soltando sus altos soniditos cómo si también estuviera expresando lo feliz que estaba de verlo. Los ojitos azules lo vieron y no tardaron en reconocerlo, era su amigo.
—¡Regresaste! —chilló acercando su mano para que el ave se subiera. —Te extrañé tanto, ¿Tienes hambre? ¡Mira! Hay pan, y hay fruta, ¿Qué quieres?
Por otro lado, el alfa observaba con un inmenso cariño la manera en la que su omega interactuaba con ese gorrión al que denominaba su amigo. Taehyung era tan dulce y su manera de actuar en ese justo momento le hacía viajar a unos años atrás en el momento en el que lo conoció… tan dulce e inocente.
Ese precioso granjero con nulos conocimientos sobre el amor… ese que siempre traía sus rodillas y sus manos sucias por estar trabajando tan duro con tal de mantener su granja tan bonita.
Taehyung era un omega extraordinario.
No podía creer todo lo que han vivido juntos a lo largo de estos años… a veces parecía un sueño, pero no lo era, era real y eso era jodidamente fantástico. Y lo mejor de todo es todo lo que estaba por venir, porque estaba seguro es que ambos harían que su familia crecer, hasta ver a sus niños correr y jugar por toda la granja, pues el deseo de Taehyung era tener cinco cachorritos y Hoseok, bueno con Taehyung tendría los hijos que le pidiera.
—¡Regresa pronto! —decía saltando en su lugar con sus manos al cielo despidiéndose de su emplumado amigo quien comenzó a volar lejos de ahí.
—Me encanta verte feliz. —le rodeó la cintura con su brazo libre apenas se acercó a él. —Vino porque escuchó tu cuento.
Taehyung rió recargando su cabeza en el hombro de su alfa, jugueteando con el piecito de su hija quien seguía manteniéndose profundamente dormida.
—Pensé que le había pasado algo, me pone muy feliz saber que está muy bien y que todavía se acuerda de mi.
Juntos muy juntos comenzaron a caminar con extrema calma hasta la casa.
—Claro que se acuerda de ti, mi amor. —le besó la cabeza. —Eres quien le salvó la vida, está muy agradecido contigo… además, eres difícil de olvidar.
—Hobie…
—Es en serio… si desde la primera vez que nos conocimos no he podido sacarte de mi cabeza, tampoco quiero hacerlo porque ahora también te encuentras muy dentro de mi corazón. —lo atrajo más a él riendo. —¿Ya te dije que posees el penthouse ahí adentro?
El omega rió.
—Aunque la primera vez que te vi estabas desnudo… —Tae se sonrojó. —La segunda vez se quedó aún más grabada en mi mente porque fue la primera vez que te vi vistiendo un overol y un sombrerito de paja… santa luna, no sabes lo adorable que te veías y lo mejor de todo es que sigues utilizándolo… mi Taehyunggie granjero es lo más tierno que puede existir y siempre lo tendré presente porque fue quien me enamoró con su dulzura, trabajo duro y bella inocencia… ese que me enseñó a ordeñar una vaca, a sembrar, a podar, a cuidar las plantas y a los animalitos, ese que me demostró la belleza natural que hay en este mundo tan artificial… tu, quien con esos ojos como el cielo me cautivaron en el primer instante en el que tuve la suerte de verlos.
Taehyung estaba sin palabras pero muy conmovido.
—Y tú, Hoseok… —habló el omega esta vez. —Me enseñaste muchas cosas, me enseñaste ese mundo que desconocía, me ayudaste a abrir mis alas… pero lo mejor de todo fue que me enseñaste lo que es el amor, y lo hiciste de una manera tan preciosa y paciente, desde siempre fuiste muy amable conmigo… aún me acuerdo lo torpe que fuiste la primera vez que estuviste aquí como cuando gritaste al intentar agarrar ese huevo. —se rió y el alfa solamente negó avergonzado pero con una sonrisita asomándose. Taehyung jamás superaría eso. —Pero también cuidaste de mí a pesar de tenerle miedo a mi abuelita, la enfrentaste cuando mi celo llegó aún cuando ella te estaba amenazando con su escopeta. —volvió a reír. —Nunca me causaste miedo… o bueno si, solo cuando me dijiste que eras alfa —recordó. —, pero después de eso yo siempre me sentí seguro a tu lado… me siento seguro… me amas, me cuidas, me consientes, me apoyas en todo lo que hago… me haces muy feliz, Hoseok.
—Cachorro, no sabes lo bien que hace sentir que me digas todo esto… —se detuvo muy conmovido tomando la mano de su omega, con las lágrimas amenazando con salir. —Y déjame decirte que es mutuo… tú también me haces muy feliz, tan feliz como nunca pensé que sería.
—Entonces… —dejó un corto besito en el dorso de su alfa, justo sobre el anillo de matrimonio que compartían. Sonrió. —Sigamos siendo felices en el futuro… tú, yo… y nuestros hijos… porque nada nos haría más feliz que tenerte a nuestro lado y ver tu sonrisa que brilla tanto como el sol… porque tú, eres nuestro sol, Hoseok… mi sol, mi único sol…
Ok, ahora Hoseok estaba seguro de que en cualquier momento iba a romperse a llorar.
—Porque Dairi es mi flor y mi rayito de sol… producto de nuestro amor, y… —tocó su vientre bajo. —, él o ella será un rayito más en nuestra familia, pero tú eres el sol que nos ilumina en nuestras vidas… es como los girasoles, ellos siempre están mirando al sol, pero en los días nublados ellos se miran entre sí, porque el sol les da suficiente energía para ayudarles a vivir. Por eso te defino como el sol porque tu me das calor, tu me das energía en mis días grises y en mi días claros aún más… y yo me considero como un girasol, porque yo siempre te estoy viendo… a ti, a mi sol.
—Taehyung… —le sujetó el rostro con ternura, observando esos preciosos ojos. —Tu eres tan hermoso como una flor… pero también eres un sol en mi vida, uno muy brillante. —se acercó dejando un pequeño besito en los gruesos belfos. —Eso quiere decir que ambos somos la luz del otro y nuestros hijos son esos rayitos, esos destellos provenientes de nosotros, así que si estamos juntos… la oscuridad jamás nos alcanzará.
—Entonces… hay que mantenernos juntos siempre.
Hoseok entrelazó sus manos, depositando un besito en la cabecita de su hija y otro en la mejilla de su amado omega, para después avanzar juntos hasta la bonita casita de madera. Porque donde sea que fueran no importaba, mientras estuvieran juntos, cualquier lugar se sentiría como un gran palacio, el más lujoso que podía existir, pero al mismo tiempo lo convertirían en el lugar más cálido y hogareño, porque así eran ellos… tan felices.
Una relación tan hermosa que cautivaba a cualquiera que tuviera la suerte de verlos… contagiaban su alegría y embelesaban a todos por la forma en la que se amaban… en la que se miraban. Porque es bien sabido que sus inicios fueron complicados, avanzaron despacio a pasitos de pingüino con muchísima paciencia… pero ahora su amor era tan fuerte que nada ni nadie… ni siquiera la mismísima diosa luna era capaz de separarlos.
—Siempre, cachorrito… —le besa con inmenso amor. —Es una promesa…
Siempre…
🌻FIN🌻
🌻
Dedicado especialmente a cada uno de ustedes, muchas gracias por acompañarme todo este tiempo a lo largo de esta historia, infinitas gracias a:
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¿Apareces ahí? Espero que si, y si no, no te preocupes, también te lo dedico porque quiero que sepas que también estoy muy agradecida contigo por tomarte el tiempo de leer esta historia, me has hecho muy feliz.
¡Gracias por tanto mis preciosos girasoles! Nos leemos en el epílogo con todos mis agradecimientos~ Sony los ama muchísimo🌻✨💜✨🌻💜✨💜🌻💜✨💜🌻💜✨💜🌻💜✨
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