Capítulo 8: Sentimientos
— ¿YoonGi-oppa? — susurró una voz a mis espaldas.
Aery se alejó de mí y miró a la dueña de la voz: SunHye...
Con temor dí media vuelta y la miré. Su cabello negro estaba desordenado y su nariz se encontraba de color rojo. Hacía demasiado frío.
— SunHye-ssi... — susurré.
— Oh. ¿Interrumpo algo? — masculló sin una sola pizca de tacto.
— Nada en realidad — habló la rubia.
— No, en serio. Si interrumpí su momento mágico, puedo largarme.
Hizo un ademán con la mano y comenzó a caminar hacia el lado contrario de donde había aparecido; en el momento en que pasó junto a nosotros, Aery tomó su brazo y la jaló hacia ella.
— Entiende. No interrumpiste nada — susurró entre dientes y luego me miró. — Y, tú tienes algo que hablar con YoonGi-oppa, así que deja de actuar como niña mimada, porque yo ya ocupó ese papel. — la empujó levemente hacia mí y suspiró. — Yo me retiro. Gracias por escucharme.
La rubia recuperó su actitud del día a día y se marchó sin siquiera mirarnos. Al instante la pelinegra me miró y bufó.
— Yo no tengo nada que hablar contigo.
De nuevo iba a retomar su andar, por lo que me apresuré a tomar su hombro y darle un abrazo. Era ahora o nunca.
— SunSun, me gustas. — susurré. Sonreí al sentir que había quitado un gran peso de mí, y también por el apodo por el cual la llamé.
— ¿Qué? — cuestionó con un hilo de voz
Lo había hecho. No había vuelta atrás.
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