III
"En realidad, todo esto es parte de uma apuesta, una que has ganado. Y aún así te pediré que vuelvas a apostar"
Tony
Incluso en estas condiciones, el efecto del alcohol fastidiaba de una manera muy desagradable el cuerpo y mente de Tony.
Pero qué se le podía hacer, esa es otra de las duras consecuencias de ser un alcohólico, que todo el tiempo tu cerebro te hace muy malas jugadas, como severos aturdimientos y mareos, distorsión en el oído y vista, hasta alucinaciones de las que Steve a veces tenía que despertarlo con una bofetada o un balde de agua helada. Obviamente preferiría lo ultimo que tener la mejilla roja todo el día y adolorida. Steven...Pensar en él lo hacía sentirse tan culpable, quizá por desaparecer asi por así y jamás le dijo nada, excepto por esa ridícula carta del festival y disculpas. Pero, de repente se acordó de la última frase que escribió, que fue lo del molino que canta. Si Steve lo deducía bien, iría a buscarlo ahí. Entonces Tony tendría que salir de dondequiera que estuviese e ir al molino que canta, por segundos se sintió como en una especie de carrera, sobre quién llegaría primero a ese lugar, aunque algo que no le dijo al rubio era que para llegar ahí, minimo son 10 días a caballo, ni quería pensar cuántos a pie, aunque eso también dependía de donde estuviera.
Olía a humo, y supuso tres opciones. Una, que habia una hoguera cerca, y donde hay hogueras, hay personas, quizás, sus secuestradores. Dos, hay varias antorchas por el camino y de ellas desprendía el humo o tres, que el lugar donde estuviese se está incendiando. Esta vez fue optimista y optó por creer la segunda. Miró alrededor suyo, y por lo que podía ver gracias al fuego de las antorchas a lo lejos de la penumbra, Tony asumió que se encontraba en una mina, en un callejón sin salida, con solo madera y clavos de metal ya oxidado en las paredes rocosas y subterráneas. Se removió en un ridículo intento de librarse, pero por el sonido reparó en que estaba atado de las muñecas con cadenas, y dos hojas de cuchillos yacían clavadas en las tablas de madera a cada lado de su cabeza. Emitió un leve gruñido de la frustración y bajó la cabeza, con la mente totalmente en blanco, pensando en vano algún plan para salir de ahí. Tenía las desventajas en número, solo tocaría esperar a que lo rescaten, como típica princesa....No. Tony Stark no era de esos tipos, iba a salir sí o sí. Solo tenía que relajarse y pensar. Pero con las muñecas atadas con cadenas y un calor infernal ahí abajo, tenía pocas posibilidades de pensar claramente. En medio de sus pensamientos turbios, alzó la cabeza al oír unos pasos, de tres o cuatro personas, calculó él, venir hacia su paradero. Tony tuvo que parpadear varias veces para verlos correctamente y no ver doble como lo hacía a veces, era por su propio bien. Sacudió la cabeza lo que podía sin tocar las hojas de los cuchillos que relucían a la luz del fuego y vio a los cuatro hombres detenerse frente a él y mirandole maliciosamente. El del centro, que llevaba casi toda su ropa negra, su chaleco, vaqueros, botas, cinturón, camisa, pañoleta y sombrero, además de sus armas eran negras, excepto por una pequeña herradura de plata en su pecho, como una placa de una pandilla del Oeste. Tony no tenía que ser un genio para saber que él era el líder de los demás hombres presentes.
-- Vaya, vaya. Pero si es nadie más ni menos que el mismo Tony Stark...La verdad esperaba a que te resistieras más al secuestro.
-- Quizá así en fuerza física no soy tan fuerte...Pero jamás me harán hablar por algo que quieren de información o algo que haga.
Les contestó igual de serio, mirando fijamente al líder del grupo, tratando de ignorar su estómago rugiendo. Pero el hombre de negro solo se limitó a sonreír levemente, aún teniendo su mirada clavada en él.
-- Conque estamos de esas, eh? No nos recuerdas? Nos debes una gran cantidas de dinero, Stark. Como 30.000$
-- 30.000$? Jamás le he debido a nadie tanta cantidad de plata!
El líder ya con un semblante enojado, fue rápidamente y estampó su mano con fuerza contra la madera, a lado de su cabeza.
-- Pues a nosotros si, pedazo de borracho inútil!
-- No te atrevas a llamarme así, idiota. Pues no recuerdo nada de ustedes
Le contestó igual de brusco, gruñendo levemente y con el ceño fruncido. El tipo de forma extraña, suavizó su expresión y se apartó de él. Le hace un ademán a uno de sus compañeros y éste le entrega una botella transparente con forma de calavera, uno de los vodka más fuertes que habían en el Oeste y el líder le dirige una mirada maliciosa.
-- Mi nombre es Bifford. Puede que te olvides de la situación, pero nunca de mi rostro.
Tony sintió el corazón casi salirse por la garganta, al oir ese típico tono del tirador que algo malo le van a hacer. Bifford se acercó a él y tomó bruscamente su mandíbula, otros dos hombres le agarraron la cabeza para que no la moviera, mientras le hicieron tomar muy a la fuerza toda la botella del vodka. Muchos hilos del trago bajaban por su mentón, y se quejaba de la brusquedad de los hombres, tratando de librarse. La boca la tenía llena rapidamente, así que no tuvo más remedio que tomar. Se estremeció aún quejandose, el ardor de su garganta aumentó mucho más cuando sintió el trago por ahí, no sabía nada bien en comparación con las otras bebidas suyas, esto...Le dañaba de verdad. Trató de apartar la cabeza, pero se la tenían bien sujeta. El tirador decidió finalmente que ya había tenido sufuciente y apartó la botella vacía, tirandola al suelo y se rompió en mil pedazos, con un ruido sordo que cubrió el lugar. Tony empezó a toser de lo que tenía del trago en la boca, con los ojos algo cristalizados y Bifford le dio unos golpecitos en la cabeza, no suaves, sino bruscos para ser solo "golpecitos".
-- Vamos! Se supone que amas el alcohol y este lo odiaste. Que bipolar eres, me das asco, a todos les das asco. Antes eras un grande en el Oeste, y mirate ahora, solo un acohólico más que alimentar.
Tony no fue capaz de decir nada, en parte el tirador tenía razón. Aun es conocido por ser el mejor mecánico del Oeste, pero a la vez tenía mala reputación por su alcoholismo. A veces se maldecía por eso, pero hace mucho se habís vuelto una adicción, a pesar que Steve siempre le regañaba por eso. Steve...Se volvió a acordar de él y miró a los vándalos, temiendo que sepan de él y que le hagan daño por su culpa. Apretó sus puños por detrás de su espalda, relamiendose los labios, y sintiendo como el alcohol empezaba a surtir efecto y ladeó la cabeza, muy mareado. Bifford soltó una risotada al verlo así.
-- Porqué no me sorprende! Tú nunca cambias, o si? Desde la ultima vez que nos vimos, has estado siguiendo así de jodido. Nada nuevo de tí, nunca nada nuevo, Stark. Te tengo una propuesta. Tu haces unas bombas, las mejores que esa cabezota tuys pueda inventar para nosotros, y te dejaremos libre después de eso.
Tony lo miró fijamente a los ojos, serio y algo enojado, pero la respuesta suya sería más que clara.
-- Me niego.
-- Me lo supuse. Bueno, vamos a subir de nivel entonces. Quizá el mismísimo sheriff de Timely nos sea de buen rehén, así nuestros hombres podrán "jugar" con él hasta que te decidas. Pero, oh! Ya lo hiciste. Si Rogers muere, nosotros no nos ensuciaremos las manos, sino tú.
Dijo seriamente y aún con esa sonrisa de pura perversidad y se dio media vuelta, para ir con sus hombres a la salida de la mina, Tony no podía dejar que se vayan y le hagan daño a Steve, él no podía entrometerse en su problema, por su bien. Actuó rápido y se irgió, gritandoles:
-- Alto! Tengo tus 30.000$! Es mas, tengo 60.000$!
Bifford al oír la ultima cifra se detuvo en seco, la luz de las antorchas apenas lo iluminaban para saber si seguía ahí. El hombre gruñó y se dio media vuelta, mirandolo serio con el ceño fruncido y una mano cerca de su revólver, toqueteando el mango con los dedos, todo hombre y mujer del Oeste sabía perfectamente esa seña, y Tony obvio no era la excepción, pero lo siguió mirando serio.
-- 60.000 dólares? No estarás jugando, verdad?
-- Porque lo haría?
-- Para salvar ese asqueroso pellejo que tienes.
-- B-bueno, pues no miento! Es verdad, están enterrados.
-- Enterrados? Eso es estúpido.
-- Lo se, pero lo estan...Junto a un molino.
Bifford se acercó a él de forma amenazante, negando con la cabeza.
-- Un molino en el Oeste...Esa no es una dirección clara, Stark.
-- Pero este molino es diferente...Es un molino que canta.
Tony logró esbozar una leve sonrisa al decir lo último, se había prometido que llevaría a Steve a ver el molino que canta...Y decirle "la verdad" de todo este tiempo que había estado con él. Después de un par de burlas y amenazas de Bifford y sus compañeros, al fin optaron por ir ahí, 10 días a caballo en donde estaban, seria un largo viaje, solo esperaba que Steve llegara pronto a sacarlo de este embrollo, si es que va....
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