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19.


—¿Mamá?

Heeseung lo miró automáticamente con duda.

La mamá de Jake.

Hace mucho que no sabía nada de ella...

¿Un divorcio Jake? ¿Acaso te volviste loco?— ella se escuchaba realmente molesta.

—¿Mamá..?— seguía murmurando el rubio, y a decir verdad, parecía casi tan sorprendido y confundido que Heeseung.

¡Si, Jake, soy tu madre! Ahora, ¿quieres responder? Porque no tienes idea de lo sorprendida que estoy en este momento. ¿Cómo que piensas divorciarte de Sunghoon? ¿Acaso perdiste la cabeza?

Jake miró de un lado hacia otro con ansiedad, realmente se veía afectado y perdido.

—¿Es lo único que tienes por decirme?— preguntó con dolor.

Es lo único que me importa en este momento.

Jake tragó duro, su garganta doliendo por las ganas de soltar un llanto. No iba a hacerlo. No iba a derramar más lágrimas por estas personas.

—Yo también te extrañé.— fue lo único que respondió, antes de colgar y terminar la llamada.

Jake bajó el teléfono de su oreja y mantuvo su vista perdida hacia el frente. No sabía cómo sentirse en ese momento, es decir, ¿qué esperaba? ¿Que sus padres de pronto aparecieran en su vida y le dijeran que planeaban pagar su cirugía? ¿Que ellos le dijeran que querían conocer a sus nietos? ¿Al menos que se preocuparan por cómo había logrado sobrevivir todo este tiempo sin ellos?

¿Y cómo lo supieron, de hecho? Jake no había hablado con ellos desde que se fue de casa y américa. ¿Cómo carajos ellos sabían que tenía un esposo y él se llamaba Sunghoon? ¿Cómo es que ellos sabían que ya no estaba con Heeseung? ¿Cómo supieron que estaba a punto de divorciarse?

—T-tengo miedo...— murmuró en un hilito de voz, pero el mayor alcanzó a escuchar. Se pegó al asiento del rubio y agachó su cabeza de modo que pudiera escucharlo mejor.

—¿Miedo de quién?— preguntó —Jake, ¿tu mamá...?

—¿Tú le dijiste?— le interrumpió —¿Has estado hablando con ella todo este tiempo..?

Heeseung frunció el ceño ante la pronta acusación. —¿Qué? Claro que no. Quiero decir... recién han pasado unas ¿horas? desde que le dijiste a Park eso, y he estado contigo todo este tiempo, Jake, sabes que no pude haber hablado con nadie.— el rubio pareció darse cuenta de que decía la verdad, así qué movió su mirada nuevamente razonando sobre quién podría tratarse en realidad. —¿Era realmente tu madre esa? Porque Jake, la última vez que supe de tus padres fue cuándo me presentaste ante ellos, literalmente.

—No lo sé, Heeseung...— soltó un suspiro frustrado y pegó su cara a las palmas de sus manos. —Yo no he hablado con ellos tampoco. Nunca les dije dónde vivíamos ahora, tampoco les dije que con el tiempo terminamos separándonos y mucho menos que me casé y tuve hijos.

Heeseung pudo sentir la desesperación en sus palabras y pronto entendió cuál era su mayor preocupación.

—Ellos me vigilan.— dijo con seguridad, sus ojos desbordando nada más que preocupación. —Y quien sabe desde hace cuánto lo hacen.

—¿Tú realmente crees que... ellos hacen eso?— preguntó mediante susurros y Jake le regaló una mala mirada.

—Los conozco, Hee. Ellos no aceptaron nunca que estuviera contigo, ni tampoco que comiera todo lo que quisiera, viera televisión o al menos fuera al baño a la hora que quisiera.— sonaba enfermo, pero así había sido su vida. —No podía escoger la ropa que quería usar, los lugares a los que quería ir, apenas y podía comer algo frente a ellos ¿y me estás diciendo que no son capaces de vigilarme?

Heeseung tomó sus hombros tratando de calmarlo. —No trataba de decir eso, lo siento... claro que recuerdo bien el tipo de personas que ellos eran, si es que siquiera se les puede llamar así...— Jake hizo una mueca estando de acuerdo —pero si es realmente cómo dices, ¿no crees que habrían intervenido en tu vida hace mucho? Cómo cuándo nos separamos, por ejemplo. ¿Dónde estuviste viviendo..? Ellos habrían hecho algo y definitivamente me hubieran hecho algo también a mí.

Jake pareció pensativo. —Bueno... cuándo abandoné nuestra casa...yo... dormí los primeros días en casa de Sunoo.— dijo, entre tristeza y rencor. —Le expliqué lo que había sucedido contigo y se ofreció a cuidarme durante todo el embarazo. Pero yo me negué y a los pocos días encontré un nuevo lugar dónde vivir...

—Y en mi caso, nada extraño sucedió después de que el señor Kang me reclutara. Incluso ese fue el inicio de una mejor vida para mi, puedo decir.

Jake soltó un suspiro pensativo y cansado. Nada de esto tenía sentido para él.

—¿Crees que Sunghoon les haya dicho...?— preguntó en un susurro.

—Quizás.— respondió sin estar del todo seguro. —Quiero decir, es la única persona que lo sabe, además de nosotros dos.

—Pero él no los conoce.— respondió seguro —Bueno, se suponía, pero a juzgar por la forma en que mi madre habló... puedo decir que ellos al menos saben que él es mi esposo. ¿Cómo? No lo sé. No sé cuánto saben ellos de mí. Qué otras cosas más sabrán...

Ambos se mantuvieron unos segundos en silencio, pensando, pensando y pensando en todas las posibilidades, tratando de encontrar alguna respuesta coherente a toda esta situación. Heeseung sabía que los padres de su ex-pareja eran unos seres escalofriantes, en todo el sentido de la palabra. No tenían límites para sus actos. No trataban a nadie con compasión ni respeto, a excepción de las personas de su misma a clase e igual de crueles y escalofriantes que ellos. Es por eso que su familia siempre habló y pensó mal de ellos. Eran todo eso y más, además de ser asquerosamente ricos. Una combinación tanto poderosa como irritante.

—¿Sabes? Hay que algo que siempre quise saber.— comentó luego de un tiempo. Jake alzó su vista para escucharle con atención. —La verdad es que, a mí siempre se me hizo raro todo esto.

—¿A qué te refieres?— frunció el ceño.

Heeseung se acomodó mejor en su asiento y se acercó aún más para poder hablar en un volumen más bajo. —Hablo de que, si lo piensas detenidamente todo... muchas cosas no tienen sentido. Cómo... cómo el hecho de que el señor Kang me haya ofrecido un contrato justo el día que tú te fuiste de casa.

Jake alejó la mirada —¿Crees que tu CEO tenga que ver con esto, Hee?—preguntó en voz baja.

—¿Que tus padres lo hayan contactado para contratarme y así poder separarnos? Si, si lo creo.— había tenido más sentido en su cabeza, porque honestamente ahora que lo decía en voz alta parecía un poco loco, pero no del todo.

Jake tragó con dificultad. Heeseung creía eso. Luego de tantos años de pensar y pensar en su separación y no recibir ninguna respuesta, Heeseung terminó creyendo algo cómo eso, cuando la realidad había sido completamente diferente. Jake se fue por el contrato. El contrato había llegado antes. Él lo vió entre las gavetas de la cocina, entró en un colapso mental, empacó sus cosas y se fue.

Era cierto que su relación, en teoría, había terminado por el contrato; básicamente habia llegado a su fin por eso. Sin embargo, habían muchas cosas deatrás que habían provocado eso.

Sus padres pudieron haber participado en eso, no lo dudaba y mucho menos cuestionaba, pero no podía simplemente dejar a Heeseung creer que el haber aceptado cumplir su sueño fue lo que sentenció todos sus años relación.

—No... no creo que haya sido así.— negó con su cabeza. Sus ojos ahora se movieron a los suyos. —Él te contrató por tu talento, Heeseung. No creas eso. Eres talentoso... así que no me sorprende que hubieras llamado su atención.— contestó con seguridad. —Además, nuestra separación no se debió del todo al contrato. Nosotros ya teníamos problemas en nuestra relación. Lo que el contrato hizo fue sólo que decidiera no contarte sobre Riki.

Nunca habían hablado de eso luego de su separación. Nunca fueron tan a fondo en el tema, y nunca habían tocado estos detalles por el miedo y la incomodidad que ambos sentían. El arrepentimiento.

—Aún así... no se me haría raro.— dijo con un extraño dolor en el pecho. Jake había dicho todo eso sobre su relación con tanta facilidad. —La agencia que planeaba debutarme cuándo estaba en New York de pronto cambia de idea y no le intereso más. Curiosamente, ninguna otra empresa me quiere por más que haga audiciones. Y de la nada, justo cuándo duermo fuera de casa y nuestra relación está en su peor momento... a alguien parece interesarle que forme parte de su agencia. Agencia que cada día que pasa quiere mantenerme ocupado, cómo si no quisiera dejarme vivir mi vida personal.

—¿Quieres decir que crees que mis padres sobornaron a todas las empresas de entretenimiento para que no te reclutaran?— preguntó con el entrecejo fruncido —¿Y luego le pidieron a este hombre que te ofreciera un contrato cómo si desearan separarte de mi lado? ¿Sabiendo que no puedes tener una pareja si planeas debutar?

—Jake, soy literalmente el primer artista que BELIFT LAB debutó.— contestó con la mirada segura. Su respuesta lo decía todo.

Jake no sabía cómo tomarse todo eso, aunque una parte de él todavía no lo creía del todo posible. Sus padres si estaban dementes y definitivamente tenían el dinero para sobornar a tantas personas cómo quisieran. ¿Pero para qué? ¿De qué les servía que Heeseung no cumpliera su sueño? ¿Qué ganaban con que su relación se rompiera en pedazos?

—Aún así... no sabemos quién les estaría pasando toda la información a ellos.— dijo con temor en su voz. —Hay que ser precavidos si no queremos que hagan algo más. O le hagan algo a los niños...

—Tendré a mi jefe en la mira.— dijo Heeseung. —Desde hace tiempo noto su comportamiento algo extraño...

Jake no dijo nada, todavía estaba con la mirada perdida. Heeseung miró por un momento la ventanilla a su lado, armándose de valor para tomar la mano del rubio con delicadeza y transmitirle seguridad, dejando un pequeño apretón cuando sus dedos se entrelazaron.

Jake vio sus manos un momento, todavía pensando. Lentamente fue moviendo su cabeza, encontrando su lugar para recostarse en el hombro de Heeseung. Habían personas. Habían celulares. Habían cámaras. Habían tantas posibilidades de que ese acto acabara en los encabezados de las noticias. Idol regresa con su primer amor.

Había tanto a su alrededor, y al mismo tiempo no había nada. Nada más que ellos. Nada más que lo importante. Un hogar roto, destruido, cenizas esparcidas. Pero tal vez por esa misma razón se sentía perfecto y reconfortante y tan sincero.

Porque sabían que, en algún momento, lo que tuvieron fue real, fue mágico.

Aunque ahora ya no quedara nada de eso.

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El haber regresado a casa no fue nada mejor, suponían, hasta que se encontraron nuevamente con los pequeños. Jake fue recibido automáticamente por sus abrazos y no se contuvo de soltar cuánto los amaba y había extrañado. Y Heeseung tuvo que irse directo a la cocina, darles la espalda y apoyarse del mesón con tal de no pensar en eso. En que esos eran, muy posiblemente, los últimos días de Jake junto a ellos. Junto a sus hijos, las personas que más amaba en la tierra. Y que ellos no podían saber nada al respecto.

Una daga al corazón.

—¿Cómo estuvieron tus exámenes, mami?— preguntó Jungwon alzando sus manos para ser levantado. Jake lo tomó en sus brazos con un poco de esfuerzo y tomó la mano de Riki para caminar junto a ellos hacia la sala, donde la señora Goo los miraba con una pequeña sonrisa que delataba ternura y preocupación a la vez.

Jake vio a su hijo menor y comenzó a acomodar su cabello con sus dedos. —Me fue muy bien, amor.— se limitó a responder.

—¿Sacaste buenas notas?— preguntó el niño con ojos expectantes. Jake contuvo una risa.

—Así es, bebé. Saqué buenas notas.

—¡Yeii~! ¡Mamá es tan inteligente!— celebró Jungwon alzando sus manitas al aire. Jake sonrió con sus ojos desbordando ternura. No contuvo el deseo de besar las mejillas de su hijo.

—¿Realmente estás bien?— la voz de su hijo mayor interrumpió su momento. Jake lo miró. Riki estaba parado frente a él con sus ojos serios y buscando una respuesta sincera. Ahí fue cuándo Jake recordó la diferencia de edad entre ellos dos.

Forzó una sonrisa. —Por supuesto que sí. ¿Estás preocupado por mamá, Kiki?— dejó a Jungwon de nuevo en el suelo y se acercó para posar una de sus manos en la cabeza de su hijo.

Riki asintió sin dudarlo. Jake podía ver en sus ojos, los mismos que heredó de él, cuánto deseaba que realmente estuviera bien, que estuviera diciendo la verdad. Desde que sucedió lo del paro cardiaco, Riki se veía más asustado y sobreprotector con él. Antes podía ver a su mamá moverse como normalmente hacía y simplemente pensar que era el mejor y estar agradecido con él, por todo lo que hace a diario por él y su hermano (y en el pasado hacía con su padrastro), pero ahora ya no era así. Luego de ser dado de alta y haber regresado al hogar de la señora Goo, Riki no podía verlo ni un segundo estando de pie porque se preocupaba y se encargaba de conseguir una silla para hacer que sentara. Odiaba verlo despertarse temprano para ayudar en el hogar de la señora Goo, así que lo que hacía era levantarse primero que él, ir a su habitación para vigilarlo y cuando lo veía abrir los ojos, ponía una mano sobre ellos y cantaba una pequeña canción, con tal de hacerlo dormir de nuevo.

Él incluso había sido el encargado de duchar (ya que Jungwon tenía una muy mala costumbre de regar agua por todos lados y olvidar lavarse el cabello) y vestir a su hermano para la escuela, mientras la señora Goo le hacía el desayuno y la merienda, y se iba junto a él en el tren a Busan para dejarlo en su escuela y regresar a la misma hora que el pequeño salía. (Heeseung se había encargado de pagar cada uno de todos estos gastos, aunque sinceramente le habría gustado haber hecho más por Jake y sus hijos.)

Jake se estaba enamorando de esta nueva versión de su pequeño. No podía creer lo rápido que había crecido. Lo mucho que se estaba pareciendo a Heeseung.

—Quiero que estés bien, mamá. — respondió con seguridad, y el interior de Jake se removió con incomodidad. —Se siente realmente horrible verte sufrir... — dijo y su voz se rompió.

Jake cayó de rodillas y lo abrazó. —Kiki...

Riki cerró sus ojos con fuerza y se aferró al cuerpo de su madre. Jake volvió a derramar lágrimas, y se contuvo tanto como pudo por no llorar con más fuerza, realmente lo intentó; había llorado demasiado hoy, y eso definitivamente no le iba a hacer nada bien, pero era imposible. Realmente era imposible tragarse todo el dolor que sentía de tan sólo pensar en que rompería los corazones de sus hijos en miles de pedacitos. Que los dejaría sólos, que ya pronto, en sólo cuestión de días, haría sufrir a sus hijos más de lo que cualquiera hubiera hecho antes.

Había prometido que los protegería de todo. Que mientras estuviera él, absolutamente nada ni nadie iba a poder hacerlos sufrir. No habría nada que pudiera apagar esas sonrisas, esos brillos en sus ojos.

Pero ya no podría hacerlo más, al menos no desde la tierra.

—Amor... estaré bien, ¿de acuerdo? ¿Confias en mamá?— Riki asintió desde su nuca, un pequeño sonido roto saliendo de su garganta. Jake le acarició la espalda con lentitud y amor. —Yo estaré bien. De verdad lo estaré.

Cuando los tuvo a ambos en sus brazos por primera vez, Jake supo que definitivamente no existía un sentimiento más grande y profundo que ese que sintió en ese momento. El amor había sido tan real y puro, poderoso, porque había sido a primera vista. Aunque se encontrara cansado y agotado a más no poder, aunque lo que más deseara su cuerpo fuera descansar y dormir durante horas y horas, fue ese mismo sentimiento inmenso el que le hizo soltar más lagrimas de alegría y puro extasis, sosteniendo a sus pequeños retoños en sus brazos y verlos con tanta adoración y detenimiento cómo si de una maravilla se tratasen.

Pues sin duda ellos eran una maravilla para Jake. Nunca se había sentido así de feliz y completo, nada se comparaba a ese sentimiento.

Y cuándo los vió por primera vez, Jake prometió cuidarlos hasta el último de sus días.

Heeseung, desde la distancia, sintió su propio pecho doler ante lo que escuchaba estando de espaldas. La señora Goo llegó a su lado y puso una de sus manos en su hombro de forma reconfortante. Heeseung elevó su mirada y la vio con ojos vidriosos, más no le dijo nada.

—Sé que tal vez te pida mucho... pero por favor se fuerte por él.— dijo ella, y a juzgar por su voz, Heeseung podía deducir que también tenía problemas para hablar. Ella asintió con lentitud, asegurándole: —Él lo necesita.

Heeseung automáticamente movió su mirada y lo vió, por primera vez desde que entró. Jaeyun era ahora quién le dirigía la espalda, pero aún así Heeseung podía ver bien el temblor en sus movimientos, su piel sonrojada del llanto. Con los labios entreabiertos por los sentimientos agobiantes, tomó una pequeña boconada de aire y respondió, todavía mirando al rubio.

—Es un asunto de suerte.— dijo en voz baja, —Tendrá una cirugía, y las mismas posibilidades de vida son las mismas que las de muerte. Él no cree que pueda sobrevivir...

—¿Y tú?— preguntó —¿Tú que crees?

Heeseung la miró unos segundos, luego lo miró a él de vuelta.

—Creo... que si eso llegara a pasar, —sus labios temblaron —... estaré completamente perdido.

Y, cómo si el universo hiciera de las suyas una vez más, el hombre menor se volteó también para verlo. Heeseung le sonrió con la boca cerrada, estando completamente seguro de que no se veía nada confiable en este momento, pero aún así Jaeyun le respondió. Le sonrió de vuelta y acarició el cabello de su hijo con lentitud, cómo si sus movimientos murmuraran: "Míralo, Hee. Nuestro hijo. Nuestro pequeño."

Los pies de Heeseung se movieron solos, pero no es cómo si pudiera culparse. Se detuvo frente a su pequeña familia, y no contuvo las ganas de abrazarlos a ambos, aunque al principio fué incómodo debido a la diferencia de tamaño con Riki, así que ambos mayores tuvieron que ponerse de rodillas. Llamó a Jungwon con un movimiento de manos y este rápidamente se unió al pequeño abrazo. Esta vez, los niños no estaban de barrera entre sus rostros. Estos estaban tan cerca cómo se sentían, sus respiraciones mezclándose junto al calor familiar.

—Cómo este es su último día en Seúl... ¿por qué no salimos a comer?— preguntó él para todos, aunque su vista estaba únicamente concentrada en los ojos del rubio.

—¡Siiii!— dijo Jungwon con emoción, pero su hermano se pegó más al cuello de su padre como si no quisiera dejarlo ir.

—¿Todo bien, amigo?— preguntó con una sonrisa.

—No quiero irme de aquí...

Heeseung soltó una carcajada. —Pero debes comenzar la escuela, Riki.— este hizo una mueca —Además, vendrás de nuevo en cada vacaciones, ¿No, Jake?

Este reprimió todos los comentarios negativos que pudiera decir al respecto, pero sabía que no podía estropear el ligero momento que tanto se estaba esforzando Heeseung por crear.

—Así es. Vendrás a ver a tu padre siempre que puedas Riki, incluso los fines de semana podrías quedarte a dormir con él.

Esa respuesta pareció ser de mejor agrado para el niño, quién sonrió sintiéndose satisfecho. Fue el primero en separarse del abrazo con sus padres y hermano.

—Bien, ¿a dónde iremos más tarde?

—Eso pueden decidirlo ustedes.— dijo hacia los niños y estos celebraron. Luego miró a Jake —Y para tí, cocinaré alguna de las recetas que me recomendó el doctor. —soltó una sonrisa que hizo a Jake pucherear, pero sabía que no estaba en posición de quejarse. Además, la idea de Heeseung cocinando nuevamente para él luego de tantos años le emocionaba muchísimo.

—Está bien. Cocina algo rico.— contestó, al mismo tiempo que se levantaban del suelo, sin darse cuenta que eran los únicos en el abrazo ahora; una mano en la cintura de Jake, y una en la espalda del mayor.

La señora Goo sonrió desde la distancia.

—No te preocupes. Te dije que cuidaría de tí. Jamás haría algo que sepa mal para tí. — pequeños hoyuelos se formaron en su sonrisa.

Jake soltó una pequeña risita y parpadeó lentamente, encerrándose en su pequeña burbuja.

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Los niños habían escogido un restaurante de comida rápida con juegos dentro de él para divertirse. Le explicaron la situación de Jake al mesero y este entendió que trajera su propia comida de afuera. Mientras esperaban a que les sirvieran las hamburguesas a los otros tres, Jungwon y Riki aprovecharon para ir a jugar.

Heeseung y Jake quedaron solos una vez más. El mayor vestía un gorro y una chaqueta, se había deshecho de la mascarilla que traía en el camino, aunque Jake sabía que no era por protección o algo así (eso no era algo que a Heeseung le importara), no existían muchos idols que salieran libremente con dos niños -uno de ellos hijo suyo- y su ex-pareja, de todos modos.

No quería imaginar cuál era ese nuevo "metodo de marketing" que la empresa tuviera pensado para él y le permitió estar así con ellos este día.

—¿Sabes? Aún recuerdo ese día cuando las clases se cancelaron, y en lugar de irnos a casa tú me llevaste a comer hamburguesas allá en New York.— recordó el menor con una gran sonrisa.

Heeseung sonrió de lado. —¿La vez que te comiste mis papas y fingiste que la chica no me las había dado? ¿Esa vez?

Jake se sonrojó con vergüenza. —¡C-claro que no! ¡Eso no pasó!— Heeseung soltó una risa enternecida —Además, tú dijiste que estaba bien en ese tiempo. ¿Por qué me reclamas ahora?

—Porque te ves tierno cuándo te pones a la defensiva.— respondió sincero, viendo directamente a sus ojos.

Jake volvió a sonrojarse (tal vez nunca se recuperó) y su dedo jugó distraídamente en la mesa, pero no pudo ocultar la pequeña sonrisa que el comentario de Heeseung le habia provocado.

—No estoy a la defensiva...

—Lo estás ahora.

—Bueno, pero porque tú lo provocaste.— dijo en un gesto tierno, cuando se alzó un poco hacia adelante y sus grandes y bonitos ojos se pegaron tan cerca de su rostro.

Heeseung negó con lentitud, pensando que nunca en su vida había visto algo tan tierno. Sus ojos viajaron al rededor del restaurante y por su parte recordó otra cosa.

—Hubo otra vez dónde estaba esta promoción en la heladería dónde te daban un segundo helado gratis si ibas con tu pareja y adivinabas un número del 1 al 100. Teníamos 3 intentos. — recordó con nostalgia, una pequeña sonrisa boba formándose en sus labios.

Jake soltó una risita y ocultó su sonrisa detrás de su mano, acordándose de todo —Yo dije 4, por nuestra fecha de aniversario.— dijo después.

—Y estaba mal.— completó Heeseung con diversión —Yo dije 15, por nuestros cumpleaños.

—Que también estaba mal, por cierto— dijo seguido de una risa —Por último dije, 96 sólo porque si.

—Y la respuesta era 69, "era algo obvio" dijo el señor barbón detrás de nosotros y "son unos estudiantes de secundaria" la mujer a su lado. Al final, lo que hicimos fue voltear el papel y le dijimos al vendedor que él había leído mal los números. Como se encontraba frente a tanta gente y él no podía saber si lo que decíamos era cierto o no, no tuvo de otra que darnos el helado gratis.

—El cual estaba delicioso y compartimos con una sola cuchara.— concluyó Jake, otra vez, con una sonrisa en sus labios. Las bebidas llegaron y él removió la suya con la pajilla, y antes de tomar un sorbo de ella dijo: —Que número tan vulgar...

Heeseung soltó una risa divertida, tomando también un sorbo de su bebida.

—No lo sabíamos en aquel entonces porque eramos sólo estudiantes de secundaria— siguió el menor.

—Yo sigo sin saberlo.— bromeó el pelimorado, y Jake le dirigió una mirada que le hizo reír, era cómo si pensara "¿es en serio? ¿tratas de engañarme a mí?" —¡Es en serio!— alegó.

—Por favor, Hee, he escuchado tus canciones. Y créeme, sé que definitivamente no todas hablan sobre buses.— dijo, negando lentamente con la cabeza.

Heeseung soltó una nueva risa y jugó con su vaso. —¿Cuál es tu preferida, entonces? Mi pequeño "oyente casual."

Jake juntó sus labios cómo si fingiera pensarlo, aunque él ya tuviera sus respuestas más que claras.

—Bueno... está esta que habla sobre una separación... ¿"Bills" creo que se llama...?

Heeseung asintió. —Sí, esa es buena.

Jake imitó su acción. —Luego está esta otra que... es cómo si no pudieras reconocer a alguien, a la persona que amas, y es tan confuso...

—¿Hablas de "Fatal Trouble"?— alzó una ceja.

Jake asintió rápidamente. —Si, si, esa. La amo mucho. Me gusta mucho cómo suena tu voz ahí.— halagó y el mayor hizo una pequeña reverencia de agradecimiento. Siguió jugando con la pajilla de su bebida.

—Me alegra que te gusten mis canciones, Jake.— agradeció y este sonrió con timidez —Pero... debes saber que me refería a cuál era tu preferida de... ya sabes, —soltó una risa —las que "no hablan sobre buses."

Jake dejó de sonreír de inmediato y alejó su mirada lo más que pudo. —Oh, pues... mhm... podría decir que esas son muy buenas canciones pero no son realmente mi estilo... aunque las escucho solamente por ser tú quién las canta— balbuceó nerviosamente —Pero, si tuviera que elegir... creo... que "Wet Bed" es mi favorita y la de "Make You Mine" me gusta más su letra.— dijo con las mejillas encendidas, sus dedos jugando entre sí sobre la mesa —"Orgasm"  tampoco está mal....

Heeseung soltó una carcajada que se perdió entre el bullicio de la gente, pero Jake aún así le pidió que bajara la voz con un dedo sobre sus labios. Heeseung sonrió enternecido, encontrando a Jake adorable hasta en eso.

—Adivinaré, te gusta "Make You Mine" porque en lugar de ser la típica canción de sexo habla sobre hacer el amor y estar ridículamente enamorados.— susurró con una sonrisa pícara, con tal de ver a Jake sonrojarse cómo solo él sabía hacer.

—Pues... ¿obvio, no? ¿A quién no le gusta más sentirse amado por encima de ser solamente deseado? Me gusta la letra porque es tierna, y... no sé, la primera vez que lo escuché me recordó a-...

Y cerró su boca y se golpeó mentalmente.

La sonrisa de Heeseung cayó por completo. Ahora estaba serio, no cómo molesto o confundido, más como incomodo y quizás algo curioso. ¿Cuales eran las probabilidades de que hablara más de él que de Sunghoon?

Jake bebió de su bebida.

—Entonces... te trae recuerdos.— murmuró arrastrando las palabras, realmente no sabía si sentirse celoso y triste o solamente era estupido.

—Si... puedes decirlo así.— se limitó a responder.

Heeseung quiso decirle que literalmente esas palabras habían salido de su misma boca, pero quería abandonar ese tema ahora más que nada.

Por suerte para ambos, el mesero llegó finalmente con sus comidas. Mientras el hombre los servía sobre la mesa, Jake se levantó de su asiento.

—Iré a llamar a los niños.— anunció, antes de irse al área de juegos.

Heeseung solamente asintió y agradeció al mesero cuándo este se alejó una vez terminó su labor. Luego, se lanzó hacia atrás hasta que su espalda golpeara con el respaldar de su silla, soltando un largo y profundo suspiro. Sus ojos se movieron al asiento de Jake, dónde había dejado su pequeño bolso y a un lado estaba el contenedor con la comida que él le había preparado. Su mente recordando sus propias palabras de hace unos minutos, su voz haciendo eco en su mente.

¿Qué esperaba? Se preguntaba. Él apenas y había tocado a Jake en su vida. Máximo unas tres veces, de las que podía contar y recordar. Pero, ¿y Sunghoon? ¿Cuántas veces lo habrá tocado? ¿Cuántas veces lo tuvo a su merced?

De tan sólo imaginárselo se le quitaba el apetito.


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Más tarde en la noche los cuatro regresaron a casa, Jungwon dormitado sobre el hombro de Heeseung y Riki batallando con el sueño, mientras caminaba tomado de la mano de su madre. Los mayores dejaron a los niños en su habitación y se aseguraron que estuvieran bien arropados. Salieron de la habitación encontrándose con la casa a oscuras, lo que les indicaba que la señora Goo ya se había ido a dormir. Jake pensó en despedirse del mayor con un último "Buenas Noches", pero cuando llegaron a la puerta del hogar, Heeseung no pudo contener más el deseo de tomar delicadamente (y a la vez con seguridad) la muñeca del rubio, quién pegó un brinco por la sopresa.

—¿Hee? ¿Qué ocurre...?

—Jake.— llamó, misteriosamente cabizbajo. —Hay algo que... quiero hablar contigo antes de que te vayas. — pidió. —Algo que esperé mucho por decirte.

El corazón del menor bombeó con fuerza. Sus labios, entreabiertos, soltaron un pequeño balbuceo y luego una afirmación que lo hiciera ver un poco menos tonto. Cerró la puerta a sus espaldas con cuidado de no hacer mucho ruido. Heeseung lo había soltado de la muñeca.

—¿Hablaremos aquí?

Heeseung negó con su cabeza. —Ven conmigo.

Jake le hizo caso y ambos entraron a su apartamento. Heeseung encendió un sola luz, iluminando apenas el lugar. Jake sintió pronto una oleada de nostalgia, iba a extrañar tanto ese lugar, el hogar de Heeseung.

El mayor caminó hacia la cocina y abrió el refrigerador. Sacó de ahí unas cuantas latas de cerveza, y Jake le miró con sorpresa, pero pronto supo que no era necesariamente lo que estaba pensando.

—Es que... no creo poder decírtelo estando sobrio.— se excusó el mayor con una expresión tímida. —Te ofrecería una pero, ya sabes...

—Sí, no te preocupes. — sonrió lentamente —Yo estoy bien con agua.

El mayor sonrió de igual manera y ambos salieron del apartamento para dirigirse a la terraza del edificio, lugar que Jake nunca había visitado hasta ahora. Era un noche fría y solitaria por las calles. El ruido lejano de los autos y el viento azotador era lo único que podía irse. Heeseung se sentó en uno de los sillones a su lado y dejó las latas sobre la mesita frente a ellos.

Abrió la primera lata.

—Estos anteriores meses... pasaron demasiado rápido.— empezó diciendo, incapaz de ver a Jake a los ojos mientras tomaba un largo sorbo de su cerveza.

—Sí...— confirmó Jake, agachó la cabeza. —Y pasaron tantas cosas que... jamás imaginé.

Soltó una pequeña risa que se perdió con el frío de la noche. Su mente viajó a los últimos dos meses y medio, dónde sucedieron tantas cosas y hubieron tantos cambios en su vida, problemas, lágrimas, dolor...

El Jake de tan solo unos meses atrás no creería que Riki alguna vez iba a llegar a conocer a Heeseung. Tampoco se imaginaba que Sunghoon estuviera engañándole a sus espaldas, o que su amigo de la escuela le hubiera fallado de esa forma. Mucho menos habría creído que sufriría un ataque en cualquier momento y que recaería cómo no lo hacía desde hace mucho. Que tendría que someterse a una cirugía y que prácticamente tenía los días contados, en caso de que saliera mal.

Quería reírse al recordar lo que era su vida ahora. Y no porque realmente lo encontrara divertido. Era simplemente increíble en lo que se había convertido, lo que estaba destinado a vivir.

—Siendo sincero... jamás creí que en realidad tendría un hijo allá afuera, Jake.— soltó Heeseung junto a una risa. Jake sabía que no le estaba reclamando, pero eso no evitó que se sintiera culpable. —Pero eso... es increíble. Incluso ahora, cuando veo a Riki y a veces se comporta cómo tú o cómo yo... o a veces cuando no lo hace y es simplemente él mismo, me parece aún irreal que esto sea cierto. No lo imaginé y sinceramente no me lo esperaba, pero cuando él vino y... se quedó conmigo en mi cama, en mi sala, en mi cocina... es cómo si mi vida hubiera cobrado sentido, ¿entiendes? Cómo... si una parte de mí siempre sintió que necesitaba esto para... para ser feliz, nuevamente, pero yo solo... no lo sabía.— dijo con la mirada perdida.

Jake sintió algo cálido en su pecho. La manera en la que Heeseung se expresaba de su hijo... eso era algo que siempre quiso escuchar. Oírlo decir todo lo que él le hacía sentir, sus momentos de padre e hijo que apenas pudieron vivir estos meses pero que definitivamente no serían los últimos, (Jake se encargaría de hacer que se vieran más seguido, llamaría a Heeseung a diario de ser posible). Lo que más había temido era que Heeseung no lo aceptara, pero no fue así en lo absoluto. Él consideraba a su hijo cómo un regalo, tal cómo él.

Jake se armó de valor y tomó la mano del mayor. Heeseung se confundió un poco ante el repentino toque, pero no se alejó. Jake dejó una pequeña caricia y luego un leve apretón.

—Eres un gran padre, Heeseung, eso puedo asegurártelo.— dijo con suavidad.

Heeseung solamente se dedicó a verlo con sus grandes ojos expresivos. No sabía que necesitaba escuchar eso. Nunca imaginó que ese sería uno de los mejores cumplidos que recibiría en su vida, incluso más que cualquier otro que pudiera recibir por su voz o su talento.

—Y perdona por no habértelo dicho hasta ahora.— siguió diciendo —La verdad es que... no planeaba hacer que tú y él se conocieran. Pero viéndolo ahora... la felicidad que has traído a su vida, los cercanos que se han hecho en tan poco tiempo... eso no tiene precio para mí, Heeseung.— la sinceridad brotaba en sus palabras —Has hecho muy feliz a nuestro hijo, y eso te lo agradezco. Especialmente porque sé lo cruel y duro que fui contigo al principio...

Heeseung juntó sus labios en una pequeña sonrisa apenas visible. Se removió un poco sobre su asiento, pidiéndole a Jake con la mirada que tomara asiento a su lado. Y Jake lo hizo. Ahora el espacio apenas existía entre ambos.

—No te preocupes más por eso, ¿de acuerdo? Ambos cometimos errores e hicimos cosas tontas, pero eso no nos convierte en malas personas.— aseguró —No nos servirá de nada seguir estancados en lo mismo. Riki es feliz ahora, y eso es lo único que importa.

Jake sonrió con timidez. Un lindo sonrojo decorando sus mejillas. —Estoy de acuerdo.

Los siguientes minutos, ambos siguieron hablando de cosas triviales; sobre la cirugía de la próxima semana, las actividades siguientes del mayor, la escuela de Riki, el cumpleaños cercano de Jungwon, y así. Las latas de cerveza ahora estaban vacías y desechadas sobre la mesa. La comodidad del momento había sido tanta, que en este instante ambos se encontraban acurrucados entre sí. Jake recostando su cabeza sobre su hombro, con sus brazos enredados entre ellos y sus manos todavía unidas. Heeseung dió un último sorbo a su última lata, antes de dejarla en el mismo lugar que las demás.

Jake podía sentir el estado de ebriedad del mayor por sus palabras y acciones. A veces soltaba pequeños comentarios incoherentes que les hacía reír, haciendo el momento más calido. Todo pareció cambiar al rededor de una hora después, sin embargo. El tono del mayor sonaba melancólico ahora. Sus palabras siendo arrastradas por la nostalgia.

—¿Sabes? Sé que tú y yo... hace años que no sabíamos nada del otro, y que rehiciste tu vida y todo lo demás. Pero... a decir verdad... tú nunca terminaste conmigo.— contó con tristeza. Jake levantó su cabeza para verlo, pero él sólo parecía concentrado en la vista frente a él.

—¿Qué?— fué irguiéndose en su lugar —¿A qué te refieres?

Las mejillas del mayor se encontraban rojas por el alcohol. Sus ojos ligeramente empañados y sus labos tiritando del frío. Él finalmente despegó su vista del frente, y lo miró directamente a los ojos.

—Sí... y eso es lo que más me dolió.— relató con una mirada triste, —Tú nunca terminaste conmigo, Jake, incluso cuándo te fuiste de casa y te busqué por todas partes y no te pude encontrar, yo te consideraba todavía mi pareja.— tragó con dificultad —Pero tú... solamente te casaste y te olvidaste de mí. Aún cuándo nunca terminaste conmigo oficialmente.

Jake se encontraba sin palabras, sus labios entreabiertos. ¿Qué era lo que el mayor estaba diciendo hora? ¿Era eso lo que tanto le costaba decirle estando sobrio?

Terminar. Era cierto, Jaeyun nunca lo hizo. Simplemente había tomado sus cosas y se había largado, sin importarle que estaba dejando atrás a Heeseung y a todos sus momentos juntos. Porque planeaba comenzar una nueva vida sin él. Pero tampoco había tenido la bondad de dejarle una carta siquiera, si enfrentarlo cara a cara para decírselo era tan difícil para él.

Jake estuvo perdido mucho tiempo también, pero sabía que Heeseung lo estuvo más. Debió haberse sentido devastado y desesperado al no ver ni un rastro de Jaeyun en esa casa. Debió haberlo esperado varios días, para finalmente aceptar que en realidad nunca iba a regresar. Que Jaeyun acababa de abandonarlo.

E incluso después de todo eso, Heeseung lo siguió considerando su pareja, su novio. Hasta que Jake apareció en el apartamento con aquel anillo en su dedo, y le explicó, sin tacto alguno, que ahora había alguien más.

—Así que quiero que lo hagas ahora mismo.— la voz del mayor lo regresó a la realidad. Jake lo miró con desconcierto.

—¿Qué..?

—Termina conmigo, Jake — pidió —Pero esta vez hazlo de verdad.

Jake de verdad que no entendía porque el mayor insistía en que lo hiciera, en que terminara con él. Pero recordó sus palabras, el rencor en ellas, y luego de un tiempo analizándolas cayó en la conclusión de que quizás lo que él quería era pasar página de una vez por todas. Vivir sin seguir amarrado al pasado, a la pareja que todavía consideraba que tenía y estuvo ausente tantos años.

Y Jake no podía juzgarlo. Él mismo había querido experimentar eso, dejar atrás todo, superar su relación. Quería enamorarse de vuelta, de la persona correcta esta vez. Quería conocer gente, enamorarse, experimentar el amor una vez más, con una persona totalmente diferente.

Y tal vez el mayor deseaba lo mismo.

Recordó también las anteriores palabras de la señora Goo, sobre que el mayor no había vuelto a enamorarse luego de él. Y tal vez eran los últimos sucesos en su vida, o el saber que pronto, en cualquier momento, él ya no estaría. Tal vez eran las razones más estúpidas y sin sentido las que decidieron dejar de lado su egoísmo y aceptar que el mayor no iba a amarlo para siempre.

Que allá afuera había alguien mejor que él para el.

La persona indicada.

Tragó con fuerza y asintió con lentitud. No sabía cómo iba a hacerlo, pero sabía que debía. Claro que debía.

—Está bien, yo... — le miró a los ojos, con tristeza y algo más que Heeseung no sabía cómo interpretar. Ni el mismo Jake sabía cómo hacerlo. —Bueno, hace tiempo que las cosas dejaron de sentirse igual entre nosotros— empezó diciendo —Yo ya no... me sentía cómodo contigo. Los problemas eran tan grandes y tan... sofocantes que sólo quería que se detuvieran, que pararan.

Los recuerdos de sus últimos días juntos inundaron su mente una vez más. Las fuertes peleas, los gritos, las lágrimas, el dolor...

—Poco a poco lo que creí sentir por tí comenzó a desvanecerse. Ya no eras mi lugar seguro, ni la persona con la que quería pasar el resto mis días— sin poder evitarlo, su vista comenzó a empañarse, un dolor instalado en su pecho, un nudo arrancándole la garganta.

—Así que, Lee Heeseung... yo dejé de amarte. Y quiero terminar contigo.

Lo había dicho, y no sabía cómo. Creyó que al hacerlo se sentiría mejor, pero no era así. No sentía nada liberador. Al contrario, se sentía tan deprimente y agobiante. Cómo si dijera algo que no quería decir realmente, aunque no fuera así para nada. El de verdad, de verdad quería dejar a Heeseung en paz.

Heeseung lo miró a los ojos durante unos largos y silenciosos segundos. Sus ojos brillaban y se veían tan dolidos. De cerca se podía notar lo mucho que el mayor se estaba conteniendo las ganas de llorar y romperse. Jake pensó que debió aguantar mucho para llegar a este momento, y seguramente tampoco se sentía cómodo al saber que su "relación" finalmente había llegado a su fin.

—Okay.— respondió, luego de varios segundos —De acuerdo.

Jake tironeó de su labio, dispuesto a no dejarse ganar del todo por la vulnerabilidad de sus sentimientos.

Apartó su mirada.

—Yo también tengo que decirte algo.— dijo el mayor y se vió obligado a verlo una vez más.

Heeseung hizo que sus manos se separasen.

—Yo también dejé de sentirme seguro en nuestra relación. Muchas veces deseé que existiera una forma de regresar al pasado, a dónde comenzamos.— se expresó —No entiendo cómo fue que todo terminó así para nosotros, siendo que nos amábamos tanto y nos creíamos capaces de superar todo... pero tal vez fue ese mismo amor el que hizo que todo se desmoronara. Tal vez si hubiéramos sido más racionales, no habríamos tomado decisiones cómo las que tomamos, no habríamos hecho las cosas que hicimos, no nos habríamos dicho todo lo que nos dijimos....

Jake no pudo soportarlo más. Una pequeña lágrima bajó por su rostro, seguida de otra y otra más. Era realmente el peor sentimiento tener que recordar todo lo de aquel entonces.

—Y yo, Jake Shim, te aseguro que eres a quién más amé en toda mi vida— lo vió directamente a los ojos —y también quiero terminar contigo.

Eso fue todo para ambos. No pudieron contener más las lágrimas y los sollozos, el fuerte llanto. Se sostuvieron el uno al otro en un débil abrazo. Con los ojos cerrados y sus cuerpos temblando. Pequeños sollozos desgarradores saliendo de la boca de ambos.

—L-lo siento... — soltó el menor de ambos.

—Lo siento también.— contestó el contrario, su mano acariciando lentamente la piel de su nuca.

Lentamente se fueron separando, y todavía en medio de su llanto, sus rostros se movieron en sincronía, buscándose mutuamente. Se miraron a los ojos, rotos por lo que acababan de decirse, pero aún así pudieron sentir la sinceridad en ellos ahora. Ya no había nada más. Su relación había tocado fondo. Pero, por primera vez, habían sido sinceros con el otro, y habían dicho todo lo que tanto habían temido decirse antes.

Y todo sucedió con lentitud. Heeseung corrió su flequillo delicadamente con su mano, y Jaeyun la tomó y la unió con la suya una vez hubo terminado. Y lo siguiente fue repentino, y a la vez, esperado. Un beso. El mayor había agachado su rostro para besarlo en los labios con delicadeza, apenas una suave presión al principio, antes de que Jake los fundiera más y se dejara llevar por esa boca que hace tantos años no probaba.

Fue un baile lento. Ambos con los ojos cerrados, simplemente disfrutando y dejándose llevar. Jake había ladeado su cabeza para tener un mejor acceso y Heeseung lo sostuvo fuertemente de la cintura con uno de sus brazos. Una fría ventisca golpeó las latas y las hizo caer, pero ni siquiera ese ruido fue capaz de separarles. Sus bocas no paraban de moverse en sintonía, sus corazones sacudiéndose con fuerza, sus pechos llenándose de ese nuevo sentimiento que habían desbloqueado hasta ese momento.

Ninguno de los dos quiso separarse, pero de todas maneras tuvieron que hacerlo para recuperar el aliento. Sus frentes se pegaron y se vieron nuevamente a los ojos, mientras ambos respiraban en la cara del otro.

Heeseung se alejó un poco solo para confirmar que esto fuera real, que acababa de besar a Shim Jaeyun de nuevo, luego de tantos años. Lo vió y lo admiró cómo si fuera la cosa más hermosa que hubiera visto nunca. Jake se sintió avergonzado y se sonrojó más que antes. Heeseung no lo aguantó más y se acercó para besar su mejilla, y luego regresar a su boca.

Jake volvió a cerrar sus ojos y sus brazos rodearon el cuello del mayor, simplemente dejándose hacer porque sabía que este momento sería único. No lo volvería a vivir jamás.

Y estuvieron así un par de minutos más, besándose sin decir ni una sóla palabra. Acabaron en la misma posición que antes, aunque esta vez de una forma más íntima. Jake estaba sentado sobre las piernas del mayor, con su cabeza recostada en su hombro mientras este lo abrazaba por la cintura y sus manos se mantenían unidas, ambos admirando la vista de noche en completo silencio.

—Esa fue una muy buena forma de terminar... — dijo el rubio con algo de humor.

Heeseung soltó una risa.

—Opino que fue la mejor.




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una actu larguita porque no actualizaba desde hace días jeje

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