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17.

La última vez que Jake asistió a una reunión de padres en la escuela de Jungwon, una de sus maestras le dijo algo que lo dejó impactado.

« Su hijo es muy inteligente a comparación del resto de los niños, y cuenta con una memoria impresionante. Sus excelentes calificaciones hablan por sí sólas.

Nosotros creemos que, su hijo, podría tratarse de un superdotado."

Jake recuerda haberse sentido tan perdido en ese momento. La maestra le explicó que, en teoría, todavía era algo muy pronto catalogar al niño cómo un superdotado, ya que aún le quedaba mitad de camino para terminar de desarrollarse; pero aún así no podían descartar la posibilidad de que él lo fuera. Su capacidad de aprendizaje estaba a un nivel mucho más elevado que cualquiera que hubiera visto antes de primaria, y es por eso que le recomendaron cambiar su escuela e ingresarlo a un programa de intervención que le permita desarrollar sus capacidades desde ahora.

Jake recuerda bien, que esa fue una de las pocas veces que una pelea se desató en su casa. Sunghoon y él habían discutido tan fuerte sobre este tema, que Jake ni siquiera notó cuándo su hijo mayor escapó de casa, se subió a un tren, llegó hasta Seúl y conoció directamente a su padre.

No hasta que Jungwon se lo dijo.

Al parecer, él había ayudado a Riki a comprar el boleto esa misma mañana, y le mostró todo el camino que lo llevaría hasta su destino, dirigiéndolo y simulando la ciudad de Seúl con sus juguetes de lego.

Jake no sabía si lo había impresionado más que su hijo de seis años fuera un genio para las direcciones, o que su hijo de nueve haya decidido salir completamente sólo a tales horas de la noche.

Lo único que sabía es que no entendía absolutamente nada de lo que estaba sucediendo. Sus dos hijos eran muy diferentes al resto. Tenía un niño genio en casa, y uno extremadamente introvertido, al punto que ambos sufrían de burlas y acoso en sus respectivas escuelas. Por ser diferentes.

Había decidido ignorar muchas cosas hasta ahora, pero Jake comenzaba a entenderlo todo de a poco. La razón por la que ellos habían discutido era porque Sunghoon estaba de acuerdo con la idea de sacar a su hijo de su escuela actual para ingresarlo al programa de intervención, una institución hecha para niños cómo él.

Pero Jake no quería eso. Él quería que Jungwon aprendiera a escribir bien primero. Podía leer más que bien y era bueno memorizando información, pero escribir era lo que se le dificultaba más. Jake quería que le enseñaran bien eso primero, antes de tomar una decisión.

Y, honestamente, deseaba que para cuándo ese momento llegara, su hijo no quiera aceptarlo, sólo de esa manera Jake convencería a Sunghoon de que no era una buena idea.

Para empezar, Jungwon tenía que pasar un examen de admisión en este programa para lograr ser aceptado. Tendría que pasar horas y horas estudiando, forzando sus capacidades y sólo de esa forma lo clasificarían por el nivel de su desarrollo.

Cuándo Jake pensaba en eso, había una voz en su cabeza que le recordaba un dato muy importante.

Él sólo tiene seis años.

No lo fuerces a nada.

No seas ese tipo de padre.

No seas cómo los que te criaron.

Pero Sunghoon tenía un idea completamente diferente, y es ahí cuándo Jake comienza a entender todo. Sunghoon probablemente quería forzar a su hijo a convertirse en un superdotado, sin importar que lo que él quisiera en este momento fuera terminar primer grado con sus amigos. Divirtiéndose.

Pero cuándo se trataba de Riki, todo se tornaba diferente.

Porque cuándo Riki regresó una vez con el uniforme desordenado y sucio, y les contó que sus compañeros se lo habían hecho sólo por ser pequeño y no estar interesado en hablar con nadie, Sunghoon no tuvo el mismo entusiasmo por sacarlo de su escuela cómo lo tuvo con Jungwon.

"—Los niños son crueles en primaria. Yo también fui acosado cuando tenía su edad. Es la escuela más cara de Busan. No podemos simplemente sacarlo y dejar en mal a nuestra familia de esta forma". Es lo que le había dicho Sunghoon una vez estuvieron hablando a sólas sobre lo que harían.

Jake había querido decirle tantas cosas, pero se sintió muy sumiso en ese momento. Era diferente con Jungwon. Riki no era hijo de Sunghoon, así que, se podía decir que ya estaba haciendo suficiente al pagarle la costosa escuela a su hijo, siendo que a Jungwon —el genio, su hijo— lo había ingresado a una apenas privada para evitar demasiados gastos.

Jaeyun había pensado comenzar a trabajar de medio tiempo por su parte para que cada uno pagara por la escuela de uno de los niños y así ambos podían estudiar juntos en la misma institución.

Claro que... no esperaba absolutamente nada de lo que sucedió después de aquella reunión con la maestra de Jungwon.

La huida de Riki. Heeseung apareciendo de nuevo en su vida. El engaño de Sunghoon. Jungwon enfermando. Sunghoon tomándolo del cuello...

Jake creía que el destino era una cosa escalofriante. No podía entender cómo todo eso había sucedido en sólo un mes.

Volviendo ahora al presente, Jaeyun se encontraba fuera del salón de Jungwon, esperando que saliera. La noche que cenaron con la señora Goo por primera vez, Jake le explicó a su hijo que no podía seguir perdiéndose más clases (especialmente si esto era por su culpa), así que a partir del día siguiente Jake comenzó a acompañarlo desde Seúl para asegurarse de que no se perdiera más clases. Considerando lo bien que le va a su hijo en la escuela, las faltas sin justificación podrían perjudicar mucho sus notas.

Afortunadamente había ido al apartamento de Heeseung con la mochila y el uniforme de su hijo, pues este recién había sido despachado de la escuela cuándo sucedió lo de Sunghoon en el hospital; así que no tendría que preocuparse por regresar a su casa, dónde sabía que Park lo estaba esperando.

Sintió a alguien sentarse a su lado en la banca. El olor de su fragancia llegó a sus fosas nasales y Jake no tuvo que voltearse para saber de quién se trataba. Había vivido años con él. Podía distinguirlo en un lugar lleno de gente hasta con los ojos cerrados.

—¿Por qué estás aquí?— le preguntó con frialdad, sin voltear a verlo en ningún momento.

Sunghoon soltó un suspiro. —Vine a recoger a mi hijo de la escuela. Supe que finalmente decidió dejar de faltar.

Jake apretó ligeramente su mandíbula. Odiaba tanto que las personas que trabajaban en esa escuela siempre debían contarle todo sobre Jungwon a Sunghoon. A veces, cómo en estos casos, no hacía falta que lo hicieran.

—¿Y te crees un gran padre por hacer eso?— Jake soltó una risa —Porque ha estado viniendo desde hace dos semanas, y nunca te había visto aquí.

Sunghoon se apoyó mejor en la banca y puso una expresión engreída. Ambos finalmente se vieron cara a cara.

—Que tú no me hayas visto, no quiere decir que no haya venido. O que recién me haya dado cuenta.

Jaeyun soltó un suspiro sintiéndose furioso por la forma en que Sunghoon le hablaba cómo si nada. Cómo si no se sintiera culpable o avergonzado en lo absoluto.

—¿Cuándo piensas volver a casa?— preguntó con seriedad.

Jake negó lentamente. —No lo haré.

—Tienes que hacerlo. Puedes odiarme todo lo que quieras, pero sabes que nosotros seguimos siendo una familia.

Jake soltó una nueva risa irónica, cruzándose de brazos. —¿Una familia dices? ¿En serio, Sunghoon? ¿Y en dónde estaba esa familia tuya cuándo te metiste con quién yo creía mi amigo?— habló con rencor. —¿Eh? Dime. Porque está claro que no estabas pensando en nosotros cuándo lo hiciste.

Sunghoon parecía estar conteniéndose de decir o hacer algo, y Jake lo desafiaba con la mirada. Estaba en un lugar público. Habían personas viéndolos a lo lejos. Si pensaba lastimarlo cómo hizo en el apartamento de Heeseung, se enfrentaría a muchos problemas.

—De todas maneras, debes regresar a casa para correrme o para tomar tus cosas si lo que quieres es dejar de vivir conmigo.— dijo él luego de unos segundos en silencio. El timbre de la escuela sonó y ambos vieron hacia la puerta de dónde saldría Jungwon. —Y tú no puedes evitar que yo vea a mi hijo.— dijo poniéndose de pie.

Segundos después Jungwon salió del salón y su rostro se iluminó al ver a su padre. Salió corriendo en su dirección gritando un pequeño "¡papi!" y Sunghoon se paró de cuclillas extendiendo sus brazos para un abrazo que no tardó en llegar.

Jake miró la escena con dolor. Podía jurar que acababa de ver todo en cámara lenta y que había dejado de oír todo a su alrededor a excepción de las risas de Jungwon y la voz de Sunghoon preguntándole por su día.

Sintió su pecho doler. Llevó su mano rápidamente a dónde su ubicaba su corazón y trató de regular su respiración. Recuerdos llegaron a su mente. Recuerdos de cuándo conoció a Sunghoon, recuerdos de cuándo Jungwon nació y ambos se casaron. Recuerdos de lo que vió en el hospital y de lo que sucedió estando en Seúl.

El destino era sin duda una porquería.

—¡Mamá!— gritó Jungwon cuándo logró localizarlo. Corrió desde el otro lado del patio para llegar a su lado y Jake aprovechó para limpiar sus lagrimas rápidamente. Forzó una sonrisa para su hijo y se agachó para recibirlo en sus brazos.

Jake deseaba borrar esa estúpida sonrisa en el rostro de Sunghoon de un golpe. No podía entender cómo podía actuar tan normal frente a su hijo. Se preguntaba desde hace cuánto lo hacía. Actuar tan bien frente a ellos.

—¿Regresaremos a casa hoy?— le preguntó Jungwon con sus ojitos brillando de ilusión. Jake automáticamente miró a Sunghoon quién parecía sereno.

Jaeyun soltó una risa pequeña. —¿Papá te dijo que volveríamos hoy..?— preguntó confundido.

—No, pero creí...— respondió él dejando de sonreír. Su papá lo interrumpió.

—Lo que sucede es que él probablemente extraña verme, ¿no es así, Jungwon?— dijo Park con una sonrisa orgullosa, acariciando lentamente el cabello de su hijo.

Jungwon asintió de inmediato. Claro que lo hacía. Él estaba muy pequeño para saber lo que sucedía con sus padres en realidad. Jake no quería contaminarle la cabeza con sus problemas matrimoniales. Eso sólo crearía traumas para él, y ya había tenido suficiente con escuchar su pelea en el hospital mientras él estaba en un momento de debilidad.

—Nosotros... volveremos pronto, amor. En pocos días Riki comienza la escuela, ¿recuerdas?— Jungwon asintió —Sólo pasaremos unas cuantas vacaciones más en Seúl y entonces... e-entonces...

—Podrás ver a tu papá todo lo que quieras, sin que nadie te lo impida. — le interrumpió Sunghoon, sus ojos ni siquiera veían a Jungwon, estaban clavados en los de Jake y lo miraba con superioridad, autoproclamándose el ganador de la discusión.

Jake lo miró con rabia desde abajo y soltó un ruidoso suspiro. Se levantó lentamente y tomó la mano de su hijo, viendo directamente los ojos de Park.

—Tenemos que irnos ya. Debo ir a prepararle el almuerzo a Heeseung. —dijo con un poco de diversión, aunque su voz y su mirada seguían estando serias.

Se sintió orgulloso de ver al menor cambiar su expresión automáticamente. Estaba molesto.

—¿Ahora eres su esposa ama de casa?— preguntó entre dientes y en voz baja.

Jake miró instintivamente hacia abajo a su hijo, quién parecía distraído viendo a sus compañeros irse, pero Jake sabía que ya no podía confiar en eso. Jungwon escuchaba todo y es por eso que debía ser cuidadoso con lo que decía frente a él.

—Al menos yo si sé cumplir bien mi papel en el hogar.— contestó dándose la vuelta. Jungwon se despidió tristemente de su papá con la mano.

Cuándo estaba a mitad de camino, escuchó a Park hablar nuevamente.

—Jaeyun.— lo hizo detenerse. —Dime que al menos estás cuidando de tu salud.— su voz sonaba diferente ahora. Cómo si estuviera preocupado por él.

Jake no sabía qué decir. Ni siquiera había volteado. Su orgullo era demasiado grande, o no sabía si era su dignidad la que no lo dejaba voltearse. No lo necesitaba. Él no lo necesitaba.

Toma.— ni siquiera se percató de que Sunghoon había llegado a su lado. Jake miró por el rabillo de su ojo. Eran sus pastillas. —No las has tomado desde hace semanas.

Jake mordió su labio inferior y contuvo el deseo de alejar aquellos medicamentos de un manotazo. Debía controlarse. Su hijo estaba viendo y escuchando todo.

No te preocupes por mí.— fue lo único que respondió, su voz un poco inestable, pero lo había hecho. Se alejó rápidamente y caminó hasta la salida de la escuela.

En el camino de regreso a Seúl, Jake sostuvo el cuerpo de su hijo mientras este dormía, aprovechando para poder llorar finalmente en silencio. Sin que nadie lo supiera.

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Jaeyun no mintió. Hoy -milagrosamente- Heeseung tenía el día libre, así que pudo quedarse en casa cuidando a su hijo. Jake pensaba cocinarle de nuevo, cómo había estado haciendo desde que comenzó a quedarse con la señora Goo y aprovechando que esta no se encontraba en casa en este momento.

No sabía porqué, pero la idea de comer sólos le emocionaba mucho. Y aún más el hecho de que Heeseung haya decidido pasar su día libre en casa, cuándo fácilmente pudo haber salido a la ciudad.

Heeseung se encontró con la imagen de Jaeyun al verlo entrar a la casa con su hijo menor. Lo recibió con una enorme sonrisa y se puso de pie. Estuvo a punto de saludarlo, pero un repentino abrazo de parte del rubio llegó y lo descolocó por completo.

Heeseung se preocupó al instante, pero Jake no se escuchaba llorando. Incluso revisó por un momento su rostro y este no se veía afectado, simplemente cerraba sus ojos con fuerza cómo si estuviera conteniendo algo.

—Jake... ¿qué ocurre?— preguntó, tratando de controlar sus rápidos latidos. El pequeño cuerpo de Jake se amoldaba tan bien al suyo que casi parecía que fue exactamente hecho a su medida.

Sintió la respiración de Jake regularse contra su cuello. El rubio se aferró con más fuerza a su cuerpo y abrió lentamente sus ojos.

—Yo sólo... necesitaba un abrazo.— murmuró con voz apenada. Heeseung relajó sus hombros y levantó su mano para acariciar su cabeza.

—¿Está todo bien?

Jake asintió, más no parecía estar dispuesto a dejarlo ir. No es cómo si Heeseung quisiera que lo hiciera.

—H-hoy... Sunghoon vino a ver a Jungwon.— se decidió por contarle —Vino y... no sé qué cosas le habrá dicho... pero Jungwon lo extraña y yo no sé qué hacer...

Heeseung hizo que se separaran y vió a Jake con duda. Automáticamente ambos vieron a los niños, quiénes correteaban por la habitación del mayor soltando unos gritos. No perdieron el tiempo para ponerse a jugar juntos.

—Yo no quiero que mi bebé lo vea, Hee. Realmente odiaría tener que verlos juntos sabiendo que él en cualquier momento pudiera hacerle lo mismo que hizo conmigo, pero a la vez... Jungwon lo extraña mucho. Y yo no quiero tener que explicarle las mil y un razones por las que no podemos seguir viviendo juntos cómo antes...

Heeseung asintió lentamente cómo si pudiera entender a Jake. A sus ojos él era una persona bellísima. Aún con todo lo que le había hecho el idiota de Park y ser la mayor victima en todo ese embrollo, Jake seguía pensando en sus hijos primero. Sabía que estaba eliminando poco a poco todos sus sentimientos por Sunghoon, pero aún así lo veía cómo el padre de su niño. Jake era tan razonable y realista hasta en esta situación que no lo ameritaba.

Pero, al mismo tiempo, debía comenzar a pensar en sí mismo. ¿Quién podía culparlo entonces?

—No lo quería decir, pero... él se está volviendo bastante cercano a tí, Heeseung.— siguió diciendo con ojos llenos de preocupación —Él probablemente te vea cómo un amigo ahora, pero él es bastante inteligente y sabe con seguridad que tú eres el padre de su hermano. Así que entiendo que él pueda sentirse algo celoso de la relación que tiene Riki contigo, porque es exactamente la misma situación en la que Riki se encontraba metido en los anteriores seis años de matrimonio con Sunghoon.

Heeseung volvió a buscar al pequeño con la mirada y lo encontró esta vez contando hasta treinta con los ojos tapados. Ahora estaban jugando a las escondidas. Ellos dos eran probablemente mejores amigos.

—No pienses que te estoy culpando, por favor. No se trata de eso. Si alguien aquí tiene la culpa soy yo por no haber descubierto esto antes...— dijo tras soltar un suspiro de cansancio.

Heeseung se mantuvo en silencio un momento, pensando cuidadosamente en lo que respondería. La situación en la que Jake se encontraba metido era bastante complicada. Estaba pensando todavía si debía divorciarse oficialmente, ya que aunque sabía bien que ya no se consideraba pareja de Sunghoon y que jamás sería capaz de perdonarlo, también tenía en cuenta de que sería un trabajo muy difícil convencer a Park de aceptarlo. Era capaz de seguir con Sunoo y Jake al mismo tiempo sólo para mantener su imagen del Dr. Perfecto e Íntegro que no era capaz de abandonar a su familia.

También debía hacerse cargo de dos niños él sólo. Incluso si Park lograba aceptar el divorcio, ¿qué le quedaría a Jake? Probablemente Sunghoon esté tan molesto con él que no quiera seguir sustentándolo, entonces Jake tendría que arreglárselas para sacar adelante a sus dos hijos, aunque Heeseung estaría más que dispuesto a apoyarlo. Pero no estaba muy seguro de que el rubio sea capaz de aceptarlo.

Luego estaba el cuidado emocional que Jake necesitaba brindarle a sus hijos sin siquiera poder contarles todos los hechos, y todo porque deseaba que ellos crecieran sin preocuparse mucho de lo que sucedió. De otra forma, Jake se odiaría por completo. Él quería que sus hijos se mantuvieran felices y estaba haciendo un gran esfuerzo por lograrlo.

Y, en el último lugar, se encontraba el estado emocional de Jake, lo que Heeseung creía que era más importante que todo lo anterior. Jake debe sentirse devastado, traicionado y amargado en el interior. Debe tener tantas ganas de llorar y gritar cada vez que recordaba la forma en que Sunghoon lo trató. O puede que incluso deba sentirse avergonzado por hacer todo eso en la casa de Heeseung. Tal vez él incluso tenga pensamientos para nada positivos. No lo sabía. Era cómo si Jake hundiera todos sus sentimientos en lo más profundo del océano sólo para aparentar estar calmado, cuándo lo más probable es que quiera llorar por horas.

Heeseung finalmente pensó en una pequeña solución. No sabía si funcionaría o si siquiera lograría algo, pero el tiempo se le acababa y él realmente quería intentar recuperar a Jake, aunque no estaba seguro si era lo más sabio hacerlo ahora que el menor estaba pasando por un mal momento.

—Tengo todo el día libre hoy.— dijo, llamando la atención de Jake —Podemos... sacar a los niños. Estoy seguro de que están hartos de pasar todo estos días encerrados en casa. Vayamos a un parque de atracciones.

Jaeyun frunció el ceño. —Pero... ¿y si alguien te reconoce? ¿No te regañará tu empresa?

Heeseunr soltó una risa divertida y se llevó las manos a los bolsillos del pantalón. —Me regañan todo el tiempo. Digamos que... soy un poco rebelde.

El menor rió de igual manera y negó con su cabeza.

—Bien, supongo que es cierto. ¿Pero recuerdas la vez que dijiste en un live que Riki era hijo tuyo? Los siguientes días vivió en la boca de todos y muchas niñas obsesionadas contigo comenzaron a atacarlo sin razón. Yo realmente no quiero que él vuelva a vivir eso, y tampoco quiero que Jungwon lo haga.

Heeseung volvió a pensarlo un momento. No podía conseguir el parque de diversiones sólo para ellos en tan poco tiempo, pero sabía de alguien que sí podría.

Jake se asustó al ver al mayor sonreír sospechosamente, antes de sacar su celular y marcar el número de alguien. Rápidamente esa persona le respondió.

—Oh, Lily, disculpa por haber interrumpido tu día libre...— dijo con voz fingida. Jake supo de inmediato que hablaba con su manager.

Heeseung le dirigió una mirada cómplice.

—Ya que estamos... ¿puedes hacerme un favor?


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—Dime, ¿en serio lograste convencer al personal de BELIFT para que reservaran exclusivamente el Lotte World por unas horas?— preguntó Jake con asombro, viendo por la ventana y tratando de controlar al pequeño Jungwon en su regazo que se encontraba emocionado.

—Sí, fue trabajo fácil. Simplemente les amenacé con demandarlos por sobre-explotación laboral y catorce cargos más que no debes saber.— dijo cómo si nada. Jake ahora lo miró con los ojos abiertos de par en par y Heeseung rió por la expresión del menor. —¿Qué?

—Nada.— dijo, sin saber si debía entrometerse en la vida profesional del mayor o no. Optó por no hacerlo. —Aún así... deben haber gastado mucho dinero. No creo que hayan cobrado poco por desalojar un lugar que se encuentra siempre lleno.

Heeseung se encogió de hombros. —Al final el dinero que ganan ha sido gracias a mí.

Jake comenzó a reír escandalosamente y Heeseung sonrió divertido. Los niños se encontraban emocionados en el auto, viendo todo el tiempo por la ventana mientras esperaban llegar a su destino.

Minutos después los cuatro entraron al parque de atracciones, Heeseung sosteniendo la mano de su hijo y Jaeyun la de Jungwon, quién con la misma se soltó para luego salir corriendo emocionado. Heeseung habló con algunas personas en la entrada que se veían serias, mientras Riki salió corriendo para seguir a su hermano.

—Ellos nos estarán acompañando para asegurarse de que ninguno de los trabajadores tome fotos.— dijo Heeseung señalando disimuladamente al staff a sus espaldas. Jaeyun los miró con curiosidad.

—¿No te regañará tu empresa cuándo ellos les cuenten que saliste públicamente conmigo?— le preguntó caminando a su lado. Rápidamente se retractó. —Quiero decir... con nosotros.

Heeseung se encogió de hombros. —Le diré que lo hice en mi día libre.— contestó cómo si nada —Y yo soy libre de hacer lo que sea cuándo no estoy en modo idol.

Jake no pudo evitar ver al mayor con admiración. —Wow, tú en serio no le tienes miedo al hiatus, ¿no?

Heeseung sonrió. —Creo que un hiatus sería lo mejor.— lo miró —Así tendría más tiempo para mí mismo.

Ambos se quedaron viendo a los ojos durante un largo tiempo. Sus pasos se habían detenido y ambos permanecieron ahí mismo en sus lugares. Jake se sintió mal por el mensaje que le transmitió el mayor, y este dedicó ese momento para apreciar la increíble belleza del rubio.

Justo ahora, con el cabello así de deslumbrante, vistiendo la ropa que le compró y una de sus chaquetas, con sus ojos brillando cómo dos hermosas estrellas, y sus rosados y carnosos labios adoptando la forma de un pequeño puchero... justo ahora Jake se miraba más que precioso a los ojos de Heeseung. Le parecía increíble cómo cada día que pasaba se ponía más y más hermoso.

—Jake...

Jake lo miró con ilusión. —¿Sí..?

Heeseung tragó con fuerza. —Jake, hoy te ves...

—¡Mamá! ¡Mira, un castillo!— la chillona voz de Jungwon les interrumpió el momento. Ambos adultos voltearon y el niño se encontraba señalando uno de los castillos dentro del lugar.

Heeseung alejó la mirada con vergüenza y Jake rápidamente llegó hasta donde su pequeño se encontraba.

Si, definitivamente, a veces Heeseung odiaba mucho la inocencia de los niños.

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La tarde se resumió en los niños divirtiéndose en cada juego que veían. Se subieron al carrusel cómo ocho veces y luego obligaron a los dos adultos a hacerlo de igual manera. Jaeyun aceptó de inmediato pero a Heeseung tuvieron que empujarlo de las piernas. Claro que, al ser niños no lograron nada, pero lo que logró convencer al mayor de subirse fueron los bonitos ojos de Jake cuándo este se lo pidió.

No pudo negarse y ahí estuvo, subido junto a Jake en un pequeño caballito mientras la cosa esa empezaba a dar vueltas. Sus caballos estaban justo al lado del otro, así que tuvo al menor en una distancia extremadamente cerca, lo que lo puso algo ansioso al principio, pero luego se dejó llevar y se contagió por las pequeñas risas del más pequeño.

Luego fueron a la pista de patinaje. Los cuatro se pusieron su equipo de protecciones y el mayor de ellos fue el primero en ingresar a la pista. Lo que sorprendió a Jake fue que al primero que ayudó fue a Jungwon. Lo tomó fuerte de las dos manos y le enseñó a mantener el equilibrio, claro que el niño falló en el primer intento pero ahí estuvo Heeseung para sujetarlo con fuerza.

Estuvo ayudándolo y enseñándole un par de cosas mientras Jake hacía lo mismo con Riki, o bueno... Riki era quién en realidad le enseñaba a su mamá.

No le sorprendía, la verdad. Sunghoon era bueno patinando y más de una vez llevó a Riki a patinar, así que eso explicaba lo bueno que era su hijo mayor en mantener el equilibrio.

El recuerdo de Sunghoon seguía siendo amargo, pero Jake lo sentía en un lugar muy lejano justo ahora. Se estaba divirtiendo junto a sus tres personas favoritas en este momento y prefería concentrarse en eso.

Lo siguiente fue llevar a los niños al área de juegos mientras los adultos buscaban qué comer. Pidieron lo que parecía ser el paraíso de la barbacoa, con todo tipo de carnes [desde las más deliciosas, hasta las más costosas]; y sin olvidar acompañarlas con ramen.

Después fueron al acuario. Jungwon comenzó a hablarle a Heeseung sobre lo peses que conocía y este quedó impresionado. Jake solamente sonrió por su reacción y le explicó que su hijo era bueno estudiando.

Jungwon desató todo su conocimiento sobre los animales marinos y Heeseung lo escuchó atentamente. Riki y Jake también estuvieron escuchando pero no era nada que no sabían ya gracias a que el mismo niño se los había dicho con anterioridad. Aunque habían cosas que ellos no recordaban, pero al parecer, eso no era un problema para Jungwon.

Hicieron un par de cosas más y finalizaron subiéndose a la montaña rusa. Los cuatro se sentaron juntos y gritaron cómo nunca. Jake por un momento recostó su cabeza en el hombro del mayor mientras comenzaba a reír de los mismos nervios, y Heeseung posó su mano sobre la suya para asegurarle que estaba bien. Luego el rubio no pudo más y se aferró al cuerpo de Jungwon, a quién llevaba en sus piernas, cómo si de un peluche de felpa se tratase. Riki parecía ser el único de los cuatro que disfrutaba de la emoción de estar subido en esa cosa.

Cayendo ya la noche, los cuatro comenzaron a caminar al rededor del lugar antes de regresar finalmente a casa. Heeseung cargaba a Jungwon sobre sus hombros (quién tenía un gran globo en su mano y un helado en la otra), mientras sujetaba la mano de su hijo quien también comía un helado. Jake estaba apartado de ellos pero no mucho. Admiraba la escena de Heeseung junto a los dos niños con una sonrisa en su rostro. Él comía tranquilamente de su algodón de azúcar.

—Jamás había visto a mamá comer así hasta ahora.— dijo Riki de la nada, haciendo detener los pasos de los dos adultos.

Jake se limpió un poco el dulce de sus labios con el dorso de su mano mientras fruncía el ceño. —¿De qué hablas?

—Has estado comiendo mucha carne en estos días en la casa de la señora Goo y tú nunca comes carne.— explicó el niño —Y especialmente hoy. Además, tú odias el azúcar.

Jake echó un vistazo al algodón de azúcar en su mano y de pronto se sintió culpable. Heeseung rápidamente notó el cambio de emoción en los ojos de Jake. Pasaron de destellar de alegría, a estar tristes y arrepentidos.

—Es cierto, yo...

—Pero a nosotros nos gusta que estés comiendo mucho, ¿no es así, Riki?— dijo Heeseung con una pequeña sonrisa. Jake le miró con sorpresa. —Él luce más feliz cuándo come todo lo que quiere.

—Uh... sí. Es verdad.— respondió su hijo.

—¡Mamá se ve lindo con las mejillas rellenitas!— dijo Jungwon sacudiéndose un poco.

Heeseung hizo una mueca. —Tienes razón, Wonnie, pero ten cuidado. Podrías caerte.

—¡Lo siento!

El rubio seguía viendo a Heeseung con duda y este no tardó en sonreírle de forma reconfortante.

—A mí me gusta que comas todo lo que quieras, Jake.— aseguró con voz suave. —Aunque lo hagas por mantener tu figura... a mí parecer siempre seguirás viéndote bello.

Soltó la mano de Riki sólo para elevarla a la altura del rostro del contrario lentamente. Alejó un mechón de su rubio cabello y lo acomodó detrás de su oreja delicadamente. Jake sólo pudo permanecer ahí parado en su lugar, incapaz de decir o hacer algo.

Heeseung siempre había sido así con él.
Nada había cambiado.

Heeseung era quién le daba de comer en la escuela y compraba toda la comida que Jake quisiera porque le gustaba verlo feliz. Heeseung era la única persona en aquel entonces a la que le importaba realmente una mierda cómo se veía. A él no le importaba si un día subía de peso, es más, incluso lo consideraría un logro, considerando el lugar dónde se estaba criando y las dietas extremas que le imponían.

Heeseung era la única persona que lo amaría sin importar absolutamente nada. Así era él, y nada había cambiado.

—Yo... —no sabía qué decir al respecto.

Heeseung le sonrió y volvió a tomar la mano de su hijo. —Parece que están a punto de cerrar. Vamos.— y comenzó a caminar sin más.

Jake se quedó ahí unos segundos más, admirando al mayor mientras este caminaba. Sintió su corazón latir con tanta fuerza, que hasta la misma intensidad comenzó a molestarle en el pecho.

Y Jake esta vez no sabía de a cuál de las dos razones se debía.

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Se detuvieron frente a la puerta de la señor Goo. Jungwon se encontraba dormido contra el hombro de Heeseung y Riki comenzó a tocar la puerta para avisarle a la señora que ya habían llegado.

—Si quieres puedes dármelo...— dijo Jake tratando de tomar a su hijo, pero Heeseung retrocedió un paso.

—No te preocupes, Jake, yo puedo ir a dejarlo a su habitación.— respondió con una sonrisa.

Jake sólo pudo sonreír débilmente cómo agradecimiento. La verdad es que había notado a Heeseung comportarse muy atentamente con Jungwon el día de hoy. Se preguntaba si esto tenía algo que ver con lo que le dijo cuando recién habían regresado de la escuela.

La señora Goo finalmente abrió la puerta y los saludó animadamente. Ella le dijo algo a Heeseung y este rió, Riki se acerco a él y le preguntó algo que no pudo entender porque de pronto comenzó a ver todo de forma borrosa, y las voces se escuchaban muy en el fondo.

« Llevaré... a Won... a su cuar.. to. »

¿Eso lo había dicho Heeseung?

Jake no lo sabía. Su cuerpo estaba más ocupado en soportar el inmenso dolor que le estaba golpeando directamente en el pecho. Jake podía escuchar sus propios latidos retumbarle los oídos con intensidad. Era una sensación horrible. Quería que parara.

Primero posó una de sus manos sobre su pecho, dónde se ubicaba su corazón, y luego se aferró a la tela de su ropa al sentir un nuevo golpe que lo hizo retorcerse.

Mamá...

—Jake, ¿estás bien?

—Jakey...

Más y más fuerte. Insoportable.

« Para. »

« Detente. »

« Por favor no aquí, ni ahora. »

« No frente a Heeseung. »

« No frente a mi hijo. »

—AGHHH!! — se quejó con fuerza mientras su cuerpo seguía retorciéndose, tratando de soportar el dolor. Sus latidos más y más rápidos. Sus ojos rápidamente llenándose de lagrimas. El oxígeno cada vez más lejos de llegar a sus pulmones.

« ¡Te dije que te detuvieras! »

—¡Jake!

La señora Goo dejó salir un grito de pánico, y Heeseung rápidamente cayó de rodillas, todavía sosteniendo el cuerpo del niño.

Jaeyun había caído al suelo. Su corazón se había detenido.

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