11.
Jake sintió que se le partió el alma al ver el débil y desanimado rostro de su pequeño, quien yacía recostado en la camilla de la enfermería de su escuela mientras era cubierto por una manta.
Jungwon hacía pucheros mientras Jake hacía un esfuerzo sobrehumano por no echarse a llorar ante la imagen. Tenía un corazón muy débil por sus hijos. Realmente detestaba tener que verlos sufrir.
—Su temperatura está realmente alta.— dijo la enfermera —Le dimos un poco de jarabe y dejamos que descansara mientras los demás se encuentran en clases. También le pusimos un paño frío sobre su cabecita, esperemos que con el tiempo su fiebre comience a bajar.
Jake soltó un suspiro mientras acariciaba las pequeñas piernas de su hijo. Jungwon cerró sus ojos instintivamente y pareció viajar al mundo de los sueños.
—Recomiendo que lo lleve al hospital lo más pronto posible—. siguió diciendo ella, con un tono más bajo para evitar despertar al pequeño.
Jake le devolvió la mirada. —Me lo llevaré ahora.
La mujer asintió y se acomodó los lentes. —Tiene suerte de que a estas horas sea el turno del Dr. Park. Supongo que estará realmente preocupado al ver a su bebé en este estado.— soltó una pequeña risita.
Jake no sonrió ni dijo nada al respecto. Comenzó a levantar el cuerpo de Jungwon con cuidado y lo acomodó contra su hombro. El niño claramente se quejó por la interrupción de su sueño y comenzó a llorar bajito. La fiebre logró ponerlo más sensible de lo normal.
Jake arrulló el cuerpo de su hijo y lo consoló con suaves palabras. A duras penas pudo alcanzar su bolso, y entonces se despidió de la enfermera.
Se las arregló para salir de la escuela y llamar un taxi. Ajustó mejor el abrigo de su hijo y luego de unos cortos minutos de espera el vehículo se detuvo frente a él. Pensó por un momento en que debía avisarle a Sunghoon que llevaría a Jungwon, así pudiera hacer tiempo para atenderlo de primero, pero un nuevo llanto de su hijo logró acaparar por completo su atención, desviándola únicamente a él y a ese par de ojos brillantes y tristes.
Dios, esto realmente iba a matarlo.
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Una vez llegó al hospital, le dijo al taxista que lo esperara unos cuántos minutos, pues no esperaba llevarse mucho tiempo. Se adentró al lugar aún cargando a su hijo y se detuvo en la recepción.
—Hola, soy Park Jaeyun, y vengo a ver al Dr. Sunghoon... —dijo a la recepcionista. Esta le dirigió una pequeña mirada que honestamente no supo cómo interpretar.
¿Cansada? ¿Irritada? ¿Harta?
¿Por qué ella estaría harta de alguien cómo él?
Ni siquiera se conocían...
—El Dr. Park no se encuentra disponible por el momento.— respondió ella mascando de su chicle y fingiendo interés hacia el computador a su lado.
Jake frunció el ceño. —Vengo a una consulta.
—Hmm, en ese caso puede tomar asiento y esperar su turno.— volvió a responder con ese odioso tono de desinterés y superioridad.
Jake volteó hacia las sillas detrás suyo y pudo ver al menos cuatro personas más que esperaban ser atendidas. Él volvió a fruncir el ceño.
—Esto es realmente una emergencia y creo que a él le molestaría más saber que hicieron esperar a su hijo.— comentó con una pequeña risa que pretendía sonar simpática —¿Podría sólo comunicarle que se trata de Jungwon? Así al terminar con esta persona, él pueda ser el siguiente...
Ella lo miró nuevamente, con una pizca de severidad y cansancio en su mirada. Seguidamente soltó un ruidoso suspiro.
—Dije que esperara su turno.— contestó —No espere ningún tipo de trato especial sólo por ser el esposo del doctor. Estas personas llegaron antes y usted debe respetar eso.
—Entiendo eso, y yo normalmente me sentaría a esperar.— dijo con un ligero temblor en su voz —Pero no se trata de mí. Es nuestro hijo el que necesita ser atendido pronto. Él no ha parado de llorar desde que lo recogí de su escuela porque-...
—Señor Park,— le interrumpió y con su brazo extendido señaló a las sillas a sus espaldas —a la fila.
Jake mordió su labio inferior y contuvo las ganas de gritar de frustración. Jungwon se removió en su hombro al sentirlo tenso y su hirviente frente rozó con la piel de su cuello descubierto.
Jake apretó los labios.
—Exijo ver a Sunghoon. Ahora.
—Ya le dije que él no se encuentra disponible en este momento-
Jake se volteó hacia la persona sentada en la primera silla, era un señor mayor. —Disculpe, ¿Cuánto tiempo lleva esperando su consulta?
El señor revisó el reloj en la pared del escritorio unos momentos antes de responderle. —Cerca de una hora y quince minutos.
—¿Hubo alguien esperando antes que usted?
El señor negó con su cabeza. Jaeyun se volteó nuevamente a la recepcionista.
—Una hora y quince minutos. El hospital abre a las nueve y todavía no atienden al primer paciente.— dijo él con enojo —Yo vi a Sunghoon salir de casa para trabajar, así que no existe forma de que él no se encuentre aquí.— sus ojos se clavaron en los de la contraria.
Ella tragó duro, pero su semblante seguía siendo serio.
—Él no puede atender a nadie en este momento, lo siento-
—¿Por qué? ¿Por qué no puede?— buscaba respuestas desesperadamente. Jungwon nuevamente se removió. —¿Se siente mal? ¿Alguna junta tal vez? ¿Qué? ¿Qué le
toma tanto tiempo?
—Señor Park-
—¡Llámame sólo Jaeyun, demonios!
No sabe de dónde salió eso.
Jungwon lloró en su hombro por el susto que le provocó el grito. Las personas esperando también lo vieron sorprendidas y la recepcionista se tensó.
Había sido tan inesperado.
Y a la vez tan liberador.
—Iré.— no esperó a que la mujer lo detuviera. Se dirigió con pasos firmes al consultorio de Sunghoon.
Ella lo siguió de cerca por el pasillo y trató de detenerlo. A Jake se le hizo sumamente extraño su comportamiento. Ella parecía realmente desesperada para que no fuera a ver a su esposo.
Jake abrió la extensa puerta con lentitud, totalmente ajeno a los intentos de la contraria por jalar de su chaqueta y voltearlo.
No cuándo tenía esa imagen frente a él.
—Y nosotros podríamos, no sé... ¿ir a la feria juntos? El viernes por la noche...
Apenas pudo escuchar lo que aquel chico pelirrojo le dijo a Sunghoon parado a su lado frente a la ventana, su dedo moviéndose seductoramente por el pecho de Park.
Jake miró la escena con una expresión indescifrable.
Confundida.
Dolida.
Sunghoon parecía más concentrado en los archivos que leía, pero en cuánto el chico subió su mano por su nuca, sus ojos se movieron automáticamente a los del más bajo.
Él chico vestía de azul, con su uniforme de enfermero.
Entonces, Jake lo recordó.
Tardó en reconocerlo, pero lo hizo.
Ese era Sunoo.
—El viernes no puedo.— contestó Park —Prometí llevar a Jaeyun a cenar con los niños.
Jake estaba lejos de sentirse aliviado al escuchar eso.
Sunoo soltó un bufido —¿Niños? ¿No dijiste que él había enviado a Riki con su 'ex' ese? ¿El cantante?
—Riki volverá mañana.
—¿Realmente crees eso? ¿No te parece que en cuánto vea que el mocoso no quiere separarse de su padre, no dudará ni un segundo en dejárselo? — su voz sonaba persuasiva —Porque claro, él tiene fama y dinero. Jaeyun querrá que su hijo se haga una celebridad tal como su padre, aún cuándo fuiste tú quién lo crió y sacó adelante. Tan jodidamente injusto.
Jake dió un paso, dispuesto a limpiar su nombre y el de Heeseung primero antes de mandar al carajo a estos dos. Pero lo siguiente que sucedió hizo que se congelara en su lugar.
Sunoo se había parado de puntas para igualar la altura del mayor, y entonces, lo besó con suavidad y deseo, sus brazos envolviendo el cuello contrario.
Sunghoon llevó automáticamente sus manos a la cintura contraria, atrayendo el pequeño cuerpo al suyo mientras ladeaba su cabeza y buscaba fundirse aún más en la boca del pelirrojo.
La sala se inundó de los sonidos de sus labios chocando juntos y los jadeos necesitados que ambos dejaban salir, produciéndole náuseas a Jake.
Era espantoso.
Finalmente decidido a encararlos, se acercó con pasos rápidos al par provocando que estos se separaran en cuánto lo notaron.
Él ni siquiera miró a Sunoo, sus ojos clavados únicamente en los de Sunghoon.
—¡¿Qué no eras un cabrón decías?!— lo enfrentó —¡¿Y qué mierda es lo que estoy viendo justo ahora entonces?!
Sunghoon lo miró con pánico —Jaeyun...
—¡Eres un maldito imbécil! ¡Mentiroso!— se alejó y lo empujó lejos cuándo el contrario intentó acercarse —¡No te atrevas a tocarme!
—Jake, escúchame, por favor...— rogó.
—Mamá..— la voz de Jungwon logró despabilarlo.
Jake agachó su mirada y apenas pudo verlo debido a su vista que comenzaba a empañarse. Sin necesidad de verlo con claridad, Jake sabía que su hijo se encontraba llorando nuevamente.
Pero él también lo estaba.
—¡Yo te creí, Sunghoon! ¡Confié en tí!— sentía su garganta doler cómo el infierno debido al llanto que estaba conteniendo a muerte —. ¡Estamos casados, tenemos hijos....! ¿Y ahora tú haces esto?
Por más que lo había evitado, ahí estaba. Una primera lágrima se deslizó por su mejilla.
—¿Cómo pudiste?— susurró, con el corazón roto.
—¿Cómo pudieron? Los dos.— Su mirada se movió a la apenada de Sunoo ahora. —Creí que eras mi amigo...
—Lo fuimos en la universidad, Jaeyun.— contestó sin ninguna pizca de vergüenza —Llevamos años sin vernos.
Jake le miró más que furioso.
—Eres una pequeña mierda.— escupió con odio.
—Jake, debes escucharme, por favor...— pidió nuevamente Park.
Jake apretó los labios y salió disparado a la puerta luego de responderle con un "vete a la mierda."
Fue completamente rápido al salir del pasillo, de la recepción y luego del hospital, ignorando a propósito todas las miradas que le dirigían los demás. Sintió a Sunghoon seguirle de cerca, así que se apresuró a adentrarse al taxi. Le pidió al conductor que arrancara cuánto antes.
Cegado por la ira y la humillación, pensó en ir a casa y sacar todas las cosas de Sunghoon. Pero entonces, recordó algo sumamente importante.
Riki.
Sunghoon iría por él.
Sabiendo bien que Jaeyun no estaba ni un poco dispuesto a escucharlo, ese imbécil iría por Riki y lo usaría como método de chantaje para obligarlo hacerlo. Él no podía dejar que eso sucediera.
—Conduzca hasta la estación de trenes, por favor.— le dijo al conductor. Este le dirigió una breve mirada por el espejo retrovisor.
Jungwon pareció despertarse por completo y miró a su mamá con la cabeza recostada sobre su hombro. Su manita se movió hacia arriba y tocó su mandíbula. Jake giró su cabeza y sonrió enternecido y a la vez con tristeza por el tierno gesto de su bebé.
Su pecho dolió al sentir su mano excesivamente caliente.
—Pero antes, deténgase por la farmacia más cercana que vea.
El hombre volvió a mirarlo y luego al pequeño.
—Seguro.
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