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09.

Los fanáticos de Heeseung se encontraban ciertamente confundidos luego de que el video de su nueva canción fuera puesto en privado. La empresa decidió por fin escuchar las peticiones de su artista y borraron la existencia de aquella canción. Aunque claro, muchos fanáticos lograron grabarla y ahora aquel tema seguía sonando en tiendas, videos y radios.

Lo que se subía al internet, era prácticamente imposible de borrar.

En los últimos días viviendo con el pequeño Riki, Heeseung se la pasó yendo de entrevista a entrevista para hablar sobre su canción, su hijo y su supuesta relación con Yunjin. Era más que todo a pedido de la empresa, cómo una forma de retribuir el "favor" que le hicieron al eliminar el video de su canal, pero no lo hacía de buena gana.

Cuándo le preguntaban a quién iba dirigida la canción, Heeseung respondía: Eso no es de tu incumbencia.

Cuándo le preguntaban qué relación tenía con la madre de su hijo o la razón por la que ellos habían terminado, Heeseung respondía: Eso tampoco es de tu incumbencia.

Y, cuándo le preguntaban qué era lo que realmente tenía con Huh Yunjin, qué clase de relación sentimental mantenían, Heeseung respondía: El amor no es algo que se puede forzar. Es simple, yo no tengo ningún interés en buscar pareja en este momento.

El personal de BELIFT sentían que explotarían pronto. Ese pequeño títere de veintiocho años realmente creía que podía salirse con la suya, haciendo lo que se le diera la gana, arruinando sus planes. Ellos estaban cansados de intentar hacerlo entender, pero si así serían las cosas, dejarían que Heeseung hiciera todo lo que quisiera, siempre y cuando, los proyectos sigan de pie y él tenga que comenzar a viajar seguido.

Cuándo Heeseung supo esto, no pudo evitar sentirse mal por sí mismo. Acababa de terminar su gira mundial y su empresa ya quería comenzar otra, además de todo el trabajo que lo harán hacer preparando su próximo álbum autoproducido.

Estaba exhausto. Necesitaba tomar un respiro pronto, pero sabía que no podía hacerlo.

Cinco días faltaban para que Jake recogiera a Riki, y entonces, su vida se volvería un completo infierno. Ya no tendría a su hijo en sus brazos.

Aunque no quisiera pensar mucho en eso, le resultaba inevitable. Ese pequeño se había convertido en su mejor amigo y su lugar seguro, no estaba seguro de cómo podría seguir sin él estando a su lado. Especialmente sabiendo que él tampoco quería separarse de él.

—Papá...— el pequeño llamó, acurrucándose más cerca de su pecho. Heeseung, quién se encontraba recostado en su cama viendo algo en la televisión, decidió prestarle atención a su hijo. Un pequeño sonido salió de su garganta.

—¿Puedo preguntarte... si estarás para mi próximo cumpleaños?— preguntó en voz baja.

Heeseung se quedó congelado ante la pregunta. Alcanzó el control remoto de la televisión y le bajó completamente el volumen. Luego, pasó uno de sus brazos al rededor del pequeño cuerpo de su hijo.

Riki estaba algo ansioso por escuchar su respuesta.

—Por supuesto que lo haré. Ahí estaré.— le aseguró con una sonrisa —Cumplirás diez años para ese entonces, y yo iré a verte. No me perdería tu cumpleaños por nada.

—Pero... tú nunca estuviste en uno... —a medida fue hablando, su voz fue bajando de a poco.

La sonrisa de Heeseung desapareció lentamente. Dió un vistazo hacia las frazadas, tratando de encontrar el coraje suficiente para atravesar aquellas palabras.

Levantó la mirada. —Escucha, pequeño, hay algo que debes saber de mí. Algo... que quiero que sepas. ¿De acuerdo?— habló con suavidad.

Riki asintió tiernamente y Heeseung se irguió en su lugar, estando ahora sentado en el colchón. Palmeó un par de veces sus piernas indicándole a su hijo que lo siguiera, y este así lo hizo. La habitación estaba iluminada únicamente por la luz de la lámpara a su lado, siendo la única presente que admiraba ahora aquella imagen de un padre sosteniendo entre sus brazos a su hijo, ambos aferrándose a sus cuerpos cómo si fueran la más grande admiración del otro.

—Yo, en realidad, nunca supe de tí antes del día que viniste a verme.— confesó con honestidad.

Una ráfaga de dolor y decepción cruzó por la mirada de Riki, sus ojos temblando por un instante.

Él niño no dijo nada.

—En realidad lo siento mucho.— Heeseung se oía culpable. Sus ojos también temblaban pero con pánico, porque no sabía cómo hacérselo saber y usar las palabras correctas. —Yo... nunca recibí una llamada o algo de parte de tu mamá..., él nunca me dijo nada cuándo nosotros... cuándo...

—Cuándo se amaban.— completó, su voz suave y baja. Sus palabras letales.

El labio inferior de Heeseung tembló ligeramente, escuchando las cortas y directas palabras de su hijo.

¿Acaso mintió?

Soltó una pequeña risa amarga, sin ninguna pizca de gracia. —Sí... c-cuándo nos amábamos.

Tragó duro y su hijo pareció entender, pues recostó su cabeza sobre su hombro, jugando con sus pequeñas manos. A Heeseung le dolió mucho esa imagen, porque él, —Riki— nunca mereció pasar por esto.

Atrajo más su cuerpo al propio.

—Yo nunca supe de tí. Yo creí... creí que era alguien que estaba sólo. Nunca creí que realmente era un padre, y que tenía un hijo ahí afuera esperando por mí.— comenzó a acariciar la espalda de su hijo. Lo sintió temblar. —Yo no sabía nada de eso.... pero ahora que lo sé, créeme Riki que soy el más feliz.

El pequeño sacó su cabeza de su escondite. Vió a su padre con grandes ojos curiosos que heredó de su mamá.

Los labios de Heeseung temblaron nuevamente al notarlo.

—Tú me haces el más feliz, hijo. Yo no... puedo imaginar ahora una vida sin tí.— ahora acarició su lacio cabello.

—Y lo siento por nunca haberme aparecido en tus fiestas. Debiste haberte sentido muy decepcionado, ¿no? Triste... porque tu padre ni siquiera pudo hacer eso. Mostrarse y darte un regalo.— ahora sonaba cómo si en realidad estuviera reprendiéndose a sí mismo y a Jake.

—Papá, yo no quería regalos...

Heeseung rió —Lo sé. Tú querías verme.— sonrió—Es por eso que ahora te prometo que me tendrás en cada uno de tus cumpleaños. No te llamaré o enviaré una carta..., yo iré a verte. Estaré ahí.— aseguró aún sonriendo.

Una pequeña sonrisa se extendió por los pequeños labios de Riki. Lo miró con ilusión.

—¿En serio?

—Ujum.— Heeseung asintió.

Riki lo abrazó llevando sus brazos al rededor de su cuello, se abalanzó tan fuerte que el mayor cayó de espaldas de nuevo en la cama, soltando una risa.

—¡Eso significa que volveré a verte luego de que me vaya!— dijo emocionado.

Heeseung sonrió enternecido, con la vista fija en el techo y acarició el cabello de su hijo con dulzura.

Pensando en que, definitivamente, estaría ahí el año que viene.

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—Te demoraste mucho.

Jake hizo su mayor esfuerzo para no rodar los ojos ante el comentario de su esposo, mientras se adentraba apresuradamente al auto. Se acomodó en el asiento de copiloto con prisa, abrochándose el cinturón.

—Tal vez no lo habría hecho si me ayudaras aunque sea un poco en guardar y ordenar la ropa de Jungwon. Después de todo es hijo de ambos, ¿no?— respondió a la defensiva, sin siquiera verle porque ahora estaba ocupado buscando algo en su bolso.

Sunghoon lo miró confundido. Últimamente Jake se notaba de muy mal humor con él, incluso cuándo no era su intención ponerlo de esa forma.

—No era mi intención-...

—Tu intención debe ser comenzar a conducir ahora para llegar a tiempo a la casa de tu madre.— le dirigió una mirada seria.

Sunghoon ahora se molestó de igual manera, poniendo el auto en marcha.

Las cosa eran así entre ellos ahora, desde aquel día en que Sunghoon no dejó que Jake tomara su celular.

Pasaba algo y Jake se enojaba primero. Sunghoon trataba de arreglarlo pero terminaba enojándose también y ambos se mantenían así hasta que Jungwon llegaba y ellos tenían que fingir frente a él.

En un abrir y cerrar de ojos, el paraíso entre ellos se esfumó.

—Maldita sea, no encuentro mi celular. ¿Lo has visto?— preguntó el mayor con irritación, agachándose desde su asiento para buscarlo en el suelo.

Sunghoon seguía con el ceño fruncido. —¿No lo habrás dejado en casa? Siempre eres muy despistad-

—¿Qué carajos hace esto aquí?— la voz confundida de Jake lo interrumpió. Dió una rápida mirada y pudo ver lo que parecía ser un bálsamo labial.

Sunghoon no respondió y regresó su vista al frente.

—Sunghoon, te hice una pregunta.— su voz ahora sonaba seria.

—¿Y te parece que yo sé? Debiste dejarlo caer recién.

Jake soltó una risa incrédula. —¿Yo? ¿Crees que esto es mío?

—¿No lo es?

—¡Claro que no! ¡Es por eso que te lo digo!— Park apretó inconscientemente el manubrio ante los gritos de su pareja, —¿Me has visto usar labial alguna vez? Yo no estoy en esas mierdas, Sunghoon, y lo sabes.

—¿Entonces de quién más podría ser? ¿Mío?— imitó su tono. —No seas ridículo. Si tú no lo estás, mucho menos yo.

Jake ya estaba rojo de la rabia. —¡¿Y por qué puta razón está en el asiento de copiloto entonces?! ¿Eh? ¡¿Quién más ha estado aquí y no quieres decirme?!

El auto se detuvo en una orilla. Ambos adultos apretando su mandíbula y frunciendo el entrecejo en clara señal de molestia por parte de los dos.

—Dílo.

—En este auto, únicamente viajamos nosotros tres, y eso lo sabes bien.— intentó explicar con calma. Jake volvió a reír incrédulo.

—¿De verdad? Entonces supongo que nuestro pequeño Jungwonie de siete años debe estar viendo tutoriales de belleza sin que nosotros nos demos cuenta. Oh, claro que no, ¿cómo podría? Si tu ni siquiera lo dejas usar tu celular por miedo a lo que sea que tengas ahí.

—¿Así que por eso es todo esto?— entrecerró sus ojos —¿Porque crees que te soy infiel?

—Yo nunca dije eso.— lo miró completamente serio —Pero, al parecer, no hace falta ser yo quién lo diga.

Sunghoon rió y posteriormente vió hacia al frente, a la carretera. —Eres increíble. Tú crees y asumes que soy un cabrón sólo por un maldito labial.

—Sé lo que es mío. Y esto, Sunghoon, no lo es.— le lanzó el labial con fuerza, el objeto golpeando en su pierna y cayendo al suelo.

Sunghoon se enfureció más, si era posible, y le dirigió una nueva mirada llena de rencor.

—No sé por quién me tomas, Jaeyun, pero yo no soy el pendejo de tu ex.

Jake, quién había estado viendo fijamente hacia la ventana cómo una demostración de que no quería seguir hablando, se congeló ante la sola mención de Heeseung. Sus brazos cruzados sobre su pecho se extendieron y sus puños se apretaron, uñas hundiéndose violentamente en sus palmas.

—No sé qué te sucede ahora. ¿Infidelidad? ¿Es en serio? Ese estúpido Lee seguramente te dejó muchas inseguridades y traumas que a mí me toca pagar ahora.

Jake no lo soportó más.

—¿De qué estás hablando? ¡Heeseung nunca me engañó!— lo señaló con su dedo —Cierra tu maldita boca y no te atrevas a volver a hablar de él.

Sunghoon sonrió ladinamente —Bueno, parece que el infiel aquí es otro.

El ceño de Jake se frunció aún más —¿Disculpa? ¿Y cómo crees que pasó eso? ¿Riki se va con él un día y de pronto ambos estamos saliendo de nuevo? ¿En serio, Sunghoon?

—Pues es lo mismo conmigo. Tú ya no pareces ser capaz de confiar en mí.

Jake decidió no decir nada en ese momento, ambos sólo permanecieron mirándose a los ojos con desprecio. Prefirió dejar el tema ahí, así que volteó nuevamente hacia la ventana a su lado.

Soltó un suspiro —Iremos a recoger a Jungwon. Saludaremos a tus padres, nos quedaremos a almorzar y luego regresamos a casa. Pero ni se te ocurra, en ninguno de esos momentos, dirigirme una sóla palabra.

—Jaeyun-

—Dije que iremos a recoger a Jungwon-...

—Sí, mierda, lo sé.— rechistó y puso el auto en marcha —Sé bien que siempre debe ser a tu manera.

Jake no dijo nada, pero esa última línea había logrado calar hondo dentro de él.

Sus ojos finalmente se cristalizaron, lo que tanto había estado evitando hasta ahora, al recordarle eso a otra persona.

Persona que cuidaba a su hijo en estos momentos, a sólo tres días de ir por él.

Y entonces se daba cuenta que no importaba con qué persona estuviera.

Él siempre iba a ser el problema.

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