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02.

Si las miradas mataran, Ni-ki estaba seguro de que tanto él cómo su padre estarían ya veinte metros bajo tierra.

Jake paseaba su mirada lentamente del uno al otro, casi metódicamente. Heeseung también le miraba molesto, de todas maneras tenía muchas razones para estarlo.

—Gracias por cuidar a Riki— agradeció —Riki, toma tus cosas y vámonos.

Heeseung soltó una risa —¿Adónde crees que vas? Tenemos una conversación pendiente.

—¿Puedes esperar, no? Después de todo eres un experto en posponer conversaciones.

—¿Por qué hablas cómo si todo esto fuera culpa mía?

—Problemas...— canturreó Ni-ki con incomodidad.

Jake suspiró —Bien, hablaremos. Riki, amor, ve a cambiarte ¿sí?, traje ropa para tí— la pasó el bolso que llevaba consigo y el menor desapareció corriendo por los pasillos del hogar.

Heeseung los guió al comedor el cuál estaba en una habitación diferente al de la sala y la cocina. Era una mesa grande y redonda, no contaba con sillas, sino con un sólo asiento acolchonado el cuál rodeaba el esférico.

Tan moderno... pensó Jake con molestia.

Mantuvieron una distancia prudente entre ellos. La tensión era muy notable. Llevaban muchos años sin verse y lo primero que hablarían al reencontrarse era sobre su hijo, el cuál Heeseung no llevaba conociendo ni 24 horas.

—Su nombres es Riki, acaba de cumplir nueve años recientemente el nueve de diciembre. Es zurdo, ama dibujar, bailar, jugar fútbol, béisbol, boliche, basketball, su ídolo es Michael Jackson y su jugador favorito es Neymar. Le gustan los patos. Su comida favorita es el sushi, también le gustan los taiyaki y odia el choco menta. Va en cuarto grado, es el mejor de su clase aunque no le guste estudiar ni hacer tareas. Le teme a la oscuridad pero ama las películas de terror, aunque tiene prohibido verlas. No tiene amigos y le gusta estar sólo. Es amable con las personas pero simplemente no ve la necesidad de involucrarse con ellas, aunque sólo tenga nueve años— dijo el rubio sin rodeos.

—Me enteré de que estaba embarazado días antes de irme de nuestra casa. Nunca te lo dije porque no sentí que fuera responsabilidad tuya, y de todas formas ya no estaríamos juntos. No quería molestarte más así que lo tuve y lo crié sólo durante su primer año. Él nunca supo de tí porque yo nunca le mencioné que tenía un padre, pero cómo ya te dije, él encontró una foto tuya... de los dos en realidad, preguntó por tí y yo no tuve más opción que contarle la verdad porque no quería mentirle. Tenía sólo cinco años cuando eso pasó.

Heeseung escuchó todo con atención y en silencio. Cruzó los brazos sobre su pecho y esperó hasta que el menor dejara de hablar para él poder decir lo que pensaba.

—Bien... lo que está pasando en mi vida en este momento es que, aparentemente, tengo un hijo ¿verdad? y él... viene a mi edificio, da conmigo, me cuenta la verdad y pasa la noche en mi cama. Luego tú vienes, me hablas luego de tantos años, apareces con él cabello rubio y con esa... mirada, cómo si quisieras asesinarme cuándo debería ser al revés.

Jake apretó los labios —Eres un idiota, Heeseung. Te he contado todo sobre Riki ya, ¿contento? Si lo que te preocupa es lo que pasará con tu carrera, no te preocupes por eso porque yo no pienso abrir la boca y perjudicar la vida de mi hijo y la mía. En cuánto Riki salga de tu cuarto él y yo nos iremos de tu vida y nunca más apareceremos en ella.

Heeseung entrecerró los ojos —¿Así que sólo se irán y ya? ¿Cómo si nada nunca pasó?

—Exacto.

Lee rió sin poder creerlo y se mantuvo en silencio. Sus ojos recorrieron el cuerpo de su ex-pareja a un lado suyo, desde su cabello que se había robado toda su atención hasta sus piernas cruzadas por debajo de la mesa.

Su mirada se detuvo en las manos entrelazadas de Jake sobre el comedor, un brillante anillo dorado decorando su dedo anular.

—Lindo anillo— halagó.

—Gracias.— Jake sonrió. Heeseung no sabría decir si lo hacía con ironía o sinceridad, aunque realmente dudaba lo segundo.

—¿Te lo dió él? ¿E-el papá del otro niño?— preguntó nervioso.

—¿Hablas de Sunghoon?— soltó una risa —Sí, sí, hemos estado juntos por un tiempo. Nos casamos hace siete años, poco después de que naciera Jungwon, el... "otro niño."

Heeseung le vió sin saber qué decir.

—Wow— fue lo único que dijo.

—Sí, wow.— ahí estaba de nuevo esa sonrisa mitad irónica mitad genuina.

Y si existiera más de dos mitades, Heeseung también la catalogaría cómo una sonrisa incómoda.

—Wow, Jake, es que no... no sé qué decir.

—Podrías decir algo cómo que estás feliz por mí y yo te respondería que espero que tú también encuentres a la persona indicada para tí.

Heeseung ni siquiera se molestó en ocultar la tristeza en su rostro. Le gustaba ser muy sincero con sus emociones, era alguien transparente y muy fácil de leer.

Jake solía amar eso de él, pero en este momento lo estaba odiando.

—¿No lo... no lo vas a decir?

—No diré algo que no siento.— respondió con suavidad.

Jake asintió entendiendo —Sí, lo sé. Sé que no eres capaz de dejar de lado tu orgullo y alegrarte por mí, pero yo sí te lo diré, Heeseung. Espero que encuentres a la persona indicada para tí.

—Tú solías serlo.

—Exacto, solía. Pero ahora estoy casado y tengo una familia. Tú tienes tu carrera y estoy seguro de que si aún no lo has hecho, pronto encontrarás a alguien igual de... exitoso que tú.

—¿Así que... decides terminar conmigo, te quedas con nuestro hijo y ni siquiera me lo dices, sales con alguien más, t-te casas y yo sólo debo aceptarlo todo porque simplemente así lo quieres tú?

Jake suspiró —Las cosas no estaban bien en ese entonces. Admito que estuvo mal el que te lo haya ocultado, pero debes entender que no hay nada más que hacer en esta situación. Yo me haré cargo de él, cómo he hecho todo este tiempo. Me aseguraré de que viva y crezca bien, así que tú no te preocupes por nada más que no seas tú mismo. ¿Entiendes, príncipe?

El mayor negó sin poder creerlo, pero no dijo nada. Pronto un Riki con ropa nueva apareció en la escena haciendo que ambos mayores se levantaran.

Jake llegó a la sala y tomó la mochila del niño y su bolso. Agarró a su hijo de la mano y comenzó a jalar gentilmente de él.

—Riki, despídete de Heeseung. Ya nos iremos.

Pero Riki no quería irse.

Detuvo su andar haciendo que su mamá le mirara con advertencia.

—Huiste de casa, tomaste un tren, caminaste sólo por la noche en todas estas peligrosas calles hasta venir aquí. No creas que no estoy molesto contigo. Andando, dile adiós a tu padre.

—¡Pero yo no me quiero ir!— llegó al lado de Heeseung y se abrazó a su cintura.

Jaeyun suspiró y Heeseung soltó una carcajada.

—Hey Riki, no te preocupes, estaré bien. Hazle caso a Jake, debes irte.— acarició el cabello del pequeño.

—¡Pero yo quiero estar más tiempo contigo!

Heeseung sonrió cerrado y se agachó hasta estar a la altura del niño.

—No puedes quedarte conmigo, ¿entiendes? No veas esto cómo una despedida, no será la última vez que nos veremos.

Y entonces la risa de Shim Jaeyun comenzó a resonar por el lugar.

—¿Lo ves Riki? No mentí. A tu papá no le interesa nadie más que él mismo. Nunca estuvo en tu vida y nunca lo estará, porque eso es lo que los arrogantes cómo él hacen.

El niño había comenzado a llorar silenciosamente por las duras palabras. Heeseung no podía creer cómo es que Shim Jaeyun podía seguir mintiéndole al niño sobre él.

—Espera, espera, ¿qué le estás diciendo a Riki?— abrazó aún más fuerte al pequeño, Jake lo miraba con molestia y rencor. —¿Acaso crees que yo no puedo cuidar de él también?

—¿Qué estás-

—Pensándolo bien, puede quedarse conmigo — razonó —Después de todo... me perdí gran parte de su vida ¿no es así? ¿Por qué no lo recompenso?

—Heeseung, tú no-

—¡Sí, sí! ¡Quiero vivir con papi!

—¡No Riki! ¡Eso no pasará!

—Oh... ¿acaso estás negando mi derecho cómo padre?— preguntó el mayor tocándose el pecho dramáticamente —Eso no es muy legal de tu parte.

Jake vió a Riki saltar de alegría por la ilusión de vivir con Heeseung. Vió cómo el mayor lo miraba con inocencia, cómo si no supiera el peso de sus palabras, pero sabía que se estaba vengando.

Terminó suspirando —Un mes, Riki. Tienes escuela en Febrero, recuerda.

—¡Sí!

—Un mes es más que suficiente— dijo el mayor con una sonrisa ladina, reincorporándose.

—Debe regresar a casa en un mes para sus clases, pero me lo llevaré ahora para empacar sus cosas y regresarem-

—No, voy a comprarle ropa nueva. Quiero que se quede aquí.

El rubio suspiró —¿Ahora eres el padre del año?

Lee sonrió —Bingo.

Jaeyun abrió su bolso enfurecido y sacó un pequeño abrigo para Riki y un par guantes para el invierno. Se arrodilló frente a su hijo y le pasó las cosas con cuidado.

—Pórtate bien, ¿sí? Y abrígate siempre, no quiero que te enfermes. Has que tu padre te compre mucha comida y come mucho, quiero que tus mejillas se rellenen cómo tanto me gustan, ¿okay bebé?— el niño asintió —Te estaré llamando todos los días, mándame fotos y cepilla tus dientitos siempre antes de dormir y después de comer— suspiró— Te amo mucho, ¿sí?

—¡Yo también te amo, mami!— abrazó el cuello de Jake con sus dos brazos y Shim lo sostuvo con fuerza, cerrando sus ojos y guardando ese abrazo en lo más profundo de su corazón.

Heeseung miraba todo desde un lado, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Imaginando que así podría haber sido su vida junto a Jake si las cosas no hubieran salido mal en aquel entonces. Si él no fuera idol y Jake no estuviera casado con alguien más.

Si tan sólo su amor no se hubiera acabado.

Jake se separó del abrazo y besó las mejillas de su hijo con amor. Se levantó de su sitio y caminó hasta estar frente a Heeseung.

—Cuídalo bien, ¿entiendes? Riki es lo más importante para mí, a quién más amo en el mundo.— le miró con severidad —Si ocurre una emergencia no dudes en llamar. Si él está llorando, abrázalo con fuerza y canta para él. Si está aburrido, hazlo reír o juega lo que sea que el quiera. Recuérdale todos los días lo mucho que lo amo y nunca, Heeseung, nunca se te ocurra dejarlo sólo. Por nada del mundo.

Heeseung asintió —Lo prometo.

Jake le dió una última mirada antes de dejar en sus manos la mochila del niño y caminar hasta la entrada, viendo a su hijo por última vez y sacudiendo su mano en modo de despedida.

« Un mes » se repetía a sí mismo.

« Sólo será un mes... »

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