Incomodidad. Ese era el sentimiento que todos estaban presenciando en estos instantes.

Mientras unos desviaban su mirada para quitarse de la vista aquella escena, otros se limitaban a tratar de hablar sobre cualquier tema.

Sin embargo ninguno de los trabajadores, podría deshacerse de esa sensación. Y más aún tratándose de esos dos.

Una vez que concluyó la reunión, el apellidado Kurenai llevó consigo a esa mujer que le sacaba de su zona de confort, a su oficina.

Dentro de su espacio de trabajo, el masculino miraba con fastidio a la presente; no era la primera vez que tenía que tolerar ese tipo de escenas.

-No entiendo porque te molestas, nos conocemos desde hace mucho; es normal que tengamos esa clase de apego.

-Eso no justifica tu falta de profesionalismo, además la única relación que tenemos es de socios-remarcó el ojicarmin, un tanto cabreado por la actitud de la contraria.

Ante las palabras del masculino, la mujer de cabellos rojizos se mostró inconforme. Ella para nada miraba su relación de esa forma, es más, le tenía mucho afecto al joven hombre.

-Por lo menos hubieras instruido a tus empleados para recibirme en tu casa. Sobre todo Yuuki, esa mujer debería mostrarme un poco de respeto-dijo la de ojos azules grisáceos.

-Te recuerdo que esa mujer fue la encargada de cuidarme, durante mucho tiempo. Así que si a ella no le agradas, no veo porque deberías agradarme a mí.

[...]

Al final del día terminó con un fuerte dolor de cabeza, el tener que estar escuchando las quejas de aquella mujer; era como recibir un martillazo en el cráneo.

Su único consuelo era llegar a casa, y ser recibido de la manera más tranquila posible.

Una queja más, y saltaría a un barranco.

Se encontraba en la puerta principal, solo tenía que girar la manija; y entrar. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

Todo se vino a abajo, al ver a ese rubio flojo.

—Bueno, tuve una buena vida—dijo dramatizando.

...

—Tengo que decir lo evidente. Te ves horrible, más de lo normal—habló Free, mirando la cara devastada del albino.

—Por eso es que no hago alianzas contigo—respondió el contrario, manteniendo su cara en la mesa.

—Déjame adivinar, te visitó una mujer.

—Sí.

Ante la respuesta afirmativa del apellidado Kurenai, el invitado no pudo evitar reír. Tenía que admitir, que ver a su amigo-rival devastado era muy divertido.

—Por cierto, ¿Quién te dejo a entrar?—alzó una ceja el ojicarmin, mirando de forma atenta al rubio.

—No importa eso. Yuuki tuvo que salir junto con Tn, al parecer, sucedía algo con la pequeña.

La preocupación lo invadió. Tenía una resiliencia increíble ante los problemas de su empresa, pero cuando se trataba de un problema relacionado con lo sentimental; era vulnerable.

Su estabilidad dependía mucho de sus seres cercanos. En especial de esa niña, le tomó un cariño especial.

[🌺]