Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❀U❀

Y así como así, fueron pasando algunos días.

Cada día alguien estaba parado en ese sitio solitario a distintas horas del día, ya que parecía las madrugadas eran las favoritas de los suicidas. Ellos me contaron sus historias, y yo..., bueno, los escuchaba y los hacía desistir. Irónico, ¿no creen?

Quien me viera creería que soy muy bueno consolando a la gente, pero no, nopi, nope, soy PÉSIMO. Un asco. No puedo ni conmigo mismo y voy a poder con desconocidos que chille y chille.

(Aquí entre nos, en una ocasión por dar palmaditas en la espalda, casi hago que caiga al vacío, pero shhh~...)

En fin, me estoy yendo por las ramas, volvamos al tema.

Mientras ayudé a esas personas, ahora meditándolo con calma, yo seguía con mi dolor. No había forma de soltarlo, era frustrante, y sigo sin poder dejarlo ir. Eso es algo obvio. Me acostumbré tanto a guardar mis emociones en un baúl que es como si estuviese anestesiado de cualquier cosa, como si fuera una planta (🌱).

Mi papá solía fastidiarme que era tan tranquilo y aburrido como un pez. La broma se extendió tanto que Patsy le puso a su pez dorado como yo: James. James, el pez. Me reí de la ocurrencia, decían que era mi animal espiritual, y quizás lo sea, quién sabe. Tendría sentido porque mi única meta en la vida es estar en la tranquilidad de mi ambiente, relajarme. No necesito nada más. Solo yo y un poco de paz. Además soy buen nadador, naturalmente al vivir en una isla donde hay muchos espacios para bucear, me gusta ver los arrecifes de coral.

Todo sería mucho más fácil si realmente fuera un pez en una pecera. Oh, bendita memoria de un par de minutos, comida para peces que 'cae del cielo', una vista al chisme y un castillito de decoración.

En fin, cada día se volvió una especie de rutina silenciosa el visitar el edificio al menos una vez, a veces teniendo que correr para evitar que alguien se tire.

Uno de esos días me encontré con otra persona, tenía algo distinto, una especie de ambiente pesado lo rodeaba. Tenía el cabello negro, ropa negra, y lo más resaltante era una gargantilla negra con un cristal rojo brillando en su cuello. Se veía... No puedo describir bien su edad, ya que de espaldas parecía un hombre adulto pasando los 20 y algo, pero acercándome parecía un jovencito. Quizás ya estaba loco, no quería hacerme ideas.

Ya ni me tomé la molestia en intentar quitarme los zapatos, por enésima vez perdía mi oportunidad, ¿para qué tratar? Esta vez había ido tarde, casi al anochecer, la luz azulina  contrastaba con la figura.

Probablemente fue al sentir mi mirada que él volteó la cabeza para verme, sus cabellos meciéndose con el viento. Tenía una expresión de desagrado y sin embargo no era hostil. 

Ahí me percate de pequeñas marcas en su cuello, como si el collar lo hubiese asfixiado, o como si el collar estuviese cubriendo marcas de asfixia. Esa gema roja le daba la iluminación necesaria para hacer notar las marcas. Me recordó a la película La Huérfana, Esther usaba cintas para esconder... —Ejem— Mejor no dar spoilers.

— ¿Te vas a quedar ahí parado mirando o qué? — sonrió con burla. — Mis ojos están arriba, no en el cuello. Es de mala educación quedarse mirando.

Casi me atraganto con mi propia saliva. Realmente no sabía qué decir y por como me habló me puse más nervioso. No ahora, por favor.

— Perdón, no... pensé que habría nadie más aquí —. Hable entre murmullos, creo que no me escuchó. No lo culpo, cuando me cohibo hablo entre dientes o simplemente no digo nada, tengo dificultades para expresarme y arruino todo. O hablo mucho, o no hablo, y en vez de decir algo mal prefiero callarme. Sigo un guión.

— ¿No hablas? — Lo que dije: no me oyó. — Muy bien, entonces no creo que le cuentes esto a nadie más. 

Volvió su vista al frente, yo solo lo miré un rato, e iba a decir algo más, cuando él empezó a hablar. Ahí cerré los labios herméticamente.

— Solo vine aquí para... No lo sé, no quería volver a casa. — miró hacia el cielo nublado — Las cicatrices no son muy agradables, así que vine aquí para detenerlas. En lugar de tener más, parecía una opción tentadora.
No creerías si te dijera todo lo que quiero decir, así que podemos resumirlo a que soy un parásito. Todos mis problemas me están asfixiando y nada es suficiente. Es horrible que nada sea suficiente. Nunca quise hacer daño, pero es la única forma que conozco para seguir con vida. — Se sostuvo del barandal.

Por algún motivo, sentí que sus palabras tenían mayor profundidad de lo que deberían.

"Todo sería mejor si simplemente pudiese ser libre."

Eso fue lo que el chico de la gargantilla dijo. Se quedó grabado en mi memoria.

— Ya veo.... — no sabía qué responder.

— Además, ¿para qué seguir? — tomó aire — Nadie me esperará. No hago ni deshago, solo dejo que el tiempo pase mientras todo sigue su curso, pero yo no puedo avanzar, no cuando ni siquiera puedo huir, estoy atrapado en este lugar.

Me quedé quieto, porque lo peor de su historia es que me identificaba con ella, excepto por algunas partes pero eso último que dijo lo entendía.

Conozco esa sensación de impotencia, de no poder hacer nada, de simplemente observar como todos se van y...

— ¿Amigos? ¿Qué es eso? Solo un montón de personas que dices te agradan y dicen les agradas cuando son herramientas mutuas por objetivos comunes. ¿Familia? En algún momento deberás estar por tu cuenta.

— Basta. No tienes que decir más...

—  Y al final el mundo te manda al carajo si decides ser honesto. Puedo ver que eres como yo. — Me miró fijamente. — Puedo ver que estás igual de vacío por dentro. Nada te llena, nada te satisface, ¿no es eso triste? ¿Tener que consumir personas como si fuera alimento para sobrevivir?

—  No es así como funcionan las cosas. Entiendo que tienes graves problemas, por algo estás aquí. — Mierda, ¿qué se supone debo decir ahora? — Pero las cosas pueden mejorar.

Su risa cortó el hilo de mis pensamientos.

— ¿Mejorar? Las cosas no mejoran. Las cosas cambian pero todos son un estado fácilmente quebrantable, no existe tal cosa como la paz. Al final del día, estás solo. Y si me disculpas, tengo algo que hacer. — Traspasó la baranda.

El silencio reinó por los siguientes segundos.

Quedé sumido en mis pensamientos, realmente ¿qué podía decir?, no puedo detenerlo y no es mi asunto. Esto está más allá de lo que conozco o puedo manejar. Debería haberme dado la vuelta y dejarlo en paz. Pero en un momento no pude controlar mi lengua y grité sin pensar algo que realmente no quería decir:

"¡Hey, no lo hagas!"

Carajo...

Él me miró, al parecer ya estaba a punto de saltar. Llegué a tiempo para tironearlo. Lo detuve. Y yo... yo solo me desplomé.

— ¡Mierda! ¡¿Qué se supone que debo hacer?!, ¡no puedo detenerte, esto es más de lo que puedo manejar!


Él quiso decir algo, me pareció, pero no permití que hablara.

— ¡Y aún así, por favor, vete! Esto es lamentable, es demasiado para mí. Si vas a hacerlo, hazlo donde no te vea. — Sentía las lágrimas correr por mis mejillas. Fue demasiado intenso, y mi pecho ardía como si fuera quemado, irónicamente hace frío por la hora.

Me miraba con incredulidad, no estoy seguro porque luego sonrió. Lo tenía sujeto del cuello de la ropa, así que primero se apartó para que lo suelte.

— Supongo que... hoy no lo haré — cruzó el barandal, ahora estaba a buen recaudo.

No respondí, no sabía que decir.

— ¿Cuál es tu nombre? 

Respiré hondo, debía calmarme. Después de unos segundos respondí

— James..., James Hamilton. — fue todo lo que salió de mis labios.

Él se quedó en silencio como recordando algo, luego volvió a su estado anterior.

— Puedes llamarme Kolye. — pasó por mi costado en dirección a la salida. — Tu apellido me es familiar, ¿estarás relacionado con los Hamilton of Grange?

Asentí. Mi padre antes se llamaba James Alexander Hamilton of Grange, desconozco porqué lo dejó como Hamilton.

Sentí su mano secando mi rostro antes de alejarse a la salida.

— Eso lo explica.

Y con esas últimas palabras pronunciadas el chico de la gargantilla desapareció.

¿Y yo? Yo estaba ahogándome en mis pensamientos. Me fui rápido, habiendo perdido cara al verme tan patético.

¿Y ahora? Bueno..., tengo vértigo, una historia más, ¿les parece?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro