Capítulo 62:
❝Instinto paternal❞

　　　—¿Se puede saber qué hacías con Midoriya, detrás del edificio, ustedes solos? —gruñe, y se cruza de brazos.
　　　—Él se sentía culpable por mi brazo —se excusa de inmediato, con voz firme y llena de seguridad, pero su rostro está ardiendo en colores de tal forma que hasta se siente mareada—, se quería disculpar...
　　　—¿Y era necesario que lo hiciera tan cerca de tu rostro?
　　　Ella abre la boca, pero ninguna palabra sale. Es incapaz de ver a los intensos ojos de Shota, por lo que permanece con la cabeza agachada.
　　　—Ok, en mi defensa —empieza a hablar nuevamente, tomando un fuerte respiro e intentando tranquilizarse—, ni siquiera planeaba besarlo. 
　　　—Deberías estar pensando en el festival y no en un novio.
　　　—¡No estoy pensando en un novio!
　　　—Además, dijiste que tu brazo tendría unas “pocas” reparaciones, pero tienes un brazo completamente nuevo y que pareces manejar como si llevaras años con él.
　　　Kana frunce los labios.
　　　—¿Qué estás escondiendo?
　　　Se muerde el labio y baja la manga de su camiseta holgada para descubrir la venda. Se la quita y muestra la unión de carne y material falso.
　　　—¿Qué hiciste, Kana? —masculle, entrecerrando los ojos.
　　　—Estudié el quirk de Overhaul durante toda esta semana —explica, y toca la unión para empezar a desarmarla poco a poco. El brazo empieza a desprenderse, pero seguidamente vuelve a unirse poco a poco—. Toma un tiempo, pero desarmarlo es más fácil que unirlo, porque para eso necesito unir nervio por nervio. No quise decirte nada porque, después de todo, sigue siendo el quirk de un villano… de uno que lastimó a Eri.
　　　—Hey, no pienso regañarte por eso —suspira, tirando los brazos a los lados—. Los quirks no son buenos ni malos, esos adjetivos son para las personas que los usan. Por ejemplo, te vi en tu examen para la licencia usar quirks como el de Kurogiri y Shigaraki, quirks de personas malas usado para fines buenos, es lo mismo con tu brazo.
　　　—Como sea, no quisiera que Eri-chan se diera cuenta de eso…
　　　—No tiene que hacerlo.
　　　—Supongo que tienes razón.
　　　Shōta suspira fuertemente y le coloca una mano en la cabeza, sobre el cabello, despeinándola cariñosamente.
　　　—Esta semana ha sido un maldito infierno, ¿no crees? Te sacaré de aquí luego del festival.
　　　—¿Sacarme? —repite— ¿Regresamos a casa?
　　　—Todavía no, Kana. Pero, ya sabes, como a comer y esas cosas.
　　　—Suena bien —admite, y coloca un dedo en sus labios—, ¿a qué se debe la repentina iniciativa? ¿En serio quieres actuar como mi padre?
　　　—Bueno, ya que tengo tu custodia legal, creo que es lo tenemos que hacer bien, ¿no crees?
　　　—Sí, es un buen punto. Como sea, ahora bajaré. Los chicos querían hablar un poco más sobre el festival, quieren mi ayuda para la decoración, pasa buenas noches.
　　　—Buenas noches, Kana.
　　　Se retira de la habitación a paso relajado. Baja por el elevador y se encuentra con sus compañeros. Inmediatamente, Ochako le ofrece una taza de té negro.
　　　—Yao-Momo nos preparó un poco de té para que podamos hablar tranquilamente —explica, mientras Kana sujeta la taza—. No recuerdo el nombre, pero está muy bueno.
　　　—Es un té negro, “Dianhong, Golden Needle” —explica Momo, sonriendo gentilmente.
　　　—Ah, claro —murmura, y lo oberva con detenimiento—. El dianhong es un té negro chino, el golden needle es una varidad a la que sus hojas doradas le brinda un color ambar o dorado… además es muy bueno.
　　　—¡Ah! ¡Una amante del té! —exclama Momo, sujetando su rostro con sus manos— ¡No sabía que fueras una apasionada de estas cosas, Kana!
　　　—Yo no… —murmura, pero se ve incapaz de negarse al ver el entusiasmo en el lindo rostro de su compañera— no soy fanática de comentar una afición como esa —se interrumpe habilmente, en busca de no hacerla perder el ánimo—. Perdón por esconderla.
　　　—¡Está bien, Kana! ¿Gustas una taza más?
　　　—Por favor.
　　　Momo corre de nuevo a la cocina.
　　　—La verdad es que no soy fanática del té, prefiero el café —se confiesa ante Ochako—. Sin embargo, en mi último año de escuela hice un reporte escrito sobre el té, y como tiendo a memorizar todo lo que escribo es algo que se mantiene presente en mi memoria.
　　　—¿Tu escuela hizo algo así?
　　　—No, mi madre. Era fanática de ver que tanto podría memorizar antes de sufrir un colapso o algo por el estilo. Me hacía escribir cientos de reportes, y por ello tengo un conocimiento básico de muchas cosas.
　　　—¡Tu memoria es genial, Kana-chan! —exclama, sacudiendo sus mano de arriba a abajo— ¡Quisiera tener esa capacidad! ¿Cómo eres tan buena?
　　　—Papá anotaba todo porque olvidaba todo muy rápido, mamá recordaba todo. Yo recuerdo todo lo que escribo. Es como si fuera un segundo quirk que se mezcló también y terminó siendo heredado a mí.
　　　—¡Ah! ¡Genial!
　　　—¡Aquí está tu segunda taza de té, Kana-chan! —interrumpe Momo.
　　　—Gracias, Momo —sonríe gentilmente, tomando la taza entre sus manos.
　　　—Tú… me llamaste por mi nombre —señala, y sus negros ojos brillan con intensidad.
　　　—Claro, así es como tratas a una amiga, ¿no?
　　　—¡¿Amiga?!
　　　—Kana —llama Todoroki, interrumpiendo el momento entre las dos mejores de la clase—, ven con nosotros. Tenemos nuevas ideas para la decoración, y necesitamos tu ayuda.
　　　—Bien —asiente—. Vamos y terminemos con esto de una vez. Me quiero ir a dormir pronto.
　　　—No pareces muy entusiasta respecto al festival —comenta Kirishima, mientras Kana se sienta con ellos y masajea levemente la unión de brazo y cuerpo.
　　　—Lo estoy —asegura. Por alguna razón, la unión le duele—. Perdón por no expresar correctamente mis emociones. Pero lo estoy. Quiero que esta sea el mejor festival para Eri-chan.
　　　—¡Entonces demuestra algo con tu rostro!
　　　—Perdón, no puedo. Si sonrío mucho mis labios se quiebran y sangran mucho.
　　　—Es como una maldición, ¿no crees?
　　　—Sí…
　　　La maldición de no poder ser feliz.