Capítulo 192
Capítulo 192:
❝El inicio de un final feliz para una patética muchacha❞
—La venciste —murmura Takami Keigo, encerrado en una de las celdas del Tártaro. No estaba en el nivel más bajo, pues carecía de un quirk que lo hiciera una amenaza—. Hana está muerta.
—Sí —responde Koenmoku Kana, viéndolo fijamente—. No volverá.
—Entonces todo este esfuerzo fue para nada...
—No digas esas cosas, fuiste un símbolo para muchos jóvenes por mucho tiempo. No permitiré que seas recordado como un villano.
—Lamento decepcionarte, niña. Soy un villano. No el peor, pero definitivamente soy uno de los malos. No escondas mi verdadera naturaleza.
—Bien, si ese es tu deseo lo cumpliré. Gracias por inspirarme a ser mejor en su tiempo, Hawks.
—No lo agradezcas así. Me haces sentir mal.
—Espero que salgas pronto y puedas llevar una buena vida.
—En cincuenta años... Solo saldré a morir, no me esperes.
—Como quieras, pero espero que sepas que realmente fuiste una inspiración para mí.
—Me alegra haber sido inspiración del futuro gran Símbolo de la Paz. Felicidades, niña, espero uses bien ese título.
—Lo haré.
—Cuando estábamos en esa habitación tu padre me dijo lo mismo que tú hace un tiempo... Que no se ataca al sistema, si lo atacas harás a la sociedad sentirse atacada... Tú lo sabes también, ¿no? Por eso no te uniste a nosotros, pero en el fondo también repudias el sistema.
—Sí, lo aborrezco, porque fue el sistema que nos hizo padecer por tanto tiempo a mis padres y a mí, y fue el sistema que me dejó olvidada y abandonada casi un año. No los perdono, no podría.
—¿Qué piensas hacer al respecto entonces? ¿Cambiarlo desde adentro? ¿Cómo?
—¿Has jugado tiro al blanco en las ferias? Ya sabes, te dan una escopeta con balines para disparar unas figuritas. El truco es que las figuritas están pegadas, no puedes apuntar al cuerpo o su cabeza porque de nada servirá, no se caerá, entonces apuntas a la base. Pum, el juguete es tuyo.
—Sinceramente, no entiendo a lo que te refieres.
—Para derrocar un sistema no tienes que atacarlo. Un sistema no es nada sin el pueblo, si pones el pueblo contra el sistema tarde o temprano caerá y se reformará. Creo que el Frente por la Liberación de las Singularidades iba por buen camino, pero ahora ya no están.
—¿Y qué te asegura que el pueblo se levantará contra el sistema?
—Nada, pero si el pueblo no se opone al sistema, ¿realmente el sistema es tan malo? A menos que los estén deteniendo a la fuerza no veo nada malo en ello. Hana y tú tenían razón, pero creo que su objetivo no debió ser destruir el sistema, sino... hacerlo destruirse a sí mismo.
—¿Ahora lo harás tú?
—Tranquilo, lo estoy haciendo desde hace rato. La única diferencia es que yo soy inteligente.
Keigo ríe y se echa hacia atrás.
—Lo eres, ¿no?
—Cuídate, adulto —suspira, poniéndose de pie.
—Tú también, niña.
Su siguiente parada también es también en el Tártaro, escoltada por dos guardias es llevada al último piso de la prisión de máxima seguridad, el lugar donde descansa el mayor Símbolo del mal. Este de inmediato siente su presencia gracias a uno de sus quirks, la escucha acercarse tranquilamente a él, y la escucha tirar de una silla para sentarse delante de su pared de vidrio.
—Ah, ¿otra vez tú? —sonríe el señor Shigaraki, echándose hacia atrás en la silla donde está atado— ¿Qué buscas aquí ahora... hija?
—Solo quería que supieras que sigo viva —dice simplemente, con ese tono serio y monótono—, y tú mayor creación no.
—¿Quién? ¿Ese nomu de gama... media? No, no, no. No me digas eso, esa cosa no era mi mayor creación, ni la mayor ni la mejor, para nada.
—No hablo de Hana.
—Oh, ¿la nombraste? Que lindo. Yo... ¿Cómo que no hablas de ella?
Kana sonríe ampliamente y se lanza hacia atrás en su silla, mofando al prisionero más peligroso del lugar. Ladea levemente su cabeza y desvía la mirada.
—Tu mayor creación, eso por lo que luchaste por tanto tiempo. Hizo "¡puf!", desapareció. Se acabó. No te queda nada allá afuera.
Él guarda silencio, largos, largos momentos de silencio, es incapaz de leer su mente, es incapaz de comunicarse con nadie fuera de su celda. ¿Le ha bloqueado el quirk? ¿Lo está manipulando? Solo tiene 16 años, no tiene la capacidad de opacarlo, no debería tenerlo.
Ella ríe bajito.
—¿Qué le hiciste a Tomura?
Ella vuelve a reír.
—¡Ahora sé perfectamente dónde apuntar! Muchas gracias, Shi-ga-ra-ki-san.
El hombre ríe bajito y suspira.
—Mírate, tienes esas mismas mañas tramposas de tu madre. Sorprendente.
—Las aprendí de primera mano —ríe, poniéndose de pie—. Gracias por la ayuda.
—¿Y eso es todo? ¿Un gracias y nada más?
—Es lo único que te mereces.
—¿Y qué harás con Tomura ahora? ¿Lo matarás?
—Información confidencial.
Se levanta y junto a los guardias se retira del lugar. Sale del Tártaro y sube al auto que la llevará de nuevo a su casa, ese día sábado se ha ganado un bien merecido descanso, y piensa aprovecharlo para re hacer todas sus notas sobre quirks y además buscar algunos nuevos que le pudieran servir. Llega al apartamento y es recibida con emoción por Ute, Chispita, Chocolate y Keina, Shōta e Hizashi están trabajando, así que tiene la casa para ella sola.
Pasa horas arreglando maletas con su ropa, su equipo, sus cuadernos, sus libros, vendiendo objetos que ya no usará, guardando sus coleccionables y pósters... Hasta recibir una llamada de Midoriya Izuku.
—¿Aló? —responde, echándose hacia atrás y apoyando su espalda en la silla.
—Aizawa-sensei me pidió que no te dejara morir de pereza —responde con ese permanente tono animado en él—. ¿Quieres hacer algo?
—¿Cómo qué?
—No lo sé... Podemos ir al parque y puedes traer a tus animales.
—Sí... Eso suena bien.
Ahora que la amenaza de Hana se ha eliminado, que la Liga está debilitada y que Kana ha recuperado su quirk no la restringen tanto. Saben que ella estará bien.
Se arregla rápidamente antes de salir al parque. Decide solo llevar a Keina pues los tres gatos lucen bastante cómodos bien dormidos.
Sale al parque y se sienta en una banca esperando a Deku. Llega pronto, unos cinco o diez minutos después de ella. Se sienta al lado de Kana y acaricia a Keina como saludo. Ellos se sonríen mutuamente como saludo.
—¿Quieres hacer algo? —pregunta Izuku.
—Nah, vamos solo a... Pasar el rato.
—Sí, eso suena bien.
Guardan silencio y ven el paisaje delante de ellos. El lugar está vacío, y los árboles de cerezo se ve que empezarán a florecer pronto...
—Me iré del país, Izuku.
Sus ojos se abren grandes, siente que el corazón se le va a la garganta y le dan ganas de llorar.
—¿Ah? —sin querer su voz se quiebra. Espera haber oído mal, espera que sea una broma de mal gusto.
—Terminaré segundo y tercer año en Estados Unidos... Me iré la próxima semana.
—Kana...
—Me dieron una beca luego del caso de Endeavor y el High End Nomu... Lo siento.
—No, no. Kana... Kana, eso es maravilloso... Felicidades.
A pesar de las lágrimas en sus ojos rodando a su mejillas la abraza, la abraza con firmeza, aunque la está felicitando solo quiere suplicarle que no se vaya, que no lo deje. No quiere dejarla ir, teme por su seguridad, teme volver a verla en dos años y encontrarla sin un brazo, sin pierna, en silla de ruedas o algo así, incapaz de usar su quirk, demacrada, cansada. Quiere tenerla a su lado y protegerla de todo eso que pueda hacerle daño, de ella misma.
Kana lo abraza también.
Ella desearía no querer irse.
—Te traje esto, para que me recuerdes —anuncia. Detrás de ella mantenía una pequeña caja que da a Izuku. El de cabello verde se limpia las lágrimas con el dorso de la mano para recibir el regalo. La abre y ve un par de aritos, aritos de metal negro, esos aritos que lleva usando en las perforaciones de sus lóbulos desde que se conocieron. Levanta la mirada para ver sus orejas, no había notado que no tenía ningun arete en comparación a la infinidad que llevaba el día del festival deportivo—. No dejan pasar metal en al avión y eso, así que decidí... Repartirlos. Le di a Katsuki, Shōto, guardé unos para Hawks cuando salga de prisión, también le regalé un par a Mina y Jirō...
—Gracias —suspira sonriendo de lado—. Los cuidaré toda mi vida.
La pequeña cita termina pronto.
Toda la semana Kana no se presenta a clases.
Regresa el lunes, sin su uniforme, cargando una maleta de mano delante de ella. Su cabello largo se remueve al ritmo de sus pasos, y la pequeña plataforma en sus zapatos resuena en el inmenso silencio del salón. En la pizarra han escrito su despedida y le han llenado un cuaderno que han dejado en el escritorio con cosas lindas.
—El día de hoy Koenmoku se retira de la Academia —anuncia Kayama, quien intenta no lucir triste—. ¿Algo que decir, Koenmoku?
—Quiero agradecerles a todos por el tiempo que compartí con ustedes —dice, haciendo una reverencia—. Ha sido un año muy divertido, y aunque intentaré mantenerme en contacto con todos los extrañaré todos los días. Los quiero mucho, muchachos.
La mayoría del salón se contiene por no llorar.
Ella simplemente se despide con un movimiento de su mano y se retira del salón.
El resto de las clases prosiguen normalmente.
Pero el salón definitivamente se siente vacío.
...
Uuuhhh ahora así estamos cerca del final.
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