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Capítulo 187

Capítulo 187:
❝Sobre una mentira piadosa para un bien mayor❞


   La semana es la más pesada que ha tenido en mucho tiempo. Clases, pasantía, entrenamiento. Así día a día, cuando el sábado llega está mentalmente agotada por lo que luego de bañarse se coloca su pijama y solo se tiende en cama con sus animales. Keina apoya su cabeza en su abdomen, Ute se acuesta en su cabello, y Chispita y Cholate se hacen bolita al lado de Keina.
   —¿Mala semana? —Shinsō interrumpe por la ventana.
   —Me voy a morir —se lamenta, levantando un poco la cabeza—. ¿Qué te dije de entrar por la ventana? Uno de estos días me vas a encontrar desnuda.
   —Es todo parte de mi entrenamiento —asegura bajando su máscara y sonriendo ampliamente—. Solo estoy patrullando y asegurándome de que no haya ninguna actividad sospechosa. ¿Eres sospechosa?
   —No lo sé, tú eres el héroe que debe determinar eso —ríe, y se echa hacia atrás de nuevo. Ute le maulla y salta de la cama para saltar a brazos del muchacho de cabello morado—. Cierra la ventana, no la dejes escapar o va a saltar.
   —Lo sé —ríe, entra de lleno al cuarto y cierra. Se acerca a la cama y se lanza al lado de Kana, dejando a Ute reposar en su cuello —. Tienes el cuerpo lleno de morados —comenta, viéndole los brazos.
   —Es mi equipo —responde—. Esta semana ha sido más pesada que nunca y he hecho demasiados movimientos bruscos. Voy a buscar un nuevo diseño que me permita mayor movilidad, pero no sé todavía si voy a pedir que lo fabriquen.
   —Deberías o vas a quedarte sin brazo... otra vez.
   —Lo sé, pero espero recuperar mi quirk estos días.
   —¿Cómo piensas hacer eso?
   —Hana me dijo que podía hacerlo con un beso de amor verdadero.
   —¿Cómo en los cuentos?
   —Ajá. Pero no sé si hablaba de alguien que yo amara o alguien que me amara. Tampoco sé de qué tipo de amor hablaba, quizás un beso en la frente por papá me sirva...
   —¿Ahora serás la princesa que ande besando sapos por todos lados?
   —Eso creo...
   —Ya...
   Permanecen acostados viendo el techo.
   —Papá te va a matar su asoma por la ventana y te encuentra aquí perdiendo el tiempo conmigo.
   —Le dije que iba al baño.
   —Va a pensar que estás mal del estómago.
   Ambos ríen de manera boba ante el comentario que ni siquiera fue muy bueno, ambos giran sus rostros y sus miradas se encuentran por largos segundos. Él le sonríe ampliamente y ella devuelve la sonrisa.
   —Espero encuentres a alguien a quien quieras besar.
   Dos toques en la ventana los hacen estremecerse. Cuando se levantan se encuentran con la tajante, intimidante y filosa mirada de Eraserhead. Ambos sonríen nerviosos. Hitoshi se pone de pie para abrir la ventana.
   —Vine a pedir el baño prestado hasta acá —miente, desviando la mirada.
   —El baño no está en la cama —le reclama, frunciendo el ceño. Se gira a la muchacha, quien le sonríe incómoda—. Te dije que no los distrajeras.
   —Él me distrajo de no distraerlo —acusa, y desvía la mirada también.
Bufa y arruga la nariz, se gira a su pasante y le indica con la cabeza que lo siga.
   —Tenemos trabajo.
   —Voy detrás de usted.
   Se despide de Kana con la mano y se va por donde llegó, ella ríe cuando está sola. Vuelve a acostarse en cama y junto a sus animales duerme todo el día. Despierta tarde, muy tarde, ve por  la ventana y nota que está anocheciendo, pero no le toma importancia. Toma su celular y ve varios mensajes de sus amigos, nada relevante o importante, una llamada perdida de su papá y notificaciones de algunos juegos.
   Se levanta de cama y estira su cuerpo, un poco cansada de descansar tanto. Irónico. Sale del cuarto y busca algo de comer en el refrigerador cuando recibe una nueva llamada.
   Es Izuku.
   —¿Hola? —responde, sosteniendo el celular con su hombro mientras abre un paquete de pizza congelada.
   —¿H-Hola? ¿Koen-san? —la voz del brócoli suena tensa, sabe que tiembla un poco.
   —Sí, soy yo. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —se aflige un poco, pero sabe que si Izuku estuviera en problemas no podría llamarla.
   —Sí, sí, yo... uhm... ¿Tú estás bien?
   —Sí, acabo de despertar de una siesta.
   —Que bien, que bien. Uhm... ¿Estás libre ahora mismo?
   —¿Libre? ¿Libre como...?
   —Sí, ya sabes... Como... Uhm... ¿Disponible ahora mismo? No digo disponible como... sin novio, quiero decir... uhm... —escucha risitas al otro lado de la llamada, lo que revela que el joven no está solo— Lo siento... Uhm... Esto fue una mala idea, olvídalo.
   —¡No! —dice un coro de voces al otro lado.
   Escucha el teléfono caer y una pelea que no logra entender, alguien toma el teléfono y ríe.
   —¡Moku-chan! —es Denki, ríe, y con él ríe alguien más— Uhm... Kirishima, Mina, Iida, Uraraka, Shinsou y yo iremos a... una cita, supongo —más risas—. Una cita en grupo a la feria de Sapporo, en el puerto, y Midoriya quiere ir con nosotros, pero le falta una acompañante, entonces nos preguntábamos si quizás tú quisieras ir también. Ya sabes, como amigos... BUENOS amigos, claro, claro.
   Escucha más risitas y se apoya en la cocina unos momentos.
   Oh, Dios.
   Ha pasado tanto tiempo leyendo y jugando obras románticas, sabe las oportunidades que puede darte una feria... ¡Una feria en la playa! ¡En Sapporo! ¡Con el chico que le gusta! Es una oportunidad en un millón. No puede dejarla.
   —¿Moku-chan?
   —Uhm... Yo... ¿A qué hora se van?
   —En una hora.
   —Cool. Les llamo para avisarles.
   —Cool.
   Entre risas la llamada se corta. Kana corre al cuarto de su padre y golpea la puerta, casi desesperada. Shouta abre de inmediato y se aflige al ver a su protegida temblando y pálida.
   —¿Estás bien?
   —¿Puedo ir a Sapporo?
   —¿A esta hora? —se aflige, viendo el reloj— Sigues castigada por escaparte al festival, ¿sabes?
   —Sí, sí, yo sé. Lo entiendo, pero... Papá, no entiendes, es una cita.
   —¿Una cita? —repite incrédulo— ¿Con Shinsou?
   —Hitoshi está con Kaminari, papá, lo sabes.
   —Ugh, y pensar que le advertí tanto sobre los rubios ruidosos... ¿Con quién entonces?
   —Con Izuku.
   —Kana, sabes lo que pienso de Izuku...
   —Sí, sí, sé lo que piensas, papá, y sé que no te agrada y te aflige. Pero, papá, es una feria, en Sapporo, ¿entiendes cuánto tiempo podría tomarme para tener otra oportunidad así? Papá, por favor, por favor, por favor.
   Shouta suspira y se gira para intercambiar miradas con su esposo, quien se está alistando para irse a la radio.
   —¿La estás escuchando? —pregunta al rubio.
   —Yo digo que la dejes ir —admite sonriendo de lado—. Tiene razón, no va a tener otra oportunidad tan romántica. Ni siquiera tú me has llevado a la feria de Sapporo.
   —Odio las ferias.
   —Ella no. Déjala ir. Si tiene suerte puede recuperar su quirk.
   El pro-heró frunce los labios y vuelve a ver a su protegida, la palidez fue reemplazada por un color rojo cual tomate bien maduro. Rueda los ojos y la despeina.
   —Ve y diviértete. Y más vale que no te pase nada, Kana. Como vengas aquí con un órgano menos no vas a volver a salir de esta casa si no es acompañada con un guardian.
   —¡Sí! ¡Gracias!
   Corre de nuevo al cuarto, toma su celular y le habla a Shinsou, quien contesta de inmediato.
   —Voy a ir —anuncia rápidamente.
   —Genial —responde su amigo.
   —No, no es genial. No sé qué ponerme, o qué llevar, o cómo actuar. Mi única ropa... formal es un montón de cosas negras y el uniforme de la Academia. ¿Tú cómo vas vestido?
   —Con jeans, camiseta y abrigo. Dame un momento, ¡hey, Izuku!
   —¡No! ¡No le preguntes! —reclama, alarmada— Oh, Dios, ¿debería llevar algo? ¿Un regalo? Por favor, no me dejes sola, voy a morir.
   —Calma, te cuidaré. Si no lo hago Aizawa-sensei va a matarme —ríe bajito—. Ve con lo que quieras, te ves bien con todo.
   —¡Me veo horrible con todo!
   —Kana... Lleva un vestido, ¿qué te parece? No puedes fallar con un vestido.
   —No tengo ningún vestido —se lamenta.
   —¿Cómo no tienes ningún vestido? ¿Una falda?
   —Sí, eso sí.
   —Bien, ve con falda, blusas y zapatillas. Fácil.
   —Wow, que gran modista eres, gracias —responde sarcástica, rodando los ojos— ¡Tengo como ochenta faldas! ¡Yochenta camisas! ¿Sabes cuántas combinaciones son esas? ¡Demasiadas! ¡Hitoshi estoy entrando en pánico!
   —Ay —suspira, resignado—. Bien, préstame atención, ¿ok? Buscaré alguna idea en internet y te la enviaré, cálmate. Vas a estar bien.
   —Bien, bien. Gracias, moriría sin ti.
   —Lo harías —ríe.
   La llamada se corta y Kana espera unos minutos al mensaje de Hitoshi. Por fin lo recibe, es una imagen de una chica linda usando ropa linda, y le sigue unos mensajes. "Nos vemos en la estación de tren en una hora, no dejes plantado a Midoriya".
   Oh, dioses.
   Busca la ropa y se la coloca rápidamente, prenda tras prenda mientras se mira en el espejo, una y otra vez. Nada parece quedarle bien. Tiene como media hora probándose ropa y no sabe qué hacer, está entrando en pánico, nunca había estado tan nerviosa en su vida.
   Un momento.
   Nunca había estado tan nerviosa en su vida.
   Ve el cúmulo de ropa en su cama y las prendas que tiene puestas en ese momento.
   Toma un fuerte respiro mientras se mira al espejo. Se acerca a su reflejo y la señala con su dedo índice.
   —Eres preciosa —se afirma, frunciendo el ceño. Procede a posar un poco para sí misma—. Sí, soy una hermosura. Me he enfrentado a cinco villanos a la vez, una cita no es ningún reto para mí —toma otro respiro y asiente, firme.
   Por fin se ha decidido por un atuendo sobrio pero cómodo, una blusa negra con mangas largas y cuello alto, ajustada, por dentro de una falda color café claro a la rodilla, debajo de esta lleva medias altas color negro, y termina con botines negros. Toma su bolso, su celular, su humectante de labios, se maquilla un poco con delineador, rubor y sombras rosas, se despide de Keina, Ute, Chispita y Chocolate uno por uno. Sale a la sala, Aizawa revisa su celular, pero levanta la mirada cuando la ve salir.
   —Luces bien —halaga.
   —Gracias —sonríe, bajando la mirada para verse a sí misma.
   —Diviértete, pero no mucho —se acerca a ella y le besa la frente como despedida—. Si pasa algo solo llámame e iré por ti de inmediato, sabes que Nemuri e Hizashi están disponibles también siempre.
   Ella asiente y le besa la mejilla antes de dirigirse a la puerta.
   —Vuelve antes de medianoche —advierte Shouta mientras la ve irse.
   —Lo intentaré —responde sonriendo.
   —Kana —suspira.
   —Es broma —ríe bajito y por fin se retira.
   Corre a la estación para no llegar tarde, llega a tiempo, encontrándose con su grupo justo cuando van entrando. Les sonríe como saludo.
   —¡Llegas a tiempo! —la recibe Mina— ¡Y luces muy bien!
   —Gracias —sonríe, intentando esconder su cansancio y esperando que el sudor no le corra el maquillaje. ¿Se puso desodorante? ¿Perfume? ¿Luce despeinada?— Ustedes también lucen muy bien —ve a Shinso con una flor que seguramente le dio Denki. Oh, dioses, ¿debió llevar un regalo? Lo olvidó totalmente—. Hola, Izuku —saluda al futuro símbolo de la paz, sonriendo y escondiendo sus nervios cuanto puede. Toda la charla del espejo se iba a la mierda.
   —Hola, Kana —saluda, se le ve más nervioso que a ella, lo que la alivia enormemente—. Uhm, ¿no estabas castigada por lo del festival?
   —Me escapé otra vez —miente, riendo—. No creo que papá me busque en Sapporo, así que estaremos bien.
Bajan a la estación todos juntos, esperan el tren en silencio luego de haber comprado sus boletos. El transporte por fin se detiene delante de ellos, y todos parecen a punto de subir al tren. Kana e Izuku ingresan primero al vagón, y sus amigos entran con ellos como si nada, aunque de pronto todos empiezan a salir uno por uno.
   —¿Ah? —murmura Kana al darse cuenta de tal acción.
   —Al parecer compramos boletos equivocados —sonríe Shinsou mientras sale—. Pero está bien, seguro ustedes se divertirán mucho en Sapporo sin nosotros.
   —¡H-Hey!
   —Bye, bye.
   La puerta se cierra sin que ellos puedan hacer nada. Los dos jóvenes quedan paralizados en sus asientos, uno al lado del otro. El arranque del tren hace sus rodillas chocarse, y tal cosa los hace estremecer a ambos, girándose un poco en dirección contraria al otro como si quisieran darse la espalda. Kana solo puede pensar que en cuanto vuelva a ver a Shinsou va a ahorcarlo. Le mintió, y le mintió de la peor forma.
   Toma un fuerte respiro y se endereza, girando un poco su cuerpo para volver a estar bien sentada. Al verla hacer tal cosa Midoriya hace lo mismo, todavía guardan silencio.
   Ella vuelve a tomar un respiro y se gira a Midoriya, separando los labios para decir algo que rompa la tensión.
   —Podemos no hacer esto si gustas —interrumpe Izuku lo que sea que la muchacha le va a decir—. Podemos detenernos en la siguiente estación y... volver... si quieres.
   —No, no. Yo... Uhm... Podemos seguir... si quieres.
   —¿Tú... quieres seguir?
   —¿Tú quieres seguir?
   Vuelven a guardar silencio una vez más.
   —Sí, claro. Hagámoslo —responde ella primero.
   —Sí... Sí, vamos —se une por fin Izuku—. Lamento que hayas terminado metida en esto conmigo, no lo esperaba tampoco.
   —Nah, está bien. Nos viene bien un descanso, Izuku. Lo merecemos.
   —Lo merecemos, ¿no? —sonríe, asintiendo— Hay que aprovechar al máximo. Sapporo es un lindo lugar.
   —Lo es.
   Llegan a Sapporo solo para descubrir que ahí ni siquiera hay una feria tomando lugar...

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