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Capítulo 106

Capítulo 106:
❝Sobre Kana y sus vacaciones de invierno❞

   —Esto es genial —rió la joven héroe en el avión privado que comparte con su encargado. Este último sonríe mientras la ve recorrer el pequeño lugar—. ¡Es la primera vez que voy a la Isla I! Mamá me dijo que iríamos cuando cumpliera 18, ¡así que ir ahora es genial! Gracias por acompañarme.
   —Gracias a ti por invitarme —suspira, sujetándose el rostro con las manos.
   Kana había conseguido dos invitaciones para el Expo de la Isla I gracias a la fama que había conseguido como la héroe más joven con más personas rescatadas. Además como la héroe que rescató al héroe n° 1 de Japón. Además haber ganado el festival deportivo. Había una lista infinita por la que había sido invitada, y como las invitaciones eran dobles pensó en llevarse a Shinsō.
   Como sea, Shōta se negaba a dejarla ir sola con Shinsō por lo que no le había quedado otra opción más que llevarlo a él.
   —¡Vamos a ver un montón de héroes cool! —aplaudió emocionada, sentándose por fin y sacando de su bolsillo un papel doblado. Lo desdobló, revelando que era un itinerario— Mira, mira, nos planee todo el día. Primero iremos a ver el pabellón de artefactos, luego iremos al campo de enfentamiento, ¡me han invitado para dar una demostración de mi 100%! Hoy no será muy emocionante ver toda la feria, por lo que iremos a los stands con héroes a llenar mi libreta de autógrafos. ¡El profesor David Shield me llamo personalmente para decirme que tenía un aparato que mostrarme! Es lo primero que haremos, recuérdalo. Luego de eso iremos a todos los stands de comida para probar una cosa de cada una, ¡tengo una tarjeta VIP, por lo que no te preocupes respecto a gastar demasiado! Y finalmente iremos a la fiesta.
   —¿Irás a la fiesta?
   —Habrá comida gourmet gratis...
   —Ya, eso tiene sentido —suspiró, riendo bajito—. ¿Quieres que te acompañe? 
  —¡Claro que quiero! Somos un dúo, ¿no es así? ¡Koenzawa!

   —Suena mejor Aimoku.
   —No.
   Ambos rieron.
   Kana estaba emocionada por conocer en persona al profesor David Shield, ni hablar de conocer un montón de héroes internacionales y aun más científicos geniales. Además, como en la isla el uso de quirks es permitido, también iba a poder aprender un montón de quirks nuevos. Shōta por su lado, que no era muy fanático de eventos concurridos ni nada por el estilo, simplemente iba feliz por ver feliz a su protegida. Se iba a aburrir como el infierno en ese lugar, pero al menos tendría una suite de lujo con servicio al cuarto incluido; con suerte encontraría algún gato robótico u holográfico.
   El viaje se sintió corto gracias a la película que se quedaron viendo durante todo el camino. Poco antes de aterrizar ambos se pusieron sus trajes de héroe, pues habían tomado el avión en pijamas por cuestiones de comodidad. Kana usó su traje de verano, para la prensa y por el calor.
   Su primera parada sería el laboratorio de David Shields. La joven los guió de forma torpe con ayuda de su mapa dibujado a mano. Les tomó unos minutos llegar, pero llegaron.
   —Buenos días —habló ella, tocando la puerta con suaves toques.
   —¡Adelante!
   Ambos invitados se adentran en el laboratorio. Son recibidos por un hombre, mayor, de cabello castaño cobrizo y ojos azules. ¡El gran profesor David Shield! ¡Ganador del premio nobel! ¡Compañero de All Might y además creador de su traje! Kana rebalsaba emoción. No tenía un quirk genial que ella pudiera copiar, pero era un hombre al que cualquiera podía admirar, en especial una otaku como ella.
   Shōta se limitó a pensar que el sujeto era guapo...
   —Ah, Kana —sonríe él, acercándose para estrecharle la mano—. Es un gusto conocerte en persona, estoy muy al pendiente de todas las cosas que haces... se puede decir que me he vuelto tu fan, ¿sabes? Y este de aquí debe ser tu padre, ¿no es así? Encantado, señor Koenmoku.
   —Aizawa —corrigió Shouta, estrechando también la mano del caballero—, soy el encargado de Kana.
   —Ah, ya. Lo siento. Es solo que se parecen mucho...
   —Nos lo dicen a menudo —sonrió ella—. Como sea, ¿para qué quería verme?
   —Oh, claro. Verás, tengo unos cuantos artefactos que he elaborado para héroes como tú, que hab sufrido lesiones graves estando en labor —se acercó a su escritorio, y de ahí sacó dos cajas metálicas las cuales se abrieron como maletín. En una había un brazo prostético, y en el otro un dispositivo que parecía la esquina mandibular de una máscara—. De hecho, estas dos las hice especialmente para ti. Este de aquí es un brazo que tiene la utilidad del que llevas ahora, pero la estética del otro que usas. Se conecta con microagujas a tus terminaciones nerviosas, sin causar el más mínimo dolor e inmediatamene. Resiste climas extremos, agigantamientos, tiene una absorción de impacto muy superior a cualquier otra prótesis. De hecho, mi hija lo diseñó para que pudiera soportar tres veces impactos con la fuerza de All Might. Pruébatelo, por favor.
   La muchacha así hizo. Se sacó rápidamente su prótesis de combate y colocó la que le había ofrecido el doctor. Sintió un leve escalofrío en el cuerpo luego de colocársela. La soltó, descubriendo complacida que esta se mantenía en su lugar sin necesidad de ser asegurada ni conectada. Movió los dedos, la tocó para comprobar que podía sentir con ella. Era sorprendente.
   —Y esta otra es una prótesis para tu rostro —indicó, ofreciéndole el trozo de máscara—. Si te lo colocas al borde de la mandíbula se extenderá hacia el hueco en tu rostro y tomará la forma de tu mejilla y tus labios, además una textura parecida. Podrás comer y volar con esto colocado, y no lastimará tus encias ni te hará derramar la comida. Déjame ayudarte. Quítate ese.
   Se quitó la prótesis de silicona con mucho cuidado, limpiándose de inmediato la baba que escurrió por el hueco.
   El profesor se acercó a ella y colocó la pieza exactamente donde dijo. Una vez más nuestra heroína padeció un pequeño escalofrío antes de sentir el aparato recorrerle la mandíbula y ascender a su mejilla, al lugar donde tenía el hueco. Lo cubrió en su totalidad. No se sentía como si simplemene llevara con ella un trozo de metal en el rostro, podía sentirlo como si fuera nueva piel. Suave, cálido, no le molestaba en lo absoluto.
   —Pareces un robot —comentó Shōta, ofreciéndole una pequeña sonrisa.
   —Eso parece, ¿no? —sonrió ella también, arrugando la nariz. De inmediato se dirigió al profesor— ¿Hizo esto para mí?
   —No sería para nadie más.

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