"Palabras lindas y situaciones especiales"

Pasaron dos meses desde que visitaron el antiguo hogar de SeokJin. Las cosas transcurrieron con calma y alegres gracias a que a su dúo se había sumado un integrante más; la cabaña por ese entonces no podía tener un ambiente más feliz. A pesar de que la mayoría del tiempo el pequeño se la pasaba durmiendo, Cho-Hee y Jin habían adoptado una faceta paternal y cariñosa, tanto que prácticamente se la pasaban pegados las veinticuatro horas del día, dando como resultado un excelente humor para ambos.

—Ya es hora de que vaya a comprar las cosas, Jin —alistó su bolso mientras sostenía en su mano derecha las llaves de su automóvil— Si Ahn despierta, ya sabes qué hacer. Su comida está en el lugar de siempre, ¿si? Regresaré en un par de horas, así que si demoro no te preocupes. Y, por favor, lo que más te pido es que cuides bien de los dos, ¿está bien? —al momento de preguntarle lo último ya se encontraba casi saliendo por la puerta principal del hogar.

—Todo estará bien, Cho. La que se debe cuidar mucho eres tú, así que apenas te desocupes, ven a casa enseguida. Ahn y yo te estaremos esperando con ansias —le sonrió dulcemente demostrándole que tenía todo bajo control—. Ten un lindo viaje.

Cho-Hee le sonrió de vuelta y, tras echar un breve vistazo al cachorro, se dio media vuelta para irse a su movilización. Caminó por el pórtico y bajó los escalones no muy rápido, tal vez solo esperando que algo ocurriera. Jin por otro lado, tomó al pequeño en su brazos, procurando cubrirlo bien con una manta y medianamente con rapidez salió esperando que Cho-Hee aún no se hubiera marchado, pero al ver que recién estaba subiéndose al automóvil, se alivió enormemente.

—¿Pasa algo, Jin? —cuestionó bajando la ventanilla para poder escuchar mejor. El híbrido la miró un tanto dudoso.

—No, no, o bueno, en verdad sí. Lo que pasa es que has olvidado algo —la humana le miró extrañada ya que con él solo llevaba al cachorro— No es nada material, por lo menos no un objeto —aclaró rápidamente al ver su mirada sobre su ser, pero inevitablemente sus ojos propios ojos se dirigieron a los labios contrarios.

—¿Entonces qué es? Y será mejor que lo digas, porque ya me estás preocupando.

—Te faltó mi despedida —finalmente reveló, o al menos parte de la verdad.

—Pero si ya te despediste, bobo —habló agregándole una suave risa. Aunque en el fondo sabía la razón de por qué Jin estaba haciendo todo eso.

—Ah, ¿en serio? Creo que lo olvidé —nervioso se dio la vuelta para regresar a la cabaña, pero la voz de Cho-Hee le retuvo.

—¿Acaso quieres un beso? —directa y sin rodeos habló. Jin sintió su cara más acalorada de lo normal al ser descubierto.

—Puede ser... —avergonzado se dio la vuelta para mirarla y nuevamente sus ojos fueron a parar hacia aquellos belfos rosas que últimamente lo estaban volviendo adicto.

—¿Entonces por qué no simplemente haces lo que quieres? Tú sabes que yo no me negaré —y puede que haya sido una indirecta para hacer cualquier cosa, pero prefirió pensar en blanco y no aprovecharse de la situación. Aunque tenía que admitir que la faceta de Cho-Hee tan directa era su pequeño pecado.

Con lentitud agachó su cabeza hasta que estuvo a la altura de la humana en esos momentos. Su rostro tenía una sonrisa notoria aunque él no se había percatado, y si no hubiera sido porque el cachorrito descansaba en sus brazos con gusto hubiera hecho que Cho-Hee saliera del auto para acariciar su cintura junto a su precioso rostro al momento de tener unidos sus labios, o quién sabe, los asientos de la movilización eran bastante cómodos también.

Concéntrate, Jin. Se dijo a sí mismo cuando se dio cuenta de que su imaginación se estaba poniendo a trabajar. Y viendo que su rostro estaba tan cerca del de la chica sólo pudo atinar a cerrar sus párpados a esperar que sus labios acariciaran los de Cho-Hee. Ladeó un poco su cabeza buscando una posición más cómoda, y a penas sintió las nubesitas contrarias, algo dentro de su pecho explotó causándole una enorme felicidad.

La chica dirigio su mano derecha a una de las mejillas de Jin, acariciando pacíficamente y con mucho cuidado, también paseó por su cabello e incluso tocó hasta sus afelpadas orejas, y está última acción sin duda fue su perdición.

Permanecieron haciendo eso varios segundos, tal vez hasta minutos, pero su pequeña burbuja de amor desapareció cuando sintieron una dulce voz quejarse; el pequeño Ahn se había despertado y eso significaba no más besos por el momento.

—Yo... eso fue genial —opinó Jin, ahora con sus mejillas claramente rojas, pero sus labios no se quedaron atrás con un brillo especial gracias a lo que acababa de ocurrir—. Creo que ahora sí te debes ir, amor. Iré a alimentar a Ahn antes de que sea más tarde. Te amo mucho, no lo olvides —y tras decir eso, desapareció dejando a Cho-Hee con las palabras en la boca, pero con una gran sonrisa plasmada en su rostro

—Yo también te amo, Jinie —susurró casi sintiéndose flotar. Las palabras de Jin junto al beso que habían vivido la hacían sentir en un sueño del que no quería nunca despertar.

Y con un muy buen humor, encendió la radio para que no fuera un viaje tan callado. Lo único malo de todo lo que estaba pasando era que la ciudad más cercana justo era donde vivían sus padres, y lo que menos quería ese día era encontrarse con ellos, su vida estaba bien tal y como estaba; con Jin, el pequeño Ahn y ella. No necesitaba nada más para ser feliz.

🐺

—Mami llegará pronto, bebé. Solo hay que ser pacientes para no darle problemas innecesarios. Así que sé un buen cachorrito y come lo que ha dejado para ti. Cuando vea que te comiste todo, se sentirá muy orgullosa, solo no le digas que yo te he dicho esto, aunque... aún no sabes hablar ni transformarte, así que creo que es imposible, pero de todas formas no se lo digas, ¿si?