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🐾Capítulo 1🐾

"Sorpresa: un animal herido"

Al ver que la comida en su despensa se estaba agotando, Cho-Hee se vio obligada a tener que viajar a la ciudad para poder reponer todo lo que ya le estaba haciendo falta en su hogar. Y diciendo la verdad, le faltaban bastantes cosas para comer, además de otros utensilios de limpieza necesarios prácticamente a diario.

Hace no mucho se había mudado a una cabaña en medio del bosque, no estaba en muy buen estado, pero era mejor que vivir en el ambiente de la ciudad, todo agitado y lleno. Además con la remodelación que le había brindado quedó perfecta para su gusto, y eso que aún le faltaban ciertas cosas que arreglar, mínimas, pero que harían que el lugar se viese aún más encantador de lo que ya era.

Subió en su automóvil y elevó el volumen de la radio para escuchar una canción de su agrado que estaba sonando, el viaje a la ciudad duraba aproximadamente unas dos horas desde donde se encontraba y al viajar sola el trayecto no se hacía muy liviano, más que nada era aburrido y la mayoría del tiempo cansador. Las frecuencias no se escuchaban muy bien, pero cada cierto tiempo iba buscando la que se escuchara mejor para no escuchar simplemente la estática, que podía llegar a ser muy molesta. En tramos no había señal alguna y en ese caso mejor la apagaba y simplemente tarareaba lo que se le ocurriera.

Cuando llegó a la ciudad pensó en ir a visitar a sus padres como sorpresa, pero al estar en la entrada de su antiguo hogar se arrepintió enseguida. Al abrirse la puerta lo primero que divisó fue a su padre, que por lo visto había ido de cacería junto a un grupo de amigos, y en la cual habían capturado a un pequeño animalito; un zorro. Solamente era un pequeño cachorro atrapado en una fea jaula, una fea jaula que se encontraba sobre la mesita de centro como si se tratase de un premio (o algo parecido), el cual se merecía ser expuesto con orgullo y devoción. Cho-Hee solo podía sentir rechazo ante tal escena. Era un bebé, no merecía nada eso. Su lugar era el bosque, siendo libre junto a los suyos.

Guardó silencio unos segundos antes de saludar a todos los presentes con una gran incomodidad plasmada en su rostro. Los amigos de su padre nunca habían sido mucho de su agrado, más que nada porque su pasatiempo era algo que ella aborrecía. La mejor idea sería pasar a saludar a su madre y retirarse con rapidez. Su padre le dijo que se quedara amablemente (más allá de su pasatiempo no era un mal tipo), pero ni eso ni la insistencia por parte de su madre para que se quedara a comer, fue suficiente razón para convencerla de quedarse en un lugar, que por el momento, le estaba produciendo demasiada incomodidad.

Lo que realmente le quería decir a su padre se lo guardó para ella misma, no quería tener altercados con su progenitor y menos con varios presentes; haciendo una escena de la que probablemente se arrepentiría después, ya estando sola con sus pensamientos. Le gustaba exponer sus ideales, pero en aquella época la mayoría tenía la mente muy cerrada. Probablemente sólo la calificarían como una revolucionaria sin sentido.

De vuelta en su auto el pensamiento de comprar lo que necesitaba con rapidez para luego regresar a su hogar fue todo lo que ocupó su mente. La ciudad definitivamente no era para ella, siempre seguiría siendo un lugar de supervivencia tonta. Ni los animalitos en el bosque eran tan crueles, y eso que ellos hacían lo posible por sobrevivir. Los humanos, en cambio, parecían disfrutar del dolor de alguien más. Capturando pequeños animalitos por diversión, y haciendo quién sabe qué después de capturarlos. Su padre siempre había sido así, pero cuando pequeña ignoraba que todo lo que hacía podía estar mal, para ella siempre sería su héroe, pero ya siendo una adulta se daba cuenta de todas las cosas que había ignorado siendo una niña que solo miraba con admiración a quienes le habían dado la vida. Si bien su mamá no era igual a su papá, prefería quedarse callada y solo aportar desde la cocina o haciendo las tareas del hogar.

Le parecía algo absurdo, pero en todas las casas las cosas funcionaban así. Mujeres encargándose de los hijos y el hogar, mientras que los hombres trabajaban para llevar el dinero a su familia. Ella no quería esa rutina, así que cuando tuvo la oportunidad se alejó de todas esas costumbres un tanto retrógradas (aunque era lo normal). Para Cho-Hee las mujeres se podían valer por sí mismas sin la necesidad de siempre estar con un hombre... Los hijos no le molestaban, pero sentía que aún no era tiempo para aquello, primero quería dedicarse a ella y cuando ya estuviera lista intentaría dar el paso para ver si las cosas funcionaban y si encontraba a la persona indicada.

Bajó de un jalón todas las bolsas que contenían sus alimentos. En total eran seis bolsas que estaban sumamente pesadas (algunas más que otras), agradecía que el trayecto del auto hasta el pórtico de la casa no fuera tanto, sino sus dedos y brazos hubieran perdido la circulación de la sangre gracias al peso de estas.

Cerró la puerta trasera de su movilización con fuerza y recogió las bolsas que yacían en el suelo. Dio unos cuantos pasos, tarareando una canción que había escuchado de regreso a su hogar hasta llegar a los escalones de la entrada, ya en el pórtico se percató de que había algo inusual que no había visto antes, su tarareo paró al ver lo que había; en uno de los lados del suelo del pórtico se encontraba un animal herido.

Soltó las bolsas producto de la sorpresa, estas quedando tiradas frente a la puerta principal. Se acercó lentamente hacia el animal y pudo ver con más detalle que este tenía varias heridas repartidas por su cuerpo, algunas cubiertas por motitas de pelaje y otras completamente expuestas. Una mueca de dolor se posó en su rostro. Pobre animalito, pensó observándolo. Por lo visto era un perro, así que su corazón se apretó al imaginar que podría ser una mascota que alguien abandonó cerca del bosque para dejarle a su suerte.

¿Qué debía hacer? no podía dejar al animal tirado allí, si se moría el pórtico de su hogar sería el lecho de muerte y esa idea no le agradaba para nada. Pero por otro lado... ¿Qué pasaba si el canino era salvaje? esa posibilidad también estaba presente, y más si le podía atacar, ya que estando en medio de la nada nadie le ayudaría en ese caso. Por más que gritara o pidiera auxilio no había nadie a kilómetros a la redonda que le socorriera, si algo le pasaba sólo ella podía ser la única en enterarse.

Tragó sonoramente al pensar aquello.

Aunque de todas formas ella no tenía idea de que el animal tirado era SeokJin, quien no le haría absolutamente nada malo y que por esa misma razón había recurrido a ella. Tras haber observado su forma de actuar por un par de meses al descubrir la pequeña casita en una de sus expediciones. Como actuaba le transmitía bondad y tranquilidad, sabía que ella no tenía el corazón podrido como varios de los mayores de su pueblo describían a los humanos. Ella le ayudaría porque era buena.

Gracias a su excelente olfato podía haber deducido que en ella había bondad, era algo complicado de explicar... pero incluso con solo verla podía sentirse en paz. Era una humana, para su mala suerte, pero al verla un par de veces sintió que era diferente al resto. Había ayudado a un conejo herido y le daba de beber a los pajaritos que se posaban en su entrada. Claramente para él alguien que hacía eso no podía tener una pizca de maldad en su interior. ¡Si hasta le daba azúcar a las hormigas!

Cho-Hee entró en su casa, un poco alterada, para dejar las bolsas en la cocina y rápidamente se dirigió a su cuarto en busca de un botiquín. En su vida había curado a varias personas, no tenía que ser tan difícil el curar a un animal, o por lo menos no tan distinto, lo había hecho un par de veces, no con un animal tan grande ni con heridas tan feas. Pero de igual forma, con esfuerzo y concentración limpió con sumo cuidado las heridas para después envolverlas con vendajes para que no quedaran expuestas, dejando la posibilidad de que se infectaran por un error tan mínimo.

Cerró sus ojos y suspiró más tranquila al haber finalizado su tarea. No había quedado como el trabajo de un profesional, pero algo era mejor que nada, y entre un trabajo medio logrado y el dejarlo simplemente a su suerte, la primera opción en su cabeza se oía mucho mejor. El animal aún seguía sin abrir los ojos, cosa que le preocupó, pero su respiración aún seguía continua, por lo que ya estaba segura de que el animal había podido sobrevivir al ajetreo de mover sus patas y su cuerpo para poder envolver todos bien de vendas. No había sido brusca, pero de todas formas se tenía que asegurar.

Descansa, pequeño. Estás en buenas manos —No sabía la edad del can, pero no se veía muy viejo por lo que supuso que tenía que ya estar en su edad adulta, pues tampoco se veía como un pequeño cachorro totalmente indefenso.

Intentó pensar en cómo el perro había llegado a un lugar tan alejado como su hogar, pero todo le llevaba a su teoría de que tal vez alguien le había abandonado en medio del bosque o cerca de este y el animal solo había caminado hasta llegar hasta ahí, su corazón se apretó al imaginar eso. Siendo doméstico la posibilidad de sobrevivir no era mucha. Ya algunas veces había encontrado mascotas muertas, y era algo sumamente fuerte para ella.

Quería seguir pensando en otra hipótesis sobre lo que podía  haber ocurrido, pero le pareció que era mejor  preocuparse por su salud y no pensar más en cómo había llegado hasta la cabaña, aunque eso no evitó que un sentimiento de molestia permaneciera en su interior por unos minutos. Aún sin saber que había ocurrido antes para llegar a eso, le dolía ver cómo el animalito hacía lo posible por seguir respirando lo más normal posible con tanto daño en su ser.

Debo tener algo por aquí... —ingresó otra vez a su hogar para ver si encontraba algo sobre cómo cuidar a un animal entre toda la infinidad de libros que tenía. Toda su colección era muy variada, por lo que tenía que haber aunque sea lo mínimo de información sobre aquello.

Rebuscó lo más que pudo, pero al final no terminó encontrando nada. Lo más cercano solo fue un libro que hablaba sobre cuidados básicos de mascotas, pero nada que le dijera cómo curar una herida con éxito y precisión. Eso la decepcionó un poco, pero haría lo que pudiera y estuviera en su poder para hacer que el animalito se curara lo más rápido posible. No le importaba desvelarse con tal de cuidar al animal.

SeokJin tenía la mínima consciencia de lo que pasaba, de vez en cuando escuchaba ruidos a lo lejos, pero estaba muy cansado y adolorido como para esforzarse en saber lo que ocurría a su alrededor. Confiaba en Cho-Hee, sabía que ella actuaría de la mejor forma en una situación tan espontánea. Puede que boca fuese una expuesta, pero con su bondadoso corazón por lo menos le mantendría vivo.

"La he visto", se repitió un montón de veces en su cabeza. "Ella no me dejará morir. Yo lo sé". Solo pensamientos así le alentaban a seguir luchando por su vida, porque tenía claro que desde otra parte alguien también se estaría esforzando por mantenerlo a salvo y sano. Era difícil, pero no imposible de lograr. El cuerpo le podía doler como el infierno, pero con sus cuidados estaba seguro de que mejoraría.

Nada malo te pasará. Solo no te duermas por siempre, ¿está bien? —Acarició tras las orejitas del animal con mucha delicadeza. El can era simplemente majestuoso, estaba ansiosa por verlo sano, corriendo de un lado para otro con sus garritas sonando al chocar suavemente con el piso de madera.

En verdad tenía muchas ganas incluso de solo verlo con sus ojitos abiertos... Algo tan simple le tenía totalmente ansiosa.

Los animales podían llegar a ser muy hermosos, incluso más que las mismas personas (y no refiriéndose solo en el sentido físico). Podían ser una fiel compañía que no esperaba nada a cambio. Un caso claro de ello podía ser la señora que siempre podía ver a la orilla de la carretera cuando tenía que pasar, ella tenía un perrito que era la ternura más fiel que había visto en su vida. Siempre la esperaba en la entrada de su casa cuando la señora salía, en ciertas ocasiones lo había podido ver hasta cuando ya estaba por anochecer y su dueña aún no regresaba por estar ocupada haciendo otras cosas.

Sinceramente en verdad admiraba la determinación del pequeño animal, que sin importar el clima o si estaba cansado, seguía esperando a su dueña en el mismo lugar. Pensando en ello una lágrima se le escapó, recorriendo toda la extensión de su mejilla derecha, hasta  inevitablemente caer en el suelo.

En serio admiraba mucho a los animales... Porque a pesar de todo, siempre eran perseverantes si se lo proponían. No dañaban a nadie y podían llegar a ser seres tan puros y humildes. Se confornaban con tan poco y daban tanto. Aquello sin duda era algo más difícil para las personas, que apreciaban cosas materiales y sin ellas se sentían en menos. Un perro, en cambio, nunca miraría en menos a alguien, sino que agradecería cada pequeño gesto con su vida.

Sin poder evitarlo, nuevas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos llorosos. Realmente no quería que le pasara nada malo al animal que tenía bajo su cuidado. No merecía que su vida tuviese aquel final tan desastroso. Estaba lleno de heridas y golpes, por lo que no se podía descartar el que su cuerpo no resistiera, pero incluso así... Tenía la esperanza de que con sus cuidados sanaría y sería un animal feliz y agradecido por la oportunidad que se le había dado.

05/10/21

Siguiendo la nota de la introducción: esta historia la volví a releer hace poco y me animé a publicarla otra vez. Espero que le puedan dar amor, ya que es una historia muy preciada para mí.

Procuren estar sanos y dormir suficiente ^^♡

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