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7 💗

Jimin estaba muy nervioso, Yoongi sí lo había terminado citando, más específicamente en una cafetería muy bonita en el centro de Seúl.

Sentía temblar sus manos por lo ansioso que se encontraba. Si bien ya conocía su voz, su rostro y un poco de su personalidad gracias a las videollamadas que habían hecho, verlo cara a cara sería una experiencia totalmente diferente.

Y así como traía cosas buenas que emocionaban a su corazón que latía fuertemente contra su pechito, no podía evitar las inseguridades que a veces aparecían para atormentarle.

¿Y si Gigi se decepcionaba de él? ¿Y si lo aburría? ¿Y si no era lo que esperaba?

Y hubiera seguido de aquella forma, atormentándose constante con preguntas si es que una mano no se posaba en su hombro sacándole de su ensoñación.

El menor volteó rápidamente y sus ojos miel hicieron contacto con los orbes oscuros y gatunos. Una bonita sonrisa que mostraba tiernamente unas encías estaba plasmada en el rostro contrario.

Su hyung era mucho más lindo de lo que pudo ver mediante vía virtual.

—G-Gigi hyung...

—Hola, Jiminnie—el mayor sin esperar otra respuesta, atrajo hacia su cuerpo a su dulce acompañante, estrechándolo fuertemente en un abrazo donde pudo disfrutar más de cerca el olor tan suave que desprendía el shampoo del menor, porque por la posición pudo enterrar su nariz en las hebras doradas.

El menor con cierta timidez, dirigió sus manos al abrigo tan suavecito que traía su hyung, como si no quisiera soltarle por nada del mundo pues aquel sentimiento tan cálido no lo cambiaría por nada.

Luego de unos minutos de estar así, con un cómodo silencio en el ambiente se separaron y el de mirada felina tomó asiento frente a Jimin mientras este le observaba atento y con las mejillas un tanto ruborizadas y calientes.

—No sabes cuánto he deseado verte en persona.

—Yo igual, Gigi hyung.

—Que sepas que tu belleza no les hace justicia a las fotos, en vivo y en directo eres más precioso.

—Hyung... No diga esas cosas que no voy a sentir más mi rostro por lo caliente que está.

—Es más hermoso con el rubor que cargas—musitó con sinceridad y Jimin rio bajito. Su Hyung quería matarlo de ternura.

La plática siguió muy amenamente luego de que ambos pidieran a la amable mesera su respectiva orden. 

Un té helado para Yoongi, un batido de chocolate para Jimin y dos porciones de pastel de manzanas con nueces.

Estaban disfrutando de su comida, conversando de temas tales como su mudanza, los planes que tenía en Seúl, cómo había congeniado con la pareja que le estaba alquilando su nueva vivienda, donde Yoongi afirmó que estaba muy contento porque Seokjin y Namjoon habían sido muy amables como su mejor amigo Hoseok le había dicho.

Siguieron así por un rato más hasta que el menor notó que su hyung dejó de comer.

—¿Pasa algo, Gigi hyung? —cuestionó dudoso y el mayor negó con la cabeza.

—Jiminnie... Hay algo que quisiera decirte antes de seguir porque la verdad no sé cuánto más podré guardarlo dentro de mí.

—Oh... Claro, hyung, soy todo oídos—sonrió tratando de normalizar la seriedad del ambiente y regalarle confianza al chico pálido frente suyo.

—Me gustas Jimin... Demasiado diría yo y aunque apenas hoy nos vimos en persona quisiera que consideres la opción de convertirte en mi pareja.

Al mencionado se le cayó la pequeña cuchara de su mano causando un sonido agudo al chocar con el plato.

¿Había escuchado bien? ¿Su hyung estaba declarándose?

Yoongi tragó duro pensando que lo mejor sería callarse y pedirle que olvidará lo que había dicho, pero no contó que al momento de que el chico levantara su rostro, sus ojitos color miel estuvieran cristalizados anunciando que lo que más deseaban era soltar lágrimas.

—Jiminnie... No llores—se asustó, talvez no debió ni hacer mención a aquello pue sabía del sufrimiento que llevaba en su ser. 

El menor tuvo más momentos en los que mediante conversaciones se abrió más a su persona y le contó toda la mierda que había pasado y él, aunque no lo demostrara terminaba totalmente enojado con ese grupo de idiotas que no supieron ni se tomaron el tiempo de conocer y apreciar a alguien tan dulce y puro como Jimin.

—¿Por qué te gusto? —balbuceó—No te puedo gustar, hyung...

Y ahí Yoongi entendió que sucedía y sin más tardar atrapó la pequeña y regordeta manito entre la suya, entrelazando con suavidad sus dedos mientras los sollozos se volvían más audibles.

—Dios Minnie... Si tuviera que enumerar los motivos por los que me gustas no saldremos de aquí nunca—bromeó—. Sin embargo, solo puedo decirte que desde el momento uno me cautivaste. Tu personalidad tan alegre, tu alma bondadosa y sonrisa amable son de lo que más puedo resaltar sin dejar a un lado ese grande corazón puro que llevas dentro de tí. Eres simplemente encantador y amoroso Jimin... Por lo que si me das el gusto de que ahora que estamos cara a cara aceptar que pueda cortejarte estaría muy feliz. Tal vez tú no te esperabas esto de mí, lo entiendo, pero para mí fue inevitable, tan solo dame la oportunidad de conquistarte, te daré todo el tiempo que necesites sin ninguna presión de por medio pues solo quería que estés al tanto de mis sentimientos por ti.

—No puedes conquistar algo que ya tienes seguro desde hace mucho tiempo, hyung—susurró y Yoongi ladeó la cabeza con un poco de confusión para luego observar a cámara lenta como el menor no perdía el tiempo y juntaba sus esponjosos belfos con sus finos labios en un fascinante beso.

Ah, Yoongi sintió que estaba en el cielo.

Jimin se separó, lamiéndose los labios en un gesto que fue tan jodidamente provocativo para Yoongi, pero que este había hecho por el simple gusto de sentir un poco el sabor de la crema del postre que estaba impregnado en los labios del mayor.

—Claro que acepto, hyung. No sabes lo feliz que me siento por eso ya que muy dentro de mí traté de convencerme de que solo sería tu amigo o hermano pequeño.

—¿En serio creías que podría verte de esa forma? Eres muy ingenuo pequeño—Yoongi sonrió ladino y rápidamente quitó con un pequeño pañuelo las lágrimas derramadas por el chico tan bonito frente a su persona.

Y con eso, se abrían dos corazones a amarse sin temor con todo lo que tenían.

Uno lleno de cicatrices por personas que no supieron cuidarlo como debían, mientras que el otro totalmente inexperto en temas del amor, pero con el entusiasmo para arriesgarse.

Porque el que no arriesga no gana y Yoongi sabía que él podría entregar toda una galaxia entera al bonito chico de ojos mieles.

Porque este le había demostrado que lo más importante siempre estaría en el interior.

Gracias por leer, corazones.

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