
† Capítulo 20 | Besar a un cobarde
⚠️ Capítulo medio-largo y emotivo ⚠️
La puerta fue tocada con rudeza y desesperación. Yoongi se levantó del sofá lo más rápido que pudo, retardado aún en el mundo de los sueños por la siesta en que estaba tomando. Bufó mientras refregaba sus ojos una y otra vez con tal de poder despejarse un poco, ajustó bien su ropa a su cuerpo y caminó hasta la puerta.
Una vez allí, apartó el listón de madera que la sostenía, abrió la cerradura y tomó la puerta para apartarla hacia un lado y apoyarla en la pared. Desde el incidente del incendio, la puerta dejó de funcionar como tal cuando Jungkook la tiró con tal de entrar a la casa, así que mantenía otros funcionamientos para la misma. Asomó su cabeza por el portal y realmente pensó que aún seguía durmiendo cuando sus ojos deslumbraron a su padre a un lado de la acera, cohibido.
Se mantuvo estático en su lugar, aclaró su garganta y su padre alzó la mirada hasta dar con sus ojos, dando un paso hacia delante.
— Permiso —fue lo único que añadió, dándose paso a sí mismo hasta el interior de la vivienda, luego hizo lo que Yoongi había hecho segundos antes con la puerta—. Buenas tardes.
Los ojos del menor dieron directamente hacia el reloj que colgaba de su pared, levemente oscurecida por el humo que había escapado de la habitación. Daban casi las seis de la tarde, ni siquiera se había fijado en eso al despertarse de su siesta.
— Eh, sí, buenas tardes.
Se quedó más atrás que su padre, quién entró por cuenta propia y tomó asiento en el sillón contiguo al sofá en el que Yoongi había estado durmiendo escasos minutos atrás. Lo miró desde su lugar y él entendió que debía tomar asiento también, así que lo hizo.
— ¿Puedo preguntar qué haces aquí?
Jihyun aclaró su garganta y tomó una honda respiración, asintiendo antes de decir cualquier palabra. Jugó con sus dedos anticipándose a sus nervios, su pierna comenzó a moverse.
— Bien —suspiró—. Yoongi, yo... yo no soy tu madre —le miró—. Quiero decir, siempre me he mantenido al margen de todo lo que ocurría en tu vida, y ese fue el primer error que cometí —sus ojos se volvieron brillantes de un momento a otro, en señal de las prominentes lágrimas que amenazaban con salir—. Nunca dije nada porque siempre pensé que eras especial, un niño muy especial. Y con eso no me refiero a que seas especial porque te gusten los chicos, los refrescos de naranja o los gatos —sus ojos se mantuvieron fijos en los de su hijo, sin titubear en ningún momento—. Eso me da igual, eres mi hijo, te voy a querer de todas las formas posibles. A la mierda Dios si me obliga a odiar a mi hijo, la familia siempre será lo primero para mí.
Yoongi se mantuvo en la misma posición pensando que podría estar soñando aún, en un mundo de fantasías, pero, entonces, su padre siguió hablando.
— Me callé cuando tu madre decidió golpearte para llevarte por el buen camino, también lo hice cuando tu abuela te dejaba sin comer o te castigaba por días por alguna anécdota que habías contado respecto a tus compañeros de escuela —rió secamente, negando con la cabeza—. Miré hacia otro lado cuando tu madre comenzó a descargar su furia e ira en ti, cuando sólo eras un niño. Porque los hombres no opinan sobre la crianza de un infante, los hombres van a trabajar, comen, duermen, despiertan y vuelven a la rutina, un bucle sin salida. Las mujeres se encargan del hogar, ellas cuidan a los niños y saben que es lo que necesitan en cada momento —le miró—. Pero, mi hijo sólo quería ser amado y ganarse el orgullo de sus padres, mientras que uno de ellos aparentaba no ser siquiera parte de la familia y la otra se encargaba de arruinarle la existencia. Siempre lo supimos, Yoongi, y nuestro error fue tratar de evitar eso cuando no hay nada de malo en ello.
Rebuscó por sus bolsillos y tomó una pequeña Biblia que siempre llevaba consigo, llena de papeles y apuntes. Se la tendió a su hijo, éste la tomó como si fuera puro fuego quemando sus dedos.
— En ningún versículo de la Biblia viene algo relacionado más que el amor —volvió a tomar el libro y lo ojeó por encima, buscando una hoja cualquiera—. Dios no dice que amar a otro hombre esté mal, nadie dice que esté prohibido gustar de chicos, no hay un lugar específico en el infierno para ello.
— Padre, pero... no le entiendo —alzó a verle—. No tiene que preocuparse por esto ni por lo que diga un libro sagrado escrito hace milenios, no me gustan los chicos.
Su padre le miró esperanzado, tomó sus manos y volvió a dejar la Biblia sobre ellas, una página abierta y un versículo marcado y visible preparado para ser leído.
— Ya sé que no te gustan los chicos, mi niño —le sonrió cálidamente, acarició su mano y desvió su mirada para decir lo siguiente—. Te gusta Jimin, siempre lo ha hecho.
El chico alzó la mirada de sus manos en cuanto escuchó su nombre, jadeó incrédulo y sintió que sus manos podrían temblar por unos segundos, de no ser por el agarre que su padre mantenía en ellas.
— ¿Por qué dice eso?
— Porque desde que conociste a estos dos hermanos, tus ojos no se despegaron de Jimin. Porque no eres de paciencia infinita, pero parecías tenerla con aquel chiquillo que a duras penas y conseguía hablar algo claramente. Porque, la primera vez que lo viste, tus ojos lo vieron a él antes que a alguien más, te pareció bonito y cometiste el error de contárselo a tu madre pensando que estaría tan orgullosa de ti como tú mismo lo estabas —le miró—. Porque creciste llorándole en las noches pensando que nadie más podría escucharte. Porque pensaste que, si hacías como que nunca había existido, que Sunhee fuera hija única, tal vez te costaba menos olvidarle. Porque cuando iba a recogerte a la escuela y te traía a casa, nunca le dije a tu madre que sabía perfectamente que te habías saltado algunas clases para ir a verle, pero nunca lo conseguías —le miró fijamente a los ojos—. Los padres no somos tontos, Yoongi, hay veces en las que simplemente ignoramos lo que ocurre a nuestro alrededor porque duele o nos tenemos que tomar más tiempo de lo normal para asimilarlo, pero siempre nos damos cuenta de todo. Absolutamente todo —tomó su mentó, haciendo que su hijo lo mirara directamente a los ojos con sus ojos nublados y cristalizados en lágrimas—. Incluso en la forma en la que siempre has mirado a Jimin como anhelabas mirar a Sunhee.
Yoongi se rompió.
Su puzle se desmontó en miles de piezas, se deshizo en sollozos mal contenidos y su padre no pudo hacer más que rodearlo con sus brazos y atraerle a su pecho para abrazarle como nunca lo había hecho. Acarició su espalda y le permitió sacar lo que tenía años atascado en su corazón, haciendo grietas por cada palabra, por cada acción. Se aferró a Jihyun y se vio a sí mismo de pequeño, llorando desconsoladamente en la soledad de su habitación mientras se aferraba a su almohada, justamente tras recibir la noticia de su madre de que Jimin no podría ser más su amigo porque tenía que ir a un lugar especial para que lo cuidaran.
Era su amigo, y le quería, no iba a hacer un escándalo con tal de que ese chiquillo travieso y risueño se quedase con él, a su lado, así que lo asumió y se encerró en su habitación por largas horas. Poco después, su madre trajo a Sunhee para que pudiesen divertirse un tiempo.
Esa fue la primera vez que Yoongi vio a Jimin a través de los ojos de Sunhee, y supo que jamás volvería a ser lo mismo. Pero era un niño, no entendía lo que estaba sucediendo como ahora mismo lo hacía. El rompecabezas de sus recuerdos uniendo punto tras punto.
Su padre se alejó despacio de su abrazo, limpió sus lágrimas con dedicación y le miró orgulloso de su hijo. Luego alzó sus manos para que leyera detenidamente lo que le mostraba en el libro.
— Juan 13:34. Amaos unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros —leyó Yoongi con voz contenida, cerró la Biblia en sus manos y miró a su padre de soslayo—. Dios no generaliza, Dios no nos divide.
Jihyun sonrió al ver que Yoongi había entendido el mensaje, asintió despacio y tomó la Biblia para guardarla de nuevo en su bolsillo.
— No lo hace, y yo tampoco, hijo.
Yoongi volvió a acercarse a él para abrazarlo, el hombre se dejó y le atrajo a él para que se sintiese cómodo en sus brazos, volvió a acariciar su espalda y suspiró tembloroso.
— Te quiero mucho, hijo, pero creo que hay una persona que te quiere más y que necesita que le cuentes todo lo que está ocurriendo.
El chico asintió, se levantó apresurado y pasó sus manos por su rostro para apartar cualquier rastro de lágrimas.
— También le quiero, padre —asintió decidido, su padre se levantó con esfuerzo—. Gracias por todo, eres bienvenido a mi hogar siempre que vengas en buenas compañías.
Su padre rió suave, pasó su brazo por los hombros de su hijo y caminó junto a él hasta la puerta.
— Espero que al menos adoptéis y me deis un nieto —rió—. Ahí es cuando acabáis de matar a tu madre.
A su mente vino Soobin e, inconscientemente, sonrió.
— Lo tendré en cuenta.
— No te quito más tiempo —sonrió su padre, salió y esperó a que Yoongi también lo hiciera para poder ayudarle a cerrar la puerta—. Pero vendré en otro momento, tengo muchas cosas que contarte y algunas otras para darte.
El más joven asintió concentrado en cerrar la puerta.
— Está bien. Estaré esperándote —se acercó a su padre y lo abrazó una última vez, dando palmaditas en su espalda—. Ve con cuidado y no le digas a madre.
Su padre rió divertido y negó con la cabeza, despidiéndose de su hijo para poder volver a casa. Yoongi le siguió con la mirada hasta perderlo de vista, luego tomó una honda respiración y metió sus manos en el bolsillo, caminando calle abajo para poder encontrarse con Jimin en el reformatorio.
Caminó despacio y permitiéndose perderse en sus pensamientos mientras tanto, sin miedo, sin tapujos, sin otras cosas que ocuparan su mente más que Jimin. Caminó y caminó por las calles con una risueña sonrisa en su rostro, las personas que caminaban a su alrededor apartándose cuando pasaban a su lado por precaución, era un poco psicópata.
Cuando sus ojos vieron la puerta del reformatorio a lo lejos, su sonrisa se amplió y sus ojos destellaron, caminó a paso más acelerado y bordeó la institución para encontrarse el patio trasero, sabía que quedaban pocos minutos para que el último recreo terminase, así que no se detuvo hasta dar con las rejas y observar a lo lejos los adolescentes y niños alrededor del patio.
Agudizó su mirada esperando ver esa conocida cabellera anaranjada, pero lo único que vio fue a Iseul a lo lejos y a su lado al chico de mechas verdes, siendo reprimido. Sus ojos conectaron, así que dejó a la chica hablando sola para perderse corriendo por el patio. Poco después, lo vio llegar acompañado de Jungkook y Jimin, Yoongi sonrió instantáneamente.
Los dos más jóvenes volvieron al lugar del primero con la mujer, pero Jimin enfocó su mirada hasta dar con la de Yoongi y acercarse a pasos rápidos, con una sonrisa en su rostro como siempre acostumbraba a tener a pesar de todo.
— Hola.
Yoongi mostró sus encías en una hermosa sonrisa.
— Hola —musitó perezoso—. Mi padre vino a hablar conmigo, lo siento, no podía esperar a tomar cita para sacarte de aquí, tenía que verte ahora.
Jimin alzó ceja.
— ¿Y qué es eso tan importante que te dijo?
— Me dijo muchas cosas —lo sopesó—. Pero lo importante es que me dijo que soy un cobarde.
— Lo eres —el chico de cabellos anaranjados asintió risueño—. Pero eso ya lo sabes.
— Eso es a lo que vengo —sonrió y le miró—. Cuando mi padre me dijo todo eso, lo único que rondaba mi cabeza era una sola cosa —Jimin escuchó atento—. Me preguntaba si besarías a un cobarde.
El menor enmudeció de un momento a otro, le miró a través de las rejas y se sostuvo de ellas, sintiéndose maleable. Buscó la mirada de Yoongi y la obtuvo de inmediato, sus manos fueron rodeadas por las del mayor sobre las rejas.
— Ya lo hice —le recordó—. ¿Cómo no podría hacerlo una segunda vez?
Yoongi sonrió y sus ojos se escondieron en pequeñas arruguitas, se acercó más a las rejas y cerró sus ojos en cuanto vio a Jimin hacer lo mismo que él.
Pocos segundos después, sintió sus labios impactar de manera suave con los de Jimin.
Y no le importó nada más.
Ni la mirada de los otros adolescentes que ondeaban a su alrededor, los gritos emocionados de los infantes más pequeños ni Taehyung sonriendo orgulloso desde la lejanía, sus brazos rodeando la cintura de Jungkook por la espalda.
╔══════❀・°・❀══════╗
MY ONLY FATE
╚══════❀・°・❀══════╝
Bueeeeno, ya estamos en mitad de My Only Fate y ya terminé los exámenes (por ahora) así que espero pasarme por aquí más seguido. No planeaba actualizar hoy My Only Fate, sino Bloody, pero me desperté con la idea y no podía dejarla ir. Además de que My Only Fate llegó a 10K vistas y 1K votos 😳
Este fin de semana espero poder traer maratón de +4 capítulos de A Bloody Song About You por especial de Halloween, ya que tenía preparado un AU, pero no me dio tiempo de terminarlo por los exámenes.
Pd: imagínense a Yoongi de la foto de portada buscando a Jimin con la mirada ^^
Gracias por leer, comentar y votar ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro