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† Capítulo 08 | Campo de mariposas


Nadie, nunca, más que su hermana y su abuela, se había preocupado por Jimin. No recordaba ni lo más mínimo de sus padres, pero lo poco que recordaba de su abuela y los recuerdos más claros que adornaban su mente de su hermana, eran lindos, siempre era la prioridad de alguien.

Hasta que todo empeoró y de una prioridad se volvió una carga, algo que no servía para nada ni nadie lo quería a su alrededor.

Lo comprobó bastante rápido, de la manera en la que sus compañeros de reformatorio le hablaban, como los profesores y empleados internos le trataban y como la señora Min se contactaba con él cuando le visitaba.

Era un deshecho, una basura que nadie quería.

Es por eso que Jimin se volvió alguien solitario, único y sin esperanzas en la vida.

Entonces, Yoongi volvió a su vida y se dio cuenta que no era el único jodido en esa ecuación, y que había personas que estaban pasando por peor situación que él.

Ambos se tenían a partir de ahora, ese chiquillo revoltoso y de cabellos anaranjados sería la prioridad del mayor, y éste, a su vez, le tendría como ancla en la tierra, se lo debía a su prometida.

Así que... cumplió con su promesa y, antes de que Jimin tuviese que internarse de nuevo, Yoongi le llevó a ese lugar del que habían hablado. Jimin abrió sus ojos enormemente y no pudo contener la euforia que recorría su cuerpo al ver la belleza de aquel lugar, sonriendo en todo momento.

— Cuidado con las caídas, el césped no es del todo bueno —habló Yoongi a unos pasos más atrás de él, mirándole divertido.

Yoongi le había llevado a un campo repleto de mariposas.

Estaba totalmente fascinado.

— ¡Me encantan las mariposas! —Gritó eufórico, corriendo por el césped cual chiquillo libre, manoteando al aire para alcanzar a los pequeños insectos—. ¡Hay de todos los colores!

Yoongi caminó detrás de él hasta tomar asiento en una gran roca a un lado, cruzándose de piernas y brazos mientras le observaba disfrutar.

— ¡Tenemos que hacer un picnic aquí! —Chilló emocionado, correteando de un lugar a otro—. ¡Esto es maravilloso!

— ¿Verdad que sí? —Sonrió Yoongi desde su lugar, riendo bajito—. Pensaba que te daban miedo las mariposas, tu hermana me lo dijo. No sabía si ibas a llorar o salir corriendo si te traía aquí.

— Eso es verdad —sonrió, echando su cabello hacia atrás y tomando a una pequeña mariposa azul entre sus dedos para acercarse al mayor—. En la primera semana que estuve en el reformatorio me hicieron una broma pesada con mariposas, desde entonces les tenía algo de respeto —suspiró—. Pero luego descubrí que en mi ventana siempre se posaban algunas de ellas y que no me hacían daño, así que perdí el miedo con el paso de los años.

— ¿Gamberrada de novatos? —Jimin asintió despacio, pasando la yema de sus dedos por las alas de la mariposa de manera sutil y con delicadeza para no dañarlas demasiado.

— Una pandilla de unos ocho años me encerraron en el baño y depositaron todo un recipiente de mariposas en mis pantalones, cuando yo apenas cumplía los tres años —abultó sus labios—. A partir de entonces y que las meretrices se enteraran de lo que había ocurrido, quitaron el taller de jardinería y botánica porque utilizaban a los insectos para recolectar polen y demás funciones vitales en las plantas.

— Debió ser... extraño —musitó Yoongi—. Quiero decir, tener insectos en los pantalones.

Jimin rió bajito, asintiendo despacio.

— Sí, pero se olvidó con el tiempo, así que no te lamentes por eso.

— No era yo quien tenía mariposas en el trasero —rió, Jimin volteó a verle con mala cara.

Yoongi rió sin poder evitarlo y Jimin extendió su mano con la pequeña mariposa en ella, dejándola sobre la oreja del mayor de manera delicada.

— Ojalá te muerda y te contagie la rabia mariposal.

— Buenas son las confianzas que me tienes —le guiñó el ojo desde su lugar, riendo bajito y tomando a la mariposa entre sus dedos para que no se cayera, Jimin volteó para seguir jugando con las demás.

Caminó entre las mariposas con paz, mirando a su alrededor fascinado y sonriendo como bobo cada vez que distinguía un color nuevo entre ellas, paseando sus manos por los espacios libres que creaban en el vuelo.

— Son demasiado lindas.

— Nadie conoce este lugar —musitó el mayor levantándose y echando a volar su mariposa, acercándose a Jimin—. Y espero que nadie lo conozca.

Jimin volteó a verle.

— ¿Qué quieres decir con eso? —Alzó una ceja, bajando sus manos para prestarle atención.

— Que si te he dicho sobre este lugar es porque confío en que no traerás a nadie más —le miró a los ojos—. Es un lugar especial para mí y no quiero que se estropee porque personas que no deberían lo han fastidiado.

El de cabellos anaranjados sonrió asintiendo, relamiendo sus labios y dejando su mano sobre el hombro de Yoongi para depositarle su confianza.

— No te preocupes, nadie más que nosotros dos conocerá este lugar, tienes mi promesa.

Yoongi asintió de acuerdo y con una sonrisa, mirando a su alrededor.

— Hoy Sand no pudo llegar al taller, se le complicó lo que tenía que hacer en la iglesia —Jimin asintió—. Si te dejan salir mañana podrías ir a preguntarle lo del contrato de trabajo para que puedas salir todos los días.

— Me temo que no podré hasta el fin de semana, son las reglas para los menores de edad —le miró—. ¿Crees que puedas recogerlo por mí o preguntar por el documento al menos?

El mayor asintió despacio.

— Ya lo creo, los lunes suelo tener cena familiar, pero no creo que a mis padres les guste que vaya —soltó una risita, negando con la cabeza—. Me presentaré en el taller y ayudaré a Sand a preparar el contrato, ¿recibes visitas?

— Así es, hasta dos veces por semana mientras sea menos de tres horas —le miró—. ¿Vendrás a visitarme? No creo que sea seguro, aquello es peor que una cárcel, te lo digo enserio.

— No importa, iré y hablaré con tus superiores acerca del puesto de trabajo y demás, tal vez venga junto a Sand para la representación del jefe.

Jimin asintió.

— Sólo no quiero que tengan problemas o cualquier cosa, de verdad que no saben cómo es esto.

— No te preocupes, déjalo en nuestras manos y todo estará en orden.

El menor volvió a asentir tranquilo, alzando sus manos para acariciar a las mariposas.

— Tendré que irme ya, casi dan las seis y media —musitó, mirando a Yoongi mientras jugaba entretenido con las mariposas entre sus dedos.

— Será mejor, vamos a pasar por mi casa, quiero darte algo.

Las mariposas siguieron revoloteando por algún tiempo como si estuviesen despidiéndose de Jimin, el cual sonreía y decía adiós con su mano a los insectos, más que entusiasmado.

Yoongi caminaba delante del chico, sus manos en los bolsillos y balanceando sus pies mientras le esperaba al final del sendero, mirándole desde su lugar.

— Vamos, Jimin, llegarás tarde.

— Estoy despidiéndome —sonrió—. Cuando tenga casa propia tendré muchas mariposas y otras mascotas.

Yoongi alzó una ceja, alzando a verle cuando el joven se colocó a su lado.

— ¿Y cómo pretendes tener a las mariposas sin que se mueran en cautiverio?

— Pues... —lo pensó unos segundos, mirándole expectante—. Tendría una gran habitación con vistas a las afueras y enormes ventanales para que vuelvan cuando quieran —sonrió—. Como en la serie de cómic de DC cuando destruyen a uno de los malos y al quemar la casa se dan cuenta de la enorme jaula para pájaros que albergaba en una gran habitación.

El mayor le miró expectante, sonriendo de lado y asintiendo.

— No conozco el cómic ni la escena que me dices, pero supongo que te creo.

— Oh, vamos, Yoon, es un clásico —rodó sus ojos—. Es una chica la infiltrada a la mansión del malvado para que cuando éste se distraiga con ella, los héroes entren a desmontar todo su plan malvado, pero se dan cuenta tarde de los animales que tenía dentro de la casa.

— Es interesante, no suelo leer cómics —le miró sonriendo y de manera curiosa por saber cómo le apasionaba hablar de eso a Jimin—. Te gusta mucho, ¿cierto?

El chico asintió efusivamente, caminando a su lado en todo momento.

— Sí, de pequeño no tenía otro pasatiempo —sonrió avergonzado—. Últimamente leo menos cómics porque me centro en novelas o en escuchar y sentir la música, pero toda mi infancia me la he pasado traficando cómics de Marvel y DC.

Yoongi no pudo evitar soltar una risita, mirándole divertido.

— No te rías, para lo poco que tenía acabé consiguiendo demasiado. Son unas joyitas.

Siguieron caminando entre risas y anécdotas, Jimin encaminó a Yoongi dentro de ese universo cómics en lo que quedaba de camino, el mayor juraba pegarse un tiro como volviese a abrir la boca para hablar de otro número de colección. Sabía que a Jimin le apasionaba hablar de eso, y le gustaba escucharle en la medida de lo posible, pero realmente haría cualquier cosa para sacarle de quicio luego de las bromas y las trampas del más joven.

— Te espero aquí en la puerta —habló Jimin cuando se encontraron frente a la casa del mayor, balanceando sus pies—. Toma lo que necesites y me lo das para irme.

— ¿No quieres que te acompañe hasta el lugar? No tengo nada que hacer de todos modos.

Jimin se encogió de hombros mientras metía sus manos en sus bolsillos, mirándole desde su lugar en lo que Yoongi se adentraba a la vivienda y rebuscaba cualquier cosa para llevarle, dejando todo preparado.

— Si lo hubiera sabido podríamos habernos venido antes para que tomes una ducha, como el día anterior —Jimin asintió mirándole desde la puerta, Yoongi salió con una bolsa y se la tendió—. Toma, aquí está, son algunos dulces de repostería que tenía en mi alacena y que nunca me comeré, para que tú los disfrutes allí, siempre me dices que las comidas son una mierda.

Jimin abrió la bolsa curioso, mirándola y asintiendo despacio, tomándola por las asas.

— Muchas gracias, Yoongi, la próxima vez que tengamos el taller del día del padre te traeré un llavero —el mayor rió sonoramente, negando con la cabeza—. Y no vayas a decir que no hace falta porque te lo traeré igual, no sabes la magnitud del asco de la comida de allí dentro.

— Bueno, siempre que puedas salir sabes que tienes mi casa para lo que necesites, estoy solo —le sonrío, Jimin asintió—. No lo pienses mucho y ven a visitarme cada vez que quieras.

— Lo haría todos los días si me das dulces —rió divertido—. Pero ahora sí tengo que ponerme en marcha para llegar a tiempo.

— Entonces vamos, te dije que te acompañaría y no te dejaré solo ahora.

Jimin asintió con una sonrisa, balanceando la bolsa entre sus manos y mirándole divertido.

— ¿Una carrera? —Musitó, Yoongi le miró con ojos grandes.

— El que llegue primero paga las próximas cervezas.

De todas formas, sería una de las primeras excusas que pondrían para verse.

Pero eso nadie lo sabe ni lo sabrá.

Por ahora.


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MY ONLY FATE
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