Aigri se encontraba sentado en el jardín de la casa, se encontraba aburrido ya que no tenía tantos trabajos, por qué se acercaban fechas navideñas.

— Ash — Se quejó mientras dejaba de lado sus pensamientos, aún que no podía evitarlo.

Miró una parte del jardín, específicamente las plantas que le pertenecen a Mish, se acercó y se agachó para observar una rosa con un pétalo caído. Se perdió en sus pensamientos, el deseo que tener un cuchillo en sus manos y apuñalarse a si mismo se sentía cada ves más grande.

— Una vez que caes, no puedes salir — Habló como método de desahogó.

Se miró los vendajes de sus antebrazos, después tomó una de las rosas cuidadosamente, y empezó a oler el rico aroma de salía de estás, olían a la fantasma. Sacudió su cabeza por haberla imaginado, dejó la rosa en su lugar, no podía creer que estaba pensando así en ella, era inevitable pensarlo.

— ¿Por qué? — Se preguntó así mismo — ¿Cómo me enamore de ella? — Se miró así mismo.

Cuando se dió cuenta de lo que habló, se tapó la cara apenado, tenía un leve sonrojó en la cara, afortunadamente estaba solo, como siempre, en esa casa, en ese mismo jardín. Se fue a adentro de la casa para acostarse en la cama de su habitación, no podía dejar de imaginar a la fantasma muchas veces. Se trató de convencer de que era solo una amiga, ya que sabia que el amor fantasmal era imposible de conseguir, por algún motivo, que el quería ignorar, empezó a llorar, se tapó la cara con uno de los antebrazos, lloraba deseando olvidarse de los sentimientos que le tenía a la fantasma.

Lloro por un largo rato, hasta sentir como su gata lo llamo, la miró viendo como está, se empezó a frotar suavemente con el.

— ¿Me estás consolando, Bella? — Le preguntó a la gata, recibiendo un maullido.

Le acarició la cabeza a la gata con una pequeña sonrisa, le gustaba saber que a su preciada gata le importaba, de una u otra manera, le ayudaba a calmarse. Miró la puerta, preguntándose cómo se sentiría hablar con los animales, desafortunadamente perdió todas sus habilidades de magia de angel el día del castigó.

Se miró lo sobrante que quedó de su ala faltante, sintiéndo como la falta era notable, miró la ventana de su habitación, aún que insconcientemente, miraba el cielo, deseaba mucho volver a sentir el aire en sus alas y rostro, volver a abrazar a su madre y estar con su mejor amigo.

Sintió algo entre sus manos, al mirar era una rosa fantasmal, se sentó y la acercó a su rostro, al oler el aroma, sintió como toda su tristeza se iba, siguió oliendo el aroma hasta sentirse mejor. Miró bien la rosa, la cuál desapareció, era normal que las rosas fantasmales aparezcan a los seres que estuvieran en momentos en que la tristeza los ahogaba.

Estiró su ala para verla bien, estaba tan llena de mugre, antes solía cuidarlas muy bien, actualmente ya no le importaba como se veían, siempre las ocultaba entre su ropa, la jalo levemente sintiendo entre sus dedos como sus plumas eran de ese color marron a causa de la mugre. El jalón también causó que algunas plumas fueran arrancadas, aún que no sentía nada, tomó bien su ala para jalar con poca fuerza.

Le dolía mucho sentir el jalón en la espalda, solo que ya no le importaba, de alguna manera ese dolor lo hacía sentir tranquilo, ya que la herida de dónde estuvo su otra ala era un millón de veces peor, empezó llorar, soltando su ala, se tocó la cara viendo las lágrimas rojas, no entendía por qué las marcas negras de su rostro parecían lágrimas negras, sin embargo, no tuvo interés en saber de eso.

Miró por un rato como ese líquido rojo bajaba por sus dedos, nuevamente se jalo el ala hasta sentir un leve dolor más, como cuando la piel se estira tanto que se rompe, afortunadamente sabía que solo era un mísero corté. Se acostó en la cama por un largo rato, observando el techo como si tuviera algo interesante, aún sabiendo que era el techo, hecho de cemento y pintado en pintura.

Se levantó de la cama para irse a su closet, saco ropa limpia para darse un baño relajante, aún que apenas tomo la ropa, pudo oler un rico aroma a flores, eso le recordaba las flores que tenía su madre en casa, sintió un nudo al recordar eso, extrañaba a su madre. Se calmó para después dirigirse al baño, aún que pensó, “Tal vez tener una planta en el cuarto me vendría bien”, seguido de esto fue a darse una ducha.

( . . . )

Pasaron largos minutos, nadie regresaba a casa, el tenía una camisa blanca con estampado de un ave, estaba jugando con su gata tranquilamente, miró la ventana preguntándose por qué su halcón tardaba tanto en venir, sin embargo, lo ignoró para seguir jugando con su gata. Apesar de sentir un pesó en sus hombros a causa de la culpa de dejar sola a su madre, no sentía nada de ganas de volver a ese lugar que antes fue su hogar, técnicamente vivió un maltrato durante su infancia, además de ver cómo la arcangel, Golden, murió frente a él.

Sintió como un recuerdo borroso le llegó a la mente, solo que lo ignoró sabía que ese recuerdo estaba relacionado a su padre que siempre lo maltrato, ¿Verdad? Un recuerdo llegó sintiendo asco, y leve alivio. El recuerdo de como su padre por primera y última vez fue un buen padre con él, no recuerda mucho de ese día, solo como su padre lo consoló, apesar de saber que no había nadie mirandolos.

Nunca sintió ese amor paterno viviendo de su padre, solo lo dejo en un recuerdo que fácilmente olvidó con el tiempo, al salir de sus recuerdos sintió una sensación de alivió. Al menos sabía cómo se sintió el amor paternal que nunca llegó a tener, más que una miserable muestra.

Se levantó para irse al jardín dejando a su gata en la habitación, al llegar al jardín se sentó frente a las flores de la fantasma. Tomó con cuidado una de las tantas rosas y la miró con una mirada triste. La acercó a su rostro, llegando a oler el aroma del pasado, sabía que las flores fantasmales eran especiales para hacer sentir a alguien en su vida pasada. Aún que el no tenía vida pasada, sentía como muchos recuerdos de su madre llegaban, haciéndolo sentir tan feliz, miró arriba, mirando como las nubes formaban una forma de alas.

De una forma insconciente empezó a llorar, sentía cada vez más recuerdos de su madre llegar, sintiendo felicidad de saber que al menos hizo bien a darle fin a la existencia de su padre. Recuerdos de como su padre maltrato a su madre psicológicamente, se sentía aliviado de saber que ella estaba bien, sin ese hombre.

Se borró las lágrimas al sentir que sus ojos no podían más, se puso cabizbajo, se sentó de rodillas y entre junto las manos, comenzó a rezar luego de mucho. Deseaba que su madre se encontrará bien, que fuera feliz apesar de su falta, que nadie le haga daño además de su bienestar, hasta que... Sintió una leve necesidad de rezar por si mismo luego de mucho, rezo simplemente con regresar y poder despedirse correctamente de su madre, que lo perdonaran por su error en matar a un inocente, y que se manchara las manos de la sangre de muchos humanos crueles.

Al terminar su oración, se levantó para irse nuevamente adentró, sintiendo el aroma de las rosas en todos lados, al regresar a si habitación se sentó en la cama, su gata salto para tener la atención de su dueño. La acaricio para verse así mismo en el espejo, después apartó la mirada, no le gustaba la idea verse así mismo, su gata puso su patita en su cara, tenía una mirada preocupada. Él simplemente la abrazó, para después tener un rostro triste y deprimido, no toleraba estar vivo, aún que aguantaba como podía para seguir adelante.

Está ves la necesidad de autolesionarse no estaba, lo que lo sorprendió, usualmente le daban ganas cada que le daba un lijero episodio depresivo, río de una forma burlona con una sonrisa ligera que se notaba aliviada.

— Oler rosas en momentos así, en verdad funcionó — Comentó para así mismo.

Recibió un maullido de confusión de su apreciada gata, el solo río por la forma en la que su gata solía maullar, como si quisiera hablarle, lo que le daba gracia. ¿Quien diría que el ángel caído más amargado, frío y serio, solo era un niño que había tenido una infancia difícil, además de tener problemas de confianza?