Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo trienta y cinco "Chance"

—vamos, tienes que comer algo —Scott tiró suavemente de mi mano y me guió hacia la cocina.

El aire de la cocina se llenó de risas y comentarios ligeros, algo que no habíamos tenido en mucho tiempo. Scott me había convencido de comer algo, y mientras lo veía reír con los mellizos, por un momento, sentí que todo estaba bien. Me serví un poco más de café, esforzándome por mantener esa sonrisa en mi rostro, esa ilusión de normalidad.

Cuando terminé, llevé mi plato al basurero para tirar las sobras. Al mover un cartón de leche para hacer espacio, algo capturó mi atención. Una forma familiar.

Mi corazón se detuvo por un instante cuando la vi: una prueba de embarazo. La tomé con cuidado, como si fuera un artefacto peligroso que pudiera explotar en cualquier momento. La reconocí de inmediato; era la que me había hecho esa mañana. Scott había intentado engañarme, hacerme creer que no la había usado para evitar que me enfrentara a la verdad.

Miré el resultado. Negativo. Otra vez.

Sentí un nudo formarse en mi garganta, un peso insoportable en el pecho. No quería romperme. No frente a los niños, no frente a Scott. Había prometido ser fuerte, había prometido que podríamos con esto, juntos. Pero algo en mí cedió.

El grito salió antes de que pudiera detenerlo, desgarrador y lleno de una mezcla de frustración, tristeza y agotamiento que llevaba meses acumulando. Caí de rodillas al suelo, apretando la prueba en mi mano como si pudiera cambiar su resultado con suficiente fuerza.

Todo a mi alrededor pareció detenerse. Los sonidos de las risas cesaron de inmediato, y de reojo vi cómo los mellizos y Scott se acercaban rápidamente hacia mí. Allí fue la primera en arrodillarse a mi lado, poniendo una mano en mi hombro.

—Mamá, tranquila... —dijo en un susurro, aunque su voz también temblaba.

Scott se dejó caer frente a mí, sus ojos llenos de culpa y preocupación. Tomó mi rostro entre sus manos con delicadeza, tratando de sostenerme mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas sin control.

—Ángel... lo siento —susurró, su voz quebrándose.

Negué con la cabeza, incapaz de formar palabras, incapaz de explicar lo que sentía. Me aferré a él, buscando algo que pudiera aliviar el vacío que me consumía. Scott me rodeó con sus brazos, fuerte, protector, como siempre.

Los mellizos se quedaron cerca, en silencio, respetando mi espacio, pero sus miradas estaban llenas de preocupación. Era como si en ese momento todos compartiéramos la misma carga, el mismo dolor.

No sé cuánto tiempo pasó antes de que mi respiración comenzara a calmarse. Sentí a Scott mecerme suavemente, susurrando palabras que apenas lograba escuchar, pero que de alguna manera lograron tranquilizarme.

—Vamos a estar bien, amor —dijo finalmente, su voz firme, como una promesa—. No importa qué, vamos a salir adelante juntos.

Por primera vez, aunque todavía dolía, me aferré a esa idea. Tal vez tenía razón. Tal vez no era el final, solo un nuevo comienzo.

Scott me ayudó a levantarme del suelo con cuidado, mientras los mellizos se mantenían cerca, mirándome con una mezcla de preocupación y ternura. Sentía mis piernas débiles, como si todo mi cuerpo estuviera agotado no solo por ese momento, sino por todos los meses de tensión acumulada.

Scott me guió hasta una de las sillas de la cocina y se agachó frente a mí, tomando mis manos con las suyas. Sentí su calidez, su necesidad de hacerme saber que no estaba sola.

—Maddy —comenzó, su voz suave, pero decidida—, ya no podemos seguir así. Esto nos está destruyendo, a los dos.

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar aún. Sabía que tenía razón, pero admitirlo era como aceptar una derrota que me había negado a considerar hasta ese momento.

—Sé que duele —continuó—. Duele más de lo que puedo expresar. Pero no quiero perderte. No quiero que esto nos rompa.

Scott se levantó y me rodeó con sus brazos nuevamente, dejando que apoyara mi cabeza en su pecho. Por un momento, cerré los ojos, escuchando los latidos constantes de su corazón. Era un recordatorio de que, a pesar de todo, estábamos juntos.

—No significa que nos estemos rindiendo —dije finalmente, mi voz apenas un susurro—. Solo... necesitamos parar y sanar.

Scott asintió, y aunque sus ojos reflejaban tristeza, también vi alivio. Él también estaba al borde del abismo, pero había estado demasiado concentrado en sostenerme como para admitirlo.

—Eso es lo que quiero, Maddy. Que sanemos juntos, como familia.

Alzó una mano para acariciar mi rostro, y en ese gesto, encontré un rayo de esperanza. Tal vez, finalmente, podríamos empezar a reconstruir lo que habíamos perdido.

Los mellizos se acercaron, silenciosos pero llenos de intención. Allí fue la primera en hablar.

—Mamá, estamos aquí para ustedes. Lo sabes, ¿verdad?

—Siempre —añadió Tyler, colocando una mano en mi hombro.

Los miré, y por primera vez en mucho tiempo, una pequeña sonrisa sincera apareció en mi rostro. Me di cuenta de que no necesitábamos un bebé para completar nuestra familia. Ya éramos completos.

—Gracias, chicos —dije, mi voz temblorosa pero honesta—. Los amo tanto.

—Nosotros también te amamos, mamá —dijo Allí, inclinándose para abrazarme.

Scott miró la escena con ojos brillantes, y luego sonrió, esa sonrisa cálida que siempre había sido mi ancla.

—¿Qué les parece si hacemos algo especial esta noche? —propuso—. Algo solo para nosotros.

Los mellizos asintieron con entusiasmo, y por primera vez en meses, sentí que había un destello de luz al final del túnel. Tal vez no era el final perfecto que había imaginado, pero era nuestro final, y eso era suficiente.

Unos meses después...

La vida había cambiado, no de la manera que habíamos esperado, pero de una forma que nos trajo paz. Después de aquella mañana en la cocina, Scott y yo decidimos enfocarnos en lo que ya teníamos. Dejamos atrás las pruebas, las citas médicas y los tratamientos fallidos. En su lugar, nos concentramos en reconstruirnos como pareja y como familia.

Hoy, la casa estaba llena de sonidos. Tyler y Allí reían mientras discutían sobre qué película veríamos esa noche. El sol se filtraba por las ventanas del salón, iluminando las plantas que había comenzado a cuidar como una forma de terapia. Me descubrí sonriendo mientras las observaba.

Scott entró al salón cargando una caja grande.

—¿Qué es eso? —pregunté, curiosa.

Él sonrió misteriosamente y dejó la caja en el suelo frente a mí.

—Quiero que lo abras.

Fruncí el ceño, intrigada, pero me arrodillé y abrí la tapa. Dentro, un par de ojos brillantes me miraron, y luego una pequeña lengua húmeda lamió mi mano.

—¿Un cachorro? —exclamé, sorprendida, mientras sacaba al pequeño perro de la caja. Era un labrador amarillo, con orejas grandes y un entusiasmo incontrolable.

—Un perrito —confirmó Scott, arrodillándose a mi lado—. Tyler tuvo la idea, y pensé... bueno, tal vez no llenará el vacío, pero traerá algo de alegría a nuestras vidas.

Miré al cachorro, que movía la cola con una energía contagiosa, y luego a Scott. Sentí cómo se me llenaban los ojos de lágrimas, pero esta vez no eran de tristeza.

—Es perfecto —susurré, abrazando al cachorro.

Tyler y Allí corrieron al salón, riendo al ver al nuevo miembro de la familia.

—¿Cómo lo llamamos? —preguntó Allí, emocionada.

—¿Qué tal Chance? —sugirió Tyler—. Como una segunda oportunidad.

Scott y yo nos miramos, y supe que entendíamos el significado detrás del nombre.

—Chance suena perfecto —respondí, acariciando al cachorro mientras lamía mi rostro.

Esa noche, mientras todos estábamos en el sofá viendo una película, con Chance acurrucado entre nosotros, sentí una paz que no había experimentado en mucho tiempo. Había aprendido que las cosas no siempre salen como planeamos, pero eso no significa que no puedan ser hermosas.

Y así, con mi familia completa a mi alrededor, encontré algo que había perdido hace mucho tiempo: esperanza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro