Capítulo cuarenta "Protección"
Mientras caminábamos hacia la habitación de Julie, mis pensamientos seguían acelerados. A pesar de la llegada de Chris, la amenaza de Monroe seguía siendo real. Cada minuto que pasaba sentía que el peligro se acercaba más. Pero al ver a mi pequeña en la cuna, dormida tranquilamente, una sensación de protección me envolvía. Nada, ni siquiera Monroe, podía arrebatarme a mi hija.
Al llegar a la habitación, vi que Scott se acercaba con una expresión decidida. Acarició la cabeza de Julie con ternura, y me uní a él, tomándola en mis brazos mientras él se acercaba a mi lado.
—Vamos a protegerla, no importa lo que pase —dijo Scott, mirando a nuestra hija con los mismos ojos llenos de determinación que yo sentía en ese momento.
La puerta de la casa se abrió en ese momento, y los pasos de Chris resonaron en el pasillo. Sin perder tiempo, entró con su típica calma, pero había algo en su mirada que dejaba claro que entendía la gravedad de la situación.
—¿Dónde está Monroe? —preguntó con la voz grave, observando la tensión en el ambiente.
—Aún no la encontramos —respondí. —Pero sabemos que está cerca, y que no descansará hasta conseguir lo que quiere.
Chris asintió lentamente y se acercó, colocándose frente a nosotros.
—Lo primero es asegurarnos de que ustedes estén a salvo. Monroe sabe cómo atacar, pero también sé cómo defenderlos —dijo, con una mezcla de seguridad y seriedad. —Vamos a tener que preparar un plan y actuar rápido.
De alguna manera, la presencia de Chris me dio algo de paz, aunque sabía que la batalla no sería fácil. Habíamos enfrentado muchas cosas juntos, pero lo que Monroe representaba era diferente. Esta vez, la amenaza no solo venía de un enemigo sobrenatural, sino de alguien que quería destruir todo lo que habíamos construido.
Me sentí agradecida de tener a Scott, a Chris, y a mis hijos cerca, pero sabía que el futuro inmediato sería incierto. Aun así, lo único que importaba era mantenernos unidos, proteger a nuestra familia y, sobre todo, asegurarnos de que Julie nunca llegara a sufrir lo que Monroe quería para ella.
—Vamos a acabar con esto, juntos —dije, mirando a Scott y a Chris. Era el momento de luchar, y no permitiríamos que el mal se llevara nuestra paz.
El cazador cruzó los brazos y nos miró con seriedad.
—Si Monroe sigue con vida después de todo lo que ha hecho, significa que tiene apoyo. No actúa sola.
—Los cazadores que la seguían fueron derrotados —dijo Scott—. ¿Quién más podría ayudarla?
Él suspiró.
—Hay cazadores que siguen creyendo en su causa, aunque no lo parezca. Y si Monroe aún está activa, significa que tiene acceso a recursos. Puede ser que alguien poderoso la esté respaldando.
El solo pensamiento me revolvió el estómago.
—Entonces hay que encontrarla antes de que vuelva a atacar. No pienso esperar a que intente algo más contra mis hijos.
Scott me tomó de la mano y la apretó con fuerza.
—No vamos a dejar que les haga daño.
Chris asintió.
—Voy a contactar a algunas personas, ver si podemos rastrear sus movimientos. Pero ustedes también deben prepararse. No sabemos cuándo va a atacar de nuevo.
Alli, que había estado escuchando en silencio, dio un paso adelante.
—Si Monroe tiene refuerzos, nosotros también deberíamos tenerlos. No estamos solos.
Tyler asintió.
—Podemos llamar a Derek, a Malia, a Lydia, incluso Stiles. A todos los que puedan ayudar.
Scott y yo nos miramos. No queríamos involucrar a más personas, pero sabíamos que tenían razón. Monroe era un peligro que no podíamos enfrentar solos.
—Haz las llamadas —le dije a Scott.
Él asintió y salió de la habitación con su teléfono. Chris se quedó observándome con expresión calculadora.
—¿Qué? —pregunté.
—Nada —dijo—. Solo que creo que no deberías estar involucrada en esto ni tus hijos, deberían hacer una vida normal.
Fruncí el ceño y crucé los brazos, sintiendo un nudo en el pecho.
—Chris, si fuera tan fácil como alejarnos y vivir una vida normal, ya lo habríamos hecho —dije con firmeza—. Pero no podemos ignorar esto. Monroe ya nos ha atacado antes y seguirá haciéndolo. Si no nos defendemos, nadie más lo hará.
Chris suspiró, pasándose una mano por el rostro.
—Lo sé. Y créeme, entiendo lo que sienten —dijo, con un tono más suave—. Pero he visto lo que pasa cuando los cazadores deciden ir hasta las últimas consecuencias. Monroe está obsesionada, y la gente como ella no se detiene fácilmente.
—Por eso tenemos que detenerla antes de que vuelva a hacernos daño —intervino Alli, con determinación en los ojos—. No vamos a huir.
Chris miró a la adolescente y asintió lentamente.
—Bien —dijo—. Pero si van a pelear, tienen que estar preparados.
En ese momento, Scott regresó a la habitación, guardando su teléfono en el bolsillo.
—Derek, Malia, Liam, Lydia y Stiles vienen en camino. Deberían estar aquí en unas horas.
Tyler sonrió con confianza.
—Entonces ya tenemos un equipo.
Me acerqué a la cuna de Julie, que dormía tranquilamente ajena a todo lo que estaba pasando. Acaricié su pequeña mejilla con la yema de los dedos y respiré hondo.
—Haremos lo que sea necesario para proteger a nuestra familia.
Chris nos miró a todos, viendo la determinación en nuestros rostros. Finalmente, asintió.
—Entonces empecemos a prepararnos.
Chris se cruzó de brazos y nos miró con seriedad.
—Lo primero que necesitamos es información. Si Monroe tiene aliados, necesitamos saber quiénes son y qué están planeando.
—Puedo intentar rastrear su ubicación —dijo Eli —. Si ha estado moviéndose, quizás dejó algún rastro.
—Yo puedo ayudar —agregó Ty —. Mi olfato es más agudo desde que… bueno, ya saben.
Scott asintió.
—Bien, hagan eso. Pero sean cuidadosos. Si Monroe tiene refuerzos, no queremos que los descubran antes de estar preparados.
Chris sacó su teléfono.
—Yo contactaré a algunas personas en la comunidad de cazadores. No todos apoyan lo que Monroe hace. Puede que alguien tenga información útil.
Alli miró a Chris con desconfianza.
—¿Y cómo sabemos que podemos confiar en esos cazadores?
Chris sostuvo su mirada con calma.
—Porque no todos somos como Monroe —dijo—. Algunos de nosotros seguimos un código, como mi familia. No cazamos por odio, sino por equilibrio.
Alli asintió lentamente, aunque aún parecía escéptica.
—Está bien, pero si alguno intenta traicionarnos, no me quedaré de brazos cruzados.
Chris sonrió levemente.
—No esperaba menos de ti.
Scott se acercó a mí y tomó mi mano.
—Mientras ellos buscan información, tú y yo deberíamos asegurarnos de que la casa esté protegida. Podemos reforzar las barreras, revisar cualquier posible punto débil.
Asentí, echando un vistazo a Julie, que dormía plácidamente.
—Sí, no podemos arriesgarnos a que Monroe nos tome por sorpresa otra vez.
Chris miró a Scott.
—Si tienes contacto con Deaton, podrías pedirle que te ayude con protecciones más avanzadas.
Scott asintió.
—Lo llamaré ahora mismo.
Eli y Tyler se miraron y luego salieron de la habitación sin decir nada más, listos para comenzar su búsqueda. Alli se quedó con nosotros, con los brazos cruzados y una expresión pensativa.
—Yo quiero quedarme aquí —dijo—. Si Monroe intenta algo, quiero estar cerca para detenerla.
Scott le puso una mano en el hombro.
—No vamos a dejar que llegue a ti otra vez.
Alli sonrió de lado.
—No se preocupen por mí. Puedo pelear.
Chris suspiró, como si estuviera viendo una versión más joven de alguien que conocía bien.
—Entonces, pongámonos en marcha. Si vamos a detener a Monroe, tenemos que hacerlo rápido.
Me acomodé en la mecedora y procedí a alimentar a Julie, quien se prendió rápidamente y comenzó a comer con desesperación.
—Despacito, cariño —susurré, acariciando suavemente su cabecita.
Alli rió desde su asiento.
—Es igual a papá.
Solté una pequeña risa.
—¿Sí, verdad? Siempre con hambre.
Alli asintió con una sonrisa y luego su expresión se tornó pensativa. Aproveché el momento para preguntarle algo que llevaba tiempo rondando en mi cabeza.
—Alli, cariño, ¿puedo preguntar cómo va todo con Eli?
Su rostro se iluminó de inmediato, y su sonrisa se ensanchó.
—Todo es... perfecto —suspiró.
Pero luego su sonrisa vaciló, y bajó la mirada.
—Eso me preocupa, ¿sabes? Porque si algo me enseñó tu relación con papá es que lo perfecto no dura.
Su confesión me tomó por sorpresa.
—Cariño… —suspiré—. Si es por lo que pasó en nuestra boda… lo hice porque no tenía opción. Era mi vida o la de tu padre.
Alli levantó la vista con una expresión seria.
—Entonces... ¿diste tu vida por la de papá?
Asentí sin dudarlo.
—Y lo volvería a hacer.
Antes de que Alli pudiera responder, una voz familiar interrumpió la conversación.
—Y yo no te lo permitiría.
Scott estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una mirada firme.
Alli y yo intercambiamos una mirada, y luego sonreímos.
—Siempre tan dramático, lobito —bromeé.
Scott entró en la habitación y se acercó a nosotras. Se inclinó y besó la frente de Julie antes de mirarme a los ojos.
—No hables tan a la ligera de sacrificarte por mí —susurró con suavidad, pero con seriedad en su mirada—. No quiero perderte nunca.
—Y yo tampoco quiero perderte a ti —respondí, apretando su mano.
Alli nos miró con una sonrisa divertida.
—Son tan cursis… pero me encanta.
Reímos juntos, y por un momento, nos olvidamos de todo lo demás.
Scott se sentó a mi lado y acarició la cabeza de Julie, quien ya estaba más tranquila, dormida en mi regazo. Alli se recostó en el sofá, observándonos en silencio.
—¿Sabes? —empecé, mirando a Scott—, tengo miedo de que algo nos pase. No sé si podré soportarlo otra vez.
Scott me miró con una mezcla de preocupación y ternura.
—Lo sé. Yo también tengo miedo, pero te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para mantenernos a salvo, a ti y a los niños. No vamos a dejar que Monroe o cualquiera nos haga daño.
Asentí, sintiendo una mezcla de gratitud y angustia. Había tantas cosas en juego, tantas vidas que proteger. Pero algo en la forma en que Scott me miraba me dio algo de paz. Él siempre había sido mi roca.
—Lo sé, y confío en ti —respondí con voz suave—. Solo… no quiero perder lo que tenemos.
Alli levantó una ceja al oír nuestras palabras y luego se acercó a nosotros.
—¿Qué pasa si les decimos a todos que se tomen un descanso? Podríamos dejar a los cazadores hacer su trabajo mientras nosotros… hacemos algo normal por un cambio. Pasar tiempo juntos, sin que todo gire en torno a la lucha.
Scott y yo nos miramos, la idea resonaba en nuestros corazones. Había estado tan inmersa en la batalla constante, que había olvidado lo importante que era disfrutar de los pequeños momentos, de la familia.
—Creo que tienes razón —dije, con una sonrisa leve. Me ajusté en la mecedora, abrazando a Julie un poco más—. Necesitamos esto. Un respiro, aunque sea por unas horas.
Alli sonrió de satisfacción.
—¡Eso! Un día normal, como cuando éramos pequeños. Después de todo lo que ha pasado, merecemos algo de paz.
La idea de tomar un descanso y pasar tiempo en familia me hizo sentir una chispa de esperanza. Mientras el mundo seguía en caos, sabía que, al menos por un breve momento, podría disfrutar de la tranquilidad que mi familia me ofrecía. No me importaba cuánto durara, lo aprovecharía al máximo.
Scott sonrió y asintió, mirando a Alli con una mezcla de agradecimiento y cansancio.
—De acuerdo, haremos eso. Un día normal, aunque sea por unas horas. Pero en cuanto tengamos noticias de Monroe, volvemos a lo que tenemos que hacer.
Alli asintió con entusiasmo, pero su rostro se suavizó al ver a Julie dormida en mis brazos.
—Esto es lo que realmente importa, ¿verdad? —dijo Alli, mirando a la bebé con ternura—. Ver a nuestra familia junta y a salvo.
Sonreí, agradecida por su perspectiva. Alli tenía razón. Aunque la amenaza de Monroe estuviera siempre presente, lo más importante era proteger lo que teníamos. Nuestra familia.
—Exacto —respondí, acariciando suavemente la cabeza de Julie—. Mientras estemos juntos, podemos con cualquier cosa.
De repente, sonó el teléfono de Scott. El rostro de él cambió al instante, y su mirada se tornó seria.
—¿Chris? —preguntó al contestar.
Escuché fragmentos de la conversación, pero no pude evitar notar que la tensión aumentaba en el aire. Chris parecía tener información relevante.
—Entendido —dijo Scott, cortando la llamada—. Tenemos que ir a ver a Deaton. Monroe no está sola. Está trabajando con alguien más, alguien con más recursos.
Mi estómago se retorció, pero su voz firme me dio algo de esperanza.
—Es hora de que tomemos las riendas —dijo Scott, con determinación—. Pero antes, vamos a aprovechar este tiempo. Vamos a disfrutar de lo que tenemos ahora.
Nos miramos todos, asintiendo en silencio. Alli se levantó rápidamente, dando pequeños saltos de emoción.
—¡Perfecto! Un respiro, una pequeña escapatoria. Un día solo para nosotros. Y luego, a hacer lo que mejor sabemos hacer: luchar por nuestra familia.
Tomé una respiración profunda y miré a Julie, tan tranquila en mis brazos, y luego a Scott, que siempre encontraba una forma de darme fuerza cuando más lo necesitaba.
—Vamos a hacerlo —dije, sonriendo—. Un día normal. Después, lo demás puede esperar.
El ambiente en la habitación se relajó un poco con la decisión tomada. Alli dio una sonrisa amplia y se acercó a Julie, acariciando suavemente su cabello.
—Creo que va a ser un día bastante interesante —dijo Alli, mirando a su hermana pequeña con ternura.
Tyler, que había estado escuchando desde la puerta, entró con Eli detrás de él. Ambos se veían agotados, pero sus expresiones eran decididas.
—No encontramos mucho, pero nos acercamos a una posible pista —dijo Tyler, pasando una mano por su cabello despeinado—. La verdad es que Monroe está muy bien oculta. No es fácil rastrearla.
Eli asintió, su mirada fija en Scott.
—El olfato me llevó a un par de lugares, pero estaba todo limpio. Creo que hay algo que no estamos viendo.
Scott frunció el ceño, pensativo.
—Eso solo significa que está muy bien protegida. Alguien más la está ayudando. Pero tenemos que seguir adelante, no podemos permitir que sigan atacando a nuestras familias.
—Aún tenemos tiempo —dije, con una ligera sonrisa. Miré a Julie en mis brazos, buscando algo de paz en ese momento. El futuro seguía siendo incierto, pero mientras estuviéramos juntos, podíamos enfrentar cualquier cosa.
Scott me miró y asintió, sabiendo que estábamos de acuerdo en lo más importante: proteger a nuestra familia, a toda costa.
—Vamos a aprovechar este día —dijo Scott, con firmeza—. Pero cuando estemos listos, lo que sea que esté esperando, no va a estar preparado para nosotros.
Sentí una sensación cálida de esperanza. Sabíamos lo que nos esperaba, y aunque el camino no sería fácil, al menos lo recorreríamos juntos, como familia.
Aprovechamos el día con un aire de calma que, aunque momentáneo, nos dio un respiro muy necesario. Pasamos la mañana en la casa, disfrutando de pequeños momentos juntos, los niños jugando cerca de Julie, que ya había dejado de comer y ahora se dormía tranquila en su cuna. Mientras tanto, Alli y Tyler se encargaron de organizar algunas cosas en la casa, y Eli estuvo revisando posibles rutas de Monroe, aunque sin mucho éxito.
Scott y yo aprovechamos para hablar en privado, sin las tensiones de los planes de caza que se avecinaban. Caminamos juntos por el jardín, las sombras largas del atardecer envolviendo todo en una luz suave.
—Sé que estamos en medio de una tormenta, pero esto, estos momentos, son lo que más valoro —dije, mirando a Scott.
Él sonrió, un gesto que rara vez mostraba últimamente, pero que me daba esperanza.
—Lo sé. A veces necesitamos estos respiros. Pero también sé que va a haber más desafíos, más oscuridad. Y lo enfrentaremos. Siempre juntos —respondió, tomándome de la mano.
Regresamos a la casa poco después, donde los niños ya estaban listos para un descanso, conscientes de que necesitábamos planear lo siguiente. Aunque sabíamos que lo que nos esperaba sería aún más peligroso, al menos ese día habíamos podido disfrutar de un poco de normalidad, un día sin monstruos, sin amenazas.
Era solo un paréntesis, pero para mí fue suficiente.
Al caer la noche, el ambiente en la casa se tornó más tranquilo. Los niños ya estaban acostados, y Julie, que parecía estar más tranquila, dormía plácidamente en su cuna. Alli y Tyler se sentaron en el sofá, conversando en voz baja, mientras Scott y yo nos quedamos en la cocina, preparando algo ligero para cenar. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, había algo reconfortante en estos momentos de simplicidad.
—¿Crees que Monroe se detendrá alguna vez? —le pregunté, mientras picaba algunas verduras.
Scott dejó caer su cuchillo sobre la mesa, pensativo.
—No lo sé. Si tiene el respaldo que creemos, puede que se haga más fuerte, más peligrosa. Pero no voy a dejar que nos destruya. Ni a ti, ni a nuestros hijos. No importa lo que cueste —dijo con determinación.
Me acerqué a él, dejándole un beso suave en el rostro. La tristeza en su mirada se mezclaba con la preocupación, pero también con una fuerza que siempre había admirado en él.
—Lo sé, y lo aprecio. Pero no solo eres tú. Estamos todos juntos en esto. Y no estoy dispuesta a dejar que nadie nos arrebate lo que hemos construido —respondí, con firmeza.
Después de la cena, nos reunimos todos en la sala. Chris nos había contactado con algunos avances, pero aún faltaba mucha información por obtener. Los planes seguían en pie, y la tensión en el aire se sentía palpable, pero por esa noche decidimos dejar de lado la caza de Monroe, sabiendo que mañana sería otro día de enfrentarnos a lo que estaba por venir.
—Vamos a estar bien —dijo Tyler, mirando a su alrededor—. Lo superaremos, como siempre lo hemos hecho.
Sus palabras me dieron un poco de esperanza, y a pesar de la amenaza que seguía acechando, por esa noche decidimos descansar, abrazados por la seguridad que nos ofrecía estar todos juntos.
...
El lunes por la mañana, los chicos se prepararon para volver a la escuela, a pesar de la situación que enfrentábamos. Todos sabíamos que había un peligro latente, pero también entendíamos que, por un momento, necesitábamos intentar retomar algo de normalidad. Julie, ahora más tranquila, descansaba en su cuna mientras los mayores se ocupaban de la logística.
—¿Estás segura de que quieres que vayan? —le pregunté a Scott, mirando a nuestros hijos mientras se despedían.
—Sí —respondió, con una expresión decidida—. Necesitan seguir con sus vidas, aunque sea por un rato. Y mientras tanto, podemos estar preparados para lo que venga.
Me sentí aliviada al ver que ellos también estaban de acuerdo, aunque sabía que el temor de lo que pudiera pasar en cualquier momento estaba presente en sus mentes. Alli y Tyler se despidieron, y aunque Tyler no quería mostrar su preocupación, sus ojos delataban lo contrario.
—Ten cuidado, por favor —le susurré a Alli antes de que se subiera al coche.
—Lo prometo, mamá —respondió, dándome un abrazo rápido.
Una vez que los chicos se fueron, nos quedamos con el silencio de la casa. Habíamos estado en alerta, esperando alguna novedad sobre Monroe, pero hasta ahora, las investigaciones de Chris no habían dado frutos. Sin embargo, sabíamos que no podíamos bajar la guardia.
Chris nos había informado que algunos de los cazadores que estaban bajo el mando de Monroe seguían siendo una amenaza, pero aún no sabían si ella había encontrado algún refugio o si estaba planeando otro ataque.
—¿Y si no la encontramos a tiempo? —pregunté, mientras Scott y yo nos sentábamos a revisar las estrategias.
—Lo haremos —dijo, con una certeza que me transmitió algo de calma—. No importa cuánto tiempo tarde, no vamos a dejar que haga daño a nuestros hijos ni a nadie más.
Me recosté en su hombro, tratando de despejar mi mente, aunque el miedo seguía acechando. Necesitábamos encontrarla antes de que cualquier cosa sucediera, pero sabía que por ahora solo nos quedaba esperar, sin perder la esperanza de que, eventualmente, la encontraríamos.
Unos cuantos días después, mientras cocinaba la cena, el sonido de unos pasos ligeros me hizo voltear. Alli entró a la cocina, con la mirada fija en el suelo, como si algo la estuviera carcomiendo por dentro. Su postura era tensa, sus manos entrelazadas nerviosamente.
—Mamá —dijo con una voz temblorosa que me hizo detenerme en seco— necesito hablar contigo.
Puse la cuchara sobre la mesa y me giré hacia ella, notando que su expresión era diferente, más seria de lo habitual. Algo no estaba bien.
—¿Qué pasa, cariño? —pregunté, preocupada, limpiándome las manos con el paño.
Alli respiró profundo antes de hablar. Parecía estar buscando las palabras correctas, lo que solo aumentaba mi ansiedad.
—Tengo un atraso —admitió finalmente, y pude ver cómo la tensión se apoderaba aún más de su rostro.
Mis manos se congelaron en el aire, la cuchara cayendo al suelo con un sonido sordo. Mi mente corrió por un segundo mientras trataba de procesar lo que acababa de decir. De repente, todo lo que parecía normal en la casa desapareció, y solo quedábamos nosotras dos, en esa cocina, enfrentando algo más grande de lo que estaba acostumbrada a lidiar.
Dejé lo que estaba haciendo y caminé hacia ella, mi corazón latiendo fuerte en mi pecho. Tenía miedo, no solo por lo que podía significar lo que acababa de decir, sino por la angustia que podía leer en sus ojos.
—¿Qué quieres decir con eso, Alli? —mi voz salió suave, pero mi mente estaba llena de preguntas.
Alli levantó la mirada, y pude ver la preocupación en sus ojos. Su boca se abrió, pero las palabras parecían atoradas. Me acerqué más, tratando de darle el espacio para hablar, pero sabiendo que tenía que ser fuerte para ella, para que no se sintiera sola.
—No... no sé qué hacer, mamá —dijo, su voz quebrada—. Me asusta. Yo... no sé si estoy lista para esto.
Mi mente comenzó a acelerar mientras trataba de encontrar la manera de consolarla. No podía dejar que el miedo la consumiera, pero también entendía lo abrumadora que debía ser la situación para ella. Alli era joven, y las decisiones que ahora tenía que enfrentar no eran nada fáciles.
Me senté frente a ella, tomando sus manos en las mías.
—Cariño, siempre puedes hablar conmigo. Lo que sea que esté pasando, lo vamos a manejar juntas, ¿de acuerdo? —le dije con firmeza, aunque en mi interior la incertidumbre también comenzaba a invadir mis pensamientos.
Alli asintió lentamente, pero su mirada aún reflejaba una mezcla de miedo y confusión.
—¿Qué si... qué si no estoy preparada para ser mamá? —susurró, casi como si temiera que alguien pudiera oírla.
Suspiré profundamente, recordando cuando fui madre por primera vez, todos los miedos que sentí. No estaba fácil para mí en ese entonces, pero ahora, como madre, sabía que lo más importante era darle espacio a sus sentimientos, y asegurarnos de que no tomara decisiones a la ligera.
—Nadie está completamente preparado para ser mamá, Alli —le respondí, acariciando suavemente sus manos—. Es un camino difícil, pero nunca estarás sola. Tienes una familia que te apoya, y siempre estaré aquí para ti, no importa lo que decidas.
Una lágrima se escapó de sus ojos, y la vi tragar con dificultad, como si el peso de todo lo que implicaba esta situación finalmente la estuviera alcanzando.
—¿Qué debo hacer ahora? —preguntó, su voz quebrada.
Me incliné un poco hacia adelante, tratando de ofrecerle la calma que necesitaba.
—Vamos a hacer la prueba y luego hablamos, ¿te parece? —le sugerí, tratando de tranquilizarla.
Ella asintió, y aunque estaba asustada, podía ver que el hecho de tenerme a su lado la hacía sentirse un poco más segura. Mientras nos dirigíamos a la sala, me sentí más que nunca responsable de protegerla, no solo de los peligros externos, sino también de esos momentos de incertidumbre que la vida a veces nos pone en el camino.
Fui con Alli al baño y le entregué la prueba, tratando de transmitirle la calma que yo también necesitaba en ese momento. Ella tomó la caja con manos temblorosas, y yo me quedé a su lado, sin dejar de mirarla. Había algo en su expresión que me preocupaba, una mezcla de miedo y confusión.
—Va a estar bien, cariño —le dije, buscando consolarla, aunque sabía que también necesitaba creer esas palabras.
Ella me miró y sonrió de manera forzada, dándome a entender que apreciaba mi apoyo. Luego, entró al baño para hacer la prueba.
Me quedé allí, esperando en silencio. Los minutos parecían pasar más lento de lo normal, y mis pensamientos no dejaban de correr. Si el resultado era lo que temíamos, no sabíamos cómo iba a cambiar todo. Alli estaba tan joven, y aunque era fuerte, este tipo de situación podría ser abrumador para ella. Mi corazón no dejaba de latir con rapidez.
Finalmente, la puerta del baño se abrió. Alli salió con el rostro pálido, pero sin palabras. Miró la prueba en sus manos.
—¿Está... está bien? —pregunté, mi voz temblorosa.
Alli asintió lentamente, con los ojos fijos en la prueba. Sus labios temblaron, pero no dijo nada. El peso de la situación era evidente en su rostro.
—Mamá... —comenzó, su voz apenas un susurro.
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