VII: With you
-YoonGi, por favor. Abreme la puerta -pedí, en mi voz se distinguía la angustia y el atisbo del llanto. Un escalofrío me recorría todo el cuerpo.
-JiMin... -sollozó, luego quitó el pasador que aseguraba la puerta.
Respiré hondo al verlo, el llanto se aglomeró en mi pecho como una sensación explosiva, agónica, pero debía ser fuerte por él. De otra manera, mis posibilidades de ayudarlo se reducirían.
Su piel pálida mostraba una tonalidad distinta, podría decirse que amarillenta. Habían marcas de falanges en sus brazos y muñecas. Lucía ojeras que delataban el reciente insomnio. No creí que sufriría un deterioro notorio en tan poco tiempo. Quizás SeokJin lo intuía, y por eso no quería que consiguiera un turno.
-Ven aquí, amor -le invité a mis brazos, incitándolo a refugiarse en ellos.
Él lo hizo sin pensarlo demasiado, ejerciendo cierta fuerza de más en su agarre, sentí sus uñas en mi piel y su cuerpo temblar al ritmo del llanto. Acaricié su espalda, cerré los ojos apretándolos, diciéndome que debía permanecer firme en lugar de llorar también. Fracasé, mis lágrimas desbordaron, recorrieron mis mejillas, saladas en mis labios.
-No me dejes aquí, no me dejes solo. Jimin, por favor -rogó, poniendo distancia entre ambos, tomando mi rostro entre sus manos. Deslizó sus pulgares sobre mis mejillas, limpiando las lágrimas. Jamás había añorado tanto su contacto.
-No te dejaré, mi vida. Ya no llores, ven, estoy aquí contigo.
Lo alejé, pasé mi brazo por sus hombros retomando la cercanía. Salimos de aquella cabina, tenía que tomar la ducha de todas formas. Se negó al agua fría, alegando que le dolía en heridas superficiales que tenía. Sentí rabia, desasosiego.
-Tranquilo, buscaré agua tibia -intenté tranquilizarlo.
Era de esperar que pocos o ninguno de los enfermeros se preocuparía pro una comodidad así, este lugar era tan tétrico como los que veía en la televisión, al menos en esta división. Ni siquiera quería imaginar el padecimiento de quienes estaban forzados a pasar años, incluso sus vidas en lugares así, sin nadie al pendiente de ellos. Me partía el alma, realmente esperaba que este fuese solo un caso excepcional.
Revisé los cubículos, el apartado para discapacitados tenía calefactor, me tomó unos minutos regular la temperatura. Revisé el cuerpo de YoonGi, en busca de alguna anomalía pero solo encontré surcos rojizos que muy seguramente fueron hechos por sus propias uñas.
-YoonGi, tienes que dejar de hacerte daño. Amor, tienes que cooperar para que salgas de aquí y nos vayamos a casa -acaricié su rostro, él asintió con la mirada pérdida.
No tardé mucho en ayudarlo con su higiene, mojando algo de mi ropa a consecuencia pero nada que no se resolviera en poco tiempo. Seguido lo envolví en una toalla grande que cubría la mayor parte de su cuerpo.
Lo tomé de la mano para salir del baño, en lugar de preguntarle el número de su habitación, nos dirigimos a la directiva del hospital. Usaría esto para mi beneficio y el de YoonGi, yo no dejaría que lo siguieran lastimando. Un episodio así más la conexión directa con SeokJin me aseguraban un poco más de voz en este lugar.
Una vez allí fue obvio que la directora estaba al tanto de lo sucedido, de una parte al menos. Ella era bajita, con cabello al cuello canoso, pequeñas arrugas alrededor de sus ojos y boca, me miraba a través del cristal fino de sus anteojos. No fue una sorpresa descubrir que me habían delatado antes.
-Primer día y causando problemas. Señor Park, lo que usted ha hecho va contra las reglas y requiere una sanción inmediata -dijo con una mala cara, poniéndose de pie. YoonGi apretó mi mano.
-¿Y lo qué ellos hicieron no? ¿era la máxima expresión de la ética? -pregunté con un tono cargado de cruda ironía. Puse la mano de YoonGi en alto para revelar el estado de sus muñecas-. ¿Qué cree que dirá mi jefe, Kim SeokJin, si llega a saber esto? Una sanción, evidencia de maltrato y un testigo. No creo que esté contento, ni él, ni Kim NamJoon, a quienes obviamente conoce ¿cierto?
-Debe tener cuidado con lo que insinúa, joven Park -dijo, algo que más bien consideraría una advertencia u amenaza pasivo-agresiva.
-Escuche, podemos llegar a un trato si así lo quiere -empecé a decir, alternando la mirada entre ella y YoonGi-. Si usted me permite atender personalmente al joven Min sin cuestiones, no tendremos problemas. Nadie tiene por qué saberlo, ni siquiera usted sabrá que estoy aquí.
-El señor Min llegó justo como usted; causando problemas -dijo de mala gana, pronto solo me estrechó una carpeta con los documentos necesarios para el cuidado clínico de YoonGi-. Bien, espero no verlo por aquí seguido.
Su sonrisa fue falsa hasta la médula pero no es como si eso tuviese relevancia alguna para mí, de hecho, no podía importarme menos. No le dediqué más que una reverencia por rutina antes de salir de allí.
En mi mente podía escuchar a SeokJin y NamJoon reprochándome a los gritos lo que acababa de hacer; encubrir este lugar. Sin embargo, yo no estaba aquí para ser el héroe de la historia y que desconocidos me admiraran. Mi preocupación era YoonGi, haría lo que fuese para mejorar su situación. No pondría a los demás sobre él, por más egoísta que pueda escucharse. No le di más vueltas o el vacío moral de mi decisión terminaría por causarme dolor de cabeza.
La habitación de YoonGi era estándar, descolorida, insulsa. No se molestó en personalizarla un poco, ni siquiera una lámpara o una fotografía. Su medicación yacía sobre la mesa de noche, supuse que su enfermero de turno, seguramente uno de los del baño, las dejó allí mientras estuvimos en las oficinas.
Cerré la puerta con seguro detrás de ambos. No puso resistencia para tomar la medicación. Me dispuse a tratar los aruños con una crema humectante que se hallaba en un cajón, que de seguro le llevó su madre. La piel de YoonGi poseía un tono pálido envidiable pero también tenía desventajas, una de esas era la sensibilidad, debido a eso no se consideraba extraño que él debía cuidar un poco más su piel que la mayoría.
Tras buscar la ropa para que se vistiera, los acomodamos en la cama individual. Algo apretados pero él se veía decaído, sumido en sus pensamientos. No quería dejarlo solo. Encendimos la pequeña televisión, colocando un canal cualquiera con una película que parecía recién empezada. Él se acurrucó, posando su cabeza en mi pecho.
-¿Cómo llegaste aquí? -preguntó en un susurro.
-SeokJin me ayudó -respondí, curvando mis labios en una sonrisa, deslizando mis dedos desde su sien hasta el borde de su rostro. Él solo me apretó un poco más.
-Gracias, JiMin -fue su única respuesta.
-No agradezcas, sabes que haría lo que sea por ti -besé su frente, y llevé la mirada hasta ventana cuyas cortinas estaban corridas.
El firmamento cambiaba, avisando que pronto tendría que seguir mi jornada laboral en otro lugar. De mi bolsillo extraje un teléfono celular que coloqué entre sus dedos.
-Tenlo por hoy, mañana te traeré uno nuevo, guardalo bien porque no está permitido -expliqué cuando su mirada felina y cansada encontró la mía-. Te llamaré para asegurarme que tomaste tu medicamento y te llamaré mañana en la mañana. Necesito que colabores contigo mismo, cariño. Quiero que salgas de aquí lo más rápido posible ¿Sí? Si necesitas algo o te sientes mal, o si quieres que venga llama a SeokJin o a la casa.
-Entiendo, JiMin, no te preocupes. Puedo hacerlo, en un rato veré dónde esconderlo -respondió, metiéndose el celular en el bolsillo.
Al estar de pie, abrazó mi cintura, le besé los labios. Él me correspondió y luego besó mi cuello, provocándome cosquillas.
-Te quiero aquí al mediodía, ni un minuto más Park JiMin -dijo en medio del brazo, en lo que era una pobre imitación del tono que usaba para molestarme en ocasiones.
No quería irme, no quería dejarlo solo.
Besé sus labios por varios segundos, como si eso ayudara a mitigar el vacío que dejaría su ausencia o la incertidumbre por su estado. Lo miré desde el umbral de la puerta, despidiéndome con la mano. Él imitó el gesto sentado al borde de la cama.
Tuve que apoyar la mano en una de las paredes del pasillo mientras caminaba rumbo al ascensor, todo me dio vueltas por un momento. Me detuve en seco, cerrando los ojos, respirando profundo, no tardó en disiparse. Pensé que se trataba del cansancio, que ahora que había visto a YoonGi mi cuerpo lo tomaba como una señal de que podía relajarse.
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