VI: It's Hurts
I can feel the pain on your body.
Las gotas chocaban contra la ventana esa mañana fría, en lo que parecía un cuadro perfecto de añoranza y melancolía.
Por más que intentara no pensar en él, mis pensamientos de una forma u otra terminaban trayéndolo a un primer plano. Quería ignorarlo, decirme que él estaba bien y volvería cuando fuera conveniente pero una bandera roja se izaba en mi mente cada vez que así lo hacía. Lo sentía, que él no estaba bien.
It's hurts me and hurts you. What is the point of this pain? tell me, tell me. I can't understand . Please, tell me, tell me what is.
Esperaba que SeokJin entrase por esa puerta, ya estaba preparado para recibir su regaño así como palabras de aliento. Al cabo de unos minutos como llevaba rato esperando al fin él llegó con papeles en la mano. Él siendo director de este hospital puede transferirme, darme una carta de recomendación para ayudar mi ingreso. No estaba muy contento con mi propuesta debido a que según él, yo era parte del personal de relevancia. Tampoco quería abandonar todo lo que logré, menos a él quien me dio la oportunidad cuando nadie más quería un jovencito sin experiencia pero... ¿cómo olvidar mi única posibilidad?
—Dime, JiMin. ¿De verdad estás dispuesto a dejar toda tu carrera aquí por irte a ese hospital para ver a YoonGi?
—Sí, SeokJin. La verdad lo siento pero es la única manera que tengo para saber cómo está él —respondí, casi desesperado.
—Bueno ¿Puedes entender que un hospital psiquiátrico es totalmente diferente así como puede ser peligroso? —preguntó pero no levantaba la mirada para verme simplemente mantenía la mirada en los papeles que llenaba. Admito que estaba extremadamente nervioso, las manos me sudaban.
—Sí, puedo entenderlo —el nerviosismo era notable en mi voz. SeokJin negó con la cabeza riéndose entre dientes, estuvo a punto de hablar cuando la puerta se abrió.
Él se levantó del asiento, esbozando la más genuina sonrisa que vi de su parte hasta ahora.
—Ya deja de asustarlo, SeokJin —dijo NamJoon entrando a la habitación con la pequeña hija de ellos en los brazos.
Dejó a la pequeña en el suelo quien tambaleante corrió a los brazos de su padre sin importar si caía en el trayecto. Me levanté para saludar a NamJoon, quien me estrechó entre sus brazos. Un abrazo reconfortante, cálido, no podía pedir más en estos momentos.
—Esa no es mi intención, sabes que JiMin es como un hijo para mí. Solo no quiero que le tome por sorpresa el funcionamiento, la rutina y hasta los posibles casos de negligencia médica que deberá ver —refutó, pero la niña en sus brazos que jugueteaba con sus mejillas intentando pegarle calcomanías le restaba severidad—. Nam ¿Dónde está SeokJoon?
—Con Taehyung —respondió, SeokJin asintió. Luego volteó a verme—. Escucha JiMin, el hospital al que deseas ir es por completo distinto. La mayoría de los pacientes están ajenos a sí mismos, hasta de su entorno, no esperes tener una rutina tan amena y comunicativa como aquí. En el peor de los casos no saben dónde están ni por qué, a muchos de ellos no los visitan desde hace años. Siempre debes tener cuidado aunque se lleven relativamente bien contigo porque algunos pueden tener conductas erráticas ¿Estás entendiendo lo que te quiero decir?
—Sí... NamJoon, puedo entender.
Tras la conversación que mas bien se basó en advertencias, SeokJin aceptó redactar una carta de recomendación con la única condición que optaría ppe un cargo de medio tiempo y así no abandonaría la clínica de manera absoluta. No me molestaba, todos saldríamos ganando. Casi.
Me despedí de ellos. Antes de irme, NamJoon se ofreció a dejarme en el hospital psiquiátrico, ya que también estaba de salida a jornadas de atención pública.
Eran las doce del medio día tuve que esperar varias horas antes de ser admito, aún así fue rápido, por los contactos de SeokJin. Solo esperé en la sala de esperas mientras una aburrida recepcionista tecleaba con una expresión que gritaba su poco interés. Un joven llegó a ella entregándole una carpeta que no tardó en revisar, fue entonces que levantó su mirada hasta mí por segunda vez desde que entré.
—¿Eres Park JiMin? —preguntó sin más, sin un ápice de amabilidad. Por el contrario, parecía íntimamente desinteresada.
—Sí, soy yo —respondí extendiendo mis documentos, desde la identificación hasta la algo breve hoja de vida.
Ella comparó la información, los grapó y los metió en carpetas que luego archivó.
—Al final del pasillo encontrarás la oficina de identificación, ve allí y te darán su carnet —explicó, entregándome el resto de los documentos que necesitaría para mi estancia.
Lo primero que descubrí en los nuevos papeles es que mis pacientes serían niños en su mayoría o adultos jóvenes, no pasaban de enfermedades como déficit de atención, trastornos de bipolaridad, obsesivo-compulsivo o traumático. La mayoría de ellos no estaban internados, solo hospitalizados por lo que pronto se irían. Era normal que me dieran estos casos porque recién era mi primer día de paso había sido un traslado poco convencional así como veloz; las ventajas de tener a SeokJin.
El proceso de identificación fue corto, lo que tomaba sacar una foto e impresión. Pronto la pieza de plástico que me designaba como personal colgaba de mi cuello.
Mi primer paciente fue un pequeño de doce años, al entrar en la habitación él no dejaba de dar saltos en su cama. Siguió una joven, ella estaba siendo un poco más difícil. Pasó por una violación, circunstancias horribles. La habían internado luego de su segundo intento por quitarse la vida, alegando que los recuerdos de esa noche no la dejaban en paz. Estuvo temblorosa casi en todo momento pero mencionó algo sobre una promesa a su padre, que ya no se rendiría, que no lo dejaría solo y no permitiría que ellos ganaran la guerra. Era una muchacha de admirar.
Me dirigía a la zona de “Clase B”, donde según la guía que tenía en mi mano se hallaban los internos “desconectados de la realidad, levemente peligrosos”. Mientras caminaba al ascensor empecé a escuchar gritos, aumentados por el eco del edificio y por un momento me paralice completamente, la bandeja con los medicamentos que me faltaban resbalaron de mis manos haciendo un gran estruendo contra el suelo... Era YoonGi quien gritaba. En mi interior rogaba porque no fuese él, por más egoísta que sonara.
Dejé todo eso allí, no me importó realmente. Luego los pagaría o no sé pero no era momento de pensar en eso, un pasillo largo recto y otro a la derecha me hicieron encontrarme con los baños. Entré y los ojos se me llenaron de lágrimas, sus gritos me martillaban los oídos, me dolían y el corazón se me quería salir del pecho.
—¡Min YoonGi, calmate ya, necesitas un jodido baño! —le dijo un hombre, no podía saber quien era ni tampoco podía verle. Mi cuerpo se sentía tan ajeno que solo podía dar pasos cortos sintiendo que caminaba hacia mi ejecución.
—¡NO, DÉJENME EN PAZ, ME DUELE, NO, NO ME TOQUES! —gritó una y otra vez hasta que sus gritos se escuchaban ahogados.
Habían tres sujetos. Mientras uno le sostenía en ese momento tapándole la boca otros dos trataban de tallar su cuerpo con el jabón pero lo hacían de una manera... Brusca. Sentía algo realmente horrible en todo mi cuerpo. El aire me faltaba, respiré hondo y con los nervios así como pensamientos cruzados algo dentro de mi explotó.
—¡DEJENLO, ÁLENJESE DE ÉL, MALDITA SEA! —grité a todo lo que me daba la garganta, estaba cegado y la rabia me corría por todo el cuerpo. Tomé a uno de ellos por la franela alejándolo de YoonGi, pero éste sujeto me apartó casi de inmediato.
—¡¿Qué diablos te pasa?! —preguntó molesto viéndome de pies a cabeza.
—Déjenlo, apartense de él. ¡No tienen que tratarle así! ¡Miren como está! —grité un poco más calmado apretando con fuerza los puños.
—Es difícil cualquier cosa con él ¡No acepta nada, me golpeó cuando le coloqué su medicamento! —refutó el que lo sostenía—. ¡Es peligroso!
—¡Basta, Si no lo sueltan ahora reportaré esto y todos se irán a la mierda! —sentencié, entonces ellos se alejaron de YoonGi. El que lo sostenía sacó unas llaves de su bolsillo y me las tiró.
—Ojalá y te golpee también —dijo de mala gana antes de irse, uno tras otro.
Volteé hasta donde se supone que estaba YoonGi pero ya no se encontraba allí, las huellas húmedas me guiaron hasta los cubículos.
—YoonGi... Mi amor, bebé, abre la puerta por favor —pedí al comprobar que estaba cerrada desde adentro.
—No, Jimin... No quiero que me veas así.
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