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I: Again

Mañana sería un día bastante especial y yo no había terminado mi regalo para YoonGi, sería nuestro aniversario; me sentía un pésimo novio. Él es un tanto apático con estas eventualidades por naturaleza, pero se esfuerza al saber la relevancia que tienen para mí, buscando hacerme feliz, así que yo me sentía pésimo. Me esforzaba, pero no era suficiente.

El teléfono repicó pero no le otorgué atención, quería terminar con mi presente y si seguía distrayéndome no lo haría nunca. Por otro lado, no son muchos los amigos que tengo, debía ser alguien equivocado del otro lado de la línea. Al cabo de minutos, el teléfono no dejaba de emitir la característica tonalidad pero seguía ignorándolo. Dejando que la contestadora se ocupe del asunto.

No hay nada más importante que YoonGi; necesitaba hacerlo sentir querido, apoyado, comprendido, por encima de todas las cosas para contribuir activamente con su bienestar.

En lo que seguía tratando de recortar a la perfección nuestras fotos juntos, me sobresalté al escuchar un grito desde el teléfono, cortando la foto a la mitad. Perplejo dirigí la mirada al aparato, conmocionado, salí de la estupefacción al escuchar una segunda exclamación pero ¿qué diablos estaba pasando?

¡JIMIN! POR FAVOR, VEN A CASA AHORA. YOONGI. NO SÉ QUÉ LE PASA, ÉL QUIERE HACERME DAÑO.

El peso del mundo cayó sobre mis hombros. Estaba congelado, no podía moverme sintiendo un extraño cosquilleo en todo mi cuerpo. Con la respiración agitada corrí hacia el teléfono logrando tomarlo antes que se cortara la llamada.

¿Por qué tenía que pasar justo ahora? ¿qué lo había llevado a esto? ¡se supone que su estado mejoraba!

—¿Señora Min? —hablé aún sintiendo mi cuerpo tan ajeno que me era demasiado difícil de explicar, a duras penas podía respirar con tranquilidad, era una sensación realmente desagradable.

—Jimin, por favor, ven ahora. No puedo salir de la habitación. YoonGi me lanzó un jarrón y tengo miedo... por favor... trae ayuda, algo pero.. por favor —pidió con la voz rota y ahogándose con sus propias palabras debido al llanto.

Dejé caer el teléfono al suelo y sin poder controlarlo, los sollozos escaparon incontrolables. Llevé una mano a mis labios buscando suprimirlos, esto estaba pasando demasiado rápido.

Habían dicho que estaba bien, que esto no volvería a pasar, que volvería a ser el mismo de siempre pero no, me habían mentido de una manera malditamente cruel. Como pude traté de calmarme repitiéndome una y otra vez que YoonGi me necesitaba.

Me coloqué los zapatos, tomé dinero, un abrigo y salí a la avenida para encontrar un taxi, no estoy seguro ni de haber cerrado con seguro la puerta principal.

Muchos pensamientos me inundaban la cabeza. Él podía hacerle daño a su madre, de eso no había discusión, rezaba porque eso no pasara. Aún no podía sacar las palabras de ella fuera de mi cabeza, meses atrás cuando YoonGi presentó síntomas de alarma.

«Ya no puedo con esto, JiMin. Él necesita ayuda, mucha más de la que nosotros le podemos dar. Sabes bien que debe irse»

Pero no, yo no podía dejar que lo metieran a un psiquiátrico. ¿Qué haría yo sin él? ¿Él sin mí? Esto me rompía el alma, me hacía pedazos, no me hacía a la idea de no poder verlo. No lo dejaría por una maldita condición; yo tengo esperanza en que él podrá salir adelante, tener una vida normal sin personas que lo miren por encima del hombro. Tenía miedo, demasiado, pero lo principal era llegar y ayudarlo antes de que hiciera algo verdaderamente malo.

Él solo estaba asustado, debía estar creyendo que alguien quería hacerle daño. No era su culpa, pero su propia madre le temía. Pondría mi mano al fuego asegurando que ella no lo trató de forma adecuada, no monitoreó la ingesta de sus medicamentos.

Al llegar a su casa me detuve justo en la entrada, con la respiración descontrolada y la mente en blanco. Debía ayudarle, buscar la forma de calmarle haciéndole ver que todo estaba bien, que nadie quería dañarlo.

Cuando entré, jodida madre, en esa casa todo estaba hecho un desastre. La señora Min disfrutaba de coleccionar jarrones antiguos ya fuesen genuinos o imitaciones bien elaboradas, no le importaba mucho el valor sino la belleza de las piezas, pero vi varios hechos pedazos en el suelo con el contenido desparramado que en su mayoría se trataban de flores, agua pigmentada, piedras de río y minerales de poco costo a los que se le atribuían distintas propiedades benignas.

Todo el cuerpo me temblaba por los nervios, mis pies solo me daban para avanzar lentamente como si de una película de terror se tratase, siendo yo el protagonista yendo hacia el asesino por incauto. La ansiedad me consumía.

Justo cuando pensé que las cosas no podían empeorar vi un rastro de sangre que llevaba la cocina entonces sentí un frío por todo mi cuerpo, sin duda, todo siempre puede empeorar.

Me adelanté por el pasillo, ignorando los pedazos esparcidos por aquí y por allá. Al encontrarlo, lagrimas caían de sus pequeños ojos, sollozos salían de su boca y la sangre manaba de su pierna. Me mantuve en el mismo lugar, estupefacto, como siendo incapaz de algo más, recobré mis facultades decidido a prestarle la asistencia que requería.

—Amor... —musité con un hilo de voz acercándome con lentitud hacia él, para no generar ninguna reacción o estímulo negativo con mi presencia.

Al verme él no hizo nada, solo se quedó allí llorando. Me incliné hacia él, arrodillándome a su lado estrechando la mano hacia su rostro, tardé en tocarlo ya que desconocía si un contacto abrupto lo haría reaccionar mal. Cuando mi piel tocó la suya, pequeñas lágrimas recorrieron mis mejillas sin que pudiera hacer nada para detenerlas. Me dolía verlo así, una sensación inexplicable se instalaba en mi pecho, ahogándome.

Descubrí que tenía miedo, no por mí, sino por él.

Poco a poco me acerqué a él, sentándome a su lado, rodeándolo con los brazos y atrayéndolo a mi pecho, resguardándolo en mí.

Yo le había prometido que no sería como los demás, yo estaría para él sin importar qué. No lo estereotiparía. No es peligroso, es un gran chico con una condición que alejaba a los demás, llevados por los perjuicios. Debido a eso, estaba cada vez más encerrado en sí mismo.

JiMin... —sollozó, escondiendo el rostro en mi pecho pasando sus brazos por mi cintura aferrándose a mi. Hundí mis dedos en su cabello, propinándole pequeñas caricias-. Me resbalé y me golpee, estaba escapando de ella porque quiere hacerme daño.

Me abrazó con más fuerza, aferrándose, como si temiera que fuese a desaparecer. Llegó a apretar tan fuerte que sus dedos se enterraron en mi piel, ocasionando cierto dolor al sentir sus uñas.

—Nadie te hará daño, amor. Todos aquí te amamos mucho —le susurré, pero él negó con la cabeza.

—Ella dice que quiere hacerme daño, que esconde cosas en los jarrones. Me hará daño, lo sé, quiere que me vaya y por eso quiere hacerme daño —aseguró, angustiado pero muy seguro de sus palabras. Suspiré, pasando mis caricias por toda su espalda.

—¿Quién lo dice, YoonGi? —levanté su rostro, pasé los pulgares por sus mejillas secando las lágrimas que resbalaban por ellas.

—Una sombra —respondió llevando su mano pálida y temblorosa hacia mi mejilla pero sin llegar a tocarme, cerré los ojos esperando que lo hiciera, volví a mirarlo cuando el toque no llegó—. ¿Por qué me tienes miedo, JiMin?

Su pregunta me dolió en alma, su mirada llena de pesar aún más. Estaba muy afectado, no solo por sus síntomas si no por el temor que otros implantaban en él, con sus miradas, sus comentarios, su imprudencia y marginación.

—Jamás te tendría miedo —le aseguré, besándole la frente—. No hay razón por la que deba temerte, cariño, eres asombroso.

—Si no es a mi... ¿A qué le temes? Puedo ver que tienes miedo ¿La sombra también te molesta? ¿también te dice cosas?

Sonaba tan convencido de sus palabras que no hallaba una manera para hacerle saber que no era cierto, que no existía, que solo se trataba de un producto de su imaginación y nada más. Que inútil me sentía, resultaba una ayuda muy pobre.

—Temo que te pase algo malo, solo eso —murmuré. No podía decir nada más, mi mente no se enfocaba en una sola cosa, divagaba pensando en cientos de cosas que podrían ocurrir. No me centraba en la realidad de lo que estaba pasando.

YoonGi se recostó en mi regazo y yo con gusto lo recibí apretando su delgado cuerpo contra el mío. Besé su frente una y otra vez, luego sus labios, buscando reconfortarlo con mi presencia al menos, ya que mis palabras no serían del todo útiles.

—¿Me ayudarías con un baño? Quiero dormir, cuando tu estás no me molestan —preguntó con la voz baja, como si temiera ser escuchado por alguien más.

—Claro que sí, hasta me ofende que preguntes —traté de bromear, pero fue un intento infructífero. Al menos le sacó una sonrisa, algo es algo.

Nos pusimos de pie con cuidado, su pierna estaba algo lastimada pero no era una herida demasiado profunda, el problema radicaba en el golpe que se propinó al resbalar y caer. Debido a su delgadez, no fue difícil cargarlo sobre mi espalda y caminar con él escaleras arriba donde se hallaba su habitación.

Una vez en el baño, le quité la ropa con cuidado por si alguna pieza afilada quedó prensada. No quería lastimar su hermosa y suave piel. Toqueteé mis bolsillos en busca de mi teléfono celular, no estaba seguro de haberlo tomado antes de salir pero por suerte, allí estaba. Me dispuse a escribir un mensaje a la dueña de la casa, para indicarle que ya estaba en él en su habitación.

—¡No! —exclamó, quitándome el teléfono de la mano y dejándolo en el lavabo. Me asusté un poco por lo repentino, pero luego le sonreí, sabiendo por qué lo hacía-. No estés con tu teléfono, estás conmigo. Solo importamos tú y yo.

Hizo esa mueca característica de él siempre hacia cuando estaba disgustado, arrugando la nariz. Tomé su rostro para besarlo lentamente sintiendo sus manos en mi cintura. YoonGi detestaba cuando en nuestras salidas usaba el teléfono, decía que los demás podían esperar y nosotros disfrutar de nuestro momento juntos. A veces lo molestaba a propósito, solo para ver la mueca que hacía, que lo hacía lucir como un felino fastidiado.

—Ven a bañarte conmigo —pidió con un mohín dejando un beso en la punta de mi nariz.

Le mostré una sonrisa, alzando los brazos en una ceña de que podía quitarme la camiseta que llevaba puesta. Me quitó prenda, por prenda. Veía sus manos trémulas, en su mirada aún veía inseguridad pero estaba tratando de vencerla. Se tardó en poder desabrochar el botón del pantalón pero permití que lo hiciera a su ritmo.

Cerré la puerta con llave para que nadie nos interrumpiera o de lo contrario él podría alterarse; era lo que menos quería. Lo llevé por el baño para sentarlo en la tapa del retrete, busqué el botiquín de primeros auxilios especial de YoonGi, estaba bien equipado para situaciones como estas.

Con algodón y alcohol empecé a desinfectar aquella herida en su pierna. Sentí sus manos apretar mi hombro derecho, era obvio que le dolía pero... Tenía que hacerlo.

—¿Cómo van tus estudios, Jiminnie? —preguntó mordiéndose un poco el labio por el dolor y ardor que sentía. Lo miré con una sonrisa, a pesar de todo él siempre se preocupaba por mi.

—Me va muy bien, el sábado tendré una práctica en un hospital para niños —expliqué mientras inyectaba anestesia con una jeringa para adormecer el área.

—¿Vendrás a verme al terminar? —preguntó, levanté la mirada hacia él. Tenía los ojos cerrados y los labios apretados.

—Vendré a buscarte y pasarás el resto del día conmigo. Teminaré luego del almuerzo ¿Te parece, mi amor? —propuse dejando la jeringa un lado, tenía que esperar unos pocos minutos antes de empezar con el procedimiento, dejando que el fármaco hiciese su trabajo.

Él solo respondió con un «sí» permitiendo que yo me concentrara en lo que hacía. Tras pasar el período de tiempo requerido, comencé con la sutura procurando un procedimiento limpio para que no le dejara una cicatriz grotesca, pero a pesar de eso, no me agradaba tener que someterlo a esto; solo quiero que él lleve una vida normal, pero mientras él no se comprometa y sigan juzgándolo sin saber, nada cambiará.

Las personas somos tan crueles en algunas ocasiones, lo peor es que nos sentimos con el derecho de criticar a alguien más por el daño que nos causa sin ver el que le causamos a otros.

Al terminar de suturar la herida, me levanté para guardar el botiquín en su lugar antes de darme la vuelta hacia él quien me miraba fijo.

—¿Te pasa algo, amor? —pregunté acercándome a él para besar sus labios, un pequeño contacto.

No me respondió nada así que no insistí, era mejor no agobiarlo con preguntas nimias. Llené la bañera con agua tibia, le ayudé a meterse en la misma porque la anestesia en la pierna comprometía su movilidad. Me fije que mantuviera la extremidad elevada para no mojar la reciente sutura, seguido entré con él al agua.

No me gustaba cuando estaba así; distante, ido, era como si solo su cuerpo estuviese conmigo. Pero me repetía a mi mismo que pasaría, solo debía encargarme de cuidarlo ya que por alguna razón, sus síntomas de alarma se apaciguaban al estar conmigo, pero empeoraban con su madre. Estaba algo molesto por ese asunto, esto no habría sucedido si se aseguraba de que él consumía la medicación y YoonGi, ah, si tan solo fuera menos terco.

Llené la esponja con jabón líquido, lo froté hasta crear espuma y empecé a tallar su cuerpo lo mejor que pude. En estos momentos era como un niño que requería toda mi atención, yo gustosamente se la daba. Lavé su cabello por igual, asegurándome de masajearle bien, solo cuando acabé con él empecé conmigo. Él solo estaba allí, sentado y en silencio con la mirada perdida en un punto desconocido.

Al salir del agua, me cubrí con una bata de baño. Con cuidado lo saqué de allí, froté su cuerpo con la toalla y lo cubrí, él permaneció inmutable.

Usé de su ropa y un suéter a rayas manga larga que dejé días atrás en mi última visita. Proseguí a vestirlo, cuidando de no lastimar los puntadas recién hechas.

—Perdón... —dijo cuando terminé de secar su cabello dejándolo un poco despeinado. Negué con la cabeza repetidas veces, tomando su rostro entre mis manos besando con dulzura sus cálidos labios.

—No tienes porqué pedir perdón, amor —busqué antibacterial, gasas y adhesivo para terminar con su herida. Tras eso lo acosté en la cama, colocándole una fina manta encima porque no hacía mucho frío.

—JiMin ¿Por qué lo haces? ¿Por qué te aguantas todo esto?

—Porque te amo.

Volví hacia él con una botella pequeña de agua que mantenía en su habitación, y una pastilla sobre la palma para ayudarle a dormir. Solo debíamos dárselas en situaciones de extrema necesidad, como dijo el médico, pero justo ahora es lo que necesitaba.

Me acosté a su lado después de que las tomó, pasando una pierna sobre su cadera. Sentí una de sus manos en mi muslo, la deslizaba desde allí hasta la rodilla luego volvía al mismo lugar. Apoyé la mejilla en su hombro y pasé el brazo por su torso. Me mantuve allí hasta que su mano se detuvo y su respiración se hizo lenta, supe que se había quedado dormido.

Me levanté con cuidado de no despertarlo, busqué uno de sus pantalones de algodón para usar, debía ir para hablar con su madre así como ayudarla con todo el desastre en la planta baja.

Disclaimer:

que la esquizofrenia es un tema serio que afecta la vida de muchas personas de forma negativa, mediante esta historia no busco romantizar, restar importancia o estigmatizar el padecimiento. Tampoco hacerme una experta en el tema porque claramente no lo soy, esto es mero entretenimiento de fans para fans, es FICCIÓN.

Mis disculpas para aquellas(os) lectoras(es) que se sientan ofendidos con los temas expresados en esta obra de ficción, no es mi intención. Como dije antes, no soy una experta en el tema ni una profesional capacitada en la rama médica, no escribo esto con la intención de enseñar porque no soy alguien apta para ello.

Si eres alguien sensible con estos temas, por favor, abandona la lectura.

¿Por qué escribo esto? Porque la gente en estos días se ofende o se ataca fácilmente. Y como dijo Dross; "¿No les gusta? No lo vean, yo no tengo por qué carajo estar protegiendo la sensibilidad sentimental de nadie, vete al coño de tu madre"

Lo repito una vez más: esto es simplemente con fines de entretenimiento. Si quieren aprender sobre los temas aquí tratados busquen historias basadas en hechos reales, contenido hecho y distribuido por profesionales de la medicina.

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