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𓆩*𓆪 Veinticuatro

Jeongin seguía encima del regazo de su esposo mientras este repartía besitos en sus mejillas y cuello, las pálidas manos lo sostenían con cuidado y el calor fue subiendo para ambos.

—Hyung, ¿no tienes que ir a la empresa ahora? —preguntó en susurros, se sentía realmente cómodo y mimido.

—Puedo llegar un poco tarde —contestó con la voz ronca que a Jeongin tanto le encantaba y provocaba muchas cosas en su interior.

Los besos continuaron, el pelinegro se encargó de repartir besos en toda la piel expuesta de sus clavículas. Subió de nueva cuenta para darle piquitos en los esponjosos labios que le hacían sonreír bobamente.

Jeongin apretó su agarre en los hombros del mayor cuando este se levantó para girarlos y recostarlo en la cama, acomodando las almohadas y dejándolo semi acostado. El rubio no sabía muy bien cuál era el fin de esa posición, pero no dijo nada, Chan se sentó a su lado volvió a besarlo, una de sus grandes manos acariciaba la casita de su bebé y éste respondía con suaves pataditas.

—Miren quién ya despertó —dijo Chan divertido agachándose a la altura de su abdomen para también dar besitos ahí—. Papá también te da cariños a ti precioso.

Por alguna razón los ojos de Jeongin se llenaron de lágrimas al observar a su esposo dándole mimos y lindas palabras a su bebé, Chan se veía tan distinto a años atrás, cuando recién se casaron. Ahora era realmente amoroso y cariñoso con él.

Con ellos.

El mayor volvió a levantarse para plantearle un beso antes de sonreír con malicia.

—¿A qué sabrá la leche de papi? —preguntó relamiéndose los labios.

El doncel se sonrojó de nueva cuenta, pero esta vez un escalofrío recorrió su espina dorsal.

—No creo que sea buena idea, Hyung —susurró el menor.

—Vamos, cielo, todo en ti sabe delicioso, no creo que a Jisung le moleste compartir alimento con su papá.

El rubio le dio un golpecito en el hombro a manera de regaño, lo que obviamente no fue suficiente, pues Bang Chan haría de las suyas.

Volvió a atacar su cuello con besos, esta vez también repartiendo mordidas, bajó hasta las clavículas que también atendió con paciencia y después se alejó un poco para admirar los hinchados pechos.

—De esta manera no necesitarás comprar ningún extractor de leche —decía mientras pasaba su mano por la sensible piel, Jeongin tembló y soltó un jadeo ante el roce.

—Hyung...

—¿Sí, cielo? —preguntó con cariño, Jeongin solo negó sonrojado y Chan le dedicó una sonrisa maliciosa.

Plantó besos alrededor de su pezón izquierdo, el lado más sensible de Jeongin y pasó la lengua sobre el erecto pedazo de piel goteante. No tenía una descripción para el sabor, pero solo podía decir que era dulce, como todo en Jeongin.

Un suspiro por parte del menor le hizo continuar con su labor, con sus labios apretó el botoncito y un chorro de leche comenzó a llenar su boca, comenzó a succionar y tragar, su pene se endureció en segundos y un gemidito por parte de Jeongin le hizo detenerse para quitarse la bata con rapidez.

—Sabes delicioso, amor mío, papá se volverá adicto a tu leche —murmuró en el oído ajeno con la voz más grave y la respiración entrecortada, se encontraba realmente excitado.

Jeongin se avergonzaba de las cosas sucias que su esposo prometía en su oído, pero a la vez la erección entre sus piernas crecía.

Las pálidas manos quitaron el pantalón de pijama que aún tenía puesto y volviendo a los besos en sus clavículas, los traviesos dedos jugaron con su húmeda entrada, Jeongin estaba muy excitado, y eso era algo realmente bueno, llenó sus dedos de su propia saliva y volvió a frotarlos en la angosta entrada, primero introduciendo uno con cuidado, moviéndolo dentro y fuera, el rubio cerró los ojos con placer, una de sus pequeñas manos dirigiéndose al miembro orgullosamente levantado de su esposo para envolverlo con movimientos de subida y bajada que le sacaron gruñidos al pelinegro.

Una vez que la entrada de Jeongin se encontraba dilatada con sus cuatro dedos dentro, se sentó con las almohadas en su espalda.

—Móntame, bebé —ordenó con voz demandante, el rubio hizo caso enseguida, trepando encima de su esposo y colocando sus manitas en los anchos hombros.

Chan no perdió el tiempo, con desesperación colocó su pene en la entrada del menor, el doncel fue bajando poco a poco, sacándole gemido a ambos, encontrándose muy calientes.

Se volvieron a besar con pasión, sus lenguas danzando en sincronía, Chan se separó del beso mientras las embestidas comenzaban, siendo Jeongin el que guiaba el ritmo, atrás adelante, atrás adelante, un vaivén exquisito para ambos.

Pero el mayor se sentía realmente excitado y a punto de explotar, por lo que tomó de las caderas al rubio para ahora ayudarle a subir y bajar, dentro y fuera, pasó su lengua por sus labios, saboreando antes de tiempo los dos pechos lactantes que rebotaban al compás de sus embestidas.

Se agachó y pasó su lengua por una de la gotita que salían de la protuberancia antes de meterse el pezón completo a la boca y succionar.

Un mar de sensaciones placenteras inundó a Jeongin antes de comenzar a mover sus caderas como loco, Bang seguía chupando y mordisqueando su sensible botón haciéndolo delirar antes de correr se con un profundo gemido.

Chan siguió embistiendo, abandonando uno de los pechos para darle toda su atención al otro, era tan obscena la manera en la que extraía la leche de su doncel, ese líquido dulce como todo lo que probaba de su esposo. Jeongin era un manjar.

Unas estocadas más y el pelinegro por fin pudo correrse dentro de su esposo, Jeongin se dejó caer y Chan lo colocó de lado en seguida, abrazándolo de la cintura y atrayéndolo a su cuerpo.

—Mierda, esto fue grandioso —murmuró con la voz ronca—. ¿Estás bien?

—Ujum —susurró entre la neblina del clímax y del sueño.

Chan sonrió dejando besos en la frente contraria.


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