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𓆩*𓆪 Final

—¡Hyung! —el grito de su esposo le hizo entrar en alerta en seguida, se levantó de su asiento y corrió fuera del estudio que había puesto en casa, se dirigió a la sala y se encontró a Jeongin sentado en la alfombra con Jisung de nueve meses en brazos.

—¿Qué sucede? ¿Están bien?

—Papi —Chan abrió los ojos, impresionado al escuchar claramente la voz de su bebé.

—¿Qué?

—Papi, Papi —repetía el bebé agarrando las mejillas de su papá Jeongin y riendo divertido.

—Dijo su primera palabra —el doncel le sonrió con los ojos cristalizados.

Chan se sentó en la alfombra junto a sus dos amores y los envolvió en un fuerte abrazo regalándoles una lluvia de besos que sacaban risitas tiernas en ambos.

—Nuestro Jisung ya es un bebé grande —alagó el pelinegro acariciando los oscuros cabellos del pequeño—. Esto tenemos que celebrarlo.

Jeongin se carcajeó a pesar de estar de acuerdo con la idea, ambos se levantaron y fueron por sus celulares para llamar a su familia y amigos.

Chan tomó su celular y se sorprendió al ver un mensaje del número del padre doncel de Jeongin.

Señor Yoo.

Hola, Chan, solo quería decirte que ya lo pensé bien y estoy de acuerdo en que le hables de mí a mi hijo. Solo si él quiere y se encuentra bien para aceptarlo, no quiero causarle problemas y estaré bien si me rechaza, lo entendería.

Gracias por todo.

Bang Chan.

Gracias a usted, suegro.

Le avisaré en cuanto tenga una respuesta de Nini. Estoy seguro que le encantará conocerlo.

—Hyung, iré a comprar las cosas para la cena, ¿me acompaña? —preguntó el rubio entrando a la oficina en donde Chan enviaba el mensaje para el doncel mayor.

—Sí, cielo, ¿en dónde está Jisung?

—Se quedó en su cuna jugando con su osito.

—Bien, antes de ir, ¿podemos hablar un momento? —preguntó el mayor colocando sus pálidas manos en los hombros del menor.

—¿Pasa algo? —la tensión ya se había instalado en sus hombros y la preocupación plasmado en su rostro.

—Nada malo, a menos que tú te lo tomes a mal —Chan se sentó en su silla y jaló al menor hacia él para sentarlo en su regazo—. Innie, espero que no te molestes, pero yo me tomé el atrevimiento de buscar a tu verdadero padre —el rubio se tensó entre sus brazos de nueva cuenta y Chan masajeó las piernas que comenzaban a temblar.

—Ummm... Tú... ¿Lo encontraste? —Chan asintió suavemente, alerta a cualquier alteración en su esposo—. ¿Has hablado con él?

—Me he mantenido en contacto desde que lo conocí —confesó viendo el labio tembloroso de su esposo.

—Él... —la voz del doncel se entrecortó—. ¿Preguntó por mí? ¿Quiere conocerme?

—Sí, él quiere conocerte —Jeongin tomó un profundo respiro mientras tragaba el nudo en su garganta y sus ojos se cristalizaban—. Y tú, ¿quisieras conocerlo?

—Sí, Hyung —respondió después de unos momentos pensándolo, las lágrimas ya corrían por sus mejillas y Chan se encargaba de besarlas abrazándolo con fuerza por la cintura—. Sí quiero.

El mayor sonrió enternecido, compartiendo un tierno beso que hizo sonreír al doncel.

Chan le amaba.

Se preocupaba por él.

Ese hombre era toda su felicidad.

Después de compartirse cariñosos besos y suaves caricias, Jeongin se levantó contento de las piernas de su esposo para correr por su bebé e ir juntos a comprar las cosas para la cena, Chan se sorprendió cuando el doncel le pidió que invitara a Yoo Hweseung, más no se negó y en seguida le mandó un mensaje a su "suegro".

La invitación había sido impactante e inesperada para el doncel mayor, quien en cuanto leyó el mensaje se lanzó a ducharse y lucir bien para su hijo.

Y por qué no... También para el señor Yang.

Jisung reía divertido por los graciosos gestos que le hacía su primito Soo, los adultos sonreían con ternura al ver a los pequeños riendo de esa manera.

—¡Waaaaah! —exclamó con asombro el niño—. ¡Papi, papi! A Sunggie ya le salieron dientitos.

—Aww~ miren esos dientitos —Félix también miró al bebé que se encontraba acostado sobre un afelpado colchoncito colocado en la alfombra de la sala del hogar Bang. El bebé había sido rodeado por almohadones para evitar que rodara fuera de su pequeña fortaleza.

Jeongin sonrió cuando todos sus amigos rodearon al pequeño para admirar los bonitos dientes que apenas comenzaban a notarse.

—Sí, muy bonito, pero deberían de ver cómo se queja de la comezón que le da en las encías —se quejó Chan—. Jisung llora todas las noches.

—Es igual de quejón que su padre —se burló Changbin arrodillado en el suelo junto a su sobrino—. Cierra la boca, Hyung, tienes al bebé más tranquilo del mundo.

—Es por que Innie heredó el sueño pesado —Seungmin sonrió divertido—, pero es una cosita hermosa como su papi Jeongin.

El nombrado se sonrojó y se escondió detrás del brazo de su esposo.

—Mi hijo era muy dormilón de bebé —comentó el señor Yang—. Tal vez también lo heredó de Jeongin.

El doncel estuvo a punto de hablar, pero el timbre sonó poniéndolo aún más nervioso de lo que ya se encontraba en las últimas horas.

—Tranquilo —murmuró Chan besando su frente—, ¿quieres que yo lo reciba?

El rubio miró a su esposo para después dirigirse a su padre, quien le sonrió comprensivo, sus amigos también le dedicaron sonrisas de apoyo y el doncel suspiró tratando de relajarse.

—¿Me acompañas, hyung? —preguntó con timidez.

Chan en seguida entrelazo su mano con la del menor y apretó fuerte.

—Siempre.

Ambos se dirigieron a la puerta de entrada y Jeongin abrió dejando ver a un hombre muy bonito, era un poco más alto que él, aunque su cabello era igual de rubio, sus facciones eran tan hermosas que ocultaban la edad que posiblemente tenían, se veía nervioso y en cuanto sus miradas se encontraron, los ojos del mayor se cristalizaron.

—Uhm... Buenas tardes, disculpen la tardanza, yo... Apenas me alcanzó el tiempo para traerles un postre.

Jeongin escuchó por primera vez la bonita voz del que era su padre doncel, era muy bonita y armoniosa.

Apretó más el agarre de Chan, quien sonrió besando su frente y después se dirigió a su suegro.

—Buenas tardes, señor Yoo. Pase, por favor —pidió el pelinegro y tomando con su mano libre lo que parecía ser un pay de queso hecho por el mayor.

—Gracias... —susurró—. Yo... Disculpen si incomodo su reunión familiar.

—Para nada. Innie, ¿quieres decir algo?

El menor negó escondiéndose de nuevo detrás de su esposo.

—Está bien. Señor Yoo, por favor, quiero que conozca a nuestro hijo —Chan dirigió el camino hasta la sala, Jeongin seguía aferrado a él y sin mencionar palabra alguna,

Hweseung estaba sumamente nervioso y sus emociones revoloteaban en su estómago, su bebé estaba ahí, caminando frente a él, siendo ya un hombre adulto, con una familia, amigos y manejando un negocio a tan corta edad.

Estaba feliz y orgulloso.

Miró las fotos en una de las paredes en la entrada, se enfocó en el retrato más grande, Chan abrazaba a Jeongin de la cintura y pudo notar en el rostro de su hijo una gran felicidad.

Jeongin era feliz, fue su única preocupación durante todos esos años.

—Hola, Hwe —el nombrado se tensó ante la conocida y amada voz.

—Hola, Seunghyub —respondió sin querer verlo aún—. Veo que cuidaste muy bien de nuestro hijo.

—Lo hicimos —corrigió el mayor anhelante de volver a ver el rostro de su gran amor—. Ahora sé que con tu lejanía sólo protegías a Innie.

—Él es precioso y tiene una linda familia —su voz sonaba ahogada por el nudo en su garganta—. No sé qué decirle.

—Jeongin no sólo es un niño precioso físicamente, su corazón es igual de bonito —el señor Yang se acercó al más bajito, tomó una de las finas manos e hizo que se diera la vuelta para por fin quedar frente a frente. Suspiró ante la belleza de ese hombre—. Estoy seguro que te dará la bienvenida a su vida... Y si tú quieres, también podrías regresar a la mía.

Hweseung apretó el agarre de Seunghyub y dejó caer por fin las lágrimas que había estado conteniendo.

—Yo... Realmente esperaba volver a ti, a ustedes —sollozó, dejando que el mayor lo apretara entre sus brazos mientras se escondía en su pecho—. Esperaba que no me odiaran por abandonarlos, fue insoportable irme sin decir nada, pero lo valió, ambos están bien.

—Lo estamos, gracias a ti —el señor Yang rompió el abrazo al escuchar los quejidos de su hijo, Jeongin y Chan discutían en voz baja hasta que el pelinegro les dirigió la palabra.

—Disculpen la interrupción, señor Yoo, ¿le molestaría pasar a mi oficina para hablar con Nini? —preguntó ignorando los jalones del rubio.

—Claro —respondió secando sus húmedas mejillas—, pero él no parece muy de acuerdo con eso, porque no entramos los cuatro juntos para que mi be... Para que él se sienta más cómodo.

Todos dirigieron su mirada hacia el doncel menor, quien nuevamente se escondió con timidez detrás de su esposo y asintió despacio.

Los cuatro se dirigieron a la oficina de Bang, el pelinegro se sentó detrás de su escritorio y jaló a Jeongin para sentarlo en su regazo, apretando su mano en uno de los gorditos muslos para darle apoyo a su esposo, frente a ellos se sentaron Seunghyub y Hweseung, este último un poco nervioso.

—Bueno, Jeongin, como ya debes saber, soy Yoo Hweseung —se presentó limpiándose el sudor de las manos en sus pantalones—. Yo... Bueno... Creo que ya te sabes toda la historia y Chan ya me ha hablado de ti, espero que no estés molesto, yo solo... Quería hablar contigo, aunque sea solo una vez y disculparme por lo ausente que estuve en tu vida... y decirte que yo... —la voz del doncel mayor se entrecortó, apretaba fuertemente sus puños en su pantalón y tragaba con dificultad el nudo en su garganta—. Yo te amo, mi bebé —sollozó—, tal vez sea una persona completamente ajena en tu vida, pero en la mía siempre estuviste presente, yo jamás los olvidé... —el llanto se volvió aún más pesado evitando que siguiera hablando y tapando su rostro con ambas manos.

Jeongin se había sentido muy emocional con el tema y también había comenzado a llorar en silencio.

El señor Yoo... o, mejor dicho, su padre, parecía estar desahogando todo lo que había pasado durante esos años.

Debió ser muy difícil soportar tanto.

De sólo pensar en que le arrebataran a Jisung y le separaran de Chan.

Insoportable.

Se levantó del regazo de su esposo y abrazó al doncel que lo había traído al mundo, llorando junto con él.

—Debió sentirse horrible —susurró el menor—. Por favor, no crea que mi padre o yo estamos molestos, yo solo no sé cómo reaccionar en esta situación, pero me gustaría que volviera a ser parte de mi familia.

Hweseung le miró con los ojos empapados en lágrimas y se levantó para envolverlo en un abrazo más fuerte sin poder evitar besar las gorditas mejillas de su bebé.

Chan dejó a su bebé dentro de la cuna, besó su frente y sonrió con ternura para apagar la luz y encender la lamparita que iluminaba de estrellas el cuarto.

Se dirigió a su habitación y se encontró a su hermoso esposo acostado boca abajo en medio de la amplia cama, él rápidamente se recostó junto a él y repartió besos por sobre la ropa en su espalda.

—¿Por qué estas llorando en silencio? —preguntó al notar los pequeños hipeos que soltaba.

—Solo estoy muy alterado con tantas cosas —murmuró dándose la vuelta para ver frente a frente a su pareja—. Hoy fue un gran día.

—Lo fue —estuvo de acuerdo el mayor comenzando a besar el rostro de su esposo, limpiando el rastro de lágrimas con sus besos—. Fue muy lindo de tu parte permanecer toda la noche hablando con el señor Yoo.

—Yo... Tenía tantas cosas que quería preguntarle, yo... Quiero que se quede en nuestra familia.

—Y así lo será, amor mío.

Jeongin sonrió provocando que sus mejillas se abultaran y por ende sus ojos se parecían a un par de rendijitas.

Ambos se besaron con cariño, ternura y mucho amor.

Chan feliz por todo lo que había progresado como matrimonio, de ver el crecimiento que Jeongin estaba teniendo con sus emociones y de la pequeña familia que había logrado formar.

Por su parte, Jeongin no estaba seguro de cómo era capaz de contener tantas emociones, pero contento con el bonito día familiar que tuvieron.

—Hyung, hazme el amor —pidió entre besos, el día podría terminar con broche de oro si su esposo se unía completamente a él.

—Tus deseos son órdenes, mi amor —obedeció el mayor comenzando a quitar prenda por prenda el cuerpo de su menor.

Jeongin sonrió adorando los mimos de su Hyung, estuvo a punto de quitarse las braguitas de encaje que llevaba puestas cuando de repente:

—¡Buaaaaaaaaaaaah!

El fuerte llanto de Jisung les hizo separarse en seguida, Chan se levantó corriendo de la cama y se dirigió al espacio de su bebé con prisa. Jeongin soltó una risita y se colocó una batita de seda antes de seguir a su alterado esposo.

Jisung sollozaba en los brazos de su padre, tenía la naricita y mejillas rojas, pero mantenía los ojos cerrados con fuerza.

—¿Pesadillas? —el mayor asintió—. Tráelo, que esta noche duerma con nosotros.

Y de esa manera terminaron perfectamente su día familiar, de la manera más unida posible junto con su bonito bebé.

—Hyung.

—¿Sí?

—Gracias por estar conmigo —susurró con la voz ahogada—. Te amo.

—Y yo te amo a ti, mi vida —murmuró dejando un suave beso en los labios ajenos, ambos se sonrieron hasta que comenzaron a dormitar, sus corazones en armonía al estar los tres juntos.

Se amaban.

Y lo seguirían haciendo muchos años más.

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