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𓆩*𓆪 Diecinueve

Chan había estado cumpliendo con la misma rutina las últimas dos semanas; salía de la oficina, se dirigía con Hyunjin para comprarle una rosa o alguna otra flor bonita, después iba a la pastelería por el postre del día para llevárselo a su bonito y embarazado esposo.

Jeongin ya tenía 18 semanas y su vientre se encontraba notoriamente inflamado, lo que lo hacía lucir endemoniadamente tierno.

Cuando llegó a su hogar se dio cuenta del peligro que corría su pareja, el auto de sus suegros se encontraba aparcado en el estacionamiento y él no había sido informado de tal visita, por lo que entró casi corriendo a su casa, aunque no se esperó toparse a su suegra en la entrada, la mujer se ponía sus tacones de nuevo dejando las pantuflas para visitantes a un lado y su expresión no anunciaba nada bueno.

—Chan, buenas tardes, qué bueno que llegas —la señora se paró recta y le dedicó una sonrisa de autosuficiencia—. Estoy decepcionada de que me ocultaran algo tan importante como el embarazo de Jeongin, ¿olvidó que este evento es algo acordado por nuestras familias?

—Creo que es innecesario decirle el por qué lo mantuvimos para nosotros todo este tiempo —Chan estuvo a punto de gritarle a la exasperante mujer—. ¿En dónde está mi esposo?

—Encerrado en su habitación, el maleducado me ha cerrado la puerta en la cara, deberías dejar de hacerlo creer que tiene la razón en todo. Cómo sea, ya me retiro, tengo que anunciar esto a la prensa, preparar una cena empresarial para festejar el nuevo heredero de las empresas Bang/Yang —dignamente la adulta se dirigía a la salida si no fuera por Yang, quien se interpuso en su camino con el ceño fruncido.

—Usted no hará eso, no le corresponde.

Respira, Bang, respira.

—Le pido amablemente que deje de interferir en nuestras vidas y evite seguir atormentando a su hijo de esta manera, por favor.

Sin más, el pelinegro abrió la puerta de su casa para que la señora Yang se largara de una buena vez.

—Pero qué grosero, es obvio que sus padres y mi esposo se enterarán del horrible comportamiento de ambos —Chan rodó los ojos, como si le importara—. Más les vale corregirse, Chan, recuerde que soy la madre de Jeongin y por más que lo ame a usted, yo tengo el poder de alejarlos, no ha demostrado más que ser una mala influencia para mi bebé.

Chan se tragó las groserías y azotó la puerta con fuerza para correr escaleras arriba.

—¿Amor? —llamó dando suaves toques a la puerta—. ¿Puedes abrir, por favor?

Un silencio fue la respuesta por minutos, Chan se recargó en la pared hasta escuchar movimiento y la puerta se abrió dejando ver el rostro demacrado por el llanto del rubio.

—Hyung —la forma en que lo llamó le partió el corazón y enseguida lo envolvió entre sus brazos.

—Tranquilo, cielo. Por favor, no le des importancia a lo que ella diga, solo te lastima y recuerda que nada de emociones fuertes, podría dañar a nuestro bebé —todo esto lo decía mientras repartía besos en la rubia coronilla y acariciaba la espalda del menor quien temblaba en sus brazos por el llanto.

—Es que ella ha cambiado tanto —lloriqueó—. Siempre me ha hecho sentir que solo vine a usar mi don a beneficio de nuestra familia, pero desde que me casé contigo dejó de tratarme bien y solo me dice cosas feas. ¿Sabes que no he escuchado un "te quiero" de su parte desde el día de la boda? Y me duele mucho porque mi vida antes de ti giraba en torno a mis padres.

Chan se separó un poco del menor y mirándolo con cariño fue quitándole el rastro de lágrimas en sus mejillas.

—Los padres cambian, al igual que sus hijos, ella está aferrada a una idea errónea. Tú no tienes que sentir culpa y aunque mi amor no sea igual que el de tu madre, a comparación jamás cambiaría mis sentimientos hacia ti, eres la única persona que me provoca estas emociones que crecen día a día —sonrió con ternura cuando las lágrimas de su esposo se volvieron más continuas y comenzaba a hipear—. Amor mío, no tienes que preocuparte, a mi lado el amor es lo que te va a sobrar. No dejes que ella arruine tu felicidad, estamos viviendo buenas etapas, una detrás de otra y me encargaré que sea de esa manera por el resto de nuestras vidas. Lo prometí.

—Dos veces —recordó Jeongin con la voz entrecortada.

—Así es, cielo, y lo haría las veces que fueran necesarias, es más, ¿qué tal si nos volvemos a casar? —propuso con emoción—. Pronto será nuestro aniversario.

—Te amo, Hyung —Chan sonrió feliz, mostrando esa sonrisa de encías que muy pocas veces aparecía y que Jeongin adoraba—. Gracias por estar aquí.

—Siempre lo estaré. Ahora, ¿quién crees que te trajo pastel de tres leches?

Los ojitos del menor brillaron aún más (esta vez de una glotona a felicidad) y se levantó de puntitas para dejar un tierno beso en los finos labios de su esposo.

—¡Vamos, Hyung! —el rubio tomó la gran mano del mayor y juntos bajaron a la sala en donde se había olvidado los regalos que Chan había traído.

Jeongin tomó el primer bocado con satisfacción haciendo un sonidito emocionado desde su garganta, Chan sonrió divertido y negó dando besitos en las regordetas mejillas y riendo por la actitud bonita e infantil del contrario hasta que éste se quedó quieto y sus ojos volvieron a cristalizarse.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupado al notar que el menor colocaba sus manitas en su abultadito vientre.

—Se movió... —susurró con la voz nuevamente entrecortada—. Hyung, el bebé se movió.


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