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𓆩*𓆪 Dieciocho

Chan observaba lo querido que era su esposo, Changbin lo había abrazado con cariño y Hyunjin le besó la frente, su madre estaba eufórica al enterarse de la noticia y su padre apretó la mano del menor con respeto para después dirigirle a él una mirada llena de orgullo.

No habían mencionado nada del embarazo hasta ese día, pues aún había riesgo, por lo que el próximo heredero de los Bang se mantendría fuera del foco de los medios de comunicación hasta que todo se estabilice.

—Entonces, ¿qué dijeron tus padres? —preguntó la señora Bang con una gran sonrisa.

Jeongin bajó la cabeza con tristeza mirando las manos en su regazo, el ameno momento se volvió un poco incómodo tras la pregunta y Chan suspiró.

—Aún no hemos hablado con ellos, probablemente vayamos el próximo fin de semana —y con eso continuaron conversando evitando el tema de los padres de Jeongin.

Jeongin abrió los ojos de golpe, no sabía en qué momento se había quedado dormido pero el extraño sueño le había hecho despertar incómodo y muy caliente.

Miró el espacio vacío en su cama y se dio cuenta que su esposo ya se había marchado a trabajar, puchereó con frustración, habían pasado tres semanas desde que estuvo en el hospital, ahora se encontraba muy bien, no había tenido ningún otro susto y estaba viviendo una bonita etapa de su embarazo en donde Chan se encontraba aún más al pendiente de él y todos sus amigos iban a visitarlo constantemente al igual que su suegra.

—Ah... —soltó un gemido al removerse incómodo, las cobijas habían rozado su entrepierna en la que se alzaba una tienda de campaña por el reciente sueño húmedo.

Su rostro se sonrojó violentamente y apretó los párpados, avergonzado.

Llevaba aproximadamente dos meses sin ni un poco de contacto sexual y tres desde la última vez que su esposo había estado dentro de él, obviamente era por precaución, pero algunas veces se sentía tan necesitado del contacto con su esposo, pero le daba vergüenza pedirle un poco de ese tipo de atención.

Aún con la pena de lo que estaba a punto de hacer, y tomando solo confianza de hacerlo porque se encontraba solo, se destapó completamente y tomó aire lentamente antes de comenzar a pasar sus manos por su ahora un poco más abultado vientre, subió hasta su pecho y rozó sus pezones (los cuales ya se encontraban erectos), se estremeció ante el toque y soltó sonidos bajitos ante el estímulo, dejó una de sus manos trabajando con uno de sus botones mientras que la otra bajó hasta su erección, pasando la mano por encima de los pantalones de chándal.

—¡Nggh! —gimió un poco más fuerte, hacía tanto que no era tocado de esa manera, y ni se diga de hacerlo él mismo, no acostumbraba a masturbarse, su esposo siempre se había encargado de dejarlo lo suficientemente satisfecho.

Sabía que no necesitaba tocarse mucho, estaba realmente caliente, un poco apresurado, bajó sus pantalones hasta las rodillas y envolvió su pene con su bonita mano antes de comenzar un vaivén de sube y baja, ayudado de su líquido preseminal, los gemidos se hicieron más fuertes conforme fue aumentando la velocidad de su mano.

Se mantuvo al borde por unos minutos hasta percatarse de lo tardado que eso estaba siendo, su muñeca comenzó a acalambrarse y la frustración de no poder correr se comenzó a brotar de su interior hasta soltar un gritito de desesperación y soltar su muy goteante pene.

Lloriqueó bajito y enfurruñado al no poder lograr su cometido.

—¿Necesitas ayuda?

La ronca voz de su esposo le hizo soltar otro gritito, esta vez de sorpresa y un gran calor corrió hasta su rostro; Chan se encontraba recostado en el marco de la puerta de su habitación, tenía en las manos una taza de lo que probablemente era café y aún traía puesta el pijama.

Jeongin reaccionó algo lento, pero como pudo se enredó entre las mantas tapándose hasta la cabeza y deseó que la tierra se lo tragara y lo escupiera en el mar para morir ahogado.

Chan rio ante la vergüenza de su esposo.

Claro que él se encontraba sorprendido, se había despertado muy temprano debido a las preocupaciones que llenaban su mente; los contratos que estaba retrasando fuera del país con tal de permanecer con su esposo y cuidarlo como debía de ser, la prensa fastidiando a todo momento preguntando el por qué su esposo no se había visto los últimos meses, su precioso niño de cabellos rubios y ese riesgoso embarazo, todo se encontraba en su con la preocupación constante de que algo pudiese salir mal.

Pero, con extrañes, toda esa preocupación desapareció en cuanto regresó a su habitación para mirar a su caliente esposo tratando de darse placer a sí mismo. Eso era muy poco común, por lo regular era un acto que avergonzaba demasiado al menor, incluso antes de casarse, Jeongin había confesado nunca haberse tocado, así que verlo en ese momento sólo le había hecho encender la llama sexual que había tratado de mantener apagada por bienestar del menor.

Dejó la taza en una de las repisas del cuarto y camino hacia la cama en donde se sentó junto al menor.

—Innie —llamó con cariño al bulto que era su esposo en ese momento.

—No, Hyung —contestó la ahogada voz dentro de las mantas.

—Vamos lindo, no estabas haciendo nada malo —murmuró acariciando el cuerpo por sobre la cobija.

—Es vergonzoso.

—No lo es, ¿me dejas ayudarte? —preguntó quedando la habitación en silencio por un momento y solo saltando una risita cuando el bulto se movió en lo que parecía ser un asentimiento—. ¿Te puedes destapar?

Poco a poco Jeongin se asomó, tenía las mejillas rojas y el cabello alborotado, evitaba verlo a los ojos y el bonito puchero invitaba a ser besado, ¿y quién era él para negarse?

—Ya te había dicho que no tienes por qué avergonzarte de estas cosas —susurró tan cerca del rostro ajeno que rozaban sus labios al hablar.

—No puedo evitarlo, me he vuelto un pervertido —Chan rio ante el berrinche que su esposo estaba haciendo.

—Pequeño, masturbarte no es algo que te convierta en un pervertido, no tiene nada de malo el querer satisfacerte, de esa manera descubres lo que te gusta y cómo te gusta —Jeongin asintió igual o aún más sonrojado que antes.

El pelinegro sonrió satisfecho cuando su esposo por fin lo miró a los ojos y fue entonces que volvió a besarlo, esta vez de manera más profunda, mordiendo el labio inferior para introducir su lengua siendo correspondido casi al instante, hace tanto que no se adentraba tanto en la cavidad de su esposo por las medidas de seguridad que se habían tenido que tomar y sabía tan exquisito como siempre.

Sus grandes y pálidas manos quitaron las cobijas por completo y recorrieron el curvilíneo cuerpo, su mano se adentró a la sudadera y la dejó sobre el vientre ligeramente hinchado.

—Eres tan hermoso —susurró cuando se separó de los labios ajenos, Jeongin le sonrió bobamente, perdido en el reciente beso y las caricias que hace mucho no recorrían su piel de esa manera.

Chan besó su mandíbula y continuó por su cuello en donde mordisqueo con suavidad sonriendo al escuchar los suspiros del menor en su oído, sus manos se alejaron del vientre y continuó su camino hasta los pezones erectos, un escalofrío recorriendo la espalda del menor ante el frío tacto.

Jeongin se sintió cómodo al fin, quitándose un poco la timidez de encima al estar tanto tiempo sin ese tipo de contacto, dirigió una de sus pequeñas manos al bulto que se formaba en la entrepierna del mayor por encima del pantalón de pijama, su mano fue detenida abruptamente y se asustó trayendo la timidez consigo de nuevo.

—Lo siento, pero será mejor que ni me toques, cielo. Solo quiero que disfrutes, si me tocas vamos a terminar esto sin cuidado y no puedo lastimarlos —murmuró sobre sus labios al percatarse del miedo en el menor—. Sabes que me vuelves loco cuando me tocas.

—Pero quiero que ambos lo disfrutemos, Hyung.

—Créeme, Innie, que con solo verte me siento más que satisfecho, te lo he repetido durante todo el embarazo, amor. Déjame satisfacerte.

Se volvieron a besar, esta vez de una manera más apasionada, los chasquidos de sus labios se podían escuchar en toda la habitación y Jeongin soltó el primer gemido cuando Chan tocó su miembro por sobre la estorbosa ropa.

De manera cariñosa, el mayor le desnudó por completo, acariciando la piel a su paso y dándole besitos cortos en los labios que le sacaban risas juguetonas a ambos.

Jeongin entendió que para él era imposible correrse si no eran las manos de su esposo el que lo tocaban, pues no bastaron más que unos simples minutos en que lo estuvo masturbando cuando se vino fuerte y en exceso mientras gemía sin control con la cabeza escondida en el cuello del mayor.

Trataba de controlar su respiración, pero le era imposible hacerlo mientras miraba al pelinegro limpiando su desastre con toallitas húmedas, le volvió a vestir (pues no podía estar en contacto directo con el frío) y se acostó de nuevo con él para acurrucarlos mientras le daba besos en el rostro.

Jeongin sonrió adormilado y antes de caer a los brazos de Morfeo sólo pudo escuchar la ronca voz del mayor diciéndole cuánto lo amaba, y el rubio reafirmó que se encontraba extremadamente feliz en los brazos de ese hombre.


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