Numero veite.
Yo tampoco nunca te lo dije.
Cada tarde, al regreso del preescolar, un pequeño Jeon Jungkook pasaba horas trabajando junto a su madre en las enormes casa de Busan, donde solo había lujo y personas déspotas, casi siempre y para su mala suerte mal humoradas. El chiquillo no conocía más allá del trabajado duro, ayudando en lo que pudiera, cargando ropa, acomodando objetos o deteniendo la puerta.
Pero, algunas veces había una emociónate recompensa al final, casi siempre una paleta o tal vez estar un momento jugando en los enormes jardines con sus carritos y trenes de juguete.
Y aunque no tuviera la suficiente libertad para un niño de solo siete años, era feliz, después de todo tenía a su madre, un humilde hogar donde dormir, juguetes, y algunas golosinas.
Aunque, pedía algo más.
Un amigo.
Jamás lo tuvo, nunca había tiempo de tenerlo. Jugaba en el preescolar con algunos niños, pero no los consideraba amigos de verdad, solo era niños con quienes jugaba, niños que aveces también eran malos con él.
—¡Pum! ¡Pum! —chocó los dos pequeños automóviles mientras hacía sonidos de destrucción con su boquita—. ¡Oh dios! ¡Alguien ayúdelos! —cambio de voz—. No te preocupes, yo los salvaré —dijo en un tono heroico alzando en el aire a su súper héroe de capa roja—. ¡Mira ahí viene súper JK!.
Una risita repentina lo sacó de su juego, el pequeño miro a quien la emitió.
Un niño de cabellos castaños y mejillas regordetas lo miraba entretenido. Jungkook frunció su ceño y caminó hacia el desconcertado.
—¿Hola? ¿Tu quien eres? —pregunto tímidamente.
—¡Oh! —el otro pequeño lo miro sorprendido—. Hola, mi nombre es Jimin —le sonrió con dulzura—. ¿Cual es el tuyo?.
—Soy Jungkook, pero mi mami me dice Kookie —mencionó devolviéndole la dulce sonrisa. Se dio un momento para mirarlo, fijándose en su lindo atuendo de vaquita que lo hizo soltar una carcajadita—. ¿Por qué estás vestido así?.
—Mis papás me enviaron a tomarme fotos, dicen que es para un anuncio —respondió jugando con sus deditos.
—Que bien, oye ¿quieres jugar conmigo? —le mostró sus juguetes sonriendo—. Mi mami dice que tengo una hora, y puedo prestarte mis juguetes.
—¿Jugar? —el niño parecía extrañado, como si nunca en su corta vida lo hubiera hecho—. Uh, está bien —pero al final acepto, caminando junto al pequeño Jungkook al jardín donde se encontraba.
Luego de esa tarde, una bonita y pura amistad había nacido. Todos los días ambos se reunían para jugar, compartir golosina o simplemente quedarse dormidos abrazados junto a un árbol que crecía en la casa del pequeño Jimin.
Jungkook se sentía realmente feliz, pues, al fin había encontrando aquel buen amigo que estaba buscando. Entonces proclamó que a ese niño nunca lo soltaría, y se convertiría en una persona especial, pero, un tiempo después todo habría de terminar con un suceso desafortunado.
Como cualquier día común Jungkook corrió hacia la casa de Jimin con sus juguetes en la mano, y una enorme sonrisa emocionada, pero entonces, cuando llegó a su hogar se desconcertó al ver hombres sacando cajas y muebles de la casa de su mejor amigo hacia un enorme camión.
«¿Qué es lo que estaba pasando?» Se preguntaba.
—¡Jimin! ¡Jimin! —lo llamó asustado.
Aquel pequeño apareció con sus ojitos rojos he hinchaditos de la mano de su madre, rápidamente Jungkook se acercó a él en busca de una respuesta, aunque no recibió más de lo que esperaba.
—¡Jimin! ¡Oye! —intentó acercase, pero rápidamente su madre llevo a su hijo detrás de ella, mirando con una mueca el pequeño de cabello oscuro.
—¿Y este niño de donde salió? ¡Cariño llévate a Jimin al auto, aquí hay un niño indigente! —espeto, y entonces su esposo apareció y se llevó en sus brazo a Jimin quien lloró desesperado por su amigo.
—¡Kookie! ¡¡Kookie!! —gritó.
—¡Minie! ¡¡Minie!! —sus pequeños ojitos no tardaron el comenzar a lagrimear cuando vio que le arrebataban a su único amigo—. ¿A donde vas? Espérame, hay que... Jugar...
Lo había perdido y desde ese día también todo lo demás.
[...]
—Lo siendo Kookie, no puedo cuidarte más, no tengo dinero y tampoco una casa donde mantenerte, tendremos que separarnos por un tiempo, cariño —le dijo su madre triste.
Ambos lloraban esa noche, donde sin pudor su propia madre lo dejó por la noche en una calle oscura y desconocida de la enorme Seúl.
—¡Mami! ¡Mami! —chillaba el niño, buscando a su madre por horas durante toda la noche caminando sin rumbo con su tren de juguete, dos wones en su bolsillo y su mochila en su espalda que llevaba su ropa—. ¿Donde está mi mami?.
Alguien apareció, un niño mayor de quince años, quien se percató de aquel pequeño sin rumbo.
—¡Oye! ¿Qué estás haciendo aquí solo a estas horas? Dime ¿como te llamas?.
—Yo... Yo me-me lla-llamo —no podía hablar por su gran llanto—. Ju-Jungkook. —se limpio las mejillas—. ¿Donde estas mi mamá?.
—Ya veo, ven conmigo yo te ayudaré, te llevaré a un lugar bueno —lo abrazo por los hombros y le brindó una amigable sonrisa—. Mi nombre es Kim Namjoon.
Y nuevamente, otra amistad habla florecido, pero esta había de permanecer para siempre. Ambos crecieron en una casa hogar, rodeado de gente mayor que les daban motivaciones y les enseñanzas para ser autosuficientes y cuidarse del mundo real.
Terminaron sus estudios en escuelas bajas, aunque eso nos los habría de afectar pues los dos eran bastante inteligentes. Lograron graduarse y tener trabajos comunes que los mantuviera comiendo y rentando un sencillo departamento.
—¿Ya te gusta alguna chica Jungkook? ¿O tal vez un chico? —pregunto Namjoon.
—No, quiero mantenerme soltero para alguien muy importantede mi pasado —contestó el azabache sonriéndole y dándole un trago a su lata de cerveza.
—¿Así? ¿Para quien?.
—Para un niño que conocí en Busan, cuando trabajaba con mi madre para casas de ricos. Ya no recuerdo su nombre, era muy pequeño, pero creo que cuando lo vea me daré cuenta que es él.
—¿Qué era para ti? ¿Por qué tanta importancia? —lo miró confuso.
—Fue mi primer mejor amigo, ese niño era tan bonito y simpático, me brindó su amistad y confianza cuando nadie más lo hizo de esa manera. Aunque un día solo desapareció —suspiró pesadamente.
—¿Entonces cuando lo encuentres te casaras con él o algo por el estilo? —soltó como broma.
—Si no hay nada que se interponga, por su puesto que si. Él podría ser lo más cercano a mi alma gemela —sonrió.
—¿Por qué me cuentas esto? —preguntó Jimin afligido después de escuchar aquella historia desgarradora, que le formó un nudo en la garganta—. Lo siento mucho JK.
—No te preocupes, quería contarte por que pensé que era lo correcto, después de todo no sabes nada de mi —replicó.
—Y... ¿Aún no haz encontrado a ese amigo tuyo?. Me siento celoso por que lo llamaste tú alma gemela, temo que me quite a mi juguete —Jimin sonrío al igual que el pelinegro.
—Que buen sobre nombre, no me ofende en lo absoluto.
—¿Entonces como quieres que te llame? Amigo, mejor amigo, amigos con derecho o... —se detuvo antes de decir, temeroso de cometer un error, pero lo dejó fluir como broma—. Novio.
Las mejillas de Jungkook se ruborizaron sin poder evitarlo, tal vez él no lo había tomando como una broma.
—Puedes llamarme como quieras, no me importa —carraspeó.
—Bien. ¿Estás lleno? Por que yo si, creo que es hora de que me vaya, mi taxi llega en cinco minutos, por que no vamos a la salida —mencionó Jimin y entonces ambos pagaron la cuenta, tomaron sus abrigos y salieron del establecimiento.
—Perdóname por llamarte estúpido y no haberte contestado, tenía miedo, por favor cuídate Jimin —le dijo al darse cuenta que el taxi ya había llegado—. Come adecuadamente y duerme bien.
—Me cuidaré no te preocupes, tú también mantente vivo, te llamaré cuando llegue a casa —dijo y después camino hacia el taxi, pero Jungkook lo detuvo sujetando su mano.
—¿Pudo besarte antes de que te vayas? —pregunto muy nervioso, luego de pensarlo muchas veces. Logrando que también las mejillas del pelirosa se colorearan del mismo color que su cabello.
Jimin asintió un tanto apenado, pero gustoso. Y entonces lo beso, de una manera dulce y delicada, ambos juntaron y entrelazaron sus manos por inercia. Movieron sus labios por unos minutos hasta que se separaron y se miraron a los ojos por un momento.
—Yo... yo ya me tengo que ir, nos vemos luego —habló Jimin con la mirada abajo, notablemente tímido.
El azabache asintió, le abrió la puerta del taxi y una vez dentro él la cerró dejando que se arrancara el chofer.
El peligrosa tocó sus carnosos labios cuando el auto arrancó. Con sus pensamientos revueltos y su corazón latiendo rápido, sentía un dolor en el estómago y podía sentir su rostro caliente. «¿Qué había sido aquel beso» Pensó, pues aquel beso había sido diferente a todos los demás, había sido como el del parque, cariñoso, cuidadoso y afectivo.
Y qué hay de esa historia que le contó ¿por qué la sentía tan familiar?.
Lloro. Díganme ¿Cuantos años tienen y de que país son?.💜
Funemos a Minie por olvidar al Kookie
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro