Numero dos.
Lo miro, me gusta.
—¿Por qué no solo te rindes? —Taehyung tomó una bolsa de frituras colocándola junto a las demás chucherías dentro de la canasta—. No creo que haya muchas personas como tú buscando sexo casual solamente.
—¿Rendirme? —Jimin junto sus cejas y río entre dientes—. Debes estar bromeando ¿no?. Debe haber, somos jóvenes y queremos eso.
—Yo no —Tae lo miró.
El rubio sonrió y estrujó con sus dedos la mejilla a su amigo.
—Por supuesto que no, Taetae es demasiado dulce como para pensar aún en sexo. Quien lo diría ¿no? Aquel chico que sube a su Instagram fotos semi desnudó.
—¡Sabes porque están allí! —lo interrumpió justificando rápidamente—. Debo llamar la atención de Hobi, aunque creo que no está funcionando del todo ¿me verá como un fácil? —pensó afligido.
—Por dios santo Taehyung, solamente te regalo un jugo de manzana, no te dejo ver su pene —espeto Jimin y el castaño le propicio un leve golpe en el brazo.
—Cállate, ese fue el mejor jugo de manzana de la vida —dispuso seriamente, Jimin asintió con una pequeña risita burlona—. Pero tú no comprenderías, solamente quieres tener sexo.
—Gracias a dios —alzó sus manos haciendo un ademán de asentimiento—. Tú tampoco comprenderías, tu primer beso fue conmigo.
—¡Oye dijimos que era de amigos y que no significaba nada! —justificó una vez más alzando su dedo—. Además tú me obligaste, por que querías aprender a besar —lo apuntó.
—¿Y te gusto Tae? —subió y bajo sus cejas rápidamente con una sonrisa ladina.
—¡Cierra la boca! —sus mejillas se sonrojaron y le dio otro golpe mientras Jimin reía por aquella tierna expresión—. ¿Por qué me haces esto? ¡Somos mejores amigos!.
—Calma, no debes ponerte así por un beso de hace diez años. Agh que bueno que no te pedí tener sexo —volvió a reír.
Cuando escucharon sonar la campana en la puerta la cual indicaba la llegaba de un nuevo cliente pararon de jugar. Ambos se fijaron en quien había entrado, aunque sólo lograron ver dos altas siluetas, una vestida completamente de color negro y la otra con ropa holgada de colores neutros. Por alguna razón tuvieron miedo, creyendo que probablemente se trataban de unos matones.
—¿Tienes todo? Hay que ir nos —ordenó Jimin, ambos se dirigieron a la caja colocando sus compras en el mostrador para pagarlas. Estaba inquietos, mirando como esos dos se paseaban por la tienda tomando cosas—. Dios Taehyung ¿tienes tanta hambre? ¿Por qué compras tanto?.
—No dejaste que comiera Dumplings ¡Por su puesto que tengo hambre, tonto!.
—Serían ocho mil cuatrocientos veintiocho wones por favor —la chica que les cobro con una sonrisa no parecía estar tan asustada como ellos.
«¿En que clase de tienda estamos?» Se cuestionó el rubio, temeroso de que fuera una tienda donde recurren los vagos y los asaltos fueran el pan de cada día.
—Claro, toma todas las cosas rápido —murmuro para Taehyung quien se apresuró a meter todas las golosinas en una bolsa.
Jimin sacó su cartera y de ella su tarjeta de crédito entregándosela rápidamente a la chica. Ella la metió en el pasa tarjeteas y espero a que se cobrara.
«¿Por qué tardaba tanto?» Se pregunto el rubio.
Fueron solo un par de segundos, aunque los más eternos para Jimin, y solamente eso bastó para que los dos que habían entrado se presentaran ante ellos, con dos cajas de cerveza esperando su turno, y así, afirmando que eran simples clientes.
Pero de pronto el rostro del rubio cambió completamente, de estar muriendo de miedo a estar hechizado por uno de los chicos que creía matones.
«¿Hola y tú quien eres? ¿De donde saliste?»
Pensó al tiempo que colocaba una sonrisa en su rostro y sus ojos se iluminaban al observar aquel chico de tez blanca, estatura alta, el cabello largo azabache, apuesto rostro y aura rebelde.
«Lo encontré».
No era como los chicos que conocía, siempre vestidos con atuendos caros, impecables y virginales. Ese chico vestía de una manera despreocupada, con prendas de pies a cabeza oscuras, lo único que resaltaba eran las cadenas, anillos y aretes que traía puestos, además de los tatuajes que decoraban su mano izquierda, y probablemente su brazo y espalda también.
—¡Disculpa joven! —la chica lo saco de sus pensamientos, Jimin la miro aún divagante—. Aquí tiene su tarjeta, gracias por su compra.
—Oh si, de-de nada —tomó la tarjeta y le dio un último vistazo al chico, aquel ni si quiera lo había volteado a ver, se encontraba muy ocupado charlando con su compañero.
Taehyung al percatase lo sujeto de la mano y lo llevo inmediatamente afuera de la tienda.
—No deberías ver de esa forma a las personas, es raro, hay que irnos ahora —le increpó dándose le vuelta junto a su bolsa de chucherías y la caja de soju.
—¿Lo viste? —preguntó Jimin siguiéndolo, Tae frunció el ceño confundió sin saber—. Al chico de negro de adentro ¿no era perfecto, todo un sueño? ¡Lo quiero!.
—¿Qué? Las personas no son cosas, no solamente las puedes tener y ya.
—No me importa ¡Lo quiero! —exigió y se detuvo—. No me iré de aquí hasta hablar con él.
El castaño se volteó.
—No Jimin él no, no sabes qué tipo de persona puede ser ¿viste a su otro amigo? Su rostro era escalofriante —tembló recordándolo.
—¡Dijiste que me ayudaras! Se un buen amigo y acompáñame ¿si? —lo miró emocionado—. Tae el podría ser mi última esperanza, acompáñame ¿lo harás?.
Taehyung no se pudo resistir al verle sus pequeños ojos brillantes.
—Si está bien, los esperaremos —giro los ojos y ambos se volvieron a la entrada de la tienda, el rubio saltó de la felicidad—. Pero si algo sale mal me iré corriendo.
—Yo se que no lo harás, reprobaste educación física —se burló y el castaño le propició un puño leve en su brazo.
—¿Llevamos todo? —escucharon las voces aquellos chicos fuera del establecimiento—. ¿Deberíamos llevar más cerveza? —se hicieron presentes con bolsas y cajas de cerveza en sus manos.
—Aquí vienen, obsérvame —Jimin pasó su mano por su cabellera y sonrió de una forma sensual. La seguridad era algo que siempre portaba como una prenda, sabía lo hermoso que era, además de que en ese momento lucia un bonito atuendo, y temer no era una opción—. ¡Oye tú, el de negro!.
Lo llamo, este ladeo su cabeza confundido cuando se acercó y se presentó frente a él.
—¿Te conozco? —le preguntó mirándolo sin ninguna expresión en su rostro.
—Te vi hace un minuto en la tienda —lo observo atento—. ¿A donde te diriges? Veo que llevas cerveza ¿una fiesta?.
—¿Te importa?.
—Tal vez si —replicó—. Te vi por que llamaste mi atención, deberíamos hablar ¿puedo acompañarlos? —miró a ambos, y ellos se miraron entre sí confundidos.
El de atuendo negro soltó una risita burlona.
—No, piérdete niño —la baja estatura de Jimin, y su rostro angelical le hicieron decirle de esa manera.
—También traigo a un amigo para que acompañe al tuyo —siguió y se volteó hacia Taehyung—. ¡Tae ven aquí! —el castaño se acercó un poco temeroso—. Él es mi mejor amigo Taehyung, y le gusta divertirse.
No trataba de utilizarlo sólo sería un pequeño favor, como todos los demás.
—Lee mis labios —habló el otro apuntando su boca, exclamando con un tono de voz grave—. NO —pronunció exageradamente y luego junto al de negro comenzaron a caminar nuevamente.
—¡Carajo! ¡Aggh! —Jimin azoto su bota de tacón contra el suelo he hizo un pequeño berrinche agitando su cuerpo—. No voy a rendirme, vamos Tae —y fue de tras de ellos decidido.
—¡Jimin es muy tarde, tus padres van a enojarse y le dirán también a los míos! ¡Volvamos a casa! ¿Si? —dijo, casi rogó, pero de nuevo Jimin lo ignoro—. ¡Escúchame cuando te hablo! ¡Park Jimin!.
Después de caminar unas cuantas cuadras detrás de aquellos chicos en silencio, llegaron a un lugar bastante antiestético, donde solo había edificios en mal estado, humedad, basura y callejones oscuros. Realmente daba miedo, pero Jimin tenía una meta en la cabeza, y ni ese lugar ni nadie lo harían desertar.
Su "recorrido" término cuando se detuvieron cerca de unas alcantarillas, desde lejos podía escucharse música y motores ruidosos.
—Jimin tengo mucho miedo —chillo Taehyung.
Ambos estaban tomando de las manos, y siempre alerta a sus alrededores por si alguien quería quitarles sus bolsa de chucherias y caja de soju.
—Yo también —trago saliva—. Pero quiero que ese chico me folle, así que debemos ser fuertes ¿bien? bien —ambos temblaron.
Y de un momento a otro los perdieron entre tantas personas, el lugar era un completo desorden, alcohol, drogas, autos extravagantes, motocicletas monstruosas, música hip hop, chicos y chicas con ropa estrafalaria todo parecía muy divertido, pero también peligroso.
El paraíso y el infierno.
—¡Mira donde nos trajiste! Diablos vamos a morir por un demonio —protestó Taehyung con desesperación, y luego miro a su amigo quien sonreía—. ¿Por qué sonríes? ¿Perdiste la razón?.
—Mira esto Tae, es el paraíso —hablo Jimin emocionado—. Aquí puedo hacer lo que yo desee, no debo ser educado, puedo decir groserías, tomar cerveza... —miro a una chica pasar a su lado con prendas diminutas muy segura de si—. ¡Dios! ¡Puedo utilizar los shorts y hombligueras que compre aquí! Adoro este lugar, es hermoso.
—Ah si, claro... —Taehyung miro con una mueca de asco a la rata qué pasó frente a ellos—. Bueno ya venimos, ya vimos, ya nos vamos —se dio la vuelta decidido a irse—. En marcha Jimin.
—¡Oye tú, el rubio! —se escuchó una voz varonil, Taehyung se detuvo y se volvió hacia su amigo rápidamente—. ¿Por qué me seguiste?.
Era aquel chico de atuendo y cabellera negra que había flechado a Jimin, este se colocó frente a ellos junto a su amigo de hace un momento que lo acompañó en la tienda, y un par más detrás de ellos.
—Te lo dije, llamaste mi atención y me gustaría hablar contigo —respondió Jimin sin flaquear ante tantos hombres grandes y rudos—. ¿Estoy cometiendo un delito? Al menos estoy pidiendo tu permiso.
El azabache sonrió.
—¿Cuál es tu punto? —dio un paso hacia él intentado intimidarlo, el rubio no inmutó su posición, solo sentía como su corazón palpitaba rápidamente—. ¿Para qué quieres hablar conmigo? ¿Ah?.
—Lo que tengo que decirte no le incumbe a tus amigos ¿Podemos estar... a solas? —sonrió llevando una mano a su rostro, justo abajo de sus carnosos labios.
—¡¿Qué tratas de decir niño?! —habló su amigo con prendas holgadas—. ¿Acaso quieren morir tú y tu amiguito aquí mismo?.
El azabache lo sujeto del hombro impidiendo que se abalanzara sobre los menores.
—Cálmate RM, no hagas nada idiota.
—¡Déjame! —hablo nuevamente—. Escúchame JK ¿qué acaso no lo ves? Tan solo mira como están vestidos, traen ropa cara y elegante, ellos son de esos estúpidos niños ricos —dijo mientras observaba de la mala forma a Jimin y a Taehyung.
—Deben irse —contestó el de tatuajes—. Aquí no son bienvenidos. Regresen por donde vinieron, tómenlo como un favor —dijo para luego darse la vuelta junto a los demás y comenzar a caminar.
—¡Oye escu...! —Jimin calló cuando vio una hoja caer al suelo, tirada a propósito por el mismo chico que lo había despreciado, a escondidas de su "pandilla"—. ¿Qué es esto? —recogió la hoja y observo de lo que era—. ¿Restaurante de sushi?
—¡Ah! —gritó Taehyung junto a un pequeño salto asustado—. Jimin —sacudió por la camisa a su mejor amigo con la voz y el cuerpo tembloroso—. Ya hay que irnos, lo escuchaste, no somos bienvenidos.
—Si, ya hay que irnos, ya tengo lo que buscaba —el rubio sonrió y guardó en su bolsillo aquella hoja del restaurante de sushi.
¿Era una cita? ¿O el lugar donde se encontrarían? No importaba, la respuesta era clara, tendría una nueva oportunidad de volverlo a ver, y esta vez se encargaría de no ser despreciado.
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