Nuemero veitinueve.
Solo fue un colapso.
Dolía, dolía mucho, dolía como el carajo. Nunca nadie hizo sentir tan inferior a Jimin como en ese momento Yoongi lo hizo sentir; tan insignificante y débil, haciéndolo a su gusto. Una experiencia horrorosa que quería borrar de su memoria permanentemente, pero lamentablemente ahí se quedaría, atormentándolo hasta que él lo permitiera.
Y aunque ya estaba fuera de su alcance, "resguardado" en el departamento de Jungkook, aún así tenía miedo, mejor dicho mucho terror, se sentía paranoico, imaginando que en cualquier momento entraría la policía por la puerta y se lo llevarían a la fuerza, devolviéndolo a las garras de ese malvado hombre.
¿Entonces que pasaría con Jungkook? ¡No él no! Él no tiene la culpa. Ambos estaban condenados, pero Jimin se sacrificaría por él sin pensarlo, y viceversa, también Jungkook se sacrificaría por él sin importarle las consecuencias.
Porqué de eso se trata el amor.
—¿Finalmente te calmaste? —le preguntó el azabache, después de llevar casi dos horas abrazados sin moverse de su posición en la cama—. Tranquilo, te tengo, ahora estás a salvo —le calmo acariciandole el cabello.
—Tengo mucho miedo —tembló—. Solo no me sueltes, quédate conmigo para siempre Jungkook. —pidió aferrándose a él con fuerza, apretándole con las manos la camiseta y hundiendo su cabeza en el pecho del ya mencionado.
—No tenía planeado hacer otro cosa —contestó.
—Gracias por rescatarme, pensé que nunca lograría huir, fue tan horrible que yo... —la voz se le quebró y entonces nuevamente comenzó a llorar.
Jungkook le tomó el rostro y le miró sus cristalinos ojos.
—Mírame, estoy aquí y voy a protegerte te lo prometo —le dejo un delicado beso en su labios—. Jimin tú significas demasiado para mi, y nunca me di cuenta por que o cuando sucedió, pero agradezco a verte conocido, no importa de qué manera... solo quiero estar contigo para siempre.
El castaño paro de llorar, limpio sus ojitos con su mano y entonces encorvó sus labios en una pequeña sonrisa al escuchar las tiernas palabras de Jungkook.
—Yo también —replico—. Tú me haces feliz Kookie, más que cualquier otra persona. Yo tampoco me di cuenta del por qué o como, pero te haz vuelto especial —confesó, y entonces lo beso dejándolo sin qué responder.
Ambos se miraron por unos segundos antes de que nuevamente juntaran sus labios en un beso que comenzó siendo totalmente dulce, y se deformó hasta convertirse en uno apasionado y romántico.
Jungkook tenía miedo por primera vez de tocarlo, después por lo que tuvo que pasar estaba inseguro de tomarlo. Así que con tranquilidad le beso sus mejillas, luego paso a la frente, finalmente le beso su húmedo párpado y lo volvió a mirar.
—¿Estas bien con esto? Podemos parara si tú lo quieres, no quiero hacerte daño —dijo.
Jimin asintió.
—Estoy bien, podemos seguir —contestó, y ya con su consentimiento el pelinegro volvió a besarlo con la misma pasión de antes, para después colocarse arriba suyo sin poner todo su peso.
El castaño solo tenía puesto una de sus camisas, la cual le quedaba a la mitad de los muslos, entonces fue fácil desnudarlo, pero cuando lo hizo le dolió verle todo su bonito cuerpo lleno de marcas. Delicadamente le dejo un besito en todas estas marcas demostrándole que él puede cubrirlas con ternura y mucho amor.
Todos los movimientos fueron hechos con delicadeza, y cuidado. No estaban teniendo sexo, esta vez estaban haciendo el amor.
Teniendo a Jimin sobre él a horcajadas, y él sentado, deslizó sus manos hacia su cintura, sus besos pasaban desde su cuello hasta sus hombros. Jimin soltaba jadeos mientras hundía sus manos en la cabellera oscura del otro. Las caricias iban de un lugar al otro, se tocaron y sintieron como nunca antes.
Cuando volvían a besarse sus labios se movían de una forma maravillosa, tan dulce y lenta que eso solo bastaba. Y cuando finalmente Jungkook entró en él ambos soltaron un gemido, entonces se miraron a los ojos y el castaño empezó a mover sus caderas lentamente. El azabache subió sus manos hasta su espalda, acariciado, bajando y subiendo sus dedos por su columna, causándole escalofríos que iban a la perfección con la satisfacción de ambos.
—Haa, Jungkook, se siente bien —se apresuró más. Volvieron a besarse—. ¡Ha! —le gimió en la boca, y esto causó que Jungkook se movieron junto a él a la misma velocidad.
Ambos formaron una aura relente realmente majestuosa. Todo era tan perfecto, los gemidos que emitían, los movimientos que hacían, los besos que se daban y hasta los pequeños detalles que eran insignificantes, como el sonrojo de sus rostros, el sudor que se deslizaba por sus frentes, sus pezones duros y sus pupilas dilatadas.
Jimin abrazo al pelinegro mientras seguía moviéndose arduamente, dando pequeños bronquios y haciendo círculos con su cadera, causándose gemidos que emitían en el oído de Jungkook, el cual también soltaba gemidos graves llenos de satisfacción.
Se quedaron así por un par de minutos, sintiendo sus cuerpos arder como nunca antes. Y entonces cuando estaban apunto de llegar a su orgasmo, pegaron sus frentes, ambos se movieron rápidamente y juntos se vinieron al mismo tiempo.
—Haah, dios, eso fue asombroso —habló Jimin jadeante.
Súbitamente Jungkook lo tomó del rostro y le plantó un beso suavemente, para después mirarlo directamente los ojos.
Se tomó unos segundos y entonces dijo:—. Te amo, Jimin.
El castaño lo observo con los ojos bien abiertos, realmente sorprendido por lo que le acababa de confesar. Lo amaba, alguien realmente lo amaba, con todos sus defectos y virtudes. Esto enseguida causó que los ojos se le llenaran de lágrimas, y estas naturalmente empezaron a derramarse por sus mejillas.
—Dilo otra vez —pidió con la mirada iluminada.
—Te amo Park Jimin. —replicó y una sonrisa brillante surco en sus labios.
—Jungkook... —lo abrazo, totalmente feliz con su confesión, la cual logró darle esparzas para volver a ser feliz—. Estoy tan feliz que podría morir.
El no esperaba que él también se lo dijera, con el hecho de que estuviera feliz y cómodo con su confesión era suficiente.
Lo amaba y era lo único que importaba.
Lo había hecho feliz, y en el acto él también lo estaba. Y eso se sentía como un sueño.
Después de aquel acto ambos se quedaron dormidos, enredados en la cobijas, abrazados, realmente felices y tranquilos.
Hasta que los tintineos insistentes provenientes del celular de Jimin lo hicieron despertar. Se talló los ojos y con lentitud se separó de Jungkook para no despertarlo, entonces cuando tomó su celular y miró las notificaciones, sus ojos se abrieron con sorpresa y una pizca de temor.
Mamá 💬 : Se lo que sucedió esta tarde. Así que te pido de la mejor manera que regreses en este mismo instante.
Mamá 💬 : No puedo creer que hayas permitido que ese vago golpeara de esta atroz manera a Yoongi.
Mamá 💬 : Si no estás aquí mañana para la boda, entonces tomaré medidas que se que no quieres que tome.
Mamá 💬 : Mandaré a ese vago a la cárcel y me encargaré de dejarlo ahí el resto de su miserable vida. Y no es una amenaza, es una advertencia.
Se quedó anonadado por lo que acababa de leer. Parece ser que Yoongi les dio su propia versión y por supuesto ellos cegados le habían creído. Esta vez no había escapatoria, estaba obligado a volver para casarse con el hombre que intentó violarlo, y todo por el bien de su preciado Jungkook, el cual no tenía por que sufrir solo por su culpa.
Una dolor se presento en su pecho y una lágrima se le escapó súbitamente mientras miraba al chico que dormía tranquilamente a su lado. Le dolía el hecho de separarse de él después de ese te amo que le había dicho ¿pero que más quedaba por hacer?.
—Perdóname, cuando estoy apunto de perder el miedo ellos vuelven a introducirlo. No quiero perderte, pero tampoco voy aceptar que sufras —musitó en llano—. Jungkoon yo también te...
No, debía saberlo y estar consciente. Aunque ¿podría lograr decírselo? Si, algún día, si él lo lograba perdonarlo por lo que estaba apunto de hacer.
Lo siento no puedo quedarme, por que si lo hago tus sufrirás eventualmente y no puedo permitirlo. Eres un buen chico Jungkook, mi corazón siempre será tuyo. Y si, lo encontraste, soy yo Jimin, ese mismo niño del que me hablaste de tu infancia, por favor no me odies, sígueme amando aunque se egoísta de mi parte.
Adiós. Att Jimin.
Dolía, dolía mucho, dolía como el carajo.
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