— Papá llamó ayer — Narraba el rubio mientras meneaba la cuchara en su café.

— ¿Y cómo está él?

— Me dijo que bien, pero sonaba cansado.

— Oye — llamó el azabache — La operación saldrá bien— Tomó la mano de su mayor y la cobijo entre las suyas.

— JungKook tú...

— ¿Mh?

— Eres lindo — El azabache sonrió — Me encargaré de encontrar a la persona adecuada.

— ¿Qué está mal contigo?

— Pues estoy gordo y feo y...

— ¿Y...?

— A mi madre no le gusto así ¿Cómo voy a gustarle a alguien si ni a mi propia madre le gusto? — sollozó el rubio, su mirada bajando a sus manos entrelazadas. 

— ¡TaeHyung! — El mencionado alzó la cabecita medio asustado al escuchar el grito de JungKook.

Sus ojos se abrieron en demasía cuando JungKook tomó sus mejillas y juntando sus rostros estampó un beso en sus labios.

— A mi me gusta hyung...— Continuó JungKook.

Él poseía un brillo especial, sus ojos formando arcos y aquella sonrisa encantadora de conejito -  Aquella que fácilmente podría derretir el polo norte - Se hizo presente.

— Me gustas mucho.