— Ganaste peso.

Le dijo su propia madre, observándole de arriba abajo con un gesto de preocupación.

— No lo digo de la mala forma, hijo. Solo estoy preocupada. Si sigues así nadie va quererte.

La ansiedad se apoderó de su cuerpo, deseando comer más y más. Sintiendo una presión en su pecho dejó la comida casi intacta diciendo que no tenia hambre y marchándose a su habitación.

"Si sigues así nadie va quererte"

Se repetía una y otra vez, haciéndole llorar. Abrazó entonces un conejito de felpa regalado por su padre cuando era pequeño.

Inevitablemente pensó en JungKook y lo bien que le hacían sus abrazos, la ansiedad fue disminuyendo remplazandose por una sonrisa inexplicable.

Pensó, solo pensó que aquella calidez sería su cura.