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Promise





Habían pasado unos meses desde que mi madre y yo llegamos a Mictlán, conocía mis responsabilidades como semidiosa del caos, así como también mis poderes y cómo usarlos.

El caos según Aruma, mi madre, era una energía universal, y una vez que lograbas tener el conocimiento adecuado de lo que era, podías manejarla, crear cosas, darle vida a objetos, hacer magia, pociones, hechizos, hacer crecer naturaleza, e incluso controlar el clima.

Pero lo último era algo que solo pocos han logrado.

— Itza, vamos a entrenar que esperas— Zatz me sacó de mis pensamientos dándome una palmada en la espalda.

— De acuerdo, espero que estés listo para otra paliza— digo volando con ayuda de mis alas para tocar el piso.

— No creo que me ganes pero quiero verte intentarlo Princesa— dijo lo ultimo coquetamente.

— Veremos quien gana— dije caminando junto al albino al centro donde entrenábamos.

— Quien gane le cumple un deseo al otro— dijo Zatz sacando su espada y poniéndose en posición.

— Hecho— me puse en posición igual.

Fui la primera en atacar, dirigí mi espada a su rostro. Lo bloqueo, dirigiendo su espada a mi costado, di media vuelta bloqueándolo desde arriba.

El siguiente movimiento fue a su pecho, pero fue más rápido, ni siquiera pude tocarlo. Ahora fue a mi cuello, lo bloqueo justo a tiempo, sin embargo la distancia era muy corta entre nosotros podía oír su agitada respiración.

— Te he dicho lo bien que te queda ese color— con la respiración entre cortada y la voz igual dijo aquello, dándome una media sonrisa.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo, sentí como su espada hizo menos presión con la mía, acortando la distancia entre nosotros.

Ahora nuestras frentes y narices se rozaban, con mi mano desocupada le di una caricia a su mejilla.

— Y yo te he dicho muchas veces que esa mirada me vuelve loca— musité contra sus labios. Bajo la guardia lo suficiente con aquella invitación a que me besara lo suficiente como para que le metiera el pie y cayese en el suelo.

— Gané— proclamó poniendo mi espada en su cuello— mi deseo por favor— sonreí con orgullo.

— No tan rápido— de un movimiento, la situación cambió ahora yo estaba en el suelo y Zatz sobre mi.

Le di un golpe con la rodilla, me dio tiempo para zafarme de su agarre, y ponerme de pie, supongo que me pasa de fuerza porque aún no se ponía de pie.

Quise acercarme y ver si estaba bien, cuando de un momento a otro, de un movimiento me quito la espada de la mano.

— Tu tienes que aprender mucho aún— puso la punta de la espada en mí yugular.

— Bien ya está— dije alzando las manos en señal de rendimiento— cuál es tu deseo— inquirí viéndolo curiosa de su respuesta.

— Te has vuelto más elegante al luchar, se nota en tus movimientos— mencionó— dándome mi espada.

— Y también me he vuelto más fiera— agregué dándole su espada.

— Entre otras cosas— tomó su espada de mi mano y la guardo en su funda.

Al no obtener una respuesta de cual era su deseo, le mire alzando una ceja.

— Mi deseo es que vayamos al lago— Zatz dijo aquello mientras sacudía su armadura del poco polvo que había del suelo.

— Vamos— respondo ayudándolo a levantarse.

— Colmillo— llamó al jaguar de huesos y ojos de fuego que siempre lo acompañaba.

El animal llegó minutos después, al vernos fue con Zatz y se restregó contra él, en señal de cariño, el albino lo acarició. Y luego Colmillo se hecho patas arriba para que el príncipe le acaríciese, a falta de pelo le acaricio los huesos del estómago.

Rompió aquel contacto para acercase a mi se puso frente a mi y agachó la cabeza, le di caricias entre sus orejas, por su mejilla y bajo su mentón, aquellos toques no hicieron más que provocar ronroneos en el felino. Como si fuera un gato.

— Colmillo— llamó Zatz— el jaguar se alejó de mí y fue hacia dónde el chico.

— Vamos sube— una vez se subió en el lomo del felino me hizo una seña para que me subiera también.

Subí al lomo del animal y me acomodé, Zatz tiro ligeramente de la rienda de Colmillo.

— Al bosque eterno.

Y con esas palabras sentí como Colmillo se preparo para correr.

— Será mejor que te sostengas— Zatz volteo a verme por sobre su hombro, tomó una de mis manos y la puso en su cintura.

Por inercia puse mi otra mano sobre su cintura y me aferré a él.

Colmillo corrió con sus cuatro patas por Mictlán hasta llegar al bosque eterno.

Aquel bosque era la entrada al hogar de mi madre y mío.

Tenía un cielo estrellado y nocturno siempre, fuera de día o noche en el mundo humano, en este lugar siempre era de noche.

El bosque tenía una luminosidad propia, y todo tipo de criaturas con su propia luminosidad vivían ahí, el lago, tenía una vista reflejada del cielo.

Colmillo se detuvo cuando llegó al lago, Zatz bajó primero y me ayudó a bajar.

Caminamos por el bosque, a cada paso el suelo del bosque se iluminaba, por nuestras huellas, nos detuvimos a la orilla del lago.

Zatz y yo volamos a una pequeña isla en medio del lago, en la que nos recostamos.

— ¿ Crees que vaya a haber una guerra?— soltó Zatz viendo al cielo con voz preocupada.

— Porqué lo dices— respondí dejando de ver al cielo y volteándolo a ver.

— Últimamente Mictlán se la pasa con mi padre y los demás dioses, en especial con los guerreros— dijo aquello volteándome a ver— además he escuchado a mi padre hablar de estrategias con él muy seguido— soltó un pesado suspiro.

— No será así— le di una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora, sin embargo era todo lo contrario, sabía lo que ocurriría si empezaba una guerra.

Zatz y yo como los mejores guerreros iríamos a la batalla. Y siempre teníamos puntos de vista diferentes. Por lo mismo terminamos distanciándonos.

¿Porqué?

A diferencia de Zatz, quien no disfruta  las batallas porque siempre mueren inocentes y se pierden vidas innecesarias.

Yo las disfruto; porque en entre la gente que pelea hay gente que hizo cosas que no pueden describirse más que como monstruosas, y qué tal ves en esa pelea se encuentren a un peor monstruo, que les dé el destino que se merecen.

Sin mencionar que tenia cuentas pendientes con aquellos "monstruos".

— Como sea, primero prométeme algo— Zatz recargó su cabeza en su mano, viéndome seriamente.

— Lo que sea, lo prometo con mi vida— respondo recargándome del mismo modo que el albino.

— Prométeme que nunca pelearemos entre nosotros— dijo el príncipe de los murciélagos.

— Lo prometo— respondo con seguridad, haciendo una cruz en mi pecho— solo si tú prometes no romperme el corazón— le hice prometer de vuelta con el mismo tono de seriedad que el uso conmigo.

— Hecho— tomó mi meñique y lo entrelazó con el suyo en un gesto de promesa.




Me disculpo si tardo en actualizar la uni me esta consumiendo.

Esta sería una idea del bosque que visitan Itza y Zatz.


Yo sé que quieren ver acción, pero le tengo que dar desarrollo al personaje de Itza.

¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo?

Sus comentarios me inspiran a seguir escribiendo. Y sus estrellitas o votos como quieran decirles también me inspiran a continuar con esta historia.

Entonces, sin más los dejo.

Los amo mis amores 💋💋.

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