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Jelous

Natysara_12 💋




Había decidido ir al mundo mortal, para cazar algo de comer, bueno esa era la excusa que les había dicho a los dioses.

La verdad me gustaba mucho ir al mundo humano para observar a las persona. Me resultaban interesantes.

Iba camino de salida de Mictlan cuando una voz femenina y chillona me detuvo.

— ¡Itza!— llamó alguien alargando la a, detuve mi vuelo para ver quien era.

Acat volando se puso a mi lado, dándome una sonrisa, qué forzadamente devolví.

— ¿A dónde ibas?— preguntó la semidiosa.

— Al mundo mortal— respondo preparando mis alas para volar de nuevo.

— Te acompaño, vamos— continuamos el vuelo, cruzando a la tierra de los humanos— y para que vinimos— cuestionó con intriga.

— Pensaba en cazar algo, hace tiempo que no comemos venado— mentí, dejando de volar para bajar en la selva, seguida de la Semidiosa de los tatuajes.

— Suena interesante, yo puedo jugar con los humanos mientras te espero en lo que cazas— con ayuda de un impulso por parte de sus alas subió a una rama de un árbol— es muy divertido ver cómo se asustan.

Asentí sin mucho ánimo y me alejé de ella, lo suficiente para que no me viera, chasqueé los dedos para cambiar mi apariencia por una más humana.

Y cuando estuve segura de que Acat no me vería, me acerqué a un árbol, el gran tronco de este me ocultaba. Lo suficiente para ver a un grupo de humanos celebrar algo

— Se ven muy felices todos— exclamé para mi misma, viendo cómo reían y charlaban animadamente, se abrazaban y bailaban.

En especial una pareja, un chico y una chica de nuestra edad, vestidos en color blanco, parecían disfrutar mucho de aquel evento. Veía en su mirada un amor demasiado intenso, puro y decidido.

— Felicidades a los novios— logre oír como decía un chico, felicitando a la pareja, tomando del brazo a la novia y jalándola para que se uniera al baile. Pronto una chica también llevo al novio a bailar.

Pero en todo momento veía la mirada de amor que se daban el uno al otro. Como fueran capaces de caminar por el fuego y recibir mil heridas con tal de encontrarse de nuevo.

Alguien alguna vez me amara con esa fuerza.

Alguna vez podré amar a alguien tan intensamente como para dar mi vida por esa persona.

Camine hacia ellos, me permití disfrutar de aquellas personas y el ambiente lleno de felicidad y tranquilidad un rato, una señora me dio un beso en la mejilla y dejó en mis manos un cuenco con agua.

— Para ti mi niña, debes tener sed— despierta Itza— mi reflejo en el cuenco reclamo a mi misma— no olvides por lo que viniste— me recordé.

Y a paso apresurado y con cuidado de no ser vista por nadie regrese al bosque y volví a mi forma de semidiosa.

Me dispuse a buscar y rastrear a algún animal o venado que pudiera cazar.

Cuando por fin encontré a uno, susurré unas palabras y tenía un arco y flechas en mis manos; solté de la cuerda y la flecha se disparó.

Cerré los ojos en el momento en el que oí la flecha dar en la carne del animal, y en cuanto oí sus quejidos de dolor, abrí los ojos y me aproximé a llegar a el.

— Noble espíritu, agradezco tu sacrificio, tu cuerpo se quedan atrás, tu espíritu será bienvenido y bien recibido por los dioses— dije mientras acariciaba la piel del ciervo, en un intento de calmarlo.

Saque de su funda mi cuchillo y lo enterré en la piel del ciervo, terminando con su vida.

Me abracé al cuerpo tibio aún del ciervo que yacía en el suelo, permitiéndome llorar un poco, no me gustaba tomar vidas, jamás me había gustado.

— Lo siento mucho— susurré aquellas palabras limpiando una lágrima de mi rostro, levantándome, tomando entre mis brazos el cuerpo del ciervo.

Desplegué mis alas para llegar a donde había dejado a Acat.

— Cinco minutos más y te hubiera ido a buscar Itza— dijo parándose de la rama, estirándose.

— Ay perdona, fui a traer esto mientras descansabas— oculté mi enojo detrás de una sonrisa falsa.

Le mostré el ciervo recién cazado.

Alcancé vislumbrar asombro por haber cazado a un venado de ese tamaño sola. Claro que Acat lo oculto muy bien.

— ¿Cómo ha estado mi príncipe murciélago?— preguntó la semidiosa de los tatuajes con expresión orgullosa y voz coqueta.

— No lo se— mentí, sabía de maravilla como estaba él. Había ido a su casa a charlar con él antes de decidir ir a cazar— ambos hemos estado bastante ocupados.

— Oh, en ese caso no te molestará si voy a hacerle una visita— la semidiosa dijo aquello desplegando sus alas, con un tono que cualquiera consideraría seductor, pero para mi solo era como un molesto zumbido— tal vez podrías acompañarme.

Hizo una cara tierna.

— Bien, iré a dejarles esto, se que Camazotz ama la carne de venado— antes de que Acat pudiera decir algo más me impulse con mis alas para empezar a volar en dirección a a casa de Zatz.

A pesar de que quería volar rápido y alejarme lo más posible de la molesta Acat, no pude por el peso del venado.

Acat volaba despreocupada, viendo el cielo y acariciando las nubes

— No vayas a dejar caer algo tan preciado— añadió lo último con una sonrisa burlona.

— Llévalo tu, anda— aletee para estar a su altura, le tendí el cuerpo del animal.

Un ugh salió de sus labios.

Sabía que no lo haría, porque como es que ella podría tocar el cuerpo de un animal muerto. No no no.



🌌


Volamos en silencio hasta llegar al hogar de los hijos de los murciélagos.

Y aterrizamos. Dejando el cuerpo del venado en el suelo, bajo una capa de hojas para que no se ensuciara.

— Itza ¡bienvenida!— el General Camazotz se acercó a mi y me fundió en un gran abrazo paternal— has crecido mucho— dijo cuando rompió el abrazo— el tiempo vuela Camazotz, sin embargo sigue viéndose igual de bien que siempre— sonreí.

— Hola Princesa, como siempre es un placer verte— pronunció la palabra princesa de aquella forma que solo él sabía usar, de forma única, sé acercó a mi y me abrazó dando una vuelta alzándome del piso, para después dejarme en mi lugar.

Sabía que hablaba elegante por la presencia de su padre y por Acat también, sino dejaría los modales y la elegancia de lado y sacaría su lado coqueto como siempre o competitivo y juguetón a flote.

— El placer es todo mío, Príncipe albino— mencioné dándole una sonrisa coqueta escondida en un rostro serio y recatado.

En eso escuchamos como Acat se aclaró la garganta.

— Acat, tanto tiempo sin verte, has cambiado demasiado en estos años, luces espléndida— saludó el padre de Zatz— dándole un abrazo también, con menos calidez.

— General Camazotz, he escuchado sus historias de guerra, es un honor estar en su presencia— reverenció Acat.

— Príncipe Zatz— chillo Acat— tanto tiempo sin verle— me sentiré honrada en su compañía.

— Hola Acat, más tiempo del que recuerdo— se acercó a ella, tomó su mano y dejó un beso en el dorso de su mano a manera de saludo.

— Hemos traído esto para ustedes, es un obsequio— exclamó refiriéndose al venado— lo cazamos nosotras— dijo con una sonrisa viéndome de reojo seriamente por segundos.

— Así es sé lo mucho que les gusta el sabor de la carne de venado— expresó con una sonrisa forzada, ocultando el enojo que sentía, pues Acat se había adjudicado parte de mi logro, cuando realmente no movió un dedo.

— Ya que pensábamos venir a saludar, qué mejor manera que traerles este magnífico obsequio— finalizó Acat por las dos.

Miré a Zatz por unos segundos, dirigiendo la mirada a Acat, al venado y de vuelta a él, negando con la cabeza, Zatz sonrió levemente como de costumbre, negando divertido por la situación.

— Gracias por el obsequio Izta, Acat— agradeció Zatz dando unos pasos al frente, tomando el venado del suelo y llevándose dentro de su casa.

— Acompáñennos a comer— Camazotz nos miró a ambas y nos dirigió a su casa.

Mientras nos acomodamos en los troncos que hacían de sillas en el pequeño jardín que había en casa de Zatz, Camazotz y Zatz preparaban la comida y el venado.

— Itza— llamó Zatz— ves esos troncos, señaló con la mirada unos troncos, hacían de fogata— enciéndelos por favor— sonrío.

— Por supuesto albino— cerré los ojos— al abrirlos el fuego de la fogata estaba encendido.

— Fantástico— soltó Acat asombrada.

Volteo a ver su expresión anonadada.

— Hermoso— murmuró
Zatz, solo para que yo escuchase, viéndome.

Pasamos un buen rato, comiendo, entre risas, anécdotas, historias, chistes e inclusive historias vergonzosas.

— General debo decirle que su hijo es muy amable, talentoso y sobretodo muy apuesto— adulo Acat.

— Se lo debo todo a su madre, ella era una belleza— respondió viendo a Zatz con una sonrisa orgullosa y nostálgica.

— General debo preguntar y disculpe mi atrevimiento, pero ¿ ha pensado en que Zatz tenga un compromiso?

Apenas oí las ultimas palabras y me enfurecí, como es que podía llegar a ser tan descarada como para decir algo como aquello, no conocía a Zatz, únicamente lo decía por interés.

Por quedar bien con Mictlan y ganarse su favor y bendición.

— Nos veríamos bien juntos ¿cierto mi príncipe?— Acat subió su mano al hombro de Zatz y la dejó ahí— que dice mi príncipe— al no obtener respuesta corrió su mano de forma apenas visible hasta dejarla en el muslo de Zatz por encima de su armadura negra.

De no ser por Camazotz estaría moliendo a golpes a Acat, no sé si es muy confiada como para creer que eso le iba a servir o muy estupida, como para pensar que aquellas artimañas le serían útiles.


Queríamos drama drama tenemos.

Preparen pañuelos porque apenas empezamos.

Les esta gustando.

Los leo, sus comentarios me motivan a seguir escribiendo.

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