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• the reasons why I love you

Dear no One se deslizaba por sus cuerdas vocales. Sus manos tocaban con cuidado aquella guitarra blanca que traía colgada a su cuello mientras cantaba delicadamente sobre aquel micro. Varias personas eran ajenas a la situación, mientras que otras —generalmente chicas—, le admiraban mientras él daba uno de esos típicos mini-conciertos en aquella acogedora cafetería. Solté mi taza de café sin dejar de observarle y sin dejar de escuchar su preciosa y tranquilizante voz.

Me sentía en una nube de algodón en la que no existía más que yo y ese chico junto a su voz. Un lugar en el que no existían los problemas ni las amarguras, un mundo en el que la maldad no existía y solo existía el amor y la tranquilidad. Me encantaba sentirme de esa manera, sentir que había una opción por la que escapar y olvidar todos los problemas que acudían a mi mente. Sonreí después de abrir los ojos y encontrarme con la bonita sonrisa de ese chico.

—Gracias —dijo antes de desconectar su guitarra y bajarse de la pequeña tarima que había allí. Algunas chicas hablaban entre ellas.

Terminé mi café en busca de salir de aquel lugar. Me gustaba observarle —no como una acosadora— hasta que se iba. Me daba tranquilidad ver cómo actuaba; esa manera tranquila que tenía de guardar su guitarra en el forro rojo, cómo la colgaba sobre su espalda y salía de allí seguido de varias personas que buscaban entablar una conversación con él. A diferencia de mí, que no era capaz ni de preguntarle la dichosa hora. Él me parecía tan inalcalzable que creía que realmente mi lugar era observarle desde lejos.

Le sonrió como habitualmente hacía a sus fans, aunque siempre parecía tímido, como si todo lo de alrededor fuera un sueño. Se despidió de aquellas personas después de unos minutos y se dispuso a recorrer la calle hasta su casa. Observé con cuidado sus acciones, fijándome en cada paso, cada movimiento de brazo y de pie, cada expresión. Él era magnífico y mostraba ese tipo de aura que te hacía seguir estando a su lado. Sonreí antes de girarme y caminar hacia el lado contrario.

Toda la calidez que traía en mi interior por su dulce voz, desapareció en el momento en el que una ráfaga de frío me pilló desprevenida. Pero el recuerdo de lo de anoche aún permanecía en mi mente, consiguiendo que pudiera luchar contra el frío sin problemas. Metí mis manos en los bolsillos y aceleré el paso para llegar con mayor rapidez. No tardé mucho, por lo que entré, me deshice de mi abrigo y zapatos para no pensármelo más y meterme en aquel pijama calentito.

Sobre la cama y con los ojos cerrados, pude darme cuenta de lo mucho que latía mi corazón recordando su imagen. Esa manera tan sexy que tenía de tocar las cuerdas de la guitarra me volvía loca, además de su postura y lo tiernos que se veían sus ojos cerrados disfrutando de cada palabra de la canción. Era simplemente imposible olvidar eso. Aquel chico tenía talento y, cuando lo escuchabas, se te quedaba tan impregnado que era imposible deshacerse de él. A pesar de no ser un profesional, sabía colocar los puntos sobre las ies; sabía en qué momento respirar, en qué momento alzar la voz, disminuir su tono, hacer altos... Era tan maravillosa su voz que incluso dolía.

Y ni hablemos ni siquiera que ese talento es también eclipsado por su físico. Barbilla delineada de una manera casi perfecta, como si estuviera limada al gusto del consumidor, labios finos y rosados, una nariz grande pero bonita, no parecía como si realmente fuera tan prominente, unos ojos rasgados pero lo suficientemente grandes como para llamar la atención de cualquiera, pelo sedoso y castaño que daban ganas de hundir sus manos en él para toda la vida, alto y con un cuerpo bien ejercitado. Y era normal que tuviera tantas seguidoras.

Sin embargo, teniéndole tan cerca, le siento muy lejos. Siempre he sentido que es una persona inalcanzable, alguien a quién solo puedes admirar y seguir porque jamás se dará cuenta de tu mínima existencia pero, que, aún así no te importa. Vale el precio de sentirse ignorada cuando la otra persona es capaz de hacerte feliz. Y aunque hayan miles de personas que no lo comprendan, nunca cambiaría de opinión.

Vale la pena sentarse lejos, admirarle cuando canta si eso va a hacer mis días mejores. Cada vez que abre su boca para cantar, los problemas desaparecen quedando un lugar en el que solo su voz existe y solo él existe. Un momento en el que me llena el corazón con su música, en el que todo es cálido y perfecto. Da igual que sea irreal, que sea solo una manera de huir pero, es una manera de huir preciosa. Una manera que vale la pena aprovechar.

Me da igual sentarme lejos si puedo sentirle cerca. Me da igual no poder hacer nada por acercarme, por sentir su voz o respirar el mismo aire que él. Me da igual si todo el mundo cree que es una locura escapar así de la realidad. Me da igual que él ni siquiera se ha percatado de mi existencia. Me da igual si me gusta o le quiero sin apenas conocer su personalidad o tan siquiera su vida privada. Me da igual porque le quiero y me hace feliz.

El mundo está hecho para que seamos felices de alguna manera y si él puede ayudarme, ¿qué más da?

Además, le quiero por muchas más razones de ser guapo y cantar bien. Le quiero porque transmite los sentimientos que los demás queremos escuchar. Le quiero porque es natural, se muestra tímido y es agradable con la gente que le rodea. Le quiero porque jamás sería cruel ni arisco. Le quiero porque sonríe con sinceridad y fuerza. Le quiero porque le pone empeño a sus sueños a pesar de cantar en una humilde cafetería los fines de semana. Le quiero porque no deja de luchar y eso es admirable. Así que, aunque sea alocado amar a alguien por solo eso, vale la pena hacerlo.

Jamás hablaremos Jeon Jungkook. Puede que jamás pueda escuchar tu voz hablándome y dirigiéndose a mí. Jamás me dedicarás expresamente una sonrisa a mí. No podré oír tu risa de cerca. No podré cuidarte ni mostrarte mi amor. Jamás podré decirte todo lo que siento por ti y todas esas cosas que me hacen admirarte. Nunca podré abrazarte, tocar tu pelo, besar tu mejilla o incluso tus labios. Nunca podré sentir la calidez que transmites a través de tu cuerpo. Pero se que, aunque jamás ocurra eso, nunca dejaré de quererte.

Porque vale la pena sufrir si vas a hacerme feliz. Y esa, es la verdadera razón por la que te quiero.

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