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✽+†+✽ Peerless treasure ✽+†+✽

La hermosa y calmada voz de su madre era la guía en cada una de sus crisis.

Desde que había aceptado el nefasto trato, en cada uno de sus trabajos la culpa, resentimiento se apoderaban de su mente. Pero recordar las palabras de su mamá le daba fuerzas para seguir con su cruel deber.

¿En qué momento dejo de pensar como el jóven que era? Fueron tantas experiencias que en algún momento olvidó todas las palabras, todo el sentimiento maternal. Todo por lo que había pasado se desvaneció ante la oscuridad que crecía dentro de él.

Y así fue hasta que conoció a su última víctima, ese pase de oro que lo llevaría al fin a realizar su más grande sueño. Sería fácil, es solo un joven pensó al momento de verlo.

Mas nunca imagino ver reflejado sus recuerdos en el chico de la peculiar bufanda.

Degel y Camus eran, de lejos, muy parecidos en cuanto a su apariencia e incluso su voz. El primero de ellos casualmente fue la primera víctima que tuvo entre sus manos, manos que por primera vez cometían el horrendo crimen.

Y eso no era todo lo malo, está historia aún tiene mucho por contar y descubrir. En cuanto a la primera vez que Milo cumplió su trabajo, no pudo creer que debía que acabar con quién alguna vez fue el más grande amigo de su padre, lo conocía muy bien aunque nunca había entablado una conversación antes de... su primera muerte.

De su boca no dejaban de salir miles y miles de "perdón" aunque sabía que la cabeza degollada de su víctima no podría cambiar su mirada con la que le fue arrebatada su vida. No tenía idea cuáles eran los pecados de Degel, lo tenía y siempre lo tuvo como un gran ejemplo a seguir. Pero tampoco podía interrogar a quien llamaba jefe.

Hace muchos años que había olvidado esa escena tan horrible, todos los sonidos agonizantes, la sangre y el cuerpo hecho pedazos. Todo había quedado en un gran baúl con candado de cristal, guardado ahí no como un tesoro, sino como una maldición.

Al principio pensó que había tenido un Deja vu, pero poco a poco, cuando su corazón más se acercó al de Camus se rompió el candado de cristal haciendo que todos los recuerdos que siempre quiso olvidar regresarán a él.

─ Ahora, mátalo.─ Ordenó─ No solo eres tú, tienes que pensar en todas las personas que se encuentran en tu situación, fuiste de entre muchos el elegido para tener una vida eterna con tu familia, estás a punto de lograrlo y con eso yo también podré lograr mi propio deber.

A pesar de su dura orden, la mirada del mayor no reflejaba la maldad pura. Y él, al igual que Milo fue escogido para ese cruel trabajo con promesa de vida eterna.
Cuántas veces manchó sus manos con sangre de "pecadores" desde que empezó una gran ola de muertes su trabajo no paraba, y si no era por la enfermedad, eran los accidentes, homicidios, suicidios.

─ Sabes que no somos los malos en la historia, y que al igual que tú, muchos otros humanos comenten crímenes por sobrevivir. Todos luchamos por nosotros mismo, así que hazlo ahora, ¡ve y termina con la vida de este joven!

─ ¡No, Shion! No lo haré, y más vale que no intentes meter tus manos... Si... Si me quieres desaparecer hazlo ya.─ ahora que pudo recordar todos sus propios pecados no importaba como terminaría su vida, solo quería proteger a quien llegó a amar en todo sus años de trabajo.─ Ya no me das miedo, ahora ya recordé todo. Si me haces desaparecer tendrás que conseguir otro súbdito y tendrás que esperar muchos años más para reunirte con él.

Dejó un momento en silencio para que su mayor pueda procesar de mejor manera las amenazas que hacía.

─ En cambio, si me das tan solo seis días más, tus doscientos cuarenta y tres años de esperar se terminarán.

─ ¿Y si no lo matas?─ parecía haber visto bien la oferta, pero aún tenía sus dudas.

─ Yo viviré en eterno castigo pero tú podrás obtener la vida que tanto deseas. Sabes que eso te conviene más a ti, ¿Cierto?

─ Piensa bien, pasaste por una gran tortura mental por casi sesenta años, y ahora no quieres dejar ir a un simple mocoso.─ empezó a desvanecer su presencia.

─ No solo es un joven cualquiera, este jóvenes significa tanto como Dohko para ti.─ le sonrió a su mayor antes de que llegue a desaparecer por completo, parecía haber tocado con las palabras correctas al ver la última expresión Shion.

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Desde el inicio tenía un objetivo claro, quería una vida en el paraíso junto a su familia. Quería una vida feliz para ellos.

Estaba tan cerca de lograrlo, demasiado cerca... Si tan solo Camus no se hubiera topado entre sus asuntos, o si tan solo lo hubiera tratado con hostilidad su trabajo habría concluido hace mucho.

Pero no, no. El chico de pelo aguamarina mostraba su calidez en cada palabra, sus expresiones no eran tan marcadas como en cualquier persona y eso solo daba paso a una ternura que no se podía describir.

Estaba seguro que en el entorno de su amado las personas lo veían como un chico malcriado, sin empatía, frío y sin ningún sentimiento.
Parecía tan obvio que nadie se dió el trabajo de ver sus cálidos sentimientos, a pesar de sus reservadas palabras y emociones el era la persona más bella, deslumbrante, amorosa y pura que pudo conocer. Si pudiera describirlo, no habría mejor palabras que "Angel de hielo" o al menos eso se le acabó de ocurrir.

Habían pasado varios minutos desde que Shion los había dejado, ahora él se encontraba acariciando el rostro de Camus. Le dolió verlo caer al suelo por el efecto de la presencia de su mayor, por un momento pensó que lo había perdido.

Su curiosidad siempre quiso saber que guardaba tras esa bufanda que nunca se quitaba, pero no quería ir en contra de lo que Camus quería y no podía invadir su propia privacidad.
Pero fuera de eso, dejando toda curiosidad empezó a observar con calma, cada detalle e incluso el ritmo de su respiración.

Y si los momentos se pudieran guardar por siempre y vivirlos cada vez que se deseen, el agarraría estos segundos de su vida para guardarlos en su propio baúl como el tesoro más preciado. Algo que jamás pensó vivir, que jamás quiere olvidar y jamás destruir.

─ Perdóname, no creo poder estar siempre a tu lado... Ni al lado de mi familia.─ dejo un beso suave en los labios ajenos mientras una lágrima marcaba un nuevo inicio y fin de esta historia.

Y ojalá esté recuerdo permanezca en la memoria de todo aquel que quiera conocer el amor en su máxima expresión.

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